Capítulo XVIII

WANDA
-¿Porque esto me tiene que pasar a mí?
-Tienes que sentirte orgullosa, has sido la única que ha podido con esta prueba.
-¿Lo habéis probado con más gente?- le miré a los ojos.
-Sí- soltó sin decir ni una palabra más.
-Sois unos monstruos- le dije con odio.
-Estos monstruos necesitan lo mejor de ti para ganar la batalla.
-Yo no pienso luchar por vosotros.
-Si no lo haces por las buenas lo harás por las malas.

En la casa de los Maximoff...
NARRADOR UNIVERSAL
-¿Como que tú hermana se marchó?, ella dijo que iba a pasar unos días en casa de Natasha, no que iba a marcharse a otro país con ella- la madre de Wanda se debatía en llorar o gritar por lo furiosa que estaba.
-Mamá lo importante es que sabemos que está bien- Pietro agarró de el hombro a su madre.
-Tengo que hablar con la madre de Natasha- la mujer agarró el teléfono que se encontraba en la mesa de al lado.

Se levantó y empezó a dar vueltas por el salón mientras los pitidos comenzaban a sonar, al tercero la mujer de la otra línea contestó.

-¿Sí?
-Hola soy la mamá de Wanda.
-Hola, ¿que tal?
-Mal, hace un momento me ha llegado una carta de mi hija diciendo que se ha marchado con tu hija a otro país.
-Natasha se ha ido con Wanda?
-Sí, usted no sabía nada?
-Es normal que Natasha se marche algunos días incluso algún mes pero es raro que alguien se vaya con ella.
-Natasha se marcha de casa sin decir nada?
-Sí, varias veces.
-No sé que hacer.
-No te preocupes Wanda seguro es más razonable que Natasha y en pocos días volverán.
-He intentado contactar con ella pero no contesta.
-Natasha nunca contesta cuando se marcha, tampoco da señales de vida.
-Wanda nunca se había comportado así.
-Siempre hay una primera vez- los pitidos volvieron al teléfono.

Se despegó el teléfono de la oreja y lo dejó en el sofá, al levantar las mirada pudo ver a Pietro con los brazos abiertos, ella sin pensarlo sé hecho a llorar en el pecho de su hijo, ¿como podía ser que su hija se haya marchado sin decir nada?

En la zona negativa...
-¿me vas a contar que pasó para que te pelearas con Rumlow?- le preguntó Natasha a Steve mientras recogía las cosas que había utilizado para curarle las heridas.
-Son cosas muy complicadas Nat.
-Vamos que no me las vas a contar.
-No puedo.
-Vale, mañana entrenamos y no quiero ninguna excusa- Natasha se dirigió a la puerta y pegó un portazo después de salir.
-Pero...- susurró Steve, pero la ira hizo que sus palabras se desvanecieron, lo único que soltó fue un "Joder" que hizo temblar las cuatro mugrientas paredes de la habitación.

En otro lado de la base...
-¿Y se puede saber cómo vais a conseguir que yo pueda controlar esto?- se miró las manos, estas estaban tapadas por el traje protector que llevaba puesto.
-Tú misma lo conseguirás, te dejaremos una semana sola en estas cuatros paredes, no nos volverás a ver el pelo.
-¿Y si no lo consigo?- Wanda estaba atemorizada.
-Lo conseguirás- Rumlow habló serio y empezó a caminar algo dolorido hacia la puerta, cuando esta se cerró dejando a la castaña otra vez sola, las luces no se pagaron cosas que le llamó la atención a Wanda. Era verdad se iba a a quedar una semana sola.

Al día siguiente...
STEVE
La sirena sonó y yo aún seguía metido en la cama sin cambiarme. Giré mi mirada y observé la cama de Bucky, estaba perfectamente echa pero ni rastro de él. Me preguntaba repetitivamente si había vuelto a perder a mi amigo o esto solo era un sueño.

Reaccioné y me levanté para vestirme lo más rápido posible. Me puse mi uniforme, me lavé la cara y salí corriendo de la habitación. Cuando llegué a el comedor busqué con la mirada a Natasha pero ella no estaba, en ese momento es cuando me acordé de lo que ocurrió ayer, seguro esté cabreada conmigo.

Empecé a correr y entré en mi habitación, tire el uniforme por los suelos y me puse ropa de gimnasia, a la velocidad de la luz me dirigí hasta el gimnasio.

Entré y ahí la pude ver, con su pelo pelirrojo que ilumina todo un lugar, con sus perfectos ojos verdes y sus carnosos labios, toda una diosa.

Me acerqué a ella y pude ver cómo no me miraba igual que yo la miraba a ella. Ella expresaba cabreo.
-¿Que te ocurre?- le pregunté lo más suave posible.
-¿Que te ocurre a ti?- me gritó, yo me sobresalté.
-Si es por lo de ayer lo siento mucho pero no puedo ni quiero hablar sobre lo que está ocurriendo.
-Pues vamos a entrenar porque a mí tampoco me apetece hablar contigo- me habló de mala gana y se dirigió a la mesa dónde estaban las armas.

Todo el entrenamiento ella no me
hablaba tampoco me miraba, en verdad estaba cabreada.

-Nat- le pare el golpe.
-¿Que?- su voz era desagradable.
-Me encantaría contarte lo que me pasa pero es que todo viene de mi pasado y eso implicaría contarle lo.
-Pues confía en mi y cuéntamelo, lo único que quiero hacer es ayudarte como tú lo has hecho conmigo- su voz se suavizó y se acercó un poco más a mi.
-Nat por favor no me hagas contarte lo- la miré a los ojos, ella no apartó la mirada.
-¿Porqué no quieres que lo sepa? ¿no confías en mí?
-No es eso, pero no quiero ponerte en peligro.
-Ajj, Steve eso no me vale- la voz brusca la vivió a inundar.
-¡Natasha no quiero entrometerte en mis asuntos porque te aprecio y no quiero que te dañen por mi culpa!- le grité separándome de ella, ella abrió los ojos como platos.
-Steve- me llamó, pero yo no contesté solo la miré.
-¿Me aprecias?- se acercó lentamente a mí, cuando la tuve cerca la agarré de las manos.
-Sí, pero por eso no puedes entremeterte en las cosas que me atormentan, puedes salir mal- sus ojos estaban cristalizados y no sabia la razón.
-Steve yo también te aprecio- ella acercó su cuerpo al mío y me dio el mejor abrazo que nadie nunca me había dado.

Hola, solo quiero deciros que voy a tardar en actualizar, todo por la escuela ya que se me hace difícil escribir esta historia. Intentaré actualizar por lo menos una vez a la semana.

Gracias por leer :)

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