Celoso por ti

No podía creer lo que acababa de pasar, ni siquiera podía verme, en cuanto me soltó volteó la cabeza a otro lado, como si me dijera que no estaba arrepentido, como si con ello me demostrara que estaba tratando de ocultarme algo, el silencio nos invadió a los dos.

-Me voy a casa.

Sentí el contacto de su piel fría y que trataba de ¿Detenerme?

-¿Volveré a verte?

-¿Por qué Kuramochi-san? ¿Por qué haces estas cosas?

-¿Tengo que decírtelo?

-No, en realidad no tienes que decírmelo, de todas formas no volveré.

La tristeza generó un dolor en mi pecho, me di la vuelta nuevamente para ir a la salida, estaba por dar un paso, cuando sus brazos se entrelazaron en mi cintura, mientras pegaba su cabeza a mi hombro, esa escena pasó en mis sueños cuando me di cuenta de que me había enamorado de él, pero ahora... ahora estaba Mei a mi lado.

-A Mei no le gustará que otro me abrace, suélteme por favor.

-¿Y a ti? ¿Te gusta que yo te abrace?

Ese maldito escalofrío recorrió mi cuerpo por completo cuando sus palabras fueron procesadas por mi cabeza, inclusive se clavaron como punzadas en mi corazón, sentí que mis orejas se enrojecían, no lo estaba viendo pero sabía que estaba hablando con una cara más seria de lo normal, lo que borraba cualquier indicio de broma en él.

-Me tengo que ir, de verdad Mei me está esperando.

-Deja de nombrarlo.

Apenas alcancé a escuchar esas palabras, no me soltaba y estaba entrando en pánico, en una tremenda confusión y mi cuerpo comenzaba a derretirse en sus brazos, tenía que conseguir que me soltara, porque de otra forma iba a escuchar los desenfrenados latidos de mi corazón, o a sentir el exagerado calor que provocaba en mi cuerpo.

-Eijun, voltea y mírame.

No quería girar, no quería que viera mi rostro con ese tono rojizo ¿Cómo podría explicar ese color en mi cara?

Sus manos me abrazaron con más fuerza mientras me volteaba para que lo mirara, levantó su cara y yo la agaché, estoy evadiendo ese contacto de nuestros ojos, sabía que si le miraba algo pasaría y debía evitarlo a toda costa.

Justo cuando pensé que ya no iba a seguir insistiendo en que lo mirara, sus manos volvieron a colocarse en mi nuca despeinando mis cabellos en la frente, logró que nuestras miradas se cruzaran; por más que quería controlar mi corazón no me fue posible, desde donde estaba podía notar que sus labios temblaban.

-Quiero besarte otra vez.

-Yo...

-Déjame probar tus labios una vez más, no puedo... seguir conteniéndome.

-Es que...


Suponía que esos dos tendrían mucho de qué hablar, así que me di la vuelta y los dejé solos, no sé lo que pasará con ellos, ni si Kuramochi podrá confesar sus sentimientos a alguien que considera es infantil, da lo mismo si en ellos hay algún impedimento, Mochi siempre ha sido de los que enfrentan los problemas de frente, aunque me sorprendió que tratara de negarse lo que él mejor que nadie ya sabía.


Sus labios se pegaron apenas rozando la comisura de los míos, sus brazos me sostenían y me sentía protegido, no eran como los que recibía de mi novio, eran más cálidos, mucho más tiernos, eran perfectos para mí. Me dejé llevar por el momento, quería olvidar todo aquello que pudiese perturbar este precioso e importante acontecimiento de mi vida, nos fuimos besando poco a poco, fui correspondiendo a ese beso tan desesperado, hasta que sentí como me empujaba mientras caminábamos a la puerta del negocio, pensé que me sacaría, pero fue a cerrar la puerta y me seguía besando, me jalaba con mucha fuerza hacia donde yo sabía que estaba la bodega y entramos.

Me recargó en la puerta por dentro del cuarto de la bodega, mientras disfrutábamos ese beso apasionado y nos soltamos lentamente ruborizándonos al instante, me apretó con todas sus fuerzas recargándose en mi pecho.

-No vuelvas con ese rubio idiota.

-Mei es mi novio, y yo...

-Entonces... ¿Si le amas por qué siento que me deseas tanto como yo te deseo?

Lo había olvidado por aquel beso, yo tengo un novio y no puedo dejarlo de la noche a la mañana porque tengo un compromiso con él, ha sido dulce y amable conmigo, en todo momento ha tratado de mantenerme feliz y siempre está dándome lo mejor de sí, no puedo... simplemente no puedo dejarlo.

Recargué mis manos en su pecho y volteé la cara, mientras lo alejaba de mí cuerpo forzadamente, mi corazón se partía.

-Lo siento Kuramochi, yo estoy saliendo con él, si no fuera por Mei ahora mismo estaría sufriendo por un amor que no fue.

-¿A quién amabas? ¿Por quién sufrías?

-Por nadie especial.

No iba a decirle que precisamente por él, no quería exponer mis sentimientos frente a su mirada de leopardo asechando su presa.

-¿Soy yo?

-Lo siento, no hagas caso, eso no pudo ser.

-Puede ser si tú lo aceptas.

-Eso... no puedo hacerlo.

Lo empujé alejándolo lo suficiente como para abrir la puerta y salir corriendo de ese lugar, mientras escondía mis llorosos ojos detrás de mi antebrazo.


Corrí al salir de su negocio, lo suficientemente lejos como para evitar que me volviera a ver en ese día y entonces volví a tropezar con él, la única persona que era capaz de hacerme olvidar en ese momento.

-¿Eijun?

-Mei... yo...

Me eché a llorar en sus brazos mientras él me abrazaba, incluso estoy seguro de que me jaló casi cargándome para un lugar donde nadie nos pudiera ver, esperó pacientemente hasta que me calmé para preguntarme algo, mientras me llevaba a casa.

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no me esperaste en la escuela?

-Miyuki-sensei me jaló con él a la librería, no pude avisarte.

-¿Quién te hizo llorar?

-Nadie...

-Tú no lloras por nada, te conozco, eres mi pequeño gatito.

-Para mí eres una pantera.

Hice un puchero mientras caminábamos a la entrada de mi casa.

-Devórame.

Sus ojos se clavaron en mí con mucha fuerza, como si me dijera que estaba esperando poder hacerlo.


La llamada inicia

-¿Cómo te fue Mochi? ¿Arreglaste tus problemas con él?

-¿Hablas por eso?

-Como él no salía pensé que habían arreglado sus problemas.

-Miyuki... soy un idiota, me enamoré perdidamente de él.

-¿Qué pasa? No suenas muy contento que digamos.

-Me rechazó.

"Pero si se notaba en sus ojos que le gustabas" -¿Qué te dijo?

-Que no podía corresponderme porque estaba ese maldito rubio.

-¿Te dijo que lo amaba?

-No... más bien suena a compromiso, pero es tan tonto como para ser la peor razón que me pudo dar.

-Conociéndolo, eso es más fuerte que el amor para él.

-¿Qué tiene ese que no pueda darle yo?

-No lo sé, aunque... no me gustaría que siguiera con él.

-¿Por qué?

-Pues, es que ese tipo tiene otras intenciones con él, hasta ahora no se han cumplido porque Eijun se negaba, pero si esta sentimental ese tonto, lo más lógico sería que Mei consiguiera lo que tanto desea.

-No me gusta la idea.

El golpe en la pared se escucha y entonces...

-Youichi, tengo la dirección de ambos justo aquí ¿La quieres?

El silencio se instaló algunos segundos, hasta que tomó una decisión.

-Gracias Miyuki.

-Para eso estoy aquí.

Fin de la llamada

Tomando el papel con la dirección de Eijun, Kuramochi sale corriendo a buscar un taxi para ir con él; mientras tanto, en la casa de un castaño, un gatito está a punto de ser devorado.


-¿Quieres tomar algo?

-No...

-Mei ¿Qué miras tan entretenido?

-Tu departamento es bonito, es la primera vez que me dejas verlo.

-Gracias...

-¿Tus padres?

-En Nagano, me vine a estudiar y ellos me lo compraron, lo adoro. De vez en cuando les hablo o los visito.

-Ya veo...

-¿Por qué esa cara?

-Parece como si no supiera mucho de ti a pesar de que me vuelves loco.

-Pues pregúntame y... te contestaré.

-Claro.

El rubio corrió a abrazarme por la espalda, mientras trataba de hacerme un té, su compañía me hacía sentir mejor.

-¿De verdad no quieres?

-Dame de tu taza.

-Está bien.

Primero tomamos un poco de té de la misma taza, era algo extraño, siempre quería de todo lo que yo tenía en la boca y me contestaba que mi sabor le gustaba, la verdad estábamos completamente avergonzados por lo que habíamos dicho que haríamos unos minutos antes, me temblaban un poco las piernas, más porque no nos habíamos sentado y seguíamos frente a la estufa, fue entonces que sentí su mano bajar un poco y colarse por mi playera.

-No te pongas nervioso Eijun, no te lastimaré, seré amable.

Sus palabras de alguna forma, siempre terminaba creyéndomelas, así que cuando me volteó, entrelacé mis manos en su cuello mientras nos besábamos y caminábamos al sofá, aquel que estaba en la sala, antes de la puerta de mi habitación.

Poco a poco nos recostamos y lo vi enrojecer de la cara, aunque su mirada era dulce y tierna, incluso su sonrisa era bella.

-Me gustas mucho mi pequeño gatito, me gustas tanto que enloquezco sin ti.

-Espera...

-¿Qué pasa?

-Creo que dejé la puerta abierta.

-No creo que nadie se meta.

-Deja que vaya a cerrarla.

-No quiero.

Escuché la puerta de un carro cerrarse, nosotros seguíamos en lo nuestro, hasta que escuchamos como tocaban a la puerta amablemente, pero con prisa.

-No vayas a abrir.

-Tengo que ¿Y si es importante?

-¿Es más importante que lo estamos haciendo ahora?

-No, no lo es.

10 minutos después, seguían tocando la puerta, en algún momento perdimos las playeras, pero ese ruido era molesto, no nos dejaban concentrarnos, ni siquiera me daba besos apasionados porque estaba empezando a enojarse, así que me hizo una marca en el cuello y se levantó.

-Vamos a abrir.

-No podemos salir así.

-No creo que le importe ya que le urge tanto.

Esto último lo dijo con un puchero de molestia y nos fuimos a la puerta, abrimos y entonces...


Recapitulando lo que sucedió y lo que explica porque estoy en una casa que no conozco con un suéter que no es mío.

-Buenas tardes...

-Hola...

-Kuramochi-san.

Me quedé en shock al ver a la persona que estaba frente a mí con la cara seria, Mei se acercó a mí y me sujetó la cintura.

-¿Quién es?

Los dos nos miramos, él iba a decirme algo cuando Mei besó la marca de mi cuello.

-Eijun, por favor.

El único que no entendía lo que estaba pasando era mi novio, seguía acariciando mi torso, como diciéndole que había interrumpido algo importante.

"¿El de la biblioteca?" -¿Qué necesita? Señor bibliotecario.

-Mei, espérame un segundo adentro, ahorita voy.

-No quiero, yo quiero quedarme aquí contigo.

-Suéltelo por favor.

Sus puños, extrañamente se apretaron, me dolía el pecho por lo que recordaba que había pasado en su negocio, no entendía lo que él quería de mí, después de todo fue él quién me alejo de si, por eso dudaba y estaba tan confundido con lo que él estaba haciendo en la puerta de mi casa y el cómo consiguió mi dirección.

-¡Suéltalo! ¡No lo toques!

Su mirada fue intimidante por algunos segundos, era como ver a una pantera peleando con un leopardo.

-No tengo porque hacerle caso, señor.

Kuramochi le dio un golpe a Mei que terminó por tirarlo al suelo, quise acercarme a ayudarlo, pero la mano de Kuramochi me sujetó con fuerza, me jaló y me hizo subir al taxi que lo esperaba en la puerta de mi casa, me dio su suéter y me cubrió, quise bajarme pero su mano seguia apretándome con tanta fuerza que hasta la voz se me fue, si decía algo en ese momento el resultado definitivamente no sería agradable.

Bajamos y entramos a su casa, donde me abrazó mientras caíamos al suelo de rodillas.


-No me gusta ese tipo.

-Kuramochi, te he seguido porque estabas muy molesto y no me dejaste pensar, ahora deja que me vaya a casa, Mei estará molesto.

Sus manos volvieron a detenerme, temblaba... no me miraba a los ojos, estábamos como hace un rato ¿Por qué íbamos tan rápido? ¿Por qué tenían que pasar estas cosas ahora? ¿Por qué sabe de mi dirección?

-Me enamoré de ti, de tu sonrisa, de tus ojos, de tu forma de ser, de tu aspecto, eres simplemente perfecto Eijun, me enamoré de la inocencia de tu alma.

Quería contestarle, quería decirle algunas cosas pero las palabras no me salían, el dolor en mi pecho se hacía más pesado, mientras sus labios se acercaban más a los míos y podía sentir el contacto de su piel en mi cuerpo.

Mi teléfono sonó, lo saqué rápidamente alejando a Kuramochi de mí para contestar.

Inicia la llamada

-¿Mei?

-¿Dónde estás?

Me arrebató el teléfono y contestó tapándome la boca.

-El dormirá conmigo, no lo busques más.

Colgó el teléfono y lo arrojó lejos, iba a refutar por ello, pero me tomó de la playera y levantándonos caminamos violentamente y a prisa a la que reconocí como su habitación, apenas entramos me arrojó en la cama y cerró la puerta, aflojándose la corbata se acercó y me dio un beso apasionado sonrojándome por ello.

El timbre del celular se escuchaba con toda fuerza, sabía quién era.

-¿Por qué estás haciendo estas cosas Kuamochi-san?

-¿No te das cuenta? Estas volviéndome loco.

-Yo no hice nada.

-¡Estoy celoso de ese maldito rubio! ¡Eres mío!

Me estaba acorralando y aunque odio admitirlo, pero en este momento soy como un gatito indefenso ante su depredador.

Sus manos se abrazaron a mi cintura y me levantó el suéter que me había dado, no pude evitar dejar que lo hiciera, levanté mis brazos, odio este cuerpo por dejarse llevar por sus sentimientos.

-Esta marca...

Mordió sobre ella y me sacó algunas lágrimas.

-No intentes entregarte a otro, de ahora en adelante sólo yo puedo tocarte así.

-¡No soy de tu propiedad!

Me dio otro beso en los labios y me quedé atónito cuando me contestó:

-Pero yo si soy tuyo, estoy tan enamorado que siento que el corazón se me parte cuando recuerdo como él te besaba.

Me sonrojé y evadí su mirada, me cubrí la cara por la vergüenza.

-Dime que tú también me quieres, que sientes lo mismo que yo.

-¡Eso no es cierto, tú quieres a Miyuki-sensei!

Escondí los ojos detrás de mis brazos nuevamente, para contener las lágrimas que amenazaban con salir y no pude mirarlo más, su voz salió fuerte y distante.

-¡¿Eh?! ¡¿Quién querría a ese tonto?!

Tartamudeé al tratar de contestarle, no podía hablar bien por ese sentimiento en mi corazón, desde que lo conocí me enamoré de él, de su forma de vestir, de hablar, de su seriedad, de su típica sonrisa, de todo lo que representaba.

-Tú... ¡No mientas! lo mirabas de una forma que jamás tuviste conmigo.

Me abrazó nuevamente y mordiéndome la oreja me dijo:

-Eres un idiota, jamás me interesaré en él de la misma forma que contigo, la única razón por la que no te lo dije antes es porque eres muy pequeño, me remordía la conciencia de atraparte siendo tan joven y yo ya soy un hombre maduro.

-¿Por qué lo dices ahora? ¿Te molesta que te quiten un juguete?

-idiota, no eres un juguete, eres lo que más amo. Me dolió cuando lo llevaste y que metió mano debajo de tu ropa en mi presencia.

Sus labios me tomaron, lloraba pero no me quedaba más que rendirme al corazón, porque él me ama, quiero creer eso.

Nos dejamos caer en la cama por completo y sus manos recorrieron mi abdomen delineándolo con fuerza, estremeciéndome ante el contacto de su piel.

-Desvísteme Eijun.

Intenté inútilmente de controlar el color de mi piel, pero el rojo se intensificó y le causó gracia, me mostró sus hermosos ojos cautivadores y seductores.

-¿No tienes experiencia?

-No, claro que no la tengo, pero tú sí...

-A decir verdad, eres el primero al que se lo haré, pensé que me gustaban las mujeres, pero me engañé, no me gustan ni hombres ni mujeres.

-¿Entonces?

-Me gustas tú, sólo tú.

Me abracé de su cuello y mientras lloraba me fue acariciando suavemente, besó mi cuello y me dejó en el hombro otra marca, una que no me dolía, una que estaba gravada en mi corazón más que en mi piel.

-"Hacer el amor no es hacerlo con un cuerpo, es hacerlo con su alma, alcanzarlo a través de los poros de su piel y atrapando su respiración" R.C.

-¿Quién es R. C.?

-Nadie lo sabe, pero me gusta la frase, tiene razón, porque no intento capturar tu cuerpo, intento enamorar tu alma y hacerla mía de una vez por todas.

Retiré su suéter y desabotoné su camisa, para encontrarme con su piel, su aroma me embriagó tanto como el sonido de su corazón palpitante, estaba nervioso. Me recostó dulcemente sobre la almohada, me dio un fuerte beso y acarició delicadamente mi espalda, mordió mi oreja, suspiró cerca de mi mientras acariciaba delicadamente mi entrepierna.

-Eijun, no sabes cuantas veces soñé este momento, cuantas veces soñé que te tocaba y cuantas más me abstuve de tocarte cuando estábamos solos en mi negocio.

-Yo... también quería que me tocaras, pero nunca lo hiciste.

-Dime que me amas, que no vas a abandonarme, que no vas a cambiarme por otro.

-No... no lo haré.

-No dudes, mírame a los ojos, te aseguro que si alguien trata de acorralarte yo... moriré y vagaré en este mundo si te vas.

-Eso... suena muy triste. ¿Por qué? ¿Por qué te enamoraste de mí? si tú... eres demasiado para mí.

-Nadie en este mundo se te compara, entiéndelo, si alguien más te toca de nuevo, perderé la noción de mis actos, soy egoísta con el amor porque deseo que ese amor sea sólo mío.

Sin más me retiró el cinturón y bajó el cierre de mi pantalón, hasta quitármelo suavemente, sólo quedaba esa prenda en mí, esa que me cubría la locura de mi amor.

-Está bien, voy a retirarlo.

-Estoy... listo.

Cuando la retiró, me sonroje más si era posible y cuando sus dedos me acariciaron, no pude evitar soltar un sonido que trate de cubrir inmediatamente.

-Déjame escucharlo, no lo ocultes, me excita más.

Esta vez, cuando me tocó, me sentí más y más débil del estómago, había cosas en mi corazón, cosas en mi mente, al mismo tiempo no había nada, sólo podía verlo disfrutar tocándome, pero algo de él estaba sufriendo, así que me acerqué para liberarlo y pude ver lo duro que estaba.

-Tócalo por favor, quiere sentirte.

Hice que me soltará y baje la boca para saborearlo, no sabía lo que hacía pero quería hacerlo.

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