pov's kim solhee
Estaba segura que haber 'discutido' con él Señor Jung ocasionaría problemas más tarde, y ciertamente, tenía razón. Este día la lluvia no cesaba, pensé que tendría que caminar hacia la parada del bus empapada debido a que no contaba con un paraguas, pero para mi sorpresa pude verlo a la distancia, estaba apoyado en la puerta del conductor, con su paraguas protegiéndolo de las gotas cayendo. Traté de no darle atención, imaginar que no estaba allí y que no no sentía la necesidad de ir hacia él para poder besarlo. No quería pensar que yo era especial porque vino por mi para hablar, o que al fin valía algo.
Debería estar neutral.
Así que camine a paso rápido tratando de ignorarlo, pero al instante comencé a escuchar sus pasos siguiendome de atrás. Con mi respiración acelerada giré de una vez, observándolo, mi cabello empadado derrapo unas gotas en el proceso. El Señor Jung permanecía parado frente a mí, con una expresión docil en su rostro, ¿Fingira otra vez?
—¿Qué quiere? ¡Déjeme tranquila!—grité, molesta.
Me estoy engañando a mi misma, sé que quiero estar entre sus brazos para aparentar que alguien en este mundo me quiere tanto tanto yo a él. Pero al escuchar la voz de otra mujer mis celos nacieron, porque sabía que esa otra era mi madre. Estamos en una situación difícil, llena de mentiras y engaños, estar con él implica llevar todo a las sombras, donde nadie más puede vernos. Una relación peligrosa donde evidentemente nada podrá funcionar correctamente.
—SolHee, sabes que no quería hablarte de esa forma. Sólo estaba nervioso, comprende. —dio un paso adelante, extendió su mano para tocar mi mejilla humeda— No sigas aquí en medio de la lluvia, puedes enfermarte. Vamos al auto.—dijo.
Con mis ojos en su rostro traté de ver una pizca de lo que creí que era amor, ¿Él me ama? ¿Yo lo amo?
—Señor Jung... —mi voz salio frágil, a punto de derrumbarse— ¿Por qué está con ella? ¿No soy suficiente?
Mis preguntas lo habían dejado sorprendido, negó, pasando su paragua sobre ambos, se inclinó levemente hacia mi altura para depositar un cálido beso en mis labios rosados. Inevitablemente seguí aquel beso, pensando en que tal vez así yo estaría menos rota, cuando nos separamos él volvió a hablar:
—Eres especial, SolHee. Como una tenue luz en la oscuridad, incluso tu nombre lo dice, eres mi sol. Mejor que nadie más, te quiero tanto que quisiera ocultarte de todo el mundo para solo poder admirarte yo, te siento mía así como tus sonrisas encantadoras. Hago lo que hago solo por nuestro bien...
Ilusa, creía en sus palabras sin dudarlo. Me sentía especial.
Me abalance a sus brazos, haciendo que nuestra protección de la lluvia cayera sobre la acera, así empapandonos ambos. Llena de dolor deje que las lágrimas fluyeran mientras él acariciaba mi cabello.
—No me deje, Señor Jung. Me sentiré muy sola si usted se va.
—No me iré, me quedare siempre a tu lado.
Pensé que eso era bueno.
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