O18

pov's kim solhee

—¿A donde vamos?

—A mi departamento.—dijo, con su vista fija en el camino. Al instante la preocupación llegó a mi, no tuve tiempo de decirle nada, porque aparcó el auto, sólo que esta vez fue dentro del estacionamiento del edificio, y no afuera para que el portero lo hiciera— Tranquila, si subimos por el ascensor de aquí el portero no nos verá. Y tu madre no llega hasta tarde.

—¿Qué le diré a mi abuela si pregunta por mi?

—Le dirás que estas en lo de una amiga.—se quitó el cinturón de seguridad para luego inclinarse hasta mi, paso su mano por mi costado y presionó el botón de la cinta negra para desabrochar el mio, dejándome libre de movimientos.

Mi corazón en estos momentos está hecho un desastre, late rápidamente mientras mi cabeza intenta procesar los hechos, estoy confundida pero al mismo tiempo emocionada, saber que el Señor Jung esta interesado en mi es suficiente para convertirme en alguien feliz. Remojé mis labios con nerviosismo cuando nuestros rostros volvieron a quedar solo a centímetros de diferencia, sería mentira decir que no deseo ser su fuente de placer, pero recordar como lo vi hace unos días con mi propia madre me hace pensar en que si lo hago no se comparara a como ella lo hizo.

Quiero superarla, borrarla de su memoria para solo estar yo.

Por eso, tome el atrevimiento esta vez. Me avanlance sobre él para unir nuestros labios en un fogoso beso donde yo trataba de moverme al mismo tiempo, era evidente como era mucho más experto de lo que yo alguna vez podría ser. Mis manos se entrelazaron tras su cuello, y las suyas viajaron a mi cintura, subí mis rodillas al asiento para darme más comodidad, pero aquello fue aprovechado por él. Un fuerte escalofrío paso por mi columna cuando unos dedos fríos recorrieron mis muslos descubiertos, al instante me separe en busca de aire, y con mi rostro avergonzado baje la vista.

Dio un apretón, sacándome un jadeo.

—Vamos a mi apartamento.

No sabía si esto era lo indicado, o es que estaba tomando una mala decisión que en el futuro me haría arrepentirme, después de todo mi moral me gritaba que me detuviera y pensara bien las cosas. Bajamos del auto en silencio, con su mano en mi espalda baja, cada vez más cerca de mi trasero, con mi corazón latiendo a toda prisa subimos al ascensor. En este, intente mantenerme lo más separada posible debido a la cámara que estaba apuntándonos, pero al contrario, el Señor Jung no se privo de manosear mi cuerpo. Un suspiro escapó de entre mis labios cuando su mano se entrometio bajo mi falda escolar.

Con mi respiración acelerada gemi en alto, él comenzó a rozar sus dos dedos contra mi centro palpitante.

—Abre un poco más las piernas.—ordenó, pegándose más a mi, hasta que sus dedos estimularon mi sensible clitoris.

—Pero la cámara de seguridad...

—Más tarde me encargaré de borrar el video. Ahora, haz lo que digo.

Sería tonto recordar como él antes actuaba tan amable conmigo, como las primeras semanas de conocernos. El Señor Jung que me toca ahora mismo no es igual al que me saludaba con tanta emoción en las mañanas antes de ir a la escuela, o el que me contaba algún chiste mientras cenábamos en su departamento. Aún así, yo seguía hipnotizada por su ceño fruncido y labios finos, esos que me habían besado con tanta hambre.

Cuando mis piernas comenzaron a temblar y mis gemidos a ser cada vez más altos, sus movimientos circulares aumentaron, pase mis brazos por sus hombros mientras el me mansturbaba. Saber que estábamos en un lugar así, con una cámara apuntándonos, era más excitante de lo que fue estar en el auto.

—Hmmh. S-Señor Jung...—rogué con mi voz entrecortada por tanta estimulacion— Yo...

—Vamos, hazlo. Déjame verte.

Como si eso hubiera sido el detonante para mi satisfacción, con solo escucharlo decirme aquello un fuerte orgasmo arrazo con todo en mi. Su mano salió de por debajo de mi falta, brillante por mis fluidos; tras perder el soporte me deslice lentamente por el vidrio, cayendo sentada, con mis muslos húmedos y bragas aún más mojadas. Avergonzada subí la vista, en ese momento las puertas se abrieron, él avanzó, dándome la indicación de que lo siga rápidamente.

Sin cuestionarlo lo hice.

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