♥︎Inicio♥︎
Jungkook era algo así como obsceno, y lo más cómico era que yo era peor.
Fantaseaba todas las noches con tenerlo entre mis piernas, necesitaba que ese chico rudo me viera las bragas y se diera cuenta de lo mucho que lo deseo todos los días.
Jeon era un chico malo, todo el barrio de Itaewon lo conocía por sus malos pasos, además de que tenía pinta de mafioso solo por tener medio cuerpo tatuado y andar en una moto. Pero no era así, Jungkook era la persona más dulce y caliente a la vez que podían conocer.
Yo lo había conocido, era mi puto mejor amigo y solo por eso era excluida y mirada de mala manera, porque era una universitaria pegada de la pata de un mala cabeza, ¿pero me iba a importar lo que opinara la gente específicamente ahora? No lo creo, no era lo mío.
Me preparé lo suficiente esta noche, le di una acomodada a mi apartamento sabiendo que Jungkook vendría, hoy no se iba a escapar, necesitaba de él, necesitaba que dejara de ser mi amigo para que sustituyera mis dedos por su firme polla, deslizándose por mi humedad, eso era lo que necesitaba con urgencia.
Me vestí con un vestido simple, de tirantas y sin sujetador, me hubiera incluso quedado sin bragas, pero ya era mucho descaro de mi parte. Me arreglé el cabello una vez más frente al espejo que había en la puerta cuando sentí el timbre y cuando supe que estaba ya presentable, le abrí.
Su preciosa cara me hizo humedecer de solo verla. Quería besarle, quería tocarle y decirle lo mucho que lo deseaba. Jungkook me sonrió y me guiñó un ojo.
Hora de desmayarse, Kaly, me dije a mi misma, y lo hubiera hecho si no fuera porque necesitaba seguridad en mi misma.
Jeon se acercó a mi, dejó un beso en mi mejilla que me hizo calentarme el doble de lo que ya estaba y entró. Él siempre venía a visitarme los viernes en la noche, sabía que mi vida de universitaria era ocupada y siempre aprovechábamos las noches de estos para ver películas y relajarnos. Pero hoy quería que fuera especial.
—Todo demasiado organizado, ¿pasa algo en especial? —me miró alzando una ceja sentándose en el sofá mientras yo ponía Netflix para sentarme a su lado después.
—Tal vez —lo dejé con la intriga y sentí su risilla detrás de mi.
Una vez que busqué una buena película en el catálogo, me senté a su lado y agarré las palomitas. Me acurruqué a su lado, me encantaba que fuera tan grande, tan fornido, tan calientito y firme. Era el hombre físicamente perfecto para cualquier mujer.
En lo que avanzaba la película, se me ocurrió colocar una de mis manos en su muslo, el simple hecho de sentir sus firmes muslos bajo mi palma me erizaron los pezones y me hicieron humedecer más, sentí a Jungkook retorcerse un poco mientras mi mano comenzaba a subir peligrosamente.
—Kaly... —su voz salió débil, no tenía intención de detenerme —Tienes los pezones duros —comentó.
Yo giré mi rostro hacia él y sus ojos me atravesaron entera, sentí su intensidad y deseo recorrerme hasta que pude ver como sus ojos descendían hasta pegarlos en mis pechos, erizados y duros que se marcaban por el suelto y delicado vestido que había elegido hoy.
—Jungkook... —mencioné su nombre, el brillo en sus ojos cuando volvió a mirarme me cautivó completamente.
—Kaly —volvió a repetir mi nombre en sus labios, yo quería besar esos bultos pequeños color cereza.
—Jungkook... —seguí su juego, porque se estaba acercando cada vez más.
No era exactamente cómoda la situación, con aquella manera que tenía de inmovilizarme. Más bien, era la mirada de un depredador que evalúa a su presa. Así me miraba, así me decía lo mucho que me deseaba en aquellos momentos.
Jungkook era guapo, muy guapo, y la cicatriz que le cruzaba la mejilla casi superficialmente era brutal. Su vida entera era brutal. Sabía que no debía confiar en él, todos me repetían eso miles de veces, pero con el paso de los días conociéndolo, me di cuenta de que no era malo, al menos no del todo, pero ahora que lo tenía delante, me costaba un esfuerzo no acercarme. Abrazarlo. Acariciarle el pelo para comprobar que seguía tan suave como lo recordaba. Y él deseaba lo mismo. Ardía en sus ojos.
Me puso una mano en la nuca y pronunció mi nombre con un susurro hambriento.
—Kaly…
De repente, su boca cubrió la mía. Los labios dejaron paso a su lengua y el mundo se movió bajo mis pies. Sentí que su mano se deslizaba por debajo de mi vestido, para agarrarme bien las nalgas descubiertas debido a la fina tanga que había elegido hoy. Mis brazos le rodearon el cuello para tenerlo mucho más cerca, había deseado tanto esto que me sentía nublada de sentir sus labios abrazar los mios de tal modo.
Ahí es donde tenía que estar.
Tal vez mi corazón no estaba para él, pero mi cuerpo estaba al cien por cien de acuerdo en acostarse con él. Preferiblemente ahora mismo, contra mi sofá mientras la película rodaba sin importancia. Eso era bueno, porque no podría haberme movido aunque hubiera querido: sus dedos me sujetaban el pelo con fuerza. Me cargó en volandas de tal modo que chillé cuando se puso de pié conmigo y comenzó a caminar hacia mi habitación. Fue torpe, fue realmente torpe mientras caminaba conmigo sin dejar de besarme hasta meterse en mi habitación.
Con su miembro duro apretado contra mí, entramos, y ni se me ocurrió protestar.
No se me ocurrió nada, de hecho.
Mi cerebro no estaba por la labor de absolutamente nada.
Lo único que sentía era a él, lo único que quería era a él. Dentro de mí, sobre mí, rodeándome. La cama me golpeó detrás de las rodillas y Jungkook me empujó. No lo hizo con cuidado. Ni hablar. Me cubrió con su cuerpo, apartándose lo justo para contemplarme. Su mirada me atravesó el alma, como llamas incandescentes.
—Si quieres que me detenga, dilo ahora —dijo lentamente, quitándose el chaleco de cuero. Negué con la cabeza rápidamente, desesperadamente. Jungkook me quitó el vestido completo a toda prisa, con impaciencia acumulada hasta dejarlo de lado, yo me apresuré a quitarme las bragas para quedar completamente expuesta ante él. Se llevó las manos al cinturón y lo arrancó de un tirón. Se bajó la bragueta y ahí estaba: en toda su gloria, más grande de lo que pensé que estaba, Dios, esto era increíble.
Contemplé su polla, hipnotizada, y me relamí los labios de solo saber que eso estará dentro de mi.
Jungkook gimió.
—No me mires así —gruñó—. No quiero hacerte daño, pero si sigues con esa cara, no podré evitarlo.
En un instante sacó un condón, se lo puso y se posicionó en mi entrada. Ocurrió muy deprisa. ¿Estaba lista para él? ¿Me partiría en dos? ¿Me haría daño? Me quedé inmóvil. ¿Todo iba a hacer así de rápido?
Jungkook no se detuvo ni un instante.
Se adentró hasta el fondo en un segundo, llenándome mientras ahogaba un grito, una mezcla de dolor y placer tan intensa que era todo un nuevo fenómeno. Entonces su cuerpo cubrió el mío y sus caderas se clavaron en mí con fuerza, como si ansiara la fricción pero no quisiera arriesgarse a salir ni un poco.
Con ese movimiento presionaba su pelvis contra mi clítoris, mandando miles de cosquilleos por todo mi cuerpo, sintiendo como el grosor de su polla me follaba.
—Más… —gemí, aferrándome a sus bíceps con mis uñas, rasgando su piel y poniéndola roja.
Me amasó las tetas con obscenidad, haciéndome desfallecer y sintiendo aliento en mi cara, su caliente y vaporizado aliento mientras apretaba mis tetas para más estímulo.
Arremetió contra mí, empujándome contra mi viejo colchón mullido, gruñendo con cada embestida como si su vida dependiera de ello.
Mi vida, sin duda, parecía estar en suspenso, a la espera del alivio que solo él podía proporcionarme. El deseo, la necesidad y la tensión me recorrían como un relámpago salvaje, arrastrándome a la línea de meta a una velocidad que no pensaba que existía.
Jungkook me agarró los tobillos y los puso sobre sus hombros. El ángulo nuevo lo cambió todo, posicionándole de manera que le permitía llegar más hondo, si eso era posible.
—Tócate —exigió con determinación, susurrándome—. Córrete mientras te monto. Este cuerpo es propiedad mía. Demuéstrame de qué es capaz, Kaly.
Obedecí, sin aliento, frotándome el clítoris frenéticamente. Jamás había experimentado nada igual. Sus ojos se clavaron en los míos, atrapando mi mirada mientras su polla me torturaba. El orgasmo me impactó como un ñ tsunami y estallé, estremeciéndome. Sonrió como un salvaje y empezó a arremeter contra mí con tanta fuerza que supe que luego tendría problemas para andar.
Me traía sin cuidado.
Cada embestida me llegaba hasta el fondo, y tenía el cuerpo tan sensible y excitado que parecía que Jungkook hubiera doblado su tamaño. Santo cielo… Había dicho que era de su propiedad, y era verdad. Mi cuerpo reconocía a su dueño, aunque mi mente no quisiera. Mi cuerpo quería satisfacerle, obedecerle y complacerle. De repente se corrió: un escalofrío lo sacudió, y sentí las pulsaciones de su polla en lo más hondo de mi ser.
Su mano volvió a atrapar mi pelo, y me ladeó la cabeza para darme otro beso desenfrenado mientras sus últimas gotas se derramaban en mi interior. Nuestros jadeos llenaban la habitación.
Al rato salió de mí y se tumbó a mi lado. Suspiré. Nunca había sentido nada parecido, ni de lejos. Había deseado tanto esto que me incluso lo había sobrevalorado, pero esto había estado a otro nivel.
—Joder —consiguió decir al fin—. Ya era hora ¿eh? Había esperado por esto desde el primer día que te vi, Kaly —me confesó aún agitado, yo también intentaba regular mi respiración.
—Yo también —le confesé igual de agitada, ambos nos miramos.
Ambos soltamos una carcajada y Jungkook me atrajo a su pecho para abrazarme, y supe ahi, que era mi lugar, el lugar peligroso que necesitaba a su lado, sintiendo todas estas emociones a flor de piel todos los días de mi vida junto a él.
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