L: 02

Aunque intentó que aquello no lo afectara, Wonho se dio cuenta que no importaba si dentro o fuera de la jaula, ambos estaban en la misma situación. Ambos sufrían, ambos eran esclavos de un tipo despreciable y pasara lo que pasara, ese chico nunca tendría la culpa de nada. Los moretones y heridas causadas por los golpes eran notorios en una piel tan blanca como la suya, sin embargo, nadie podía hacer nada, y menos él.

— ¡Hey! —le gritó un hombre, desviando su atención del chico que estaba sentado leyendo un libro al otro lado de la sala— hora de comer, grandullón.

Fue entonces cuando vio un trozo de carne colgando desde arriba, uno muy enorme.

Su estómago rugió de hambre y aunque quisiera evitarlo, no podía dejar de lado sus instintos. Sin embargo, tan pronto como quiso alcanzar el trozo de carne, lo levantaron impidiendo que lo alcanzara. Aunque se molestó por un momento, sus esperanzas de ser alimentado volvieron a renacer cuando el trozo volvió a bajar, pero el ciclo volvió a repetirse y no fue posible para él siquiera probar algo de la carne.

Su corazón se estrujó de tristeza al escuchar las carcajadas de los hombres por sus fallidos intentos, pero lo que ninguno se esperó fue ver al delgado parado junto a la jaula viendo al león.

— ¿Cuál es la necesidad de usar el sustento de algún ser vivo como entretenimiento? —preguntó con voz ronca y firme.

Los hombres desviaron su atención hacia él y aunque por un momento pusieron una expresión de susto, su arrogancia volvió a salir a flote y sus miradas desafiantes se encontraron con la suya.

— ¿La señora de la casa está lo suficientemente fuerte como para opinar en asuntos que no le interesan? —escupió con la voz llena de burla. Pero Hyungwon no se inmutó en lo absoluto. Al contrario, pareció complacido por el buen uso de las palabras.

— Está claro que no tengo derecho a opinar en los asuntos que no me conciernen... —susurró dando un par de pasos hacia adelante— Sin embargo, ¿cómo podría no opinar cuando unos simples sirvientes se meten con las pertenencias de la señora de la casa? —preguntó con fingida inocencia y desbordando sarcasmo.

Ante la respuesta ellos quisieron replicar, pero antes de que pudieran hacerlo, la mirada atónita de los hombres fue a parar a unos pasos detrás de Hyungwon.

— ¿Qué sucede? —preguntó una nueva voz uniéndose a la charla— ¿De qué se trata esto?

La sonrisa que se pintó en los labios de Hyungwon se borró suavemente antes de girar, sabiendo que incluso si su actuación apenas había comenzado, ya había ganado.

— Esposo... —susurró con voz lastimera, poniendo su mejor expresión de tristeza mientras caminaba cabizbajo hacia el hombre— Pensé que habías dicho que este león era un obsequio para mí...

El hombre lo miró complacido por la forma en la que el delgado lo llamó y además por su sumisión a él, así que no dudó en responder favorablemente ante tal comportamiento.

— Claro que sí mi amor. ¿Cuál es el problema con ello? —preguntó sosteniendo al menor por la mandíbula, en busca de su mirada.

Al saber que tenía toda la atención del hombre que dominaba en esa casa, Hyungwon suspiró aún manteniendo su triste expresión para que fuera notada y tomada en cuenta.

— Estos sirvientes tuyos se niegan a alimentar al león que me obsequiaste con tanto amor, aún cuando se lo pedí amablemente, ellos... —hizo una pausa como si quisiera romper en llanto— parece como si ellos quisieran dejarlo a morir a propósito. —tomó las manos del hombre entre las suyas y se arrodilló frente a él— ¿Merece la señora de la casa ser tratada con tal desprecio sólo por intentar cuidar los regalos de su esposo?

Los hombres se quedaron atónitos. No sólo por la actuación tan creíble del delgado, sino porque sus palabras habían sido cuidadosamente elegidas para hacerlos quedar mal frente a su jefe. Incluso se había llamado a sí mismo "la señora de la casa", título que odió desde el inicio y que, los sirvientes mencionaban para burlarse de él.

La furia era notoria en los ojos del hombre cuando recogió al sollozante Hyungwon del suelo, donde se había arrodillado injustamente como si tuviera la culpa de algo, y aunque todavía no había dicho nada, los hombres ya estaban temblando y haciendo reverencias en el suelo.

— ¡Incluso tienen valor para atreverse a meterse con mi pertenencias! —gritó después de dejar al delgado llorando en un sillón.

Poco más se mencionó en esa sala.

Lo siguiente que se escuchó fue el estruendo de algunos huesos rotos, y un par de gritos suplicantes acompañados de palabras en busca de perdón.

Wonho estaba atónito viendo lo que ocurría, pues aunque también quería darle su merecido a los tipos que insultaban al chico que no les había hecho nada, no esperó que él mismo se las arreglara para obtener una venganza casi inmediata, sin siquiera mancharse las manos.

— Es suficiente... —susurró tomando el brazo del hombre que todavía sostenía el brazo fracturado del sirviente— No les hagas más daño, o me sentiré culpable... —Era mentira. Estaba claro que disfrutó su venganza, sólo quería dejar en claro una vez más que incluso si se trataba de una bestia, él podía tener el control si quería— Además, anoche mencionaste que tenías un asunto importante que atender hoy, no quiero que llegues tarde por asuntos triviales como este.

El hombre asintió dándole la razón y dejó un beso en su mano.

— Es verdad. Estaba a punto de irme hace un momento, pero no esperé encontrarme con algo así cuando venía a despedirme de ti. —Hyungwon asintió cabizbajo, todavía con lágrimas en las mejillas, entonces el hombre limpió su rostro y miró con enojo a los hombres fracturados y a los demás sirvientes que habían venido a ver lo que ocurría— Mientras yo no esté, la señora de la casa está a cargo. —anunció con voz firme y furiosa— Y si me doy cuenta que alguien más trata de meterse con sus cosas, será la próxima cena del león. ¡Que quede bien claro! —gritó provocando que todos los sirvientes hicieran reverencias inmediatamente temiendo por su vida.

Hyungwon sonrió discretamente y soltó un suspiro, para después acercarse y darle al hombre un corto beso en los labios.

— Que tengas un buen viaje, esposo. —susurró con una leve sonrisa.

El hombre asintió complacido con esa nueva faceta del delgado, pero no quiso indagar mucho en su comportamiento. Simplemente quiso creer que se trataba de que Hyungwon por fin había cedido a servirle como se debía, que quizá después de los varios meses desde que se concretó el matrimonio, ya no tenía más esperanzas de luchar en su contra, y se fue sin mirar atrás.

Sin que él dijera una palabra, el respeto que se respiraba en el ambiente había cambiado por completo y se sentía como si el jefe estuviera todavía en la casa. Incluso otros sirvientes alimentaron al león y se llevaron a los heridos, dejando el lugar totalmente vacío.

Wonho debía admitir que estaba mas que sorprendido pero también un poco de alegre de ver como el estatus del delgado había cambiado. Después de vivir en un sitio en el cual se lucha por sobrevivir, el hecho de imponer respeto resultaba esencial pero también común, por lo que no le dio más importancia al asunto y simplemente se dedicó a recoger la carne de cordero que se le había entregado.

Tenía tanta hambre que sentía que podía devorarla toda de un mordisco, pero al mismo tiempo sentía que quería comerla poco a poco porque no sabía qué sería de su vida más adelante, y mientras se hundía en sus pensamientos, escuchó un ruido a su lado, al otro lado de las rejas.

Volteó para ver de qué se trataba y entonces se encontró con el delgado, sentado en el suelo sosteniendo un pequeño plato de comida que colocó sobre sus piernas.

Al notar que llamó la atención del león, él también lo miró y sonrió.

— Oh, lo siento. —mencionó con mucha amabilidad— No sé si te incomoda que te acompañe a comer, es sólo que... —miró a su plato de comida y suspiró— Nadie de aquí me quiere, asi que cocino mi propia comida y no me gusta comer solo. Espero que no te moleste.

Continuó viendo hacia el león como si esperara algún tipo de respuesta no verbal, sin embargo Wonho no tenía motivos para ahuyentarlo, al contrario, él era la única persona en la que podía confiar, y también estaba agradecido por haberlo defendido a costa de su dignidad, por lo que simplemente siguió saboreando la carne para hacerle entender que no le molestaba en absoluto su presencia.

Entonces, después de una sonrisa, el delgado también empezó a comer.

Fue así como Wonho se convenció de que Hyungwon era realmente un tipo agradable.

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