NÚMERO CINCO
Siempre tuve el presentimiento de que mi propia sangre no funcionaría si el objetivo de la piedra era yo mismo. Es mucho peor de lo que me imagine.
Aquí está la última parte de mi rutina diaria. Se que no te interesa, y se que seguramente ya estas harto de escuchar mis balbuceos, acerca de lo malo de una vida normal puede ser. Necesito esto de ti, y si quieres te puedes adelantar al final de este libro, pero me ayudaras a escribirlo.
Me siento tan viejo que creo que ya no puedo mantenerme cuerdo. Cuando llego a la entrada de mi estacionamiento, Margerie me recibe cuando abro la puerta del garaje. Me dice la mezcla de comida que dejo para mi en el horno. Es un juego de mundana sorpresas. Esta noche fue estofado.
Antes de que pueda abrir la puerta del garaje que conduce al pasillo de la cocina, tengo que desembolsar algo de dinero para mi querida esposa. Es aficionada a Ulises S. Grant y Bejamin Franklin, pero hoy se tendrá que conformar con Roosevelt.
Hasta el día de hoy, honestamente no tengo idea de adonde lleva el dinero mi esposa o lo que hace con el. Nunca le he preguntado, y nunca le preguntare. Posiblemente es porque estoy en mi tercer matrimonio, pero la intensidad de la vida que ansió, no tiene acuerdos prenupciales y acusaciones de infidelidad.
Despue's de que le pago a mi esposa y se va, paso un breve momento sentado a la mesa. Normalmente trato de comer lo mas rápido posible y rara vez como hasta la mitad. Casi siempre estoy esperando tomar otro valium con una copa de vino.
Cuando termino de cenar, veo episodios grabados de Jeopardy con mi nueva perrita, Sasha. La tengo entrenada para que ladre al mismo tiempo que suenan las campanas, cuando alguien gana el doble diario. Normalmente para Jeopardy final, ya estoy dormido, pero aveces me quedo despierto para ver el cinema. Margerie me despierta y me lleva al cuarto para un buen acoston de buenas noches.
Quizás crees que estas noches de rutina no suenan tan mal, pero despue's de tantos años se vuelve imperfecto. Puedes sustituir a Margerie por mi primera o segunda esposa, cambiar la casa y poner nuevos autos en la cochera, pero la rutina nunca cambiara sin agregar algo drástico a la mezcla.
Esta noche, despue's de forzar la mitad del reseco estofado por mi garganta con una generosa ayuda de mi vino Heinz 57, opto por poner el resto de la comida en el piso de la cocina para mi perro antes de cerrar con llave la casa.
Tomo este libro de confesiones mas oscuras, y luego enciendo mi Saab. Rara vez miro las luces del panel del auto, y menos de una docenas de veces he manejado despue's de que se oculto el sol.
Manejar en la autopista mientras se pone el sol, me rehabilita mi sentido del peligro y de emoción. Ni un alma sabe donde estoy en estos momentos.
Mi primer destino fue la gran biblioteca de mi club campestre. No he usado la membresia en tres años. Mi segundo destino es un callejón entre las avenidas Norfolk y Phelps Avenue donde las vías del tren dividen la cuidad, entre los ricos y los pobres. Seguramente allí encontrare un alma lo suficientemente desesperada de mis recursos.
He tenido suficiente, he investigado lo suficiente, y he jugado con esta piedra lo suficiente. Debí de saber de que no puedes drenarte a ti mismo para hacerte mas joven. Es como mover dinero de tu cuenta de cheques a tu cuenta de ahorros y decir que tienes mas dinero, cuando realmente nada cambio.
Eventualmente, si lo haces muchas veces, el banco se enojara contigo.
Esta aquí en mi bolsillo, abrie'ndose y esperando lo que sabe que eventualmente va a obtener. Necesito la sangre de alguien mas para hacer la magia realmente potente.
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