Capitulo 3 "INFIEL"

Necesidades -3-

Infiel

28/09/2018



Cada uno de los malditos días posteriores no pudieron ser amenos, de su pecho no salía la opresión por el dolor que le causaba la angustiante idea de saberse comprometida. Cada vez que volteaba a ver a su mano, y veía su dedo anular adornado por ese gigante diamante aterrizaba de golpe en su realidad. Se casaría, se iba a casar sin amor y por dinero, era simplemente detestable.

Había dejado de ir a estudiar con el mismo jovial entusiasmo con el que iba ese mismo año cuando inicio su carrera en la universidad. No sabía si lo que tenía era un tipo de depresión o que era, pero nada más no se podía sacar esa sensación de ella. Sus estudios ya no eran amenos como antes, siquiera dudaba en prestar atención, saberse vendida la tenía exhausta.

Habían pasado exactamente doce rutinarios días, al nuevo amanecer tendría que hacer frente, no había sido contactada en esos doce días por el joven Taisho para nada, pero ese día quisiera o no la espera se había agotado, tenía que acudir a su morada y firmar su sentencia de muerte... Estaba perdida.


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Sus piernas temblaban, parecía un jodido flan o un gatito asustadizo. La mansión que estaba justo frente a sus ojos era enorme, resplandecía el poder evidente de esa familia.

En momentos de su vida, que su familia propia tuviera dinero la estresaba y solo la hacía desear ser una chica normal. Eso de lo que su familia era poseedora no era para nada en similitud a lo que estaba viendo justo ahora.

Subió el primer paso de esos escalones que la recibían en la entrada de la casa gigante, el día parecía negro por más claro que fuera. Ya no había vuelta atrás, ahí estaba a punto de firmar un contrato que pondría fin a su vida por los próximos cuatro años.

Subir esos escalones pesaba, y de una manera agobiante. Piso suelo firme y una gran puerta de caoba le dio frente, era la entrada a su futuro, un futuro incierto.

El hombre que la había ido a recoger a su casa le dio alcance y se le adelanto, abrió la gran puerta para ella gigante y le dio pase, ella entro, sus ojos recorrieron ese primer recibidor, era una belleza, las paredes pulcramente blancas decoradas con enormes cuadros uno de ellos lo que parecía ser la familia, un señor de considerable edad pero muy apuesto, seguramente el padre de Inuyasha y recientemente finado, lo supuso al ver a un costado de él a dos peli platas casi idénticos, uno de ellos Inuyasha, él otro era un completo desconocido, y sentada frente a ellos una bonita señora, impecable y sofisticada de cabellos negros y muy largos, un cuadro más estaba colgado y plasmaba la seriedad viva, una mujer en igual condición de cabello a los tres hombres, pero intimidante y sin ninguna pizca de ternura.

Los techos eran muy altos y de ellos colgaban unos brillantes candelabros de cristal.

Unas sillas finas de madera y unos jarrones muy altos con flores artificiales dentro.

Continuo su trayecto y vio unas imponentes escaleras en forma de caracol que supuso llegaban al sector de las habitaciones. Debajo de ellas otra gran puerta. Que acaso en esa casa todo era grande fue lo que su mente divagaba.

Roto su cabeza, vio muchos pasillos, arcos, puertas, no tenía idea que era cada cosa en esa jodida casa. Anhelo no vivir ahí pues muy seguramente se perdería en ese laberinto interno.

-Señorita Higurashi... él joven amo la espera - asintió y vio a ese hombre de mediana estatura y edad avanzada darle una educada reverencia al abrirle.

Cruzo esa puerta bajo las escaleras, y ahí, estaba él, su prometido. Ese apuesto joven estaba de espaldas, frente a un gran ventanal, el cielo azul resplandecía.

-Buenos días Kagome -, él hablo aún de espaldas - el día luce hermoso ¿cierto?

-Es agradable...

El ojidorado se giró sobre sus pies, con manos en los bolsillos de su muy bien planchado pantalón -Mph... ¿vino contigo tu abogado? - la vio negar con su cabeza -tu familia, entonces...

-Tengo entendido el contrato ya ha sido revisado con anterioridad por nuestro abogado, solo lo leeré un poco y firmaré... - el ceño de él estaba fruncido - prefiero hacer esto sola.

-Entiendo.

Él camino hasta el escritorio tosco de impecable y brillosa madera y de un cajón frente a él saco una carpeta de piel negra, la lanzo con poca fuerza en la mesa frente a un asiento de piel para que ella se sentara a firmar y del bolsillo de su camisa saco una fina y delgada pluma, se la tendió para que con ella la plasmara, Kagome camino frente suyo y la tomo entre sus exquisitos dedos. -Todos tuyos, siéntate... - ordeno. Y ella lo hizo.

Tomo entre sus manos esos papeles en carpeta y los empezó a leer, cada diminuta letra parecía un alfiler encajándose en su espalda, sintiendo un enorme peso acuestas, todo en él hablaba y estipulaba el curso que ese negro negocio debía seguir, clausulas la hacían fruncir el ceño, incisos determinantes y tajantes como también consecuencias, cada una de las consecuencias para cualquiera de ambos que osara faltar a el, y por ultimo las ganancias lucrativas para ambos, todo estaba claro y correcto.

Con su bella e impecable caligrafía, plasmo su firma y justo en un lado puso el sello personal que le pertenecía a su familia tomando tinta de una colchoneta que Inuyasha le ofreció.

Estaba hecho, estaba decretado, su unión llegaría en un par de días.

Un jugoso trueque de amor fingido, caricias vendidas por estabilidad. 

Un intercambio accesible decretado por la longeva cabeza familiar, su querido abuelito.

-Con esto finalizamos lo de ámbito contractual... -puntualizo el joven - la organizadora se encargó, será un evento un tanto privado -, ella le prestaba suma atención - confió en que todo te gustara, es de un gusto... - rodeando el escritorio a paso lento y acechante se acercó a la joven de ojos color obscuro que se encontraba sentada aun en la silla de piel, ancha, se sintió hundir en ella a cada paso intimidante que él daba, se detuvo justo a su espalda y agachándose un poco se acercó a ella, tomo entre sus dedos uno de sus ondulados mechones azabaches y sobre su nariz, lo olfateo, estando muy cerca, demasiado cerca del rosto de la joven haciéndola sentir un estremecimiento cuando su cálido aliento golpeo y hondeo el resto de sus hebras  -exquisito...

Su corazón galopeo con voracidad, haciendo mella sus sentidos. Él tomo compostura tras el parlamento con doble sentido y volvió a su lugar. Ella estaba tan ruborizada y temblando. Ese hombre le gustaba, era su verdad. Inuyasha Taisho, su futuro esposo, le atraía como un condenado, y estaba descubriendo el poder que ese narcisista tenía sobre ella, la ponía muy nerviosa con tanta simplicidad que bastaba solo un acercamiento.

Tragó una ola de saliva hecha nudo atorada en su tráquea y se obligó a retomar la compostura - confió en que así sea, es mi boda y falsa, real o por interés, la deseo bonita.

- Puedes pedir lo que desees - tomo asiento en un aposento similar de su lado del escritorio, dejando sus codos posados sobre el, y entrelazando sus dedos mientras levantaba una de sus muy tupidas cejas obscuras totalmente diferentes de sus cabellos platas - a cambio de cumplir al pie de la letra cada una de las normas del contrato, a cambio de cumplir tu exclusividad puedo darte lo que quieras, si una boda a lo exuberante deseas, en dos días la organizadora deberá de reestructurarla a tu agrado.

Ella negó - intima, pero adecuada es lo correcto.

-Dormirás aquí esta noche, mañana te encargaras de la selección de tu vestido, podrás elegir el que gustes de la tienda a la que se te llevara. Tal vez quieras que tu familia te acompañe, ella asintió.

-A la hora de la cena, te presentare a mi familia.

Levantándose, se retiró ya no hubo palabra más. La dejo ahí, sola, echa un mar de sensaciones.


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ACTUALIDAD.

Inuyasha, necesitamos divorciarnos.

Le dijo Kagome a su apuesto marido, él la vio directo a los ojos, sin ninguna pizca de amor latente a su alrededor y sonrió.

-Vaya... ¿Y puedo saber los o él motivo? -le alegó.

Así sin más y absolutamente ninguna duda ella no demoro en darle esa respuesta -Estoy esperando un hijo...

Sus pupilas se dilataron, negaría la opresión y una leve sensación de ilusión que le dio, seria el hombre firme que se propuso, duro y vil como sus actuaciones en esos años de matrimonio había mantenido. No podía mostrar compasión, se negaba a sentir más que pasión y deseo por ella, ella que había estado dispuesta a firmar ese maldito contrato pautándolo en matrimonio, un matrimonio que él hubiera querido anhelante y no en esa situación, no dependiendo de el para acarrear su fortuna adquirida.

En el fondo sabía que ella no tenía la culpa de nada, pero sentía una mella de desprecio por ser una mujer manipulable ante lo estipulado por su miserable abuelo, que la había vendido como un pedazo de carne, lisa y llanamente se amedrentaba, sentía un sentimiento de amor odio irremediable y puntualizado por ella. Aun y después de saber hacerla suya el mejor de sus placeres, culpa, si también eso era lo que sentía, el saber a Kikyo internada en ese psiquiátrico posterior a su abandono y tras perder la lisa pelinegra ese bebe que procrearon la última vez que se enredó en sus sabanas y muslos, lo llenaba de culpa, una culpa que sentía la necesidad de liberar y aminorar, compartiéndola con ella, haciendo su vida miserable del desdice de la mujer que una vez amo o creyó amar.

Medio año después de su boda, las noticias habían llegado, una gestación por parte de la pelinegra de veinticinco semanas, ella anunciándole en su emporio que esperaba un hijo bastardo de él, pidiendo dejará su matrimonio y se hiciera responsable, el gritándole que le había prohibido se permitiera esa procreación y negándole la posibilidad de una familia al ya estar casado y rechazando un futuro divorcio, gritando que se las arreglará sola...

La vio salir llorando, no tuvo compasión y no dudo, le daría dinero, pero no reconocería a ese bebe, no se podía permitir ese lujo por más cariño que le tuviera a la madre... Ella un manojo de tristeza y depresión se fue, impactando su auto por la velocidad y las lágrimas nublando su vista, perdiendo en el acto desgarrador al único hilo que la unía al ojidorado.

Caer en depresión fue posterior, intentos de suicidio la llevaron a ser internada por él mismo.

El coraje bullo en él - Eres una estúpida... - camino hasta ella tomándola de la muñeca fuertemente, lastimándola, estaba muy encabronado - lo tenías prohibido.

Sabía que podía acarrear una semejanza en destino al brindarle la misma actitud egoísta que le dio a Kikyo al él no desear hijos, los hijos lo asqueaban. No los deseaba.

Kagome lloro por el trato que recibía, estaba siendo maltratada y aun no revelaba la verdad completa. Que le esperaba si lo hacía.

-¡Siempre me protegí con un demonio! ..., tenías claro el destino de la criatura si se te ocurría cometer tal pendejada, y ahora por ende quieres el divorcio... ¡Para protegerlo! ¡De mí! -grito. -No lo obtendrás, seguiremos el curso de lo estipulado...,

No lo dejo terminar -no te pertenece - estoica y firme.

-¿Cómo? -obtuvo su atención intrigado.

- Mi hijo no es tuyo, no tienes derecho Inuyasha, no te pertenece.

Y su corazón se rompió. Entendió la consecuencia de sus actos egoístas... A lo que sus malditas acciones habían guiado a esa mujer frente suyo, que sí, tenía su amor.

Se cabreo enormemente... Eso significaba que otro hombre había puesto sus manos y más sobre su mujer, ella le había sido infiel.

Continuara.

N/A.

Como verán deberán prestar mucha atención a lectura, no sigue un orden cronologico, tiene abundantes saltos de tiempo, así que vivas muchachas.

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