Noche estrellada
El cielo siempre había sido hermoso durante el día, pero en la noche lo era aún más...
Lo malo de vivir en una ciudad que era una potencia mundial era que durante las noches las estrellas eran casi invisibles a los ojos humanos, la belleza del lienzo nocturno se veía diario afectada por este único inconveniente.
Tania sonrió dulcemente al observar la oscuridad de la noche, un viento suave le revolvió el cabello haciendo que algunos mechones rebeldes le envolvieran el rostro. Para una chica como ella el hecho de que las luces de la ciudad opacaran las estrellas no era ningún problema, ya que, fácilmente podía recrear su propio cielo estrellado como si fuera un holograma tan perfecto... Tan real...
-Nunca te había visto sonreír así.- Dahana salió de algún lugar en el tejado y se sentó a un lado de su compañera, quien permaneció centrada en su creación estrellada.
-Pues ahora ya me has visto.- Agregó Tania en un susurro.
Dahana asintió con la cabeza y al ver a su compañera tan concentrada en el cielo también alzó la mirada topándose con un fragmento arrebatadoramente hermoso de puntos, los cuales adornaban el color negro azulado del cielo nocturno.
-Vaya...- Dahana prestó más atención a lo que veían sus ojos. -Hace mucho que no veía tantas estrellas.-
-No te hagas ilusiones.- Tania hizo un ademán y los puntitos de luz parpadearon como un holograma dañado. -Es solo una imagen proyectada por un poder, no son reales.- La joven se cruzó de brazos y se recostó sobre el techo sintiendo el frío acumularse debajo de su espalda. -Actualmente es imposible ver un cielo así de estrellado en un lugar como Melien.-
-Aún así es hermoso...- Dijo Dahana con un tono de alegría, sus ojos mostraban ese brillo abrazador que Tania había notado cada que la chica se emocionaba con algo, lo cual indicaba que ver el holograma de estrellas realmente le había gustado.
Los ojos de Dahana iban de un lado a otro admirando la belleza de aquella creación artificial por parte de Tania, sus brazos estaban unidos al nivel de su pecho y poco a poco una ligera y hermosa sonrisa se dibujó sobre sus labios.
Tania adoraba ver el cielo, pero en esta ocasión se había quedado embelesada por la belleza y perfección que transmitía su compañera en la pose que se encontraba. Tania no se consideraba una persona romántica o fan del amor, pero en esos momentos, mientras veía las emociones reflejarse en el rostro de Dahana sentía esa sensación de cálido fuego manar de su pecho.
Era una sensación extraña, e irremediablemente patética, ella era una persona que no tenía tiempo para enamorarse o para soñar con tal sentimiento, y sin embargo... Allí estaba, con los ojos fijos en aquella chica de cabellos castaños con un mechón blanco, cuya sonrisa hacía que su corazón adquiriera un ritmo absurdamente acelerado y su mente pensara en que lo único que quería era a ella.
Si alguien en ese momento le hubiera dicho que debía de pintar lo más hermoso del mundo sin duda alguna hubiera tomado un bastidor, miles de pinceles y pinturas y se hubiera encargado de trazar lo más igual posible la escena que tenía frente a sus ojos, con aquella chica sentada, apoyando su rostro en una de sus manos y con aquellos ojos fijos en un cielo artificial, el viento suave jugueteando con sus largos y sedosos cabellos mientras las luces de la ciudad florecían iluminando todo a sus espaldas.
-¿Pasa algo?- Dahana giró y se quedó un poco sorprendida al ver la mirada penetrante y el rostro ruborizado de Tania. -¿Te vas a enfermar? ¿Tienes frío?-
-No, no es eso.- Tania se abrazó las rodillas y soltó una leve risa, joder... Había jurado nunca enamorarse y ahora... Venía una joven de dieciocho, carácter orgulloso, toda una fiera asesina, diosa a poner su mundo de cabeza aún cuando solo llevaban menos de una semana de conocerse, era patético, demasiado patético para ser verdad.
-¿De verdad no te pasa nada?- Dahana se acercó a Tania y la analizó de arriba a abajo haciendo que esta retrocediera un poco debido a la cercanía. -Ahora estás muy pálida...-
Tania hizo una mueca, definitivamente no era amor, aún no... Era una atracción, una admiración, pero... Si seguía así esos sentimientos acabarían volviéndose sin duda alguna esa cosa repugnante y horrenda que todos llaman amor, y para ser sinceros no deseaba eso, o al menos quería convencerse de que era así.
-Estoy bien.-
Dahana no muy convencida volvió a sentarse nuevamente poniendo una distancia prudente entre ambas.
-Si tú lo dices.-
Luego de eso pasaron unos minutos de silencio y calma, Dahana seguía algo preocupada por su compañera y de vez en cuando le lanzaba miradas de reojo intentando comprobar que efectivamente estuviera bien, no conocía muy bien a Tania pero por el tiempo que llevaban juntas podía decir que un sonrojo en ella no era para nada normal y si lo había tenido minutos antes solo podía significar dos cosas:
1.Esataba avergonzada al igual que las chicas que se encuentran frente a la persona que les gusta.
2. Tenía fiebre y estaba ocultándolo para no preocupar a nadie.
A juzgar por como era su compañera la primera opción quedaba descartada y lo más seguro es que tuviera fiebre y no quisiera admitirlo.
Por su parte Tania se mantenía en su propio mundo de pensamientos, completamente ajena a lo que su compañera hacía, aunque a pesar de todo aún podía sentir su mirada recaer sobre ella cada ciertos minutos, lo cual la comenzaba a incómodar.
-Oye tú...- Tania giró para encarar a Dahana quién se sobresaltó levemente. -¿Tengo algo en la cara?-
-No, ¿por qué?-
-Porque hace minutos no dejas de verme como si fuera un maldito experimento.-
-¿No lo eres?- Dahana alzó una ceja.
-Ese no es el punto.- Se quejó Tania. -¿Qué tengo de interesante?-
-Uff, muchas cosas a decir verdad.-
-Dime, para que yo también me admire, osea ya sé que soy irresistiblemente atractiva pero...-
-¡No es eso!- Dahana también sintió como sus mejillas traicioneras se ponían rojas y por la reacción de su compañera podía deducir que esta lo había notado sin duda alguna.
-¿Entonces?- Tania se cruzó de brazos. -No me digas que...-
-¡No es eso dije!- Exclamó Dahana.
-Soy fea...- La expresión de Tania cambió repentinamente a una cara llena de horror. -¡Oh por Dios soy fea!-
-¿Qué?- Dahana se sobó la cien. -No, tampoco es eso.-
-¿Entonces no soy fea?-
-No, la cosa es que...-
-¿Si soy fea?-
-¿Me dejas hablar?- Dahana fulminó a Tania quien alzó las manos en señal de rendición. -Gracias, ahora... No eres fea, y yo te estaba viendo por...-
-Déjalo así.- Tania mostró una sonrisa ladina. -No hacen falta explicaciones.-
-Bien.-
Dahana giró evitando volver a ver a su compañera y centrando su atención nuevamente en el cielo artificial que esta había creado.
Nuevamente hubo un lapso de silencio incómodo al cual Tania le puso fin mientras se levantaba sacudiéndose el polvo que había adquirido su ropa a la hora de sentarse en el techo.
-¿Ya te vas?- Dahana preguntó sin verla.
-Sip.-
-Entraré en un rato.-
-¿Quién dijo que yo iba a entrar?- Tania se volvió a amarrar sus coletas. -Solo dije que me voy.-
-¿Y a dónde?-Dahana cuestionó para seguir la conversación, aunque no quisiera admitirlo el hecho de quedarse sola no le parecía tan tentador como hubiera deseado, realmente empezaba a acostumbrarse a la presencia de Tania, por muy molesta que fuera inicialmente.
-No lo sé.- Tania se encogió de hombros y le extendió una mano a Dahana, la cual acababa de voltear. -¿Quieres acompañarme?-
-¿Podríamos morir?-
-Quizá... ¿Por qué no lo averiguamos?-
Dahana no pudo suprimir la sonrisa que se le escapaba de los labios y aceptando la mano de su compañera se puso también de pie.
-Andando entonces.-
Tania sonreía de manera traviesa y alegre, con su mano libre hizo unas señas que dejaban tras de sí un rastro de humo y con la otra sujetó con fuerza la mano de Dahana.
-¿Te dan miedo las alturas?-
-No, solo los espacios demasiado reducidos.-
-Excelente.- Tania observó detrás de su amiga y luego la miró a los ojos. -No grites.-
Y sin más la empujó del techo, Dahana se sorprendió por la repentina acción y estaba por buscar una forma para no estrellarse contra el suelo cuando terminó chocando contra algo suave, esponjoso y con plumas.
-Eres valiente.- Tania cayó a su lado.
-Me lanzaste del techo.-
-¿Y?-
-Me lanzaste del techo.- Volvió a repetir Dahana con los ojos muy abiertos, no podía creer que su compañera estuviera tan tranquila.
-Estás viva, ya no te preocupes, prometo no volverlo a hacer.-
-¡Me lanzaste del techo!-
-Si esperas una disculpa no las tendrás así que ya, quieta.-
Dahana le metió un puñetazo amistoso a Tania.
-¿Qué es esta cosa?-
-Un búho gigante, se llama Minerva.- Habló Tania mientras subían hasta que la ciudad quedó debajo de ellas, muy muy debajo.
-Un gusto...- Dahana se estremeció cuando el ave soltó lo que parecía ser un bufido. -Supongo...-
-A ella igual le da gusto volver a verte.-Dijo Tania acariciando el plumaje de su mascota.
-A...- Dahana recordó al ave que había entrado una vez a su dormitorio y todo tuvo sentido, bueno... Maso menos. -¡Aaaa!-
-Sí, ahora calla y observa.- Tania se levantó y mantuvo el equilibrio mientras hacía desaparecer su holograma mostrando un cielo aún más estrellado.
Los ojos de Dahana reflejaron sorpresa, luego asombro y finalmente alegría.
-Esto es...-
-El cielo, sí.- Tania puso los brazos en jarra. -Muy observadora.-
-No genia.- Dahana también se levantó con un poco más de precaución que su compañera, ya que a diferencia de ella esta era su primera vez montando un ave gigante. -Iba a decir que es hermoso.-
-También.- Tania caminó unos cuantos pasos. -Esto es lo que quería mostrarte, algo más impresionante que un simple holograma.-
-Tú holograma igual era genial.- Dahana estiró una mano como si pudiera tomar una de las miles de estrellas que veía frente a ella. -Aunque no te voy a negar que esto...- La chica giró contemplado todo a su alrededor. -Es simplemente impresionante.-
-¿Un punto para mí?- Tania hizo una cara bastante infantil.
-Un punto para ti.-
-¡Yay!-
A Dahana aún le costaba acostumbrarse a las diferentes facetas de aquella chica, en los últimos días había presenciado como de se una adorable y amable joven, como la que ahora estaba frente a ella, podía llegar a ser un ser letal, asesina y calculadora, también la había visto ponerse seria, exigente y perspicaz, incluso juguetona, hiperactiva y soñadora. Hubo una ocasión en la que la había visto rota, con los ojos llorosos y el miedo impregnado en todo su ser, esa vez había perdido el control durante la noche, esa vez dijo tener una pesadilla y le pidió que no le exigiera más explicaciones, fue allí cuando Dahana entendió que Tania guardaba dolor, temores... Allí comprendió que no era muy diferente a cualquier humano normal.
-Tania...-
-¿Si?-
-Gracias.- Dahana le regaló una brillante sonrisa. -Por todo, por esto y por...-
-No me agradezcas.- Tania se acercó a su compañera pero aún así mantuvo su distancia. -Porque yo tampoco pienso hacerlo, los amigos no tienen que dar gracias por cada cosa que el otro les haga como favor, al menor yo no pienso hacerlo, agradecer es educado pero... No soy yo a la que tienes que dar gracias, tú misma te lo ganaste, lograste que te tomara como una amiga así que ya... Basta de ponerte así, te ves ridícula, altamente ridícula.-
Dahana infló los cachetes y luego soltó el aire.
-A veces no te entiendo.-
-Ni esperes hacerlo.- Tania se sentó nuevamente sobre Minerva.
-Al menos...- Dahana acarició una de las alas del búho. -Agradezco que me consideres una amiga.-
-¿Qué te acabo de decir?- Tania hizo una mueca. -Basta de gracias joder.-
-Entiendo, ya, ya.- Dahana se sentó a un lado de aquella chica tan peculiar que había entrado a su vida para cambiarla un poco. -Mejor veamos el cielo juntas... ¿No amiga?-
-También basta de cosas así.- Tania le lanzó una mirada extraña a Dahana. -Es incómodo.-
-Amiga, amiga, amiga...- Molestó Dahana mientras picaba con uno de sus dedos la mejilla de Tania.
-De verdad basta.- Tania se apartó. -Fui capaz de tirarte del techo, no dudes que sería igual de capaz de tirarte de Minerva y dejar que te estrelles contra el suelo.-
-Bien.- Dahana se giró. -Ya me calmo.-
Tania sonrió de medio lado y le revolvió el cabello.
-Buena chica.-
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