Parte 24: Un Final de Película
Farid, apenas había visto que Sophie y Alexia entraban en escena y desviaban la atención de Joseph y Krakov, aprovechó para avanzar con sumo cuidado y colocarse cerca de la terminal. Al instante en el que Sophie le dio la señal, Farid abrió la tapa metálica de la terminal y colocó una mano en una palanca que allí se encontraba.
—¿¡Qué es lo que intentas hacer, chico!? —preguntó Joseph, quien había volteado para clavarle una mirada cargada de ira— ¿Acaso crees que puedes hacer algo para detener mis planes?
—Por supuesto que puede —contestó Sophie, de manera burlona—. Mandé a hacer diversas modificaciones a esta Central sin consultártelo, y dicha terminal es una de las más importantes. Es una vía de emergencia en caso se necesite cortar el suministro de energía de toda la instalación.
—Eso es una verdadera locura. —Joseph, muy tenso, observaba alternadamente a Farid y a Sophie, buscando algún medio para impedir que echasen abajo todo lo que había logrado—. Si la Central se queda sin energía, perderá su protección contra fenómenos dimensionales. Eso significaría que todos los aquí presentes nos veríamos devorados por el creciente poder de Noche Eterna.
Sophie agitó la cabeza.
—No tiene por qué ser así. —La chica dio un paso al frente, acercándose a Joseph—. Si liberas a Eriziel, podremos buscar, en conjunto, una vía pacífica que asegure el bienestar de todos. Al fin y al cabo, ese era el plan inicial, ¿no?
—Imposible. Después de todo lo que ha pasado, ¿acaso crees que esa cosa —Joseph señaló a Eriziel— aceptará colaborar con nosotros?
—¡Por supuesto que sí! —exclamó Farid, quien se había mantenido callado desde el inicio de la discusión.
El chico observó el rostro de Eriziel. Ella tenía los ojos levemente abiertos y su respiración era aún más dificultosa que antes. Sin embargo, la expresión de su rostro no reflejaba ira ni rencor. Al contrario, parecía sumamente triste.
—Confío en Eriziel —continuó Farid—. Estoy seguro que ella estará dispuesta a prestar su ayuda.
Joseph lanzó una estremecedora carcajada y negó rotundamente con la cabeza. Tras ello, hizo una señal a Krakov, quien sacó un arma de entre sus ropajes y apuntó a Alexia.
—¡Se acabó el juego, chico! —rugió Joseph, clavando una mirada retadora a Farid—. Aléjate de esa terminal y ven aquí, si deseas que tu hermana continúe con la cabeza entre los hombros.
Farid se quedó petrificado, sin saber qué hacer.
—¡Corta la energía! —exclamó Sophie, mientras se colocaba delante de Alexia y extendía los brazos—. ¡Que suceda lo que tenga que suceder!
Farid sentía que todo su cuerpo sudaba profusamente. Sus ojos eran incapaces de parpadear y se mantenían clavados en la crítica escena. Empuño la palanca con toda su fuerza, pero no se decidió a bajarla.
—¡Corta la energía! ¡Ahora!
—¡No podemos perder tiempo con estas ridiculices! —explotó Joseph, mientras que sus ojos estallaban de ira—. ¡Krakov, dispara!
El intimidante hombre rubio sonrió con infinita crueldad pero, en lugar de obedecer, movió el brazo lentamente hasta terminar apuntando directamente a la cabeza de Joseph.
—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó este, sin inmutarse.
—Fue realmente entretenido seguirte el juego hasta el momento, Irolev —respondió Krakov con una voz gruesa y poniendo especial énfasis en la pronunciación de la letra "r"—. Sin embargo, mi razón de estar en esta Central no es la de dispararle a niñas inocentes.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, Joseph Irolev, has de saber que, desde hace ya un buen tiempo, el Núcleo Directivo ha venido analizando tu desenvolvimiento como Director de la Sección Interdimensional. Así, el Núcleo llegó a la conclusión que tu actuar es completamente reprobable.
—He conseguido multitud de logros y he realizado hazañas memorables durante el tiempo que he ocupado mi cargo —replicó Joseph con la voz tranquila pero cargada de rabia—. ¿Por qué el Núcleo Directivo reprueba mi servicio?
—No dispongo de los detalles —contestó Krakov, sin dejar de apuntarle—. Con respecto a este caso específico, el Núcleo Directivo ha considerado que es demasiado importante como para dejárselo a alguien con tu historial.
—Así que por eso el Núcleo envío a su más fiel perro a hacer el trabajo sucio, ¿eh?
Como respuesta al insulto, Krakov dio un disparo que impactó a unos centímetros de los pies de Joseph.
—Me enviaron para llevar al ser interdimensional ante el Núcleo Directivo y, de paso, analizar tu comportamiento en relación a la situación. Viendo cómo van las cosas, me parece que tendrás que rendir cuentas a las cabezas de Ethereal Corp.
—Así que he sido traicionado —dictaminó Joseph, con la mirada ensombrecida.
—Tómalo más como la consecuencia funesta originada por tus propios actos. —Tras esto, y sin dejar de apuntar a Joseph, Krakov dirigió su mirada a Farid—. Muchacho, baja la palanca para poder terminar con mi trabajo de una buena vez.
Farid dirigió una mirada dubitativa a Sophie, confundido por el giro de los acontecimientos. Ella parecía igual de confundida, pero supuso que lo mejor era obedecer a Krakov, de modo que se limitó a asentir en silencio.
Sin embargo, antes de que Farid pudiese siquiera disponerse a bajar la palanca, Joseph se lanzó contra Krakov. Con un ágil movimiento, lo tomó del brazo y, a pesar de que el hombre rubio era mucho más robusto, Joseph lo levantó en peso y lo arrojó violentamente contra el suelo. Tras ello, Joseph recogió el arma que Krakov había soltado por la sorpresa del ataque, y dirigió una mirada furibunda a Farid.
—¡Yo derroté al Embaucador! ¡No permitiré que nadie se interponga en mi camino! ¡No cuando estoy tan cerca de adquirir el poder necesario para cumplir mi objetivo! —clamó Joseph, mientras disparaba contra el chico.
Farid pudo esquivar la andanada de descargas por los pelos, y se apresuró a correr por la terminal, intentado evitar ser impactado por los disparos que Joseph continuaba realizando. Repentinamente, las luces del lugar titilaron y una corriente eléctrica recorrió las paredes. Se había producido un cortocircuito ya que uno de los tiros había impactado directamente en la terminal de energía. Las luces comenzaron a titilar con mayor fuerza y muchas de ellas reventaron, mientras que corrientes eléctricas de gran longitud emergían de las paredes y de los ordenadores.
Sin embargo, el suceso más impactante de la caótica situación era lo que le sucedía a la máquina en la que estaba aprisionada Eriziel. Comenzó a emerger una extraña energía oscura de la chica de cabello plateado, hasta que se transformó en un insólito orbe negro con halos morados, que fue creciendo exponencialmente.
—¡Esta situación es insostenible! —concluyó Krakov, quien se había recuperado del ataque, y se levantaba pesadamente del suelo—. La Central está perdida. ¡Todo el mundo fuera! ¡Evacuen cuanto antes!
Farid, que había logrado descender de la plataforma, se reunió con Sophie y Alexia y decidieron seguir a Krakov y a los demás soldados de Tiniebla, para salvar sus vidas. No obstante, al chico le quedaba una última cosa por hacer.
—¡Tú también debes salir de aquí si deseas vivir! —exclamó, dirigiéndose a Joseph.
Sin embargo, el hombre no pareció escucharlo. Joseph miraba absorto el creciente agujero negro, con los ojos desorbitados y la boca desencajada. Repentinamente, lanzó un alarido de demencia.
—¡No volveré a perder contra ti, Embaucador! ¡Yo te eliminaré de una vez por todas!
Tras pronunciar dichas palabras, Joseph se lanzó contra el orbe negro y desapareció en su interior.
—¡Nosotros somos los que debemos salir de aquí si queremos vivir! —exclamó Sophie, tomando a Farid y Alexia de cada brazo y jalándolos fuera de la sala.
Mientras toda la Central colapsaba y se desmoronaba a su alrededor, los tres chicos se apresuraron a correr por el pasillo, con dirección a la salida.
—Aquel orbe, agujero negro o lo que sea que fuese... ¿crecerá infinitamente hasta destruir la ciudad? —preguntó Farid con la voz entrecortada, sin dejar de correr.
—Posiblemente no sea así —respondió Sophie, con el mismo tono de voz—. Creo que la Central aún posee energía suficiente como para contrarrestar el efecto del agujero negro.
Continuaron su huida desesperada hasta que, cuando estaban cerca del final, Alexia tropezó y cayó al suelo. Afortunadamente, los reflejos de Farid fueron lo suficientemente rápidos como para ayudar a su hermana poco antes de que un pedazo de la infraestructura cayera en su posición. Así, prosiguieron su marcha y, tras mucho correr, finalmente lograron salir de la Central.
Bajaron raudamente por el camino de piedra tallada y, cuando se sintieron seguros,voltearon a ver la Central. Tal como Sophie había predicho, el agujero negro creció lo suficiente como para devorar toda la Central, pero se esfumó tras ello. Lo único que quedó fue un espacio vacío donde antes se había erigido una colina de cima plana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top