9. Valor
La mente de Marinette se paralizó, como todo su cuerpo, y tardó en volver a la realidad. Sus músculos estaban tensos, su mente en blanco y al mismo tiempo lleno de ideas. Perdida en una galaxia de opciones infinitas buscando la salida. Tratando de recordar lo aprendido.
Pero Adrien sonreía. Confiado, pero no tanto, vió a la otra nave acercarse. Era definitivamente de piratas, no llevaba la bandera de ningún país. En la oscuridad, sin luz de luna, su barco hubiera sido invisible y su ataque imprevisto, pero era de día.
Toda la tripulación estaba en la cubierta preparando sus armas. Ivan subió por Marinette y ambos bajaron.
Adrien se quedó pensativo.
- Tú te vas adonde está todo lo que robamos-
- ¿¡Qué!?- exclamó indignada. Adrien la agarró del brazo sin importarle que el barco estuviera a pocos metros del suyo.
Bajaron corriendo y la dejó frente a una puerta pequeña.
- Estás loco si crees que dejaré que me encierres ahí- bramó seria apuntando al cuarto donde ni siquiera entraría por las cosas en su interior.
- No te encerraré ahí, sino donde duermen algunos de los de aquí- habló empujándola en el cuarto y cerrando con un manojo de llaves que colgó en su cinturón.
- ¡Hey!- chilló Marinette golpeando la puerta en vano.
- Estoy seguro que no quieres acabar con la mitad de tu cuerpo en el océano- le dijo Adrien desde el otro lado y escuchó como se alejaba.
Marinette trató de forzar la puerta hasta que se dió por vencida. No se escuchaba nada, y quería pelear, aunque su mente le dijera que terminaría muerta si lo intentaba.
Su espalda quedó pegada a la puerta de madera, y sus piernas estiradas en el piso.
***
Adrien subió a toda prisa tirando su larga casaca en las escaleras, y recargando su pistola. Si Marinette creía que con una clase ya estaba lista, no podría estar más equivocada.
Le estaba dando la impresión de que esa niña era algo imprudente. Linda, pero imprudente. Él era muy diferente comparado a todos los miserables que rondaban en el mar. Ella había sido muy afortunada de topárselo a él y su tripulación y no a otros perversos que le hubieran hecho el peor de los daños.
Subió y se encontró cara a cara contra los del otro barco. Sonrió con orgullo al ver los rostros impactados de la mayoría. Su reputación no le fallaba.
- Chicos, miren lo que trajo la marea- habló parándose en el filo de la cubierta. Al estar en el océano, en enfrentamientos piratas, no era necesario usar la máscara. Se agarró de una cuerda y se columpió hasta llegar al filo de la otra cubierta.
La tripulación retrocedió con los ojos como platos. Sus manos soltaban sudor y temblaban levemente.
- ¿eso es todo? En ese caso, me ayudarían mucho si me llevaran todo lo valioso a mi..- el sonido de un disparo lo interrumpió y escuchó un pequelo salpiqueo. Miró donde provenía el sonido y se sorprendió al ver al que creía que era el capitán apuntándole.
- ¡Vete de aquí!- exclamó. Adrien rió.
- Ya parecía demasiado fácil- musitó. - ¡Ataquen!- le gritó a sus amigos que no tardaron en ocupar el otro navío.
El rubio logró esquivar por los pelos otra bala dirigida a él. Cogió un cuchillo que tenía en la parte trasera de su cinturón y lo lanzó, clavando parte de la manga de aquel feo pirata al timón.
Caminó con cuidado de no irrumpir en ninguna pelea de espadas hasta bajar a los pisos de abajo. Su tripulación era pequeña en número, pero tenían una fuerza increíble, incluso los más débiles se las arreglaban, por lo que sabía que estarían bien solos.
Le atravesó el costado a un tipo que salía de un cuarto, y tras revisar las habitaciones, encontró las riquezas.
No había mucho, en comparación a lo que tenía él, pero se llevó el cofre y metió el cuadro en un saco y salió. Nathaniel se encargó de llevar el cuadro al barco, y cuando iba a volver, le gritó una advertencia a su amigo.
Adrien giró, pero el capitán pelirrojo le insertó un fuerte golpe en la sien, haciéndolo resbalar. Adrien se agarró de una cuerda que Nathaniel le había tirado a tiempo. Pero dió la orden de sacar los cañones al pegar un grito por culpa de una bala que le atravesó el hombro.
***
Marinette había decidido nunca dejarse atrapar ni dejarse encerrar. Si pasaba, iba a morir del aburrimiento. Eso fue lo que aprendió mientras forzaba la cerradura con una navaja que encontró en un cajón de un pequeño velador.
Comenzaba a entender como es que Chat Noir ganaba fama. Siempre preparado. Escuchó el agudo sonido que le dejó salir y dejó la navaja donde la encontró.
Inició su búsqueda para hallar una espada que le sirviera para defenderse mientras cantaba su canción. Ya se estaba desesperando por no encontrar nada cuando escuchó un fuerte sonido a sus espaldas. Como si algo hubiera colapsado.
Se giró lentamente y tuvo la sorpresa de encontrar a un marino en el piso, con la cabeza entre sus manos, y una expresión atontada. La miraba con una extraña sonrisa en el rostro.
Marinette dejó de cantar, de respirar y de moverse.
- Eres muuuy bonita- entonó sonrojado. Había tirado una espada y la peliazul la empuñó con fuerza.
- Ehhh...- susurró. El hombre pareció dormirse, y unos gritos sobre ella le recordaron que había un barco peleando contra el de Adrien.
Subió con prisa y observó sorprendida al otro navío a lado del suyo. Miró arriba y vió a Nino colgado en una de las cuerdas peleando contra otros tres en los obenques. Uno cayó al agua.
Su mirada se desvió hacia Kim en el otro barco gritándole. Entonces escuchó los estruendos que dejarían sordo a cualquiera.
Corrió al borde y vió los cañones del barco de Adrien lanzar grandes bolas negras al otro. Adrien estaba peleando a muerte contra otro pirata en el otro barco.
Su cerebro formuló un rápido plan y lo llevó a cabo. Trepó por los obenques, evitando la pelea de Nino, y se columpió en una cuerda sin soltarse. Saltó al otro barco y se quedó en los obenques. Bajó un poco.
Dislumbró la camiseta blanca de Adrien teñirse de un color carmesí. Una mano la tenía en su hombro y con la otra peleaba débilmente. Se alarmó y, sin pensarlo lanzó su espada rogando que le cayera al otro.
La espada atravesó el estómago del pirata, cesando su pelea. Adrien le clavó la suya en el pecho matándolo y miró rápidamente a Marinette.
Le hizo una seña de que volviera al otro barco. Todos sus tripulantes, a excepción de Nino, se llevaron el resto de tesoros antes de zarpar y dejar al resto de piratas escapando en un pequeño bote. Todos lanzaron carcajadas, pero Adrien se sentó en uno de los escalones frente al timón.
- Estás sangrando- le dijo Nino alertando al resto.
- No es para tanto-
- Te atravesó una bala-
- No es profunda-
- En realidad Adrien, las heridas causadas por daños así quedan infectadas si no se tratan o se curan lo que te afectaría porq...-
- Ya ya Max, ahorita estoy demasiado cansado para escuchar tus clases- dijo a lo que el moreno calló. Las muecas del rubio no convencían a nadie, por lo que Marinette bajó a su pequeña habitación, cogió su aguja e hilo y volvió a la cubierta.
Cosió con etéreo cuidado la herida, tratando de ignorar los gemidos de dolor del rubio. A excepción de Ivan, todos observaban la escena desde atrás de unos barriles que quedaban a una distancia razonable.
- Que horror...- murmuró Kim. Nino tenía una expresión de espanto mientras que Nathaniel corría a su cuarto para evitar desmayarse. Los demás ocultaban la cabeza en sus rodillas, les asqueaba aquello.
- Listo- murmuró Marinette. Para ser la primera vez, le había salido bien.
Adrien se paró poniendo todo su peso en la mano izquierda. Miró a Marinette, y luego a sus manos.
- Están chorreando de sangre- le dijo.
- ¿Estás mejor?- él parpadeó extrañado.
- Si, gracias- ella sonrió.
- Entonces no importa-
- ¿Cuando podré volver a...?- hizo gestos en el aire con sus manos para darse a entender.
- No sé..., supongo que al menos dos semanas- el rubio suspiró. Miró a Ivan.
- ¿y todos?-
- Por allá- señaló a los barriles.
- No quieren ver lo que hiciste-
- Pero son piratas, cuando matan a personas obviamente van a sangrar, ¿y las espadas? Se vuelven de su color- apuntó confundida. Ivan se encogió de hombros.
- Son raros- fue lo último que dijo antes de retirarse.
Adrien, sonrió al ver el cofre.
- Al menos nos traemos una buena recompensa- dijo, a lo que Marinette no pudo evitar rodar los ojos.
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Estoy en grave peligro, pero trataré de sobrevivir para seguir actualizando. La cruda realidad es que...
voy a morir lectores, demanden a los profesores por el abuso de tareas y por torturarme al ser estrictos.
¡por favor!
Miraculousteen
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