Capítulo 1
La navidad siempre ha sido de mis épocas favoritas del año, la idea de decorar el árbol navideño, las luces que adornan las casas y les dan vida a las calles de la ciudad, los chocolates calientes con malvaviscos, la ropa cálida de invierno y jugar en la nieve después de ver nevar a través de la ventana.
—¿Mía?
Pregunta Rowan, la vicepresidente de la empresa y quien actualmente está ocupando el puesto directivo al mando de la empresa en lo que el nuevo jefe aparece.
—¿Sí? —pregunto por encima de la pantalla de mi computadora, es una mujer joven de cabellera pelirroja, piel clara y un excelente cuerpo.
—El nuevo jefe llegará justo en un par de horas y Logan dejó una carta de recomendación sobre ti que los directivos han votado para que seas tu quien continúe como la secretaria del nuevo. —explica con una gran sonrisa en la boca.
—Vaya, es una grandiosa noticia —digo con asombro, pues no esperaba que me dejaran en mi actual puesto de secretaria, tampoco es que esperaba otro, a decir verdad, después de un pequeño incidente con nuestro antiguo jefe, estaba casi segura de que terminaría despedida.
—Lo sé, ¿qué te parece? —pregunta enarcando una ceja en mi dirección y me levanto de mi asiento, no tengo intención de ocultar mi sonrisa.
—Me parece bien, gracias por esta oportunidad —digo de inmediato, ella asiente y me extiende la carpeta que tiene en mano.
—Me alegro de que así sea porque ya tienes algo de trabajo para mañana.
Tomo la carpeta de inmediato y me doy cuenta de que son los datos del nuevo jefe, los cuales, honestamente, no leo por completo, más bien hojeo sin intención de prestar mucha atención. Cuando esté sola, los leeré con tranquilidad.
—¿Trabajo para mañana? —inquiero con una ceja enarcada, Rowan asiente sonriente—. Pero mañana la empresa no trabaja, es nochebuena.
—Lo sé, pero el vuelo del nuevo jefe se retrasó y llegará hoy por la tarde con suerte, aunque es muy probable que llegue en la noche por lo que tu tarea será recogerlo en el aeropuerto y mientras tanto, reservarle una habitación de hotel o conseguirle un buen apartamento.
—¿Bromeas?
—¿Te parece que lo hago?
Dice extendiendo sus manos, mi rostro se vuelve serio. Después de la oficina, planeaba ir a mi departamento, empacar y conducir hasta mi ciudad natal, la cual queda exactamente a tres horas de aquí en auto y debido a la tormenta de nieve que ha habido, probablemente esas tres horas se conviertan en cuatro. La noticia que Rowan acaba de darme definitivamente arruina mis planes de último momento.
—¿Qué acaso no ha buscado un departamento antes? —protesto y una mueca se dibuja en su boca.
—Informó que no tuvo tiempo de hacerlo.
—¿Qué hay de Rita? Ella es de aquí, quizá pueda hacer ese trabajo, ¿no te parece?
He conversado con Rowan un par de veces y ni ella ni yo, somos de Denver, en realidad, ella es de Michigan, pero su familia se mudo aquí años atrás y generalmente, suele viajar para las fiestas a su ciudad natal, sin embargo, yo me he criado en un pequeño pueblo cerca de Denver llamado Clayton Hills.
La mirada seria que me da Rowan me deja en claro que no tengo alternativa.
—Tienes una recomendación de Logan, Mia, no puedes rechazarla.
Antes de que pueda protestar y encontrar una nueva solución a mi nuevo problema, Rowan sale de la oficina dejándome sola y me desplomo en mi silla con un resoplido.
Lo que me faltaba, pienso. Ahora tengo que ir a buscar al nuevo jefe y conseguirle una estadía. Como he terminado mi trabajo y programado la hora en la que aproximadamente llegará, hago un par de llamadas a los hoteles cerca de la oficina para hacer una reservación, si consigo tener todo antes de que el vuelo llegue, solo tendré que ir al aeropuerto por él y después dejarlo en el hotel para irme a Clayton sin ninguna interrupción extra.
Para mi desgracia, llamo a diez hoteles que me confirman tener todas las habitaciones reservadas y que es imposible tener una disponible de último momento, todo gracias a las fechas navideñas, estoy comenzando a frustrarme por no encontrar ningún hotel disponible cerca y fuera de la zona porque tal parece que a cada hotel que llamo está completamente reservado y es mucho más complicado conseguir un nuevo apartamento.
***
Vaya día en el que ha decidido venirse a Denver, pienso mientras conduzco hacia el aeropuerto, definitivamente el día está en mi contra porque hay un tráfico horrible para las tres de la tarde y ya no hace falta tener esperanzas en que llegaré temprano a casa porque llegaré por la noche y detesto conducir de noche, puedo decir que me pone un poco de mal humor y me altera los nervios porque siento que es peligroso conducir de noche y más cuando vas sola y no hay quien te haga compañía en el auto, ¿Qué si un fantasma se introduce a mitad de la carretera dentro de mi coche y decide conversar conmigo todo el viaje? Seguro me da un infarto entre el camino y termino muriendo junto con él o ella de nuevo si es que pueden morir una segunda vez.
Estaciono mi auto en el estacionamiento privado del aeropuerto y salgo de éste a toda prisa porque me he retrasado casi media hora en llegar y es muy probable que el jefe este preguntándose dónde está su nueva asistente. Es una suerte que me he hecho de una hoja blanca con él nombre de la empresa porque Rowan ni siquiera me ha dado su nombre, ha preferido mandarme sin ningún dato de él y todo porque estaba segura de que discutiría al respecto y le pediría que encontrara a alguien que pudiera venir por él, no la culpo, en mi cabeza imaginé esa conversación varias veces mientras llamaba a los hoteles.
Cuando entro al aeropuerto, busco con la mirada a alguien que tenga pinta de trabajar en una oficina, mi imaginación me deja pensar que es muy probable que se trate de un hombre mayor y trajeado por lo que cuando veo a un hombre asiático que cumple con esa característica me acerco a él con mi letrero y mejor sonrisa para dar una buena impresión.
—¿Disculpe? ¿Es usted el nuevo jefe de la empresa Lexington?
Cuando el hombre asiático frunce el ceño y se aleja el celular de su oreja y empieza a hablar en su idioma natal, mi nariz se arruga y me aparto de él suponiendo que me he equivocado, ni siquiera me disculpo por interrumpir su llamada porque es muy probable que no me entienda. Con la mirada, de nuevo intento buscar a otro hombre que cumpla con las características que creo y consigo solo interrumpir a hombres de negocios gruñones.
Estoy por darme por vencida con la décima persona a la que le pregunto sí trabajará en nuestra empresa cuando alguien llama a mis espaldas tocando mi hombro.
—¿Disculpa? ¿Vienes de la empresa Lexington?
Inquiere el hombre a mis espaldas y me volteo para quedar frente a él y verlo. La sonrisa de alivio se borra de mi boca al ver quién está frente a mí, ¿cómo es que no he reconocido esa voz? Christopher Danes.
—¿Tú?
—¿Tú?
Cuestionamos al unisón, retrocedo para apartarme de Chris y cerciorarme de que realmente tengo a Chris Danes frente a mí. Su boca se abre con asombro y de él sale una pequeña protesta que no logro entender.
—¿Es en serio? —cuestiona con gran asombro, yo también estoy asombrada de verlo, no puedo creer que él sea el nuevo jefe de la empresa, tiene que ser una broma de muy mal gusto.
—¿Qué haces aquí?
Pregunto con un montón de emociones encontradas. La última vez que vi a Chris, fue en Chicago, justo en el aeropuerto cuando se despidió de mí en nuestro viaje, ambos teníamos veinte años, habían pasado cinco años desde aquella última vez y una parte de mi juraba haberlo superado después de que justo ese día terminara conmigo para irse a Nueva York y terminar sus estudios allá, ni siquiera tuvo el descaro de decirme que se iría y eso aún me dolía.
¿Quién termina contigo en un aeropuerto justo después de unas románticas vacaciones?
De pronto, me siento molesta por ello, por tener a Chris frente a mí.
Vamos Mia, Christopher Danes es parte de tu pasado, solo actúa profesionalmente. Me digo a mi misma.
—Me han transferido aquí como el nuevo jefe de Lexington. —se anima a contar, puedo ver que evidentemente que aún sigue sorprendido—. ¿Trabajas en la empresa?
—Soy la secretaria —le confirmo y su asombro incrementa.
—¿Lo dices en serio?
Asiento antes de bufar y desviar mi mirada de la suya.
—No puedo creerlo, es una... —hace una larga pausa mientras piensa bien su siguiente comentario—. Dios, estoy sorprendido, no puedo creerlo, es increíble.
Enarco una ceja.
—¿Te parece increíble verme de nuevo?
—¿A ti no?
Cuestiona.
No tengo manera de responderle, lo cierto es que si me resulta increíble.
—Sí, pero no en el sentido en que tú crees.
Esa sonrisa vieja y socarrona que recuerdo, se dibuja en su boca. Recuerdo cuanto solía amar esa sonrisa suya.
No, Mía, tu odias esa sonrisa de Chris, la odias. Me digo a mi misma y niego.
—Sí, te creo.
Se burla Chris de mí y ruedo los ojos, dejándole ver mi enfado.
Comienzo a caminar para ignorarlo, caminar siempre ha sido lo que más me ayuda para des estresarme y ahora mismo me siento tensa y estresada del solo hecho de tenerlo frente a mí, quién diría que él es mi nuevo jefe y yo seré su secretaria, es una pesadilla.
Chris me sigue el paso y pronto los dos nos encontramos caminando hacia la salida del aeropuerto, ninguno de los dos décimos nada, solo caminamos en silencio y ya que llegamos a mí auto, abro la cajuela para que Chris meta su maleta y me subo al auto a esperar a que él lo haga también. Cuando por fin estamos los dos dentro, él deja caer un suspiro pesado.
—¿Y bien? ¿Ahora a dónde iremos?
Siempre trato de mostrarme como una chica amable pero dado en cuenta que se trata de Christopher, el hombre al que yo esperaba ver nunca, no puedo evitar responder con cierto rencor.
—Vaya, que bueno que lo preguntas, déjame ponerte al tanto. Sucede que no tenía idea de tu repentina aparición en la empresa, en realidad, creí que llegarías después de navidad y tristemente no fue así, y dado en que estamos a casi nada de que sea navidad, es difícil conseguir un hotel o apartamento para ti, que oportuno de tu parte en presentarte en plena navidad.
—Aun no es navidad.
—Pero lo será.
—Y al parecer eso te molesta —dice y enciendo el motor del auto con enfado, ignorándolo.
Chris no dice nada por unos minutos hasta que ya nos vemos en carretera.
—Quizá podríamos buscar uno de los hoteles de la entrada de la ciudad, casi siempre están disponibles.
—Créeme, no lo están, he llamado a casi todos los hoteles de esta ciudad y ninguno está disponible.
—¿En serio?
—Muy en serio.
Repito y él muestra una mueca que percibo por el rabillo de mi ojo.
—Bien, entonces... ¿uno fuera de la ciudad?
—Tampoco están disponibles. Créeme que todos dicen estar llenos.
—Y a juzgar por el tono de tu voz, eso te molesta.
—¿Cómo no va a molestarme? Debería estar en carretera yendo rumbo a casa en vez de estar aquí recogiéndote del aeropuerto, ¿sabes lo que significa eso?
—No, no sé lo que significa.
Niega al tiempo en que se encoge de hombros y dejo caer un resoplido.
—Mi madre va a matarme.
—¿Sigue siendo igual de estricta sobre las festividades?
Inquiero y suspiro.
—Después de su tercer matrimonio se ha vuelto exigente con todos.
Christopher suelta un chiflido largo. Sé que recuerda bien a mi familia y lo exigente que solía ser mi madre en estas fechas cuando los dos salíamos, pues le importaba que toda la familia estuviera reunida.
—Bien, si no hay ningún hotel disponible en la ciudad, ¿Por qué no me llevas a uno cerca del pueblo?
—Oh no, eso no —me apresuro a decir, negándome a la idea de tener que llevar a Christopher a casa. Aunque él se quede en un hotel, podría topármelo en cualquier lugar, el pueblo es bastante chico para no hacerlo.
—¿Por qué no? Necesito encontrar un lugar donde quedarme.
—Y no será cerca de casa, de ninguna manera.
Esto parece hacerle gracia porque una risita se escapa de él.
—¿Es tanto tu desprecio hacia mí?
La respuesta es sencilla, o creo al menos que lo es.
—Deberías saberla a estas alturas.
—Me hago una idea.
—Como sea, te encontraré donde quedarte.
Chris no dice nada y deja que nos envolvamos en un nuevo silencio, mientras conduzco, intento pensar en hoteles, recorremos un par de ellos, ambos nos bajamos a preguntar si tienen habitaciones disponibles y en todas conseguimos la misma respuesta, que ninguna habitación está disponible a tan solo un par de horas para que sea nochebuena.
Luego de recorrer un sinfín de hoteles, me desplomo en el asiento de mi auto y suelto un suspiro pesado, estoy agotada.
—Tienes razón, no hay ningún hotel disponible.
Dice y cierro los ojos, tratando de relajarme.
—No y decidiste aparecer en un mal momento.
—No fue mi culpa, si por mi fuera, me hubiese quedado en casa. La empresa me pidió estar aquí antes.
—Ya veo.
Ya no queda ningún otro hotel al que preguntar y por mucho que me disguste, en lo único que pienso es en ir a casa y quizá encontrarle alguna habitación en la vieja posada de la señora Parks. Es muy probable que con suerte encontremos una habitación disponible.
—Es tarde —dice checando el reloj en su muñeca—. Cinco en punto.
—¡Maldición!
Me desplomo en mi asiento de nuevo. Se suponía que debía de llegar a casa temprano.
¿Por qué está pasándome esto a mí?
Mi familia definitivamente va a detestar el hecho de que llegue tarde a casa, y no solo es eso, no tendré tiempo suficiente para ponerme a buscar los regalos de navidad, las cosas siempre parecen salir en mi contra.
Maldito tiempo. Me quejo, debería de estar más que molesta conmigo mismo por dejar todo a último momento, pude haber comprado los regalos de navidad en la ciudad, sin embargo, he decidido dejarlo para después como siempre.
Mamá debe de estar furiosa de tan solo saber que aún no llego a casa y como si pensar en mi familia fuera poco, me entra una llamada a mi celular de parte de mamá, me apresuro a tomar el celular y maldecir de nuevo cuando veo que se trata de una video llamada, ¿Por qué no puede simplemente llamar?
—¿No vas a contestar? —me cuestiona Chris en el auto, mientras ve mi celular y tiene una ceja enarcada en mi dirección, mi boca se abre y cierra. No quiero responder a la llamada y afortunadamente, la llamada se corta—. ¿Está todo bien?
Niego.
—Se supone que debo de estar a punto de llegar a casa y estoy en el auto contigo, tratando de buscarte un maldito hotel, ¿crees que todo está bien?
Mamá vuelve a llamar, es insistente y sé que va a continuar llamando hasta que tome la llamada. Chris no dice nada, solo se queda observándome, atento, en espera a que tome la llamada.
Cierro mis ojos y tomo un par de respiraciones para calmar mis nervios, estoy molesta y desesperada.
—¡Hola, Mía! ¿Cómo va todo por allá? —pregunta mamá con amabilidad en cuanto respondo la llamada, veo su rostro acaparando toda la pantalla y me pregunto porque no retrocede un poco para verla mejor.
—Hola, mamá. Todo va bien, ya casi estoy en camino.
Sonrío en mi intento de aligerar las cosas, sus cejas se enarcan.
—¿Casi? ¿Qué significa eso?
Significa que ni siquiera he salido de la ciudad y dudo mucho que lo haga hasta más tarde. Me gustaría responderle, pero en su lugar, me quedo callada y omito esta información, forzando una nueva sonrisa.
—Hay mucho tráfico, aun me tomará un poco de tiempo llegar a casa.
Su semblante se vuelve serio y retrocede un poco de la cámara como si eso le ayudara a analizarme.
—¿Segura que todo está bien? ¿Qué no saldrías temprano del trabajo?
Me paso una mano por el cabello, alborotándolo un poco y no puedo evitar mirar a Chris, quien me observa con sus enormes ojos color miel, puedo ver la intriga en ellos.
—Sobre eso... sugirió un inconveniente en el trabajo.
—¿Qué clase de inconveniente?
Vaya, será difícil deshacerse de las preguntas de Deborah Dumont. Mi madre siempre ha sido una mujer insistente.
—Te aseguro que no pasa nada malo, puedes estar tranquila.
Insisto forzando más mi sonrisa, ella oprime una mueca.
—¿Vas sola en el auto?
—¿Por qué?
—Mía, sabes que detesto que me hagas otra pregunta cuando te pregunto algo.
—Lo siento.
—¿Y bien?
—¿Y bien qué?
—Mía...
Sentencia con voz seria y me muerdo el labio inferior mientras en mi cabeza comienzo a idear un plan, sin embargo, Christopher se me adelanta y se acerca a mi celular para aparecer en la cámara.
—Hola, Deborah, ¿me recuerda? Soy...
—¡Christopher!
Exclama mamá con gran sorpresa en su voz. La sonrisa socarrona de Chris se ensancha.
—¿Qué haces en el auto con Mía? ¿Hay algo que me estén ocultando?
—Sí.
—No.
Decimos al mismo tiempo, le doy una mirada sería a Chris por contradecirme y este se encoge de hombros, fingiendo inocencia, tengo ganas de colgar la llamada y ahorcarlo por aparecerse en mi llamada.
—¿Chris? ¿Qué haces aquí? Creí que vivías fuera de la ciudad y... ¿Qué haces con Mía? ¿Acaso han vuelto a estar en contacto?
—No, sucede que....
—Sucede que no debemos llamar mientras conducimos y es mejor que colguemos la llamada ahora antes de que tengamos un accidente, adiós mamá, nos vemos más tarde.
—Mía...
Antes de que mamá comience a darme un sermón, cuelgo la llamada y lanzo el teléfono en el auto, cae entre los pies de Chris y lo levanta.
—¿Está todo bien?
—¡Por supuesto que no!
Le doy un golpe al volante y sin querer, le pito al auto de en frente y esta pita de nuevo, molesto de que lo haya apresurado.
—Sí, ya lo veo...
Responde Chris para él mismo y molesta, con una mano le doy un golpe en el brazo.
—¡Ey!
—¡Idiota! ¿Sabes lo que has hecho?
—He saludado a tu madre, han pasado muchos años desde la última vez que la vi.
—Y debía quedarse así.
—¿Por qué? Solo quise...
—Mi madre no te quiere, ella te odia.
Se ríe.
—Me pareció todo lo contrario.
—La agarraste desprevenida.
—Pero es claro que no me odia.
Tiene su mirada fija en mí y yo la tengo al frente, no queriendo perder la concentración al conducir. Detesto que tenga la razón porque por mucho que lo diga, mi familia no le guarda rencor ni odio a Chris.
—¿Y bien? ¿No se te ocurre otro lugar en el que podría hospedarme?
Pregunta, dispuesto a cambiar de tema. Oprimo una mueca y le doy una mirada seria.
—Se me ocurre uno.
—¿Ah sí?
—Sí, y también creo que es una pésima idea, pero la mejor opción para ambos.
Concluyó antes de soltar un suspiro lleno de cansancio. Chris no dice nada y agradezco que así sea porque intento mentalizarme de que llevar a Chris a Clayton Hills es la mejor opción para ambos, además, él también se crío allí.
***
Conseguimos sobrevivir al viaje y llegar al pueblo, hay una pequeña hacienda en la que pienso que Chris puede hospedarse. Estaciono el auto en la entrada, después de discutir sobre el tema por mucho tiempo, terminamos pensando que la mejor opción era venir a casa y conseguir que se hospede en el único hotel del pueblo.
—Vamos, hay que bajarnos para llenar el registro.
Le digo cuando apago el motor del auto, abrimos las puertas y bajamos de este para encaminarnos segundos después a la entrada del hotel, donde la señora Kelly nos recibe con una amigable sonrisa, aunque se queda mirando en dirección a Chris con el ceño fruncido sé que no logra reconocerlo de buenas a primera, pues su memoria falla últimamente.
—¡Mía! ¡Qué gusto que ya en casa! ¿Puedo ayudarte en algo?
—¡Hola! Nos gustaría una habitación para mi jefe aquí. Estuvimos como locos buscando un hotel disponible en la ciudad, pero parece que todos están ocupados, no tienen ninguna habitación disponible.
Kelly va detrás del mostrador y comienza a revisar papeles, tiene una mueca en los labios y no dice una palabra hasta tiempo más tarde. Cuando su mirada se encuentra con la mía, la sonrisa esperanzadora que había optado desde que bajé del auto desaparece.
—Lo siento chicos, pero aquí también tenemos todas las habitaciones ocupadas. Me temo que no podrá quedarse.
—¿Qué? ¿Ninguna está disponible?
Pregunto y niega.
—Lamentablemente, no. Todas están ocupadas por vísperas de navidad y Año Nuevo.
Escucho a Chris maldecir por lo bajo y también lo hago, cuando sus ojos se posan en mí, veo cansancio en ellos.
—¿Se te ocurre otro plan? —inquiere como si yo fuera la de la mente brillante. Le hago una seña con la cabeza para ir afuera, el clima en el pueblo es mucho más fresco que en la ciudad y hace más frío de lo habitual, al igual que mi cabello, el cabello castaño de Chris se ve alborotado por el viento.
—No tengo idea de donde podrías quedarte. —niego con decepción, no he hecho un buen trabajo. Chris niega.
—Supongo que es imposible encontrar un buen lugar en esta fecha y...
—No puedes dormir en la calle...
Pienso más para mí misma y enarca una ceja.
—¿Pensabas dejarme aquí varado en la nada?
—En realidad pensé en dejarte en la carretera mucho antes de llegar al pueblo —le ofrezco mi mejor sonrisa y él rueda los ojos no encontrando gracioso mi comentario. Que lastima.
Sus mejillas se inflan y expulsa el aire qué hay dentro de su boca, en un gesto de cansancio.
—Dime que tienes otro plan.
—Me gustaría decirte que si, pero no.
Bufa.
Un silencio prolongado se produce entre los dos, mi estómago gruje, solo he desayunado y almorzado al medio día, muero de hambre para la cena y solo puedo pensar en la comida de mamá, sin embargo, no soy a la única que le rugen las tripas.
—¿No has comido algo?
Chris niega avergonzado.
—Detesto la comida de los aviones.
Dice y asiento. Checo la hora en mi celular y me percato de que son alrededor de las siete, el sol ya se ha metido, estoy hambrienta, sedienta y cansada, solo puedo pensar en comer la comida casera de mi madre.
—Te propongo algo —digo llamando su atención, Chris me observa curioso—. ¿Qué opinas de ir a mi casa, comer con mi madre y después buscar un lugar donde quedarte? Juro que es imposible que piense con claridad teniendo el estómago vacío.
Chris parece considerárselo unos segundos.
—Bien, me parece un trato justo. Hagámoslo.
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¡Holaaa! Me hace emoción compartir el primer capítulo y me pone en el mood navideño jajaj Como saben, los capítulos aquí serán largos y cortos, algunos demasiados largos y algunos no tanto, esto es porque la historia es realmente corta, aun así, espero que lo disfruten! Gracias por leer :D
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