i.⸻ prohibición.
—No puedo creer que tenga qué decir ésto, pero, a partir de hoy, está prohibido llevar a los nuevos a su bar y encargarles toda la cuenta como novatada, no cuenta, no existe,—al escuchar voces, JooHyun levantó su palma, para después llevarla a sus lentes, levantándolos, acariciando su nariz. Aún así escuchó las quejas.
—Pero no puede decirnos qué hacer después de nuestras horas de trabajo, es la jefa, no nuestra Presidenta,—su mano la llevó a la frente a la queja estúpida, pero una castaña avanzó, parándose de su lugar al lado de la jefa, y carraspeó, sacando una hoja impresa al escuchar el chasqueo de dedos.
Llevó su puño para volver a carraspear, sonriendo,—disculpe, señor Byun, pero está constituido en la ley que está prohibido hacer colectas en el trabajo o en el establecimiento, cosa que se hace, aparte, aunque no es orden de la jefa Bae, son órdenes que Recursos Humanos nos mandó a decir, así que, es orden directa.
Volvió a carraspear nerviosa, guardando su puño dentro de su bolsillo para volver a sentarse detrás de la jefa Bae, viendo a sus compañeros de trabajo. Sonrió con dientes. Escuchó la voz hablar.
—Como escucharon de Kang SeulGi, cualquiera que esté inconforme puede ir con recursos humanos a llenar la hoja de queja y dejarla hacerse polvo, o hacer lo que se les pidió y evitarse aún más problemas con esa sección, no quiero volver a escuchar otra queja del departamento de ventas, sí de por sí es la sección más útil...
SeulGi examinó la habitación, y detrás de JooHyun, le indicó a los demás que hicieran una reverencia y se retiraran. Todos en la habitación lo hicieron, cosa que iba a hacer la castaña, hasta que la voz femenina habló.
—Kang, a mi oficina, en 5 minutos,—una reverencia de nuevo, y la castaña fue corriendo a su cubículo, nerviosa, con su corazón latente y sus carpetas ficticias, vacías, a la mano. Discreta, tomó tantas cosas de su escritorio hasta que escuchó una pequeña voz.
Volteó gritando, asustando a la pequeña rubia.
—¡Dios, SeulGi!—un golpe en el hombro hizo que la recién infartada volteara, riendo cínica, sin parpadear. YeRim la examinó, apoyándose en la pared,—creo que JooHyun te debería pagar doble porque eres su secretaria y todavía jefa de ventas.
La castaña rió nerviosa, asintiendo, ladeando su cabeza de un lado para otro,—supongo que hago mi trabajo muy bien.
Y sí. Apenas SeulGi azotó la puerta de la oficina de la mayor, esta volteó, alzando su ceja, desabotonando su camisa después de aflojar su pequeña corbata. Suspiró, viendo por la ventana. La castaña corrió a ellas para cerrar las persianas.
Escuchó el suspiro.
—Me duele el cuello de sólo pensar que tengo que decir algo al departamento de ventas, podrán saber multiplicar, pero son unos...—volteó a ver a SeulGi, que se quitó su saco azul marino y lo posó en el sillón, riendo, alzando sus hombros.
Volteó, sólo para arrugar sus mangas hasta sus antebrazos, quitándose los gemelos y guardándolos en el escritorio de la otra. Ahora arrugó la tela blanca, hasta los antebrazos, pero dejó su corbata y su camisa abotonada. JooHyun la vio fija.
—Ven aquí,—señaló frente a ella. SeulGi, no tuvo otra opción más que ponerse de rodillas frente a ella, y en realidad, no quiso otra opción. Sus rodillas en el suelo, sus zapatos caros arrugados por la acción, y sintió frío en su frente.
El tacón de JooHyun fue el frío que la hizo levantar su cabeza, pero mantuvo sus ojos cerrados. Sintió una sonrisa media de la otra, que aunque no vio, realmente supo que estaba ahí por ser buena. Escuchó, —veme a los ojos.
Fueron abiertos, y sí, ahí estaba la sonrisa media. SeulGi mantuvo su mirada en los ojos de JooHyun, expectante, todavía sintiendo el tacón frío en su frente, tragó saliva fuerte.
—No has hablado, no te has excusado,—todavía sin conseguir respuesta, JooHyun suspiró, alegre, meneando la cabeza de la menor todavía con su tacón,—aprendiste, estás siendo buena hasta ahora,—la sonrisa salió de SeulGi, pero el píe de la mayor la abofeteó,—pero tu sección no, nunca los controlas.
Con el mismo zapato la empujó, haciéndola al lado, y ahora se paró ella de su escritorio para caminar al sillón rojo de piel en su oficina, ahora, privada de luz, pareciendo ser negra, sólo dejando el rojo resaltar entre ella.
En todo su camino fue seguida por SeulGi, todavía de rodillas, posicionada frente a ella. Relamió sus labios antes de hablar.
—Son cosas que ellos hacen...
—'Ellos' son los de tu departamento, y todos, incluyéndote, me hacen rabiar,—las manos de SeulGi fueron suaves al suelo, apoyándose en él, para ir de forma lento a los zapatos de la mayor y al estar cerca, voltear a verla.
—Déjame quitarte la rabia, por favor, quítatela conmigo,—besó la puntera del tacón de piel con cuidado, desesperación. JooHyun cruzó la pierna, viendo a una desesperada SeulGi acariciar su pierna, besando con cuidado, acariciando.
—Siéntate en el sillón frente a mi, SeulGi,—la castaña relamió sus labios de una forma suave, sin ruido para no perturbar a la mayor, y sólo obedeció,—pon tus manos detrás de tu espalda, hoy no tenía planeado que me quitaras el estrés.
Esa fue la explicación a que sus manos estuvieran siendo atadas con la cinta que JooHyun se solía poner cuando le dolía la espalda, antes de que llegaran a esa especie de relación, pero no se quejó al sentir sus manos apretar, arder, al sentir el pegamento jalar su piel para casi juntarse.
SeulGi gimió sólo con el hecho de sentir eso, ganando que JooHyun llevara su dedo a los labios contrarios, callándola.
La mayor se sentó en el sillón de antes, frente a SeulGi, y sonrió, acercando el mueble más a ella.
Así fue cómo su pie fue a la entrepierna de la menor para comenzar a masajear el bulto que se estaba formando en ella. Sólo escuchó un suspiro de la menor, y sus labios querer ahogar un gemido para no molestar en demasía a la mayor, que sólo sonrío, moviendo su pie para mover a su gusto el miembro de la otra.
Hizo un puchero al ver el miembro ya erecto,—qué ridícula, ¿esto de verdad te prende?, qué patético, si sólo te estoy pisoteando, ni te he tocado con mis manos, SeulGi,—la menor asintió en respuesta a la acusación de JooHyun, sonriendo, dejando una gota de sudor caer por su quijada.
Sólo la vio, seria. JooHyun se paró, sin decir una sola palabra, quitándose los zapatos para dejarlos detrás de su escritorio, y en unos segundos, estar arriba del cuerpo de la menor, frotándose en el ahora, duro miembro de SeulGi.
Ahogó un gemido, relamiéndose los labios, bajando sus manos al zíper del pantalón azul marino de SeulGi para sacar su polla, sonriendo, al verla hinchada, rojiza, y con la punta expulsando líquido pre-seminal.
JooHyun relamió primero la palma de su mano para bajarla y acariciar la polla de la menor, haciéndola gemir levemente y echar su cabeza para atrás, como también, alzar, levantar su cadera en busca de más, sacando una sonrisa grande del rostro de la mayor que sólo la vio.
—¿Te gusta cómo lo acarició?—se ganó un asentir, y después, su dedo índice fue a la punta, dejando su dedo ahí,—entonces no podrás venirte.
—¿Eh?—escuchó el pantalón apretado ser lanzado a cualquier lado de la habitación, movimientos rápidos, y de repente, humedad y calidez en su carne. SeulGi evitó gemir, pero fue imposible al sentir que JooHyun comenzó a frotarse sobre su polla, con su coño desnudo, expuesto, dejándole sentir todo.
Desde la humedad que comenzó a crecer más, los fluidos que comenzó a soltar por sentir la excitación, a sentir los propios suyos mezclarse con los de la mayor, y después, el frotamiento mutuo.
Sólo que JooHyun llevó una mano al pecho de SeulGi, negando, sólo comenzando a moverse ella sola para su propio placer, ella meneando sus caderas de esa forma, ella volviendo loca a la menor sólo con sus movimientos, sólo verla, sólo con llevar su mano a su cabello para jalarlo mientras gemía bajo y soltaba varios 'oh, sí'.
Eso era suficiente, que SeulGi tuvo que cerrar sus ojos porque sólo con ver a la mayor sentía que podía llegar porque estaba en ese punto, justo en ese, donde comenzaba a torcer sus ojos, sentía su vista nublarse, sentía todo. La castaña se negó, pero el sentir un jalón más fuerte, escuchó atenta.
—Veme a los ojos, SeulGi,—¿podría o le daba pena? La castaña achicó un ojo mientras abría otro, viendo a los ojos a la pelinegra que comenzó a asentir repetidas veces, viendo a su torso, para subir su mirada a su pecho, donde sus manos apretaban, donde sus manos se sostenían en ese momento.
Las cejas de JooHyun se alzaron levemente, al igual que las de SeulGi, que tuvo que inflar sus mejillas y contar hasta 100 para obedecer en todo a su jefa.
Fue imposible no manchar su camisa cuando escuchó los gemidos, cuando veía los gestos, y mucho menos, cuando sentía el cielo en su polla bajar y transformarse en fluidos que comenzaban a rodear y abrazar toda su polla.
Escuchó un gemido, queja, de JooHyun al mismo tiempo que se removía encima de ella, retorciéndose, haciendo que la menor vuelva a inflar sus mejillas y ahora, contar a 200.
SeulGi se echó totalmente para atrás al sentir a JooHyun recostarse sobre ella, riendo, pero volteando para asegurarse que la menor la seguía obedeciendo en todo, y sonrió al no ver rastros de fluidos de ella.
JooHyun se paró, yendo por su ropa interior y su pantalón, viendo a SeulGi en ese estado, y sonrió.
—Pobrecita, ¿de verdad te duele, de verdad quieres llegar?—SeulGi asintió varias veces, desesperada, pero volvió a sentir el índice de la mayor tapar la punta, riendo,—pues es que, no, tienes prohibido llegar en todo el día, a lo mejor cuando termine la jornada cambiaré de opinión, pero por mientras, realmente no.
Aunque la imagen de SeulGi atada, sus piernas separadas, y su polla saliendo de su pantalón azul marino era digna de siquiera dejarla llegar en su boca, JooHyun rió, poniéndose sus zapatos.
—Ah, y tú libérate, ¿crees que puedes tomar el control como lo hiciste en esa junta?, Quiero verte haciéndolo.
Y agachó su cabeza, suspirando.
La prohibición al departamento de ventas, de una forma u otra, llegó a ella.
Aunque considera que le tocó la peor forma.
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1705 palabras d ñakañaka dom
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