~*D*~

Cr. img: A quien corresponda

Gente! Nuevo y último capítulo!

A leer~

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Cuando el celo de Izuku finalizó, ambos era un desastre. Sus cuerpos llenos de pequeñas mordidas y chupetones. Izuku se sentía sumamente feliz, viendo su abdomen ligeramente abultado en el espejo de cuerpo completo que había en la habitación. Ni se diga de la mordida en su glándula, aquella que ahora indicaba que estaba enlazado con el mejor alfa jamás conocido.

—¿Izuku? —llamó Shoto desde el umbral. El nombrado lo miró sonriente, viendo su cuerpo desnudo repleto de hermosas cicatrices, algunos arañazos y una preciosa mordida en su cuello. Un ronroneo vibró en su pecho mientras acariciaba su abdomen. Shoto se acercó a él a paso lento hasta envolverlo en un tierno abrazo. La diferencia de alturas haciéndose presente y encandilándolo con ello. Las cálidas manos de su pareja se posaron sobre las suyas apoyadas en su abdomen.

Un suspiro escapó de sus labios, sintiendo un casto beso en sus cabellos rizados.

—Estás de muy buen humor —comentó Shoto contra sus cabellos.

—Mmhmm —murmuró mientras se apoyaba contra el fuerte pecho de su pareja—. Me llenaste tanto que quizás tengamos trillizos —bromeó sintiendo contra su espalda la vibración causada por la risa del otro—. Quiero que nuestros cachorros sean como tú, Sho-chan.

—No importa, Izuku —replicó el alfa, estrechando el abrazo y dando un beso sobre la hinchada glándula de su chico, escuchando un suspiro—. Los cachorros que me des, los amaré y protegeré. Alfas, omegas, hombres o mujeres, no importa, mientras seas tú su madre...

En ese momento, el dulce aroma de lubricante acaparó los sentidos de Shoto, provocando que sus pupilas se contrajeran y un ronroneo emergiera.

—Tu celo terminó ayer... —susurró con voz ronca debido a la excitación de saber que su omega pronto estaría listo para recibirlo nuevamente. No pudo evitar inhalar cerca de la abusada glándula ni apretar un poco más el agarre. Su pene poco a poco estaba respondiendo ante su chico.

—¡Mmh! ¿Esperas que no me excite ante la idea de que seas el padre de nuestros cachorros? —inquirió jadeante, frotando sus nalgas contras las caderas ajenas, rozando el pene semi-erecto con su lubricada entrada—. Es mi más grande deseo, querido. Que siempre me tengas preñado, lleno de ti y solo de ti...

Shoto gruñó cerca del cuello del otro, no pudiendo evitar sentir la influencia de Izuku a través del enlace que era fuerte. Una ola de placer lo embargó y sin pensarlo dos veces, con ayuda de una de sus manos introdujo su palpitante pene en su omega, quien gimió gustoso y comenzó a mover sus caderas.

—Soy tu-tuyo, ¡ah! —habló entrecortado Izuku, moviéndose con ahínco, notando los músculos tensos en su alfa—. Te daré los cachorros que quieras... ¡Nngh! Siempre estaré preñado, olvidando lo que... ¡ah! lo que es sentirme v-vacío. —Izuku se deleitaba ante el reflejo en el espejo. Ver la mirada perdida de Shoto, su cuerpo cubriéndolo...—. Mi interior es d-donde... ¡nngh! donde perteneces. ¡Ah! ¡Shoto! —En un instante, Izuku, fue tomado fuertemente de sus muñecas, haciendo que sus brazos fueran extendidos hacia atrás y ser embestido con rudeza de esa manera—. ¡Aah! ¡Sí! ¡Lléname! ¡Agh!

En ese momento, Izuku fue envuelto en un espeso aroma, haciéndolo sentir mareado. A través del enlace pudo saber que el celo de Shoto se había desencadenado. Ante eso, su propio cuerpo comenzó a entrar en un estado similar a su celo para poder soportar lo que vendría en los siguientes dos días. Afortunadamente Shoto le había proveído en los momentos que había podido mantenerse cuerdo, así que tenía suficientes reservas.

—¡Ah! ¡Alfa! —gritó al sentir que llegaba cada vez más profundo. Una sonrisa satisfecha se dibujó en sus labios. Saber que había logrado desencadenar el celo de su pareja era como un logro personal. 

Un alfa en ese estado era sinónimo de embarazo seguro.

Omega... —gruñó Shoto sin dejar de arremeter en su interior. Sin embargo, sabía que no lograría soportar aquella posición por tanto tiempo, tenía que hacer que lo llevara a la cama o terminaría siendo montado en el piso. No es que le molestara, pero quería evitar terminar (más) dolorido.

Su madre le había dicho que un alfa así debía tratarse con cuidado. Si el omega se movía de una forma que pudiera interpretarse como que huiría, desataría la furia del otro. También le comentó que si se enlazaba antes de que Shoto entrara en su celo, sería un poco más sencillo manejarlo, solo tenía que usar su propia voz y portarse sumiso.

Sabiendo todo eso, Izuku comenzó a emitir a propósito lloriqueos lastimeros, atrayendo exitosamente la atención del otro quien se detuvo y lo abrazó de forma protectora. 

Alfa... —habló quedo, encogiéndose ligeramente—. Cama, Alfa.

Pasaron largos segundos hasta que fue empujado ligeramente, indicándole en silencio que caminara. Con dificultad, manteniéndose unidos, es que Izuku los guio hasta el lecho que ya tenía sábanas limpias, pues Shoto y él habían deshecho su nido hacia algunas horas atrás. 

Ya en el final de la cama, Izuku se mantuvo quieto esperando que Shoto lo soltara. No obstante, parecía que no lo haría por cuenta propia.

Alfa —llamó nuevamente—. ¿Presentar? —preguntó mientras se movía un poco para poder subir una de sus piernas escuchando un gruñido de advertencia. Tragando grueso, mediante el enlace intentó compartir la idea de permitirle moverse, pero el lado de Shoto estaba nuboso y al ser su primera vez lidiando con él en ese estado, desconocía cómo lograr entrar—. ¿Presentar para Alfa? —susurró dudoso, mostrando su cuello marcado e intentando emanar su dulce aroma.

Las feromonas de Shoto estaba por cegarlo y no quería caer hasta que pudiera estar sobre la suave superficie de la cama.

No supo qué fue lo que funcionó de todo lo que hizo, pero el agarre en sus caderas desapareció. Así que con lentitud se subió y se presentó ante un excitado alfa con un nudo completamente formado. 

Shoto al ver a su omega con las caderas alzadas y pecho contra el colchón... una nueva oleada de placer azotó su cuerpo. Con la cordura perdida en la nubosidad de la lujuria, volvió a sumergirse en el acogedor interior de Izuku. Ese lugar era suyo. Un útero que pedía a gritos ser desbordado para nunca volver a estar y sentirse vacío.


Al cabo de los dos días del celo de Shoto, Izuku se sintió tan cansado que durmió un día entero. Shoto no le había dado tregua y las marcas en su cuerpo, principalmente en sus caderas y muslos, habían aumentado. La mordida en su cuello fue reabierta varias veces, llegando a dolerle siquiera  mover su cabeza. Sus piernas y caderas las sentía entumidas y lánguidas. Todo su cuerpo había sido llevado al límite y no se arrepentía de ello. 

Shoto, luego de que la nubosidad causada por su celo desapareciera, al ver el estado en el que había dejado a su omega no dudó en cuidar de él y limpiarlo. Atendió la mordida en su cuello, colocándole una gasa y, de paso, también tratarse la suya. A pesar de que su saliva tuviera enzimas que ayudaban a cicatrizar, no serían suficientes. 

Todo el tiempo que Izuku permaneció dormido, pudo notar que inconscientemente dormía de lado haciéndose ovillo, con sus brazos protegiendo su abdomen. Una diminuta sonrisa adornó su siempre estoico rostro antes de recostarse con su chico al sentir el instinto de protección aparecer. Un ronroneo suave retumbó en su pecho, demostrando lo feliz que se sentía al estar con su pareja y tener la vaga de idea de que en un par de semanas tendría la noticia de que sería padre.


Cuando despertaron ya era casi mediodía, sintiéndose en paz y calma. El enlace yendo y viniendo con sus emociones y algunos pensamientos, además del constante flujo de energía proveniente de Izuku debido a su quirk. Shoto abrió sus ojos en cuanto percibió el ligero cambio en la serena respiración de su omega. Esperó a que terminara de despertar para poder moverse. Izuku se giró en sus brazos para poder verlo de frente. Un puchero se formó en sus labios mientras fruncía el entrecejo, haciéndolo reír suavemente.

—¿Qué sucede? —inquirió en un susurro.

—Ahora que me acabo de mover —explicó Izuku—, pude sentir que un poco de tu semilla salía.

—¿Y eso no te gusta?

Izuku negó con su cabeza causando que Shoto lo estrechara aún más en sus brazos.

—No quiero que nada salga —se quejó cual infante.

—¿Quieres usar un tampón? —sugirió Shoto. Era bien sabido que había alfas que no lograban generar nudos los suficientemente prominentes para mantener apropiadamente la semilla en el interior de sus omegas, por lo que se vendían tampones especiales que servían como una de las tantas medidas para lograr un "embarazo exitoso".

Izuku lo miró sorprendido por un par de segundos antes de sonreír dulcemente y asentir.

—¡Sí! —exclamó con entusiasmo—. ¡Auch! —se quejó al ser más consciente del remanente de dolor en su cuerpo, especialmente en su cuello.

—Trata de no moverte —comentó Shoto depositando un beso en la frente del otro y moviéndose para poder salir de la cama—. En un momento te traigo el tampón.

Sin esperar respuesta salió de la habitación dejando a un omega feliz y dolorido. Para cuando volvió, llevaba en una mano un vaso con agua y en la otra una caja de pastillas y otra que contenía el tampón. Dejó todo en la mesa de noche, sentándose en la orilla de la cama. Luego de una rápida mirada a Izuku tomó la caja con el tampón, sacándolo para después acercarse al otro.

Izuku se sintió tan mimado que un ronroneo resonó en su pecho. Vio a su pareja mover con delicadeza sus caderas para poder tener acceso a su ano. Después de palpar un poco, el tampón fue introducido delicadamente. Izuku frunció un poco el entrecejo y tensó ligeramente sus músculos, después de todo, su entrada había sido abusada sin piedad por varios días ya. 

—Buen chico —elogió Shoto, dando un beso en una de sus nalgas antes de alejarse—. Te traje analgésicos.

—No quiero moverme —canturreó Izuku cual niño pequeño.

Shoto rio suavemente para luego ir a la mesa de noche, sacó una pastilla, entregándosela al otro que, con esfuerzo, introdujo en su boca. El alfa lo tomó con ternura de la parte posterior de su cabeza para alzarla un poco y así ayudarlo a beber del vaso que le acercó a los labios.

Izuku bebió el vaso entero, sintiendo la fría agua recorrer su esófago junto con la pastilla.

Por uno rato Izuku recibió caricias en su cabeza, no deseando volver a Musutafu nunca y permanecer de esa manera con Shoto.

—También me encantaría —externó Shoto sin dejar de acariciarlo—. Pero hay que volver, cariño.

El corazón de Izuku dio un vuelco ante el mote, no pudiendo evitar ronronear gustoso.

—Por ahora descansa —anunció Shoto—. En un rato te traigo algo de comer, ¿sí? Voy a hacer los preparativos para volver.

—Un día más —canturreó Izuku con un puchero—. Un día más, Sho-chan.

Shoto suspiró resignado ante la ternura que desbordaba su querido chico.

—Pequeño travieso —riñó con una sonrisa—. De acuerdo, nos quedaremos un día más.

El dulce aroma de Izuku golpeó sus sus sentidos y eso fue suficiente para saber que, no importaba lo que fuera, siempre cumpliría los caprichos de su chico. Lo malcriaría, pero no le interesaba. No mientras Izuku siempre

—Te amo —confesó Shoto antes de besarlo con devoción.


Luego de un día más en Kioto, es que decidieron regresar a casa. El vuelo de Kioto a Tokio duró una hora y saliendo del aeropuerto fueron recibidos por un chofer que los llevó de vuelta a la residencia Midoriya. A lo largo de su viaje, recibieron muchas miradas de las personas que se cruzaban con ellos. Después de todo, el periódico nacional había publicado la foto donde Shoto estaba de rodillas dándole su regalo de cumpleaños a su chico. Obviamente, nadie se atrevía a molestarlos o acercárseles, el aroma dominante del alfa era más que suficiente para mantenerlos a raya. 

La mayor parte del trayecto estuvieron con sus dedos entrelazados, separándose cuando debían realizar otras cosas.

Al llegar a la residencia, en la entrada les esperaba una sonriente Inko junto con All for One. Al bajar, la omega abrazó a su hijo y después a Shoto. Al cabo de escuetos saludos, los cuatro ingresaron a la mansión con genuina tranquilidad. Mientras los omegas conversaban, los alfas caminaban detrás de ellos en silencio.

—¡Ah! ¡Estoy tan emocionada, Izu! —exclamó entusiasmada la mujer—. ¡Pronto me darás unos preciosos nietos!

—¡Sí! —replicó Izuku sonriente y feliz, acariciando la parte baja de su abdomen con su zurda.

—¿Y bien, Izu? —habló nuevamente Inko cuando todos se sentaron en los sillones de la sala. Izuku y Shoto en el de dos plazas, en tanto All for One e Inko en el de tres.

—¿Mmm?

—¿Ya decidiste un nombre para tu alfa? —Omitió el nombre del joven a propósito, en caso de que Izuku lo hubiese nombrado diferente.

El joven omega giró su cabeza para ver a un estoico alfa que lo miraba de vuelta. Como era tradición, el omega decidía el nombre de su pareja, un signo de pertenencia total. Su madre había llamado "All for One" a un joven Shigaraki en su momento, ahora era el turno de Izuku. Al ver aquellos ojos que reflejaban adoración hacia él, le hizo reflexionar que "Shoto" no era un mal nombre. De todos modos, los caracteres que lo conforman representan perfectamente a su pareja, alguien capaz de congelar y quemar a quien sea hasta morir. Pronunciarlo era agradable, pero decir "Sho-chan"...

—Shoto —replicó Izuku sin dejar de ver a los ojos al mencionado—. Serás Shoto para el mundo, pero para mí... —besó tiernamente los labios ajenos—... para mí serás Sho-chan.

El alfa simplemente asintió, depositando un beso en la frente de su chico.

—Así será, Izuku.

Luego del nombramiento de Shoto, All for One se dedicó a educarlo en lo que debería hacer de ahora en adelante. Naturalmente, ahora era el Gran Alfa y uno que tenía un negocio familiar que sería absorbido por los Midoriya. Además que, All for One le explicó cómo podía ocupar la energía que Izuku le transfería a través del enlace.

—Como sabes, Shoto —comentó All for One—, el quirk de Izuku es un potenciador. Es decir, hace que el alfa con el que esté enlazado logre sacar provecho de su propio quirk. ¿Recuerdas que en la entrevista con Inko comentaste que manejabas un 65% de tus quirks? Bueno, pues ahora que estás enlazado con mi hijo tienes a tu disposición el 100% de su capacidad. No obstante, debes tener cuidado al usarlo —aconsejó el mayor—, al ser energía lo que se te transfiere eso implica que entre más la ocupes es posible que desgastes a Izuku —informó con rostro serio.

—Entonces, simplemente debo usarlo en casos extremos —concluyó Shoto.

—Puedes usarlo siempre, hijo —dijo el mayor con una sonrisa—, sería muy recomendable que sea cuando ambos estén juntos. Puedes llevarlo a uno de tus trabajos y pelear junto con él. Sentirás como si estallaras y al mismo tiempo te comprimieras. —El ceño fruncido y la cabeza ligeramente ladeada del joven era un claro indicio de curiosidad—. Cuando sea el momento lo sabrás. Por ahora te enseñaré a usarlo.

—Entendido.

Pasaron un par de semanas para que la transición se completara, Shoto se acoplara a la energía que ahora fluía constantemente en él y recibiera la noticia de que Izuku estaba en cinta. Ante el mundo se había mostrado frío, casi desinteresado, pero a puerta cerrada había llenado de mimos y besos a un dichoso omega. Los siguientes meses estuvieron llenos de altas y bajas, experiencias de pareja por las que tuvieron que pasar y que sobrellevaron con éxito. Al noveno mes Izuku trajo al mundo a Eri, una pequeña con cabellos rizados blanquecinos, piel pálida  y ojos azules.

Shoto se volvió un padre encantador en casa, un alfa temible fuera de ella. Nadie volvería a intentar secuestrar o hacer algo a un descendiente de Shoto e Izuku. La consecuencia era una muerte dolorosa y la completa eliminación de un clan. Ese fue el caso de los Bakugou, que habían querido vengarse por la muerte de Katsuki, sin embargo, cometieron un gran error.

Si Shoto era temible cual demonio, Izuku era la muerte misma.

Cuando ellos pelearon juntos para recuperar a su pequeña, Shoto pudo ver que toda aquella energía que ocupaba para potenciar sus propios quirks volvía a Izuku como súper fuerza. En ese momento entendió que, mientras ambos estuvieran en el mismo campo, peleando juntos, la fuerza del omega sería equiparable a la cantidad de porcentaje que usara.

Para cuando recuperaron a Eri, y regresaron a casa, Izuku cayó presa del cansancio en su lecho. Por lo que Shoto se vio en la tarea de velar por sus dos tesoros, limpiándoles y arropándolos. Se acomodó detrás de Izuku que abrazaba protectoramente a su hija. Shoto pasó uno de sus brazos por sobre la cintura de su pareja y envolver a su pequeña de tan solo un año de edad.

Desde entonces, Shoto se juró proteger celosamente a sus hijos y pareja. Nada ni nadie los lastimaría y de eso se encargaría él.

Porque el Gran Alfa era el protector del omega Midoriya, y así sería siempre.

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Y así terminamos esta historia que comenzó como un OS y terminó siendo un mini-fic :'D

Ay, cosas de la vida! jajaja De una vez aviso que tengo por ahí un par de proyectos más para este fandom. Un KiriBaku (porque debo redimirme con mi hijo Katsuki) y un TodoDeku (porque... why not?). Ambas historias ya están planeadas, solo falta escribirlas, veah :'D Cadiie!! Recuerdas ese post sobre el quimerismo? Ah, pues, Ali volverá con un fic hablando de ello! jejejeje OuO

En fin!

Muchas gracias por su apoyo!

Espero les haya gustado este escrito~

Nos leemos~

AliPon fuera~*~*

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