34
Un buen lugar donde dormir, estatus, comida y dinero limpio son cosas que Lavi no había imaginado conseguir. Mirrey logró todo eso en tiempo récord, incluso consiguió compañía. Con la llegada de la noche sólo quiere tirarse sobre una cama y dormir, le duele la espalda desde la siesta que tomó en el autobús.
Ya no se quedarán en un hotel, sino que compró un departamento en la ciudad, no le importó la ubicación lo más importantes es que el lugar sea cómodo y que tenga una cama de su tamaño.
—Disculpe joven —le dice el encargado del edificio, este es un cheeta ya que la residencia es exclusiva para grandes felinos—. Su acompañante no puede entrar en el edificio, hay otro lugar en dónde los simios se hospedan.
—Vivo aquí ahora y ella viene conmigo a donde vaya —responde mientras gruñe hacia el otro.
—No nos haremos responsables si algo sucede con ella, los otros residentes...
—Gracias por preocuparte, no daremos problemas —dice Efer, sorprendiendo al cheeta, ya que los simios no hablan sin el permiso de sus dueños y no se muestra asustada.
Mirrey sigue su camino, ya había hablando con el dueño en la fiesta del pavo real y él le había asegurado que no habría problemas. Ya en el ascensor ve a Efer muy concentrada mirando su reflejo en los espejos de las paredes. Ella gira de un lado al otro mientras sostiene la falda y luego quita las plumas de su cabeza.
—Me veo muy diferente, además nunca tuve tanta atención antes —habla pensativa.
—¿Por qué no? —pregunta curioso.
—No destacamos porque todos somos iguales, eso es lógico —contesta mientras toca su cabello y acomoda unos mechones detrás de su oreja—. Ustedes son muy diferentes, este mundo lo es y me gusta. Es interesante... no puedo expresarlo en palabras.
—También eres interesante Efer, única.
—Lo dudo porque no continuaste con tu análisis. Parece que estás evitándome —Ella lo mira y ladea la cabeza. Mirrey queda paralizado por un momento, entonces las puertas del ascensor se abren en el piso indicado.
—Oh, ya llegamos —dice al mover sus orejas, entonces salen al pasillo para buscar la puerta de su departamento. Lamentablemente se topan con un grupo de jaguares, por lo que toma la mano de Efer para mantenerla cerca.
—¿Qué haces con una simio? —le pregunta uno de ellos.
—Están prohibidas las otras especies aquí.
—Yo no me meto en sus asuntos —responde en un tono grave, haciendo que ellos desvíen la mirada.
Mirrey encuentra su departamento y deja que Efer abra la puerta con la llave. Ambos se adentran al lugar, ella enciende la luz ya que todo está oscuro, entonces ven una pequeña sala, está la cocina completamente equipada y un pasillo con dos puertas.
—Esta es la habitación —comenta al abrir la primer puerta.
—Y este el baño. —Efer entra rápidamente ya que pasó mucho desde la última vez que fue, tomó demasiada agua en la fiesta.
Por su parte Mirrey comienza a sacar sus cosas del bolso de viaje para guardar la ropa dentro de los cajones y el armario, se toma un momento al encontrar el chaleco favorito de la chica, pensado en los cambios que hizo en su vida. Todo lo que sabía era ser un león y que escalar hasta lo más alto era lo único que podía hacer para convertirse en el siguiente líder de la manada.
Agradece a Mia lo que hizo por él, si no hubiera aparecido en su despacho aquella vez no sabe qué sería de él ahora. También es gracias a Efer y a Izaro, y se lamenta no haberse despedido con ellos.
Él acomoda todas las ropas con cuidado al igual que los zapatos. Luego da un salto a la cama para revolcarse sobre las sábanas, las telas son muy suaves pero huelen a jabón y desinfectante, pretende dejar de esa manera su olor en todas partes. Después de todo eso ya es suyo.
—Hey —Efer salta sobre su espalda para luego dejarse caer sobre el cómodo colchón.
—Es como estar sobre nubes —comenta mientras comienza a ronronear.
—¿Te recostaste sobre nubes? Es físicamente imposible —le dice al fruncir el ceño, entonces ladea la cabeza cuando él suelta una risa.
—Es una forma de decir, me gusta pensar que así se siente una nube por la comodidad —le explica al darse vuelta y sentarse para mirarla. Estando frente a frente la toma del rostro para apretar sus mejillas—. Seguramente dirás que eso es imposible de comprobar porque las nubes son cuerpos gaseosos.
—Iba a decir que son hidrometeoros pero te acercaste bastante —contesta al darle una sonrisa.
En silencio él levanta la manga de su vestido para ver la cicatriz que dejó en su brazo, ahora siente un nudo en la garganta cada vez que ve la marca.
—Ya sanó completamente.
—Lo siento mucho. Era un bastardo, sádico, egoísta y-
—Eras —corrige luego de cerrar su boca—. También corté tus tendones esa vez, existía la posibilidad que no te vuelvas a mover, así que no debes sentirte mal.
—¿Tú... sientes? —pregunta, era algo en lo que estaba pensando desde hace mucho, Efer está a punto de responder pero agrega—. No me refiero al sentido del tacto, sino a las emociones.
—Emociones... es que antes no tenía razones para sentir. Sólo hacía mi trabajo como el resto.
—Mmm, siempre eres amable aunque te traten mal o desprecien sólo por tu especie. Además dejamos atrás a Mia e Izaro, ¿no los extrañas? —cuestiona, entonces ella baja la mirada y el silencio los envuelve por unos segundos.
—Al pensar en ellos mis ojos comienzan a picarme y siento algo extraño en mi garganta. Pero lo más seguro es que vaya a enfermar —murmura al mismo tiempo que juega con la punta de su trenza—. ¿También lo crees?
—Eso es tristeza, en tu caso así se siente cuando alguien que quieres está lejos —le explica mientras la ayuda a soltar su cabello, como lo hace todas las noches antes de dormir—. ¿Cómo puedes ser tan inteligente y al mismo tiempo no?
—No tengo experiencias de este tipo, ¿bien? —Efer hace una mueca, por primera vez se muestra molesta y no le dirige la mirada—. Aprendo, imito los sentimientos pero es muy... complejo.
—Te entiendo, yo tampoco soy un experto. —Mirrey la mira al momento de tomar un mechón de su cabello para acercarlo a su rostro, no es secreto que le encantan las cosas suaves y el cabello de Efer lo es mucho—. ¿Qué sientes cuando hago esto?
—Calma, la tristeza pasa —responde de manera precisa, muy fría y calculadora.
—¿Que sucede cuando te toco? ¿Tienes miedo de mí? —continúa con las preguntas al momento de tomar sus manos. Lentamente la acaricia, subiendo por sus brazos.
—Si.
—¡¿Si?! ¿E-Entonces por qué tú...? —Ella lo toma de la cabeza para acercarla a su pecho, de esta forma Mirrey puede oír sus fuertes latidos.
—Es un miedo inusual, mi corazón se acelera pero no quiero huir —le dice mientras una sonrisa aparece en su rostro, cree que él tampoco entenderá pero hizo su mayor esfuerzo en describir su estado.
—Sé a lo que te refieres —responde, haciendo que sus ojos negros brillen. Mirrey ya no tiene el valor de mirarla a la cara, además se encuentra muy cómodo en su pecho.
—Es un alivio saberlo. —Efer lo ve alejarse un poco y luego la hace recostarse en la cama. Se ubica sobre su cuerpo, sin aplastarla, pero tampoco planea dejarla ir.
—Podemos... afirmar nuestra relación esta noche si quieres —se arrepiente un segundo después de decir eso, repitiéndose en sus pensamiento que es un idiota, si algo sale mal terminará muerto.
—Si —responde cuando le acaricia el rostro, luego lleva sus manos a los botones de la camisa para comenzar a desprenderlos uno por uno.
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