12.1

Debido al estado de salud de Ella, Izaro y Mia deciden que esperaran que ella se recupere para reanudar su viaje. 

—Ya han pasado dos días, quiero mi dinero o la habitación de regreso —le dice el gato dueño del motel. Claramente molesto.

—No podemos irnos aún, tenemos unos asuntos que arreglar aquí —responde Izaro.

—No me importa qué asuntos tienen.

—Puedo trabajar para usted a cambio, ¿si? —propone, teniendo la atención del felino—. El aseo no es tan bueno, yo podría dejar reluciente las habitaciones y pronto tendrá nuevos clientes.

—¿Disculpa? Hago todo lo que puedo para mantener el lugar limpio pero las malditas parejas... Bien, pero no te pagaré ni un centavo.

—Muchas gracias señor —dice al tomarlo de la pata para sacudirla—. Sólo queremos la habitación, si quiere puedo comenzar ya con la limpieza.   

—Está bien —acepta para luego ir por los artículos de limpieza.

En ese momento Izaro ve a Mia bajar a la recepción, entonces le da la buena noticia, aunque para ella sólo ha resuelto una parte del problema.  Aún les hace falta dinero para las medicinas. Por ello la gata le dice que irá a buscar trabajo y, para su suerte, en frente hay un bar el cual necesita una camarera. 

—Aquí voy —se dice cuando entra al local. No parece ser un lugar aterrador, pero todavía es de día y, al parecer, aún no se encuentra abierto al público.      

—Vaya, vaya, una linda gatita —escucha una voz masculina, la cual proviene de la barra. Allí se encuentra un lobo gris, el cual sonríe hacia ella—. ¿Mmm? Parece ser más joven de lo que creía. ¿No deberías estar en la escuela?

—Gracias por el alago —responde mientras camina hacia él—. ¿Eres el dueño de lugar?

—Tal vez, ¿por qué?

—Necesito el trabajo —la seguridad en las palabras de la gata deja un poco sorprendido al lobo, quien suelta una risa mientras niega.

—Bien, bienvenida al club —comenta y la guía hacia su despacho para hacerla firmar un contrato de trabajo. Ella lee atentamente las cláusulas para luego aceptar y firmar con el nombre de Luna Sierras—. Luna eh, bello nombre. Los lobos nos vemos atraído por la luna.

—¿Cuándo empiezo? —pregunta la gata al cruzarse de brazos.

—Okey, gatita. Empiezas esta noche —contesta él mientras le entrega su uniforme, un apretado traje con falda corta que le pertenecía a otra camarera.

De regreso al motel, Mia se topa con Izaro en los pasillos, el cual lleva un delantal y guantes amarillos. Ella no puede evitar reírse, aunque se disculpa cuando se le acerca.

—Te ves bien.

—Si claro —responde, haciendo una mueca.

—Ya tengo trabajo y está justo enfrente —comenta sonriendo.

—¿Está bien? No es nada peligroso, ¿verdad?

—No, tranquilo —habla mientras camina hacia la habitación de ambos. Al dar unos pasos dentro ve a Ella sentada en la cama comiendo una ensalada de frutas—. ¿Te sientes mejor?

—Todavía tengo temperatura —responde al tocar su frente—. ¿Por qué?¿Ahora te importo?

—No, pero si te pasa algo Izaro estará muy triste.

—Estás celosa... él no me ve como hembra, sino como amiga, su diosa —habla, haciendo que la felina frunza el ceño—. No voy a interponerme entre ustedes —murmura para entonces continuar comiendo.

—¿Que? No me interesa Izaro, él-

—Entonces no hay problema, olvida todo lo que dije —la interrumpe, haciéndola protestar. 

—Deja de decir idioteces —gruñe mientras entra al baño, pues debe probarse el uniforme.

Para las nueve de la noche Mia ya está en el bar, el lobo gris llamado Secoy le da la bienvenida con una sonrisa. La halaga como era de esperarse debido al revelador uniforme. 

—Oh, los clientes comenzaron a llegar —comenta al ver un grupo de zorros, tal vez festejan algo—. La linda Bellis te dirá qué hacer —agrega mientras señala a un loba con el mismo uniforme que ella.

—Hola, gatita —la saluda con una sonrisa falsa y cínica—. Te dejaré las cosas claras desde el principio, Secoy es mío. ¿Entendiste doméstica?

—Si si, ¿dónde están las bebidas? —contesta mientras camina hacia la barra—. Ayudaré al encargado de los tragos.

—Bien, haz lo que quieras. —Bellis no es del tipo que tenga mucha paciencia, por lo que hace su trabajo sin preocuparse por la gata. Por su parte Mia se presentó con su otro compañero de trabajo utilizando ese nombre falso y él le ordenó servir las bebidas más sencillas.

A la felina le toca servir a varios animales que se sientan en la barra, entre ellos se encuentra una demacrada coneja, la cual bebe durante horas. Cuando pide otra copa, Mia duda en dársela. Pero se acerca a ella debido a la curiosidad. En silencio le extiende un pañuelo para que seque sus lágrimas, entonces la coneja la mira con las orejas agachadas. Le da las gracias mientras se limpia el rostro. 

—Es increíble —dice mientras trata de controlar su voz.

—¿Día duro? 

—Es el peor día de mi vida, ¿sabes? —habla para luego tomar un gran trago—. Todo por culpa de un macho.

La coneja entonces comienza a contarle que hace un año tenía una relación muy bonita con un conejo y un trabajo estable, aunque todo se complicó cuando quedó embarazada.

—Él estaba encantado pero yo tenía otros planes, esos bebés iban a cambiar drásticamente mi vida y decidí abortar. —Mia siente, dándole a entender que está escuchando cada palabra—. Obviamente discutimos y...

—Déjame adivinar, él te abandonó.

—Por un día —responde para luego suspirar—. Luego de la pelea regresó al día siguiente y me dijo que estaría a mi lado. 

Mia escucha como la coneja se preparó física y mentalmente para la operación, él en todo momento estuvo allí y escuchó las advertencias de los médicos. A pesar de todo ella decidió seguir adelante.

—Al despertar él estaba sentado junto a la camilla y tomó mi pata para tranquilizarme —dice, dejando a la felina un poco confundida—. La recuperación fue lenta, meses después todo parecía normal hasta fui ascendida en mi trabajo. Pero él un día preparó sus maletas, le pregunté porqué me hacía esto, que pensé que me había perdonado.

—¿Y luego?

—Él dijo que sólo se aseguraba que yo estaba bien. Se fue hace una semana y no contesta ninguna de mis llamadas —la coneja ya no puede continuar y se rompe el llanto, por su parte Mia no sabe qué hacer y sólo le palmea el hombro—. ¡Quiero odiarlo pero no puedo!

—Oh, no te preocupes —comenta Secoy mientras pasa su brazo sobre los hombros de la felina, así la aparta de los clientes para hablar a solas—. Muchos vienen a ahogar sus penas, no dejes que te afecte, ¿okey?—le aconseja mientras mientras la acerca más y más a su cuerpo.

—Gracias, lo tendré en cuenta —responde para luego escabullirse de sus brazos—. ¿Por las dudas no te atrae Bellis? Es una loba atractiva.

—Ya veo —murmura al dar unos pasos hacia el frente, arrinconando a Mia por la pared más cercana—. No te preocupes por ella, tengo gustos peculiares —susurra mientras se atreve a tomar la cola de Mia, acariciándola con delicadeza. 

Secoy le sonríe para luego colocar en su escote unos cuantos billetes. Mia tarda unos minutos en comprender que es su paga, ya que acabó su turno. El lobo la despide, diciéndole que la espera la siguiente noche.

Esto se repite cuatro noches más, ella sirve las bebidas, escucha los problemas de varios clientes y rechaza al lobo gris, el cual insiste más y más cada vez. Aunque todo ese martirio es recompensado cuando lleva la cena y come junto a Ella e Izaro.

—Sabes que ese muslo que estás comiendo es de una gallina, alguien con familia y amigos —comenta la gata mientras Ella muerde la pata asada.

—Era —la corrige mientras termina de limpiar el hueso. Ella notó hace tiempo que sus acompañantes mantienen una estricta dieta libre de carne, por lo que ambos se sienten un poco incómodos al verla comer.

—¿No sientes una pizca de culpa al menos?

—Ya, no pelen.

—No la conocí —contesta al tomar la segunda pata dorada y jugosa—, y no voy a desperdiciar la comida.

Mia hace una mueca para después mirar a Izaro, él simplemente sube y baja los hombros.

—Necesita fuerzas para recuperarse.

Esa noche Mia se prepara y va al bar, pero Bellis la recibe de manera brusca, sujetándola con fuerza del cuello.

—Maldita doméstica, te dije que te mantengas alejada de Secoy —gruñe mientras hace más presión—. Desde que llegaste está contigo.

—Suéltame. —La felina de un movimiento rápido coloca su pata en el rostro de la loba—. Desfiguraré tu rostro si no me sueltas —le advierte cuando saca sus garras lentamente, las cuales hace presión en la piel de la otra hembra.

Bellis la libera de su agarre cuando nota que Secoy camina hacia ellas, entonces finge que nada pasó mientras acomoda su pelaje.

—Buenas noches mi Luna —saluda él mientras mira a Mia. Ella responde con una sonrisa nerviosa para luego ir a la barra.

La noche es tranquila, todo normal hasta que otro felino comienza a coquetear demasiado con Mia. El cerval le dice lo hermosa que se ve con el uniforme y le propone darle mucho dinero a cambio de otro tipo de servicios. Ella lo rechazó pero éste la toma de la muñeca con fuerza, entonces Secoy interviene.

—Esa no es forma de tratar a una dama —le dice para luego gruñir con ferocidad, cosa que asusta al felino y lo hace huir del local—. ¿Estás bien Luna? Deberíamos revisar esa muñeca.

El lobo la toma de la pata para guiarla hacia su oficina, una ves allí oye como coloca el seguro de la puerta. Mia retrocede cuando está frente a frente con Secoy, él se deshace de su corbata para luego acorralarla contra el escritorio.

—Sabes... me gustas mucho. Cada vez que te veo quiero tocarte y sentir tu agradable olor —comenta mientras acerca su nariz al cuello de ella, la olfatea con energía al mismo tiempo que recorre su cuerpo y aprieta con descaro los senos de la felina.

—Espera, y-yo...

—Tranquila, seré gentil y luego podrás decirle a tus amigas que un macho como yo se fijó en ti —murmura y lame su rostro, rozando parte de su boca—. Eres tan adorable.

—Aquí no —dice cuando él la sienta sobre el despacho y se coloca entre sus piernas.

—¿Hum?

—El cerval iba a pagarme mucho dinero, estaba haciéndome la difícil para que ofrezca más pero usted lo arruinó —le explica, haciendo que la imagen de tierna e indefensa cambien para Secoy—. ¿Cuánto tienes para ofrecer?

—Que sorpresa, me gustas mucho así —responde, de repente muerde su clavícula lo suficientemente fuerte para dejar una notable marca—. Te daré mucho a cambio de varios días, ¿crees poder resistir?

Secoy toma una bolsa que está a un lado del escritorio y la enseña una gran cantidad de dinero. El cual hace que Mia acepte con gusto. Aunque pone una condición.

—Soy amiga del dueño de este lugar y podremos quedarnos todo el tiempo que queramos —le dice mientras entran al motel que está cruzando la calle. El lobo hace una mueca por la horrenda fachada del exterior pero nota que por dentro el lugar es bastante agradable, no hay ese característico olor a sexo de los moteles.

La gata le da una sonrisa mientras lo guía por el lugar, suben las escaleras y llegan a una puerta al final del pasillo. Él ya no puede contenerse y arroja al bolsa con el dinero cuando entran a la habitación, para luego tomar a Mia y arrojarla sobre la cama.

El lobo comienza a gruñir mientras con sus garras rompe el uniforme de la felina, además lame su cuello con energía.

—¿Mia? —dice alguien en la puerta, Secoy se separa para ver al otro lobo y a otra criatura salir del cuarto de baño.

Izaro actúa al ver a su amiga un poco asustada y con la ropa rota, a pesar de ser más pequeño muerde al lobo un par de veces para luego alejarlo de Mia.

—¿Estás bien? —le pregunta al momento de cubrirla con las sabanas. Ella todavía se encuentra temblando y ve al lobo levantarse.

—¿Qué carajo está pasando? ¿Quién eres tú? —Secoy estaba a punto de atacar a Izaro pero la simio golpea su hocico, haciéndolo perder uno de sus colmillos—. M-Maldita, Luna tú-

—Yo seré tu compañera lobito, vamos a jugar —lo interrumpe Ella mientras camina hacia él.

Al día siguiente el pequeño grupo ya se encuentra de nuevo viajando, ahora con ropa nueva y mucho dinero gracias al lobo pervertido.

—Dijiste que no era nada peligroso —le recuerda Izaro, claramente molesto por haberse arriesgado otra vez.

—Estoy bien, no fue nada —responde mientras ve a Ella guardar su collar, ahora con dos colmillos.

—Segura que no te hizo algo antes de que nosotros-

—Muy segura, sólo esto —Mia señala su cuello el cual tiene la marca de la mordida. En ese instante siente la lengua de Izaro, él lame su pelaje hasta quitar todo rastro de sangre seca—. Gra-cias...

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