10
Usualmente los días son calmados para la mayoría de los carnívoros, en especial los de mayor tamaño. No sienten ese miedo instintivo de los herbívoros y tampoco deben preocuparse de ser atacados por otros carnívoros.
—El tamaño lo es todo —repite las palabras de su padre. Siempre se las decía, al menos cuando eran una familia. Antes de que él formara una nueva junto a una leopardo—. Crece tanto como puedas.
Así lo hizo, llegando a ser igual de alto que los leones, sin embargo eso le quitó toda la emoción que pudo llegar a tener en su vida. Sumergido en una profunda depresión, casi al borde del suicidio, vio una luz.
—Bienvenidos a una nueva reunión. Todos van a presentarse y decir a qué se dedican, no sean tímidos —dice el tigre, el cual preside la reunión, los segundos pasan y nadie dice nada. Entonces él suelta un suspiro, no puede creer que los adultos presentes no puedan manejar algo tan simple como en hablar en público.
—Yo empezaré —dice, haciendo que las miradas vayan hacia él.
—Comienza cuando quieras.
—Me llamo Raz Salva, soy escritor, no tengo familia y por mi aspecto verán que soy un leopón. Mi padre es un leopardo y mi madre una leona. Esta es la tercera vez que vengo a la reunión —se presenta y espera a que los demás tengan el valor de hablar también.
—¿Raz Salva? El mismo que escribió "Cruel agonía" —pregunta otro integrante de la reunión. Este, por su cuerpo delgado y rayas, le hace suponer a Raz que es un híbrido entre tigre y guepardo.
—Si, el mismo. Pero este no es un club de lectura —comenta de forma desinteresada. Hace años le hubiera gustado hablar de sus obras, ahora ya nada importa.
Con el transcurso del tiempo todos se presentan, hay gran diversidad de animales en la reunión pero todos tienen dos cosas en común. Son grandes felinos y todos ellos son híbridos a excepción del encargado de la reunión.
—Para los nuevos que no lo saben, estas reuniones son un apoyo para aquellos que se sientan fuera de lugar debido a sus características especiales —les explica el gran tigre—. Si quieren pueden contarte al grupo alguna situación que vivieron relacionado a lo que son. Raz, ¿puedes empezar tú?
—Ya que —murmura al soltar un suspiro. Entonces hace memoria, no sale muy seguido a la calle porque no le gusta socializar y prefiere quedarse en casa—. Ayer fui de compras y me topé con un león, era joven y pensó que me estaba burlando de ellos por mi melena. Me insultó y los demás alrededor estaban a punto de golpearme. Así que me arranqué un mechón para mostrarles que mi melena es real —comenta para luego enseñarles la zona sin pelo a un lado de su cuello.
—No hace falta llegar a esos extremos Raz, pero ese momento debió ser muy duro para ti.
—Si, lo fue —concuerda, aunque una voz en su interior le dice que nada importa, esa pequeña discusión pronto se le olvidará.
—Yo tengo algo que confesar —empieza la ligresa llamada Fon, ella se presentó y les dijo que sus padres son un león y una tigresa—. Tengo dos compañeros de trabajo que me interesan mucho, pero no sé a cuál elegir. No sé si quiero la vida de una tigresa o de una leona y termino con un fuerte dolor de cabeza cuando pienso demasiado en ello.
Es patético. No eres ninguna de las dos, ¿porqué vivir como ellas?, piensa Raz.
La reunión acaba con todos dándose la pata y prometiendo que volverían el siguiente fin de semana. Raz es el primero en marcharse, le molesta hacer las compras, le molesta tener que cocinar, tener que comer pero le molesta aún más los sonidos de su estómago.
—Señor Raz, espere. —Él se detiene al escuchar su nombre y ve al joven que habló de su libro—. No quiero molestarlo, sólo quiero su autógrafo —dice al tener el libro en sus patas.
—Bien —murmura cuando toma el bolígrafo y firma la segunda hoja. Espera que con eso ya lo deje en paz, sin embargo éste camina junto a él, sin intenciones de irse.
—Jamás pensé que conocería a Raz Salva. Tus obras son impresionante, los finales inesperados y un poco deprimentes pero-
—Escucha, tengo cosas que hacer. Podemos hablar en otro momento.
—Si, lo siento. Gracias por la firma —dice antes de tomar otra dirección.
Una vez solo, Raz reanuda su caminata hasta un supermercado. Directamente se dirige a la sección de carnicería y ve los precios. Estos son realmente altos por obvias razones, sólo los más adinerados pueden pagar y no ser juzgados por alimentarse apropiadamente.
—Lo mismo de siempre —le pide al encargado, quien corta la pieza rápidamente, la envuelve con una bolsa de plástico y luego la coloca dentro de una caja.
Todo eso es necesario para que los herbívoro no se sientan mal, piensa el leopón al rodar los ojos. Él mismo puede visualizar su propia carne allí, algún día, todos terminan de la misma forma y negarlo sólo es colocarse una venda en los ojos.
En la entrada siempre están los grupos activistas que exigen que dejen de abastecer con carne y pescado los locales. Cosa que irrita bastante a Raz, los molestos gritos lastiman sus sensibles oídos.
—¡Todos podemos vivir en paz! ¡No compren carne y pescado!
—¡Los peces pertenecen al mar, al mar!
—¡Les estamos robando su alimento!
Para su mala suerte uno de los activistas detiene a Raz y le pide que mire a la cámara mientras le hacen una pregunta.
—Disculpe señor, ¿sabe que miles de vidas se pierden en las carreras anuales para que puedan tener carne en su plato? Seguro está de acuerdo de que debe prohibirse este espectáculo tan violento y otras prácticas similares.
—Bueno-
—Hay estudios realizados que dicen que los carnívoros pueden vivir con una dieta libre de carne o pescado —lo interrumpen al estar más interesados en el vídeo.
—Acabo de comprar carne, debo comerla tres veces a la semana o tendré una anemia muy aguda —responde al enseñarles su bolsa de compras. Ellos retroceden en ese momento haciendo una mueca de asco y miedo.
—Ya oyeron, tiene una parte de cadáver pudriéndose en esa bolsa. Audiencia, tengo mucho miedo ahora —Raz hace una mueca al oír a la cebra, además esta no parece tan asustada ya que está a su lado enfocándolo con la cámara.
—Con permiso, debo irme. —Él trata de seguir con su camino, pero vuelven a detenerlo, incluso toman su compra.
—Le daremos paz a esta pobre criatura.
—Pagué por eso, es mío —responde, pero ese grupo de animales insiste en hacer justicia mientras lo filman—. Quieren un espectáculo, les daré uno.
Raz suelta un fuerte rugido, asustando verdaderamente al grupo de herbívoros, además pasa a ser el centro de atención de cada animal que está cerca. Sus víctimas gritan de terror cuando él salta sobre ellos, aunque su objetivo es la bolsa. Todos huyen despavoridos al ver como el gran felino desgarra un trozo de carne cruda en plena vía pública.
Todo eso resulta con Raz detenido y encarcelado por disturbios y fundir el pánico en los demás animales. Ya en su celda, él medita lo que sucedió.
—No debí comerla cruda, sabía horrible —murmura para sí mismo.
En eso comienza a escuchar unos golpes y al voltear a su derecha ve a otro animal encerrado. Pero, para su sorpresa, se trata de un joven oso pardo.
Los osos son muy raros, obviamente es un extranjero ya que viven en las tierras frías del sur o del norte del planeta, pero Raz también reconoce que es hijo de extranjeros porque sus padres vinieron del otro lado del mar.
>|Lo que me faltaba, así nunca podré encontrarla|< dice, hablando en su idioma natal mientras golpea suavemente su cabeza contra los barrotes.
>|¿A quién buscas?|< pregunta el felino, haciendo que los golpes se detengas. Sin embargo, antes de que el oso pudiera responder, el guardia lo llama para decirle que está libre.
—Lo suponía —murmura al ver a su media hermana detrás del guardia—. ¿Qué haces aquí Maya? —pregunta mientras da unos pasos fuera de su celda.
—Lo mismo pregunto, esperaba esto de nuestros hermanos pequeños, no de ti —cuestiona al cruzarse de brazos—. Te llevaré a casa y quiero que me expliques qué pasó.
—Si, pero libérenlo —dice cuando señala al oso.
—También causó muchos disturbios y ni siquiera sabemos lo que dice —responde el guardia.
—Es extranjero y no sabe nuestro idioma —Raz se molesta en explicárselo, entonces le pide a Maya que pague la fianza del joven también. Ella lo hace sin saber muy bien la relación que tienen ambos, ni siquiera sabe si se conocen, sin embargo no tiene tiempo y debe regresar al trabajo.
Por su parte Raz lleva al oso a una cafetería para charlar, él no va a dejar pasar la oportunidad de poner en práctica lo que aprendió. Él mismo debió estudiar diferentes idiomas y traducir sus obras para que lleguen a más público, ahí está el secreto de su éxito.
*Nota: la charla se da completamente en el idioma del oso pardo.
—¿Usted me entiende?
—Estás lejos de casa —murmura mientras bebe un poco de café.
—Ah si... —responde al rascar su nuca—. Me llamo Teo, gracias por sacarme de la cárcel.
—No hay nada que agradecer, me interesa tu historia. Tal vez me ayude a escribir un nuevo éxito —comenta al entrecerrar los ojos—. ¿A quién buscas? ¿De dónde vienes? ¿Cuáles son tus motivaciones?
—Oh, demasiadas preguntas. —Teo sacude sus patas frente a él y luego suspira.
—¿No puedes responder? Debe ser un gran secreto —supone Raz mientras menea su cola de un lado al otro suavemente.
—¿Por qué me ayudó? No me conoce —cuestiona el joven al señalarse.
—Ya lo dije, tal vez me des inspiración. ¿Cómo terminaste encerrado?
—Yo sólo tenía hambre y traté de preguntarle a los animales de la calle donde encontrar un mercado. Pero nadie me entendía y gritaban asustados —un gruñido interrumpe el relato del oso y llama la atención del resto de los clientes y de los empleados del café, los cuales ya estaban notablemente nerviosos desde que ellos entraron—. Es mi estómago.
—Los de tu especie son omnívoros, ¿verdad? —pregunta, a lo que Teo asiente rápidamente. Entonces le pide al mesero que traiga comida para su acompañante luego de colocar una gran cantidad de dinero sobre la mesa.
En minutos Teo recibe un plato con un gran sándwich bastante completo aunque sin carne, además a un lado tiene papas fritas y sólo el aroma de la comida provoca que el oso comience a salivar. Teo se lanza sobre el plato, devorando todo en minutos.
—Más por favor —pide mientras lame sus garras. El empleado tiembla un poco y da un paso atrás, es comprensible porque por un momento pensaron que el pardo iba a devorarse a todos—. Ah cierto, gracias por la comida —dice mirando a Raz, había olvidado sus modales y que nadie lo entiende.
—No hay problema —responde al subir y bajar los hombros, luego le ordena al ciervo que los atiende que traigan más comida para el joven. El felino lo analiza en silencio, por su comportamiento deduce que ha pasado varios días sin comer y por su olor, imagina que tampoco tocó el agua.
—Que delicia —comenta Teo mientras lame su plato.
—Mmm, no tiene vergüenza, no le importa que los demás lo observen —piensa Raz al continuar bebiendo su café, no es una de sus bebidas favoritas pero quiere quitarse el sabor de la carne cruda de su paladar—. Es genuino... debe venir de un pequeño pueblo porque no sabe comportarse en público. Naturalmente iba a terminar en la cárcel.
Cuando salen de la cafetería, Teo se despide del felino, sin embargo este lo sigue mientras camina unos pasos detrás de él.
—¿A dónde irás?
—Bueno...
—No conoces esta ciudad, no hablas el idioma. Puedo ayudarte si me explicas qué buscas. —Raz se detiene al igual que el joven oso ya que sintieron el característico olor a sangre, el rojo mancha el piso y paredes del callejón por dónde pasaban. Teo no duda en entrar, siendo seguido por el mayor quien maldice en voz baja—. Espera, no vayas.
—¡Alguien está herido! —exclama este, llamado la atención de los otros peatones. Él joven pardo queda paralizado al ver un cuerpo, hay demasiada sangre y puede apreciar cada órgano que debería estar en el interior.
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