El Hombre Olvidado
Un tranquilo bosque llenaba la mente del joven, detrás suyo un hombre mayor le miraba con orgullo, entonces la tormenta llegó, oscureciendo el lugar, junto a esta una entidad pálida arribo, el hombre fue contra el extraño ser, desvaneciéndose juntos.
—¡Maestro! — grito el joven de ropas largas, de tono esmeralda.
El joven sin nombre despertó, había andado sin rumbo, ya hacia mucho que había dejado atrás el bosque de Leiron, pero su mente permanecía tranquila, ya que al fin podía estar fuera, el sentir una brisa diferente, los olores del campo y el fuerte calor del claro le hacían sentir vivo.
Había tomado un descanso, pero los recuerdos de la tragedia venían a él.
Delante suyo vio que el camino llevaba a una gran montaña, había sabido que al norte del bosque encontraría una gran ciudad con grandes muros, de aquellos relatos había nacido un gran anhelo por visitar el lugar, pero olvidaba la imponente estructura natural que se interponía.
—No he llegado muy lejos como para detenerme — se dijo el joven antiguo con optimismo.
Al llegar al pie de la árida y desolada montaña noto algo reluciente en el suelo, este lo tomo y le admiro por un buen rato, se trataba de una pluma blanca, esta parecía resplandecer, relucía como la plata.
—Pero que hermoso — admiraba la pluma — quisiera ver al ave que porta tan bellas plumas — sin mas guardo la pluma en un pequeño morral que colgaba de su hombro y empezó a escalar la montaña.
Sin previo aviso el ocaso llego, el Espíritu del Bosque fue sorprendido en la ladera de la montaña, este miraba los alrededores de la gran estructura en búsqueda de un lugar donde pasar la noche, pero solo veía pequeñas cornisas y precipicios abruptos, apurado por la noche este nota una cueva, con apuro libera una liana para llegar a la cavidad erosionada, al entrar se encuentra con una oscuridad absoluta, la respiración del joven se volvió agitada, la corriente de aire llegaba helada a la piel del antiguo, el corredor de la cueva parecía ser largo, ya que el Espíritu caminaba y no topaba con el fondo de la cueva.
—Tal vez pueda cortar camino por aquí — se decía frotándose los brazos por las fuertes corrientes de aire.
La oscuridad continuaba, el joven seguía sin encontrar fin a la cueva, sabia que la montaña era enorme, pero la preocupación lo atosigaba, sin previo aviso el camino pareció tomar una inclinación y las paredes de la cueva dejaban caer agua, es Espíritu del Bosque se puso nervioso y ante la oscuridad no pudo evitar resbalar, la caída fue larga al igual que su grito, horas pasaron para que el joven despertara, pero ahora el lugar se encontraba iluminado, se trataba de musgo que brindaba luz al sitio, el joven pareció reconocer el tipo de planta.
—Nocte amans — dijo animado de verlas, se encontraba en un riachuelo, a su alrededor miraba grandes rocas llenas de musgo nocte amans, mas allá podía ver restos de pilares, junto varios huesos humanos, cráneos y huesos, cientos por todo el lugar, intrigado se levanta yendo a donde estaban las ruinas.
—¿Pero que es esto? — decía viendo los alrededores, en una pared vio la pintura de un hombre alado, parecía verse con un aura de deidad — ¿Habrá sido un templo?
—¿Te lo parece? — escucho el eco en el solitario lugar.
—¡¿Quien eres?! — exclamo asustado mirando por todos lados.
—¿Quien soy? uhm... — decía pensativo — realmente llevo mucho tiempo pensándolo pero no encuentro respuesta.
El Espíritu del Bosque seguía mirando por todos lados temeroso, solo miraba escombros.
—¿Quieres decir que estas aquí desde siempre? — preguntaba impresionado.
—Si... — admitía con pena — Solo he vagado por este lugar sin fin.
—Déjame ayudarte — ofrecía su mano el joven — permiteme mostrarte el cielo.
—¿Cielo? — preguntaba sin encontrarle sentido.
—Si, es un gran espacio sobre las montañas, la tierra y los arboles — declaraba con emoción.
—Suena grandioso, aunque no se que son esas cosas que mencionas — respondía contagiado por la emoción de su oyente — ¿Pero si sabes como salir de aquí?
—Yo no — confeso.
—Entonces estamos atrapados los dos — decía decaído, el joven no mostraba angustia, solo se le veía interesado en el sujeto alado.
—Sabes somos muy parecidos —le contaba el Espíritu del Bosque — yo al igual que tu desconozco quien soy, sobre todo vivía atrapado, deseoso de ver lo que albergaba el mundo en el exterior.
—¿Y has encontrado la verdad de tu ser? O ¿Has visto lo que el exterior tiene que ofrecer? — le cuestionaba esperando una gran respuesta.
—No, pero me gustaría que estuvieras a mi lado cuando logre estas metas, igualmente quisiera estar ahí cuando tu sepas tu verdad — revelaba el joven, las palabras tocaron al extraño — ¡Sal! ¡Ven vamos! —invito el Espíritu del Bosque al extraño de la cueva.
Una gran sombra salio de entre las ruinas, era un hombre de largos cabellos dorados, ojos azules como el mar, piel blanca como la leche y un cuerpo bien trabajado, pero habían dos cosas que impresionaron al joven, la primera era que estaba desnudo delante suyo y la segunda era que tenia unas alas impresionantes.
—Tu... — decía impresionado por sus alas — no eres alguien normal...
—¿Pero que dices? Si eres tu quien trae cosas sobre su cuerpo —decía mirándole bien — Pero mas importante estamos atrapados.
—No, gracias a las Nocte amans —decía con seguridad.
—¿Note amas?— preguntaba sin entender.
—Me refiero a lo que tu ves como musgo — contaba el joven antiguo — todo ente vivo tiene espíritu y ellas no son diferentes. Me dicen que caí de allá arriba.
—¿Quieres decir que existe una salida y es gracias al musgo?¿Y porque se llama Note ama? —preguntaba intentando saber.
—Si es gracias a ellas y son Nocte amans, se llaman así por la leyenda de un mercader que solía viajar mucho, lo cual le complicaba estar con su amada, un día ella murió mientras este estaba en un viaje, su espíritu no pudo descansar en paz hasta volver a verle así que tomo residencia su espíritu en un musgo cerca de su casa, ya en la noche el mercader volvió a su casa donde se topo con el cuerpo sin vida de su amada, lloro su muerte pero solo para toparse con la figura de su amor a la lejanía, este impactado fue hacia el exterior solo para toparse con el musgo brillante — contó el joven antiguo al subir por el muro de rocas junto a su alada compañía.
—¿Quieres decir que ella murió por aquí y volvió en espera de re-encontrarse con su amado? —pregunto mirando el brillante musgo.
—Tal vez, o solo son almas naturales — respondió el joven.
Al llegar a la cima el espíritu del bosque reconoció el oscuro corredor, una sonrisa vino a el.
—Estamos por llegar — decía contento a su compañero.
—Puedo sentirlo — respondió sintiendo la fría corriente de aire, pero sin darle importancia avanzo decidido al exterior, su compañero le siguió de cercas, hasta lograr salir y recibir los primeros rayos de sol, al inicio el hombre alado no podía ver ante la implacable luz.
—No te desesperes, es normal ante el largo tiempo que tienes viviendo en la oscuridad — le informo el joven, las alas hombre se extienden para envolverse a si mismo en ellas, emitiendo un resplandor dorado, el Espíritu del Bosque mira sorprendido como el sujeto sale vistiendo una toga rojiza con detalles dorados.
—Creo... creo saber mi nombre —dijo el hombre alado asombrado — Soy Dhaerios.
—Dhaerios — dijo pensativo el espíritu del bosque.
Una fuerte punzada en la cabeza de el hombre alado le hizo tambalear, el joven fue a auxiliarlo, pero su voz no llegaba a el, la voz de una mujer resonaba en el.
«—¡Dhaerios! ¡Dhaerios! ¡Vienen por nosotros! — gritaba la voz femenina.
Este miraba un paisaje desolado, lleno de plumas manchadas de sangre, delante suyo un enorme ejercito iba con armas en mano en su contra, el temor lo tomo desprevenido.
—¡Tenemos que ir al castillo! —anuncio apremiante la voz de la fémina — El castillo flotante es lo único que nos salvara.»
—¡Demonios reacciona! —gritaba preocupado el joven al sacudir a Dhaerios, este volvió en si de un sobresalto — Que alivio.
—Eso... eso que vi... — decía afligido intentando procesar lo ocurrido.
—¿De que hablas? — se encontraba confundido el Espíritu del Bosque.
—Tuve... tuve algo así como un recuerdo... — la confusión resonaba en sus palabras —Parecía muy lejano...
—¿Que fue lo que viste? — le intentaba ayudar.
—No es lo que vi realmente —contaba Dhaerios, aún sin comprender el mismo — es el lugar donde debo ir.
—¿Cual es?
—Es alguna clase de castillo flotante — levantó los brazos al aire como si pudiera invocarlo sobre el.
—Suena majestuoso — decía con emoción — Pero no se donde quede ese castillo.
—Ya veo — decía con decepción, su mirada se apagaba mirando el suelo.
—Pero tal vez encontremos quien sepa de ello en la ciudad amurallada — apunto mas adelante, entre nubes se lograba ver unos muros gigantescos y torres que sobre salían de ellas, la mirada de Dhaerios volvió a encenderse.
—Si es así iremos juntos en este viaje — el hombre alado no podía evitar mostrar su alegría.
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— Las piezas están en movimiento —decía un vigilante observando la escena desde su trono —Pronto Natural Force estará completa y la profecía se cumplirá.
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