Capítulo 8


Capítulo 8

Usualmente los viajes en la camioneta de Judd iban acompañados de buena música a todo volumen, pero parece que hoy no es uno de esos viajes.

- Voy a poner música- tomé mi celular, lo conecté al radio y que me llevé el diablo. La canción que comenzó a sonar- Cállate, no vayas a decir nada- la canción de Do it for me, de Rosenfield, definitivamente no era lo que tenía en mente.

- No iba a decir nada- la sonrisa burlona se hacía evidente en sus labios, maldita sea. Esa canción nos trae muchos recuerdos. -pero debo decir que vienen a mi muy buenos recuerdos- La erección era evidente, me limité a sonreír, si que eran buenos recuerdos.

La química que Judd y yo teníamos en la cama era increíble, bueno en cualquier sitio. Sabía lo que me volvía loca, lo que me hacía perder la razón y ser la persona más primitiva del mundo, al igual que yo, conocía cada parte de su cuerpo a la perfección, sabía como volverlo loco.

Escuchábamos en silencio la canción, mientras que con cada minuto que pasaba de la canción, la tensión sexual incrementaba a un ritmo alarmante. Malditas hormonas, contrólense.

Bajé aún más la ventanilla como si fuera posible, necesitaba algo frío, necesitaba aire. Mi perdición fue cuando sentí la mano de Judd posarse sobre mi muslo y apretarlo. Su mano tan grande y masculina, las maravillas que hacía con ellas.

Mis mejillas estaban calientes, por no mencionar qué otra parte lo estaba. Traté de enfocarme en otras cosas, cuántos arboles había en una cuadra, cuántos carros rojos pasaban por nuestro lado, en el carro tan parecido que estaba frente a mi casa.

- Llegaron mis padres- fue como un balde de agua fría que reventó la burbuja caliente en que nos encontrábamos Judd y yo.- Fue lindo tener la casa sola durante un tiempo- Judd paró y parqueó al lado del carro de mis padres, para luego bajarnos- Mamá, Papá ¿cómo estuvo el viaje? – corrí a abrazarlos y ellos respondieron igual

- Muy bien cariño, tenemos que ir todos juntos la próxima vez- Dijo mi muy bronceada madre- Judd, tesoro, ¿cómo estás? – me soltó y fue a abrazar a Birch

- Muy bien, Margaret, espero que les haya ido muy bien en su viaje- mi madre adoraba a Judd, tenían muchas cosas en común

- Ni te imaginas cariño, tu y _______ deben ir, a ver si por fin me dan un nieto

- ¡Margaret!- grité- Judd y yo solo somos amigos- Mi madre rodó los ojos y miró a mi padre

- Cariño, ¿cierto que tu no opinas lo mismo?- Mi padre a duras penas prestaba atención, se veía agotado

- Claro que no son SOLO amigos- pero cuando querían joder, se ponían de acuerdo- solo espero que terminen la carrera jovencitos, no quiero sorpresas antes de eso- solté un grito desesperado- ¿Nos acompañas a cenar, Judd? – lo adoraban, maldita sea, ¿qué hacía la cara de culo de Judd que lograba cautivar a mis padres?

- Claro que si- me dedicó una de esas sonrisa que odio-me encantaría, así aprovechamos ______ y yo para hacer una tarea que tenemos pendiente- respira_______, respira, No vas a ceder, no vas a ceder a el y su maldita entrepierna.

- Si, tienes razón- traté de sonreír lo más natural posible, pero la ira, ese imbécil me las va a pagar

- ¡Perfecto! ¿qué tal unos canelones napolitanos!- y justo mi plato favorito. Tendría una charla muy seria con mis padres luego.

La vida a veces es injusta, cruel y suele ponernos a prueba todo el tiempo. Creí que tendría algo de tiempo antes de la cena para una ducha de agua fría, pero mis padres, mis amados padres hicieron lo posible por retenerme en la cocina hasta que los canelones estuvieron y no tuve de otra que sentarme enseguida, al lado de Judd, para variar, y comer, mientras intentaba evitar la mirada de el idiota.

- Dime Judd, ¿Cómo están tus padres? Diane y yo tenemos pendiente en planear un picnic familiar- Mi madre sabía como sacarle las palabras a Judd

- Están muy bien, algo ocupados, pero creo que este fin de semana estarán en casa, si quiere puedo decirle que planeen el picnic en casa- tan hospitalario este estúpido

Tosí para ahogar una carcajada, lo cual llamó la atención, pero rápidamente fue desviada a Judd y su amable actitud.

Terminada la cena, permanecimos aun sentados en el comedor, tomando vino y hablando de coas irrelevantes. La presencia de Judd a mi lado exudaba un calor alarmante, y su mano en mi muslo no ayudaba mucho que digamos.

- _________, cielo, no sé si te conté, pero nos encontramos con los padres de tu ex, ¿cómo era que se llamaba el chico? ¿Javier?

- ¿importa, mamá? De todas maneras, ni te caía bien- tomé un sorbo de vino- ¿y qué pasó? ¿qué te dijeron?- pregunté con fingido interés para distraer la mente de la mano que subía y bajaba constantemente

- Bueno, me dijeron lo mucho que sentían la ruptura y que- tomó un sorbo de vino y ahogó una sonrisa- si podíamos interceder para que ustedes volvieran- la osadía. Solté una carcajada, la mano de Judd apretó mi muslo y su mandíbula se tensó- Imaginate, Judd, cielo, que ese tal Bruno, después de lo que le hizo a mi hija, pretender volver con ella- mi padre negaba, sabía que mi madre estaba tomando de más

- Cariño, los chicos deben ir a trabajar, y tu y yo a dormir, ya has bebido demasiado- mi padre ayudó a mi madre a incorporarse y esta nos dedicó una sonrisa- que les rinda muchachos. Gracias por aceptar cenar con nosotros Judd, estás en tu casa- El aludido sonrió con falsa inocencia y ese fue mi fin

Subimos las escaleras en silencio, entramos a mi cuarto y como tenía planeado, iba a darme un duchazo rápido.

- Me voy a bañar y no, no es una invitación- este soltó una carcajada

- Lo que tu te quieras creer, idiota- rodé los ojos para luego sacarle el dedo de en medio mientras entraba al baño.

Entré al baño y enseguida me desnudé. Maldita sea, no puedo con esto. Recordar la sensación pesada de la mano de Judd en mi muslo me estaba enloqueciendo, y más aún sabiendo lo que esta me provocaba un poco más arriba.

Mi respiración se estaba volviendo agitada, todo mi cuerpo se sentía caliente. Maldita sea Judd, esto es tu culpa.

Abrí la llave de la ducha y el agua fría empezó a golpear suavemente contra mi espalda, pero no encontré el alivio que necesitaba. Tener a Judd en mi cuarto, en mi cama, sabiendo que cuando se fuera su aroma iba a quedar impregnado y que tendría que olerlo porque no sería capaz de cambiar las sabanas sin antes deleitare con su aroma. ¡Estúpido Birch!

El agua fría no funciona, solo me queda una opción. Seguramente Judd se quedaría dormido en unos momentos, no habría nada de malo en...

Mi mano bajó hasta mi zona más necesitada de atención, quizás así pueda liberar algo de tensión. Empecé a acariciar con delicadeza mi zona sensible, para luego ir aumentando la intensidad. Mientras una mano trabajaba, otra se encargaba de tapar mi boca y evitar que cualquier sonido comprometedor saliera de esta.

No iba a encontrar el alivio completo que quería, pero, sería mínimamente suficiente.

Introduje un dedo y luego otro, la creciente sensación que se estaba acumulando en mi vientre iba a matarme. Solo con imaginar a Judd frente a mi besándome el cuello era suficiente, ese era todo el poder que le había dado a ese imbécil.

- ____________- mierda, su voz solo hace que me moje aún más. Tragué saliva

- ¿q-qué quieres?- patético, simple y llanamente patético

- ¿qué pasó con tu voz?- una risita con tono oscuro se escurrió por mis oídos, mierda, necesito a Judd dentro, pero... la apuesta...el la ha roto en varias ocasiones, ¿por qué yo no? – te estás demorando demasiado ¿te ayudo a bañarte?- burlándose como siempre, sin saber que ¡Mierda! Ya casi, ya casi estaba a punto de...- esto sí que es interesante- los ojos verdes de Judd me miraban con detenimiento- No creo que esto sea por tu...ex

- No, no es por el- si el quiere jugar, yo lo puedo hacer sin problemas también – es por ti- seguí con mis dedos en donde quería a Judd- r-recordé aquella vez que cogimos en ...Mierda- ya no puedo pensar frases completas o coherentes. Judd estaba parado frente a mí, tan cerca, con su mano puesta en su erección – c-cuando cogimos en el gimnasio- tragué saliva, mi clímax estaba cerca y podía sentirlo

- ¿Ah sí?- sus ojos estaban fijos en mi- ¿fue cuando estaba practicando kickboxing o cuando estaba haciendo mi rutina normal?- y como si hubiera sido transportada a aquel momento, un sudoroso Judd, sin camisa, practicando kickboxing, ¡Maldita sea!

- ¡¿Te vas a quedar allí sin hacer nada?!- y en cuestión de segundo tenía a Judd dentro.

- No era tan difícil decirlo- susurró en mi oído

- Callate- quité su camisa con desespero por contacto físico, solo quedaba la tela de sus pantalones, pero no importaba, ya lo tenía donde quería – más fuerte Judd- sus manos tomaron mis muslos y me terminó de alzar y hacerme enredar mis piernas alrededor de su cadera.

Sus dedos se hundían en mis muslos, su pene tocaba los puntos exactos, sus labios jugaban con la piel de mi cuello y mis pechos.- Mierda Judd, ¿qué me estás haciendo?- sus embestidas eran firmes y fuertes, justo como me gustaba.

- e-eso mismo digo yo- era imposible negar la química que había entre los dos, era explosiva, agresiva y deliciosa.

Busqué con desespero sus labios, necesitaba ahogar mis gemidos. Besé a Judd como si mi vida dependiera de ello, mordisqué y lamí. Me enloquecía. Estaba perdiendo lo que podía quedar en mi de cordura. Despegué mis labios de los suyos, para dedicarme a su cuello y dejar una que otra marca y el, bueno, copió mi acción en mi cuello, y luego en mis pechos. Mi ya creciente clímax se aproximaba, sentía como un líquido conocido se deslizaba por mi muslo.

- Ni creas que he terminado contigo- Judd terminó de desnudarse y aún conmigo en brazos fuimos a mi cama, me puso en cuatro, para comenzar con embestidas mucho más fuertes. Sus manos apretaban fuertemente mis muslos

- Mierda, Judd, m-me encanta- pero quería verle la cara, necesito verle la cara. Me separé de su pene para tomarlo y hacer que se sentara en mi cama, seguido de esto introduje su pene -maldita sea Judd, c-cómo lo haces- empecé con movimientos circulares y de arriba abajo

- E-eso mismo te pregunto, mierda,________, sigue así- su voz gutural y profunda me iba a levar al borde de la locura. Seguí cabalgando a Judd, hasta que este nos volteó, dejándome debajo de él y embistiéndome fuertemente y rápido

- S-si Judd, no se te vaya a ocurrir parar, idiota- este sonrió y comenzó a morderme los pezones y dejar marcas mi pecho.

Y como si estuviéramos en sintonía, ambos llegamos a nuestro anhelado clímax.

- M-mierda- Judd clavó su rostro entre mi cuello y hombro, mordiéndome y yo enterrando mis uñas en su espalda.

Nos quedamos un momento así, juntos, absortos el uno en el otro, sumergidos en un diluvio de sensaciones.

Judd me miró fijamente, para luego sonreír

- Ahora si vamos a bañarnos- esa sonrisa me terminará matando algún día

- y después hacer tareas- Judd sonrió- ¿me dejarás hacer mis tareas, ¿no?

Una risita que escondía todas sus verdaderas intenciones resonó en mi habitación.

- Birch, eres mi ruina...

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