Capítulo 3
Capítulo 3
Al salir del salón de manufactura, miré para todos lados, pidiendo que nadie nos hubiese escuchado o visto.
- Maldito Judd, me voy a vengar maldita sea- Caminé con paso firme hasta mi próxima clase.
Al llegar, vi a Leah llorando en su puesto
- Leah, ¿Qué te hicieron? ¿A quién debo matar? – ella soltó una risilla
- Tampoco para asesinar a alguien, pero... - sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas
- Oh por los dioses, ven odio que llores – le di un abrazo manteniendo mi distancia debido a que odio los mocos- ¿Me quieres contar que sucedió? – ella se alejó, me miró fijamente a los ojos y tragó saliva sonoramente
- Hay alguien acosándome, _______ - me mostró su teléfono y el mensaje de texto
- ¿Estás segura de que no es una broma de muy mal gusto? – ella negó
- Tienen información muy valiosa sobre mi- sus manos temblaban - creo que pudo ser alguien que fue cercano a mi o ¡No lo sé! Estoy malditamente asustada, esto es una puta mierda – la volvía a abrazar.
- No te preocupes cariño, averiguaré quién es el maldito hijo de perra y lo destrozaré – continué abrazándola hasta que llegó el maestro y la clase concluyó con normalidad después de cuatro horas.
- Te acompañaré hasta tu casa, no me siento tranquila dejándote ir sola – ella sonrió - Debes decirles a tus padres – ella se sobresaltó
- ¡Ni loca! Ellos no pueden saberlo – me tomó por los hombros - ¡Prometeme que no le dirás a nadie!
- ¿Decirle nada a quién? – Judd hizo su típica aparición de la nada
- ¡Mierda, Judd! – gritó Leah mientras Judd apagaba su cigarrillo y lo aplastaba contra el suelo
- Lo escuché todo, Estúpida – una leve sonrisa se dibujó en sus labios – Te ayudaré, con la simple condición de que obligues a esta estúpida a quedarse hoy en nuestra casa - ¿Espera qué?
- Oye pedazo de bolas tristes yo tengo...
- ¡Es una magnifica idea! – la sonrisa de Leah iluminó su rostro – Así podrías ayudarme a solucionar este pequeño problemita – solté un suspiro
- Muy bien, pero me acercas a mi casa para tomar unas cuantas cosas – y así fue, Leah y Judd me acompañaron a mi casa. Tomé algo de ropa interior, mi pijama y mi ropa del día siguiente
- Te ayudo a llevarla abajo, tu adelántate – miré a Judd extrañada
- ¿Por qué debería confiar en ti? – el frunció el ceño – Me dejaste hoy sin ropa interior y ¿ahora pretendes que te deje mi maleta?
- Baja, que yo me encargo de tu maleta – me acerqué hacía Judd, nuestros rostros estaban tan cerca que cualquiera diría que nos besaríamos en cualquier momento, pero por mi parte, esa no era la finalidad
- Escuchame muy bien, Birch. Nada de juegos sucios – sentí como me tomaba por la cintura y me pegaba aún más a su cuerpo
- Parece como si no me conocieras, ______- Judd pegó sus labios a mi cuello – Sin los juegos sucios como los de esta mañana- sentí como succionaba ligeramente, pero no era capaz de despegarme – No sería divertida la apuesta ¿o sí? – Si él quiere jugar de esta manera, entonces yo igual
- Tienes razón – aunque no lo parezca tengo la suficiente fuerza para tumbar a una persona. Empujé a Judd para que cayera en mi cama – entonces, no me voy a contener en lo absoluto en ser la sucia perra que tú quieres – dije sentándome encima de su pelvis, sintiendo como su pene rozaba con mi vagina – porque a la final – acerqué mis labios a su cuello y comencé a lamerlo lentamente, obteniendo profundos gruñidos por su parte, para luego comenzar a succionar lentamente en un lugar seguro lejos de sus arterias. De esto obtuve un gemido gutural, el cual hizo erizar mi piel – te gusta que sea una hija de puta contigo, Birch – me levanté y tomé mi maleta, para luego sacarle la lengua a Judd e irme al carro de Leah.
Después de un largo camino hacia la casa de Leah, el cual fue más que todo para informarnos de la situación y de cómo había llegado a ese extremo, llegamos a la residencia de los Birch. Los padres de Leah y Judd estaban de viaje, por ende, no había nadie en la casa que pudiese molestarnos, a excepción de Nick, el menor de los Birch, el cual era un mocoso muy divertido.
- Supongo que lo único que sabemos en el momento es que este es el número de el hijo de puta que te está acosando – Leah asintió, Judd me miró mientras meditaba un poco
- El número puede estar ligado a alguna cuenta, a alguna red social – dije entrando desde mi computadora, la cual la había adaptado para que no fuese fácil de rastrearla. – averiguaré si lo está y saber cómo consiguió tu número – Sentí a Leah sorber sus mocos
- Muchas gracias, chicos – Judd gruñó y yo simplemente sonreí
- ¿Quieres algo de tomar, _______? - preguntó Leah levantándose de su cama- ¿Vino, Whisky, té, agua?
- Whisky está perfecto – No escuché a Judd decir nada al respecto, por ende, supuse que se había aburrido y se había largado a su cuarto, pero estaba tan equivocada
- Oye – hice una seña con mi cabeza para decirle que continuase – quitate la ropa – me atraganté con mi propia saliva y comencé a toser. Después de unos largos segundos, miré a Judd y alcé una ceja
- ¿Crees que te voy a hacer caso? Y sobre todo que me voy a quitar la ropa en la habitación de Leah, eres un iluso de mierda Judd – Judd se levantó y me tomó por los hombros
- Te dije que me las ibas a pagar – Judd sonrió y me mostró una ropa interior negra
- Se supone que me ponga esa ropa interior sin saber de su procedencia o con qué vaginas ha tenido contacto... ¿enloqueciste, Birch? – el rodó los ojos y me miró fijamente
- Te puedo asegurar que está malditamente limpia, la compré hace poco solo para ti - lo miré con el ceño fruncido – Colocátelo mierda – solté un suspiro
- Ten mucho cuidado, Birch. Si eso me da alguna enfermedad peligrosa te corto el pene – tomé la ropa interior y me encaminé hacia el baño, pero Judd me detuvo- ¿Ahora qué?
- Quiero ver que te lo pongas – una ligera sonrisa se dibujó en sus labios
- Me niego – de un momento a otro sentimos los pasos de Leah, yo entré en pánico y arrastré a Judd al baño del cuarto de Leah
- ¿Chicos? – Leah pareció no darse cuenta de cuando entramos a su baño, a lo que respondí.
- Estoy en el baño, Leah
- Está bien, supongo que Judd estará en la ventilación
- S-supongo – los dedos de Judd comenzaron a acariciarme la vagina, estaba demasiado sensible y Judd no lo hacía mucho más fácil. De un momento a otro me bajó los pantalones, para luego comienza a acariciarme directamente con sus dedos. Podía sentir como con cada caricia me mojaba más y más. Su lengua comenzó a moverse en mi clítoris y luego se introducía en mi vagina. Mordía mi brazo, no podía permitir que Lia me escuchase y mucho menos Judd.
- Ahora colocátelo – obedecí, respiré profundamente y sentí como en cierta forma triunfé, al no ceder por completo a la táctica de Judd- ¿Quieres que te lo meta? – lo miré con llamas en los ojos y me acerqué a su oído
- Ni que estuviera loca - me vestí y me dispuse a salir
- ¿______? – Leah miraba mi brazo, el cual estaba en mi boca unos cuantos segundos antes - ¿qué te sucedió?
- es que...- piensa______, piensa – tengoestreñimiento y necesitaba hacer fuerza
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