C A P Í T U L O 5
—¡Ember! ¡No! —grita Félix, siendo atacado por gotas de agua descontroladas gracias a una Ember que se sacude junto a él después de un merecido baño.
Nico no se aguanta y suelta una sonora carcajada ante el acto inocente de Ember y su risa aumenta gracias a el resbalón que sufre Félix quien, al intentar huir, pisa cerámica mojada.
Sabe que debería ayudarlo, pero tomando en cuenta todas la veces que su "hermano mayor" le a hecho alguna maldad, esto es sólo el Karma haciendo su trabajo y él no es nadie para intervenir en la justicia divina.
—¿¡Que tiene de gracioso!? —reclama el mayor, notoriamente molesto, mientras intenta incorporarse con cuidado para no volver a caer, pero igualmente sufre un par de resbalones más hasta que logra ponerse de pié.
—Nada, nada —responde el menor, una vez se recupera de su ataque de risa, pero aún mirando con burla. El castaño lo fulmina con la mirada furioso, más el albino lo ignora completamente—. Ember ven —llama a la Husky y ésta obedece de inmediato alejándose de su pobre víctima..
La cachorra de ahora 4 meses camina hasta el chico y tomando la toalla que trajo consigo, comienza a secar su pelaje húmedo mientras le susurra un agradecimiento y felicitación por su acción, aún sabiendo que la perrita no e entiende ni misa, pero bueno... ¿Qué pierde?
—Antes de ir a quitarme la ropa que Ember me acaba de desgracia —habla nuevamente Félix, ahora más tranquilo que antes, pero aún molesto por la acción de su sobrina peluda—, quisiera saber si vas a invitar a Charis a la fiesta.
Nico mira de reojo a su hermano quien ahora esta de pie en la entrada y responde:
—Por supuesto. Hoy me encontrare con ella en el café de Brenda y le diré.
—¿Le tienes cariño a la chica, cierto? —inquiere Félix causando que su hermano menor coloque toda su atención en él.
El mayor aprieta los labios ante la mirada del chico y une las manos en su espalda en un gesto nervioso. Sabe que esa simple pregunta le es suficiente al chico de ojos bicolor para descubrir sus intenciones.
—Es una buena persona así que sí, le tengo cariño —contesta Nico, pausado, algo extrañado por su pregunta, pero con una ligera idea de cuál es la razón. Aún así decide decide interrogar:— ¿Por qué lo preguntas?
—Por nada, por nada —responde el otro cruzando ahora los brazos en su pecho y ahora es él quien observa pensativo al albino unos segundos antes de volver a abrir la boca— ¿Tiene novio? —indaga y el joven no se sorprendo para nada ante esa pregunta.
—No que yo sepa —le responde con simpleza, intentando centrarse en terminar de secar a su cachorra.
—¿Y tú no-
—No —le corta, al ya saber su pregunta—, no me interesa Charis, sólo la consideró una amiga —le aclara, con algo de brusquedad en su tono.
—Okey, okey, sólo quería saber —aclara rápidamente el ojiverde, alzando los brazos en señal de inocencia ante el tono defensivo del menor. Más poco después los deja caer rendido acompañado su acción con un suspiro dramático—. Es sólo que... Tú normalmente no le prestas atención a las chicas que te presentó y... Me intriga que le hayas tomado tanto cariño a Charis en tan poco tiempo y no lo sé, la chica tiene tu edad, es bonita y-
—Sólo me agrada —lo interrumpe nuevamente, hago fastidiado, más intenta sonar más amable al volver a hablar ya que al fin de cuestan sus palabras no deberían de afectarle—. Charis es una chica agradable y me gusta compartir con ella, pero sólo la veo como una buena amiga —le explica y, aunque tarda, al final Félix asiente convencido.
—Esta bien —le concede, dándose la vuelta listo para entrar, más trás dar tan sólo un paso, se detiene de repente y mira al chico sobre su hombro—. Cuando te interese en verdad alguien... Me cuentas ¿Okey? —pide, tomándolo por sorpresa.
Nico deja su tarea de sacar a la perrita y mira a su hermano sin saber que responder, no se esperaba eso. Más finalmente le regala una media sonrisa y asiente en respuesta, a lo que el mayor le devuelve el gesto agradecido y termina de entrar a la casa.
No es la primera vez que Félix sale con algo así. Después de su primer año con ellos al mayor se le había ocurrido la idea de presentarle a alguien ya que, según él, lo que Nico necesitaba para desenvolverse por completo era una motivación. Claro que el concepto de "motivación" era diferente para los dos al igual que la motivación en sí. Y tras fallos constantes en sus planes, Félix lo dejó en paz durante un buen tiempo y Nico supuso que se había rendido.
Supongo que sintió esperanzas. Piensa el chico y niega divertido ante las locas ideas de su hermano. Aún así le parece curiosas sus últimas palabras.
—Vamos a dentro —indica a Ember y termina de recoger las cosas que trajo para entrar también a la casa junto a su cachorra.
Dentro de esta se asegura de regresar todo al lugar de donde lo tomó y emprende el camino a su habitación, decidiendo cargar a la perrita para que no se ensucie aún que sigue húmedo su pelaje. Llega con la cachorra en brazos a su cuarto, dejándola en el piso una vez dentro y Ember corre a jugar con el juguete chillón que Bianca le compró hace poco, mientras que Nico la deja jugar tranquila y toma una muda de ropa para ir al baño.
Una vez está en el pequeño cuarto deja la ropa limpia sobre el lavado y procede a quitarse la que está sucia comenzando por la camisa manga larga que se encuentra mojada gracias a su inquieta cachorrita.
Toma el dobladillo de la prenda, se la saca, y bajar la mirada a su manos las marcas con forma de cadenas en sus muñecas lo saludan de inmediato. Estas son otras de las pruebas que confirman el maltrato que sufrió durante su niñez.
Un lindo recuerdo.
Según Andrew, estas fueron causadas debido al contacto con hierro caliente, el cual dejó en su piel una marca definida que a adquiero actualmente un tono rosa pálido, y desde el primer momento que supo de ellas a hecho todo lo posible para mantenerlas ocultas de ojos curiosos.
También las tiene en los tobillos.
Nico no recuerda exactamente cuando se las hicieron, lo cual no es extraño, pero lo que sí lo es, es que una vez tuvo un sueño donde suplicaba que alguien lo dejará de lastimar, aunque nunca logró ver a nadie y, al despertar, sentía un fuerte ardor en esas zonas. Incluso ahora, después de tanto tiempo, aún siente un cosquilleo molesto en ellas cuando algo las toca.
Y esas marcas no son lo único que posee.
Recorre su brazo con la mirada por inercia contemplando las pequeñas líneas que son ahora las cicatrices hechas por cortadas profundas. No son muchas, tampoco son muy largas y no se notan a simple vista, pero ahí están.
De esas no tiene ni idea de sus orígenes.
Gira entonces sobre au eje para quedar a espaldas del espejo y observa sobre su hombro para ver su reflejo.
Más cicatrices recorren su espalda. Algunas con pequeñas y otra más largas, demasiado, pero todas notorias incluso cuando ya han cicatrizado por completo y se supone deberían comenzar a desvanecerse.
Pero no lo hacen.
Aunque hay unas que parecen no querer desaparecer por más tiempo que pase y por más que las curen, y son cuatro cicatrices que van desde su hombro derecho hasta que la superior toca su columna.
Largas y delgadas cicatrices que parecen hechas por las garras de un felino grande. Son las más notorias y sumamente anormales ya que, aunque la piel ya las haya cubierto, suelen sangrar cuando hace movimientos bruscos y causarle un gran dolor como si aún estuvieran abiertas.
Y para hacer de eso algo más extraño, a diferencia de las heridas que a veces sufre y que por algún motivo tardan simples segundos en sanar, estás se toman su tiempo, como si el material con las que fueron hechas hubiera tenido algún efecto en su regeneración natural.
Cierra los ojos un instante y forma un puño con la mano que sostiene su camisa, apretando la mandíbula contenido una furia repentina y siente como unas fuertes ganas de romper algo lo invaden al igual que el deseo de acabar con el mal nacido que lo marcó.
Esta muerto. Le insiste su subconsciente, pero aún así no puede evitar querer hacerlo pagar por le que hizo a él, por lo que les hizo... Por lo que le hizo.
«Tienes suerte de tener una familia que te quiere con todo y tus cicatrices»
Las palabras que le dijo Charis cuando le contó que era adoptado vienen a su mente en ese momento y no puede evitar preguntarse que diría ella si supiera que esas "cicatrices" son en verdad literales.
(...)
—¡Nico! —lo recibe Charis, quien está de pie junto a la entrada de la cafetería que administra su amiga.
La pelinegra acaba con la distancia que los separa y lo envuelve en un rápido abrazo que no le da tiempo de devolver, ya que se aleja rápidamente para agacharse y acaricia la cabeza de Ember, más nuevamente es una acción rápida y segundos después regresa a su amigo mirándolo con el entusiasmo brillando en su ya llamativa mirada.
—Dime antes que explotes —le aconseja el chico, divertido ante su actitud ansiosa.
—Es que hay alguien dentro que en verdad quiero que conozcas —le hace saber, casi dando saltitos de emoción, y sin darle tiempo a responder, se da la vuelta para correr de regreso al café— ¡Ven! —ordena, sosteniendo la puerta para que entre primero, por lo que no le queda de otra más que obedecer.
Una vez dentro, Nico escanea rápidamente el establecimiento y observa a los pequeños grupos que charlan entretenidos repartidos en las mesas y a Brenda quien hace lo mismo con un hombre y una mujer que aparentan su misma edad.
Charis jala del brazo libre de su amigo y lo lleva a uno de los gabinetes en una esquina junto al ventanal. En este se encuentra sentado un chico quien lee un libro de aspecto antiguo con una orden ya lista sobre la mesa, y una vez llegan la chica se encarga de llamar la atención del desconocido
—Ly, éste es Nicolas, el chico del que te hablé —le informa a jóven quien posa la mirada en el albino quien sonríe por cortesía—. Nico él es Lyan, un viejo amigo —Charis enfatiza en "viejo" alargando la palabra, y para Nico eso significa que se conocen desde hace tiempo, más pareciera que entre ellos eso posee otro significado ya que la chica reprime una risilla burlona y el chico frunce el ceño con disgusto, más se esfuerza en disimular para regresarle el gesto cortes al peliblanco— ¡Ah! Y esta cosita de aquí es Ember —finaliza, señalando a la cachorra.
—Un placer conocerte Nicolas —responde Lyan con amabilidad—. Y a ti también pequeña —saluda ahora a la perrita acariciando su oreja izquierda para luego volver a enderezarse.
—Igualmente Lyan, pero prefiero que me llamen Nico —le he saber de igual manera.
—Okey Nico, entonces mejor dime Ly, todo el mundo lo hace de todos modos —admite, encogiéndose de hombros ante ese hecho a lo que Nico asiente comprendiendo.
Charis procede a sentarse y el albino la imita sentándose a su lado dejando al nuevo frente a ellos. La chica entonces le pasa a su amigo una taza humeante de café con leche y uno de los tres trozos de la torta de mora azul, en cambio ella toma una taza de chocolate caliente y Ly cierra su libro dejándolo junto a él en su asiento y toma la taza de café restante dándole de inmediato un sorbo a su bebida y los otros lo imitan. El clima es helado, así que el calor de sus bebidas les cae de maravilla, inclusive Ember también disfruta de un tazón de agua traído por Brenda al notar la presencia de su jóven amigo y la can.
Y en medio de estos Nico aprovecha para analizar bien al amigo de su amiga.
Lyan es de la misma estatura que la pelinegra, mientras que su piel es del mismo tono más pálido que la del bicolor, de complexión delgada, sus ojos son de un verde brillante como dos esmeraldas a contra luz, y su cabello negro azabache está peinado hacia arriba de forma desordenada. Viste un suéter gris oscuro —casi negro— de lana y guantes que dejan sus dedos al descubierto, en su cabeza porta un sombrero de copa chata negro con una cinta blanca y la parte inferior de su oreja izquierda esta perforada siendo adornada por un arete gris claro con forma de rombo.
Por algún motivo su estilo y facciones le hacen pensar en esos modelos que aparecen en las revista que suelen leer las chicas de su instituto, y que en un par de ocasiones vió leer también a su hermano. La verdad es que Charis igual quedaría ahora que lo piensa. Ambos tienen estilos similares y seguramente esa debe ser una de las razones por las que se llevan bien.
—Que interesante collar tienes, Nico —comenta Lyan de repente, una vez a probado su café, sacando al albino de sus divagaciones. Charis a su lado asiente en concordancia.
—¿Verdad que es una pieza exquisita? —inquiere ella, mirando al pelinegro quien asiente de acuerdo para luego girarse hacia su otro amigo—. No te lo había preguntado antes, pero, ¿Dónde lo conseguiste?
—La verdad, no se de dónde salió —se sincera, jugando con el líquido ahora tibio de su vaso—. Pero creo que lo tengo desde hace mucho. Es... valioso para mí.
Ambos jóvenes asienten entendiendo su punto e inconscientemente Nico lleva una mano hasta su cuello, el cual es rodeado por una fina cadena de plata con algunos símbolos grabados y una esmeralda con forma triangular que reposa en medio de su clavícula.
Honestamente, si creé saber desde cuando tiene ese collar, pero de lo demás, no esta seguro.
Aún.
(...)
Es de noche cuando emprende el camino de regreso a casa. Su tarde con Charis y Lyan fue bastante agradable y entretenida. Ly le parecio una buena persona y resultó tener varios cosas en común con él: la edad, ser los hermanos menores, gusto por los libros y ser los "tranquilos" del grupo. También descubrió que el ojiverde está en Londres visitando a unos familiares y que conoce a Charis desde hace 5 años, confirmando su teoría del tiempo.
La caminata a casa le es tranquila y monótona. Las calles de la zona en donde vive son bastantes tranquilas y poco transitadas ya que sólo los residentes las usan, y al ser fin de semana la mayoría está fuera hasta tarde.
Todo se mantiene sereno hasta que unos pasos apresurados lo hacen fruncir el ceño y entonces una persona pasa corriendo junto a él golpeando su hombro por accidente haciendo que se tambalee y se detenga, más el otro individuo sigue y entra como rayo en el callejón adelante. Un estruendo proveniente de allí poco después hace que el chico se sobresalte y por instinto corre de inmediato hacia el para ver si algo malo paso.
Dentro del callejón encuentra a una chica castaña tirada en el suelo junto a un desastre de cajas. El lugar es bastante ancho y es iluminado por un par de luces que le permiten ver claramente como ella intenta ponerse de pie, pero una de sus piernas falla.
—¡Espera! —le pido, y de inmediato jala de la correa de Ember para ir hasta donde ella— Dejame te ayudó —se agacho a su lado y toma sus brazos para ayudarla.
—Gracias —le responde la chica dulcemente, más no le encara, si no que su cabellera oscura cubre su rostro—. Soy súper torpe, no vi por donde pisaba.
—Calma, a cualquiera le puede pasar —la consuela, usando un tono amable— ¿Te duele algo?, ¿Por qué corrías?, ¿Y por qué entraste aquí si no hay salida?
—Tienes razón —concuerda ella, provocando que él la mire confundido al no entender sus palabras—. No hay salida.
Está listo para hablar, más la chica levanta finalmente su rostro dejando a la luz sus ojos totalmente negros. Sin pupilas, sin nada.
De inmediato la suelta horrorizado y retrocede rápidamente sin despegar su mirada de ella, hasta que su cuerpo toca la otra pared.
—¿Qué pasa, Nicolas? —pregunta divertida, ladeando la cabeza, más ese gesto y su voz pierden todo rastro de dulzura e nocencia— ¿Te sorprendí?
—¿Q-Qué demonios eres? —logra preguntar, aún en shock, y eso hace que su voz salga en un hilo, provocando una sonrisa en el rostro de la desconocida.
Ember ladra en cuanto la criatura intenta dar un paso al frente, provocando que retroceda.
—Odio a los animales —escupe, mirando a la cachorra con asco.
—¿¡Qué demonios eres!? —repite el chico, tomando valor y apretando sus manos para que no se note el temblor de su cuerpo.
Ella vuelve a fijarse en él y le responde con suavidad:
—Acabas de responderte.
Tarda unos segundos, pero la realidad le llega de golpe y hace que se ponga en alerta total.
—Imposible... —musita, intentando convencerse a sí mismo de que sólo se trata de una broma de mal gusto.
La chica sonríe con malicia ante su expresión perpleja, y como para demostrar la realidad, deforma sus manos convirtiéndolas en garras enormes, causando que el pánico lo envuelva, más no logra reaccionar y sólo logra ver como esa cosa se abalanza hacia él y por reflejo se cubre con los brazos.
Más el ataque nunca llega.
Un chillido inhumano que le atraviesa los oídos y amenaza con romper los tímpanos hace que abra los ojos de golpe y contemple entre incrédulo y agradecido como una barrera esmeralda los rodea a él y a Ember, quien ladra en dirección a la criatura que yace ahora en el suelo contra la pared.
La barrera se desvanece de a poco y la demonio alza la cabeza lentamente para observar al chico con odio y desprecio, dejando al descubierto unas horribles quemaduras en parte de su rostro y brazos.
Entonces, sus ojos pasan de los de Nico a su cuello y él rápidamente se da cuenta de lo que observa.
¿Será posible..? Se cuestiona.
La demonio se incorpora de inmediato ignorando sus heridas y el muchacho está tan aturdido que no puede evitar que la correa que sujeta a Ember se escape de sus dedos y ésta corra en un intento por atacar a la criatura.
—¡No! —reacciono finalmente al oír el lamentó de la Husky que se encuentra ahora atrapada entre las garras de su atacante.
La chica vuelve a sonreír con maliciosa y entonces lanza bruscamente a Ember contra el muro trás el chico, emitiendo un sonido seco a la hora del impacto junto a un chillido lastimero por parte del animal.
De inmediato, Nico sale de su parálisis momentánea y corre hasta la cachorra, dejandose caer junto a ella para tomarla con cuidado.
Ember tiene doblada una de sus patas delanteras adolorida y hay gotitas de sangre y marcas negras en su cuello que parecen pudrirse. Un puñado de piedras caen en su estómago en ese momento y acerca su cuerpecito a su pecho mientras ella gime adolorida.
El pecho se le comprime dolorosamente y la impotencia se mezcla con la rabia haciendo que cierre los ojos con fuerza.
—Lo siento tanto pequeña —susurra, aún escuchando los lamentos de la cachorra—. Lo siento.
La sensación de la sangre en sus manos activa un sentimiento asfixiante y tormentoso. E inevitablemente recuerda su más reciente sueño.
Jade, la bestia, el miedo, la impotencia, la sensación de la sangre en sus manos y el recuerdo de unos ojos miel... Vacíos.
Una corriente extraña le recorre el cuerpo en ese instante y siente como algo se activa en su interior causando que abra los ojos de golpe. La adrenalina mezclada con la confusión y el sentimientos de desconexión lo hacen actuar de forma mecánica, dejando a Ember nuevamente en el suelo con cuidado y acaricia entonces la zona herida, donde un ligero brillo azulado emerge de sus dedos y recorre la zona oscura, provocando que esta comiencen a desaparecer.
A sanar.
Se levanta una vez que su tarea está completa y su cachorra está fuera de peligro. Gira entonces hacia la chica con calma y su mirada conecta con la de ella, provocando que esta cambie radicalmente.
Una parte de él no entiende qué está pasando, pero la mirada sorprendida y asustada del ser que atacó a su inocente y vulnerable animalito le hace sentir... Complacido.
Ella no debió meterse conmigo.
En menos de un parpadeo un humo lo envuelve y se pierde de la vista de la demonio, reapareciendo frente a la criatura a centimetros, tomándola por el cuello para estamparle contra el muro y alzarla unos centímetros haciendo presión, el cuerpo que el demonio usa no es muy grande, así que le resulta fácil manejarlo, aunque igual le resulta extraño el poder someter así de fácil a criatura de esa naturaleza.
Qué más da. Eso no importa ahora.
—P-Pero... Me d-dijo... C-Cómo...—intenta hablar, más termina balbuceando incoherencias.
El albino nota como la zona que está tocando empieza a ponerse negra, como si la piel se quemara. Un sutil movimiento capta su atención y mira de reojo hacia abajo donde descubre unas extrañas cadenas negras que se enrollan por todo el cuerpo de la criatura, inmovilozandola. Observa más a detalle y descubre que estas emergen de las sombras del callejón que, analizandolas bien, están apareciendo y creciendo de forma anormal.
Eso le saca una sonrisa porque internamente conoce el origen de aquello.
Eso cree.
—No sé exactamente qué está pasando... —comienza a hablar, regresando su mirada al demonio— Tampoco sé si esto es real o si lo voy a recordar... —presiona con más fuerza, causando que un liquido negro y espeso brote de su boca. Sonríe aún más si es posible y posa su mano libre junto al rostro pálido y de piel quebradiza de la chica para acercarme a su oído y susurra con suave frialdad:— Pero si de algo estoy seguro es que ni tú ni nadie nos debe de subestimar —borro su sonrisa por completo y aprieta con aún más fuerza, oyendo como algo se rompe y sintiendo algo caliente tocar su piel—. No tienen ni idea de lo que somos capaces.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top