C A P Í T U L O 38

La imagen entremezclada de aquella muchacha regresa, pero esta vez lo que en un comienzo era una mezcla extraña de dos seres, se fusiona dando paso a uno solo.

Cabellos largos más oscuro que una noche de tormenta, mirada profunda como un pozo sin fondo que se traga tu alma.

Un ave con las alas cortadas, prisionera en una jaula de pesadillas, y por cuyas venas circula la sangre de sus verdugos.

Una rosa cuyas espinas la hieren, manchando de carmín sus pétalos de cielo.

Así es, así será.

—Dios mío... —su voz es un hilo inaudible, casi tan inexistente que ni la brisa es capaz de llevarlo.

—¿La recuerdas?, ¿Sabés dónde está?

—¿Dónde... Está? ¿Ustedes no..?

Cameron niega, su expresión es un poema que no quiere recitar por temor a que termine invocando algún ser maligno.

Como a un trauma reprimido.

—Desapareció la misma noche que tú lo hiciste. Creímos que sabrías algo, pero parece que es lo mismo que con Hasper...

La mirada del bicolor se pierde en la arena en ese momento, llevándose las manos a la cabeza de forma contrariada.

—Ella... Ella las bloqueó. Esto no es como con Vega o Has, lo puedo sentir, algo le hizo, algo sucedió esa noche cuando la fuí a buscar, pero no logro recordar nada.

Su pecho se contrae, impidiendo que el oxígeno circule correctamente.

Se siente... Furioso y... Angustiado.

—¡Nico!, Calma, respira ¿Si? —su atención regresa a Cameron, quien refleja la preocupación pura en su mirada—. Vamos... Vamos con los demás. Demon debe saber esto.

Entrelazando sus manos lo jala de regreso a la casa, donde los demás siguen con la celebración admirando la aurora que aún ilumina el cielo.

Y ella que creyó que podrían admirarla juntos y pasar una noche tranquila...

—¡Ey chicos!, ¿Qué pa... Qué pasó?

Roy, que venía animado a recibirlos, cambia su expresión a una de inquietud al verlos llegar como si hubieran visto a un fantasma. Uno bastante perturbador.

—¿Ahora qué recordó? —atina a suponer, luciendo ya cansado al imaginar lo que se les vendrá ahora. Ni una noche pue-

—A... Azul.

Las voces, las risas, incluso el viento parece detenerse cuando aquel nombre abandonada los labios de la ojinegro en un tono contenido, sabiendo igual que él que la fiesta oficialmente a muerto.

Pero, pese a que fué Cameron quien reveló la información, la atención de todos los presentes se dirige es hacía el pelinegro de ojos azules que se hallaba apoyado en el pórtico de la casa charlando con algunos, y aunque temeroso, Nico también lo hace, encontrándose con una tormenta abrasadora en el cielo de sus iris.

El vaso que Demon sostiene es apretado con tanta fuerza que parte del líquido contenido se derrama, y su mirada intensa pone de nervios incluso a los mayores.

—Demon... —por suerte Rocío llama su atención, posando con cuidado una mano sobre su brazo, provocando que el dihamon deje de romper el pobre objeto y de asustar al albino.

La pareja comparte una mirada, la oscura calmada y la clara alterada, pero tras cortos segundos la tensión del mayor disminuye lo suficiente como para recuperar la compostura.

—Ven —pide entonces hacía su primo, y aunque intenta contenerse, las emociones que tal revelación le han provocado son lo suficientemente abrumadoras como para que tan simple palabra viniendo de él, coloque un peso inmenso sobre todos a su alrededor, pero en especial a quien va dirigida.

Demon sin esperar se encamina de regreso al punto de donde los menores vinieron, y aún sintiendo la presión de lo que se avecina, Nico pretende seguirle, más se ve detenido al seguir enlazado a la ojinegro que no avanza a su lado.

Le mira en busca de respuesta, pero su rostro apenado y la liberación de su mano es todo lo que obtiene, dejando en claro su mensaje.

Ella no puede acompañarlo en esto.

Formando una línea tensa con los labios, asiente aceptando su decisión, procediendo a seguir solo al mayor.

¿Cuántas veces a recorrido ese pequeño camino en lo que va de día?

Con Liz, Vega y Cameron estuvo bien, pero ahora con Demon se siente como si se estuviera metiendo a la boca del lobo.

Irónico.

El mayor se detiene al llegar donde el tronco caído, pero ninguno toma asiento, en su lugar se quedan de pie uno frente al otro.

—¿Qué tanto lograste recordar? —comienza el interrogatorio, aún con ese tono abrumador, y la mirada del bicolor cae en la arena sin ser capaz de enfrentarlo.

—S-Solo a ella... S-Su apariencia. No... No es la primera... La primera vez que la recuerdo, ya lo había hecho, pero... Solo ahora recordé su nombre. F-Fué muy... Raro —responde, inseguro, tenso y nervioso.

Él nunca se a sentido inseguro delante de Demon, pero ahora... Siente como si debiera de agachar la cabeza y pedir perdón.

No tiene sentido.

Él y Darcy le enseñaron todo su niñez que un Dimitriu no debe doblegarse ante nadie. No debería sentirse tan intimidado delante de su primo a quien nunca le a tenido miedo.

¿Entonces por qué se asusta?

¿Qué le asusta?

—Cameron es su prima, están vinculadas, aunque Azul también era cercana a Hasper y Vega. Pero si dices que ya la venías recordando tal vez fue solo algo natural que simplemente llegó... —analiza el pelinegro, no muy seguro de su teoría, pero aún así Nico asiente aún cabizbajo, de acuerdo con todas sus suposiciones— ¿Y eso es todo?, ¿Solo su nombre y apariencia?

—¿Debería saber más? —inquiere, y rápidamente se arrepiente de hacer tan estúpida pregunta.

—Por su puesto. Eras el "favorito" de Carola, Azul se quedaba contigo cuando ella te llevaba consigo, tienen historia —pero contrario a lo que creyó, Demon le respondió de forma tranquila, regulando su tono, como si entendiera lo perdido que se encuentra y lo difícil que le resulta esto también—. En especial, porque fué por ella que Hasper y tú se separaron del grupo aquella noche, fueron a buscarla —ahora su tono es cauteloso, analizando las reacciones del menor con máximo cuidado.

—Por eso Cameron me preguntó si sabía dónde estaba... —susurra Nico, ajeno al escuadriño del mayor al tener su atención en cualquier otro lado— Yo... N-No lo sé... Ni con el recuerdo de Hasper, aún hay partes de esa noche que me faltan, y ahora que sé de Azul, entiendo que hay mucha más información de esos años bloqueada en mi mente de lo que creí para este punto.

Sus palabras son casi una disculpa, pero nuevamente su primo no está molesto con él, lo más que hace es pasarse una mano por sus cabellos ya bastante despeinados en un gesto contrariado y cansado.

Él de verdad creyó... Que podría saber de ella.

Después de tanto tiempo...

—Está... Está bien. No te voy a forzar... Aún necesitas tiempo para recuperar toda tu historia, por lo menos ya no te falta nadie más por recordar —intenta darle consuelo, cuando el que se encuentra deshecho por dentro es él.

—Siento mucho no poder decirles dónde está, debieron creer que sería su esperanza para encontrarla, pero les fallé, así como le fallé a la pequeña aquella noche, lo siento... —se disculpa nuevamente, sintiéndose patético en todo aspecto.

¿En qué momento sus ánimos cayeron tan bajo?

—No te disculpes, Nico, hiciste lo que pudiste. En todo caso fuí yo quien les falló —corrige Demon, sonando derrotado mientras niega, un tono más que extraño viniendo de alguien como él, pero comprensible ante tal situación—. Azul es... Es mi hermana. Tú y Hasper eran aún muy jóvenes, fué mi error el dejarlos ir solos, debí ser yo y no arriesgarlos de esa forma.

—Hasper y yo tomamos una decisión, tú tenías que ayudar a los demás, nosotros fuimos quienes decidimos arriesgarnos —pero aún en su estado cohibido, Nico es capaz de refutar, negando ante la culpa que el ojiazul quiere asumir—. Nos separamos del resto, me dijiste que regresara con los demás, fui yo quien quiso seguir adelante solo.

—Nico, no insistas...

—Tú tampoco, Demon.

Le encara entonces, su iris diferentes fijas en las azuladas del mayor. Ambos negándose a ceder.

Demon siempre es así, queriendo asumir la responsabilidad de todo, jamás permitiendo que sufran por cosas que "él provocó".

Desde niño, con la muerte de su tío y el sufrimiento de su madre, y ahora, con todo lo que les a pasado. Siempre se culpa.

Pero no debería.

Incluso sin él, Carola aún querría hacer sufrir a Dalia y Alec, aún así habría matado a Fanny, y seguramente Zirius aún habría querido vengarse llevándose a Darcy para "hacer pagar" a Jade y Bastian.

Con o sin su presencia, las cosas hubieran terminado mal para todos.

Pero es tan difícil hacerlo dejar de creer algo con lo que a vivido desde que tiene memoria.

Desde el momento que supo quién era su padre, Demon se a visto como un error, por lo que busca compensarlo en cada oportunidad, asumiendo responsabilidades que no debería.

Él no a hecho nada malo, jamás, todo lo contrario.

Pese a toda la lucha interna que a librado desde muy joven, siempre a puesto a los demás sobre todo.

Los a cuidado. Protegido. Incluso si eso lo a dejado malherido en todos los sentidos.

Él es un protector.

Un guardián.

Lo respeta y admira por ello.

No era fácil ser "un favorito", pero si están ahora juntos, es porque él no se rindió, y lucho hasta encontrar la forma de ayudar a absolutamente todos.

Y lo sigue haciendo.

Porque así de bueno es.

Finalmente, al darse cuenta de que no tiene sentido seguir, el pelinegro exhala con fuerza.

—Eres un necio... —regaña, usando ese tono de papá que tanta gracia le produce al menor, quien se muerde el interior de la mejilla para no burlarse— Cachorro —un apodo con más de un significado, sabe perfectamente de dónde sacó ese carácter.

—Lo aprendí de ustedes, demonio —y el menor no es capaz de contener a su lengua.

Una media sonrisa, casi imperceptible, invade el gesto del maestro, pero sus ánimos están tan bajos que no dura lo suficiente y se termina deshaciendo a la vez que una de sus manos vuelve a viajar hasta el enredo que son sus cabellos.

El silencio se forma, aún algo tenso, pera ya no tan abrumante, y la atención de Nico se desvía entonces hasta el cielo en busca de calma. La aurora aún perdure, pero estará ahí tan solo una hora. Un espectáculo de corta duración que no puede ser capturado debido a lo inmaterial de su ser.

Hermoso.

—A ella le encantaría estar aquí... —oye susurrar a su primo, y no necesita girarse para saber a qué se refiere— Siempre a querido conocer el mar.

Pero para su sorpresa, no son las luces lo que atraparon su atención, y por inercia mira hacía el agua que se mese con calma.

Y es como si dos cielos hicieran colisión.

La luna, las estrellas y la aurora se reflejan con una nitidez que ni un espejo podría lograr. Incluso con las olas danzando, el vaivén no es capaz de distorsionar significativamente la imagen.

La negrura del agua... La claridad de la luz... La calma del viento y la sensación de infinitud.

—Si... Sin duda —concuerda, encantado con la imagen—. Es como ella.

Una oscuridad brillante.

Una ilusión de plenitud.

El reflejo... De la libertad.

Así es Azul, un mar de calma teñido por la oscuridad de la noche, en cuyo vacío se reflejan desde tus más profundos deseos, hasta tus más horrendas pesadillas.

¿Y cómo sabe eso?

Simplemente porque sí. Porque pensar en ella hace que su corazón se ablande y duela al mismo tiempo. Una sensación tan agridulce reflejándose en la sonrisa rota de sus labios.

¿Dónde estás pequeña?

Una mano en su hombro lo hace recordar que no está solo, Demon a su lado se a apoyado contra él contemplado la infinitud del mar con la misma sensación de vacío.

—¿Crees... Que esté bien? —la pregunta tan llena de temor parece errada viniendo de su persona.

—Azul es casi una Dimitriu... Sobrevivirá —se atreve a asegurar—. Algo me dice que así es.

La mirada del pelinegro, aquel infinito de tonos azules que heredó de su madre, inspeccionando el cielo como si buscara en el una señal, y aunque parece no encontrarla, sus hombros caen al tiempo que el aire lo abandona con calma.

—Regresemos... —decide, soltando al chico para darse la vuelta— Deben de estar con el corazón en la boca.

Sin opinar nada Nico lo sigue en silencio, regresando con los demás quienes, como dijo su primo, se tragan el corazón de regreso a su sitio al verlos llegar como si nada.

Ninguno pronuncia palabra alguna, y es en medio de ese silencio que la reunión se da por terminada.

—Perdon... —se acerca a Lizbeth antes de que parta, aprovechando un momento de soledad de la pelirroja— Te arruiné la fiesta.

La mirada oscura y a la vez clara de la mayor lo contemplan con compasión, y con una caricia suave a sus cabellos, responde:—. No tienes por qué disculparte, ya habrá otras celebraciones, y sinceramente ya e tenido bastante cumpleaños... Pero sin duda este a sido uno de los mejores sin importar lo que puedas creer.

Con esas palabras se retira junto a aquellos tres con los que comparte una historia que a estás alturas parece lejana, más viéndolos interactuar con esa complicidad de quién conoce su males y virtudes, termina sonriendo con ligereza, llegando a la conclusión de que tiene razón.

Sin importar lo malo... Lo vivido sigue siendo un regalo.

(...)


Su mirada vaga por el mar a través del cristal, hace horas que todo el bullicio de la celebración murió, pero mientras que la voces callaron afuera, las que resuenan en su interior solo han tomado más fuerza.

Gritas, sangre y miedo.

Oscuridad, lágrimas y sufrimiento.

Impotencia, odio e ira.

Si cierra los ojos, aún es capaz de distinguir el color opaca de las paredes de su jaula. De percibir aquel aroma a humedad y metal. De sentir la tibieza de la sangre escurriendo entre sus dedos, emergiendo de cada poro de su cuerpo.

«Crei que serías más fuerte que esto, me decepcionas»

«Invierto demasiado tiempo en tí como para que me pagues así, eres un malagradecido»

«¿Te duele?, Las armas no deben sentir, solo deben servir, ¿O a caso funcionas en base a sentimientos?, Si es así entonces déjame enseñarte lo que es el verdadero dolor»

Sus manos se aprietan por inercia. No porque reviva el dolor de su cuerpo, sino el dolor de alma.

«¡No, no! ¡Hicimos un trato! ¡Yo en lugar de ella! ¡Pégame, encierrame, hazme daño a mí! ¡Pero no a ella!»

Una mano se eleva hasta su cuello, a través del sutil reflejo es capaz de ver la imagen de las pronunciadas cicatrices que tanto tiempo a llevado ocultas.

«¿E-Estás bien..?»

Una voz suave lo paraliza, aún puede recordar el temor en sus ojitos al ver la sangre bañar su pecho desde su cuello.

—Azul... —pronuncia al mismo tiempo que en el recuerdo— E-Estoy bien… Es solo un rasguño.

«Te las-lastimó de nuevo... ¿Fué por... Por ella, cierto..?»

Tan lista.

—Si... —suspira, de nada sirve ocultarlo.

«Deja... Déjame curarte»

El roce fantasmal de sus pequeñas manos sobre su piel al rojo vivo aún arde, pero se contiene como en aquella ocasión mientras que el ligero brillo azul marino que emite la pequeña hace cerrar la herida lo mejor que puede.

«N-No es mucho, pero ayu... Ayudará»

—Gracias.

Una sonrisa suave tira de su labios rosados y rotos.

Tan pequeña... Y tan herida.

«Eres un b-buen... Buen hermano, Demon. Darcy tie... Tiene m-mucha suerte de tenerte...»

—Tú también eres mi hermana, no lo olvides. También puedo cuidar de tí.

Ella niega, sus oscuros cabellos, tan espesos como la brea, se mecen como hilos de ceda ante tan ligero acto.

«E-Eres mi hermano, pero... Pero tú ya cuidas de muchos. M-Mejor déjame a mí cuidar de... De tí»

Tan noble.

—¿A mí? ¿Y cómo lo harás? —no es burla lo que su voz refleja, sino pura curiosidad.

«Pu-Puedo sanar tus heridas, aquellas que siempre ocultas. Puedo l-limpiar tus lágrimas, las que nunca te permites derramar. Y t-también puedo cuidar de tus... De tus sueños, aquellos que siempre terminan en pesadillas»

Tal dulce.

—Eres un ángel, Azul, ¿Cómo es eso posible? —cuestiona, sin poder creer que tal lugar de sufrimiento pueda albergar a un ser tan puro.

—Fácil... —pero en esta ocasión, no es la voz de la niña quien le responde, sino una muy diferente, más madura, y que hace que su corazón se acelera de forma inimaginable mientras que el roce fantasmal que ahora estaba en sus manos se calienta ante la presencia de un ente real; sus ojos, aún perdidos entre la bruma de los recuerdos, son capaces de enfocarse en la mirada oscura, pero acaramelada de la mujer de cabellos blancos de pie a su lado frente al ventanal— Lo aprendí de ti.

Cuatro.

Ese es el número de palabras que Rocío necesita para traerlo de regreso al presente, donde no hay habitaciones opacas, ni sangre o heridas, solo la calidez de la recamara que comparten, el suave contacto de sus manos unidas, y la profunda preocupación relajada en las iris de su futuro esposa que lo desarma por completo.

Ahora con los pies de regreso en la tierra, Demon es capaz de percibir el temblor de su cuerpo, el sudor frío de su nuca y el ritmo pesado de su respiración.

—Mi amor... —sin poderse resistir, la atrae hasta su pecha envolviendo su delicado cuerpo como si fuera un salvavidas y él un náufrago en el mar— M-Me pierdo... No logro... No logro en-encontrar un camino... —confiesa, y le es inevitable avergonzarse del temblor en su voz.

Hace tanto que no se sentía así... Que hasta a llegó a creer que no debería.

—Lo sé, lo siento —corresponde al abrazo, rodeando su torso y apoyando su mejilla contra su corazón frenético; no dijo «lo siento» porque lo lamente, dijo «lo siento» porque es capaz de percibir incluso desde lejos el miedo desgarrador que invade a su amado—. Déjame mostrarte la luz ¿Si?, Abrázame con fuerza y cierra los ojos —Demon no tarda en obedecer, robándole un poco el aliento ante la presión de sus brazos, pero aún así Rocío se mantiene firme y respira hondo antes de comenzar—, dime, ¿Qué ves?

—Pa-Paredes gastadas... Pisos manchados... S-Sangre en mis brazos... —describe la habitación de sus pesadillas.

—Nada de eso hay aquí —ella niega aún contra su pecho, permitiéndole que siente el movimiento como algo real—. Estás es nuestra habitación, ¿Lo recuerdas?, ¿Qué hay en ella?

—Hay... —duda, sus labios se mueven indecisos, pero respirando hondo y recordándose que no puede abrir los ojos, busca entre la negrura de su mente corrompida con el pasado hasta dar con un recuerdo fresco del presente, la vista de esa misma mañana al despertar— Paredes... Azules, de un papel tapiz con... Con pequeños flores blancas. Está... Algo gastado, pero te gusta demasiado que me has negado cambiarlo a menos que encuentre uno igual.

Una risa ligera brota del pecho de Rocío ante el recuerdo de aquella charlar, sacudiendo consigo a su pareja en más de un sentido. Si él supiera la razón de su renuencia tal vez se esforzaría más en conseguirle uno igual.

Dejaremos eso para después.

—¿Qué más hay?, ¿Hay manchas? —continua, ahora con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.

—No —le responde, esta vez, más seguro—. Es un piso de madera pulido, rechina un poco y hay dos tablas que no son originales, pero es lo suficientemente fuerte como para no preocuparnos de que se caiga pronto.

—¿Y en tus brazos?, ¿Qué sientes?

—Te siento a tí... —susurra, y con delicadeza se aparta. A vuelto a abrir los ojos, mostrando un cielo despejado en su mirada como un reflejo de su alma, provocando que su sonrisa crezca y se sienta orgullosa de su fuerza— Solo a tí. En mi presente y en mi futuro, ahí estás tú.

Ahora es su corazón el que se acelera, calentando su pecho como solo él logra hacerlo.

—Cada día, cada noche. Ahí estaré, a tú lado. Mostrandote el camino correcto, cuidándote en cada paso. Siempre.

Una de sus manos la a soltado para así acunar su rostro, y ella busca su contacto mientras que posa también una de las suyas sobre esta.

—¿Cuidándome Siempre?, ¿Por qué harías algo tan desinteresado por alguien como yo?, Soy un asesino, un arma. Mis manos están manchadas y mi alma está rota, ¿De verdad crees poder con algo así? —le cuestiona Demon, y aunque su tono es bajo, por un momento su voz es bañada por aquel miedo abrumador que le estruja el corazón sin piedad.

Haciendo uso de sus dos manos, Rocío imita su acción tomando su rostro por completo, y lo hace descender hasta que no le cuesta tanto igualar su altura, juntando sus frentes para mirarse directamente a los ojos.

—Si tú eres capaz de cuidar de todos como un ángel guardián siendo así como dices, ¿Qué tal difícil puede ser para mí, un ente de luz, darte todo lo que soy para sanar tu corazón? —expone, y alzándose en las puntas de su pies deposita un corto, pero significativo beso sobre los labios algo secos del mayor— Te amo, y quiero cuidar de tí así como tú cuidas de nosotros. Quiero sanar tus heridas, limpiar tus lágrimas y velar tus sueños.

R-Rocío... —su nombre en medio de un sonido ahogado es todo lo que puede emitir al oírle pronunciar aquellas palabras.

Ella sabe quién se las dijo. Sabe lo mucho que le afectan.

—Azul no se equivocaba. Eres un buen hermano, un gran buen hijo y un exelente líder. Eres bueno en todo. Por eso mereces un descanso, bajar la guardía un poco y dejar que otros se encarguen, no tienes que asumir tú solo todas las responsabilidades —se toma una pausa, respirando hondo; Demon en cambio a rodea por completo su cintura otra vez, ayudándola a mantenerse estable y alzada contra su pecho, eso la hace sentir más segura, pero también abrumada. Las emociones del Dihamon de ojos azules siempre son tan abrumantes—. Déjame cuidarte, te lo ruego.

La cercanía es tanta que pueden sentir la respiración pensada del otro y a sus corazones bombear con fuerza. Uno de los brazos de Rocío ahora rodean el cuello del pelinegro para tener un mejor agarre, en momentos como esto odia ser más bajita que él. Quisiera que fueran iguales, así no tendría que luchar tanto para poder perderse en el cielo de sus iris aún cuando él huye de la oscuridad que refleja el café de su mirada.

Los segundos pasan hasta convertirse en minutos, y al igual que Azul en aquel recuerdo, no obtiene una respuesta directa, pero mientras que la pequeña recibió una comparación angelical, un beso lento y desbordante de amor es lo que obtiene la mujer.

Contiene el aliento sin ser capaz de responder a la primera, pero tras cortas milésimas de segundo, corresponde con la misma devoción, tomando esa respuesta como un .

—Gracias Ro... —le susurra en medio del beso, en un tono bajo y ahogado por la nueva revolución de sentimientos que lo abrazan— Te amo.

(...)


Ya han pasado dos semanas desde el cumpleaños de Liz, hoy es 12 de diciembre, pronto será noche buena, luego navidad, y por último año nuevo. Aquí en Origen no es así, o al menos no por completo. Hay celebraciones, sí, pero las actividades en estas varían según el reino/tierra. Cami me cuenta que en Nahera hacen un intercambio cultural entre las especies, cada una con sus propias tradiciones, ella lo describe como viajar por el mundo en una semana.

Charis habla de la realización de distintos juegos, destacando una carrera entre laberintos de volcanes y ríos de lava en la que es campeona desde que llegó a la familia Draco (la familia líder de Fariza).

Y así va variando. El único lugar cuyas celebraciones se asemejan al mundo humano es en Sorium donde viven tía Jade y su esposo, y la Capital donde vivimos nosotros, ya que sus habitaciones son mayormente humanos. Y aunque a papá le gusta decorar la casa, la realidad es que pasaremos las fiestas con TODA nuestra familia en una reunión masiva que habrá en el Palacio Natura, donde conoceré a los nuevos miembros que llegaron en mi ausencia, incluyendo a una prima, una de sangre Heredia.

Eso será interesante.

Nico detiene el lapicero cuando tocan la puerta, golpes apresurados y urgentes.

Mira curioso a la entrada, la energía de su padre ya les es fácil de reconocer.

Con un chasquido hace desaparecer el cuaderno con la pluma, para luego hacer uso de la neblina y aparecer frente al hombre fuera de la habitación, quien no puede evitar sonreír orgulloso al verlo usar su magia con más frecuencia.

—¿Qué ocurre papá? —pero con esa pregunta su sonrisa se borra, adoptando un gesto grave.

—Hemos recibido noticias por parte de Calista —ahora es el turno del menor de adoptar seriedad, el nombre de su tía paterna sigue siendo una incógnita peligrosa—. Encontraron a Carola...  Y creemos que Azul está con ella.

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