C A P Í T U L O 37

La brisa fresca y salada de mar le golpea de lleno en cuento abandonan el portal.

Están en la frontera de Nahera, que es prácticamente una extensa playa que da paso al océano de Origen, hogar de todo tipo de criaturas marinas. Y es ahí, donde se conectan la playa de arena blanca y el bosque verdoso del territorio de Nahera, que se alza una gran y preciosa casona de dos niveles que les servirá ese día de cede para llevar a cabo la celebración del cumpleaños número dieciocho de Lizbeth Heredia.

Y hablando de dragonas...

—¡Nico! —una de cortos cabellos negros y eléctricas iris azules se abalanza sobre el chico en un apretado abrazo de oso.

—¡Charis! ¡Estás fría! —chilla el albino, y usa todo de sí para liberarse ya que la chica posee más fuerza de la que aparenta, y no sabe porqué eso le sorprende— ¿¡Cómo estás tan fría con todo este calor!?

—El agua a esta hora está helada, es en la noche que se calienta, y como tú mismo dices hace un calor infernal y si tengo un océano al lado pues... Lógica.

—¿Qué lógica tiene que el agua se enfríe de día y caliente de noche? —pero de todo lo que dijo, lo único que le llama la atención es eso.

—Lógica de Origen... Y de muchos países tropicales también —responde alguien a sus espaldas, y Nico gira de inmediato para encontrarse de frente con Lizbeth, que al igual que Charis porta un traje de baño y está goteando agua helada—. Hola cachorro.

—Hola Liz —le responde de forma distraída, mirando de aquí para haya con el ceño fruncido.

—¿Sólo "Hola"? ¿Se te olvida que estoy de cumple? —inquiere la pelirroja, ofendida ante la poca atención en su día— ¿Y qué buscas?

—A Finn... Vino conmigo y... ¿Viste para dónde agarró?

—Entró a la casa cuando Charis te abrazó. Es rápido y silencioso ese chico, su tamaño lo ayuda a pasar desapercibido —le responde su prima con cierta obviedad.

—Vaya sorpresa... —admira, genuinamente impresionado, notando el largo camino entre la zona donde están y la construcción. Si que se distrajo.

—¡Ey, pote de leche! ¿¡No se supone que los vampiros le huyen a sol!? —más el grito de Roy lo hace prestarle más atención a su alrededor y enseguida localiza a sus amigos, junto a otras personas que no conoce, cerca de una quebrada al otro lado de la propiedad. Su grupo alzan las manos para saludar, ya que gritar a lo loco no es apropiado. Exepto para Roy al parecer.

—¡Cuidado tú y te prendes! ¡Jodido pedazo de carbón descerebrado! —pero la que responde es la dragonix de ojos azules, y se encamina hacia el joven Maestro que también se a puesto de pie para comenzar una discusión que acaba con ambos en el agua helada cortesía de Azriel, quien alega no tener ánimos para tonterías sin sentido.

—¿Cómo hace Roy para ponerse a discutir con todo el mundo? ¿Nació un martes trece o qué? —pregunta con diversión la mayor a su lado viendo ahora como su amiga trata de ahogar al menor, pero él se aprovecha de las sombras producidas por el sol ardiente y la jala lejos.

—Nah, es parte de su "encanto" —hace comillas de forma irónica—. La verdadera pregunta es: ¿Cómo lo seguimos soportando?

—¿Otra parte de su encanto? —y ahora ambos ríen por eso.

Pero tras ese pequeño espacio de risas, se crea un silencio que sólo es llenado por la voces ajenas y la brisa marina al soplar entre ellos.

—Y bueno... ¿Cómo sigues?, ¿Ya... Todo en orden? —se atreve a preguntar de forma cautelosa, haciéndole señas para que caminen lejos de los demás y poder hablar con privacidad. Aunque los únicos que podrían escucharlos son los cuatro con oído agudo y una es ella, dos están ocupados charlando y el último supone debe estar dentro de la propiedad. Cameron aún necesita transformarse para poder entrar en la categoría de "Lo Oye Todo".

Es así que ambos primos se alejan, pasando junto a otro grupo de rocas de gran tamaño que en complicidad con los árboles cubren estratégicamente esa área de ojos curiosos. Allí reposa un tronco caído que dejaron a propósito y toman asiento en el.

—Estoy... Estable —responde el chico una vez están cómodos, centrando la mirada en el paisaje que le otorga la playa. Es relajante—. Tuve tiempo para lamentar, para pensar, para entender... Y creo que ya es hora de seguir, después de todo, es lo único que pue... Debo, es lo que debo hacer —se corrige en lo último, y pese a lo que se podría esperar, su tono es seguro, honesto.

¿Aún le duele lo de Hasper? Por supuesto. ¿Aún se siente culpable? Ya no tanto. ¿Debe seguir adelante a pesar del dolor? Es su única opción.

—Eso lo mejor que puedes hacer, Nico —Lizbeth le sonríe con suavidad ante sus palabras, feliz de oír la calma en su voz—. Es maravilloso, ¿Sabes? Me alivia. Nos preocupaba que esto te afectara demasiado. Ver morir a un ser querido es verdaderamente traumático, en especial siendo tan joven. Pero sin dudas no debí subestimar tu fortaleza. Eres un verdadero Dimitriu.

—Muchas gracias, Liz —su tono se vuelve cohibido ante el halago lleno de admiración—. Honestamente yo tampoco creí que podría levantarme después de ver... De volver a ver eso. Pero de haberme hundido no solamente los habría angustiado a ustedes y me habría decepcionado de mí mismo, sino que le hubiera faltado el respeto a la memoria de Hasper si me rendía después de que ella se sacrificó para que siguiera avanzando. Ella tenía fé en mi y no pienso fallarle.

No dejaré que tú muerte sea en vano.

Cumplirá su palabra.

Los ojos de la chica se abren considerablemente ante la firmeza y determinación en su voz. Él semblante del chico pasó de tímido a decidido en un parpadeo, apretando sus puños con fuerza y desbordando convicción en su postura.

—Nico... Eso es tan conmovedor y noble de tu parte —su sonrisa es más grande ahora y decide sujetar una de sus manos rodeando su puño y apretando con suavidad—. Eres un chico de espíritu fuerte y gran corazón, primito. Un verdadero guerrero. Digno de tu familia. Que orgullo.

Su gesto es una mezcla de alivio, orgullo y admiración. Nico le a agarrado desde que lo conoció, pero también le preocupó, es un chico bastante... Especial. Se angustió mucho cuando su madre le contó el ataque de pánico que había tenido trás recordar a su amiga fallecida. Así que verlo levantarse la hace sentir genuinamente asombrada.

En todas sus vidas son contadas las personas con esa capacidad de seguir avanzando pese a las heridas, y algo que ha descubierto es que las personas de esa curiosa familia destacan por ello.

—G-Gracias —nuevamente se cohibe ante sus palabras. No siente que sus acciones sean la gran cosa, solo es lo que debe hacer.

La pelirroja contiene una risa al ver su estado avergonzado y decide liberar su agarré antes de que el chico colapse.

—Por cierto. Un pajarito me contó que Cameron ha ido a verte los últimos días y se queda hasta tarde contigo, dime algo, ¿Ella tuvo algo que ver con tu rápida recuperación?

O solamente piensa avergonzarlo de otra manera.

La reacciones del chico le causan ternura. Son muy honestas.

El rostro del albino no tarda en teñirse de color, desde las mejillas hasta la punta de las orejas.

—E-En parte... —admite, y su rostro posee un tono rosa fuerte que busca ocultar con sus manos, pero que aún así se nota— Pasé varios días hundido sintiendo que era un inútil que no podía proteger a los que quiere, algo como lo que ella sintió por... Fanny —los labios de la chica se abren un poco, pero luego se cierran y asiente indicando que siga aunque el chico no la ve ella, sino que sus ojos ahora están fijos en la arena—. Aún siento que podría fallar, pero... No quiero hundirme de nuevo, si lo hago... Entonces de verdad no podré hacer nada.

—Nuevamente, estoy de acuerdo. Poder proteger a los que quieres es algo que todos deseamos, y fallar es horrible, pero como todo en la vida, es mejor intentarlo y no lograrlo, que no haberlo intentado por miedo. Es un riesgo que debemos asumir —esta vez posa su palma con gentileza en su hombro—. Aunque sabes que nadie te culpa, ¿Verdad? Lo que pasó... Tú no lo provocaste.

—Lo sé... Pero saberlo no cambia los hechos.

Ahora su tono es bajo y el sonrojo ha desaparecido, por lo que baja las manos hasta su regazo donde las une, mientras que la mayor le observa con un entendimiento que le abruma.

—Pero tal vez sí tus sentimientos... —musita, sobando un poco su hombro— Vivir con una culpa que no nos pertenece no es sano, asumo que ya lo sabes, y aunque sé que saberlo no lo hace menos complicado de superar, es un avance, y algo es algo.

—Lo sé. Estoy... Estoy en eso.

Intenta una sonrisa, que aunque pequeña, es sincera.

Y con eso dicho, Liz le da un corto abrazo para afianzar su apoyo, recibiendo un agradecimiento en respuesta. Luego se retira para volver con los demás, mientras que Nico decide quedarse un rato más para disfrutar de la calma, así que se queda solo ahí sentado, meditando en todo lo dicho.

¿Digno de nuestra familia? ¿Lo soy?

—¿Puedo acompañarte?

Una voz lo saca de su meditación, va cargada de un acento que mezcla el latino con el francés, y enseguida retira la vista del mar para atender a la muchacha que ha llegado.

Vega... Claro, adelante —concede, y ella se coloca a su lado.

La joven también está cubierta por gotas de agua fría, con sus cabellos de un interesante café-rojizo totalmente húmedos, indicando que salió del agua recientemente. Su cuerpo es cubierto por un short oscuro que le llega a la mitad del muslo y una camisa suelta que le cuelga de lado, dejándose apreciar su figura algo rellenita, aunque curvilínea, y su tez caramelo más oscura que la de Roy combina perfecto con sus grandes ojos de iris chocolate enmarcadas por largas pestañas negras; no puede evitar aliviarse al evaluar el cambio en la apariencia de otro de sus amigos, luciendo mucho más saludable y estable que hace tres años.

Se sumergen entonces en un silencio calmado, donde la chica se distrae hundiendo sus pies descalzos en la arena caliente que haría huir a la mayoría, pero que a ella le resulta acogedora y tranquilizante.

La palabra "Usuaria de fuego" es la respuesta a su tolerancia al calor, haciéndolo recordar muchas cosas.

Virginia Bonaventure, mejor conocida como "Vega", Usuaria Elemental de 4ta generación. Actualmente con dieciséis años de edad. Separada de su madre cuando tenía díez años al ser secuestrada por una organización que experimenta exclusivamente con jóvenes humanos capaces de controlar los elementos, pero al ser los Usuarios de Fuego tan poco comunes, tenían escasos conocimientos sobre qué tanto podía hacer debido a la variación de las capacidades según el elemento. Originalmente sola la sometían a una serie de pruebas que la obligaban a liberar su fuego al máximo, lo que pase desgracia de esas personas terminó en la muerte de varios acabando calcinados.

No podían controlarla y después de un tiempo ni Vega podía hacerlo. Su fuego aparecía inconscientemente.

Fué ahí cuando llamaron a Carola, quien si sabía perfectamente todo de lo que eran capaces los Usuarios más allá de solo invocar sus elementos y no dudó en querer aprovechar a una codiciada chica del fuego.

El día que Roy la encontró llevaba apenas una semana allí después de pasar un año en los laboratorios humanos. Ocurrió una tarde en la que el chico los llevó a él, a Hasper y Azriel de arrastras hasta una zona medio destruida del Criadero a la que nadie iba, donde una pequeña de reflejos rojos y piel oscura aguardaba echa bolita rodeada de cenizas.

No les costó descubrir el porqué.

Al comienzo se asustaba fácil y en respuesta su cuerpo se encendía quemando todo lo que estuviera cerca, por eso se ocultaba en los escombros solitarios de esa zona, hasta que Roy la encontró mientras huía de un grupo que le gustaba molestarlo, verla en ese lugar le extrañó, pero cuando quiso acercarse el calor lo detuvo hasta que la chica vió que no era una amenaza y se calmó, a lo que charlaron un rato y luego fue a buscarlos.

Hasper tomó la palabra primero, usando lo que ella llamó "sutileza femenina", lo cual funcionó y les permitió acercarse a Vega, quien poco después se unió a ellos pasando gran parte de su tiempo pegada a la tigresa o al Maestro, quizás por eso llegó a quererlos más que al resto.

—Finalmente nos recordaste... A mí y a... Hasper —ella rompe el silencio, sacándolo de sus recuerdos. Su voz calmada y su mirada tímida puestas en él.

—Lo hice, si. Perdón por tardar —no puede evitar disculparse, le apena recordar que tuvo a la chica enfrente la primera vez y la trato muy descortés.

Vega niega en seguida con una gesto comprensivo.

—No te disculpes. Las cosas no han estado nada fácil para ti, no me molestaba esperar si necesitabas más tiempo.

Ahora es él quien sonríe. Algo que siempre le agradó de la chica de fuego era su compresión y calma. Para representar un elemento tan volátil, Vega era extremadamente tranquila y eso ayudaba a entrar en confianza con ella.

—Gracias.

Otro silencio. Una pausa momentánea.

—Lo siento.

Otra vez es ella quien toma la palabra.

—¿Por qué te disculpas? —cuestiona.

—Lo que viviste... Verla a ella dar... Su vida... De esa manera... No podría ni imaginar el dolor que sentiste.

Ahí está. Ese dolor en su pecho.

—A ustedes también les afectó mucho... Ella era tu mejor amiga.

La mirada de la chica decae, sujetando sus codos como si se abraza a si misma.

—Era como una hermana... —susurra, su tono ahogado por un nudo en la garganta.

Nico enseguida pone una mano en su hombro como apoyo, así como lo hizo Lizbeth con él.

—Te quería mucho... A todos los quería.

—Lo sé... —un par de lágrimas se deslizan silenciosas y Vega las limpia con calma. Sonríe con melancolía. Recordando a la tigresa con cariño.

Nico aprieta su agarre inconscientemente.

Otra pausa. Ambos se toman un momento para asimilar sus sentimientos.

—Oye Nico... Me estuve preguntando algo... Cuando Cameron y Azriel nos contaron lo sucedido, dijeron que habías descrito a Hasper físicamente, quiere decir que la recordaste antes, pero nunca preguntaste por ella, ¿Por qué?

Su cuerpo se tensa ante la pregunta, a lo que retira de inmediato su mano y desvía el rostro al verse repentinamente incapaz de enfrentar su mirada interrogante.

—Tenia... Miedo —confiesa, apretando sus puños nuevamente—. Solo soñé con ella una noche... Y desperté sintiendo que habían arrancado una parte de mi alma... No sabía claramente quién era Hasper, solo que era importante y que ya no estaba. Y me aterró la idea de preguntar por ella, así que simplemente enterré su imagen. Sabía que eventualmente tenía que enfrentarla, pero no me sentía listo para preguntar... Hasta que pregunté por tí y todo... Simplemente emergió.

Enseguida frunce el ceño y aprieta los labios en una línea tensa.

La sabe. Fué un cobarde. Pero de verdad se sintió del asco y le dió pavor preguntar por la chica que le desgarraba el corazón.

Ya había visto sus ojos, si no se equivoca. Reflejados en los ojos de su prima. Ese día también se asustó.

Ahora entiende por qué.

—Entiendo... —la voz de Vega como siempre es serena y consoladora, como una hermana compasiva que solo te escucha y te apoya— Aunque... Lo que no entiendo es por qué mi recuerdo desencadenó el suyo.


Eso es algo que también se ha estado preguntando, ¿Por qué recordó a una, pero no a la otra?

—También me confunde eso —admite, llevando su mirada al frente, pero sin contemplar el mar, sino que su mente vaga tratando de unir los puntos—. Podía verla a ella, junto a Roy y Azriel, pero no a tí. En ningún momento. Era como si mi mente te bloqueara a propósito, así como yo bloqueaba a Hasper. Tal vez... —medita— Tal vez sentía que podías ser un... Detonante, para recordar por completo, y no solo vistazos como al comienzo —analiza, tratando de descifrar si esto era obra de su memoria fragmentada... O del hechizo de la bruja.

—¿Cómo es posible eso? —cuestiona, también intrigada.

—La mente es muy compleja y a la vez maleable. Actualmente mi memoria es un rompecabezas sin sentido. Cada vez que logro obtener nuevas piezas, solo me doy cuenta de que me faltan cientos —responde, con una frustración atorada en el pecho—. La primera vez que ví un vistazo de Hasper estaba junto a Lizbeth, ellas se parecen mucho físicamente. Tal vez eso estimuló mi memoria, pero como el hechizo de Carola aún está presente, buscó retener el flujo de recuerdos bloqueando algo más, algo relacionado estrechamente con Hasper, algo como tú.

—Su compañera... —concluye Vega, sorprendida de la resolución del chico— ¿Pero... Por qué la necesidad de bloquear tanto a Hasper? Al final todos estamos relacionados. Somos familia.

—Yo... Tengo una teoría —muerde su labio, ansioso— Creo que Hasper... Es parte de una... Serie de recuerdos claves que me faltan. Hay muchas cosas de... Esa noche, que aún no recuerdo.

—¿Y qué es lo último que recuerdas?

—Hablar con Desmon y tía Jade para después adentrarme en una parte desolada del bosque... Antes de desaparecer por tres años.

Vega aparta la mirada en silencio ante eso y Nico agacha la cabeza de forma pensativa mientras juega con sus manos sobre su regazo.

Lo que ocurrió después debe de ser de gran relevancia si Carola se esfuerza tanto en bloquearme el paso.

No quiere que avance. No quiere que recuerde lo que ocurrió esa noche cuando me alejé.

¿Qué ocultas bruja? ¿Qué es lo que no quieres que nadie sepa?

—¿Te das cuenta que parecemos Sherlock Holmes y el doctor Watson?

La comparación de la femenina lo saca de su diálogo interno y enseguida la encara parpadeando confundido, hasta que finalmente cae en cuenta de la situación.

Ahoga enseguida una risa avergonzada cubriendo su boca, haciendo que sus hombros se sacudan, mientras que Vega sonríe divertida y libera una risa cantarina.

—Perdón, perdón. Estábamos hablando de algo serio —se disculpa apenada, una vez recupera la compostura.

Nico niega de inmediato.

—No te disculpes. Ya me estaba comenzando a doler la cabeza. Más bien, gracias —sonrie, ladeando la cabeza con cariño—. Me alegra recordarte, Vega. Ojalá lo hubiera hecho antes.

—Tranquilo. Igual no me encontraba en Origen, no pudimos hablar de nuevo hasta ese día.

—Es verdad, no te volví a ver, ¿Dónde estabas? Si puedo saber claro —curiosea.

—Estaba con mi madre —contesta, ahora con gesto animado.

—¿Pudiste volver con ella? ¡Me alegro mucho, Vega! —su destila una emoción genuina por ella.

Vega siempre había hablado de lo mucho que extrañaba a su madre, de lo preocupada que estaba por ella y el miedo a que llegase a creer que había muerto. Su secuestro había ocurrido no mucho después de la muerte de su padre a causa de una enfermedad, no quería ni pensar en lo devastada que podría estar la mujer.

La mirada de su amiga brilla esta vez cuando sonríe.

—¡Si! Gracias a Dios mis tíos la acogieron y la apoyaron todo este tiempo. Cayó en una fuerte depresión cuando no me encontraron y había dejado de comer afectando su salud, pero afortunadamente pude volver antes de que algo grave le ocurriese y con mi regreso sus ganas de vivir volvieron —el alivio y la felicidad son palpables en su voz y Nico no puede evitar conmoverse ante ello—. Ahora divido mi tiempo entre mis estudios aquí en Origen y un tiempo de calidad con ella. Normalmente paso diciembre allá, pero últimamente no se había sentido bien y me pidió estar este mes con ella, y como aún no me necesitaban, decidí ir. No fué hasta hace poco que me llamaron para volver y fué cuando nos reencontramos.

—Comprendo. Me alegra mucho que hayas podido volver con tu familia, Vega.

—Yo igual me alegro de que estés de regreso con la tuya, Nico —le devuelve las palabras, y ahora le toca a Nico reprimir un par de lágrimas fugitivas.

Su siguiente declaración viene del corazón:

Agradezco estar con ellos también.

(...)

Ha llegado la tarde, y con ella los adultos que se habían tomado su tiempo para otorgarle la mañana a los jóvenes. Lo que significa...

—¡Bocadillos! —celebra Roy, tomando de la mesa larga que han acomodado frente a la casa unos panes rellenos de dulce frutal—, guayaba~ —canturrea, saboreando el dulce.

—Yo prefiero los de coco —opina Vega, tomando uno de estos.

—Yo me quedo con los de leche —se une Azriel al debate.

—Ey, dejen para los demás —regaña con diversión Mikael, amigo de Liz, llegando a los jóvenes con un vaso de jugo de fresa en la mano.

—Yo quiero un chocolate —aparece Addy, su novia, acompañada de Lizbeth y su mellizo Seth —pareja de Liz— con unas bebidas también.

—No arrasen que no son los únicos que comen —regaña Jade a los jóvenes que se han adueñado de la bandeja de bocadillos.

Y mientras el grupo discute siendo observados por la pelirroja que disfruta ver del mundo arder, Nico se encamina al interior de la casa por un jugo también.

Dentro de esta se encuentra a Darcy, Rocío, Lyan y Charis charlando en la sala. Y al entrar a la cocina se encuentra con Matteo, Demon y Alec.

—¿Buscas algo, Nico? —consulta su padre, quien junto a los demás preparaban otra bandeja de aperitivos. Eso es lo malo de las familias numerosas, siempre se necesita de más.

Aunque, la ocasión lo amerita, después de todo no sólo es el cumpleaños de Lizbeth, sino que la chica cumple nada más y nada menos que en La Noche de la Aurora, un evento que ocurre cada cuatro años en Origen, y no, no es solo luces iluminando en un punto en específico, sino que recorren el cielo completo de las diferentes tierras de Origen, mostrando no sólo una hilera de colores, sino también diferentes figuras que se desplazan como si tuvieran vida propia, cambiando e interactuando entre sí como si contaran una historia. Un evento mágico y sin igual.

Y sí, también es el mismo día en que todo cambió para ellos. Cuando él y sus primos fueron separados de su familia.

Un día que quedará marcado para siempre.

Vaya coincidencia, ¿No?. ¿Se podría considerar como mala suerte? Quizás. Pero ahora que están todos juntos de nuevo, es la escusa perfecta para celebrar y dejar los malos recuerdos de lado.

—Solo vine por un jugo —responde, tomando un vaso y abriendo el refrigerador para tomar la garra de jugo de fresa y servirse— ¿Necesitan ayuda?

—Podrías ayudarme con el pastel, Matteo y Demon están ocupados, y pedirle a Cami es para que se coma la mitad de la crema —bromea Alec, quien efectivamente está bañando de rojo uno de los niveles del pastel, mientras que Demon se retira con una bandeja de bocadillos salados y Matteo prepara algo en la sartén.

—Claro —accede, terminando de beber su jugo, y procede a lavarse las manos para comenzar a ayudar.

Así pasan un buen rato, Demon regresó para ayudar a Matteo, y en algún punto Darcy y Rocío también se unieron para terminar con todo aproximadamente una hora y media después.

—Nico, anda con los demás y acomoden la mesa para el pastel, ya está anocheció y pronto saldrá la aurora —le pide Rocío, a lo que el menor asiente y trás lavarse la manos empalagosas por la crema, sale a hacer lo que le pidieron, lo cual resultó sencillo con la cantidad de personas que habían, hasta Alva ayudó a acomodar las sillas.

Que por cierto...

—Falta silla —señala Azriel que había contado los asientos y a los invitados.

—Si no me dices, no me entero —responde con sarcasmo el chico con el oso-sombra en el hombro.

—¿Qué dices Roy? ¿Que estás bien de pie? Perfecto, muchas gracias, muy amable.

—¡Ey Charis!, Yo no dije eso, ¡Quítate!

—Fué lo que yo entendí —se defiende la pelinegra, comenzando una lucha de empujones con el Maestro por la silla que este iba a tomar.

—¡Pero ustedes no saben lo que es estar en paz! —regaña Liz, separando al per y mandando a cada uno a un extremo diferente— Pero es verdad, falta silla.

—Ya nos arreglamos, tranquila —le intenta calmar Seth, y la guía a su asiento a la cabeza de la mesa.

—¡Llegó el pastel! —anuncia Alec, trayendo con ayuda de Demon el postre de tres niveles rojos, con rosas de azúcar y fresas cortadas.

—¡El que no tome asiento no come! —grita Vega, y como rayos los menores agarran lugar.

—Mujeres y niños primero —se une Jade, y ahora las mujeres mayores toman un lugar también.

—Muy graciosa cuñadita, yo no estuve metido en la cocina para quedarme ahora sin silla —protesta el brujo, y Matteo y Demon se unen a la queja.

—Cierra el pico y siéntate con Dali —les calla la Maestra, sentada sobre el regazo de Bastian, a quien jaló consigo mientras los otros se quejaban y quien se limita a mantener tranquila a su esposa para que no comience una discusión innecesaria.

—¿De verdad no se les ocurrió antes? —se burla Mikael, sentado con Addy quien lo calla entre risas para que no lo regañen.

Y cayendo en cuenta de ese detalle, los que quedaron de pie hicieron lo lógico de sentarse con sus parejas.

—Esperemos que las pobres sillas resistan —le susurra Vega a Nico, el cual agarró asiento también en cuanto vió salir a su padre con el pastel, y ambos ríen por eso.

—Pero en serio, ¿Nadie se dió cuenta antes de que habían más invitados que asientos? —cuestiona el albino, sin poderse creer que no notarán un detalle tan importante a la hora de planear la celebración.

—Los cumpleaños de Liz mayormente eran en Palacio y siempre algo sencillo, esta fecha no era muy grata para ninguno que digamos —responde Finn, sentado al costado restante de su hermano—. Este lugar no había sido visitado hasta que Rocío y Demon se mudaron. Todo esto fue planeado a último minuto.

—Oh, entiendo... —asiente, intentando que tal noticia no lo desanime. Debió imaginarlo, pero todos se veían tan animados que llegó a pensar que era el único al que aún le afectaba la fecha. Aunque para este punto es sola la espinita del recuerdo molestando.

—Me pueden dar su atención por favor —pide en ese momento Alva, en el otro extremo de la mesa frente a su hija, de pie con una copa de jugo, porque el alcohol estaba prohibido por el bien de los más jóvenes—. Como saben, hoy mi querida Liz cumple dieciocho años, un gran motivo de celebración, más este día no es importante solo por eso, ni siquiera por ser la Noche de la Aurora, sino, porque será el primer cumpleaños y la primera aurora que podremos disfrutar estando la familia reunida. Ahora que nuestro querido Nico está con nosotros de nuevo, podremos celebrar juntos sin limitaciones, así que esta noche no sólo será por Lizbeth, sino por todos nosotros, ¡Por nuestra familia!, ¡Porque a partir de ahora siempre esté unida!

—¡Amén señora! —exclama Roy, y en esta ocasión todos lo apoyan alzando sus bebidas para brindar.

—Roy siempre tan elocuente —opina Darcy, sentada con Matteo frente a los que lograron agarrar una silla para ellos solos.

—Tan loco-siempre será —corrige el mestizo, haciendo reír a los que escucharon el comentario, que por suerte no incluye al aludido ya que éste está lejos charlando con Azriel y Lyan de forma decente para variar.

Y así pasa la cena, entre risas y charlas hasta que llega el momento de cantar para la cumpleañera y finalmente partir el pastel, aunque en esta ocasión sólo los mayores se quedan a la mesa, los jóvenes se dispersaron por la zona al momento de recibir su parte, incluyendo a Nico y Cameron que se encaminan ahora hacia el tronco caído en el que estubo el chico temprano.

—Chocolate con fresa, esto grita Lizbeth por donde lo veas —ríe la ojinegro, llevándose un trozo de fresa a la boca.

—Papá dijo que está inspirado en ella —comenta el albino, imitando su acción al llevarse un poco de crema, ls probó mientras decoraba y le gustó la ligereza de esta en comparación con lo fuerte del chocolate y lo dulce de las rosas, que por cierto, sólo se les dió de estas a las mujeres. Una injusticia según Roy y Mikael, un cliché según Lizbeth y Charis, y algo sin importancia según Azriel y Lyan— Por cierto, ¿Qué hay entre Charis y Roy?, Parece que se odian.

—Nah, es algo así como lo que tiene con Azriel. No es que se odien, sino que les gusta llevarse la contraria. También porque Roy una vez le dijo que era poco femenina —lo último lo dice en un tono confidencial, como si le hablara de una travesura.

—El estilo de Charis lo veo más cómo una mezcla, algo así cómo tú —opina Nico, llegando al tronco donde toma asiento.

—¿Crees que soy poco femenina? —inquiere Cameron, mirándole con una ceja enarcada, sorprendida ante su comentario.

—Ambas tienen un estilo más... Rudo, por así decirlo. Ninguna usa tonos típicamente asociados a chicas, ni faldas, estampados coloridos, joyería, ni se hacen peinados elaborados, aunque Charis si ha usado maquillaje. Usan mucho material duro, botas, chaquetas oscuras, y ambas tienen un carácter de cuidado, aunque tú eres más altanera.

—Osea, que a parte de ser poco femenina, también me consideras una problemática. No Nico, ¿No tendrás algún halago menos bonito? —su voz destila sarcasmo y disgusto claros.

—Solo digo que sus estilos son diferentes, y ustedes también, pero eso no quiere decir que piense así de ti —aclara el chico enseguida, alzando sus manos llenas de crema en señal de inocencia—. En realidad me gusta —y como si no fuera la gran cosa, se mete un dedo en la boca para seguir comiendo la crema como niño chiquito, desviando la mirada para no tener que enfrentarla.

El gesto de la chica se relaja ante lo último, mirando con cierta ternura el sonrojo que la piel blanca del varón no le permite ocultar, incluso bajo la luz de la luna, y ladeando una sonrisa tierna, se apoya contra el hombro del chico para seguir comiendo su postre tranquila, a lo que el bicolor responde apoyándose también contra su cabello haciendo aumentar su sonrojo, pero feliz con su reacción.

Así prevalecen un rato mientras terminan de comer y ven como la luna se alza iluminando el cielo sin estrellas hasta llegar al punto más alto.

—Ya es hora —anuncia Cam, y tomando la mano del albino lo jala hasta la orilla de la playa donde sus pies tocan el agua ahora tibia.

La atención de ambos se dirige al cielo, la luna a comenzado a brillar con mayor intensidad, irradiando energía plateada que se entremezcla con la oscuridad hasta que...

—¡La aurora!

Una explosión de luz llena el manto oscuro creando la conocida aurora boreal, pero que en este caso las hileras de colores variados atraviesan cada cielo de Origen, y pocos segundos después figuras luminosas de animales multicolores comienzan a recorrerlas.

—¡Wow!, ¡Es un oso azúl! ¡Y un venado verdad! —señala el albino con asombro.

—¡Mira, un águila naranja!, ¡Y una ballena blanca! —de igual manera su compañera se emociona.

La primera aurora de sus vidas había estado llena de tristeza y dolor, y la siguiente de pana y melancolía. Esta era la primera vez que podría disfrutarla con el corazón lleno de dicha.

—¿Trajiste tu cámara?, Esto sin duda es digno de fotografíar.

—Claro que lo es, pero no es posible capturar esta aurora con una cámara ordinaria, está hecha de energía pura, a penas y nosotros podemos verla, un ser sin un lazo mágico no podría.

—Oh, que mal —lamenta, una fotografía de tal escena sería digna de exhibición—, pero supongo que así tiene aún más valor este momento.

—No te haces una idea de cuánto —musita, y un gesto nostálgico invade su rostro—. Tía Alva lo dijo, esto es memorable por más razones de las que puedo contar. Me alegra por fin poder verla sin sentir que se me rompe el corazón.

Sus palabras están llenas de un sentimiento agri-dulce que lo hacen verla con el pecho hecho un nudo, por lo que enredada sus manos y ella afianza el agarra sin dudar, aún con la mirada en el cielo.

—Y a mi poder verla a tu lado, bonita —confiesa, provocando que Cameron lo encare y le dedique una sonrisa suave junto a un sonrojo leve.

—A mi igual —corresponde, regresando su atención a las luces, en cambio él mantiene su vista en ella, admirando como los colores de la aurora se reflejan en su mirada oscura de forma intensa, como si capturara el firmamento mismo en ella.

Preciosa... —susurra, cautivado, pero sin darse cuanta, y ya es tarde cuando lo hace ya que Cameron lo vuelve encarar, a lo que reacciona sintiendose arde por ello.

—¿Me acabas de llamar... Preciosa? —no es la primera vez que lo escucha usar esa misma palabra cuando están juntos.

El espectáculo de luces a perdido su atención, dedicándole ahora toda a la posible respuesta del muchacho que tiene el rostro lo suficiente rojo como para creer que en cualquier momento hará combustión espontánea.

Y esa es toda la respuesta que necesita.

Su mirada se enciende en hilos de plata, y sintiendo como su corazón se llena de ternura, se abalanza sobre él para atrapar sus labios en un beso furtivo y demandante, que lo deja en shock por la sorpresa, haciéndolo tambalear un poco, pero por suerte logra equilibrarse al último segundo tomándola por la cintura para mantenerse estable.

Más no tiene tiempo a responder cuando ella rompe el contacto para mirarle con dulzura, acompañado de un sentimiento un poco más... Profundo, que lo hace estremecer, pero de una forma demasiado gustosa para su sanidad mental.

—Lo vol... V-Volviste a h-hacer —señala de forma entrecortada, teniendo el corazón a mil y el cuerpo ardiendo por más de una razón, sintiéndose vulnerable y acorralado entre los brazos, los labios y la mirada de la femenina, pero nuevamente no de mala manera—. M-Me... Me besaste de... De golpe. Me quedé sin... Sin aliento.

—¿Y eso es malo? —le cuestiona ella, ladeando el rostro de forma inocente y acercándose peligrosamente de nuevo, alterando sus nervios como solo ella puede al sentir su respiración caliente de lleno— Ya me has correspondido... —susurra, y ahora toda inocencia se a marchando para ser reemplaza por un sentimiento abrumador y pícaro que lo consume.

Dios mío... —exhala entonces, sintiéndose perder en sus iris brillantes— ¿Qué me estás haciendo?, Esto no es normal, me siento morir al verte... Así.

—¿Así, cómo? —se atreve a preguntar, tanto con diversión traviesa como con genuina curiosidad.

—Como si en cualquier momento fueras a... Comerme —le responde, rodeando por completo su cintura e imponiendo sus pocos milímetros extra para no sentirse tan sometido—. Y lo peor es que la idea me... Me gusta.

La igualdad de estaturas les permite mirarse sin problemas. Un fuerte sonrojo cubre las mejillas y las puntas de las orejas de Nico, algo avergonzado por sus palabras, pero sin una gota de arrepentimiento. Mientras que las iris de Cameron están llenas de hilos de plata que brillan como luces fluorescente en medio de la oscuridad, reflejando una estela de emociones que lo hipnotiza.

—¿De verdad quieres que te coma?, Porque créeme, con lo dulce que estás siendo, lo haría con todo gusto. Y no me refiero solo a besos~

La malicia baña su voz y en respuesta el sonrojo de su compañero aumenta significativamente, si es posible, cuando inevitablemente imágenes de tal insinuación llegan a su mente, haciéndolo sentir un pervertido, más Cameron solo puede echarse a reír ante su expresión, delatandose en el proceso, lo que provoca que Nico la mire con reproche por jugar así con él, más ella le calma delandole otro pequeño beso que le saca una sonrisa. Definitivamente es demasiado débil cuando se trata de esa bella chica.

Cameron se recuesta entonces contra su hombro, suspirando complacida con las tiernas y divertidas reacciones del contrario.

—Y pensar que nos perdimos años de esto... —lamenta, sin poder evitarlo, el dolor de su corazón ante una realidad que nunca será, lo que en respuesta hace que afiance el abrazo.

—Pudo ser peor... —recalca el chico, compartiendo la nostalgia, pero intenta detenerla al jugar con sus cabellos que tanto le gustan ultimamente a intentado reprimir sus tic's distrayendo su mente con otras cosas—, y deleitarse con aquel aroma que desprende la joven. Es como el bosque trás una llovizna.

Bosque...

De repente la humedad se convierte en humo, y un sentimiento ácido y doloroso corrompe la dulzura del momento.

Al alzar la mirada el paisaje se distorsiona ante sus ojos, y el mar con su suave vaiven es reemplazado con la danza violento de las llamas, llenando de ceniza un cielo muerto que anteriormente brillaba en vida.

No...

No otra vez.

El terror lo paraliza, tensando cada fibra de su cuerpo. Por un momento creyó que volvería a encontrarse con cierta tigresa que a estado acechando en sus pesadillas, pero para su desconcierto, entre los árboles secos, a varios metros de su posición y hacía donde se dirige corriendo, yace de rodillas una niña de largos cabellos negros que parece estar sufriendo.

¡Azul! —gritó en el recuerdo, lo que en la realidad fue un susurro que hizo a la muchacha entre sus brazos separarse de golpe.

—¿D-Dijiste... Azul? —cuestiona, insegura de haber oído bien, aunque su audición es casi perfecta.

Es ahí que Nico regresa a la realidad en un parpadeo violento, dejándolo algo aturdido.

—S-Si... Eso... Eso dije —responde perdido, tratando de enfocarse en el presente— ¿Tengo que hacer la pregunta o me lo dirás de una? —inquiere, ahora sí centrado en la chica que lo mira con una expresión complicada.

—Azul es... La hija de Carola y Zirius —susurra, con angustia pura—. Por lo tanto mi prima y... La hermana menor de Demon.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top