C A P Í T U L O 35

—¿Aún no has podido verlo?

—No, aún no. Le escribo a diario, pero sólo me responde por la mañana con un «Sigo vivo» y en la noche con un «Lo siento». Sinceramente me pone los nervios de punta sus respuestas —responde la ojinegro, con una expresión entre perturbada y preocupada.

—Somos dos —concuerda el castaño.

—Tres —se une el peliazul.

—Con sólo escucharlo, somos cuatro —apoya también la de reflejos rojos.

Esto es peor de lo que ninguno pudo haber imaginado... Fué ingenuo creer que podría manejarlo —declara Azriel con seriedad, tirado sobre su cama usando su propio celular para la videollamada. Su rostro es tenso y su mirada es dura—. Hasper y Vega están muy conectadas, si recordaba a una era obvio que recordaría a la otra. Y al hacerlo era obvio que reaccionaría mal. Se lo advertimos a Demon y a Darcy desde el comienzo...

Su tono baja en lo último. Sintiendo un regusto amargo al pensar en lo ocurrido.

Cameron aparta la mirada mordiendo su labio inferior con algo de fuerza, pensativa, antes de volver a hablar.

—Así es —concuerda, con la misma seriedad, pero rápidamente esta se suaviza—. Pero eso ya no importa. Justo ahora Nico está pasando por un proceso difícil y necesita nuestro apoyo.

Es cierto —asiente Roy—. Aunque... Hay algo que me confunde.

¿Qué cosa?

—Ustedes dijeron que Nicolas describió a Hasper físicamente, eso significa que había visto recuerdos de ella. Entonces si ya la había visto, ¿Por qué no preguntó por ella?

Tal vez porque, obviamente, no estaba listo —retoma la palabra el ojiazul con firmeza.

Un silencio tenso se crea ante esas palabras.

Me siento tan mal... —se lamenta Vega, llamando la atención de todos—. Todo estuvo bien hasta que volví. Nunca imaginé que mi presencia provocaría eso. En serio lo siento chicos.

¡No digas eso! —se apresura a corregirla el joven Maestro— No es tu culpa, linda. Esto era algo que eventualmente ocurriría, las palabras de Nico lo confirmaron, que justamente terminara de recordarla cuando tú apareciste no significa que hayas sido la causante de su ataque.

—Gracias, Roy. Eso me tranquiliza —le agradece con dulzura. Llevando una mano a su corazón.

—Ey, no anden coqueteando frente a nosotros —se queja Azriel, sacándole una risa a la ojinegro y un ligero sonrojo a la pelirroja.

¡Nosotros no estamos haciendo eso! —protesta Roy, visiblemente sonrojado también.

—¿Enserio? ¿Entonces no has estado cortejando a Vega desde que supiste que le gustas? —le acusa con burla y picardía el menor— Has estado muy atento con ella últimamente. Incluso fuimos a su casa y le cocinaste.

Roy se queda callado ante eso, avergonzando ante la risa divertida de Cameron y Azriel sonríe de forma felina por ello.

No le gustó la atmósfera tensa que se había formado y molestar a su tonto amigo suele hacer reír a todos.

—Gustaba... —corrige Vega entonces, interrumpiendo la discusión de los chicos, y toda la atención cae en ella en ese momento. Eso la pone nerviosa, especialmente la mirada del Maestro, más no permite que la vergüenza le gane, y con serenidad se acomoda hasta quedar sentada, viendo directamente al chico sombra—. Me dejaste de gustar cuando entendí que lo que sentía era apego, no amor. Además, a tí te gustaba Hasper e incluso cuando ella te rechazó, yo preferí seguir como amigos. No iba a ser plato de segunda mesa ni nada parecido, y mucho menos iba a arriesgar mi amistad con ustedes dos.

El tono de la chica es franco, sin filtro. Ha tenido el suficiente tiempo para asimilar y superar su "enamoramiento", aunque hubiera preferido que el chico nunca lo supiera.

Esa declaración hace que el silencio tenso regrese.

—¿Roy? —le llama Azriel, viendo como el nombrado ha puesto su celular apuntando hacia el techo de repente— ¿Sigues ahí?

Si... —su tono es bajo, un susurro— Si Nico responde, me avisan —pide, y sin esperar respuesta, termina la llamada.

—Creo que le afectó mucho... —Cameron ve a los dos restantes con una mueca de pena. Roy también es su amigo y le tiene aprecio, así que ese tono decaído le preocupa.

¿Fuí muy dura? Solo quería ser sincera... Vega se cuestiona entonces sus palabras. Según ella no fué cruel.

Le tomó por sorpresa la insinuación del menor de su grupo, ya antes le había comentado que el mayor ya sabía sobre los sentimientos que tuvo por él, fué por eso que al verlo avergonzado por las palabras de Azriel decidió aclarar las cosas.

Ahora siente que tal vez hizo mal.

—No dijiste nada que no fuera verdad —interviene Azriel antes de que la chica se empiece a sentirse culpable. Aún así su atención parece estar puesta en otro lado—. Él nunca sintió nada por tí y ya le aclaraste que son sentimientos del pasado. Claro que eso no quita que estuvo bien ciego, pero al final ninguno es culpable —un escándalo de ollas se escucha en el fondo y el ojiazul respira hondo para exhalar con fuerza—. Ustedes vean lo de Nico y me informan ¿Vale?, Creo que el golpe de realidad acabó con la poca estabilidad que le quedaba.

—Avisa si necesitas refuerzos.

—Hecho —y con eso, cuelga también dejando a las chicas.

—¿Crees que está bien? Vega suena en verdad preocupada, a pesar de las palabras de su amigo, no puede evitar pensar que tal vez sonó como si le estuviera reclamando algo cuando no es así.

Él estaba enamorado de Hasper, tú lo dijiste, solo te veía como una amiga. Solo querías proteger la amistad que tenías con ambos. Azriel está en lo correcto: Ninguno tiene la culpa —trata de calmarle, viéndole con empatía.

Vega exhala con fuerza ante eso, aún sintiendo ese peso en su conciencia, pero también la calma en su corazón.

Dijo la verdad... Después de tanto tiempo finalmente lo confesó.

¿Y tú?, ¿Qué sientes? —cambia de tema entonces, centrándose en su amiga ahora.

Ya no quiere darle vueltas a un cuento viejo.

—¿De qué hablas? —le mira confundida por ese cambio abrupto en el rumbo de la conversación.

Sabes bien de qué hablo. Recuerda que los ví aquella vez, así que se confiesa lobita.

Cameron entiende al fin de qué habla y de inmediato niega con la cabeza a nada en específico, pero el calor en su rostro le hace saber que se ha delatado ella sola.

Creo que esa carita me lo dice todo —se burla la menor con un tono juguetón, le resulta muy gracioso ver a la normalmente segura chica ponerse nerviosa de repente.

—No busques que te cuelgue, Virginia Bonaventure —le amenaza la contraria enseguida, pero aún así sigue colorada y eso solo aumenta la risa de la chica de fuego.

—¿Nombre y apellido? ¿Tan nerviosa estás para querer callarme así? —inquiere con descaro y sin miedo— Vamos, tú me hiciste confesarte lo de Roy, ahora te toca admitir que te gusta Nico.

¡Vega!

—¿¡Qué!? ¡No lo habrías besado si no te gustará! Además, llevas esperándolo todos estos años, los últimos tres no dejabas de preguntar por él, era obvio que terminarían juntos —expone con obviedad. Como si estuviera diciendo que el cielo es azúl y la sangre roja.

—Nosotros no estamos juntos —le corrige, en un tono más serio del que pretende, y aparta la mirada, aunque ya no sabe si es por vergüenza u otra cosa.

—¿En serio? —se sorprende ante eso— ¿Pero se gustan, verdad?

—Nos queremos...

¡Lo sabía! —celebra enseguida.

—Pero no queremos intentar nada todavía.

—¿Cómo..? —La sonrisa que tenía hace un momento se borra con esas últimas palabras— No entiendo, ¿Por qué?

—Vega... —respira hondo y se toma un momento, buscando las palabras correctas para explicarse antes de encarar a su amiga con seriedad y honestidad— Nico y yo nos queremos, eso está claro. Fué mi primer amigo de la vida, lo extrañé cada día en todos estos años, y que volviera fué como si recuperada una parte de mi alma... Lo único que quiero es pasar todo el tiempo posible a su lado y conocer cómo es ahora. Quiero ayudarlo a adoptarse, apoyarlo en la recuperación de sus recuerdos y volver a ser parte de su vida... Pero nada es estable aún. Él todavía tiene muchas cosas que procesar, y lo de Hasper fué un claro ejemplo. Hay demasiadas heridas por sanar... —por un momento piensa en Fanny. Ambos hemos perdido a alguien para siempre— Ninguno está listo para poder intentar algo. No tenemos el tiempo ni la estabilidad mental o emocional para llevar una relación. No aún.

La mirada obsidiana con reflejos color plata muestran una mezcla de sentimientos que van desde la firmeza, hasta el anhelo y finalmente la resignación, lo que provoca que Vega la admire con una mezcla de orgullo, compresión y compasión que estrujan su corazón.

—Entiendo... Tienes razón. Nico aún tiene mucho con que lidiar, tanto cosas del pasado como del presente —asiente despacio, estando de acuerdo con la explicación de su amiga—. Aún así estoy feliz de que admitieran quererse. Tal vez aún no puedan tener una relación formal, pero al menos saben que están ahí para el otro. Eso también es una buena forma de crear un vínculo más fuerte. Ya después podrán ver a dónde quieren llegar juntos.

Grazie.

Ese agradecimiento viene del corazón.

Mentiría si dijera que no le ha estado dando vueltas a la última conversación que tuvo con Nicolas antes de que supiera lo de Hasper.

Nico había dicho que aún era muy pronto para llamar "amor" a lo que sienten, pero admitió abiertamente que la quería, que ella le interesa y jamás negó la posibilidad de intentar algo a futuro. Solamente pidió que por el momento no lo pensaran mucho, y le fué fácil entender por qué.

Se atraían, eso es obvio, son jóvenes y ninguno ha tenido pareja antes, tienen las emociones a flor de piel y no pueden evitar sentirse cautivados por el otro como adolescente con su primer flechazo.

Aunque lo suyo no es nada pasajero.

Aún así, no pueden ponerle nombre a ese sentimiento. No ahora que no pueden vivir ese primer amor con libertad y seguridad.

Si Nico no recupera sus recuerdos no podrá sanar correctamente, así no poder avanzar. Y si no acaban con Zirius y Carola, ellos seguirán siendo una amenaza en sus vidas.

No podrían estar tranquilos. No podrían tener la oportunidad de vivir una vida normal.

Deben cerrar ese pasado si quieren escribir un futuro.

Así que por ahora, tendrá que conformarse con ser solo su "amiga". Con estar ahí con él como prometió y ayudarlo a sanar sus heridas de a poco.

Debemos sanar juntos.

Courage ma belle —«Ánimo bella»—. Nico te quiere muchísimo y tú a él. Así fué y así será. Ya verás que esto solo hará que sus sentimientos crezcan aún más y muy pronto podrán estar juntos como se merecen.

—Necesitaba oír eso, gracias de nuevo.

—¡No tienes que agradecer! ¡Para eso están las amigas! —le sonríe con ganas e inevitablemente ella sonríe también— Bueno, te tengo que dejar, prometí llamar a mi madre hoy.

—Está bien. Dale saludos de mi parte.

—Va.

Y con eso, Vega finaliza la llamada.

Una vez queda a solas, deja salir el aire hasta desinflarse por completo apoyándose contra la cama mientras deja su celular sobre la alfombra de la habitación a un lado de ella.

Vega es sin duda una gran amiga, desde que la conoció ha sido un gran apoyo con respecto a las inseguridades que no puede contarles a su familiares, quizás porque ambas tienen casi la misma edad y sus mentes jóvenes entienden sus pesares emocionales, como lo es sentirse insegura o ansiosa sobre el chico que te gusta.

Además la ha ayudado en otros aspectos, como a ser más abierta sentimentalmente y menos a la defensiva como era al comienzo. Sin contar que fué ella quien la ayudó a conectar con Roy y Azriel, al punto de que adora al menor como un hermanito y se permite bromear libremente con el mayor, cosa que le costaba antes: Encariñarse y dejarse llevar.

Aunque quizás exageró en lo último, pero los chicos saben seguirle el ritmo.

Vega es lo opuesto a ella, a pesar de lo que se cree de los Usuarios de Fuego, Virginia no es volátil, más bien es calidad y llena de luz. Aunque al comienzo se acercó tímida a ella, su personalidad al comienzo algo dócil, pero en verdad amigable y tranquila, le hizo agarrarle confianza rápido, llegando a tenerle un gran aprecio al punto de considerarla su mejor amiga. Es por eso que le hizo feliz ver cómo le aclaró sus sentimientos a Roy, ya sin ese miedo al rechazo o sentirse como una tonta frente a su amigo.

Quizás hubiera sido mejor que lo hablaran en privado, pero conoce a su amiga y sabe que tener a Azriel y a ella presente le dió más confianza.

Aunque debe admitir que le preocupa la reacción del chico, solo espera que Azriel logré animarlo o que al menos lo anime a hablar con Vega en persona si lo necesita. Quizás se siente mal o una disculpa lo ayude, después de todo son amigos y duda que él quiera perder su amistad por cosas del pasado.

Pero justo ahora no tiene cabeza para pensar más en eso.

Ya ha pasado una semana, y el recuerdo de lo ocurrido aquél día sigue grabado en su mente como una película.

Pero es que, ¡Cómo olvidarlo!

Y esta vez no habla del beso, sino de lo que ocurrió después.

Es sorprendente como la situación pasó de risas y vergüenzas, a llanto y preocupaciones.

¿Quién diría que mi primer beso terminaría de forma tan desastrosa?

Aunque bueno, lo que pasó entre ellos no tiene nada que ver con lo que ocurrió después, pero sin duda empaña lo lindo del recuerdo.

Y para empeorar, no ha visto a Nico en todos esos días.

Sabe que está en su casa. Sabe que sigue mal. Y sabe muy bien que lo que pasó le afecta más de lo que puede haber imaginado. Pero no sabe qué hacer para ayudarlo.

Sus tíos ya le han dicho que es natural, que está viviendo el duelo que no pudo en su momento, incluso el mismo Roy pasó un día sin hablarles por eso.

Aunque, la diferencia es que Roy ya sufrió el impactó de su muerte años atrás, esta vez sólo estaba procesando el enterarse de los hechos. Fué como reabrir una herida a penas cicatrizada. Pero eventualmente llegó a la conclusión de que no había nada que él pudiese haber hecho ya que no estuvo allí presente para intervenir. Y aunque duele igual y causa impotencia, Cameron lo ve como el mismo caso que con la muerte de su hermanita, donde nadie pudo hacer nada ya que Fanny desapareció durante los hechos.

En cambio Nico... Él no solo está procesando el impacto de la noticia, sino que también el revivir lo ocurrido en carne propia.

Él estuvo presente en todo. En los momentos previos y posteriores. Viendo en persona cómo la chica se desangraba en sus brazos hasta morir, sintiendo que pudo haberla salvado, pero ella eligió la vida de él sobre la suya.

Y eso lo debe estar carcomiendo por dentro.

El saber que, si se hubiera negado, si tan sólo hubiese seguido curando, tal vez ella estaría con vida ahora mismo.

Pero el "hubiera" no existe, y el "tal vez" es relativo.

Lo que pudo ya no será, y lo que es, así se queda.

El pasado no se puede cambiar por más queramos.

Esa es la dolorosa realidad.

Y pensar en eso la hace acordarse nuevamente de todo lo que sintió trás la muerte de su hermanita.

La culpa.

El dolor.

El remordimiento.

La impotencia.

El odio.

Vivió con esos sentimientos durante muchos años. Y ahora que el chico al que adora está pasando por lo mismo. No puede evitar sentirse como una completa inútil al estar ahí encerrada sin poder hacer nada.

Quiere ir con él, aunque sea solo para estar ahí, a su lado.

No quiere dejarlo sólo. Aunque diga que está bien. Sabe que no es verdad.

Lo sabe porque es lo mismo que ella decía cuando se escapaba durante horas y regresaba tarde a casa diciendo que sólo necesitaba aire fresco, que todo estaba bien.

La soledad es buena, a veces, no lo niega. Pero tanta, puede hacer que nos ahoguemos en nuestros pensamientos. En especial si no tenemos algo que nos mantenga a flote.

Aunque puede que exagere, tampoco es como si ella fuese ese algo. Nico está en su casa, con su familia, quienes están perfectamente capacitados para tratar con una situación así. Literalmente. Dalia es psicóloga después de todo.

Ella sólo sería un estorbo.

¿Cómo puedo cumplir mi promesa así?

Golpes a la puerta hacen que salga de su burbuja y se reincorpora del suelo hasta quedar sentada.

—¿Quién? —pregunta, a la vez que limpia las lágrimas que ni sabía que había derramado.

—Soy yo —responde Darcy desde el otro lado—. Matti preparó chocolate y te traje un poco, ¿Me dejas pasar?

—Si, voy —se levanta, y dejando el celular sobre su mesa de trabajo, se da una acomodada rápida a su cabello y ropa para ir a abrirle la puerta luciendo más presentable.

—Hola linda —saluda su cuñada, con un vaso de chocolate frío en cada mano.

—Hola Darcy —regresa el saludo, haciendo su mejor esfuerzo para sonar entera, y se hace a un lado dejándola entrar para luego volver a cerrar esta vez sin seguro.

—Ten —le extiende entonces uno de los vasos, y la menor lo toma dándole las gracias en un tono bajo—. Matteo te escuchó hablar hace un momento, ¿Eran los chicos? ¿Te dijeron algo nuevo? —indaga la semi-angel, intentando no sonar tan curiosa, y Cami asiente tomando del chocolate para así disimular la punzada de malestar que intenta regresar, pero al notar que esta volvió amargo el trago, decide sentarse en su cama para intentar relajarse y poder responder bien.

—Nada... —musita, lo más estable que puede, sintiendo como la mayor se sienta a su lado a una distancia prudente— ¿Y ustedes?

—Los mismos mensajes —toma un trago también, tratando de ahogar su frustración en chocolate—. Creo que somos las únicas a las que les responde, ignora a todos los demás. Supongo que eso nos hace afortunadas, ¿Cierto?

—Eso parece... Aunque me haría más felíz si nos dejara verlo —un suspiro pesado se le escapa junto con sus ánimos, y parece que ni el dulce puede ayudarla esta vez. Eso angustia a la ojimiel.

—Yo también quisiera, pero al final todo depende de él, cuanto esté listo... —recalca, y en respuesta ahora el chocolate le sabe amargo también. Se supone que vino a animar a la chica, no a deprimirse igual, es así cómo toma otra trago, reposando un momento el chocolate en su boca hasta que el dulzón regresa.

—¿Y cuando lo estará? —le encara entonces la joven, haciendo que casi se ahogue con lo que tiene en la boca, pero lo disimula y traga para así devolverle la mirada, notando que ha dejado su bebida sobre la mesita de noche. Eso la pone alerta, Cameron jamás rechaza algo dulce— La última vez que lo ví salió corriendo como si su vida dependiera de ello y después no supe en qué estado regresó, ¡La incertidumbre me está matando!

Su tono se eleva, y se rompe a la vez. Y en un arrebato se frota la cara con fuerza de más. Darcy se preocupa, pero lo toma como un reflejo de su estrés, y en parte lo es, pero en realidad es para  eliminar las lágrimas que nuevamente han aparecido.

—¿Y crees que a mí no?, ¡Yo ni siquiera lo ví ese día! —le recuerda, y su tono se torna brusco por un momento, pero es que ella está igual o peor que la muchacha. Ante eso, la chica baje la cabeza apenada, sintiendo que está olvidando que no es la única preocupada, a lo que Darcy decide respirar hondo para calmarse. Tampoco puede desquitar su frustración con ella, de nuevo, a eso no fué a lo que vino— Mira, entiendo cómo te sientas Cami, creeme. Nico es y siempre ha sido mi cachorrito, sin importar que ahora ya no sea un niño, siempre voy a querer protegerlo —su tono se suaviza considerablemente, y con cuidado deja su vaso junto al otro para así poder tomar las manos de la castaña dándoles un apretón de consuelo—. Pero la realidad es que no puedo protegerlo de todo, y mucho menos del dolor. Ninguna puede.

Desvía la mirada un momento trás decir aquello, reviviendo todas las veces en la que se vió incapaz de protegerlo.

¿Entonces qué? ¿Simplemente nos resignamos y ya? —inquiere Cameron, y le es imposible ocultar su voz rota y algo rabiosa. Su temperamento haciéndose presente. Eso le saca una leve sonrisa a la pelinegra.

—No, no, claro que no —niega sin dudar, y con delicadeza toma su rostro y la hace verle a los ojos. Carbón y dorado chocan en ese momento, uno con impotencia y dolor, y el otro con firmeza y empatía—. Nosotros siempre estaremos ahí para apoyarlo, pero muchas veces tendremos que hacernos a un lado y dejarlo enfrentar las cosas él solo, como todos en su momento. Yo sé que quieras a Nico, al igual que él te quiere a ti —tal vez no sea su intención, pero aquellas palabras hacen que el rostro de la joven agarre color, más no aparta la mirada ya que técnicamente Vega es la única que sabe lo que pasó, aún así no le pasa por alto la forma en la los labios de Darcy forman una sonrisa juguetona que la hace dudar por un momento si ella sabe su secreto, aunque lo que se formó en la mente de la mayor no está tan alejado de sus ideas—, así que, te pido, confía en él. Podrá con esto, y cuando esté listo, nos buscará.

Cami vuelve a agachar la mirada, pero esta vez de forma pensativa.

—Tienes razón... —cede, y una leve sonrisa tira de sus camisuras—. Tendré paciencia y... Le daré su tiempo.

—Así se habla —le felicita, satisfecha con el resultado de sus acciones, y la libera para así tomar los vasos que afortunadamente siguen fríos—. Ahora bebemos. Recuerda que las penas con pan son buenas, y si es dulce mucho mejor.

—Pero como no hay pan, les traje galletas —se une un tercero, y ambas observan a Matteo de pie en el umbral con un plato de galletas caseras.

—¿Qué pasó con lo de: "Nada de dulces antes de la comida"? —inquiere su hermana.

—Hay excepciones —termina de entrar, y con algo de esfuerzo toma asiento en medio de las mujeres ya que la menor no quería ceder—. Como que mi hermanita ande deprimida —rodea a la susodicha por los hombros, y golpea su nariz con un dedo para provocarla—. Dolce cucciolo —«cachorra dulcera».

—Me molestaría por el apodo, pero... Chocolate —se rinde Cami con simpleza, dejándose mimar por su hermano con la risa de su cuñada de fondo ante todos los apodos que desde hace tiempo el mayor no usaba con ella, unos más infantiles que otros.

Eso le trae buenos recuerdos.

Tal vez el día no comenzó de la mejor manera, pero el par de tortolitos con los que vive se encargaron de subirle el ánimo, hasta que termina cayendo dormida y éstos salen en silencio de la habitación.

Llegan hasta la cocina donde Matteo se ocupa en lavar los vasos y el plato que usaron, mientras que Darcy toma asiento en uno de los taburetes de la barra, y cruzando los brazos sobre esta deja que su mirada se pierda en el granito mientras que su mente se satura.

—Tengo miedo, Matteo... —confiesa, dejando caer la máscara de tranquilidad que portaba frente a la menor. Ahora que están solo ellos dos, no es capaz de seguir fingiendo una fortaleza inquebrantable.

Matteo detecta enseguida el cambio en su estado, por lo que se apresura en dejar lo que está haciendo para así rodear la barra y tomar asiento junto a su pareja, totalmente dispuesto a escucharla.

Por su parte, Darcy se mantiene cabizbaja, hundida en su mente. Sus cabellos caen como cortinas oscuras cubriendo su rostro, contribuyendo a la sensación de aislamiento, pero rápidamente estos son apartados con gentileza por el contrario, permitiéndole ver su rostro claramente, contemplando así la angustia que se dibuja en el.

La mirada de la chica se mantiene distante, pero de forma tal vez inconsciente busca su tacto, reaccionando por fin a su presencia.

—La última... La última vez que Nico presenció una muerte... Pasó casi un mes aislado de todos —y trás muchos segundos de eternidad, finalmente retoma la palabra en un tono tan bajo e inestable, haciendo a Matteo agradecer su oído agudo—. Aunque en esa ocasión se vió influenciado por su nueva habilidad, ahora... Es su dolor el que lo arrincona y temo... Temo que esto pueda ser peor —Darcy lo encara en ese momento, y el miedo que aprecia en sus ojos dorados hace que le duele el corazón—. No quiero que vuelva a pasar por algo así y que nuevamente no pueda hacer nada para ayudarlo.

Su voz es una mezcla de impotencia y desesperación al decir lo último, apretando los puños sobre su regazo con tanta fuerza que sus nudillos se tornan blancos.

Odia esto.

Odia no poder ayudar. No poder proteger a su familia.

Odia sentirse impotente e incapaz.

Y lo peor es que tales sentimientos son tan conocidos para ella que su cuerpo no los rechaza, sino que los abraza como si fuera de nuevo aquella niña con lo que hacían y deshacían a su antojo.

Ella no es así.

Así no debería ser.

Se supone que es una guerrera, una sobreviviente. Que debería poder manejar esto.

Se supone... Que una situación así no debería volver a ocurrir.

Pero al final todo resulta en eso: suposiciones.

Ella es una guerrera, . Desde joven aprendió a luchar, a no dejarse someter por nadie y así poder cuidar de otros.

Es una sobreviviente, también. Porque estuvo en el infierno y regresó, no intacta, pero si lo suficientemente entera como para no temer a la idea de volver allí.

Entonces si es así, se supone que debería saber cómo manejar esta situación. Se supone que debería enfrentarlo con firmeza y resistir.

Pero en lugar de eso está aquí, siendo un manojo de miedos e incertidumbres que fácilmente podría compararse con el estado de su cuñada de diecisiete años.

Patético.

Ella es la mayor. Prometió cuidarlos.

Se supone... Se supone que...

Una calidez la envuelve en ese instante, y el agradable calor que desprende su pareja la reconforta enseguida como un bálsamo curativo.

Mientras se encontraba inmersa en su ciclo de culpa, Matteo la ha envuelto en un brazo, jalando de ella para atraerla a su pecho y rodearla por completo, como si quisiera protegerla del mundo.

—¿Ahora quién está siendo pesimista? —inquiere, y Darcy se hace pequeña entre sus brazos, escondiendo el rostro para seguir ocultando su estado tan lamentable.

—No es lo mismo. Lo sabes —refuta, casi como una niña pequeña haciendo rabieta.

—No, no lo es, pero eso no niega que te estás anticipando a los hechos —le señala con obviedad, pero no como un regaño—. No digo que no sea posible, pero tampoco hay que subestimar la fortaleza de ese cachorro blanco, tú más que nadie lo sabe.

Un quejido ahogado resuena desde el pecho de la chica, y Matteo no sabe si morderse la lengua o reír ante eso, le ha resultado muy gracioso el sonido como de gatito. Al final decide que no es apropiado, su preocupación tiene fundamentos que incluso puede apoyar, aunque justo ahora lo que más quiere es eliminar dicho sentimiento ya que no desea ver a su fuerte chica tan decaída, ya bastante tiene con ver a la rebelde de su hermana actuar como ave enjaulada.

Ya ha visto a demasiados miembros de su familia sufrir.

La mia bella luna —«Mi hermosa luna» musita, de la forma más suave y llena de cariño que puede, y con delicadeza toma el rostro de su amada para poder mirarla directamente a los ojos, encontrado con facilidad aquella mirada amiela-rojiza que tanto ama y que lo menos que desea es ver tanto dolor reflejado en ella—. Tú misma lo dijiste: Hay cosas que debemos enfrentar solos. Nico está haciendo justamente eso, y lo menos que necesita es vernos sufrir por ello, eso solo hará que deje su bienestar de lado para priorizar el de los demás, ya sabes cómo es él, ¿Y tú no quieres eso, cierto? —ella niega de inmediato, ahora sintiéndose mal por sentirse mal, y ante su estado contradictorio, él le acaricia la mejilla con ternura, dedicándole una sonrisa compasiva y una mirada llena de amor y empatía que ruega calmen un poco su malestar interior— No te prohibido preocuparte, eso es imposible tratándose de alguien a quien amas, pero tampoco quiero que te mortifiques por algo que aún no es un hecho —pide, aún sin dejar de acariciar sus rostros con la yema de los dedos, y aprovechando ese gesto también para limpiar las pequeñas lágrimas que se han escapado sin aviso—. Además, Nico no está sólo, está con los tíos y su hermanito, ellos lo están cuidando muchísimo.

Darcy vuelve a esquivar su mirada, pero ahora se forma pensativa, hasta que finalmente inhala hondo para exhalar con más calma.

—Tienes razón... —acepta, posando las manos sobre las suyas correspondiendo a sus caricias—. Odio decir que alguien tiene razón... —se queja entonces, cerrando los ojos para apoyarse más contra la palma cálida disfrutando del contacto.

—Lo sé —ríe Matteo, dejando un corto beso en su cien que le saca una sonrisa suave a la chica—. Ahora vamos, tengo hambre.

—Tú siempre tienes hambre. Pareces barril sin fondo —se mofa la pelinegra, notablemente más tranquila que antes.

—Por eso cocino y eso te gusta —contraataca el chico, sonriendo con diversión—. Aunque... También podría comer otra cosa... —su sonrisa se torna pícara y su mirada se tiñe en plata fundida, provocando que Darcy sienta una corriente demasiado agradable recorrerla, naciendo desde el toque afectuoso en su rostro y extendiéndose al resto de su cuerpo.

—¡Matteo! —chilla indignada por sus palabras descaradas, y la risa del contrario no tarda en hacerse oír con fuerza y gozo.

(...)


Dejando a la parejita en Luz de Plata, viajamos a Ciudad Capital, donde en una de las calles a los pies de Palacio, específicamente en la antepenúltima casa de la cuadra principal, los dos jóvenes que viven allí justo ahora no se encuentran en las mejores... Circunstancias.

—Lo perdimos... —declara Azriel, viendo a su compañero tirado en el sofá de la sala con un paquete de galletas sobre él, y los restos de estás mismas por todo su alrededor.

—Por quinta vez, ca-lla-te —ordena éste, llevándose otra galleta a la boca—. Mejanme em pan.

—¿Qué te deje el pan?, ¡Traga primero idiota!

Haciendo uso de las pocas fuerzas que posee, Roy se incorpora lo suficiente para tomar el pote de jugo que está sobre la mesita y beber un buen trago para poder pasar las galletas.

—¡Dé-ja-me-en-paz! —le grita entonces, recalcando cada sílaba.

—Creeme, es lo que más deseo, pero después no podría con mi conciencia si te dejo hundir más en tu miseria —pero pese a su insinuación de remordimiento, no duda en dedicarle su peor mirada de reproche—. De paso que estás ensuciando la sala que yo limpié.

—Pues la limpio después, ahora vete.

Roy...

—¡Que te vayas de aquí, maldición!

La caja de galletas sale volando, y si no fuera por su reacción rápida, el peliazul hubiera terminado bañado en ellas. Pero lo que no logra evitar es molestarse fuertemente.

—¡No me iré!, ¿¡Me oíste!? —le grita de regreso, junto a la caja voladora que impacta contra el pecho del castaño.

—¿¡Y por qué no!?, ¿¡Por qué no vas a ayudar a los demás en lugar de perder el tiempo aquí!?, ¿¡Por qué!?

—¡Porque me importas pedazo de idiota! —responde, y su abrupta honestidad deja mudó al moreno. Incluso el propio Azriel se sorprende de lo que ha dicho, pero lo hecho, hecho está.

Pasan segundos llenos de tensión en donde Roy espera que el menor se retracte, pero esperar eso del chico es algo absurdo, para su edad posee una firmeza que le ha sorprendido en más de una ocasión, y es este mismo hecho el que termina por derrumbarlo.

—Soy un idiota... —acepta con pesar, dejando el paquete con lo que queda de galletas sobre la mesita, a la vez que se acomoda hasta quedar sentado como es debido apoyando los brazos sobre sus piernas en una posición encorvada y desganada.

—Lo eres —confirma su compañero, procediendo a sentarse en el otro extremo del sofá, quedando en una posición similar, pero menos derrotada y más reflexiva—. Pero eso nunca te ha molestado, ¿Por qué ahora sí?

—Porque fuí un idiota con quien no debía —contesta con cierta obviedad el de orbes chocolate, y el peliazul no sabría decir si fué dolor u odio lo que captó en su voz. Tal vez ambos— ¿Cómo no me dí cuenta..? —se cuestiona, y se frota el rostro en un gesto frustrado hasta enredar los dedos en su cabello— ¿Acaso fui tan ciego?

—Seguramente —contesta el joven demonio, recibiendo a cambio una mala mirada que le deja en claro que sus comentarios no están ayudando, pero él simplemente lo ignora ya que su objetivo no es consolarlo, en realidad le es satisfactorio verle darse cuenta por fin de la realidad y de lo ignorante que fué. Pero como no quiere ser mal amigo, debe al menos minimizar su culpa ya que a fin de cuentas no fué algo que él decidió ya que prácticamente nunca lo supo—. Pero... Fué Vega quien prefirió ocultarlo. No eres culpable de nada y ella tampoco te estaba reclamando. No estás obligado a corresponderle ni nada por el estilo. Vega jamás quiso que lo supieras por ese mismo motivo, además tampoco lo ibas a notar ya que la Princesa Flama resultó ser buena actriz. 

Intenta que su referencia a la série animada favorita de su amigo le saque al menos una risa, pero para su sorpresa el chico solo frunce el ceño con disgusto.

—Pero igual la ignore durante años... Incluso le pedí ayuda para... Para decirle a Hasper lo que sentía y ella... Aceptó —su mirada se encuentra perdida, y pareciera divagar más que otra cosa. Aunque eso no elimina la consternación en su voz— ¿Por qué lo hizo?, ¿Por qué me ayudó a declararme a otra chica cuando ella sentía algo por mí?

—¿No es obvio, tonto? Te quería lo suficiente como para aceptar que tú querías a alguien más —le explica el ojiazul con notable seguridad y un poco de admiración en sus palabras. Siempre le pareció muy noble de parte de su amiga el priorizar la felicidad de sus seres queridos, aún si eso era a costa de la suya.

Aunque aún así llegó a aconsejarle ser un poco egoísta. Ella también merecía ser feliz. Pero la chica solo le dedicó una sonrisa que no llegó a sus ojos y le aseguró que estaría bien.

Porque Hasper era como una hermana para ella y Roy el chico que le brindó su mano cuando la encontró abandonada. Así que si ellos eran felices, ella también lo sería.

E incluso cuando Roy llegó a ella con los ánimos por el piso ante el rechazo de la tigresa, Vega solo lo abrazó y lo consoló de corazón. Sin dobles intenciones, sin buscar aprovecharse de esa oportunidad, de esa vía libre. No, ella solo queria ser una buena amiga.

En respuesta a lo dicho, Roy se echa hacia atrás, hundiéndose en su lugar mientras es observado de forma pensativa por su amigo que ahora reposa el rostro de costado contra su palma.

—Pero... Vega dijo que.... Que lo que sentía era "apega" —rememora entonces, luciendo confundido hasta la médula.

Apego, afecto, aprecio. Existen muchas formas de decir que sentimos cariño por alguien o algo. Ejemplo de ello es el apego que sientes por tu dije, un afecto que va más allá del poder que te otorga, sino que se debe a que te recuerda a su antigua portadora, a quien quisiste como familia, y por ello te importa mucho. Incluso sientes cariño por Ónix y no sólo porque sea tu sombra, sino porque también es tu amigo y compañero desde niño.

—¿A qué quieres llegar con todo esto, Azriel? —ahora sí le encara, y aunque su tono fué algo brusco, su mirada es casi desesperada. De verdad se encuentra agobiado con toda la situación y lo menos que necesita ahora es que venga el chico a salirle con todo ese discurso.

—Me refiero, idiota, es que Vega llegó a la conclusión de que te quiso más no llegó al punto de amarte —responde con firmeza, poniéndose derecho para dejar en claro que habla en serio—. Ella te quería, te quiere, porque fuiste la primera persona que le brindó ayuda después de ser usada como rata de laboratorio por otros humanos para luego terminar en un maldito psiquiátrico dirigido por psicópatas y sociópatas. Y gracias a eso conoció a los demás, hizo amigos y encontró un lugar seguro en ese infierno. Estaba agradecida, pero confundió esa gratitud y tú amabilidad con amor romántico, cuando en realidad en ese entonces solo éramos unos críos que intentaban sobrevivir y ser libres, solo nos teníamos a nosotros y debíamos estar para el otro siempre. Vega creyó estar enamorada de tí, pero en realidad sólo te tenía cariño, fué por eso que, cuando le dijiste que te gustaba Hasper, ella entendió que te quería, pero no a tal grado de oponerse a que estuvieras junto a quién querías, así que decidió ayudarte, ya que a fin de cuentas seguías siendo alguien importante para ella, incluso si nunca ibas a verla con otros ojos.

—P-Pero entonces... ¿Por qué decir todo eso de no querer ser "plato de segunda mesa"? Se oía... Resignada —cuestiona, y la desesperación es palpable en su voz.

Y ahora es turno del menor de apartar la mirada, aunque no de forma evasiva, sino reflexiva, como ha estado desde que la charla comenzó.

—Porque de verdad nunca te diste cuenta... —musita, encarando de regreso al muchacho que le mira con una expresión indescifrable, mientras que él se esfuerza por no soltarle un golpe para que quite esa cara de estúpido, pero ahora no es momento para la violencia sin sentido, lo mejor que puede hacer es dejarle en claro todo lo que le causó a su amiga sin ser conciente— Porque sabía que nunca sería correspondida de si haberte amado. Porque sabía que tú nunca la miraste de otra forma sin importar lo que hiciera. Porque pasó casi cinco años callando y tú nunca lo viste. Nunca. Y eso, mi amigo, duele. Duele porque ella fué la única que se ilusionó. Que calló. Que sintió. Le duele porque, a fin de cuentas, ella nunca será más que tú amiga.














~•~•~•~

Nico tal vez se haya tomado un descanso, pero la historia continúa para los demás.

¿Qué les pareció?

¿Les gusta ver lo que viven y piensan los demás?

Sinceramente me gustó mucho escribir este capítulo ya que no lo tenía planeado originalmente, pero mi Nico no es el único que vive un drama en su vida. Cada uno vive su propia historia y quiero darle un desarrollo a todos aunque sea de forma sutil.

¿Lo estoy haciendo bien?

Dato curioso: Mientras escribía consideré darle una conclusión más cerrada a la charla de Az y Roy, pero al final preferí dejarlo en incógnita como me gusta ^^

¡Nos vemos!

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