C A P Í T U L O 28

Cami jala de su brazo y él simplemente se deja llevar poniendo también de su parte para huir rápidamente de la mirada acusatoria de Matteo, el cual es afortunadamente detenido por Darcy.

Agradeciendo mentalmente a su prima, baja los escalones intentando igualar el ritmo de la chica, más ella se salta un par de estos y eso provoca que pierde el equilibrio ante el brusco jalón, por suerte sus reflejos actúan de inmediato y logra agarrarse del barandal.

—¡Cami!

—¡Perdón!

Más no se detienen hasta llegar al comedor.

—¡Espera! —se para en seco, obligándola a hacerlo también— Tenía que dejar la mochila en la sala.

—¡Yo lo hago! —se ofrece Cameron de inmediato, y antes de que se pueda negar, le arrebata la mochila en un ágil movimiento y se regresa a la estancia a paso rápido.

—Gracias —suspira, resignado a la actitud arrebatada de su amiga.

Termina de salir al jardín pensando en lo que acaba de pasar. Nunca antes se había dado a la fuga, se sintió como un niño pequeño que huye del castigo de mamá olvidando el hecho de que no podrá evitarlo. Más la peculiar sensación de riesgo que provoca el desobedecer lo vale completamente.

Se encuentra tan perdido en su mente que no se fija en su camino hasta que termina chocando contra algo.

O más bien, alguien.

—Cuidado Nico —le agarran los brazos, haciéndolo retroceder, y enseguida alza la mirada para descubrir a quién casi se lleva por el medio-. No deberías perderte en tu mente si vas caminando.

Unos orbes amielados lo observan con gentileza.

—¿Tío Bastian? —inquiere, y de inmediato se golpea mentalmente por haber hecho tan estúpida pregunta.

—En carne y hueso pequeño —responde éste, con una media sonrisa llena de gracia, pero esforzándose en usar un tono que no demuestre burla para así no incomodar al menor.

Bastian Dimitriu —ya que adoptó el apellido de su esposa—, padre biológico de Darcy y político de Demon —aunque ese punto es ignorado siempre— y un ex angel al igual que Adara —aunque en su caso fué por elección propia—. De cabellos rubio con mechones ligeramente cafés, tez clara y ojos amielados que transmiten una calma divina, es totalmente apuesto a la personalidad extrovertida de Jade, pero aún así es capaz de seguirle el ritmo a su mujer e hijos.

La historia de Bastian y Jade es la que más resalta en su familia debido a la forma tan... Difícil en la que se dió todo, pero aún así el hombre no renunció y ahora está aquí ante él listo para iniciar una cena con su peculiar familia.

—Que bueno verte de nuevo tío Bas.

—Igualmente sobrino.

Y así dieron inició a una charla llena de comentarios referentes a cambios y una disculpa por parte del mayor al no haber ido a su recibimiento, pero Nico de nuevo le quitó importancia y poco después se une Jade a la plática.

Todos estaban conversando amenamente en el patio de los Lobato. Nico y sus tíos sentados en lo muebles de jardín, Matthew, Alec, Demon y Catalina preparaban la masa con la comida ya lista, mientras que Dalia y Rocío ayudaban a Finn a terminar de trasplantar unos bonitos capullos.

Fué ahí, en medio de la calma, cuando la sensación de ser observado hizo que el albino desviara su atención de las palabras de su tía para observar a Cameron de pie en la puerta que da al comedor que ahora se encontraba vacío ya que habían sacado todo para comer al aire libre.

Sus ojos se encontraron de inmediato y la chica le sonrió, a lo que él alza la mano para saludarla estando animado por el ambiente, más su ánimo flaquea al ver que aquella sonrisa no llega a los orbes oscuros de su amiga.

Se ve preocupada, perturbada. Como si fuera consiente de algo que podría afectar significativamente. Pero no tiene tiempo de acercarse y averiguarlo ya que la presencia de Matteo y Darcy hacen que Cameron borre toda expresión de su rostro y corra a tomar asiento en la mesa justo cuando Matthew anuncia que ya pueden hacerlo.

El movimiento a su alrededor lo hace reaccionar por inercia y se acerca a tomar asiento junto a su hermano.

La mesa es lo suficientemente grande para todos, incluso sobran un par de asientos, después de todo está diseñada para servir a muchos. La familias se dividen de forma que Matthew queda en la punta con Catalina a su derecha y Matteo a su izquierda, seguido de ellos están Darcy junto a su pareja y Cameron a su madre, a un lado de la pelinegra están su hermano, cuñada y padres, quedando de frente a Alec junto a la jóven bruja, Dalia, Nico y de último, Finn.

Ember también se encuentra, más la cachorra come entretenida a un lado de la entrada con Baal junto a ella en su forma perruna —como un pastor alemán negro— vigilando a la inquieta perrita para que no dañe las flores del pequeño brujo.

Al tener dos asientos de por medio se le hace imposible a Nico poder ver a su amiga a menos que sea directamente, y parecería que ella no está lista para ello ya que se centre en su comida mientras que los demás siguen con sus charlas, las cuales van desde felicitar a los chefs y rememorar momentos graciosos en la cocina —como la vez que confundieron la sal con la azúcar o la vez que uno se olvidó de lo que estaba en el horno por andar de coqueto—, hasta que de alguna forma terminaron tocando el tema de la boda de Rocío y Demon. En ese punto participaban principalmente las mujeres, dejando a los varones como meros espectadores de como casi planean todo entre las tres mayores, en especial Jade, quien parecía la más emocionada, tanto que llegó al punto de olvidarse que la celebración no era para ella y que al final los que decidirían cómo iba a ser todo eran su hijo y su nuera.

Fué entonces cuando Dalia decidió intervenir y desvíar ligeramente el tema de los dos jóvenes a las bodas de ellas. Lo que dió inicio a interesantes y entretenidos relatos donde surgieron fuertes revelaciones.

Cómo qué la boda de sus padres se había llevado acabo en la ciudad natal de Alec, Roma, en una de las propiedades de Calista, pero lo que más hizo que la celebración fuera memorable fué que la madre de su padre —ósea su abuela paterna a quien nunca a conocido— se hizo presente en la ceremonia gracias a un tercero que se había encargado de regar el chisme de la celebración.

Sobra decir que la relación del brujo mayor con la mujer no fué ni es la mejor, por lo que el hecho de que se apareciera el día de su boda, después de olvidarse de su existencia durante años, en papel de madre arrepentida que sólo quería reconciliarse con su único hijo, el cual casualmente había sido adoptado por una figura influyente no sólo en el mundo sobrenatural sino también humano, y que de paso tenía relación con otra familia de peso sin contar sus propios logros, sólo remarcó la personalidad avariciosa e interesada de la mujer que llevó al mayor a perder la paciencia y comenzar a reclamarle todas sus negligencias durante su infancia y la falta de instinto materno o tan si quiera humano en su ser, lo que obviamente llevó a un escándalo que llamó la atención de más de uno, entre ellos las dos mujeres que respectivamente se habían hecho cargo de él como era debido: Calista Valentine y Charlotte De Rosas.

Basta y sobre decir que su "abuela" salió da la fiesta humillada, expuesta y rebajada por la vampiresa y la bruja, quienes se encargaron de hacerle saber que como mujer daba vergüenza al haber incumplido como madre.

—Dios... Me hubiera encantado estar ahí —confiesa Darcy, mirando a Catalina, quien se había encargado de relatar el desenlace, hecha una mezcla de admiración, respeto y fascinación.

—Por supuesto que estuviste, tanto tú, como tu hermano y Matteo, pero estaban demasiado pequeños cómo para acordarse. Aún así hay prueba en video que puedes ver, mi angelito —comenta Bastian, como quien no quiere, consiguiendo que a su hija le brillen los ojos y haga prometer a sus tíos enseñar la grabación en la próxima reunión.

—Ahora ya sabemos de dónde Cami sacó su carácter —bromea Jade, llevándose su copa de vino a los labios con una sonrisa de satisfacción que demuestra lo mucho que disfrutó haber vivido aquello en persona.

—Mi niña es una señorita educada —defiende la De Rosas presente, fingiendo indignación, pero reprimiendo una sonrisa complice.

—Una señorita que tenía a medio colegió sometido —ironiza Matteo, imitando a su madre, aunque en su caso busca provocar a la menor.

—En mi defensa, yo no tenía a medio colegió sometido... Sólo puse en su lugar a un montón de idiotas habladores —aclara la acusada, hablando por fin desde que mencionó estar a cargo del arreglo floral en la charla anterior.

—¿Entonces por qué cuando te ven actúan como conejos mansos con temor a que los mates?

—Porque mi Cameron es una alfa —responde Matthew, compartiendo una mirada con su hija que refleja complicidad y orgullo, lo cual hace que la chica sonría altanera hacia su hermano—. Aún así debe medir sus acciones —y ahí se borró su sonrisa.

Más con una sola mirada, su padre logra callar cualquier queja por parte de la castaña, quien se hunde en su lugar y se lleva un pedazo de carne a la boca para así no alegar nada que pueda iniciar una disputa que sabe terminará perdieron.

—Hablando de padres... ¿Ya le dijiste a Nico lo del fin de semana que viene? —indaga Jade hacia su hermana.

—¿Qué ocurre con el fin de semana que viene? —interroga el nombrado, antes de que su madre pueda decir algo.

—Las abuelas quieren verte —responde es Demon, adelantándose a la ojiazúl—. Así que te llevaremos.

La imagen de sus abuelas es algo borrosa en su mente debido a que son contadas las veces que las vió de pequeño, muy pequeño, pero aún así puede recordar ligeramente el tono suave de la voz de Crista y el porte firme de Amara, características que su madre y tía heredaron.

La charle fluye nuevamente, ahora siendo comandada por los más jóvenes, quienes comienzan a interrogar a sus padres sobre distintos temas que van desde anecdotas de cuando tenían su edad hasta algunos más profundos como lo que es vivir en pareja y tener una familia. En ese último participan únicamente las dos parejas jóvenes en la mesa.

Pero, como era de esperarse, la conversación escaló a puntos demasiado profundos para los tres menores, por lo que, mientras Finn se distraía dándole comida que le sobraba a la cachorra y Nico se atragantaba con lo suyo ante indirectas por parte de los adultos, Cameron parecía un tomate, ya sea por la vergüenza o la rabia de que su hermano se haya dado el derecho de intervenir en su vida amorosa alegando que ella aún era una niña impulsiva.

—Matteo, te recomiendo que no sigas hablando a menos de que quieras que el cuchillo que porta Cameron sea lanzado hacia a tí —advierte el único rubio de la mesa, manteniendo una actitud imperturbable—, y más teniendo en cuenta que tienes a mi hija a tu lado.

Y fué entonces cuando varios repararon en la peligrosa forma en la que Cami tenía apretado el mango de su cuchillo a tal punto de que sus nudillos perdieron color.

Y cuando el mestizo de lobo y brujo estuvo a punto de decir algo más, Darcy y Catalina actuaron casi en coordinación para tapar la boca de Matteo y sostener la mano de Cameron evitando así alguna desgracia.

—Bueno, bueno, ya basta ustedes dos, no quiero heridos esta noche —dictamina el lobo a la cabeza de la mesa al tiempo que se pone de pie—. Mejor ayuden a recoger la mesa y traer los postres que Finn tienen algo preparado para nosotros.

Dicho y hecho el movimiento comienza de nuevo, todos se incorporan y comienzan a hacer algo, ya sea ayudar a recoger la mesa, lavar los platos o ir por el postre.

—Copas de helado con chocolate casero —anuncia Matteo, llegando junto a Rocío con dos charolas de copas coloridas de helados frío adornados con trozos de chocolate, siendo acompañadas con jarabes, chispas o algún otro agregado a su disposición.

—Por favor no abusen con el azúcar —pide/ruega la peliblanca, justo cuando Demon y Cameron comenzaban una competencia de quién le agrega más cosas a su helado, obligándola a intervenir quitándole el jarabe de chocolate de manos del pelinegro y los maní de la castaña.

¡Roci! protestan éstos, más solo son ignorados.

Pero, a pesar del intento de Ro porque su futuro esposo y la hermana de su mejor amigo no sufran un coma diabético —o un malestar estomacal que nunca olvidarán—, la verdad es que la adicción por la azúcar es algo de familia, y poco después cada uno de los presentes se encargó de decorar sus copas al punto de que se acabaron las chispas y el jarabe. Incluso Nico se unió a la competencia, pero a final hubo un empate entre su primo y su amiga.

Golpes a una copa hacen que la atención de todos pasen de sus creaciones dulces al más jóven de la mesa con una cucharita en mano con la que golpeó su colorida copa de helado de menta, chocolate, chispas arcoiris, y más chocolate.

—Antes de que comencemos a disgustar muestros postres para posteriormente concluir esta velada familiar, quisiera que por favor presten atención a lo que será colocado a continuación ante ustedes —con todo ese aire diplomático, hace una indicación de su copa, Alec y Catalina se incorporan para ir a recoger las cestas que Baal vigilaba, en cuyo interior se encuentran los bonitos capullos en pequeñas macetas, lo cuales son dejadas con cuidado uno a uno sobre la mesa—. Estos capullos que ven son el producto de un proyecto especial en el que he estado trabajando con ayuda de varios de los presentes. Y hoy, después de meses de esfuerzo, seremos testigo del primer intento de traer de regreso a una de las más antiguas flores originaria de esta tierra.

—¿Estas son acaso... Flores Cohecia? —cuestiona Jade, admirando el pequeño capullo frente a ella, el cual cae ligeramente hecho una bolita apretujada de donde sobre salen un grupito de hilitos con pequeños destellos. Catalina asiente.

—¿Flores Cohecia? —repite Nico, sin poder ubicar la especie.

—"Flor del Corazón" o "la Verdad", depende de la traducción. Es una flor muy especial y sumamente difícil de encontrar —responde Cameron, resaltando el hecho de lo raro que es el capullo que tiene entre sus manos y lo afortunados que son de poder aunque sea verlos—, más no es eso lo que lo hace tan... Sin igual resalta—. Cohecia pertenece al grupo de plantas mágicas, y ella en especial posee un poder que la hizo muy popular en su tiempo. Lastima que esa misma popularidad fué la que provocó que casi se extinguiera —lamenta, acariciando los pétalos de la pequeña bolita a la vez que se lleva una cucharada de su helado de ron con pasas y dos gruesas cubiertas de chocolate y maní a la boca.

—¿Y cuál es su poder? —indaga el chico, sumamente interesante en su propio capullo, pero también en comer su helado de mantecado, chocolate, fresa y chispas arcoiris.

—«Cohe» significa: Corazón o Conexión, y «Hecia», Hecho o Verdad. En pocas palabras, Cohecia significa: La Verdad del Corazón explica Rocío, comiendo de su helado de vainilla, chocolate y maní—. Estás flores crecen naturalmente hasta su estado capullo y puede prevalecer así por años, la única forma que existe para hacerlas florecer es revelando la verdad que guardamos en nuestro corazón. Ya sea un anhelo, un sueño o un deseo, siempre que sea sincero podrás crear una conexión con la flor y hacer que muestre su verdadera belleza.

—Eso suena... Complicado opina el bicolor, mirando el capullo al tiempo que se lleva un trozo de chocolate a la boca.

—Depende. Si no estás seguro no lograrás hacer la conexión, y si mientes, la flor morirá —habla ahora Demon, admirando la porción que a agarrado con la cucharilla de su helado de mora azúl con chocolate tanto en jarabe, como los trozos y en chispas—. Fué por eso que casi se extinguen. Las Cohecias aquí equivalen a las rosas para los humanos, antes se usaban mucho debido a que si florecían significaban que las palabras del portador era la absoluta verdad, así que se volvieron muy populares entre los enamorados o como detector de mentiras casero, y tampoco era que habían muchísimas, eso las volvía también muy codiciadas y actualmente las pocas que quedan son cuidadas celosamente, y como ves, están averiguando como traerlas de regreso.

—Y yo estoy ayudando —recalca Finn, argulloso de su trabajo, más el bigote verde que porta hace que más de uno reprima una risilla para no avergonzarlo—, después de todo ¿Quién mejor que un Empático para saber los verdaderos sentimientos? —Nadie le refuta eso—. Ahora, ¿Quién quiere ser el primero en probarlas?

—¿No hay problemas con que la usemos así como si nada si se suponen que son escasas?

—Finn trajo estás especialmente para nosotros Nico —responde Alec y el menor asiente.

—Son un regalo —explica—. Por... Bueno, estar todos juntos.

Lo último lo dice en un tono algo tímido, hundiéndose un poco en su lugar justo cuando algunas exclamaciones de ternura son soltadas por la mujeres.

—Entonces haznos los honores —decide su hermano, provocando que el jóven castaño lo vea entre sorprendido y nervioso. Él pensaba pedírselo—. Tú fuiste el que se esforzó por traernos estos sin iguales regalos y lo justo es que seas tú el primero en abrirlo.

—No es una caja Nicolas... —pero contrario a lo que se espero ante su comentario, Nico simplemente le sonríe y Finn no puede evitar ceder ante la mirada dulce de aquellos ojos bicolor tan iguales a los de su madre. Pero que aún así son tan... Diferentes.

Es curioso, pero es como los ojos de su tía y sus hijos, a pesar de ser del mismo tono carbón, cada uno posee un toque que los hace únicos.

La calidez de Catalina, la profundidad de Matteo y el brillo de Cameron.

Algo así pasa con ellos. Él no posee ese brillo complice de su padre que te hace saber que cuentas con él hasta para la locura más estúpida, tampoco ese toque suave y melancólico de su madre que te hace sentir que es conciente de todas tus penas y te comprende, y mucho menos ese toque curioso, pero a la vez pensativo de su hermano que te hace querer saber qué tanto calla como para perderse en su mente como si de un bosque lleno de secretos se tratara.

Y eso le fascina.

Lo mucho que puede transmitir una mirada. Aquello que guardamos en nuestro corazón. Lo que vive en nuestra ser.

La historia de las almas.

Es entonces que cede, fijando ahora sus orbes oliva en el capullo. No le toma mucho saber que decir.

Cierra los ojos y deja que la conexión se cree, permitiendo que la suave energía de la flor entre en su ser como finas raíces que se unen a su corazón.

Deseo qué, algún día, yo también tenga una historia que contar susurra, dirigiéndose a su pequeña confindente, aunque siendo escuchado por todos los presentes—. Una dónde el amor, la lealtad, la unión y la fuerza sean quiénes reinen. Así como las historias que desde niño me han contado.

Y es entonces, trás revelar su más puro deseo, que el delicado capullo comienza a emitir un suave brillo azúl verdoso que parece llenarla de la fuerza suficiente para alzarse firme y extender sus miles de pétalos que, a parte de darle la forma de una delicada copa, poseen hermosas tonalidades verde aqua, y para agregarle más magia, de su centro se alzan hebras doradas que liberan una estela flotante que le da un toque fascinante e hipnotizante.

El flash de una cámara hace que Finn salga de su estado embelasado para reparar en que Cameron se a puesto junto a él y le a tomado una foto a la flor con su celular.

¡Cami!

—No sé que me a gustado más... —lo ignora— La comida, el postre, la Cohecia o tu deseo.

—A mi todo —concluye Dalia, mirando con amor a su pequeño hijo.

Un ligero sonrojo hace que el chico se hunda aún más si es posible en su asiento, pero eso no lo salva del abrazo por parte de la chica de ojos negros.

—¡Cameron! —protesta nuevamente, y ahora sí consigue que obedezca y se aleja reprimiendo no muy bien una risilla juguetona, pero él solo suspira y deja su vergüenza de lado—. No es necesario decir las palabras en voz alta, el único requerimiento es que tienen que ser totalmente sinceras y significativas —aclara, regresando a su helado. El azúcar lo calmará.

Es así como los presentes comienzan a confiarle a una flor su más profundo deseo, siendo recompensados con hermosas floraciones de colores representativos para ellos.

Blanco y dorado para Rocío, azules para Demon, tonos miel y dorado para Darcy, plata y ónix para Matteo, verdes con ligeros toques plata para Cameron, azúl Jade, dorado Bastian, plata Matthew, naranja Catalina, rojo Alec, y blanco y azúl para Dalia.

Sólo falta uno.

—¿Pasa algo cariño?

—No estoy seguro...

Y no lo estaba. O bueno, no del todo.

No es que Nico no sepa qué es lo que quiere, sino es que quiere tanto y a la vez tan poco que no sabe como ponerlo en palabras.

Quiere recordar, pero a la vez quiere dejar de sentirse atormentado por su pasado.

Quiere una vida normal, pero lo normal ya no tiene definición para él.

Quiere paz, pero en el fondo ama los riesgos y sabe que no puede evitarlos.

Quiere disfrutar el presente, pero nunca dejará de luchar por su futuro.

Quiere que todo sea como antes, pero también quiere disfrutar del ahora.

Quiere saberlo todo y a la vez nada.

Quiere poder hacer de todo y a la vez no.

Quiere desaparecer por unos segundos, pero tampoco quiere dejar su realidad.

Quiere cambiar, pero aún ni se conoce.

Quiere vivir, pero no sabe cómo.

No sabe.

Esa es la cuestión.

—Está bien —interviene su padre, notando su dilema, y las iris bicolor del chico conectan de inmediato con las verdosas del mayor—. Tómate tu tiempo y descubre qué es lo que deseas. Seguirá ahí para cuando lo hayas decifrado.

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