C A P Í T U L O 23

Trás su encuentro, Azriel y Cameron se unieron al grupo para guíar a Nico por las distintas áreas, explicando su funcionamiento, contando algunas anécdotas, aprendizajes, algunos consejos bastante útiles y haciendo una que otra demostración que en algunas ocasiones contaban con la participación de otros. Todo para hacer del recorrido un momento grato para todos y poner al día a su "nuevo" compañero de una forma en la que se sienta cómodo.

Pero contrario a sus intenciones, fué allí en medio de risas, historias, trucos y bromas, donde el chico notó un hecho que le resultó bastante agridulce:

Se había perdido de tanto.

Eso era algo que se vió venir, pero una cosa era esperarlo de sus padres, tíos y de los amigos que dejó en Orígen. Pero... ¿También de aquellos que estuvieron con él en todo ese tiempo?

Tal vez sea por su memoria incompleta. Tal vez por la nueva información. O tal vez por el simple hecho de seguir asimilando todo. Pero justo ahora se siente como si hubiera sido sólo él quien estuvo lejos, mientras que los demás seguían adelante... Juntos.

¿Pero eso está bien... Cierto?

Roy ríe con libertad, Azriel se muestra más espontáneo, sus primos se ven tranquilos y relajados como llevaban años sin estar, y Cameron se relaciona con facilidad con todos como si dos de ellos no fueran parcialmente desconocidos y los otros dos nunca se hubiesen ido.

Es perfecto.

Entonces... ¿Por qué se siente así?

No puede. No debe sentirse así.

Ellos son iguales a él.

Así como vivió de todo un poco esos tres años en Londres, su familia y amigos también pasaron por lo mismo, y aunque viéndolos a simple vista no lo parece, él sabe que lo suyo fué peor.

Mucho peor.

Ellos han tenido que vivir todo ese tiempo con las repercusiones de todo lo que pasó hace tres años, en cambió él estuvo a salvo viviendo ignorante en la casa de los Baker. Incluso con sus sueños y dudas, lo más fuerte llegó fué el último año, mientras que los anteriores consistieron en tener una vida como la de cualquier adolescente ordinario, en lo que cabe.

En cambio sus primos y amigos estubieron luchando todo ese tiempo por recuperarse lo suficiente de todo ese infierno para así poder enfrentarlo. De nuevo.

Dios... Si para él era difícil poder acostumbrarse a una vida ordinario teniendo en su interior una crisis constante de qué era o no real, no quiere ni imaginarse lo que tuvieron que pasar ellos.

Todas esas noches de insomnio y pesadillas, temiendo que al despertar todo lo que creías era tu realidad haya sido tan sólo un sueño y aún sigas estando atrapado...

Miles de escenarios donde sus compañeros se encuentran teniendo una crisis igual o peor a las suyas hacen que su corazón duele y un puñado de piedras se asiente dolorosamente en su interior.

Y es ese momento cuando una parte de sí concidera que fué injusto que él pudiera alejarse de todo el caos que rodea a su mundo mientras que su familia tenía que lidiar no sólo con sus propios problemas, sino también con todos los demás, teniendo incluso que dejar los suyos de lado muchas veces. Mientras él sólo tenía que preocuparse por ir al instituto y asistir semanalmente a una terapia que a fin de cuentas ni le sirvió.

Pero no es así. Interviene la voz de su cabeza, aquella que siempre surge cuando el dolor intenta apoderarse de su alma. Tu fuiste apartado a la fuerza de los tuyos y despojado de toda tu historia.

Sí, vivió una vida normal por un tiempo, pero eso no quita el hecho de que también sufrió por tu pasado.

Nico aprieta los labios formando una línea recta ante eso. Delante de el Cameron ayuda a una chica a acomodar unas cosas que el loco de Roy tiró por estar huyendo de un furioso Az que lo perseguía con el cabello bañado en un líquido morado que sabrá Dios de qué está hecho y de dónde salió. Más él a penas y le presta atención a los regaños que Darcy le da al chico por molestar al menor.

Es verdad. Reconoce. Tampoco la tuve fácil, más no se puede comparar el vivir sabiendo poco, pero tranquilo, a vivir sabiendo demasiado y ser atormentado por eso.

Así que no puede sufrir por verlos felices, se lo merecen. Y pronto él tambien lo será y así podrá dejar de sentirse como si no encajara.

¿Verdad?

Y mientras el chico sufre otra crisis existencial sentado bajo un cedro plateado que se encuentra en el invernadero, Demon lo observa a unos metros de distancia de brazos cruzados y apoyado sobre una de las mesas de trabajo vacías con Darcy a su lado terminando de regañar al moreno que vencido y humillado se retira a disculparse tanto con Azriel como con la pobre chica a la que le botó su experimento.

—Ese chico —niega la pelinegra, viéndolo hablarle cabizbajo a la chica de la mezcla—. Sigue igual a cuando tenía trece, ¿Lo recuerdas Domi? —gira hacia éste con una expresión divertida, la cual se transforma rápidamente en una de intriga al ver que su hermano está perdido en otra cosa—. ¿Demon? —llama, tocando su hombro, consiguiendo así que le mire— ¿Ocurre algo?

—¿Eh? No, no, nada... Todo bien —miente, sonriéndole de forma despreocupada, más la mirada de " Y te creí y fuiste felíz" de la chica hace que borre su sonrisa y cambie su expresión a una de consternación—. Estoy preocupado por Nico —confiesa, en un tono bajo, confidencial.

Es entonces cuando Darcy mira hacia el albino hecho bolita bajo la sombra del aquel árbol con la mirada perdida en algún punto de la grama.

—Yo también... —admite, en el mismo tono, sin despegar la mirada del muchacho— Temo que las palabras de Roy sean ciertas y el cachorro esté haciéndolo de nuevo —susurra, como si de un pensamiento prohibido se tratase y ve como una morena se acerca a hablarle a su primo curiosa ante su actitud perdida—. Sabes cómo es respecto a cómo se siente... Con o sin sus recuerdos, nunca a perdido esa manía —gira ahora su atención hacia el pelinegro, quien tiene la mirada puesta en algún punto del suelo.

—Es una costumbre familiar a fin de cuentas —masculla el mayor, entre una mezcla de gracia amarga, pena y culpa.

La ojimiel asiente despacio y con algo de dureza ante eso, mientras que recuerdos amargos cruzan su mente y un ligero malestar se asienta en su pecho.

—Pero no debemos olvidar que Nico es nuestro primo, a quien educamos y entrenamos hasta que estuvimos seguros que nada ni nadie sería capaz de romperlo —le recuerda, y una parte del ojiazul sabe que esas palabras no sólo son para él, sino que ella misma las necesita—. Nada repite, y Demon no puede evitar encararle encontrando aquellos orbes miel con carmín que posee.

Sin poder evitarlo una repentina punzada le ataca el pecho al recordar la razón de que el rojo manche las bellas iris de su hermana, y el remordimiento y la culpa se remueven cómo víboras en su interior.

Más no es momento de pensar en eso.

¿Estás segura de eso, Darcy? —cuestiona un tercero y es entonces cuando ven a Cameron llegando junto a Az quien porta una toalla sobre los hombros— ¿Nada?

¿No sé supone que aún tienes diescisiete? —inquiere la pelinegra, con un ligero tilde de reproche hacia la menor por estar oyendo charlas ajenas.

—No necesito ser una loba completa para tener un buen oído —le hace saber la castaña cruzándose de brazos con el semblante serio—. Y no respondiste.

Nicolas es conciente de que su pasado es difícil, igual que el de todos. Él sabe que habrán cosas que lo dañarán, pero que deberá mantenerse firme sin importar qué —dictamina Demon, respondiendo con el mismo tono que la chica mirando con firmeza a ambos jóvenes—. Es por su bien —añade.

Su tono se suaviza un poco en lo último, en un intento de empatizar con los chicos y hacerles saber que al igual que ellos también se preocupa. Pero, mientras que Cameron simplemente aparta la mirada aún sin cambiar su expresión, ahora es Azriel quien da un paso al frente.

—Y por el bien de ustedes, más les vale que sea así cuando sepa toda la verdad —les advierte, mirando de forma retadora al mayor—. Recuerden que éste no es nuestro Nico, no aún.

Al igual que con Demon, el tono de Azriel flaquea en lo último, más en esta ocasión no fué algo intencional, sino que fueron sus emociones reprimidas intentando salir a luz.

Más los oculta nuevamente.

—Nico es un Dimitriu, nuestro primo, al que vivos crecer —recalca Darcy, pero a diferencia de los varones, ella no oculta lo que siente reflejando su fé y a la vez preocupación por el muchacho—. Él entenderá.

—Recen que así sea —es lo último que pronuncia Cameron antes dejarlos siendo seguida por el peliazúl.

Justo en ese momento, Nico llega con sus primos, quienes fingen que la charla anterior no paso, mientras que el chico les mira con sospecha por haber visto a sus amigos irse con mala cara, pero decide no preguntar. Por ahora.

(...)

El sol ya se está ocultando, los escasos rayos de luz que aún surcan el cielo tiñen las nubes de tonos amarillentos y naranjas cuando el tour ya a terminado y Alec y Rocío por fin salen de su dichosa reunión con Alexis, quien de paso sale personalmente a despedir al grupo junto con Adara.

—Te quiero mañana en la mañana sin falta. Sé puntual —es la despedida de Adara hacía el albino, quién asiente firme como buen soldado—. Eso los incluye a todos —mira a los otros tres jóvenes.

—¡Sí señora! —responden al mismo tiempo los restantes, haciendo un saludo militar curiosamente coordinado que le saca inevitablemente una pequeña sonrisa a la rubia.

—Así me gusta.

—Vayan con cuidado —ahora es el turno de Alexis de despedirlos—. Los quiero a todos —mira a los mayores con disimulo— activos mañana.

Roy, Az y Cameron responden enseguida con un «copiado» igual de coordinado, Damon y Darcy asienten, mientras que Rocío y Alec se mantienen quietos, pero compartiendo una mirada cómplice entre sí y luego con el protector.

Eso llama la atención de algunos, más nadie hace preguntas.

—Nos vemos, Nicolas —se dirige ahora directamente al nombrado y Nico se limita a asentir con algo de dureza, provocando extrañamente que el mayor sonría.

¿Por qué sonríe?. Se cuestiona el menor, más rápidamente niega ante sus pensamientos por lo ridículos e innecesarios que son. Sólo debo ignorarlo. Decide.

—Bueno ya, tenemos que irnos —interviene Alec, notando la incomodidad del chico, así que rodeando sus hombros lo atrae hacia él para que así no note la mirada acusatoria y de advertencia que le dedica al causante de todo—. Dalia ya debió de haber regresado de buscar a Finn y prometí que estaríamos en casa antes de que oscurezca —hace saber, excusándose y disimulando, jalando del chico para así salir de ese extraña tensión que hay entre Alexis y su hijo.

Todos comienzan a alejarse también, despidiéndose del joven líder y la ex ángel.

—¿Qué es lo que buscas, Alexis? —interroga la guerrera al ver que los demás ya se encuentran lo suficientemente lejos cómo para que ni el oído agudo de Cameron y Azriel puedan escucharlos.

Adara mira hacia el pelinegro con la misma mirada acusatoria que el brujo le dedicado hace unos instantes, más éste se mantiene tranquilo con la mirada fija en el grupo que se aleje por las calles de la capital que a esas horas eran bastantes tranquilas, aunque aún así algo concurridas con jóvenes y adultos regresando a sus hogares.

—Saber cómo acabará todo, Adararesponde entonces con simpleza, causando que la mirada de la mujer se entre cierre y su ceño se frunza con desconfianza.

Y no, no es que tema que Alexis planee algo malo, sino que, gracias al tiempo que a tenido interactuando con él, a aprendido que la personalidad del Protector es un enigma, casi indescifrable y difícil de comprender. Siempre con acertijos, códigos, motivos y razones que sólo pocos conocen y entre esos pocos están las figuras más importantes de Origen.

Eso lo entiende. Hasta cierto aspecto.

Más eso no quiere decir que a veces no le moleste todo eso. Y las pocas veces que a dado respuesta claras, solo es para dejar más preguntas.

Es frustrante.

—¿Cómo acabará qué, exactamente? —se atreve a preguntar de todas formas.

¿Qué puede perder?

—Esta historia —pronuncia Alex entonces, ladeando una sonrisa que, al igual que él, es difícil de descifrar.

(...)

Cameron, Darcy, Demon y Rocío ya se fueron. Las dos primeras usaron el portal público para regresar al bosque de la Nahera donde se encuentra la manada Luz de Plata, porque sí, Darcy vive con Matteo desde hace casi un año, lo cual sobra decir no fué del total agrado de su hermano en un comienzo, e incluso actualmente, aún mantiene su misma postura de que fué una decisión demasiado apresurada.

«No has cambiado en nada, ¿Verdad?». Fueron las palabras de Nico hacia éste trás oír a Darcy contarle como el mayor estuvo de hermano/cuñado tóxico los primeros meses trás la noticia, alegando que aún eran muy jóvenes y sacando a colación temas que en más de una ocasión causaron disgusto por parte de su hermana, quien se mantuvo firme en su decisión de mudarse con su pareja contraatacando con que él y Ro también comenzaron a vivir juntos siendo todavía novios.

«Todos cambian, pero la esencia se mantiene». Fué la respuesta del mayor, aunque eso no detuvo la pequeña discusión de hermanos, pero rápidamente fué acabada por Rocío, usando la técnica patentada de toda mujer:

«Sigue molestando y dormirás en el sofá indefinidamente». Amenazó.

Y con esas fuertes declaraciones Demon y Rocío también usaron el portal para llegar a la frontera entre Nahera y Zafira, donde tienen una casa en la playa que divide la Tierra del Agua, la cual pertenece a la familia del primero y fué testigo de muchas facetas de ese familia cuando vivan allí sus abuelas, Dalia, Jade y... Desmond.

Y por si no está lo suficientemente claro, éste último es nada más y nada menos que el hermano mayor de su madre y tía.

O bueno... Era.

¿Ocurre algo hijo? —pregunta Alec sacando al chico de su cabeza, haciendo que regrese al presente y se dé cuenta que sigue de pie frente a la casa donde ahora viven Roy y Azriel, quienes ya han entrado y cerrado la puerta.

—No, no —responde enseguida, aún algo perdido, y entonces emprende la marcha hacia su propio hogar seguido de cerca por su padre—. Sólo estaba... Pensando... —musita—. Mejor dicho, recordando corrige, casi en un susurro.

—¿Qué recordabas? —indaga el mayor, quien gracias a la cercanía logró oírlo, y aligera el paso provocando que su hijo lo imite. Su hogar no está muy lejos, más siente que la charla amerita que el camino se alargue.

Mientras tanto Nico duda, pero al final decide responder con la verdad.

—No mucho. Sólo recordaba algunas de las historias que solían contarnos de pequeños tú, mamá y mis tías... Principalmente en las que el tío Desmond participaba... —pronuncia lo último con cuidado, algo tímido, mirando de reojo al mayor a quien descubre viendolo también, provocando que aparte la mirada enseguida.

—Yo también lo recuerdo... —confiesa el brujo con una ligera sonrisa nostálgica en el rostro y regresa la mirada al camino, más en su mente está evocando aquellos tiempos que actualmente se sienten como de otra vida— Recuerdo aquellos días cuando íbamos de visita a donde Catalina o Jade, o cuando ellas venían, y ustedes siempre iban y comenzaban a pedirnos que le contemos una de "nuestras aventuras" —hace comillas con las manos ganándose una risa ahogada del chico, quien, aunque no lo ve o ríe precisamente por su acción, si lo hace ante la imagen de un grupo de pequeños sentados en un círculo a la espera de que la narración comenzara, compartiendo con su padre aquella nostalgia que llega junto a retazos de su pasado algo borroso, pero hermoso, y a la misma vez, tan doloroso—. A tí y a Cam eran a quienes más les gustaban —prosigue—, ya sean las historias que le contábamos Cati y yo cuando estábamos recién aprendiendo a usar nuestra magia, y cuando nos pusimos a investigar de dónde venía mi lado sobrenatural, o las de Jade y Dalia ya sea antes o después de que tú madre llegara con ellos y... Bueno... Cuando Desmond aún estaba con nosotros.

Ante lo último, Nico siente como un pequeño nudo se forma lastimando ligeramente su garganta.

Y no es el único.

Recuerdos de los sucesos trás esa tragedia invaden la mente del mayor haciendo que un hueco se abra en su pecho y... Duela. Tanto como lo hizo aquella vez.

—Recuerdo... —musita su hijo, sacándolo de sus pensamientos, mientras que el chico traga grueso y respira profundo armandose de valor para seguir— Recuerdo que tía Jade a veces... Terminaba llorando cuando las contaba y... Mamá a veces ni siquiera era capaz de nombrarlo... Más aún así se encargaron de hacernos saber de la gran persona que fué nuestro tío.

—Desmond era el mayor, por lo que siempre las cuidaba, celaba y sobre protegía sin importar si ellas querían o no, estando atento a que estuvieran bien en todo sentido —rememora Alec, reflejando notable admiración y gratitud en su voz—. Al ser el único varón en una familia de mujeres siempre sintió que tenía el deber de ver por todas como buen hermano y buen hijo... Él en verdad era una persona digna de respeto —admira.

Nico sonríe un poco ante las palabras de su padre y éste igual.

Alec nunca tuvo hermanos, no hasta que conoció a Catalina, y si en algo puede estar seguro, es que tanto Cati como Desmond eran y son el tipo de hermanos mayores que todo niño o niña querrían, y siempre estará agradecido con ellos, por aceptarlos, apoyarlos, ayudarlos y darles ese calor de hogar que tanto el brujo como la médium creyeron que jamás sentiría o que nunca volverían a sentir.

—Ellas aún lo extrañan, ¿Cierto? —inquiere en ese momento el menor, mirando de reojo a su padre.

—Creo que nunca dejarán de hacerlo... —declara éste, y el chico logra captar un ligero tilde de dolor en sus palabras, más lo justifica con el simple hecho de que su padre presenció todo por lo que las hermanas y sus suegras tuvieron que pasar.

—Fué por eso que tía Jade le puso Demon a mi primo, ¿No? —no es una pregunta como tal, más bien solo busca confirma un hecho.

—Así fué —le confirma el brujo entonces, borrando la pena de su voz al pensar en eso—. Creyó que sería una buena forma de horar su muerte, después de todo, lo hizo protegiendo a sus hermanas y a su sobrino.

—Y es por eso que Demon se esfuerza tanto... Quiere demostrar que su muerte no fué en vano —confiesa el muchacho, recordando las palabras que una vez hoyo decir a su primo.

—Se parece mucho a él, es más de un aspecto —observa el mayor, reflexivo—. La realidad es que ustedes se parecen mucho a Desmond, Jade y Dalia.

—¿Enserio? —cuestiona el chico, ladeando la cabeza con curiosidad— ¿Cómo?

—En su forma de actuar, de expresarse y pensar, incluso siguen el orden de edades —señala—. Desmond y Demon, hermanos mayores, responsables, que velan por los demás, con sus valores y principios bien marcados. Sobreprotectores, calculadores, algo celosos y a quienes no les importa si tienen diez u ochenta, ustedes siempre serán sus hermanitos y estarán siempre que los necesiten —Nico asiente de acuerdo ante eso, con una ligera sonrisa en el rostro—. Aunque Desmond era más carismática y sociable, mientras que Demon es más reservado y serio. Aún así ambos tienen ese instituto de protector, siempre poniendo a los demás por sobre ellos, lo cual es bueno ya que se ganan el cariño, pero también los hace dejarse mucho de lado —expone.

—Eso... Eso es cierto —admite el chico, con una mezcla de pena y resignación—. Pero es que es demasiado terco —masculla, con un tilde de frustración que tira a gracia.

—Ni me digas —concuerda el mayor, con una mezcla de gracia y resignación—. Y Jade y Darcy no se quedan atrás. Son orgullosas, de carácter fuerte, tercas a más no poder, y tienden a llevarle la contraria a la gente. Leales a sus sentimientos, hábiles en muchos aspectos y de corazones sensibles aunque no lo admitan. Toman el papel de Mamá osa, de las que si te metes con sus cachorros, te arranca la cabeza —el chico no es capaz de aguantar su risa ante el gesto de "te arranco la cabeza" que hace su padre para enfatizar lo último.

—Totalmente así es ella —confirma, riendo, más rápidamente su risa se corta al darse cuenta que... Sigue él, y Alec lo nota.

Y por último... Tu madre y tú —comienza, apreciando como el chico se tensa ligeramente—. Recatados, intuitivos y analíticos, siempre buscando pensar con la cabeza fría y lógica ante todo, pero eso sí, también son empáticos y muy francos, aunque tienden a guardarse muchas cosas... Eso es lo que los vuelve tan peligrosos, ya que trás su silencio se ocultan muchos secretos. Al ser los pequeños cuentan con la protección de los mayores, y al aparentar inocencia suelen pasar desaparecidos o tomados a la ligera, lo que los vuelve buenos a la hora de ganar la confianza de los demás, aún así serían incapaces de traicionar a los suyos, tienen un código que respetar y reglas que cumplir, más eso no les impide darse ciertas... Libertades.

—¿Eso lo aprendiste con mamá, cierto? —inquiere el chico, relajando un poco su postura, aunque pensando seriamente en la descripción que a dado su padre.

¿Así es cómo me ven?

—En sí es algo que he notado todos en aquellos que llevan el apellido Heredia —responde entonces su padre—. Y según los chicos, tú no te quedas atrás, cachorro.

El tono del mayor es seguro, más el chico simplemente se limita a asentir sin darle mucha importancia, aunque en realidad, si lo hace.

(...)

La cena a terminado, Finn fué el primero en irse a su habitación excusándose con tener muchas tareas que realizar, seguido de Alec quien tenía "asuntos importantes" que tratar, más antes de que lograra escapar fué detenido por su hijo mayor recordándole que tenían una charla pendiente.

—Por supuesto Nico. Ayuda a tu madre y luego búscame en mi oficina —le responde, y sin esperar más, huye como alma que lleva el diablo.

O eso sintió el chico.

—No te molestes cariño, ahora hablas con él con calma —lo tranquiliza su madre, tocando su hombro con gentileza para que deje de observar la puerta por donde su padre salió/huyó—. Pero si quieres, ve ahora, yo puedo con esto sola.

—No, no, yo te ayudo —decide mejor.

—Nico no es-

—Insisto —la interrumpe, comenzando a levantar los platos de la mesa bajo la atenta mirada de la mujer—. Así también aprovechamos charla un rato los dos —propone.

—De acuerdo —acepta entonces, con una pequeña sonrisa en su rostro.

Nico termina de recoger todo y juntos comienzan a limpiar y acomodar lo usado mientras que el chico le cuenta más a detalle su día provocando una que otra risa en su madre ante las locuras echas por sus amigos.

—Esos chicos nunca cambian —niega Dalia, recuperándose de la imagen de un peliazúl morado.

—En realidad... Si lo hicieron —confiesa el albino, en un tono pensativo, terminando de acomodar los platos ya secos.

—¿De verdad? —inquiere la mujer, secándose las manos con un trapo que luego le pasa a su hijo para que haga lo mismo.

—Bueno, Az principalmente —especifica—. Roy sigue siendo un idiota, más e de admitir que a... Madurado, por así decirlo.

—Bueno, Azriel era solo un niño cuando llegó con nosotros y Roy a tenido que aprender a ser más responsable ahora que está empezando a tener una vida propia. A demás de que aquí han contado con más apoyo y libertad, lo cual los a ayudado a crecer... Más o menos —Nico ríe ante lo último y Dalia igual reprime una risilla.

—Darcy y Demon también lo han hecho —reconoce el chico, volviendo a su tono pensativo—. Y Cam, bueno... Dios... Ella no se parece en nada a la niña que recordaba.

Aunque intenta que lo último sea solo un comentario, inevitablemente su tono decae un poco en las últimas palabras y eso su madre lo nota enseguida, por lo que cuidado toma uno de sus hombros dándole un ligero apretón haciendo que su hijo la mire a los ojos.

—Tú también eres diferente Nico, pero eso no quiere decir que en el fondo no sigan siendo los mismos —le consuela, usando un tono materno y dulce como sólo una madre posee haciendo que baje la guardia—. Sólo han crecido, cariño. Han aprendido y mejorado, más nunca han dejado de ser aquellos a quienes conociste de pequeño.

—¿Y si no? ¿Y ya no lo son? —inquiere, permitiendo que su voz refleje toda la inseguridad que a estado conteniendo—. Mamá, si los hubieras viste hoy, ellos... Ellos eran... Ya no son los mismos. Yo... Yo ya no soy el mismo y... Me siento tan perdido... Tan fuera de lugar que... ¿Qué pasa si no puedo? ¿Si no soy lo suficiente?

La mirada del chico se pierde en lo último. Sus ojos reflejan inseguridad, inquietud, preocupación y... Miedo. Eso último provoca que algo en el pecho de la mujer duela y si pensarlo, lo abraza.

—No digas eso —le pide, aún en su tono materno, apretando su torso y hombros por donde lo tiene rodeado—. Hijo, entiendo... Entiendo que, aunque parezca familiar, todo ahora es muy diferente, y es obvio que en cierto punto te dará miedo no poder con todos los cambios, sorpresas y todo lo que está por venir, y eso está bien mi niño, a todos nos asustan los cambios y el no ser lo suficientemente fuertes como para sobrellevarlos, es natural, al igual que lo es el encontrar la forma de adaptarnos y seguir adelante, más si eres alguien tan valiente como tú mi amor.

—Lo dices solo porque eres mi madre —refuta el chico, con la mirada aún perdida, dejándose abrazar, pero sin responder.

—Exacto, soy tu madre, es por eso que no existe nadie mejor que yo para saber de lo que eres capaz.

—Pero tú no me conoces... —susurra y, aunque no fué su intención, esas simples palabras hacen intensificar el dolor en la mujer— Sólo estuve contigo hasta los cinco años, era demasiado pequeño y a penas y estaba siendo conciente de mi propia existencia. Ahora tengo diecisiete, soy casi mayor de edad, prácticamente e pasado una vida lejos de tí, ¿Cómo puedes decir que sabes de qué soy capaz si a penas y yo lo sé?

La pregunta es una mezcla de tristeza y dolor que no sabe si va dirigida a su madre o es simplemente su mente perturbada sacando a luz todos sus miedos e inseguridades. Nico en estos momentos no está siendo conciente de nada, su mente está perdida en un oceano de pensamientos asfixiantes y dolorosos que lo hacen hablar sin medir las consecuencias.

Más es la verdad.

—Lo sé —acepta su madre, reprimiendo su malestar porque, aunque duela, es conciente de que las palabras de su hijo son pura realidad—. Sólo estuve contigo unos pocos años. No te vi crecer, no estuve contigo durante las noches de pesadillas cuando aún eras un niño, o en esos momentos de duda, miedo en inseguridad que llegan con la adolescencia. No tuve el privilegio de educarte como era debido y darte la vida que debiste tener desde un principio. No sé nada sobre tí más haya de lo que los chicos me han contado y lo poco que supe durante tu tiempo en Londres, y eso ni siquiera cuenta porque en esos años eras como una hoja en blanco de nuevo —Dalia pronuncia cada palabra con tanto dolor que a fuerzas se ve obligada a detenerse un instante para poder respirar, dejando salir el aire en un suspiro entre cortado aún sin soltar a su hijo, más bien su abrazo solo se intensifica comenzando a ver borroso mientras que el chico sigue sin reaccionar—. Mi niño, existe... Existe tanto de tí que no sé y no... No sabes cuánto deseo averiguarlo para así poder ser la madre que necesitas, que te mereces.

Para ese punto la vista de Dalia ya está completamente nublada y le es imposible seguir conteniendo las lágrimas que poco comienzan a caer bañando el cuello expuesto del chico. Lo cual afortunadamente hace que éste reaccione y sea por fin conciente de lo que está pasando, sintiendo la humedad del agua salada y los ligeros sollozos reprimidos de su madre.

Mamá —masculla, e inevitablemente su vista también empieza a picar y hacerse borrosa—. Mamá yo no-

Pero... —le corta, obligándolo a cerrar la boca mientras siente como su madre limpia su lágrimas aún sin soltarlo— Pero no... No necesito haber estado todos esos años contigo para saber quién eres.

Dalia rompe entonces con el abrazo tomando al chico por los hombros y éste reacciona sujetando sus muñecas y fijando la mirada nuevamente en la de su madre, lo cual provoca que ahora sea él quien sienta un malestar en el pecho al ver sus ojos cristalizados.

No quiso hacerla llorar. No quiso, no quiso.

Nunca.

Nuevamente intenta decir algo, lo que sea, más se detiene al no saber exactamente qué. Su mente se a puesto en blanco repentinamente.

—Eres mi hijo —prosigue entonces la mujer, con firmeza, amor y dolor en sus voz, y Nico siente como su pecho se contrae, más ella no se detiene—. Aquel pequeño cachorro que fué arrebatado de mis brazos cuando aún era una cosita inocente. Te quitaron tu infancia, tu libertad, la oportunidad de crecer con nosotros, te hicieron sufrir a tí, a tus primos, a tus amigos, los hicieron hacer cosas horribles y vivir una pesadilla que aún hoy en día sigue teniendo secuelas en ustedes y eso no me lo puedes negar —Nico aparta la mirada por impulso ante sus palabras, más Dalia acuna un lado de su rostro haciendo que la mire nuevamente y así contemple el afecto en su mirada—. Y aún así míralos, mírate, estás aquí, después de tanto, enfrentamiento tu pasado para así poder tener un futuro sin ataduras. Sigues luchando, manteniendo la firmeza, la fé y tú buen corazón intactos, y no podría estar más orgullosa de tí mi amor.

Mamá... —musita de nuevo, casi al borde del llanto como cuando era un niño y su madre lo consolaba trás tener una pesadilla.

De verdad que los recuerdos parecen de otra vida.

—Tal vez no conozca por completo al nuevo Nico, pero lo poco que sé de tí es más que suficiente para saber que pase lo que pase, tendrás la fuerza necesaria para aceptarlo, sobrellevarlo y seguir adelante, porque eres un ángel guerrero muy valiente y nada ni nadie podrá cortar tus alas jamás. Y si en algún punto te llegas a sentir perdido, aquí estaré para tí, siempre.

—¿Pase lo que pase? —susurra entonces, con la mirada cristalizada.

—Aunque el cielo arda —le sonríe su madre, acariciando su mejilla y llevándose consigo algunas lágrimas fugitivas.

—Y el infierno se congele —completa, lloroso, y sin pensarlo mucho, ahora es él quien la abraza.

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