C A P I T U L O 21

Alec hace que su hijo salga del ascensor porque se a quedado inmóvil en su lugar, mientras que Rocío se despide de Kiara, quien se queda dentro del cubículo ya que no formará parte de la reunión.

Entonces, las puertas se cierren.

No pasa mucho antes de que un muchacho —que aparenta la misma o tal vez más edad que Damon— salga a recibirlos.

Es dos cabezas más alto que Nico, complexión atlética, piel pálida como la suya, rasgos afilados y el cabello negro y liso. A diferencia de los demás que vió en la sala anterior, él trae puesto un saco negra que le llega hasta las rodillas casi chocando con sus botas militares, y se ajusta a su torso bien formado, donde también tiene bordado el emblema en el pecho.

Pero son sus ojos en los que más se centra.

Son una mezcla de motas blancas y doradas en constante movimiento, como si intentaran mezclarse sin éxito, más no se dieran por vencidas. Y para completar, su energía es más fuerte que las demás, resaltando notoriamente.

Un Descendiente de Diamante.

—Bienvenidos sean los tres a nuestro humilde centro de trabajo —saluda amigable, pero a la vez formal, y su voz carga un ligero acepto, pero es tan sutil que no sabría decir de dónde es; Alec y Rocío responden a su saludo, más Nico se queda callado y eso llama la atención del pelinegro, provocando que se centra en él directamente—. Es bueno conocerte por fin, Nicolas —le extiende la mano—. Mi nombre es Alexis Fortier, aunque la mayoría me dice Alex. Soy el líder actual de los Protectores.

—Es un placer conocerlo —habla por fin el albino, respondiendo al saludo e intentando que su voz suene segura y formal, aunque en realidad tiene la mente en otro lado. Aún así logra su cometido—. A mí me puede llamar Nico, si así quiere, es como todos me conocen.

Alex le sonríe gentil y entonces les indica con la mano que terminen de entrar. Los dos mayores lo hacen con total naturalidad y confianza, mientras que el menor aguarda un momento en su lugar para ver más a detalle su alrededor.

El salón es del mismo tamaño que el de abajo y está dividido en tres secciones: A la izquierda libros y papeles, a la derecha artefactos y computadoras, y en el centro una gran mesa redonda donde documentos, sobres y un mapa se encuentran extendidos. Además, ya sentados se encuentran Demon y Darcy, el primero saluda al chico con un movimiento sutil de cabeza mientras que la segunda alza la mano con una sonrisa en su rostro. Ambos visten también con el uniforme, luciendo casi idénticos, excepto que las palmas de Darcy están envueltas también y el dije de Demon reposa en su pecho, haciéndose notar junto al emblema.

—Nico —lo llaman, y de inmediato mira hacia donde está su padre, quien está indicándole que tome asiento junto a la pelinegra. Ro ya se encuentra sentada junto a su primo.

El chico acata de inmediato y se encamina al lugar seleccionado para él, mientras que el brujo mayor se sienta a su otro lado. En cambio Alexis toma lugar en el asiento que está en medio de los hermanos, a la cabeza de la mesa.

—Ahora que ya estamos todos, procederemos a informar a nuestro nuevo compañero de la situación actual —declara Alex, y se acomoda en su silla cruzando los brazos sobre la mesa, posando sus llamativas iris en el menor de todos para comenzar a hablar con total seriedad, borrando su tono jovial de antes—. En los últimos tres años, Nico, exactamente justo después de su escape, no hemos tenido noticias de Zirius ni de Carola.

Directo. Susurra la voz en la cabeza del chico, ante la bomba que el protector acaba de soltar sin más.

—¿Tres años de inactividad?

—Creeme que estoy tan sorprendido como tú —admite el joven líder—. Es anormal este actuar por parte de esos dos seres después de todo el descontrol que han provocado anteriormente. Al principio pensamos que se debía al fuerte golpe que resultó nuestro último ataca, principalmente gracias a que ustedes llevaban tiempo estropeando sus movimientos, pero ya es demasiado y la situación se está volviendo preocupante.

—Tres meses después de nuestro escape, decidimos regresar para ver si habían o estaban reconstruyendo el lugar, pero lo único que encontramos fué el mismo bosque quemado y la construcción medio destruida que dejamos —informa ahora Darcy, a la vez que le pasa a su primo algunas imágenes junto a un sobre con más en su interior. En estas se puede apreciar el bosque en cenizas junto a los escombros de la construcción que solía ser uno de los principales centros de operación enemiga—. Deducimos que nuestras acciones provocaron que la confianza que tenían sus socios en Zirius disminuyera y perdiera recursos. Lo confirmamos al ir a ver los demás centros de criaderos, y verlos abandonados. Y al revisar los alrededores pudimos encontrar a varios niños y niñas que habían estado cautivos y que ahora se encontraban en centros humanos y... Otros lugares, no tan agradables —la voz de la pelinegra denota desagrado hacia lo último, lo cual provoca que Nico se imagine diferentes escenarios para nada agradables, más ella niega enseguida ante sus propios pensamientos y recupera la compostura—. Más logramos hallar a todos a tiempo y ya están en Origen sanos y salvos —agrega, notablemente aliviada y complacida con su trabajo—. Pero en conclusión, si esos niños estaban libres, quiere decir que no había nadie que los vigilara.

Nico asiente comprendiendo y procede a guarda todas la fotografías de vuelta en el sobre para dejarlo sobre la mesa.

—Continuando —toma la palabra Demon—. Decidimos entonces comunicarnos con los aliados que se quedaron ocultos entre los que aún se encontraban atrapados en el criadero principal, y afortunadamente éstos se encontraban bien, aunque, la noticia que nos dieron fueron todo menos alentadora —el chico se tensa ante la forma de hablar del mayor, y un mal presentimiento surge de inmediato—. Zirius entró en una peligrosa crisis causando un gran desastre, nuestros compañeros lograron sacar a la mayoría, pero los más mayores no tuvieron la misma suerte. No supieron explicarnos bien, pero aparentemente algo tenían sus sellos que los hicieron actuar cómo marionetas vivientes y comenzaron a atacar a los que intentaban escapar y... No todos pudieron salvarse.

Un silencio sepulcral invade el lugar trás sus últimas palabras, y Nico fija la mirada en la mesa plateada procesando la información.

«No todos pudieron salvarse»

Están muertos. Deduce enseguida, y una sensación sofocante hace que tenga que respirar hondo al sentir que el oxígeno no llegaba bien a sus pulmones.

Una mano se posa en su hombro de repente y no tiene que ver para saber que se trata de Darcy dándole consuelo.

Continúen —pide entonces, pero sin encarar a nadie. Aún así su tono en firme.

—De acuerdo —accede Demon, asintiendo ligeramente y prosigue—. Los sobrevivientes lograron escapar gracias a los túneles y con ayuda de los mayores que aún conservaban su juicio lograron llegar a una de las zonas seguras, para posteriormente ir al punto de reunión que habíamos acordado, fué así que logramos traerlos a Origen fuera del control de esa peste —el desprecio es palpable en su tono, más se aclara la garganta enseguida, y dejando sus rencores de lado, continúa—. Lamentablemente no pudimos hacer nada por los que fueron afectados por el sello, y no sabemos nada de ellos actualmente. Una vez intentamos acercarnos y casi perdemos la razón también.

—Por lo visto su manipulación tiene un límite —analiza el bicolor, aún con la mirada gacha y perdido en sus pensamientos—. El sello de Obediencia o Cadena tiene dos funciones principales: Someter y Controlar. Mayormente lo usaban para someter a los desobedientes ya que, por más horrible que suene, es lo más fácil y efectivo, la función de control es más complicada y compleja, tiene ciertos límites y alcances, también depende del individuo en el que se aplique, si es alguien de mente débil cederá fácil, de lo contrario es capaz de dar pelea y liberarse. Aunque también... —se detiene de golpe, dándose cuenta de lo que está diciendo y de que ahora todos lo observan con intensidad.

—Eso es información muy importante Nico, ¿Cómo la obtuviste? —interroga Alexis de inmediato, analizando al chico con la mirada, más no de forma desconfiada, sino con sumo interés e intriga—. Sellos como los que se usaron en ustedes están prohibidos por todos los clanes, aquelarres y grupos mágicos debido a su peligrosidad, los únicos documentos que hablaban de ellos con más detalles están perdidos desde hace siglos y actualmente sólo los brujos antiguos saben sobre eso, y son contados los que manejan esa información.

Tal vez no fué su intención, pero el hecho de que recalcara lo escasa, poco conocida y valiosa que es la información que ni él recuerda bien de dónde sacó, sólo lo hace sentir expuesto y vulnerable.

—Este... Yo... —intenta explicarse, pero las palabras se enredan en su lengua y termina balbuceando incoherencias.

—Es porque Nico aprendió de una De Rosas, ¿Recuerdan? —interviene Rocío, salvando al chico de ahogarse en un vaso de agua, lo cual él agradece mentalmente—. Todos saben que el clan de ojos negros es uno de los más antiguos y con acceso a información muy valiosa. No sería extraño que Carola haya encontrado algún libro o documento que hablara acerca del sello y al ser Nicolas un Mentalista igual que ella, le haya comentado alguna vez sobre eso durante el tiempo en que estubo enseñándole a usar su Don.

La seguridad con la que la peliblanca expresa su punto es tanta que —aunque pudieran y quisieran— nadie se ve capas de refutar su argumento.

—Es cierto, princesa —la apoya Alec enseguida, mientras asiente de acuerdo y mira entonces al pelinegro—. Así que no es necesario el interrogatorio, Alexis.

Es sutil, pero todos son capaces de captar la advertencia en la voz del mayor.

—Estoy de acuerdo —retoma la palabra Demon, mirando al otro pelinegro con una mezcla de advertencia y disgusto, junto a un sutil toque de entendimiento que raya en resignación—. Aunque admito que esa información es bastante útil para poder deshacernos de los sellos, en especial porque Carola se ha mantenido bien oculta los últimos tres años.

El líder de los Protectores aún mantiene la mirada fija en el menor, más no le pasa por alto el hecho de que el ojiazul lo está observando a la espera de que deje de sobre analizar a su primo y retome lo importante. Lo cual sucede unos segundos después cuando finalmente éste le regresa ligeramente la mirada. Provocando que Nico por fin libere el aire que no sabía que estaba conteniendo.

No le gustó cómo lo observaba.

—Hasta el cumpleaños número diecisiete de Nico, cuando su presencia se sintió en la propiedad de los Baker —añade Alex, provocando un escalofrío en el mencionado.

Ya sus padres le contaron lo que pasó aquella noche que él aún no logra recordar. El cómo lo dejaron celebrar su cumpleaños y tener una última noche de paz y tranquilidad antes de regresar a su mundo, más Carola no perdió el tiempo e intentó recuperar el control sobre el albino, pero los Protectores no se lo permitieron e intervinieron provocando que huyera, después fué traído a Origen y su existencia fué borrara de la memoria de aquella familia.

Triste, pero necesario.

Aún así, la sola idea de que algo malo hubiese sido sucedido gracias a Carola, lo perturba de sobre manera. Afortunadamente, nada pasó.

Nada.

—¿Y no han... No han sabido nada de ella desde entonces? —decide preguntar, algo inseguro de querer saber la respuesta.

—Desde esa noche, no —responde el ojidorado, volviendo a mirar al chico ahora con "normalidad"—. Carola a sabido ocultar su presencia bien y se a alejado de las zonas donde pueda ser detectada. Suponemos que se encuentra en terreno muerto donde no tenemos alcance o en alguna zona donde la energía natural sea lo suficientemente fuerte como para ocultar la suya, y el mundo es demasiado grande para buscar en cada rincón, en especial con nuestra situación actual que no es para nada... Fácil —un sentimiento oculto trás su tono amigable es detectado: Frustración. Más se recupera enseguida y lo borra—. Pero no desistimos, Carola no puede pasar toda la vida oculta sin llamar la atención, tarde o temprano cometerá un error o un descuido que nos ayudará a atraparla, de eso no hay duda —asegura con total confianza—. Ya lo hizo una vez y algo me dice que se repetirá —agrega, a lo que él albino responde con un asentimiento ligero—. Actualmente ampliamos nuestro rango de búsqueda, centrándonos en Europa con ayuda de los grupos residentes, esperamos que dé buenos resultados pronto.

—Ojalá aparezca —musita, intentando aferrarse a la seguridad que reflejan las palabras del Protector, y éste asiente en apoyo— ¿Algo más que deba saber?

—Por el momento no hay mucho que compartir a parte de la inactividad de Zirius y el escapismo de Carola, aunque hemos estado investigando sobre los sellos como Demon ya dijo, y tú podrías ser de gran ayuda en ello, claro, si es que puedes —aclara lo último, antes de recibir algún regaño de nuevo.

—Lo que dije hace un momento fué algo que me salió de la nada, pero intentaré ver si recuerdo algo más y lo anotaré todo para compartirlo cuando gusten.

—¡Perfecto! —aplaude satisfecho— Ahora lo siguiente es que te unas a los demás, tus primos se encargarán de ello, así que ve con ellos. Tengo asuntos que tratar con tu padre y Rocío.

—¿De qué tendrían que hablar que nosotros no podemos saber?

—No es nada malo —le responde con un ligero tilde divertido por el regreso de la clara desconfianza del menor.

—No está respondiendo a mi pregunta, señor Alexis.

¿Señor?

—Nos vemos después hijo —interviene Alec, tomando al chico por sorpresa dejándolo extrañado, pero enseguida abre la boca listo para protestar—. Después hablamos, ¿De acuerdo? —se le adelanta.

Su hijo medita un momento la propuesta, por una parte no está de acuerdo, más por la otra no tiene opción, así que finalmente asiente de mala gana.

—De acuerdo —acepta.

Por fin tanto él como sus primos entran en el cubículo y, antes de que las puertas se cierren, su mirada y la Alexis se encuentran por última vez, el primero lo mira con desconfianza y el segundo con gracia.

—¿Por qué lo haces? —cuestiona entonces Rocío, una vez se a quedado a solas con el Protector pelinegro y el brujo castaño.

—El chico me agrada.

—Y nuevamente no respondes a la pregunta, como siempre —reprocha la chica, mirando como se encamina a la sección de libros y papeles, dándoles la espalda.

—Nico me parece un chico curioso —confiesa, a la vez que agarra uno de los tomos abiertos sobre la mesa y ojea la página en lo que se encuentra—. Su forma de actuar y pensar es difícil de descifrar. En momentos parece conciente de todo y en otros no. Sinceramente cuando me hablaron de él pensé que sería como Demon o Darcy, y en parte lo es, pero sus últimos años en Londres y su falta de memoria le han quitado parte de esa seguridad y carácter que caracteriza a los miembros de su familia, aunque aún así fué capaz de detectar que ocultaba algo y eso activó sus defensas provocando su desconfianza, pero no lo suficiente como para retarme a mí o a su padre.

—Nico aún está descubriendo todo, es normal que se muestre así —alega Alec en defensa.

—¿Qué creen que hará cuando lo sepa todo?, ¿Lo soportará o no?, ¿Volverá a ser el de antes? —divaga el pelinegro, aún si apartar la mirada de los dibujos trazados a mano sobre aquellas páginas.

"Círculo de la Liberación"  dice el título.

—Eso es algo que sólo Alva podría saber —se limita a responder el mayor en la sala, guardándose sus teorías. No es que no confíe en Alexis, simplemente no está seguro, existen tantas posibilidades, tanto buenas como malas.

—Yo veo dos posibles resultados: Que lo acepte y salga adelante con todo. O que su pasado lo sobrepase y se estanque como no lo hizo antes —expone el protector—. O no sé, todo es posible en esta vida y la mente es un mundo tan complejo —añade, encarando finalmente al brujo y la princesa, con un brillo peculiar en sus inusuales ojos—. Estoy ansioso por averiguarlo.

(...)

Un suspiro pensado abandona al chico una vez el cubículo empieza a descender, agachando con la mente a mil procesando y repasando todo lo que se ha dicho.

Zirius en crisis.

Inocentes atrapados y muertos.

No se conoce el paradero de Carola.

Ofreció su ayuda con los sellos.

Lo que sea que Alexis esté hablando con Alec y Rocío.

Éste ocultando algo.

Y lo que falta...

—Tierra llamando al cachorro, responde cachorro —llama Darcy, agitando la mano frente al rostro del chico, quien se sobresalta ante eso al estar tan sumergido en sus pensamientos—. Ya sal de una vez, Alí no puede seguir manteniendo las puertas abiertas —pide/ordena, parándose frente a él con los brazos cruzados—. Bueno, si puede —admite—, pero igual debes salir para tu tours.

¿Tours? —abandona por fin el ascensor, justo cuando las puertas se están cerrando.

—¡Cuidado genio!, ¡Espera al menos que se aleje lo suficientemente! —reclama la chica enseguida hacia el castaño de la computadora al ver cómo la puertas de metal casi rozan a su primo.

—¡Perdón!, ¡No me fijé! —se disculpa éste, sin despegar la mirada de las pantallas.

—Tan inteligente y a la vez tan despistado —musita la pelinegra, negando.

Darcy —le llama ahora el chico, ganando su atención nuevamente¿Qué tours?

—Ah sí, Demon y yo te daremos un recorrido por las áreas de entrenamiento para que conozcas el lugar.

—Eso suena bien —acepta, consiguiendo una sonrisa por parte de su prima, y ambos emprenden rumbo hacia donde Demon los espera.

—Te va a encantar, ya veras —le segura.

Darcy lo guía hacia unas puertas dobles junto a la recepción, por lo que inevitablemente el chico mira hacia donde Alí, quien teclea algo a toda velocidad sin siquiera ver el teclado en una pantalla para luego pasar a la otra.

—Es muy rápido —admira, aún si dejar de ver al de lentes y ropa negra quien ahora habla a través de un comunicador en su oído que antes no había notado.

—Alí es hábil en lo que hace y de gran ayuda —admira también la ojimiel—. Es uno de los encargados de monitorear las misiones de los chicos de campo. Normalmente se la pasa en la sala de control junto a los demás de su área, pero hoy está cubriendo el turno de su aprendiz.

—¿Aprendiz? —repite Nico, justo cuando llegan con su primo mayor.

—Alí es un Protector de tercer nivel, por lo tanto tiene la opción de ser instructor de algún novato o, en su caso, novata —responde el pelinegro, quien logró escuchar la duda de su primo—. Lo malo es que, si tu aprendiz no puede, te toca a tí cumplir con su tarea. En este caso está enferma y no puede cubrir su turno en la recepción, por lo tanto le toca doble trabajo al chico.

—Y no seria doble si no fuera tan obsesivo y controlador como para dejar a otro encargarse —señala su hermana— ¿Verdad, hermano mayor?

Su tono es sugerente y ambos captan el porqué.

Los está comparando.

—Por supuesto, angelito —responde éste de igual modo, invirtiendo la situación.

Darcy lo mira mal ante eso, más él sólo se ríe burlón mientras abre la puerta para ellos.

La pelinegra es la primera en pasar mientras ignora a su hermano quien la mira divertido. A lo que Nico reprime una risilla divertido por la situación y la sigue.

Una vez del otro lado, se detiene a tan salo unos pasos de la puerta ya que un grupo de cinco o seis —no logró contar— de jóvenes pasa corriendo frente a él haciendo que se sobresalte y retroceda a tropiezos.

—Cuidado —lo detiene Demon, sujetándolo por los hombros para que mantenga el equilibrio—. Esta zona es muy movida, debes ver por dónde caminas o te llevarán por el medio.

—Gracias, lo anotaré en mi lista de: "cosas que mejor me hubieran avisado antes" —responde sin poder evitar el sarcasmos, soltándose de su primo para así poder ver bien su alrededor.

El salón posee el doble de ancho y largo que los anteriores y, como dijo Demon, está más concurrido por chicos y chicas de toda clase —los cuales en su mayoría aparentan su misma edad o más— distribuidos a los costados del lugar dejando a penas un pasillo por el medio para trasladarse de una habitación a la otra sin que te golpeen o apuñalen. 

Porque sí, en el lado derecho de la habitación hay colchonetas para luchas cuerpo a cuerpo, mientras que en la otra hay una pared con una amplia variedad de armas a la disposición de los jóvenes. Aunque duda que tengan filo.

Eso cree.

Que por cierto, en esa área es donde está la mayoría, formando un círculo mientras observan algún enfrentamiento lo suficientemente llamativo como para distraerlos de sus propios asuntos.

—¡Demon! ¡Nico! —los llama Darcy entonces, y ambos miran hacia el tumulto dónde a penas y le dan espacio a la chica para hacerse notar mientras les hace señas para que se acerquen.

Éstos obedecen y se acercan a ver qué es lo que está causando tanto revuelo, y una vez junto a la pelinegra ambos son capaces de contemplar el reñida duelo que están llevando a cabo entre un chico pelinegro con un par de emplumadas alas del mismo color y una chica con una larga trenza rubia.

—Esa es... ¿Adara?

Adara Cardiel —como se hace llamar—, un "ángel caído" que conocieron durante su segunda etapa de entrenamiento. Ella estuvo encerrada por más tiempo que ellos, y gracias a su entrenamiento y experiencia, cumplía con en papel de instructora de los chicos que eran elegidos para servir.

Una mujer de buen corazón, espíritu noble y firma en sus convicciones. Que a pesar de haber pasado tantos años encerrada y de haber perdido sus alas, el titulo de Ángel Guerrero le queda a la perfección. Ella fué uno de sus principales apoyos quien se aseguraba de que ninguno se rindiera, sin importar qué.

Y ahora se encuentra ante el luciendo el uniforme de los protectores —sin mangas, de cuello alto y con las palmas cubiertas— en un duelo de espadas con un chico-cuervo que demuestra ser un digno oponente.

¡Vamos Adara!, ¡Tu puedes! —gritan unos.

—¡Dale Tashiro!, ¡Puedes vencerla! —gritan otros.

Su alrededor se ha convertido en un mar de gritos eufóricos con voces entre mezcladas y el público no deja de crecer, todos los presentes se han reunido para contemplar el enfrentamiento, así de significativo a de ser.

Mientras tanto, ambos espadachines se centran en hacer chocar sus espadas en sincronía y con una precisión letal, aumento la intensidad a cada segundo. Puede que esto solo sea un enfrentamiento amistoso, pero ninguno está dispuesto a contenerse, eso es obvio.

El ambiente encendido se mantiene por un buen rato, pero de repente, las cosas van cambiando.

Nadie parece notarlo, pero Nico sí lo hace. El rozar de las hojas a comenzado a alzarse sobre las voces de la multitud, haciéndose más claro y notorio, mientras que los gritos y exclamaciones disminuyen drásticamente convirtiendose en meros murmullos que no tardan en extinguirse por completo, dejando únicamente el sonido del metal chocando.

Y todo cambia.

Ya el muchacho no se encuentra en la cede, sino que ahora se haya en una arena de piedra negra, pero en donde de igual manera se está llevando a cabo un duelo de espadas, aunque en este ocasión no hay público masivo ni gritos de apoyo, sino que sólo se trata de Adara luchando contra una Darcy preadolescente en una de sus muchas prácticas.

Pero en ese él no estuvo presente, lo que significa que está viendo el recuerdo de alguien más.

¿Pero de quién?

Regresando al recuerdo, a diferencia del chico anterior, los movimientos de su prima son más torpes y bruscos, Adara ataca mientras ella a penas logra cubrirse mientras lucha por defenderse, más es demasiado lente y con un ágil movimiento la mayor la despoja de su arma para así dirigir de manera amenazante la punta de su hoja directamente hacia su cuello.

Perdiste —declara la ángel—. De nuevo —indica, retirando el su arma y retrocediendo.

La voz de Adara es neutra y autoritaria, cómo lo recuerda, su postura es firme y segura, con su cabellera rubia perfectamente recogida en una trenza alta, sin una gota de sudor o rastro de canción, y haciendo cada movimiento con total confianza y control.

Todo lo contrario a la pelinegra.

Darcy es un manojo de cabellos desordenados que se apegan a su rostro debido al sudor provocado por todo el esfuerzo hecho, sus movimiento son torpes, lentos y cansados, su respiración pesada y a penas y se puede mantener en pie. Sin dudas toda una novata.

—¿No crees que sea... —intenta hablar, más se detiene un momento inhalando profundo, llenando sus pulmones con todo el oxígeno posible para luego exhalar con pesadez— Suficiente por hoy?

—No son ni las cinco Darcy —le hace saber la mayor—. Acordamos que sería hasta que se pusiera el sol.

—Lo se, pero... —intenta objetar la chica, a la vez que recoje su espada, más el cansancio le impide incorporarse por completo y termina apoyándose sobre esta mientras se echa la mata de cabellos desordenados lejos de la cara— No puedo más —admite, derrotada.

Darcy... —musita Adara, con un ligero tono de desaprobación que no pasa desaparecido por la menor.

La susodicha apartar la mirada enseguida, avergonzada, y deja que su cabello cubra su rostro como una cortina que la proteja de la expresión decepcionada de su maestra.

La rubia cambia su expresión ante la reacción de la más joven, procediendo a acercarse quedando de pie ante su alumna, y con total delicadeza apartar el cabello del rostro de la joven pasándolo trás su oído.

Darcy aún no la encara, sino que mantiene la mirada gacha, apenada, sujetando con fuerza el mango de su espada.

Se ve vulnerable e indefensa, como una niña pequeña que teme enfrentar a su mamá después de haber hecho algo que sabe está mal. Y conociendo la relación de ambas, es de esperarse. Darcy es una adolescente que tuvo que abandonar su niñez a una edad muy temprana y aprender a sobrevivir sin el apoyo de sus padres en un lugar donde los adultos parecen no poseer un corazón. Fué entonces cuando apareció Adara, como ángel caído del cielo —literalmente—, tomando el papel de su guardiana y maestra, convirtiendose en la imagen materna que perdió y en su ejemplo.

No quiere decepcionarla.

La mayor toma su rostro entre sus dedos con cuidado y hace que la muchacha levante la mirada, por lo que la ojimiel se ve obligada a verle a los ojos encontrándose con sus orbes cafés que reflejan comprensión.

Se que estos entrenamientos son duros y que a veces te pido demasiado, pero... —comienza a hablar, más se detiene un momento contemplando un instante los orbes miel con carmín de la chica e inevitablemente una sonrisa amarga se pinta en su rostro—. Sólo quiero que seas fuerte Darcy. Fuerte para poder defenderte y proteger a lo demás. Fuerte para que seas capaz de valerte por ti misma con total seguridad. Quiero que seas fuerte para que nadie pueda hacerte daño, nunca —con calma libera su rostro, y entonces posa ambas manos sobre las que aún sostienen la espada dándoles un suave apretón, suavizando su tono—. Se que puede que no entiendas ahora, pero tarde o temprano, todas estas horas que pasamos luchando, esforzándonos y dando todo de nosotras, harán una gran diferencia en un futuro. De eso estoy segura. Así que no te dejes vencer y sólo sigue peleando con todas tus fuerzas.

Los aplausos retumban en sus oídos de golpe junto a gritos y silbidos agudos, y para mejorar alguien empieza a sacudirlo con brusquedad desde un costado. Sacándolo del recuerdo abruptamente.

De inmediato mira a la persona que lo sostiene y encuentra a la mismísima Darcy, quien está rodeando sus hombros mientras celebrar la victoria de su amiga.

¿En qué momento se apoyó en mí?

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