C A P Í T U L O 16
Está conmocionado.
Desde que la conoció, Carola siempre le a demostrado ser una mujer de sangre fría que nunca se a tocado el corazón a la hora de lastimar a alguien, sin importarle mucho quién sea.
Pero matar a una niña...
No.
Matar a su sobrina, le confirma que si nunca se a tocado e corazón, es porque no a de ser poseedora de uno.
Esa es la única explicación para hacer algo tan atroz, ¿Cierto?
Los ojos de su amiga están bañados en dolor puro y tormentoso mientras contempla aún la pieza, y por más que él intenta encontrar las palabras correctas para poder borrar su pena, o al menos reaccionar ante su confesión, no logra hallar las indicadas, así que lo más que hace es mirarla con compasión.
Más ella no espera una respuesta de su parte, con solo sentir la tensión de su cuerpo y ver cómo cierra sus manos con fuerza, sabe que sus palabras le han afectado.
Honestamente no estaba segura de hablarle sobre lo que sucedió con su hermana, imaginó que eso le correspondería a alguien más, después de todo es un asunto que concierne a toda la familia. Pero al caer en cuanta de lo cobarde que estaba siendo al creer que podía dejarle la tarea a alguien más para así evitarse el dolor a ella, la hizo sentirse terriblemente culpable de tan sólo haberlo pensado.
Ya a sido una cobarde por demasiado tiempo.
Es por eso que, decidida a enfrentar las consecuencias de remover el pasado, abre de una vez la pequeña pieza revelando su contenido: Dos fotografías.
Del lado izquierdo se encuentran sus padres; Catalina yace sentada luciendo un sencillo, pero precioso vestido verde acompañado con una pequeña sonrisa serena, mientras que sujeta con ambas manos la derecha de su esposo que descansa en su pecho. Matthew se encuentra de pie detrás de ella enfundado en un traje a juego con una gran sonrisa y con su mamo restante en el hombro izquierdo de su esposa.
Ambos se ven tan felices.
En la otra fotografía se encuentra un trío de pequeños que sonríen amplia y alegremente sentados a los pies de un árbol de tronco grueso. Uno de ellos es obviamente Cameron, quien en ese entonces poseía once años, aparece rodeando los hombros de su hermano con un brazo y con la cabeza apoyada en este, mientras que un Matteo de catorce la abraza por la cintura, y con su brazo contrario ambos rodean a la chiquilla restante de apenas tres añitos. Una niña preciosa de grandes ojos cafés, piel tostada y cabello risado color caramelo recogido en una coleta improvisada que dejaba suelto algunos mechones.
—Su nombre era Fanny —habla finalmente, con la voz teñida en melancolía—, nació un par de años después de Finn.
—Que linda. Tiene los ojos de su padre —resalta su amigo, provocando que sonría un poco ante ese observación.
—Ella era la versión pequeña y femenina de papá —acaricia delicadamente el retrato, donde se encuentra su hermanita—. Él nos amaba a los tres, pero Fanny era su pequeña consentida, eso nunca nos molesto, ella era la luz de la casa, todos la adorabamos, incluyendo a los miembros de la manada.
—Debio ser un golpe duro para todos, en especial para tus padres —supone Nico, sintiendo una punzada al imaginar a sus tíos.
No podría decir quién la pasó peor.
A ellos prácticamente los secuestraron, sus padres pasaron años sin saber nada de su estado.
Pero Fanny fué asesinada, su familia nunca volverá a verla.
—Mamá estaba inconsolable... —musita Cameron, con el corazón en la garganta— Fanny había devuelto la alegría a todos, y de un momento a otro... Se esfumó.
Una lágrima fugitiva es iluminada por la luna recorriendo el rostro de la chica, a lo que Nico decide acerca su mano para así limpiarla con su pulgar.
Le duele verla así.
Más la reacción que tiene ella ante su toque no es la que esperaba. Su expresión cambia de pena a culpa y, con algo de brusquedad, elimina ella misma las lágrimas que han empezado a acumularse haciendo que sus ojos ardan.
—Oye, oye, cuidado —interviene él de inmediato, sujetando su muñeca, causando que la castaña gire el rostro quedando frente a frente. Lo observa retadora, lista para ordenar que la suelte, más su expresión se suaviza al ver la suya preocupada, pasando a estar apenada—. No seas brusca —le pide, con un tono compasivo y suplicante—, no está mal que llores, perdiste a alguien querido y es normal que aún duela recordarlo.
Cami no responde, simplemente se le queda viendo fijamente con los labios en una línea tensa.
Reconoce la razón en sus palabras... Pero no es tan fácil.
—No quiero sufrir más, Nico —confiesa, con la voz ahogada, liberando su mano y apartando la mirada. Hundiéndose en su lugar y apretando las manos en puños—. No quiero llorar más porque mis lágrimas no me regresarán a mi hermana. Porque lamentarse no hará que el tiempo retroceda y pueda evitar que ella... —se detiene, sacude la cabeza en negación para luego esconder el rostro entre sus palmas apoyando los codos en sus piernas, quedando cabizbaja— Simplemente no tiene sentido seguir sufriendo. No sirve de nada.
Su voz surge inestable.
Nico la observa cohibido ante sus palabras y duda de que hacer. No quiere verla así y se siente culpable por hacerla sacar el tema. Más tampoco quiere que se cierre y siga conteniendo todo ese dolor que carga.
Cameron sigue con el rostro oculto e intenta no llorar. Recordar a su hermanita le provoca un dolor intenso cómo si no hubieran pasado cinco años.
Quiere romperse. Llorar hasta sentirse seca, gritar hasta quedarse si voz, destrozar todo a su alrededor hasta que quedar ella igual.
Lo que sea.
Sólo quiere dejar salir todo hasta no sentir nada más.
Pero no se lo permite.
No se lo merece.
Un brazo se posa de repente con cuidado sobre sus hombros y es acercada a un cuerpo cálido. Los brazos la envuelven de lado y ella deja que la consuelen, aunque en el fondo sienta que no se lo merece.
Pero lo necesita.
—Te equivocas, Cameron. Llorar, desahogarte y sufrir libremente sirve de mucho —le asegura Nico, firme y a la vez comprensivo. Una mezcla segura y compasiva—. Dejar salir lo que sentimos, nos ayuda a dar el primer paso para sanar. Dejar ir el dolor y liberar a nuestra alma de ese peso, es la clave para que aquellos recuerdos que compartimos pasen de ser un recordatorios de su partida y nos causen dolor, a ser motivo de alegría y gratitud por haber podido estar a su lado, aunque haya sido por menos tiempo del que hubiéramos deseado.
Cameron se queda inmóvil en su lugar analizando sus palabras.
Parecen sacadas de algún libro, o algún consejo dado por alguien que ya a pasado por una perdida. Pero ambos saben que una cosa es la teoría y otra la práctica.
Cierra los ojos dejando que el viento frío se mezcle con su aliento, trayendo consigo aquel aroma que parece poseer su amigo. Aún no sabe cómo describirlo, pero le resulta agradable, es suave y dulce. Al igual que sus latidos al compás de los propios. Constante y ligero.
Esa sensación la tranquiliza lo suficiente para poder seguir hablando.
—Ojalá fuera tan fácil —musita, con pesar—. Ya han pasado cinco años, pero aún duele como si hubiera pasado ayer y yo... Simplemente no quiero más dolor —admite, exhalando con pesadez—, pero cada vez que pienso en ella un odió inmenso me ataca. Odio por esa maldita traidora y por... Mi.
—No fué tu culpa, tú misma dijiste que fué Carola quien lo hizo —musita ahora él, acariciando su cabello en un gesto que intenta darle consuelo.
Más ella vuelve a apretar los puños e inhalar con fuerza.
—Pero yo se lo permití —susurra.
Nico se queda mudo ante su confesión. Abre la boca para decir algo, lo que sea, pero enseguida la cierra al no tener nada claro. Quedado inmóvil a su lado.
Cameron respira de forma forzada, intentando controlarse. Una parte de ella le pide que se aparte, que no merece consuelo alguno. Más la otra se aferra a la calidez que le proporciona el chico ya que es lo único que logra mantenerla estable justo ahora.
El tiempo transcurre con normalidad a su alrededor, en un periodo en donde solo se logra escuchar el ruido de algunos animalillos del monte y el sumbar del viento al pasar por sus oídos.
La intriga y la curiosidad comienzan a consumir al albino, pero sabe que es un tema delicado para su amiga y no le queda de otra más que morderse la lengua y esperar.
Unas suaves pisadas llaman su atención en ese momento y Ember aparece a su lado haciendo que desvíe la mirada de la chica y observe a la cachorra dejarse caer cansada a su costado.
Con cuidado, libera un brazo para poder acariciar a su mascota para distraerse mientras espera, pero sin soltar en ningún momento a su compañera ya que sabe que justo ahora necesita sentirse segura.
—Pasó un par de días antes de mi cumpleaños número doce —finalmente empieza a relatar, y enseguida deja a la cachorra para dedicarle su total atención a las palabras de la jóven. Aún la envuelve con un sólo brazos, mientras que ella mantiene el rostro apoyado contra su hombro y la mirada fija en el abismo frente a ellos—. Como sabes, a esa edad ocurre la Presentación de todo brujo, donde se revela la naturaleza de nuestro Don, y para esa ocasión nuevamente decidimos ir a la cabaña de mis abuelos maternos para la ceremonia, como habíamos hecho con Matteo. Llegamos una semana antes, los abuelos querían aprovechar para pasar más tiempo con nosotros. Todo al comienzo iba muy bien, preparando las cosas para mí cumpleaños, pasando tiempo en familia, después de tanto al fin teníamos un poco de calma... Hasta que una mañana mis padres salieron por unos encargos y Matteo estaba ayudando a los abuelos en el sótano, me tocó quedarme con Fanny quien jugaba con pequeñas luces que ella misma creaba, mientras yo la vigilaba. Todo estuvo tranquilo por un buen rato, hasta que de golpe escuché un estruendo en la casa y preocupada corrí a ver qué había ocurrido... —se detiene, su pecho sube y baja con fuerza a respirar— Se... Se que debí haberla llamado para que viniera conmigo, pero estábamos en una zona aislada por kilómetros de bosque, nunca había pasado nada antes, nunca había entrado nadie, ¡Nunca! —su tono sube drásticamente, e inevitablemente se le quiebra la voz.
Nico aprieta su agarre y se acerca más a la chica sintiendo ligeros espasmos de su parte debido a su respiración inestable.
—U-Un compuesto errado cayó en una de las mezclas que estaban haciendo, causando una pequeña explosión, no había sido nada grave —continúa, recuperando un poco el aire—, pero cuando regresé afuera... Fanny ya no estaba —su voz se vuelve un hilo, y su corazón se estruja—. De inmediato empecé a llamarla pensando que tal vez se había ocultado, o alejado un poco, pero sin importar cuánto la llamara, ella nunca respondió. Empezó a asustarme la idea de que se hubiera adentrado demasiado en el bosque sola, el terreno de mis abuelos es enorme y ella apenas era una cachorrita.
Trás un parpadeo, nuevamente ocurre lo mismo que con Dalia, e inevitablemente el chico termina en la mente de Cameron.
Nico aparece entonces de pie entre una cabaña de dos pisos y un espeso bosque de pinos.
Con él se encuentran Catalina y su esposo, junto a sus hijos mayores y otra pareja conformada por una señora de estatura mediana, cabello rubio oscuro recogido y piel clara, junto a un señor casi tan alto como su yerno, de cabello chocolate, piel bronceada y ojos negros.
El albino nunca a conocido a los abuelos de Cameron en persona, pero sin dudas puede afirmar que la línea de su abuelo materno es la que predomina en su familia.
—Matteo se unió a mi y empezamos a buscarla por los alrededores —la voz de Cami se escucha a lo lejos, como un susurro traído por el viento desde todas las direcciones del bosque—. Sólo la descuidé un par de minutos máximo, ¿Qué tan lejos pudo haber ido?. El abuelo llamó a mis padres y cuando llegaron fué todo un desastre con papá, pero por suerte mamá logró calmarlo y nos dividimos para adentrarnos al bosque. Los abuelos se quedaron por si Fanny regresaba y durante todo ese tiempo mi mente buscaba alguna explicación para lo sucedido, era imposible que ella a pie se hubiera alejado tanto en tan poco tiempo, además, ¿Por qué?, Le advertí que no podía ir lejos ella sola, ¿Por qué lo hizo?
Matthew adquiere en ese momento la forma de un enorme lobo negro mate, de tal vez unos dos metros de alto —característica de su estatus como Alfa—, con el pecho llamativamente plateado igual que sus ojos. Más no puede apreciar más a la criatura ya que esta se adentra al bosque seguido de su hijo, mientras que Catalina toma otra dirección junto a su hija y los señores regresan al interior de la cabaña.
El ambiente se deshace y hace tan rápido a su alrededor que le cuesta ubicarse rápido, más no tarda en notar que ahora se encuentra junto al dúo femenino que ya lleva un largo camino recorrido. No se ve más nada a su alrededor que pinos y hojas secas, el cielo ya a empezado a oscurecer y madre e hija hacen surgir esferas de luz para seguir buscando en la oscuridad.
—Buscamos hasta que cayó la noche —continua relatando—, ya me estaba comenzando a asustar. Fanny era tan pequeña, no podía imaginarla sola en medio de tanta oscuridad.
—¿Por qué habrá entrado aquí, mamá? —se cuestiona la versión pequeña de Cameron— Le dije que no se alejara, ¿Por qué me desobedeció? ¿Por qué lo haría?, Ella estaba jugando con luces, ¿Por qué entraría al bosque ella sola?
La desesperación empieza a tomar fuerzas en la jóven y su madre de inmediato la rodea con sus brazos para intentar calmarla. Desesperarse no ayudaría para encontrar a su hermanita.
—Ya, mi amor, Fanny aparecerá pronto, ya verás —le asegura, intentando tranquilizarla. Tanto a ella como a sí misma—. No te asustes.
Un aullido resuena en el bosque justo en ese instante y ambas reaccionan al mismo tiempo empezando a correr hacia el origen del sonido.
—Al escuchar a papá sentí como el alma me regresaba al cuerpo. «La encontraron», fué lo que pensé, pero las cosas no eran como yo lo imaginaba...
Una vez llegan con el dúo de padre e hijo, la escena que los recibe es todo menos esperanzadora.
Matthew aún se mantenía en su forma lobuna y con su grueso osico movía ligeramente el cuerpo inerte de una pequeña que yace entre un grupo de raíces. Matteo se deja caer de rodillas sin importarle la desigualdad del suelo y toma con sumo cuidado el cuerpo de su pequeña hermana.
—¿Fanny? —la llama, en un susurro inestable, más no obtiene respuesta de su parte— Vamos cachorrita, despierta, por favor —suplica.
El pecho se le oprime dolorosamente al ver cómo Matteo intenta que su hermanita reaccione entre súplicas y ligeros movimientos a su cuerpecito.
Pero ella no despierta.
Se puede escuchar como el bosque solloza y Nico sabe de inmediato que se trata de Cameron.
—Quería morirme en ese preciso instante... —escucha su voz quebrada.
Catalina corre junto a su hijo y toma el pequeño cuerpo de Fanny entré sus brazos. Acuna su rostro con delicadeza e intenta hacerla reaccionar también, pero tampoco obtiene respuesta, es entonces que no aguanta más y rompe en llanto, un llanto que le atraviesa el alma a todos y el albino posa una mano en su pecho sintiendo un dolor agudo.
El crujir de las hojas atrás de él lo hace girar hacia la Cameron del recuerdo justo en el instante en que cae de rodillas en el mismo estado desolado que su madre.
Por un momento el chico se olvida que solo se trata de un recuerdo y corre hacia ella cayendo de rodillas a su lado. Extiende sus brazos intentando tocarle, más sus manos terminan atravesando el cuerpo de la chica como si de un fantasma se tratase, después de todo algo así es en ese momento, sólo un invasor en una mente ajena viviendo un momento que no es más que un recuerdo perteneciente al pasado.
Otro aullido lastimero se alza en la oscuridad y el recuerdo acaba. Lanzando al chico de un bosque en pena por la muerte de un alma inocente a una habitación desconocida donde la Cameron de ese entonces guarda ropa en una maleta.
—El día de mi cumpleaños no hicimos nada de lo que habíamos planeado, apenas hicimos la ceremonia de mi Presentación, aunque mi estado emocional no ayudó.
—¿Algo salió mal? —inquiere su amigo, a la vez que se sienta en una de las dos camas que posee la habitación.
—Un poco —responde ella—. Resulta que soy una Bruja de Espejo, soy prácticamente una bruja que copia o imita las habilidades de otros seres con solo verlos, como las de un licántropo y cuatro brujos. En pocas palabras: Fué un desastre total.
—Vaya... —es todo lo que puede opinar—. A mí... Me pasó algo igual —confiesa, y aparta la mirada de la jóven del recuerdo para centrarse ahora en sus manos sobre su regazo—, cuando mi primera habilidad surgió... No me podía alterar sin destruir todo a mi alrededor. Y cuando mi Don se presentó... Fué peor. Llegué a pasar más tiempo aislado que estando acompañado por miedo a lastimar a los demás... De nuevo.
Pasan unos segundos antes de obtener una respuesta
—Me lo han contado... —comenta con pesar su amiga— Aunque bueno, sin importar qué sea, todo poder trae sus consecuencias —reconoce, resignada—. A veces en serio no entiendo a los humanos que desean tener uno, sin tan sólo supieran lo complicado que a veces es...
—Las personas, sin importar su origen, siempre van a anhelar aquello que no tienen. Nunca nadie está conforme en esta vida... —musita, y puede sentir como ella asiente— ¿Cómo fué que obtuviste el relicario? —indaga ahora, queriendo dejar el tema de los "Dones" de lado.
—Mi abuela Charlotte me lo dió, es el regalo que ella y Fanny escogieron para mi —responde.
En cuanto termina de hablar, la puerta de la habitación es abierta y la mujer rubia hace acto de presencia con una pequeña cajita en manos.
—¿Se puede? —consulta la señora con un tono de voz calmado, pero con un sutil tilde nervioso.
—Por supuesto —responde su nieta, y limpia disimuladamente su rostro antes de girarse para recibir a su abuela— ¿Que ocurre abuelita? ¿Mamá está bien?
—Ella está... Estable —responde la mayor—, le di uno de mis tés para que se mantuviera tranquila. De todos modos Matteo está con ella.
Charlotte deja salir el aire con pesadez. Se encuentra cansada, principalmente en el área emocional, no solo tiene que tratar con la muerte de su nieta menor, sino también con su destrozada hija. Ese tipo de estrés consume a cualquiera.
Nico hace una mueca al pensar en eso. Catalina pasó por una perdida para la que nadie está preparado: La muerte de un hijo. Más de una pequeña que a penas comenzaba a vivir. Una perdida que afecta a todos por igual.
Cameron asiente ante la respuesta de su abuela.
—¿Y papá y el abuelo?
—Viendo lo de la Fanny.
Se hace el silencio.
Duele de sólo recordarlo.
—¿Qué es esa cajita? —indaga, intentado desvíar el tema de la muerte de su hermana.
—Es el regalo que la pequeña escogió para tí —le informa su abuela, viendo la cajita con melancolía.
Charlotte termina de entrar en el cuarto y toma la mano de Cameron para sentarse juntas en la misma cama que Nico —ya que la otra tiene ropa encima—. De inmediato éste se arrima para que no se sienten sobre él.
Solamente lo atravesarían, pero sería incómodo y vergonzoso.
Unas vez sentadas, la señora le entrega la cajita a su nieta y ella la toma dudosa. Su abuela posa sus manos en los hombros de la jóven para darle ánimos y Cameron la mira de reojo con gratitud para luego represar la caja con la mirada: Es del tamaño de su mano, plana y el empapelado que la envuelve está hecho a mano con dibujos de margaritas y corazones.
Mira el envoltorio con cariño y algo de gracia por la formas extraña de las flores y corazones, es algo que sin duda su hermanita haría. Procede a quitar la cinta azul que lo sostiene y retira el papel con sumo cuidado de no dañarlo. Una vez desenvuelto, retira la tapa y sus ojos brillan a ver la pieza dorada.
Ella siempre a deseado tener un relicario.
Saca el colgante con cuidado y lo repasa con la yema de los dedos. Sin esperar más lo abre de inmediato para ver su contenido. El corazón se le estruja al contemplar las pequeñas fotografías y enseguida se cubre la boca ahogando un sollozó.
Acerca el relicario a su pecho como si de oro puro se tratase y abraza con fuerza a su abuela.
—Me encanta, en verdad me encanta. Muchas gracias, a las dos.
La chica se remueve junto al albino causando que salga de su mente para así regresar al presente.
De inmediato Nico la rodea por la cintura con ambos brazos juntando sus cuerpos y ella se acurruca más junto a él sujetando el brazo del chico con fuerza mientras le da rienda suelta a las lágrimas.
Le duele el alma verla romperse, más no puede hacer nada que la calme o consuele, solamente acompañarla.
A demás, duda mucho que pueda apaciguar su dolor. Heridas como las suyas tardan demasiado en sanar y nunca desaparecen. Sólo dejan de doler.
Si es que en verdad lo hacen.
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