C A P Í T U L O 15

—No lo sé Camí... —musita, dudoso. Una parte de él quiere aceptar, más la otra...

Su mente es un lío y lo menos que quiere es agobiarla con sus problemas. Por lo que considera mejor alejarse hasta que esté más estable. Más al ver como la sonrisa que su amiga portaba se desvanece por completo ante su respuesta, el arrepentimiento lastima su pecho provocando que haga una mueca de culpa. De inmediato piensa en algo para remediar la situación, pero no encuentra las fuerzas para salir con alguna escusa.

—Entiendo —musita ahora ella,  retrocediendo un par de pasos—, pero... Si buscas un escape, es porque algo te agobia, y dudo mucho que la soledad ayude a acallar tú mente. Lo digo por experiencia —forza una pequeña sonrisa en lo último, para así intentar ocultar su desilusión. Aunque ya es tarde—, más si soledad es lo que quieres, de acuerdo.

No fué su intención, pero sus palabras provocan que ahora un puñado de piedras se asienten en el estómago del chico, haciendo que siente una pesada culpa. Nuevamente intenta hablar, pero su voz se ha esfumado, y como Cameron está lidiando también con su propia pena, no repara en ello y simplemente da media vuelta lista para volver a internarse en el bosque. Su pecho también duele y desea poder borrar lo dicho.

Actuó sin pensar y he ahí sus consecuencias.

Pero justo cuando se disponía a dar el primer paso lejos, la mano del varón sobre su hombro hace que gire a verlo por sobre este notando por fin la pena y culpa en el rostro de su amigo. Eso la hace sentir fatal.

—Perdón, no quise hacerte sentir mal, es solo que... —intenta explicarse el albino, más no encuentra las palabras correctas para no quedar aún peor.

—Está bien —ella lo interrumpe de forma amable y vuelve a girar obligándolo a quitar su mano, la cual esconde junto a la otra en los bolsillos de su sueter. Cameron una las suyas al frente y mantiene un semblante calmado para no hacerle sentir que se a equivocado—. Has recibido mucha información en poco tiempo y debe ser súper estresante, lo más conveniente sería que descanses.

Ella retrocede nuevamente, dando por fin aquel paso con intención de esta vez marcharse de verdad, pero nuevamente la tienen.

—¡No, espera! —suelta Nico, por puro impulso, consiguiendo que la castaña se detenga y lo observe expectante. Pero al haber actuado por inercia, no tiene nada en concreto que decir, por lo que decide tomarse un momento para respira hondo y así calmarse, apretando las manos dentro de los bolsillos dándose ánimos—. Si... Si me siento un poco, estresado. Y si es mucha información que procesar, pero... Pero la verdad es que prefiero pasar un rato agradable contigo a terminar de volverme loco con tanta pensadera.

Conforme con su elección de palabras, el chico se permite sonreír un poco, lo que inconscientemente le saca una sonrisa a su acompañante, más la de ella refleja alivio.

—Ven entonces —Cami le indica con un gesto de cabeza que la siga, y comienza a caminar por el sendero hacia la misma dirección que llevaba en un comienzo.

—¿A dónde iremos? —indaga, igualando su andar.

—Ya verás —se limita a responderle, y él no le cuestiona.

Anda por el sendero el total silencio a partir de ahí, sólo sus pasos y el soplar del viento entre las hojas se puede escucha. Cameron mantiene su vista al frente con las manos unidas ahora detrás, Ember camina a unos pasos por delante de ellos cómo si supiera el camino, mientras que Nico al lado de la castaña se mantiene a una distancia prudente, aún sin sacar las manos y algo cabizbajo. Más eso no le impide mirarla cada tanto con disimulo.

Aún se siente mal por rechazar su invitación a la primera cuando en realidad lo menos que quiere es soledad, pero la verdad es que no quiere incomodarla con su pésimo humor y sus crisis. A penas es el primer día, no puede simplemente dejarse caer y esperar que ella lo atrape.

Eso era de niños.

Y pensar en ello empeora su estado.

Puede que se muestre tranquilo y felíz de volver a verle, ya que verdaderamente lo está. El haberla recordado no significa que sólo sepa quién es y ya, sino que también hace que aquello que sintió por ella regrese a él cómo si el tiempo nunca hubiera pasado. Cómo si no llevarán años sin verse.

Pero otra verdad también es que, desde que la reconoció, aún sigue procesando el hecho de que han pasado más de diez años y la niña pequeña con la que solía jugar y que siempre andaba con alguna cosa —ramas, tierra, hojas, o cualquier cosa que no debería estar en su cuerpo— encima, sea la chica tan... Bonita que tiene al lado.

Bueno, ella siempre le a parecido bonita... Pero ese no es el punto.

El punto es que Cameron ya no es una niña y él menos, ambos son casi adultos. No se han tratado en años y se criaron de formas muy diferente, y aunque hasta ahora ella a mostrado mantener el mismo cariño de siempre, no puede evitar el temer causarle una mala impresión.

Cielos... E tratado con chicas de mi edad antes y esta es la primera vez que en verdad no quiero alejarla.

Demonios Félix, ¿Por qué nunca me diste un consejo que no involucrarse coquetear?, ¿Cómo le hice para hacerme amigo de Charis?, Ah, cierto, ella fué la de la iniciativa. Y yo casi lo arruino hace un momento...

Estoy jodido.

Y pensar todo eso sólo hace que su miedo aumente y por inercia se muerda el labio inferior con la suficiente fuerte cómo para nuevamente sacarle sangre.

No quiere perder su más antigua amistad por hacer algo indebido.

—¡Nico! ¿¡Pero qué haces!? —exclama la chica que se a adueñado de sus pensamientos y él se pone rígido ante su voz.

—¿De qué..? —iba a interrogar, pero al notar la dirección de la mirada de la ojinegro cae en cuenta de sus actos— ¡Ah, eso! Tranquila, no pasa nada.

—¿¡Cómo puedes decir eso!? ¡Te sangra la boca!

Y antes de que pueda explicar, Cameron toma su rostro y usando el pulgar separa sus labios.

Sus ojos se abren de par en par ante tal acto, y contempla en primer plano el semblante preocupado de la chica. Sus manos cálidas y algo ásperas  sujetan su rostro con cuidado posando su pulgar sobre su labio herido.

—¿Te... Te mordiste hasta sangrar? —cuestiona, entre incrédula y molesta— ¿¡Por qué demonios hiciste eso!?

Su boca es liberada, más su rostro aún sigue preso por la chica.

Nico intenta articular algo, más sólo mueve la boca sin emitir sonido alguno. Sus ojos están fijos en los de ella, admirando nuevamente aquel brillo plata que ilumina la noche en su mirada como pequeños hilos en sus iris.

Cameron aguarda, más al no obtener respuesta ya que el albino parece haberse quedado mudo, decide limitarse a respirar hondo para calmarse y concentrarse únicamente en la sangre que baña la piel blanca del chico.

Usando una mano, sin soltarlo con la otra, revisa en el bolsillo interno de su cazadora de mezclilla y saca un pequeño pañuelo que siempre porta por si a caso, para posteriormente comenzar a limpiar la herida pequeña, pero exagerada de su compañero.

Nico finalmente reacciona ante el sentir de la tela y parpadea cómo saliendo de un trance dándose cuenta de lo que ocurre y en la posición en la que está.

Más no hace nada, sino que permanece inmóvil en su lugar, dejando que la chica atienda la herida que se a hecho.

Idiota. No puede evitar darse un regaño por ser tan descuidado. Le a dado un susto a su amiga por una de sus manias.

Sólo el ruido de Ember dando vueltas a su alrededor hace que el silencio no reine, mientras que ellos se mantienen callados, uno por obvias razones y la otra para concentrarse y no lastimarlo —aunque aún así no pudo evitar tocar la zona abierta con el pañuelo, más él se traga el quejido para no preocuparla más.

—Listo —anuncia, retirando el pañuelo—. Sólo falta... —deja la oración a medias, y en su lugar posa con cuidado nuevamente su pulgar ahora directamente sobre la herida, y un ligero brillo verdoso se hace presente por un corto lapso de tiempo hasta que finalmente libera el rostro del chico— Ahora sí, ya está.

Nico inspecciona la zona con la punta de la lengua y descubre que no hay ningún ardor.

—Gracias... No tenías que hacerlo —le agrade sincero, y algo apenado—. En verdad, esta no es la primera vez y ya me e sanado antes... Bueno, en un comienzo no sabía, pero con el tiempo descubrí que sanaba rápido por si sólo —ríe un poco, recordando lo asombrado y curioso que estaba su yo de dos años atrás cuando descubrió su poder de auto curación acelerada.

—Es mi deber como bruja curandera el no ignorar ninguna herida por más pequeña que sea. Y aunque puedas hacer eso, es importante asegurarse que el proceso se haga correctamente, por lo que la herida tenía que ser limpiada antes de que se cerrada para así evitar cualquier cosa.

Cameron da su discurso médico con el mismo tono profesional que usaba Andrew cuando atendía sus heridas también. Eso lo conmueve y entristece al mismo tiempo.

—De a cuerdo, Doc —juega, relajándose un poco—, muchas gracias, de corazón. Más aún tras haberte asustado por mis rarezas, lo siento mucho por eso.

Ella se cruza de brazos y lo observa por un momento con una expresión indescifrable, más no tarda en suavizarla y volver a curvar sus labios en una afable sonrisa.

—De raros está lleno el mundo, no eres el único con manias —responde, calmada. Más su sonrisa se borra poco después formando ahora una línea—. Más aún así no deberías tener alguna en la que te lastimes. El dolor no es placer, aunque algunos lo vean así.

Ahora es él quien forma una línea apretada, y lucha todo lo que puede para no enterrar las uñas en sus palmas de lo apretadas que tiene las manos.

—Lo sé, lo lamento. No lo haré más —promete, agachando la mirada y sintiéndose decepcionado de sí mismo.

Tanto que le molesta que crean que se hace daño a sí mismo y helo aquí haciendo exactamente eso.

Ella observa su expresión decaída, y sintiéndose culpable por ello, decide consolarlo con un fuerte abrazo, que él no le devuelve, pero tampoco la aparta, sino que deja caer la cabeza apoyándola en su hombro.

—Todo bien, Nico —susurra a su oído, usando un tono gentil y suave—. No hiciste nada malo.

El cuerpo del chico se relaja entre sus brazos, y al sentir que ya es suficiente, lo aparta con cuidado quedando uno frente al otro. Ambos se observan con fijeza y se sonríen mutuamente. Mientras que Ember los observa echada como si le resultase muy entretenida la interacción de su amo y su nueva compañera.

—¿Ahora me vas a responder mi pregunta? —suelta Cami de la nada, y él la mira confundido— La que hice antes, la de: ¿Por qué demonios hiciste eso?

Los nervios regresan, más ahora están mezclados con vergüenza.

—Es que... Tengo miedo de meter la pata... Contigo —decide ser sincero, ya que si se pone a dar vueltas volverá a recurrir a sus tic's nerviosos.

Y para su sorpresa, ella le observa con extrañeza. No sé esperaba eso.

—¿Y por qué meterias la pata?, Has estado bien hasta ahora.

Lo última le casa una sonrisa, más esta no se mantiene lo suficiente para llegar a serlo.

—Porque no nos vemos desde hace más de díez años... Somos casi desconocidos para el otro. Tengo miedo de que no podamos ser cómo antes —responde, con aflicción y melancólica. Pero ahora es él quien se sorprende al ver una expresión de ternura y compresión por parte de la tez bronce.

Oh, Nico. Pues somos dos —confiesa, más a diferencia del chico, ella no se aflige—. Lo último que recuerdo de ti es a un pequeño malvavisco de cinco años temeroso y dulce —su voz es igual de cariñosa que sus palabras, y el chico no puede evitar sonrojarse un poco ante el recordatorio de su actuar de pequeño, a la vez que siente cómo ella aprieta un poco sus hombros al mantener sus manos en ellos. Más el momento se ve interrumpido cuando el mismo sentimiento de miedo, ansiedad y frustración que siento hace unos instante ahora se ve reflejado en el rostro de su amiga, preocupandolo—. Pero ya no eres mi pequeño malvavisco y me asusta el no saber cómo actuar cuando te veo.

—Pero... Temprano, tú...

—Actúe por instinto —aclara, ahora en verdad afligida—. Y hace rato por impulso. Nunca estuve segura de lo que hacía y mentalmente le agradecía al cielo porque no me rechazaste y lo tomaste bien.

—Cami... —susurra, sintiéndose horrible por lo que pudo haberle hecho al rechazar su invitación hace poco. Ella también tiene miedo, más a diferencia suya, no teme correr el riesgo.

Es por eso que decide dejarse llevar, y ahora es él quien la envuelve en un abrazo, más ella si se atreve a devolver el gesto con fuerza.

—Tengo el deseo de volver a ser tan unidos como antes —la oye, más su voz sole un poco ahogada ya que a ocultado otra vez el rostro en su cuello. A parte de que su tono de por sí es apagado—, pero temo que hayamos cambiado lo suficientemente como para no poder serlo.

Le toma más de lo debido encontrar una respuesta. Y no es por inseguridad, sino que quiera escoger las palabras correctas para expresarse.

Su corazón va rápido, su respiración es lenta, y comienza a jugar con el cabello de la chica de forma inconsciente evitando a toda costa recurrir a un tic.

—Yo siento lo mismo, Cami —acepta, y es un alivio hacerlo—. También deseo volver a estar contigo como antes y recuperar esa amistad que tuvimos de pequeños... Deseo recuperar un poco de esa felicidad que teníamos, pero temo que todo este tiempo separados haya causado que se nos complique volver a encajar en el mundo del otro, y yo... —se detiene un momento, y aprieta los labios dudoso, dejando el cabello de la chica enredado entre sus dedos.

Cameron aguarda con total atención y cada segundo de silencio por parte del chico hace que la impaciencia y la ansiedad creen un hueco en su pecho.

Nico...

—En verdad quiero estar contigo —admite finalmente, afianzando el abrazo—. Tal vez... Tal vez las cosas no sean cómo antes, pero... En verdad deseo que estemos juntos de nuevo.

Ahora son los latidos de ella los que se aceleran, igualando a los de su compañero, y apretando más el torso del varón se hace pequeña entre sus brazos.

—Entonces así será —declara, y Nico asiente de acuerdo, sin emitir palabra alguna.

No lo necesitan. Ya dijeron todo lo que el otro necesitaba oír.

Pasan los segundos y ninguno se aparta. Sino que se dedican a disfrutar del cariño del otro y la seguridad que les provoca saber que ambos desean lo mismo. Sus latidos parecen ir al mismo ritmo y ninguno se atreve a romper el contacto, no quieren ser el primero y obligar al otro a hacerlo. A demás de que ninguno lo desea en realidad. Hace tanto que no estaban así y en la mañana no pudieron disfrutar el momento, por lo que ahora no dejarán que los separen.

O eso creyeron.

Unos ladridos los sacan de su burbuja abruptamente y es ahora que recuerdan que no están solos.

Otra vez.

Ember se alza apoyándose en las piernas de ambos, cómo diciendo que ya es mucho, y Camí mira con ternura a la cachorra a la vez que su amigo se agacha y ésta se arroja a él buscando atención.

—Creo que quiere que su papi la cargue —juega, y para su sorpresa Nico carga a la perrita.

—Es una pequeña mimosa —comenta, con el animalito ya en brazos—. Pero bueno, deberíamos seguir si no queremos que nos agarre la madrugada.

Ella asiente de acuerdo y retoma su andar como guia seguida del chico y la Husky.

Caminan por un rato más hasta que el follaje espeso empieza a disminuir y al abrirse, revela uno de los paisajes más bellos que el albino haya visto jamás.

Un pequeño claro se abre ante ellos y sigue unos metros más hasta caer por un acantilado lo suficientemente alto como para poder apreciar las copas de los árboles que conforman el resto del bosque, el cual se extiende varios kilómetros hasta detenerse a los pies de una cadena de montañas.

Espesa neblina se logra apreciar sobre estas y más arriba se alza la luna llena más grande que ha visto iluminando todo con su luz de plata junto a una gran cantidad de estrellas y luceros, formando el cielo nocturno más hermoso que haya contemplado.

Increíble... —admira, fascinado— Es hermoso.

—Sabia que lo amarías —comenta Cam, complacida con la reacción de su amigo y observa el cielo igual de fascinada—. Siempre que hay luna llena el cielo se embellece más que nunca aquí en Origen, y este es uno de los mejores lugares para apreciarlo o, en mi caso, fotografiarlo.

Nico regresa a ella en cuanto dice lo último.

—¿Te gusta la fotografía? —indaga, observándola con interés.

—Es uno de mis pasatiempos favoritos —le responde, comenzando a caminar hacia el filo haciendo que luciérnagas surjan de entre la hierba bajo sus pies.

—¿Y qué es lo que más te gusta fotografíar? —curiosea, y baja a la perrita quien empieza a correr persiguiendo a las pequeñas luces que se eleven.

—Soy principalmente una paisajista —habla, deteniéndose un momento a su espera, a la vez que también observa a la cachorra con gracia—. Amo la naturaleza, en especial el cielo. Tengo fotos de tormentas, días grises, cielos despejados y soleados, amaneceres y anocheceres. En fin, podrías decir que soy esa tipo de personas que están enamoradas del cielo.

Nico ladea una sonrisa ante las palabras de su amiga y se reincorpora.

—A mi también me gusta —admite—. Me parece algo atrapante y cautivante.

Ahora es ella quien le sonríe de igual forma y regresa su vista al cielo.

—Me alegra oir eso —dice sincera, y retoma su camino hacia el filo del acantilado para así tomar asiento en la orilla,—. ¿Vienes? —palmea el espacio a su lado.

El albino asiente para así ir y sentarse junto a ella. Nunca a tenido problema con las alturas y la vista lo vale.

Nico aprovecha entonces para mirar hacia Ember y la descubre persiguiendo aún a las luciérnagas.

—Que mona es tu perrita —comenta Cami, haciendo que él la mire de reojo y vea que también observa a la la cachorra—. Sus ojos son hermosos.

—Sin duda —concueruda. Más su atención está puesta en la noche de plata que existe en los ojos de la joven y que ahora es bañada con el dorado de las luces vivientes—. Es preciosa.

(...)


—¿Entonces no te gusta el café? —cuestiona de nuevo aún incrédula, y él rueda los ojos con gracia.

—Ya te dije: Prefiero el café con leche —repite su respuesta como por quinta vez.

—Pero eso no es café.

—Tiene café, ¿No cuenta?

—No, no cuenta. Café con leche no es café porque, ¡Tiene leche! —exclama, con obviedad, y alzando los brazos con exageración.

—Pero también tiene café —le sigue el juego, alegando cómo si estuvieran en un verdadero debate de gran importancia.

—Tú sabes a lo que me refiero, Nicolas —lo señala con el dedo índice y entré cierra los ojos hundiendo el entrecejo—. No-es-lo-mismo.

—Okey, tu ganas —le concede, alzando los brazos en rendición y reprimiendo las ganas de echarse a reír por lo ridículo de su discusión—. No es café. Pero lo que pasa es que la señora Angie me dijo que la cafeína es una droga que nos quema las neuronas y lo más cercano que me dejaba tomar ere café con leche. Después de tres años ya me es costumbre.

—Pues droga o no, el café es mi vicio junto a todo lo que sea dulce. Es por ese que soy una gran repostera —posa una mano sobre su pecho con vanidad y orgullo de sí misma.

—Aunque casi incendias la cocina una vez —le recuerda Nico, con burla y ganas de molestarle—. Creo que mejor te quedas con la fotografía, por el bien de todos.

—Sigue burlándote y te lanzo —le amenaza Cam, fijando sus mirada oscurecida en él, y el muchacho se aleja un poco a ver como ella se acerca peligrosamente.

—Tranquila, dejaré de hacerlo —promete entonces, alzando los brazos en rendición e intentando sonreír de forma inocente, más lo nervios hacen que salga como una extraña mueca—. Y para que me perdones, te confieso que más de una vez preparé café a escondidas —decide soltar, para calmar las aguas.

¡Lo sabía! exclama victoriosa la chica, regresando a su lugar triunfante— ¿Ves?, El café es una droga inrresistible.

—¿Entonces admites que es una droga? —inquiere el chico de inmediato, recuperando la confianza.

O las ganas de morir.

—Puedo dejarlo cuando quiera.

Pero...

—Pero no puedo vivir sin mi café mañanero.

Nico suelta una risilla y niega divertido ante la obsesión de su amiga por la cafeína.

—Bueno, bueno, siguiente pregunta —decide entonces para así retomar el juego.

En la última hora han estado jugando Pregunta y Respuesta para así conocer un poco de la mentalidad actual del otro. Lo cual les a ayudado a entrar un poco más en confianza.

A Nico le resulta interesante la nueva Cameron, es atenta, aunque con un temperamento un poco pasivo-agresivo, pero le gusta igual. Mientras que a ella le ha resultado de lo más tierna esa honestidad suya, aunque también lo nota algo nerviosa y quizá un poco conflictiva. Todo un caso.

Aún así, hasta ahora, todo ha ido bien.

Demasiado.

—De acuerdo, es mi turno —Cami empieza a meditar su pregunta, hasta que el bombillo se prende sobre su cabeza—. Bueno, tengo una, pero te aclaro que es por mera curiosidad, no hagas como otros que conozco que le encuentran un doble sentido —le advierte, mirándole con seriedad.

—Tranquila. Haz tu pregunta —la anima, sereno, logrando así que se calme.

—¿Tuviste alguna novia en Londres? —suelta sin más.

—¿Esa era la pregunta? —la mira extrañado— ¿Por qué iba de malinterpretar algo tan... Simple?

—Solo responde —insta, cuestionandose mentalmente si en verdad considera la pregunta simple, o el muy inocente no entendió el doble sentido.

—La respuesta es un... No. Nunca tuve ninguna novia en Londres. Félix intentó en un par de ocasiones que saliera con alguien, pero al final no llegaba a ningún lado con eso.

—¿Ninguna te convencía? —indaga, ladeando la cabeza con curiosidad e intriga.

—No, no, es simplemente que... No me llamaba la atención tener pareja en ese entonces —explica, recordando las charlas que tenía con el mayor en las cuales éste le daba una lista de razones para aceptar tener una cita mientras que él le daba una lista también, pero por las que no—. Él creía que tal vez eso me podría motivar a ser más sociable, pero si te soy sincero, Félix y yo tenemos un punto de vista muy diferente.

—Comprendo...asiente de espacio— Yo tampoco he tenido —confiesa.

—¿Enserio? —cuestiona, sin poder ocultar su sorpresa.

—Sip, ¿Qué tiene de raro? Simplemente no quise y ya, igual que tú.

—No tiene nada raro, es solo que... Me resulta... Difícil de creer —admite, rascando la zona bajo su cadena, indeciso de si decir lo que piensa o no.

—¿Por qué? —pero ante la curiosidad de la chica, no cree poder salir tan fácil.

—No sé, solo lo hace —responde, encogiéndose de hombros para mantener las cosas relajadas—. Es que no pareces el tipo de chica que anda sola, al menos debes de tener algún interesado por allí.

—Pues, si los hay, no los conozco, o estoy bien ciega como para no notarlos.

—Tal vez lo estés —opina, y Cameron lo mira mal por eso—. O tal vez los ciegos sean ellos —añade, para intentar enmendarlo—. Eres una chica bonita, considera y bastante agradable. Claro, tienes tu temperamento como cualquiera, pero hasta ahora me has resultado alguien fácil de tratar. Dudo mucho que no hayan notado eso, a menos que seas alguien muy diferente a como me haces creer y solo me estás cayendo a cuento.

—Yo no te estoy cayendo a nada, Nico, ¿Y dónde aprendiste esa expresión?, Me recuerdas a Roy cuando se altera y le sale lo latino —no puede evitar reír ante el recuerdo del moreno gritando cosas que nadie le entiende, y para su sorpresa Nico también ríe, aunque no debería sorprenderle, después de todo ellos se conocen desde hace mucho más tiempo.

—De la misma forma en que aprendí italiano: Libros, televisión y una app. Aunque Roy también ayudó —responde con simpleza, aún divertido por el recuerdo de su amigo hablando en su idioma natal cuando se altera. Ojalá pronto pueda verlo—. Gracias a mis crisis existenciales empecé a buscar más de una forma para distraer mi mente y pasar el día sin dolores de cabeza, por lo que desarrollé muchos gustos y aprendí de todo un poco. Y el idioma latino me parece curioso.

Interesante es lo único que obtiene como respuesta por parte de su amiga, aunque su expresión y tono sí demuestran interés—. Y respondiendo a ello: No. No te estoy cayendo a cuento.

—Me alegro —se limita ahora él a responder.

Un pequeño silencio se hace presente. No es incómodo, pero si notorio.

Ambos vuelven a central sus miradas en el cielo y Cameron se acomoda levantando una pierna para apoyar los brazos sobre su rodillas. Mientras que Nico simplemente se deja caer de espaldas sobre la hierba.

—La verdad... Es que sí he notado interés por parte de algunos chicos —admite ella entonces, rompiendo la calma del momento—, pero ninguno despierta interés de mi parte.

El albino la mira desde su posición acostado.

—¿Por lo de los compañeros? —inquiere él, acomodando los brazos bajo su cabeza para usarlos de almohada.

Tal vez...

—¿Cómo qué, tal vez? curiosea.

La de tez bronce inhala hondo sintiendo como el aire frío de la noche llena sus pulmones, y luego lo deja salir relajando su cuerpo.

Más o menos aclara—. Verás, desde pequeña, como la mayoría de los de mi raza, crecí sabiendo que la Diosa me había enlazado a alguien que según ella sería mi "alma gemela" —hace comillas con las manos—. Admito que de niña la idea me ilucionaba, después de todo mis padres lo son y desde que tengo memoria e sido testigo del gran amor que se tienen, e imaginar que tal vez yo sería así en un futuro me gustaba. Pero con forme crecí, empecé a darme cuenta que eso del amor eterno era más complicado e iba más haya de un simple lazo que lo único que garantiza es un interés por ese persona. Después de un tiempo sólo dejé de pensar en eso y me concentré en otras cosas.

—Supongo que ahora viene otro: Pero... deduce su amigo, y ella asiente despacio.

—Pero ahora estoy a solo unos meses de mi transformación, no puedo evitar pensar en eso, aún más después de que Darcy terminara siendo compañera de Matteo. No sabría decir sí tuvo suerte o no en esa parte, porque a pesar de ya conocerla, una cosa es ser amigos y otra muy diferente ser pareja, más tomando en cuenta que en ese entonces ambos tenían heridas que sanar y una nula experiencia en relaciones. Fué complicado.

—Pero al final terminaron juntos —le recuerda, a la vez que analiza sus palabras—, y por lo que ví hoy, las cosas están yendo bien entre ellos. Matteo se ve feliz con ella y Darcy está renovada. Creo que al final encontraron la forma de sanar, juntos.

—Asi es... —ella sonríe, reviviendo momentos de la pareja, la forma en la se dió su relación y el cómo esta solo se a ido fortaleciendo con el pasar del tiempo—, y eso hace que también me emocione. Tal vez, yo también encuentre lo que busco en mi compañero... —más su sonrisa no dura lo suficiente— Aún así me da miedo que termine mal, después de todo, las almas gemelas están destinadas a encontrarse, no a permanecer justas.

Deja caer su frente sobre sus brazos, escondiendo su rostro y dejando salir el aire con pesadez.

Nico se queda observando a la chica en silencio. Él no tiene que lidiar con ningún lazo o algo parecido, pero no puede evitar ponerse en el lugar de su amiga y comprender su dilema emocional.

Ahora es su turno de respirar hondo y exhalar con fuerza. Cualquiera diría que la chica está siendo algo pesimista, pero lo ve más bien realista. Aún así no quiere verla afligida, por lo que se apoya sobre sus codos y se impulsa hasta volver a quedar derecho junto a la castaña.

—Si sirve de consuelo... —comienza su intento de consuelo, y aunque ella no lo ve a la primera, eso no lo hace desistir de querer animarla— Pase lo que pase, puedes contar conmigo.

Cameron gira hacia él en ese instante, aún sin alzar el rostro, pero con una ligera sonrisa en los labios.

—¿Pase lo que pase?

Aunque el cielo arda.

La sonrisa de la chica crece y finalmente se alza para quedar frente a frente.

Y el infierno se congele concluyen.

Nuevamente se hace el silencio, aunque esta vez es voluntario.

Esas palabras forman el juramento más sagrado que poseen, siempre las han usado cuando hacen una promesa inrrompible, garantizando su cumplimiento y valor.

Pero sobre todo, es algo suyo, que los representaba como grupo, como familia. A pesar de que son simples palabras sin mucho sentido, son importantes para ellos y eso las hace especiales.

Cameron desvíe un poco la mirada y su sonrisa se curva de lado.

—En verdad me alegra tenerte de vuelta... —suelta de repente, en un tono algo bajo, cómo un pensamiento al aire— Pero bueno, dejando de lado todo el drama, ahora te toca a ti la última pregunta de la noche para ya irnos a casa, así que será mejor que lo pienses bien.

Nico asiente aún sonriendo, y empieza a buscar alguna interrogante para finalizar la noche.

Una imagen fugaz llega a él y de inmediato ya tiene su pregunta.

—¿Que foto hay en el relicario que ocultas? —suelta sin más, y señala la fina cadena dorada que cae por la clavícula de su amiga hasta ocultarse detrás de su camisa verde musgo.

La expresión de la chica decae drásticamente ante su pregunta y de inmediato el chico se arrepiente de haber abierto la boca.

—Sabes que no tienes que responder si no quieres... Es sólo un juego —se adelanta a recordarle.

Más ella niega despacio.

—De todos modos te ibas a enterar —vuelve a apartar la mirada, ahora con pesar—. Solo que no pensé que sería ahora.

Cami...

Ella alza la mano y él calla. Un horrible deja lo ataca al recordar su charla con Dalia.

Camero respira hondo nuevamente y tarda unos segundos en conseguir el valor suficiente para hacer lo que vaya a hacer, hasta que finalmente lleva las manos detrás de su cuello para así soltar la cadena y poder colocar el relicario en su palma.

Es dorado también, rectangular con las esquinas cortadas, más grande de lo que mayormente son y tiene un sauce tallado de forma delicada y definida.

—No preguntaré como supiste que era porque ya me hago una idea, pero quiero que me digas si viste algo más —le interroga, perdiendo su tono alegre o calmado y pasando a uno serio. Y no del tipo de juego, sino uno que le hace saber que la situación es delicada.

—No —responde de inmediato—. Sólo pude ver el relicario, nada más —toma una pausa, y acaba con la distancia que los separa hasta quedar hombro con hombro—, pero puedo esperar para saber más, no quiero arruinar esto para tí.

La ve trazar las líneas del sauce con sus dedos y respirar profundamente de nuevo, causando que recuerde todas aquellas veces en que se encontraba en un dilema consigo mismo.

Justo como ella ahora.

Cameron lo encara de una vez y le permite ver una mezcla de determinación y dolor en su mirada. Es entonces que abre la boca para decir lo que él menos se imaginó:

—Esto es lo único que me quedó de mi hermana después de que Carola... La asesinara.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top