01|| El ataque
El sonido de la explosión resonó fuertemente sobre sus oídos. Un molesto pitido iba poco a poco aumentando su volumen dentro de los tímpanos de Jaser Naska, quien solamente atinaba a intentar recordar dónde estaba.
Un corte y cierta suciedad eran presentes en su rostro y cuerpo, mientras seguía tendido boca abajo en el suelo y abriendo los ojos poco a poco.
Gritos sonaban por el ambiente. Llantos. Madres suplicantes e hijos asustados que chillaban por no ser separados de los brazos de sus progenitoras. De pronto, Jaser comenzaba a reaccionar y con ello a preocuparse. Miró a su lado, encontrándose con su hermano, Varian, que estaba en su mismo estado, solo que inconsciente. Al notar a su hermano menor así, decidió levantarse como pudo e ir hacia él.
— Varian —movió su hombro reiteradas veces, esperando lo peor. Su hermano no respondía—. Varian. ¡Varian!
Decidió intentar cargarlo y llevarlo como pudiese. Su hermano comenzaba a pesar más de lo habitual y aquello era desesperante. Su preocupación creció al no encontrar al resto de su familia. ¿Dónde estaban?
— Jaser... —le hablaba una voz conocida. El nombrado dejó cuidadosamente a Varian en el suelo y corrió hacia la voz para luego caer de rodillas para deslizarse y quedar a su lado.
— Daramy —dijo viendo a su hermana—. Estás sangrando...
— Estoy bien... —aseguró con la voz ronca y se sentó—. Dios mío, ¿ese es Varian?
— Sí, espérame aquí, voy a traerlo —dijo Jaser levantándose.
— Yo te ayudaré.
— No estás en condiciones...
— No me importa, es nuestro hermano menor.
Y claro, aquello era en cierta forma, un alivio, puesto que no era fácil llevar solo a un adolescente de dieciséis años. Entre ambos tomaron al joven por las axilas, uno de cada lado, y lo dejaron a su lado mientras seguía inconsciente. Decidieron sentarse, agotados.
— ¿Sabes de mamá? ¿O papá? ¿De Sinomy? —preguntó Daramy agotada.
— No —respondió el mayor de los hermanos—. Estaban dentro de la casa... yo...
— No es tu culpa que el Imperio haya venido —dijo la chica—. Quizás se salvaron.
— ¿Y cómo? —preguntó—. Cayó una bomba o lo que fuese. Si no hubiéramos estado en el jardín...
— Eso es lo que quiero pensar, ¿bien? —dijo ella en un hilo de voz. Jaser asintió y se pasó una mano por la frente.
Varian comenzó a balbucear algunas cosas. Sus hermanos se acercaron al instante a verlo mientras este abría los ojos.
— ¿Dónde...?
— ¡Estás vivo! —Daramy lo abrazó con fuerza.
Varian no comprendió su comentario, pero no tardó en mirar el entorno para hacerlo. La villa estaba siendo invadida. Su casa estaba destruída y el Imperio comenzaba a arrasar con todo lo existente.
— Hay que irnos de aquí —aseguró Jaser dirigiendo su mano a su bláster.
— ¡Espera! —exclamó Daramy—. ¿Y mamá? ¿Papá? ¿Sinomy?
— Deben estar muertos, Dar —dijo Jaser en un tono triste.
— ¡No, deben estar aquí! —exclamó y corrió a los escombros de lo que en algún momento fue su casa.
— ¡Daramy, vuelve, hay que irnos de aquí! —exclamó Jaser corriendo para seguirla. Varian hizo lo mismo a duras penas mientras ella removía escombros como podía entrando en una especie de crisis de nervios.
— ¡P-Por favor hablen o digan algo! —exclamó ella.
— Daramy...
Un grito los asustó. Provenía de la mencionada, quien siguió gritando mientras retrocedía y apuntaba a un punto en particular. Los dos hermanos fueron a ver quedando igual de atónitos que ella.
La mano de la pequeña Sinomy acababa de ser descubierta, entre la pila de rocas y escombros. Una mano que en un tiempo fue cálida, se encontraba en ese entonces fría y con la muerte a flor de piel. Aquello fue la gota que derramó el vaso para Daramy, quien rápidamente se aferró a su hermano y se llevó una mano a la boca mientras comenzaba a llorar.
Sin embargo, aquel momento de tristeza por la muerte de su hermana de diez años, y seguramente la de sus padres también, fue breve. Los stormtroopers llegaron rápidamente y comenzaron a disparar.
Jaser sacó su bláster, al igual que Daramy. Comenzaron a disparar mientras Varian corría a abrir una nave que pertenecía a un vecino —también ya muerto—, y subieron a ella mientras disparaban ambos bandos, intentando esquivar los rayos que provenían de las armas enemigas.
Cuando lograron ingresar cerraron la puerta y corrieron a la cabina, Jaser ocupó el lugar del copiloto.
— ¡Enciéndelo! ¡Parte! —exclamó Daramy alarmada.
— ¡No hay un copiloto! —repuso el joven.
— ¡Solo enciende la maldita nave! —exclamó Daramy nuevamente. Jaser obedeció y logró elevarla unos metros para alejarse lo más rápido posible.
Pararon en un pueblo lejano. Era relativamente imposible pilotear la nave sin un copiloto y debían dejar el planeta lo más pronto posible.
— Bien —dijo Jaser ya más calmado una vez que aterrizaron la nave—. Hay que pensar a dónde iremos. Estamos los tres solos y no tenemos a nadie. Solo yo sé pilotear, por lo que no tenemos copiloto y quizás tendremos que ir al borde exterior. ¿Ideas?
— Eh... ¿Tatooine? —preguntó Varian.
— No, allí está plagado de imperiales —repuso Daramy—. ¿Qué les parece Hoth?
— Solo si quieren morir congelados... —dijo Jaser—. Veamos, ¿Ryloth?
— ¿Acaso quieres una novia twi'lek? —preguntó Varian irónico—. ¡Nos sucederá lo mismo que en Tatooine! Deberíamos ir a Shili. Quizás a Abafar.
— Está demasiado lejos —repuso Jaser.
— ¡Tú dijiste que fuéramos al borde exterior!
— ¡Concéntrense! —exclamó Daramy—. Propongo ir a Mandalore. Ya no queda casi nada que el imperio pueda querer y además el gobierno no participa en la guerra y es pacifista. Será más seguro que todos los otros planetas que mencionaron.
— ¿Y los Mandalorianos? —preguntó Jaser.
— ¡Vamos a estar escondidos! No se preocupen, es la mejor opción que tenemos —dijo Daramy convencida.
— Bien, pero necesitamos un copiloto —concluyó el mayor de los hermanos.
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