CAPITULO 5


Capítulo 5: El Despertar de los Diez Mandamientos

La victoria sobre Hendrickson había traído un breve momento de paz a Britannia, pero esa calma estaba a punto de romperse. Desde las profundidades del Reino Demoníaco, una antigua fuerza maligna estaba despertando.

En una cámara oscura y ancestral, Zeldris, el hermano menor de Meliodas, abrió los ojos lentamente. A su alrededor, nueve figuras más comenzaron a moverse, sus cuerpos envueltos en energía oscura que se filtraba por las grietas del suelo.

—Ha llegado el momento —dijo Zeldris, su voz fría y sin emoción—. Los Diez Mandamientos han despertado.


Mientras tanto, Naruto y los Pecados Capitales disfrutaban de un merecido descanso en la Posada del Sombrero de Jabalí, que viajaba por los campos verdes de Britannia.

—¡Otra ronda de cerveza! —gritó Ban, levantando su jarra.

—¿No crees que ya tuviste suficiente? —preguntó King, flotando cerca de Diane.

Naruto, sentado junto a Elaine, sonrió al ver la camaradería entre los Pecados. Había encontrado un lugar al que llamar hogar.

—Es bueno verlos relajados —dijo Elaine—. Pero siento que esta paz no durará mucho.

Meliodas, apoyado contra la barra, frunció el ceño.

—Tienes razón. Algo no está bien.

De repente, Elizabeth entró corriendo, con una expresión preocupada.

—Meliodas... algo terrible ha ocurrido.

🏰 Una Nueva Amenaza

Elizabeth extendió un mapa sobre la mesa.

—Mensajeros de varios pueblos han venido con noticias alarmantes. Han visto figuras oscuras moviéndose por Britannia. La magia demoníaca está regresando.

Naruto se levantó de golpe.

—¿Qué? ¡Pero derrotamos a Hendrickson! ¿Cómo es posible?

Meliodas observó el mapa con atención.

—Esto no es obra de Hendrickson. Es algo mucho peor.

Ban se cruzó de brazos, con una sonrisa burlona.

—¿Peor que Hendrickson? Eso suena divertido.

Meliodas ignoró el comentario y miró a sus compañeros.

—Es hora de que sepan la verdad. Hace mucho tiempo, antes de la Guerra Santa, existió un grupo de guerreros demoníacos conocidos como los Diez Mandamientos. Cada uno de ellos fue bendecido —o más bien maldito— con un mandamiento del Rey Demonio, otorgándoles poderes únicos y aterradores.

Diane tragó saliva.

—¿Y ahora están de vuelta?

Meliodas asintió.

—Eso parece. Y si es así... entonces Britannia está en peligro.


En un lejano templo oscuro, Zeldris y los demás Mandamientos se reunieron. Entre ellos estaban guerreros como Estarossa, el Mandamiento del Amor, y Galand, el Mandamiento de la Verdad.

Zeldris habló con voz firme.

—Nuestro hermano Meliodas nos traicionó y abandonó nuestro propósito. Pero ahora, estamos libres nuevamente.

Estarossa, con una mirada sombría, asintió.

—Meliodas nos lo pagará. Traicionó al Rey Demonio y deberá enfrentarse a las consecuencias.

Galand rió con fuerza.

—Ya es hora de que el mundo recuerde el poder del Clan de los Demonios. ¡Tomaremos Britannia y la convertiremos en nuestro reino!

Los Diez Mandamientos comenzaron a caminar, y con cada paso, la tierra temblaba. El mundo estaba a punto de sumirse en una nueva era de caos y oscuridad.


De regreso en la posada, Meliodas se dirigió a los Pecados.

—Si los Diez Mandamientos han regresado, necesitamos estar preparados. Esto será mucho más difícil que cualquier cosa que hayamos enfrentado antes.

Naruto dio un paso al frente.

—Entonces vamos a enfrentarlos juntos. No importa lo fuerte que sean, encontraremos la manera de vencerlos.

Ban sonrió.

—Estoy contigo, Naruto. Siempre es divertido patear traseros demoníacos.

Elaine miró a su hermano, King, preocupada.

—¿Estaremos listos para esto?

King asintió.

—No tenemos otra opción. Si los Diez Mandamientos están aquí, debemos luchar por Britannia.

Meliodas tomó su espada rota y la sostuvo con firmeza.

—Nos espera una batalla como ninguna otra. Pero mientras estemos juntos, no caeremos.

Elizabeth, a pesar de su miedo, se acercó a Meliodas.

—Confío en ustedes. Pero... por favor, regresen a salvo.

Naruto, con determinación en sus ojos, se acercó a Elaine y la tomó de la mano.

—No te preocupes. Prometo que no dejaré que nadie te haga daño.

Elaine sonrió, aunque su preocupación no desapareció.

—Yo también lucharé a tu lado.


Con el amanecer de un nuevo día, la Posada del Sombrero de Jabalí se puso en marcha, dirigiéndose hacia el sur, donde las noticias sobre los Diez Mandamientos eran más frecuentes.

Meliodas miró el horizonte.

—La Guerra Santa está por comenzar de nuevo.

Naruto, caminando a su lado, asintió.

—Entonces vamos a ganar. No importa cuán poderoso sea el enemigo, siempre habrá esperanza mientras luchemos juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top