5. Simbionte
La palabra perdón no era una palabra que estuviera en el diccionario de Wilson Fisk cuando tomaba la máscara del Kingpin. Como el Rey del Crimen, perdonar y dar segundas oportunidades no era algo que mantuviera en su agenda por mucho tiempo y las personas que hubieran escapado de sus garras estaban contadas con los dedos de las manos. Un ejemplo justo era el mismo Daredevil. Aquel vigilante de Hell's Kitchen le devolvió a su esposa en un momento dado y él hizo algo a cambio que ayudó al mismo héroe para poder seguir ejerciendo su trabajo como héroe manteniendo la paz de la ciudad. Hacía concesiones y veló por ciertas personas, pero no era algo que como Kingpin hiciera demasiado. Bullseye aprendió la lección del poco perdón que él ejercía como Kingpin, tanto dentro como fuera de su territorio y jamás podría comentar sobre la crueldad del rey. Su vida escapó de entre sus dedos cuando mordió la mano del hombre que le había dado de comer.
Por ello, siguiendo su agenda, Wilson Fisk ahora estaba frente al segundo hombre más poderoso de Nueva York, así como millonario. Si él como Kingpin gobernaba el subsuelo de la ciudad, los bajos fondos y los suburbios de la ciudad que nunca duerme, aquel hombre sentado en una enorme silla de cuero gobernaba justo lo que estaba por encima de su propio territorio, llegando a tomar el puesto de alcalde, cuando muchos villanos y héroes (incluyéndose así mismo), sabían de lo que aquel hombre era capaz. Pero no era algo a lo que Wilson daría muchas vueltas en su mente. Estaba lidiando actualmente con un problema mayor y crear una guerra innecesaria solamente lo desgastaría, tanto a él como a sus hombres y siendo quien era, caer solo causaría muchos más problemas de los que las autoridades pudieran tomar con sus fútiles intentos de justicia.
Ante el gesto del hombre que tenía en frente, Wilson Fisk tomó asiento en una silla mucho más grande que una normal. Debía aceptar que, como anfitrión, el alcalde de Nueva York era completamente excelente. Generalmente debía mantenerse de pie ante la falta de unos asientos que pudieran aguantar el peso de su enorme y ancho cuerpo. Un cuerpo con el que había destrozado a Daredevil y con el que venció en infinitas ocasiones a Spiderman y Punisher, tres de sus enemigos más insistentes. Por suerte, Daredevil fue retirado y Frank Castle estaba cumpliendo una condena muy sustanciosa en La Balsa, la prisión de máxima seguridad para supervillanos de Nueva York; misma prisión donde centenares de enemigos de Spiderman estaban actualmente.
Wilson Fisk debía aceptar que el hombre araña hacía bien su trabajo. No había conocido a un héroe más molesto como Spiderman ni que tuviera tantos villanos tras su cabeza. Ni siquiera el Capitán América había molestado a tantas personas como el arácnido.
―Entonces Fisk, ¿no estas contento?
Wilson salió de sus pensamientos para mirar al hombre que se dirigió a él. Colocando las manos sobre su bastón, examinó al elegante hombre con ojos entrecerrados, analizándolo.
―Contento no es una palabra que use muy a menudo, Osborn―gruñó, mostrando un rostro contraído al alcalde de Nueva York. Como un empresario inmobiliario, había tenido diferencias con Norman Osborn más veces de las que le gustaría. Aun así el CEO de Oscorp y alcalde jamás lo había traicionado ni vendido a las agencias gubernamentales, lo que era un alivio para él―; pero no estoy demasiado contento. ¿Has usado lo que creo que has usado?
Con una sonrisa calmada, Norman Osborn se reclinó sobre su asiento mientras miraba a Wilson Fisk con ojos relucientes, como los de un niño que había tomado un poco de su golosina preferida. Norman debía reconocer que nunca esperó que Fisk le pidiera ayuda para salvar a su hijo adoptivo; no al menos cuando el hombre conocía sobre sus conexiones con otro tipo de agencias enemigas del gobierno de Estados Unidos y de grupos como los Vengadores, pues incluso el mismo Wilson estaba conectado con ellas para mantenerse por encima de los héroes si fuera necesario.
―Señalé que sería algo poco ortodoxo. No aseguré la seguridad del muchacho ni que fuera a salvarse y tu aceptaste―el alcalde deslizó la hoja con la firma de Wilson Fisk sobre la mesa, haciendo que Fisk entrecerrara los ojos y formara dos rendijas peligrosas―. Lo sabías de antemano.
Wilson Fisk miró el garabato que era su firma en aquel papel, recordando al capitán Stacy y su hija en aquella sala. Aun mantenía fresco el recuerdo de la sorpresa brillando en los ojos del policía y del doctor a cargo de la operación de su hijo y si no estuviera con Osborn, probablemente estaría sonriendo un poco, pero siempre dejando ver la crueldad detrás de su sonrisa. George Stacy aun le debía una por aquel altercado y pensaba cobrársela más pronto que tarde. Si no le hizo nada a la familia Stacy fue por su propio hijo quien estaba demasiado ligado a Gwen Stacy.
―Usar un simbionte no fue algo que estuviera en las infinitas posibilidades que había para restaurar la salud de mi hijo, Osborn. Un suero, tal vez un trasplante...cualquier cosa hubiera sido mejor que "eso" precisamente―el rey del crimen había experimentado con el simbionte anteriormente. No comprendía como Norman había logrado dividirlo y poder ponerlo sobre su hijo, hasta que tuvo un pequeño pensamiento. Tal vez Osborn había generado más simbiontes desde el inicial, haciéndolos mucho más fuertes y así poder generar un sistema de operaciones en las que los heridos se curaban realmente.
Ante ese pensamiento, el ceño de Fisk cayó mucho más. No era un experto en el tema de razas venidas de otros planetas, pero había trabajado para meter en su biblioteca un poco sobre todas las razas conocidas en el universo actualmente y entre las cuales estaban los klyntar, la raza que dentro de la Tierra denominaron como "simbiontes" con un termino completamente simplista para las mentes menos dotadas.
Fisk estudió todo lo posible sobre los klyntar. Aprendió sobre sus debilidades y fortalezas, anexando a su mente que los klyntar tenían una consciencia propia y que generaba dependencia sobre sus huéspedes, lo que causaba que estos fueran controlados por el simbionte.
Así fue como aprendió sobre los simbiontes y su incapacidad sobre dividirse demasiado. Un simbionte primario no podría dividirse en dos huéspedes a menos que sufriera una mejor o mutación, justo como ocurría con los hijos de estos "simbiontes primarios", quienes eran mucho más fuertes y capaces que sus progenitores, lo que a su vez los hacía mucho más peligrosos.
Tomando aquello, Wilson Fisk pensó durante horas que simbionte podría haber usado Norman Osborn para curar las heridas y enfermedades de muchas personas a la vez y concluyó que, muy probablemente, ese simbionte había sido creado en una simple probeta, siendo una clonación o mejora del primario.
―No deberías preocuparte demasiado, Wilson―Norman desestimó las palabras de Fisk con un gesto simple, dando al hombre una sonrisa calmada. Como CEO de Oscorp, había tenido a un centenar de los mejores científicos trabajando en su pequeño y personal proyecto; un proyecto que podría salvar a cientos y miles de personas y le daría de paso lo que necesitaba para sus propios planes: el apoyo del pueblo.
Norman Osborn no era un empresario por nada del mundo. Construyó Oscorp desde cero, formando una de las mejores empresas armamentísticas del mundo y colocándose así al lado de Industrias Stark, la mejor empresa del país. Sin embargo, como Tony Stark había tomado un papel demasiado importante dentro de los Avengers como Iron Man, eso le dio a él el impulso necesario para empujar Oscorp por los cielos y colocarla por encima de su rival empresarial.
―Un simbionte no es algo con lo que jugar, Norman―Fisk miró con dureza al alcalde de Nueva York. Mientras él como Kingpin gobernaba el crimen en la ciudad, Osborn ocupaba el puesto de liderazgo para el mundo a la vista de todos―. Todo puede salirse de control.
El ceño del alcalde se profundizó ante las palabras del gigante criminal. Norman entrelazó ambas manos y observó a Wilson Fisk con ojos entrecerrados, brillando con maldad pura. Como alcalde de Nueva York, Osborn debía siempre mantener un perfil completamente alto empujado por las buenas acciones. Su mujer lo hizo con su proyecto de mejora de nuevo ambiente de Nueva York y su hijo lo había seguido después de que su esposa falleciera. Lastimosamente Harry actualmente estaba en el extranjero, en Europa, formándose para ser su mejor heredero posible. Ese era otro de sus sueños y esperaba poder lograrlo. Aunque todo dependía de Harry.
―Sin peligro no hay éxito, Fisk. Es algo que sabes perfectamente―el alcalde y CEO de Oscorp, apoyó su cuerpo contra el respaldo de su inmensa silla de cuero que había obtenido de una empresa decoradora que dejó todo aquel despacho a su gusto propio. Con aquella pose egocéntrica, mirando a Fisk, Norman torció los labios ligeramente, enmarcando las arrugas alrededor de sus labios―. Daredevil. Punisher. Y ahora vas a por Spiderman, ¿no?
Los Avengers se encontraban actualmente en la costa oeste, a kilómetros de Nueva York y desligándose por completo de la ciudad. Con la falta de muchos héroes, solo los más icónicos habían sobresalido entre todos aquellos adolescentes que intentaron tomar un papel importante al enfrentarse a los hombres del Kingpin, algo que Wilson Fisk no agradecía demasiado.
Lidiar con Daredevil y Punisher había sido un verdadero dolor de cabeza para él. El protector de Hell's Kitchen había frustrado sus planes sobre aquella parte de la ciudad, golpeando a sus hombres y expulsándolos del territorio del diablo. Pero siendo quien era, Wilson Fisk terminó deshaciéndose completamente de Daredevil en un último enfrentamiento y desenmascarándolo por completo. El diablo fue aplastado.
Por otro lado, Punisher fue algo más fácil y a la vez difícil de llevar. Mientras que Daredevil se centró solamente en una parte de la ciudad y a luchar duramente, Punisher lo hizo por toda la ciudad regando con sangre cada palmo de Nueva York sin miedo alguno.
Ahora Frank Castle estaba encerrado en La Balsa.
―Pude lidiar con ambos dementes―Fisk habló haciendo hincapié en la ferocidad del diablo y la sed de venganza del marine. Ambas personalidades habían sido las causantes de que ambos hombres cayeran ante él―. Lidiar con Spiderman es complicado, pero no imposible.
―¿Cuántas veces te ha vencido ya? ¿Quince? ¿Veinte?―Norman lanzó la puya con veneno ponzoñoso en un claro ataque directo. Wilson Fisk alzó su gruesa deja derecha, mirando directamente los verdes ojos de Osborn sin mostrar que aquellas palabras lo hubieran afectado. Si, Spiderman lo había derrotado; pero el hombre araña recibió más palizas de sus propias manos de las que el héroe le dio a él―. Estas perdiendo tu toque, Fisk. Pudiste lidiar con los dos hombres más duros de la ciudad, ¿pero no puedes lidiar con un payaso?
Bromas. Las bromas eran la clara insignia del hombre araña y era algo que tanto Fisk como Osborn sabían perfectamente, sobre todo el primero. En cada uno de sus enfrentamientos, Wilson Fisk sufrió cada mal chiste del hombre araña. ¿Cómo era posible que un hombre bromista lo hubiera derrotado? Cada chiste le costó a Fisk una enorme cantidad de recursos, así como a Spiderman una nueva herida.
―No es alguien fácil de llevar, Osborn―Norman sintió el peligro en aquella voz. Se había vuelto algo suave, ligeramente melosa, como si lo tentara a seguir presionando para lanzarse sobre él. Como alcalde y empresario, Norman ya lidió anteriormente con personas como Wilson Fisk. El recuerdo década uno de ellos pasó por su mente por unos segundos antes de mirar los oscuros ojos de Fisk―. Espero que no lo presiones de más. No quiero tener que romper nuestra...relación.
Wilson Fisk miró a su compañero en aquella reunión. Como inmobiliario y millonario, Fisk conocía de sobra a Norman Osborn sin haber pasado demasiado tiempo con él salvo en reuniones específicas. Ellos no eran los únicos criminales en aquella ciudad y sin duda Fisk gobernaba sobre todos los demás. Sin embargo, ¿cuántos enemigos debería tener Osborn tras su tiempo como alcalde de Nueva York? Él como el Kingpin lidió con los héroes que fueron detrás de su cabeza y mató a sus enemigos dejando únicamente a Spiderman con vida. Sin embargo, por lo que sabía de Norman, la mayoría de sus enemigos esperaban en las sombras para atacarlo y no eran enemigos del pasado.
―Oh, no te preocupes por ello Wilson―cordialmente, Norman dio una sonrisa a su amigo. Wilson Fisk entrecerró los ojos, manteniendo una compostura calmada ante el veneno en la voz del alcalde―. Nuestra duradera relación se mantendrá firme como siempre, Fisk.
―Es bueno caberlo, Osborn. Sabes lo que pasará si yo caigo.
Norman sabía perfectamente que aquello no era una amenaza dirigida desde el lado de Wilson Fisk. Como Kingpin, aquel inmenso hombre mantuvo su férreo control sobre todas las bandas criminales de Nueva York no permitiendo que nadie saliera debajo de su control. Sabía perfectamente que los criminales (narcotraficantes, asesinos, ladrones...) de la ciudad neoyorkina, solo respondían ante la dura e intimidante figura del Rey del Crimen. Era todo eso lo que le hizo a él, Norman Osborn, querer el apoyo de Wilson Fisk para mantenerse en el poder. Si el Kingpin caía, todas las bandas bajo la mano de Fisk lucharían entre sí solamente por el poder, lo que causaría muertes en las calles de la ciudad y él tendría que trabajar mucho más duro para mantener el control.
Y dudaba mucho que la policía pudiera lidiar con una guerra de bandas. Incluso Spiderman tendría problemas si personas como Hammerhead y la Maggia luchaban en pleno Nueva York, todo para tomar aquellos pedazos del imperio del Kingpin.
Mansión Fisk
Con un sonido estridente, el pesado y grueso tomo de cubiertas desgastadas y ennegrecidas cayó sobre la mesa, moviendo papeles que habían estado descansando anteriormente sobre aquel mueble de madera vieja que tantas personas habían usado. Siendo de una colección de muebles que adornaban aquella inmensa biblioteca infestada de estanterías llenas de libros, no solo Wilson Fisk había pasado por allí. Las personas en las que el Rey del Crimen más confiaba, pudieron tomar uno o dos libros y leerlos en aquella silenciosa habitación; habitación que ahora su hijo adoptivo había tomado como suya durante los últimos días tras salir del hospital, algo que creó una duda en la mente del propio Fisk, pero que desechó completamente para ocuparse de asuntos mucho más apremiantes que ver a su hijo tomar un par de libros, aunque no fuera completamente habitual en él. De hecho, Wilson nunca vio a Naruto tomar un solo libro de aquella inmensa librería y verlo ahora encerrarse en ella era extraño. Pero ya descubriría lo que su hijo estaba tramando y lo que buscaba en aquellos libros.
Pasando las hojas, Naruto recostó su espalda en la vieja y desgastada silla de roble que hacía compañía a la vieja mesa. Por lo que su padre adoptivo le había contado, aquella mesa y silla pertenecieron a su difunta esposa, por lo que intentaba mantenerlas en el mejor estado posible como un viejo recordatorio de la mujer que amó. Fue, de hecho, la única. Naruto nunca vio a Wilson Fisk con otra mujer en aquella mansión a menos que fuera su asistente personal o alguna compañera de...trabajo. Su padre realmente podía mantener los apetitos masculinos bajo control, lo que pocos hombres podían lograr a lo largo de su vida.
Aquel hecho en su vida, planteó en su mente que su padre adoptivo realmente amó a su esposa hasta lo más profundo de su alma y corazón, arraigando tanto en esos sentimientos, que no podía ver a otra mujer como vio a su difunta compañera de vida. Y él admiraba eso de su padre adoptivo.
Un sonido sordo le hizo salir de sus pensamientos. Naruto parpadeó, cubriendo la parte inferior de su rostro con uno de los tantos libros que adornaban aquella mesa, y miró a su compañero. Tomando una extraña forma amorfa, pero mostrando sus agudos y alargados ojos blancos, el simbionte estaba moviéndose a su alrededor mirando todo con cierto toque curioso, como si fuera un niño que necesitaba aprender lo que eran aquellas cosas.
Los klyntar eran una raza extraña venida de más allá de la galaxia. Creados por un extraño dios ligado a la oscuridad, los simbiontes llegaron a la Tierra traídos por un extraño meteorito que impactó en el planeta y quedando completamente oculto por la agencia mundial SHIELD; misma agencia que intentó ocultar la existencia de los simbiontes y que no pudo hacer demasiado por mantenerlos en secreto.
Adaptables. Era la palabra perfecta que Naruto encontró para definir a los simbiontes. Ninguno era mejor que otro. Todo simbionte podía evolucionar con el paso del tiempo y el cambio de huésped, adquiriendo las mejores características de cada huésped que ocupaba. Eso hacía a los simbiontes una raza completamente adaptable a cualquier situación, dotando a sus nuevos huéspedes con las habilidades más destacables de los anteriores y volviéndolo completamente mejor.
Aunque tenían sus debilidades.
Sonidos fuertes, fuego y pulsos eléctricos parecían generar un cisma entre simbionte y huésped, creando así una clara separación entre ambos por unos breves instantes y que su enemigo podría aprovechar sin miedo alguno para separarlos. Ya había pasado con anterioridad y fue lo que ocasionó que Venom terminará en las garras de Oscorp.
[¿Sabes que tengo un conocimiento muy amplio de las cosas? Podrías preguntarme directamente en vez de mirar todos estos libros. Dudo que tengan información sobre mi especie. No llevamos tanto en este mundo como para que tu raza tenga datos específicos de la nuestra]
En su extraña forma, Venom giró para mirar a su nuevo huésped. Desde que llegó a la Tierra, pasó por las manos de distintas persones: un demente con dos katanas, Peter Parker, Eddie Brock, Flash Thompson, Gargan...todos ellos estuvieron en un punto que los quebrantó con el tiempo. Salvo Thompson, todos fueron de cierta manera impulsores de su propia demencia genocida...algo que no sintió en la mente de Naruto. Por más que sondeó su mente, la sed de sangre era completamente nula en el muchacho. Parecía comprender el mundo de cierta manera que, a él, un klyntar, no lo afectaba de forma negativa.
―Leer es sano para la mente―Naruto pasó la siguiente hoja. Moviendo las piernas, colocó ambos apéndices inferiores sobre la mesa para una mejor postura para él. No era la forma en la que una persona se sentaba, pero tampoco estaba en la universidad para ser regañado―. Y no quiero saberlo todo.
[Eres sumamente extraño. ¿Te quedarías solamente con la superficie de la información, cuando puedes obtener todo de las galaxias vecinas, incluso del universo?]
―Nadie puede saberlo todo―miró al simbionte por encima del libro, tapando la parte inferior de su rostro mientras lo observaba con sus ojos azules. Venom ladeó un poco la cabeza hacia la izquierda, observando a su nuevo huésped por varios segundos―. Ni siquiera tu.
Venom no respondió a aquella puya lanzada por Naruto. Se mantuvo en silencio, pensando en la Colmena y su dios Knull durante un breve lapso de tiempo. Debía agradecer que su conexión con la colmena estaba obsoleta ahora, dejándolo a un lado. No quería ver lo que sus demás hermanos estaban haciendo mientras él y otros pocos estaban varados allí en la Tierra, todo por aquel meteorito que los alejó de su planeta. Pero, de todos modos, era mejor estar allí que en un planeta como Kliyntar. Todo se sentía mucho más denso allí.
[Entonces, no es mi problema. Puedes leer todo lo que quieras, si no quieres mi información]
―No la necesito.
[Algún día lo harás]
Ante la seguridad en aquella respuesta, Naruto levantó la mirada y la dirigió directamente a los alargados y blanquecinos ojos del simbiontes. No pudo comprender aquella mirada. Sacar información de unos ojos como los de Venom que no expresaban nada en lo absoluto, lo dejó completamente confuso.
Frunció el ceño y cerró el libro.
―¿A que ha venido eso?
[A nada]
Naruto dudaba mucho que aquello no fuera por "nada". La seguridad en la gruesa voz de Venom, fue el indició que necesitaba para comprender que el simbionte sabía algo que él desconocía y que, probablemente, pronto necesitaría averiguar para mantenerse con vida.
Eso fue lo que sintió.
―Ya―el joven tomó de nuevo el libro, lanzando a su vez una mirada aguda al invitado de su cuerpo. Venom no respondió a la mirada y se giró para seguir investigando un poco―. Ya hablaremos sobre lo que te guardas.
[No me guardo nada, chico. Tú no quieres información y yo no te la doy. Es un trabajo de dos. Cuando estés listo y preparado para lo que sé, yo mismo te daré la información, aunque no quieras] Venom volvió su rostro hacia su huésped. Vio los ojos azules de Naruto relucir ligeramente, como si estuviera intentando descifrar sus palabras. [Pero ahora, ¿dónde está el chocolate?]
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