4. Venom
Durante más de doce horas, la luz roja se mantuvo encendida como indicativo de que la operación seguía su curso. A lo largo de la misma, no hubo percance alguno, ningún doctor abandonó la sala ni ningún enfermero les dio un poco de información de lo que estaba pasando allí dentro. ¿Por qué lo harían? Ellos no eran familia y se estaban mostrando demasiado concentrados para salvar la vida al chico que estaban operando. Si fracasaban, probablemente Wilson Fisk no se lo perdonaría, ni a los empleados ni al hospital, y tener del lado malo a alguien como Fisk no era algo que las personas de Nueva York querían ni deseaban. En todo caso, rezaban para que Fisk jamás se fijara en ellos en ningún momento, sobre todo aquellos que conocían la doble cara del magnate.
Con un clic, la luz finalmente desapareció y la palabra "UCI" se volvió apagada, poco visible a menos que entrecerraras los ojos para poder leerla y distinguirla del oscuro fondo que la rodeaba por completo.
George se levantó del asiento que ocupó durante aquellas tortuosas horas y se puso frente a la pueta de la sala de operaciones, esperando a que los doctores finalmente salieran de aquel sitio y alguien les dijera algo. Por encima del hombro, el capitán de policía miró a su hija dormida sobre un par de sillas y debatió internamente si despertarla o no. Gwen había tenido una mala noche y necesitaba descansar incluso más que él, a pesar de que ella era joven y él ya era alguien mayor.
Pero no tuvo tiempo para hacerlo. Con un sonido sordo, las puertas del quirófano se abrieron y el mismo doctor Smith salió por aquellas puertas con una mirada cansad y una mascarilla quirúrgica cubriendo su rostro, lo que acentuaba mucho más los ojos cansados del hombre y como mostraban que necesitaba un verdadero descanso.
El doctor detuvo sus pasos frente George y retiró la mascarilla con un movimiento cansado. George notó el temblor en las manos del hombre y como realmente necesitaba descansar.
Ambos adultos mantuvieron el silencio por unos escasos segundos, los cuales no hicieron nada más que aumentar la tensión en la sala; tensión que fue cortada con el sonido de las ruedas de la camilla rodando por el camino hacia ellos, obligándolos a moverse a un lado.
George Stacy miró a Naruto durante un segundo. Una máscara cubría su rostro y gruesas vendas tapaban su torso. Con los ojos cerrados, el adolescente parecía estar en paz, las facciones completamente calmadas, sin contracción.
Al segundo, la camilla desapareció y el capitán centró su atención en el doctor. El hombre se había mantenido esperando, respirando pesadamente y concentrando sus fuerzas para mantenerse de pie y no caer dormido al suelo. Sus piernas apanas podían mantenerlo de pie y su cuerpo se estaba resintiendo de las horas que había pasado en el quirófano.
―¿Doctor?
El doctor Smith respiró y miró al capitán con ojos cansados. Su rostro, que normalmente se veía algo mejor, ahora mostraba completamente las arrugas acordes de su edad. Negras, ojeras cubrían la parte inferior de sus ojos, acentuando mucho más su propia edad.
―El chico ha salido del quirófano con una probabilidad alta de sobrevivir―el doctor masajeó el puente de la nariz. Latente, el dolor de cabeza le había comenzado a molestar, juntándose con el cansancio y la sequedad de boca―. La técnica traída de Oscorp, ha cumplido perfectamente con su función. Cualquier herida que el chico haya tenido, han desaparecido o lo harán a lo largo de los días.
George Stacy mantuvo su atención en las palabras de Smith, absorbiendo toda la información útil de aquellas frases. Como un habitante neoyorkino, había visto demasiadas cosas que parecían de película. La primera fue ver a un joven vestido con un extraño traje y llamado "Spiderman" columpiándose por los cielos de la ciudad. Debía reconocer que era uno de los pocos superhumanos que él admiraba en secreto y al cual respetaba por su labor al colaborar en la caza de muchos villanos.
Uno de los villanos que recientemente Spiderman atrapó y que él junto a Watanabe enviaron a Ryker, fue el conocido como Shocker, un hombre que vestía siempre un extraño traje amarillento que disparaba hondas sónicas para generar temblores.
Era un tipo realmente molesto.
―¿Cuánto tiempo pasará hasta que despierte?―George preguntó, mirando los cansados ojos del doctor, notando las arrugas que recorrían el rostro del hombre.
―Diría que en unas doce o treinta y seis horas podría despertarse. El tiempo que estimo en el que el muchacho podría despertarse completamente. Entre ese lapso, podría haber veces en las que el chico se despierte desorientado.
Había sido suerte. El doctor no lo mencionó de nuevo, pero que aquel chico hubiera sobrevivido hasta recibir aquel tratamiento experimental de Oscorp que terminó por salvarlo. Si su padre, Wilson Fisk, no hubiera accedido a que el chico se tratara con el tratamiento experimental, ahora mismo estarían celebrando un funeral, algo que no recalcaría delante de nadie de aquella sala.
―Entiendo. Es una buena noticia―George Stacey permitió que el aire escapara de sus pulmones en un suspiro de alivio, lo que hizo que sus hombros se bajaran y una sonrisa (completamente inconsciente) corriera por sus labios, adorando su rostro con sus dientes perlados―. Gracias por todo, doctor.
El hombre negó ante aquellas palabras. ¿Agradecerle? ¿Por qué? ¿Por condenar al chico a una vida distinta? Estuvo allí cuando Oscorp trajo a aquella...cosa. Vio como la implantaban dentro del chico y como esta lo envolvió en un capullo negro como la misma oscura alma de Norman Osborn y él como doctor no hizo nada por evitarlo. Wilson Fisk accedió a aquello y él no tenía la autoridad para detener la intervención de Oscorp en algo que el padre del chico permitió.
No tenía autoridad en aquel hospital. Como todos, recibiría al día siguiente un cheque por sus servicios y su silencio ante el uso de otro pequeño conejillo de indias que terminaría siendo usado por Norman como algún nuevo juguete. Ahora como alcalde de Nueva York, el hombre se creía completamente intocable. Y ahora el chico estaba entre sus manos, como todos los ciudadanos descuidados de Nueva York.
El doctor Smith respiró hondo, dilatando con la inspiración ambos orificios de su nariz. Necesitaba un café bien cargado y una cama para recostarse. Dentro de otras doce horas volvería a aquella sala de nuevo, con otro paciente distinto.
―No me las de, señor Stacy―el hombre agachó la cabeza ligeramente, sabiendo lo que había hecho en aquella sala―. No merezco su gratitud por algo que es mi trabajo hacer. No permitiría que un paciente muriera si salvarlo está en mi mano...
―Comprendo que no quiera mi gratitud porque es su trabajo, pero debe entender que ha salvado a alguien cercano a mi familia, a mi propia hija, una de las pocas personas que la ha tratado como lo que es―George Stacy tomó la mano del doctor entre las suyas, sintiendo la firmeza en el pulso del hombre incluso después de varias horas―. Por ello le doy mi gratitud, doctor.
Smith sacó su mano de entre las del capitán, mirando al hombre con un gesto neutro. No sentía aversión a las palabras o gesto del hombre; pero en su mente aun estaban los recientes hechos de aquellas horas de "operación" en las que estuvieron con el joven hijo de Fisk para salvarlo de una muerte segura, algo que consiguieron...pero a un alto precio para el muchacho.
―No me las de―Smith respiró. Tomó una fuerte bocanada y llenó sus pulmones con aquel nuevo aire renovado. Necesitaba aclarar su cansada mente, acomodarla completamente e irse a dormir antes de caer completamente desfallecido―. Todo esto lo hago porque es mi trabajo y deber hacerlo. Estudié para salvar personas. Trabajo para salvar vidas―con un brillo extraño, el doctor miró los ojos del capitán Stacy―. Ahora, si me permite señor Stacy, me gustaría descansar durante unas horas.
―Claro. Lamento retenerlo de más, doctor.
―No se preocupe. Hablar con las personas cercanas a los pacientes, también es algo de lo que debamos ocuparnos.
Con un último gesto por el lado del doctor, ambos adultos se apartaron y se dirigieron a sus respectivos lugares. El doctor Smith caminó varios pasos, quitándose mientras lo hacía, la mascarilla y los guantes que usó durante la operación, arrastrando los pies con un sonido hueco que era completamente sepultado por el sonido de camillas, pasos y voces de aquel hospital.
Imágenes perturbadoras rondaban su mente, entorpecían su andar. ¿Aquello había sido real? ¿O solo fue una imagen que implantaron en su cabeza para que no hablara? La realidad y la ficción se habían fusionado con la aparición del primer superhumano en el mundo y ahora todo lo que antes solo era posible en un libro, aparecía en la vida real.
George Stacy caminó hasta las sillas que él y su hija habían ocupado en las últimas horas. Encima de una de ellas, un vaso de plástico mantenía aun un poco del café que había comprado en la máquina de café del hospital, que terminó siendo solamente agua marrón con azúcar. Pero había servido para mantenerlo activo por unos momentos y hablar con el doctor.
Dejó que sus rodillas se doblaran y permitió a su cuerpo caer secamente contra la silla, generando un crujido leve que, probablemente, nadie había oído y fue completamente ocultado por el sonido de las ruedas de una camilla que, a los pocos segundos, pasó delante de sus ojos por un breve lapso de tiempo. Fue tan breve, que no supo si realmente había visto bien aquello.
Como todo padre, miró a su hija Gwen. Había estado despierta la mayor parte del tiempo, esperando como él a que les dieran información sobre el estado de Naruto. Pero finalmente el sueño la había vencido y terminó dormida en aquellas duras y frías sillas. Por seguridad, él colocó bajo su cabeza la chaqueta con la que había llegado al lugar, formando una bola con la tela.
George tomó el vaso de café con la mano izquierda y miró el contenido. Era lo único decente que iba a poder tomar en un hospital y no podía fumar para deshacerse un poco del estrés que sentía. Pero hacía ya quince años que dejó aquel vicio por pedido de su esposa. No se arrepentía, pero había momentos en los que un cigarrillo no vendría mal para quitarse un poco de estrés, justo como en aquel momento. Naruto finalmente había salido del quirófano; pero el chico podría terminar sufriendo alguna secuela por sus lesiones si no habían sido curadas completamente o quedaba algún rescoldo de la misma lesión, como algún hueso mal ensamblado o algún desgarre que no había cicatrizado perfectamente.
Pasó la mano por su cansado rostro y bebió lo que quedaba de aquel café aguado, sintiendo más el agua que el café, por lo que tuvo que frenar la mueca de asco que quería aparecer en su cara.
Necesito un puto descanso.
George Stacy miró la hora en su teléfono. Este estaba marcando las ocho y media de la mañana, justo la hora en la que Gwen solía salir de casa para la universidad. Ser una de las mentes más brillantes, dotaban a su hija de cierta flexibilidad con las clases.
―¿Papá?
La aguda voz de Gwen, sacó a su padre de su tren de pensamientos. George Stacy miró a su hija. La chica estaba pasando la mano derecha por su rostro y con los ojos entrecerrados eliminaba las posibles legañas que pudieran impedirla abrir completamente los ojos.
―Buenos días, Gwen―el hombre sintió su voz pastosa, ronca y rasposa. La falta de sueño nublaba ligeramente su mente y el cansancio a su edad le pasaba factura―. ¿Estás bien?
Gwen movió su cuerpo lo suficiente como para terminar sentada en la silla. Como un gato, estiró sus brazos y curvo su espalda antes de parpadear varias veces y procesar el lugar donde estaban actualmente. El color blanco y el olor a desinfectante la terminó por despertar.
―¡¿Cómo...?!
George detuvo a su hija con una mano, obligándola a bajar la voz con un gesto y a que no hablara tan alto. Por el rabillo del ojo, vio como varios enfermeros los miraban.
―Lo acaban de sacar hace unos diez minutos. Parece que está bien. Lo veía bien―murmuró el hombre, recordando como Naruto aun llevaba un respirador artificial para poder bombear aire en sus pulmones―. En unas doce o treinta y seis horas despertará. Por lo que me dijo el doctor, no le deben de quedar secuelas del accidente.
Gwen formó un extraño gesto que le indicó a su padre que ella sabía perfectamente que aquello no fue un accidente. Como policía, debía preguntar por la información que escondía su hija; pero como padre prefirió mantener completo silencio y no presionarla justo ahora. Watanabe podría preguntar todo lo que quisiera cuando el chico despertara. Él también sentía cierto interés por lo que había pasado.
Ambos Stacy mantuvieron el silencio por cinco minutos completos, mirando ambos la pared en frente de ellos, ocupada por otra fila de sillas como las que estaban ocupando.
―Deberíamos ir a casa―finalmente, George Stacy decidió romper aquel silencio con algo que ambos estaban pensando―. Naruto aún tardará en despertar y nosotros necesitamos una ducha y comida caliente. No odio la de la cafetería; pero prefiero comer algo más sustancioso que unos simples sándwiches.
Gwen asintió a las palabras de su progenitor mientras miraba la puerta del quirófano. ¿Por qué había tenido que pasarle eso a Naruto? Ella lo conocía. Sabía de su trabajo como peleador en las peleas clandestinas de los bajos fondos de Nueva York. Muchos jóvenes como su amigo y compañero hacían lo mismo por un par de dólares. ¿Habría sido aquello un ajuste de cuentas por parte del peleador contrario?
Hasta que Naruto despertara, se mantendría con la duda.
Noche/Centro de Nueva York
Estaba desorientado. Las luces, el sonido, el aire...todo estaba delante de él cuando abrió los ojos por primera vez en un tiempo, dándose cuenta de que estaba sobre un edificio, justo frente al Time Square y no entendía como llegó a aquel lugar, pues supuso que cuando fue noqueado por el desgaste, las lesiones y la sangre faltante, sería llevado a un hospital por su preocupada amiga. ¿Cómo estaría Gwen? Lo último que recordaba eran sus ojos azules como el mar bañado por los rayos del sol y su voz cantarina sonando con preocupación. ¿A caso esto era un sueño o aquello era su infierno particular?
Su mente no procesó aquello, cuando sintió una picazón. Sin caber como, su cuerpo se movió y evadió una hoja que de haberle dado lo hubiera partido en dos sin mucho esfuerzo, pues mientras volaba vio aquella hoja firmemente forjada, reflejando algo que no creyó por varios segundos.
Derrapó y afianzó su posición. Sus brazos se movieron solos y ambas manos aplastaron la hoja de la espada que lo hubiera partido de arriba abajo, creando un ligero sonido metálico cuando el acero cayó al suelo a trompicones, haciendo que sus oídos temblaran.
Desde su posición, vio como su asaltante cambiaba de arma. Lanzó el mango de la katana al suelo (generando de nuevo un ruido sordo) y sacó una Magnum de la parte trasera de su pantalón. Un arma grande para un hombre pequeño, dedujo, uniendo el complejo de las armas con el de los miembros pequeños.
Abrió los ojos y sus oídos zumbaron cuando el hombre apretó el gatillo, disparándole a quemarropa. Pero para su propia sorpresa, no sintió absolutamente nada, no dolor no una perforación den la piel.
―¡¿Qué mierda?!―el hombre volvió a apretar el gatillo. Una, dos, tres veces seguidas en las que oyó el sonido del disparo y de la bala cayendo al suelo; pero en ninguna de las ocasiones oyó un grito de su presa. No hubo suplica. No hubo algún grotesco sonido de carne destrozada por el impacto de una bala de Magnum. A él no le informaron de aquello―. ¡¿Qué mierda eres, tío?!
Naruto Uzumaki.
Naruto movió la mano derecha y luego la izquierda, observando aquella masa oscura como la misma noche de la que estaba hecha aquel extraño traje. Pero lo sentía distinto, muy distinto, como su tuviera...
―Vida.
―¡No me ignores, bastardo de mierda!
Naruto reaccionó por instinto. Cuando el hombre se abalanzó con un cuchillo de caza en su mano derecha, él movió su mano y detuvo el movimiento al mismo tiempo que guiaba el puño derecho contra el rostro del tipo, hundiendo sus nudillos contra la nariz de su enemigo, mandando el hombre de espaldas contra el frío suelo.
No sintió la nariz partirse. No sintió la sangre salpicando sus nudillos. Miró su mano derecha (cubierta por aquella cobertura negra) y frunció el ceño sin comprender lo que estaba pasando. ¿Aquello era una ilusión creada por su mente llena de morfina? ¿Estaría ahora mismo en una sala de operaciones, con el pecho abierto? Con las lesiones sufridas por aquella pelea, era lo menos que podía imaginarse en su operación, junto con el doctor hurgando en su interior como si fuera algún tipo de cobaya humana para él.
[No, no estás dormido]
Gruesa, una voz que no era la suya invadió completamente su mente y deteniendo sus pensamientos por completo, como si hubiera ocasionado un cortocircuito con sus neuronas y estas tuvieran que reiniciarse tras unos segundos, captando lo que aquella intrusiva voz había dicho.
―¿Qué?
[Qué no estas dormido. Mira, más tipos malos]
Naruto sintió como su cuerpo se movía solo, controlado por alguien más. Evadió, esquivó y bloqueó los golpes de uno de aquellos tipos, frenando completamente al siguiente atacante al bloquear su movimiento. Tomando su brazo, el chico apretó con fuerza su agarre sintiendo al segundo como la extremidad del adulto cedía ante la presión y como un grotesco sonido llenaba sus oídos completamente cuando los huesos y músculos estallaron ante la presión.
―Pero...
[Cuidado. Detrás]
El joven pisó con fuerza. Flexionó las piernas y tiró del hombre que lo atacó, lanzándolo sobre sí mismo para golpear y derribar a otro asaltante, todo ello por un simple instinto, por una corazonada que no entendía.
Allí de pie, la figura oscura observó a todos los asaltantes heridos, tirados en aquel frío piso soltando gemidos de dolor. No comprendía como había llegado a aquel tejado en una de las casas adyacentes de Time Square. Tampoco entendía como había derribado a todos los tipos que lo atacaron, los cuales hacían una suma de casi veinte hombres corpulentos. Se notaba como sus cuerpos estaban formados por el ejercicio.
―¿Qué mierda es esto?
Con la mente aun confusa, Naruto miró sus manos. Viscosa y oscura, una sustancia las cubría completamente, tanto a ellas como a su cuerpo, fingiendo tal vez ser un traje de cuerpo completo negro con una inmensa araña blanca en su pecho.
―¿Spiderman?―retrocediendo, la viscosa sustancia reveló el rostro afilado del hijo de Wilson Fisk. Afilado, con mejillas marcadas por cicatrices y ojos azules como dos zafiros, Naruto frunció el ceño al sentir a aquella cosa moverse por su cuerpo, como si conectara con él―. ¿Qué eres?
Un mundo donde los mutantes eran reales. Un mundo donde los alienígenas habían pisado la Tierra. El joven conocía perfectamente las historias que su padre adoptivo le contó sobre sus enfrentamientos con Spiderman, Daredevil e incluso los Vengadores. Pero aquella cosa negra, viscosa, de ojos enormes y colmillos afilados como los de un tiburón que salió de su hombro, no estuvo jamás en las míticas historias de su padre.
[Nosotros...somos Venom]
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