18. La Caída del Rey
Wilson Fisk salió caminando de su celda en la parte inferior de La Balsa. Alzó el rostro. Miró alrededor. Los presos del bloque habían sido liberados a un corte de electricidad. Aquellos con poderes ahora no tenían las restricciones que les impedía usar sus dones. La Balsa estaba en un estado de alerta máxima y él como el Rey del Crimen podía e iba a aprovecharse de ello. No importaba si los presos de aquella sección contaban con poderes sobrehumanos. Él era el Kingpin, era el Rey del Crimen, el dueño del bajo mundo de Nueva York. Por más inteligente que fuera su rival, por más poderoso que fuera por sus poderes...él siempre iba a estar por encima de él. Lo demostró cuando envió a Daredevil al olvido. Lo demostró cuando, durante ocho años, mandó a Spiderman con el rabo entre las piernas, lastimado y con el orgullo destrozado. No importaba quien estuviera frente a él. Como Kingpin debía dar una imagen, una representación de lo que era realmente. Lo había hecho todos esos años y no iba a dar marcha atrás ahora.
Durante días y semanas, pensó en como escapar de La Balsa, como huir de aquella prisión de máxima seguridad en la que fue recluido por culpa de Spiderman y la capitana Watanabe. También George Stacy había estado involucrado en su arresto. Pero gracias a sus empleados en La Balsa, a las buenas personas que tenía en nómina, supo que la preciada hija del capitán estaba visitando a su mano derecha, a su hijo adoptivo. Gwen Stacy estaba dentro de La Balsa y él iba a tomarla como una rehén para detener los movimientos de la policía.
Era un plan sin falla alguna...
Wilson Fisk miró la figura de pie frente a él. Era más baja, con un rostro duro, cabello negro cortado al estilo militar. Por varios segundos no lo reconoció y después solamente mostró una sonrisa condescendiente. Tenía en frente al temido Punisher, al marine conocido como Frank Castle, el hombre que persiguió cada uno de sus negocios por Nueva York y que casi destruyó su imperio.
Daredevil y aquel hombre eran una espina. Y las espinas eran arrancadas...con tenazas.
―Frank―Wilson apartó a varios presos. Los guardias intentaban detener el motín, pero no se movieron para detener al Kingpin―. No eres muy inteligente. Aquí no eres Punisher. No tienes tus armas. Estas completamente "solo".
Enfatizó la última palabra. Wilson torció los labios, dando una sonrisa descarada. Punisher había sido un terror directo para sus hombres, sus negocios. Frank Castle era su enemigo jurado, el enemigo del crimen mismo de Nueva York. Pero como cualquiera, también era una persona viva, un humano como cualquier otro. En lo que se diferenciaba del mismo Castle, era que él alcanzó el pináculo de la fuerza humana. Era uno de los humanos más fuertes sin poderes, sin sueros. Y era justo lo que iba a demostrar al hombre que tenía al frente.
―No importan las armas―una camiseta salpicada con sangre cubría el torso de Frank Castle. Gotas rojas goteaban de sus puños. Wilson dedujo en segundos que el hombre peleó contra otros presos―. Tengo mis puños para golpearte, para hacer caer al rey.
Había cierta burla implícita en el último trazo de la frase. Kingpin lo notó enseguida. Frank se burló directamente de como lo llamaban. Se suponía que era el Rey del Crimen; pero como rey podía ser depuesto por otro y que ese otro ocupara su cargo.
―Eso es algo que no podrás lograr.
―He tirado a peces enormes. Otro más en mi lista no me hará daño.
El primero en moverse fue Frank. El marine se lanzó hacia adelante y vio como a los segundos Fisk hacía lo mismo. Evaluando sus posibilidades, Frank decidió por atacar a las piernas de Wilson Fisk directamente. El punto débil de todos los gigantes eran sus piernas.
Pero eso fue justo lo que Wilson esperó.
El Rey del Crimen se movió con agilidad para su enorme tamaño. Sorprendiendo a Punisher, el inmenso hombre lo arrolló y lo tiró al suelo antes de que pudiera deslizarse y hacer un barrido con él. Wilson pisó con fuerza y giró al mismo tiempo que Frank se levantó. Retrajo el brazo y estrelló el puño directamente contra el rostro del exmarine, enviando un mar de dolor por el cuerpo del antihéroe.
―¡Ngh!
Frank escupió una enorme cantidad de sangre. Probablemente su boca había sido destrozada con ese golpe y su nariz se vio levemente afectada. No estaría seguro hasta que fuera con algún miembro del cuerpo médico, pero podía sentirlo en su rostro. Kingpin le había dado un fuerte golpe en el que no contuvo nada de su fuerza.
―Vas a perder.
―Ugh―con el brazo, Castle limpió la sangre que goteaba de su mentón―. He escuchado tanto esa frase, que me produce jaqueca.
Wilson Fisk esperó que Frank Castle retrocediera, que diera la vuelta tras comprender que no iba a ganar el enfrentamiento. Mostrando su rebeldía, Frank Castle aka Punisher se irguió frente al inmenso Rey del Crimen. Cerró las manos en dos puños y mostró su mirada endurecida, completamente decidida.
Una mirada de hierro.
―¡Entonces tendré que destrozar cada hueso de tu cuerpo!
Los golpes se sucedieron con una velocidad sorprendente. Guardias y presos detuvieron sus acciones y miraron el enfrentamiento entre el rey y el retador. Dentro de La Balsa incluso el alcaide Walker detenía y pensaba cualquier acción contra el Kingpin. Nadie estaba dispuesto a dar su vida al pelear contra un hombre que podría destruirlos tanto física como mentalmente. Incluso el Kingpin podría destruir sus reputaciones, sus vidas fuera de La Balsa o la de sus familiares.
Frank tensó las piernas cuando la derecha de Wilson se estrelló contra su rostro. Siendo humano sin poderes como era, trastabilló ligeramente hacia atrás, sintiendo como su cerebro rebotaba dentro del cráneo.
Un décimo golpe fue directo contra él. Inclinó el cuerpo ligeramente hacia la derecha y movió su brazo izquierdo en un contraataque directo contra el mentón de su adversario. Wilson Fisk falló su golpe por varios centímetros y Frank Castle acertó el suyo plenamente en el rostro de su enorme adversario.
Ambos retrocedieron.
Wilson sonrió con ira contenida. Las articulaciones de sus dedos crujieron cuando los flexionó. Dejó que toda su rabia fluyera hasta sus brazos, por su cuerpo entero. Como un combustible, pensaba usar la rabia para destrozar a su enemigo, para dejarlo sobre un charco de su propia sangre y sin poder mencionar una sola sílaba.
Frank bajó el brazo con el que había golpeado el rostro de su adversario. Notaba como temblaba, como parecía querer seguir golpeando aquel rostro sonriente. Lo quería con toda la fuerza de su corazón. Pero detuvo esos instintos. Respiró hasta que llenó completamente sus pulmones con el viciado aire de la prisión y después exhaló una enorme bocanada de aire que sonó en el silencio.
Estaba relajando su cuerpo, su mente. Pelear con Kingpin no era como pelear con los mafiosos de la Maggia. Kingpin era peligroso, mucho más que incluso Hydra. Era un hombre dispuesto a tomar lo que quería, cuando quería y como quería. Nadie podría detenerlo si algo se metía en su cabeza y quien lo intentara tendría que dar todo de sí mismo para poder detenerlo, si es que quería hacerlo.
Para él como Punisher sería demasiado sencillo disparar al cráneo de Wilson Fisk y dejarlo allí tirado. Pero no tenía armas al alcance y tampoco era un hombre que iba a usarlas. Estaba dispuesto a dejar que Wilson Fisk cayera sobre su propio peso con sus propias manos. No necesitaba nada más para lastimarlo. Lo había comprobado cuando su puño conectó directamente contra el rostro de aquel hombre gigante, con el enorme Rey del Crimen de Nueva York.
Sus manos eran lo que necesitaba para golpear al Kingpin. Una pistola, un fusil no tenían cabida en aquel enfrentamiento. Él iba a golpear el rostro engreído de su adversario hasta que sangrara y pidiera disculpas.
El sonido metálico de un objeto golpeando el suelo, inició el segundo asaltó entre ambos hombres. Los dos se movieron hacia el frente. Observaron el movimiento de su adversario. Prepararon su defensa y dieron todo en el ataque. Wilson lanzó un poderoso golpe de hacha descendente contra su enemigo. Frank correspondió con un directo contra el pecho de su adversario. Ambos golpes dieron en su objetivo. El Rey del Crimen se encorvó hacia el frente y el exmarine hizo fuerza con las piernas para no caer, sintiendo como todo su cuerpo tembló ante aquel poderoso golpe.
El silencio duró segundos. Ambos se recuperaron. Frank se alzó y Wilson dio un paso hacia adelante, recuperando el terreno perdido. Los dos estaban dispuestos a hacer caer al otro, a demostrar su propia fuerza frente a su enemigo. Y eran observados por todos.
Un uppercut fue directo contra el mentón del rey. Un golpe inverso fue contra el rostro del exmarine. Ambos golpes se encontraron en el camino. Kingpin hizo fuerza, barriendo con el brazo de su enemigo. Punisher dejó que su adversario moviera su brazo e inclinó el cuerpo. Aprovechando su tamaño, lanzó una patada al mismo tiempo que se inclinaba.
Wilson Fisk levantó el brazo. Recibió el golpe de pierna contra su antebrazo. La chaqueta del uniforme de preso quedó destrozada ante la fuerza del golpe, dejando a la vista su piel blanca. Punisher tenía más fuerza de la que en un momento el mismo Fisk calculó.
―Eres bueno, he de reconocerlo―lentamente, el rey fue deshaciéndose de la chaqueta. Botón a botón, la chaqueta se fue abriendo, mostrando la camiseta interior que cubría el fornido cuerpo del criminal―. Incluso he de alabar esa fuerza tuya. Cualquiera pensaría que eres un Capitán América, un U.S Agent o un Soldado del Invierno. Pero veo que toda esa es la fuerza que has obtenido entrenando como militar, persiguiendo a mis hombres y a miembros de la Maggia. He de felicitarte por ello. Pocos son los humanos que alcanzan un poder físico tan imponente como el tuyo...con un cuerpo tan pequeño.
―Eso suena halagador y a la vez insultante. Pero eres Kingpin. Es lo mejor que obtendré de un criminal como tú, supongo.
La chaqueta cayó al frío y oscuro suelo de la prisión. Wilson Fisk ajustó la camiseta interior con unos movimientos de brazos. En ningún momento el rey apartó la mirada de su adversario o de las personas que los rodeaban. Como rey, tenía derecho a vasallos...
―Adelante. ¡Divertíos!
Frank Castle reaccionó a aquel grito. Veloz, disparó un jab directo contra la quijada del primer preso que fue a por él. Sintiendo como una mano lo agarraba del cuello de la chaqueta, lanzó una patada contra el estómago de un segundo preso.
Todos los presos de aquel nivel se movieron contra Frank Castle. Una orden del Rey del Crimen, era una orden que debían cumplir. Por ello dejaron a los guardias y se centraron en Punisher. Si Kingpin lo requería, ellos actuaban.
―¡Eres un cobarde!
―No voy a perder mi vuelo y mi tiempo contigo, Castle. Tengo otros asuntos fuera de estas paredes.
El roce de un metal contra los barrotes de las celdas detuvo cualquier movimiento. Constante, frío, el sonido llegó a todos en el lugar, llenando sus oídos como el sonido tintineante de los barrotes al ser golpeados por algún objeto alargado.
Pronto, el eco de los pasos se compenetró con el sonido metálico alertando a los presos. ¿Sería U.S Agent? ¿Algún Vengador? Wilson Fisk miró hacia la oscuridad. Fue el primero en ver unos zapatos blancos como los que llevaban el resto de los prisioneros. Poco después, ojos azules salieron de la sombra y el rostro alargado de su hijo adoptivo quedó a la vista de todos.
―Chico.
Frank escupió una flema sanguinolenta. Bajo sus pies, un puñado de presos gemían de dolor por los golpes del Punisher.
―Naruto. Al fin. ¿Shocker te dio el mensaje, supongo?
―Si, él lo hizo―los dos oscuros ojos del rey se movieron hacia los bastones de hierro. Frunció el ceño cuando vio el líquido oscuro de la sangre goteando desde la punta de aquellas armas de defensa―. Querías a Gwen para detener a su padre y cualquier otro policía. Estabas dispuesto a lastimarla.
―Daños colaterales. Al final del día, ella va a odiarte hijo.
―Es la primera vez que me llamas "hijo". Eso es un indicio de tus mentiras, Fisk. No soy tu hijo. Siempre me has tratado como un simple asesino, como una herramienta, un arma a la que has forjado con tus propias manos. Un simple juguete para un niño grande.
―No vayas por ese camino, chico. Te rescaté de Lester. Te traje conmigo a Estados Unidos. Te di una educación. Te forme en todas las ramas del conocimiento humano para que fueras superior. Tus propios actos siguiendo mis ordenes, solo eran un pequeño precio que pagar. ¡Muy poco en comparación a lo que yo te he dado, muchacho! Deberías estar matando a Punisher. Deberías haberlo matado durante tu pelea con él. Pero aquí estas, increpándome, echándome en cara mi tiempo invertido en ti. Simplemente ridículo, Naruto. Eres escoria, un perro callejero, un chico huérfano sin padres, un muchacho sin amor. Has sido un completo desperdicio de tiempo y dinero. Eres un desperdicio humano, chico. Después de esto, serás condenado a muerte. ¡Y tu vida no vale absolutamente nada! Tus manos están manchadas de sangre. Una marioneta en mis manos. ¡Sin mí no eres nada! ¡Jamás serás nada!
El silencio siguió a aquel discurso. Las palabras llenaron los oídos del preso de cabello rubio. Naruto mantuvo el silencio, aferrándose a los bastones oscuros con sangre goteante. Escuchó como una estatua el discurso completo de Wilson Fisk. Una herramienta, una marioneta. Usado para mancharse las manos. Formado en todas las ramas del ser humano. Debía "pagar" por esos conocimientos.
Naruto levantó el rostro. Ligeramente inclinó el cuerpo hacia el frente. Mechones gruesos cayeron sobre su rostro, tapando levemente sus azulados ojos. Había sido convertido en un perro de presa, en un lobo salvaje que debía alimentarse constantemente con los restos de su dueño, siguiendo sus órdenes.
Un quejido escapó de la boca de un preso.
Esa fue la señal.
Wilson Fisk reaccionó al movimiento. Encaró a su hijo adoptivo e intentó detenerlo. Pero lo había entrenado bien, lo formó demasiado bien. Naruto pasó por los huecos en la defensa de su enemigo y golpeó directamente en dos puntos del torso del Kingpin usando sus bastones. Pronto, un agudo dolor golpeó la mente del gigante al mismo tiempo que su hijo adoptivo liberaba de carga al exmarine.
Espalda contra espalda, Frank Castle y Uzumaki Naruto observaron a los presos de aquel nivel de La Balsa. Observaron como su enemigo en común se ponía de pie nuevamente mirándolos directamente, enviándolos su ira completa.
―No esperé tu ayuda, chico.
―No te odio lo suficiente como para dejarte morir, Castle.
Reaccionaron. Wilson Fisk fue testigo de la vorágine de dolor y sangre que ocurrió en un solo parpadeo de sus ojos. Aquellos dos se movieron y en segundos se deshicieron de los presos, de aquellos que le eran leales a él como el Kingpin.
―Vosotros...
Era el Kingpin. Anteriormente había luchado contra Daredevil y Punisher al mismo tiempo. Los derrotó a los dos y los hizo desaparecer. Ver los bastones de hierro en las manos de su hijo adoptivo y pegado a la espalda de Punisher, le hicieron recordar al Hombre sin Miedo, al Diablo de la Cocina del Infierno.
Pero no hubo más palabras o pensamientos. Naruto y Frank se movieron hacia adelante y el Kingpin respondió. Como una bestia sin control, Wilson Fisk intentó arrollar con ambos en un choque directo usando su enorme cuerpo y su fuerza superior.
Pero fue superado.
Conociendo el estilo de su padre adoptivo, el Uzumaki se movió al lateral. Imitando los movimientos del Diablo de la Cocina del Infierno, golpeó las piernas del Rey del Crimen y lo desestabilizó en su carrera.
Esto fue aprovechado por su compañero. Frank Castle pasó por la defensa de Wilson Fisk y asestó golpes consecutivos contra el rostro de su enemigo, desestabilizándolo y haciéndolo caer hacia atrás sobre su espalda.
En un movimiento coordinado, Naruto movió los bastones y los cruzó alrededor el cuello de Wilson Fisk. Cuando Frank finalmente hizo caer al rey, él tiró del Kingpin hacia atrás mientras lo asfixiaba. Podría haber roto su cuello, pero con un golpe directo en la barbilla, Wilson Fisk finalmente fue derribado como un árbol para navidad.
―Necesito algo de ayuda.
Frank movió el cuerpo del Kingpin al mismo tiempo que Naruto lo empujó, deshaciéndose del enorme peso que cayó sobre su cuerpo cuando realizó aquella llave.
―Gracias.
―Deberías dártelas a ti―Punisher miró alrededor. Todos los presos estaban siendo sometidos por los guardias de aquella sección. Las bridas ocupaban nuevamente su posición en las muñecas de los reos―. Podría haber muerto.
―Podrías, pero no lo has hecho―Naruto miró los oscuros ojos de Frank Castle por un segundo antes de mirar el inerte cuerpo de su padre adoptivo, del hombre que le quitó su infancia―. Es hora de terminar con esta historia.
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