12. Punisher
Ojos oscuros miraron aquella habitación más oscura. No había luz. Ni siquiera un mísero rayo de luz parecía poder encontrar un pequeño hueco por el que colarse en aquella habitación y darle un color completamente distinto a su oscura situación. ¿Cuánto llevaba en lo que los carceleros denominaron como "La Habitación de la Reflexión"? Lo último que recordaba actualmente de las noticias del exterior antes de entrar a aquel lugar, era la noticia de la próxima caída de Wilson Fisk aka Kingpin, el hombre más poderoso en las sombras de Nueva York. Toda la ciudad estaba en sus garras cuando ingresó a La Balsa y la situación no pareció ser distinta cuando fue encerrado en aquella sala para que recapacitara sobre sus acciones. ¿Qué debía pensar? ¿Debía perdonar al hombre que golpeó por haber matado a una madre, dejando a su hijo huérfano al mundo? Como humano, como persona, él nunca perdonaría a una persona como el hombre que casi mató en aquella prisión de máxima seguridad. Si aquellos tipos no se hubieran metido de por medio, su contrincante ahora no estaría en la cama del hospital de la prisión, si no completamente enterrado bajo tierra.
Parpadeó y movió la cabeza. ¿Aquello habían sido pasos? Un eco olvidado llegó a sus oídos, creando un sonido constante que fue aumentando con cada segundo. Su tiempo como militar llevó sus sentidos a un punto en los que un humano normal no los tendría. No todo fue entrenamiento, si no más bien tiempo y adaptación de su cuerpo ante las distintas situaciones que pasó en Afganistán y distintos puntos de las guerras en las que participó durante toda su carrera.
Una carrera que ahora estaba en el olvido, enterrada dentro de los miles de archivos que la marina terminaba quemando a lo largo de los años. Probablemente su archivo ya había sido quemado, no dejando ni siquiera un pequeño rastro de que perteneció al ejército estadounidense. Y tampoco era algo que le importara demasiado.
Levantó la cabeza cuando el chirrido de la puerta abriéndose destruyó completamente su escueto y frío silencio. Luz entró en la habitación, obligándole a entrecerrar los ojos ante el cambio de iluminación.
―Traed un par de gafas de sol.
Aquella voz la reconocería en cualquier lado.
―¿Alcaide? ¿Qué mierda...?
―Vamos, Frank. Cálmate un poco y vamos a hablar, ¿sí?
Francis "Frank" Castle apretó los dientes cuando dos de los guardias lo tomaron de los brazos. Aquella no era la primera vez que el alcaide lo visitaba. Ya lo había hecho con anterioridad, siempre con algún comentario o trabajo para hacer su estadía dentro de La Balsa mucho más llevadera, algo que él encontró fácil de aceptar cuando sus objetivos eran simples pandilleros o asesinos que hubiera matado estando fuera de aquella prisión siendo The Punisher, la imagen del terror dentro de las bandas de mafiosos de todo Nueva York. Por eso Kingpin lo había condenado en aquel lugar, dejándolo completamente olvidado de la mano de dios.
―¿A quién quieres que mate ahora? ¿A un simple camello?―Frank escupió aquello con veneno. Su último trabajo lo había llevado a aquella situación. En vez de ser beneficiado, había sido completamente todo lo contrario―. No voy a hacer más de tus trabajos de mierda.
La Balsa, como cualquier otra prisión, contaba con sus pequeños atajos, con personas que podían hacer la vida de los presos más parecida a una estancia dentro del Edén o bien mucho más parecida a la estancia dentro del Inframundo. Eso fue lo primero que buscó y aprendió cuando Wilson lo envió a aquel lugar. El resto de presos no estaban dentro de su agenda y los guardias no tenían la autoridad. Si alguien estaba dejando que los presos se movieran o que Kingpin usara La Balsa a su antojo, no era otro que el mismo alcaide de la prisión: John Walker.
Seguidor del Capitán América, un soldado como él, John Walker ascendió hasta ocupar un puesto importante dentro de La Balsa, el lugar donde los villanos con más potencial destructivo eran enviados para cumplir condena, algo que Frank aprendió estando allí, estudiando al hombre que en su tiempo fue llamado como U.S Agent, un agente al servicio de los Estados Unidos.
Frank Castle miró a aquel hombre que intentó ser una copia de Steve Rogers, buscando una pizca de lo que hizo al Capitán América la insignia del país. Contrario al hombre más leal al país, John no relucía como el Capitán por más que lo intentara.
―¿Aún sigues enfadado por eso?―Walker rio secamente, mirando en el proceso el rostro de Castle―. Si no te hubiera encerrado, los presos hubieran seguido sospechando.
Los rumores habían danzado por La Balsa desde la última muerte a manos de Castle y como el alcaide, Walker no podía permitirse ser el centro de la atención de todos aquellos criminales. Para calmar las aguas, utilizó al famoso Punisher como lo hizo anteriormente: le dio un nombre, un preso al que matar y Frank se lanzó contra este hombre durante la hora de la comida, causando caos entre los presos. Esto lo hizo con anterioridad; pero la única diferencia fue que lo traicionó. Utilizó a otros dos presos para detener a Frank y encerrarlo en aquel agujero.
―No me jodas, Walker.
Frank escupió las palabras con veneno. Ser utilizado, ser una mera marioneta...no era lo que una persona cuerda esperaría. Y él había sido la marioneta de Walker durante todo su tiempo en La Balsa desde la última paliza a la que fue sometido. Pero incluso él tenía su propio límite y John estaba llegando al mismo demasiado rápido. Pronto sería el mismo Walker quien se convertiría en su objetivo y no los presos de aquel lugar.
―Créeme, Frank. Eres una de las personas a las que odio molestar demasiado―el alcaide detuvo sus pasos, obligando a sus seguidores a detenerse justo detrás de su espalda―. Me encanta como trabajamos ambos por el bien de La Balsa.
―Este solo es un pedazo de tierra que el Kingpin te ha otorgado simplemente por su propio interés―conocía perfectamente como Wilson Fisk actuaba y como era John Walker. ¿Ascender hasta lograr la posición de alcaide? Wilson puso su mano para que la copia barata del Cap llegara hasta la posición que ocupaba actualmente. Frank sabía esto con tanta certeza, que no necesitaba meter las manos al fuego―. Eres su simple marioneta, como todos aquí.
―Kingpin ha sido detenido. Su imperio ha caído ante las redes de la araña.
Aquella era una frase que Castle no esperó. ¿El imperio del Kingpin caído? Es posible que Spiderman hubiera derrotado en un enfrentamiento a Wilson Fisk, algo encomiable y de admirar; pero una derrota ante un héroe, no detendría al Kingpin en sus ambiciosos planes. Escaparía de La Balsa y causaría la suficiente destrucción como para ser el centro de la atención, algo que parecía admirar.
―¿Te ha comida la lengua el gato?―John Walker rio ante su propio chiste. Él mismo no podía aun creer que su anterior jefe (Kingpin) hubiera sido derrotado por un joven héroe de no más veinte años. Hubiera podido aceptar que Iron Man, Black Widow o el Capitán América lo hubieran detenido, ¿pero Spiderman? Aunque el hombre araña llevara ya ocho años actuando como un vigilante/héroe, no podía aceptar que un joven héroe fuera quien se llevara la gloria.
―Kingpin...no, Wilson Fisk―dentro de su boca, aquel nombre le supo amargo―. Él no ha sido derrotado, Walker. Nadie vence al Kingpin por siempre. Esto solamente es una parada para él, un pequeño descanso dentro de un spa que paga con su dinero. ¿Crees que alguien aquí dentro se pondrá contra el Emperador de Nueva York? ¿Contra el Rey del Crimen?―el ex marine miró directamente hacia el ex soldado, directamente a los ojos del actual alcaide de La Balsa―. Si realmente crees que Kingpin ha caído, entonces eres mucho más idiota de lo que yo creía en un principio, John Walker.
Cualquier otro hubiera lamentado aquellas palabras. Frank Castle juró tras la muerte de su familia que no se lamentaría por nada y pinchar al U.S Agent no era algo que fuera a lamentar, aunque lo encerraran nuevamente en aquella celda de contención llamada La Habitación de Reflexión. Fue marine y actualmente era un mercenario/vigilante que mató a muchos criminales y mafiosos ligados a Maggia o al mismo Kingpin o Hammerhead. Lamentar una puya hacia John sería una de las cosas que él no lamentaría en mucho tiempo.
―Abres demasiado la boca, Castle―Walker respiró hondo, sopesando las palabras de Frank. Kingpin era la figura más importante dentro del mundo criminal de Nueva York, uno de los pilares del submundo que había bajo la luz de la ciudad y una de las fuentes de dinero negro mejor posicionada en todo el mundo. Alguien así no podía ser derribado por mucho tiempo y solamente volvería a aparecer con una mayor fuerza y empuje para recuperar aquello que le robaron―. Pero en esta ocasión debo darte completamente la razón. Kingpin escapará en un futuro de La Balsa y Nueva York solamente se rendirá a los pies del rey una vez más. Es algo que todos debemos asumir...
―Quieres que mate a Wilson Fisk―las palabras que salieron de su boca, no fueron en forma de pregunta. Frank miró la espalda de Walker mientras esperaba la respuesta, un simple si a sus palabras formuladas; pero el ex soldado solamente mantuvo el silencio―. ¿No?
―Matar a Kingpin dentro de La Balsa―lentamente, Walker giró su cuerpo, encarando al marine―; sería incluso mucho más perjudicial que matarlo fuera de esta. Hay muchos seguidores del rey dentro de estas paredes y cuentan con poderes. Tal vez muchos de los guardias están dentro de su nómina.
―Como tú.
―Como yo―John Walker respondió con calma a la acusación directa de Frank Castle. No le importaba que el marine supiera que estuvo en la nómina del mayor criminal de la ciudad. Ni siquiera la importaba demasiado que la agencia de SHIELD lo supiera. Actualmente, tras haber sido expulsado del ejército, se consideraba más como un mercenario incluso al tomar el cargo de alcaide de La Balsa. Por ello vendía su talento a aquellos que más le pagaran, utilizando a los criminales dentro de aquel lugar. Incluso dejó que Shocker escapara de la prisión gracias al dinero de un grupo de mafiosos chinos que habían aparecido por la ciudad con la caída del Rey del Crimen―. No soy escrupuloso, Frank. El dinero es dinero y el gobierno mira por sus propios bolsillos. ¿Por qué yo no haría lo mismo? Simplemente soy un peón movible en este mundo, justamente como tú.
―Vete a la mierda, Walker. Si algún día salgo de este lugar, te mataré por todo lo que has hecho―Frank escupió las palabras lentamente, con seguridad. No hubo ira o rencor en su declaración. Hubo la verdad más clara que Castle puro pronunciar y así lo sintió Walker.
―Eso no pasará―el alcaide respiró hondo. Kingpin le pagó un millón y más por mantener a The Punisher en aquel lugar. Y eso es lo que haría, utilizando al mercenario para su propio trabajo―. Volviendo al trabajo. No es al Kingpin a quien quiero que mates, o sí de cierta forma. No es a Wilson Fisk a quien quiero que destroces, si no a su hijo: Naruto Uzumaki, el Kingpin más joven de Nueva York.
Frank Castle movió la cabeza hacia el alcaide. ¿Matar al hijo del Kingpin dentro de La Balsa? ¿El mismo Wilson no se recrearía con ellos por aquella atrocidad?
―Kingpin te matará por ello, Walker...
―Ah, ¿pero no está Kingpin en otro módulo? Simplemente dejaremos como chivo expiatorio a Barnes o alguno de los otros. No debes preocuparte demasiado, Castle, solo cumple con tu trabajo para que no seas asesinado una noche cualquiera.
Frank miró hacia la metálica puerta que comenzó a abrirse. Delante de sus ojos, el comedor de la prisión comenzó a formarse. Aquello era el módulo B, con un comedor distinto al del módulo A, lo que impedía que los prisioneros de ambos módulos se vieran. Por ello colocaron a hijo y padre en distintos módulos, sabiendo que en ningún momento podrían verse a menos que fuera con ayuda de los empleados.
―Jódete Walker.
―Disfruta de tu vuelta...Punisher.
Con Naruto
El joven dejó caer su bandeja de metal contra la mesa también de metal, generando un sonido seco que causó que todos en aquella alargada habitación detuvieran lo que estuvieran haciendo solo para mirarle a él, el hijo del Kingpin. Aquello había sido su sobrenombre desde que ingresó en La Balsa y lo persiguió desde que abandonó su celda compartida como si fuera su propia sombra. Si, era el hijo de Wilson Fisk aka Kingpin; pero no era como él. No era grande ni poderoso físicamente. No tenía un amor enfermizo por la cultura asiática no había entrenado el sumo para volverse mucho mejor. Al contrario que su padre, centró su adiestramiento en una infinidad de campos y no solamente en el arte del combate del cuerpo a cuerpo. Debía conocer muchos aspectos del asesinato para poder sobrevivir en el mundo que le había tocado vivir, con la vida que le había tocado encarnar.
Naruto respiró hondo y tocó levemente el grueso collar que rodeaba su cuello. Paseó la mirada por las mesas, escaneando a todos los presos que sus ojos azules pudieran ver. Todos y cada uno de aquellos hombres contaba con un dispositivo como el suyo: un inhibidor de poderes sobrehumanos. Pero, como la mayoría de ellos, él no contaba con un poder mutante o inhumano que lo hiciera especial. Todo su poder había provenido del mismo Venom y sus cualidades de simbionte, algo que ahora no poseía por haber sido arrestado por el enemigo de su padre: Spiderman.
Como pez en el agua, Spiderman lo desarmó en un solo asalto utilizando los artilugios que siempre parecía llevar encima, usando las debilidades del simbionte completamente en su contra hasta el punto de que los derrotó a ambos: a él y al simbionte. Debía admitir que Spiderman era un luchador habilidoso, siempre con un plan en mente para hacer frente a todos los enemigos a su alcance. ¿Podría ser que ya hubiera enfrentado a un simbionte con anterioridad?
Sus pensamientos fueron cortados, cuando la mesa que estaba ocupando con su bandeja desapareció de su vista. Levantó la cabeza y miró a dos profundos ojos oscuros que lo observaban intensamente, con un extraño brillo en ellos.
―¿Sabes que me iba a comer eso, no?
La respuesta del hombre, fue algo que esperó. Naruto levantó ambos brazos y recibió el jab directo del preso, siendo lanzado sobre su espalda y derribado del banco que estaba ocupando para poder comer. Aquel golpe había hecho que sus brazos hormiguearan ligeramente por la fuerza del ataque.
―¡Oye! ¡Yo no te he...!
El chico apartó la cabeza, dejando pasad el brazo del hombre por su lado izquierdo. Aprovechó esto para tomar el brazo diestro de su atacante con sus dos brazos, apretándolo contra su hombro.
―Chico...
Frank Castle disparó veloz un golpe contra las costillas diestras del Uzumaki, usando fuerza en el movimiento de su brazo izquierdo al haber perdido el derecho frente a la llave del hijo del Kingpin.
―¡Gah!
El mercenario aprovechó que las manos de Naruto comenzaron a aflojar el agarre. Usando su pesado y corpulento cuerpo, el vigilante empujó al hombre joven contra una de las mesas, tirando en el proceso todas las bandejas que la adornaron y obligando a los demás presos a apartarse de la reyerta.
―Esto no es completamente personal―Frank frunció el ceño. Walker lo obligó a ello; pero de cierta forma aquel enfrentamiento le haría tomar una venganza contra el padre del chico. Kingpin arruinó su vida y él haría lo propio con la vida del muchacho―. De cierta manera lo es, pero no del todo. Lo lamento. Tendrás que ser quien pague los platos que tu padre rompió en su momento.
Castle intentó tomar de la pierna derecha al joven. Naruto movió los brazos hacia atrás y, en una habilidosa manobra, hizo una voltereta hacia tras que le permitió escapar del agarre, quedando arrodillado en medio de la mesa, mirando los iracundos ojos del vigilante.
―¿Nombre?
―Francis Castle. Puedes llamarme Frank o Punisher, chico.
Por unos segundos, solo un segundo, los ojos de Naruto se abrieron en su totalidad. Frank Castle era uno de los enemigos más acérrimos de su padre adoptivo y el hombre del que fue advertido cuando ingresó a La Balsa, siendo conocido por todos como Punisher. Cuando comprendió quien era el hombre, la sorpresa se desvaneció y una sonrisa zorruna se dibujó en sus labios.
―Punisher, ¿eh? ¿Serás mi enemigo también? Me parece que vamos a calentar un poco el ambiente.
Frank evadió la bandeja lanzada, apartando por unos segundos los ojos de Naruto. Estos preciosos segundos fueron aprovechados por el joven, que se deslizó hacia Castle y golpeó al hombre en el pecho con su pie siniestro, empujándolo varios pasos hacia atrás, lo que permitió al Uzumaki pararse en el suelo nuevamente.
Ambos se miraron, siendo observados a su vez por guardias y presos.
Frank Castle no tenía nada contra aquel joven hijo adoptivo del Kingpin, pero lo utilizaría para mandar un mensaje a dos personas que él, en un futuro, derribaría. Una de ellas sería el propio Kingpin y la otra sería al mismo alcaide John Walker, el hombre que destruyó su honor solamente por un fajo de billetes.
Naruto Uzumaki no veía a Punisher como un enemigo para sí mismo. Lamentaba todo lo que la Maggia hizo con la familia de Castle, pero no podía verlo como alguien a quien debía eliminar. Pero no era un idiota. No cedería ante el envite y permitiría que Punisher lo matara. Aun tenía cosas que hacer y unas palabras que decir al simbionte cuando se vieran nuevamente.
―Chico―Frank Castle tomó su postura de boxeador. Con los años, el marine adquirió experiencia en todo tipo de áreas del combate cuerpo a cuerpo; pero el estilo de marine era lo que más salvó su vida a lo largo de los años.
―Viejo―Naruto cerró ambas manos con fuerza, formando dos férreos puños. Como el vigilante, el chico tomó una postura de boxeo para hacerle frente, a pesar de que podría usar cualquier otro estilo de combate. Derrotaría al hombre con su propio estilo.
Y ambos se lanzaron contra el otro.
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