11. La Balsa
La Balsa. Cuando las personas con poderes dieron paso a los supervillanos y las personas más notables pasaron a ser villanos con talentos extraordinarios, el gobierno decidió crear una contención para este tipo de personas cuando fueran atrapadas por los héroes y los agentes del gobierno. La Balsa nació de los planos de personas notables como Anthony Edward Stark (aka Iron-Man) y de las mentes más brillantes al servicio de agencias gubernamentales como S.H.I.E.L.D, quienes crearon la mayor prisión con la más alta seguridad posible hasta el momento. Con el paso de los años, La Balsa fue creciendo mucho más, centrándose en medidas defensivas tecnológicas que en su creación no pudo obtener. Estas mejoras estuvieron a cargo, sobre todo, de la mano de Industrias Oscorp, la segunda industria armamentística más grande del país. Con la marcha de Stark hacia la costa oeste y la movilización de su empresa, el gobierno decidió darle todo este peso a la brillante mente de Osborn siendo ayudado por su compañero Octavius, otra mente dentro de la tecnología que dejaba a muchas de las mentes más brillantes atrás.
Ahora, en pleno 2018, La Balsa contaba con la mejor tecnología posible y con los agentes mejor preparados ante cualquier problema, ya fuera dentro o fuera de la prisión misma. Dentro de la prisión, los humanos con poderes, ya fueran mutantes o inhumanos, se veían privados de esto mediante un collar inhibidor de poderes creado por Industrias Stark y que el mismo Tony cedió a S.H.I.E.L.D para la contención de tipos como Magneto o villanos similares, pudiendo así mantener a este tipo de personas dentro de la prisión sin que causaran muchos problemas.
Otro tipo de villanos como Tinkerer o Escorpión, eran alejados de la tecnología que pudieran tomar en los talleres. La mente de Tinkerer podría llevar a un caos dentro de La Balsa y era algo que los propios funcionarios no estaban dispuestos a aceptar. Todo criminal dentro de aquella prisión estaría limitado y alejado de las herramientas que podrían ayudarlo a escapar. Aunque personas como Shocker, quienes debían su poder a un traje, eran tratadas con mano menos dura debido a que su poder provenía de un traje y sin él, Herman Schultz carecía de la peligrosidad que lo hacía un villano ligeramente notable para las personas. Sin un traje, Herman simplemente era Herman y lo seguiría siendo hasta que pudiera enfundar su cuerpo dentro de su uniforme de villano. Esto era sabido tanto por funcionarios como por presos y Herman podría ser objetivo de burlas por sus compañeros y menos desprecio por los funcionarios. Los últimos, debidos a que no venían peligro ninguno en gente como Herman que basaba su poder en la tecnología que no tenía a la mano.
Debido a esta premisa, el encarcelamiento de Naruto Uzumaki dentro de La Balsa fue aceptado y el joven fue tratado igualmente que Shocker. El chico al no poseer el simbionte mismo, no era un peligro que pudiera causar una fuga masiva de la prisión ni podría lastimar a ninguno de los trabajadores o de los mismos presos dentro de La Balsa. A menos que tuviera una mayor fuerza sin su simbionte, para ellos el chico solamente era un humano potencialmente peligroso si escapaba de la prisión. Era también debido a esto que el chico no fue internado en Rikers con el resto de presos normales. Naruto era un peligro mayor que unos simples rateros de calle y el gobierno prefería mantenerlo bajo su ojo constantemente y dentro de aquellas paredes.
Su padre adoptivo, Wilson Fisk aka Kingpin, también fue internado dentro de La Balsa. A pesar de que Fisk era un hombre normal, no terminaba de serlo debido a su fuerza descomunal propia de su enorme cuerpo y de su entrenamiento en distintas disciplinas marciales. Aunque pusieran un inhibidor sobre Kingpin, este jamás sería frenado en su fuerza si entraba en un conflicto con los presos de otros pabellones dentro de La Balsa.
Debido a la relación entre Wilson Fisk y el mismo Naruto Uzumaki (relación que salió a la luz con la información dada por el Daily Bugle), el alcaide fue quien tomó la decisión de mantener a padre e hijo completamente separados en dos pabellones distintos, con compañeros de celda distintos y sin la posibilidad de verse en el patio al salir en diferentes horarios. Así se aseguraban de reducir completamente el contacto entre los dos y la peligrosidad que ambos poseían en conjunto, lo que podría llevar a una fuga masiva de los presos gracias a la mente brillosa de Kingpin y la habilidad de sus hombres.
Otro punto a su favor, era que el simbionte fue entregado a S.H.I.E.L.D nada más el chico fue detenido por Spiderman y encarcelado en La Balsa, haciendo que el muchacho no fuera tan peligroso como hubiera sido con el simbionte de su lado. Aunque lo extraño, al menos para el alcaide de La Balsa, era lo sencillo que le fue a Spiderman derrotar al joven poseído por el simbionte. ¿Podría ser una estratagema de su parte? Toda premisa sería posible y nadie tenía tiempo para estudiar cada una de ellas; no cuando el chico fue detenido y el Kingpin fue derrotado junto a su imperio criminal, trayendo la paz a Nueva York una vez más gracias a la ayuda del mismo Spiderman.
―Dicen que el hijo de Kingpin será enviado a nuestro pabellón.
La noticia corrió entre los empleados e inquilinos de La Balsa como pólvora. Cuando la sentencia se selló con el golpe del martillo del juez, la noticia no tardó demasiado en llegar a la prisión de la máxima seguridad, quedando grabada en la mente de empleados y presos y generando expectación entre ambos lados. Para ellos, tener al hijo del Rey del Crimen era ciertamente extraño. Esperaron por veinte años para poder tener al Kingpin entre ellos y ahora tenían completamente a toda la familia entre rejas. Los Fisk fueron completamente detenidos y tardarían años en salir de aquellas paredes. Tendrían al rey con ellos, en otro pabellón.
―No babes―el otro guardia miró a su compañero. Ambos estaban actualmente en la puerta, con el uniforme ordinario, esperando el autobús que llevaría al principal hacia su nuevo hogar. Muy contrariamente a su compañero, él prefería mantener cierta distancia entre los presos y él mismo. Muchos de los empleados de prisiones se dejaban embaucar por las palabras bonitas de los presos. Eso, por supuesto, creó demasiados casos de desapariciones que él no querría tomar en su propia agenda―. En serio. No creo que el Príncipe tenga tiempo para ti―el hombre miró a su compañero. Sus labios se torcieron en una hosca sonrisa ligeramente ocultada por la espesa barba―. Si realmente es el hijo del Kingpin, desde luego no prestará atención a alguien como tú.
―Bah―su compañero soltó un bufido. Intentó dejar a un lado aquel aviso que le dio. No era un partidario de Kingpin ni de su hijo, el conocido Príncipe del Infierno. Como cualquier miembro de La Balsa, prefería mantener a los presos dentro de aquellas paredes, completamente encadenados y sin la movilidad posible para escapar. Al contrario que su amigo, él ya llevaba sobre sus hombros siete años de trabajo en aquella prisión y conoció a villanos que muchos héroes o S.H.I.E.L.D enviaron a aquel lugar. Personas como Kingpin o su hijo no sacarían demasiado de él ni aunque lo intentaran por otros siete años―. No estoy babeando por el chico. Estoy asombrado con lo que ha logrado.
―¿Ah?―el guardia miró a su compañero. El hombre rascó su mentón con la mano, dejando la M16 colgando de su cuello con la correa. Con ligeros toques, la presencia del fusil se hacía presente al tocar el pecho del hombre―. Ni que hubiera vencido a un hombre de dos metros o un superhombre.
―Podría decirse―con una mirada cómplice, el primero de los guardias miró a su compañero, encontrando en los verdes ojos del hombre cierto brillo escéptico ante sus palabras―. Se cuenta que el hijo del Kingpin apaleó a un hombre de casi dos metros y un cuerpo lleno de músculos. ¡Lo hizo en El Pozo!
―¿Esa ciudad subterránea desmantelada por la policía y Spiderman?
Las noticias corrieron por todo el estado. El Pozo, aquella ciudad subterránea llena de criminales y con un extenso mercado negro, había quedado completamente desmantelada gracias al Departamento de Policía de Nueva York, el FBI, la CIA y el mismo héroe nacido en Queens. Esto fue un golpe duro para cientos de criminales, llegando a afectar el mercado internacional entre criminales y villanos. Muchos grupos de criminales ahora irían tras Spiderman y los agentes que participaron en aquella redada.
―Ese "estercolero" querrás decir―reprochó su compañero, mirándolo con cierta suspicacia. No toleraba El Pozo. Debido a aquella ciudad, su hermano perdió la vida. Ciertamente nadie le obligó a beber, a apostar y perder hasta su vida. Pero El Pozo no fue lo que lo ayudó a salir de aquello, si no que fue exactamente lo que le hizo hundirse completamente como si realmente estuviera en un pozo―. Esa ciudad criminal era una mierda. Estamos mejor sin ella.
―¿Seguro? Creo que ahora las cosas se caldearan en la ciudad. Probablemente tengamos muchos más criminales en La Balsa haciendo compañía al príncipe y al rey―burlesco, el otro guardia mencionó con una risa hosca―. Muchos amaban la ciudad y no estarán demasiado contentos con su desmantelamiento.
―Es como si te importara―señaló su compañero―. ¿A caso te gustaba la ciudad? Pareces esperar que los criminales se venguen por su cierre completo gracias a Spiderman.
―¿Qué? ¡No, hombre! ¿Cómo puedes decir eso de mí? Soy un hombre honrado. Solo digo que no me extrañaría que criminales de todo el mundo vinieran para vengarse del hombre araña―replicó, mostrándose ligeramente ofendido por las palabras de su compañero―. Es algo que pasará a futuro, así como una guerra de bandas que azotará Nueva York.
―¿Lo dices por Kingpin?
―¡Por supuesto! El hombre es el Rey del Crimen, hombre. ¿Crees que su caída no causará más trabajo para Spiderman? ¿O que no tendremos nuevos visitantes? Ignorar todo lo que ha mantenido Fisk bajo control, sería de personas cortas de miras―murmuró el guardia, rascando su mentón nuevamente―. Mucho caos para la policía. Mucho trabajo a futuro.
―Hablas como agente gubernamental. ¿Seguro no trabajas para Los Vengadores o S.H.I.E.L.D?―su compañero dijo, mostrando cierta burla cuando frunció el ceño por las palabras―. ¡Solo era una broma! De los dos, eres el más inteligente. Claro que te darías cuenta de cosas que el resto de la gente no pensaría. Eres demasiado observador, para el gusto de muchos presos.
―Hmpf.
El hombre no respondió a aquello. Tampoco respondió a la pregunta sobre su trabajo. ¿Lo hizo para S.H.I.E.L.D? Si hubiera respondido a aquella pregunta y lo hubiera hecho con completa sinceridad, tendría que haber señalado que sí, fue un agente de campo de la agencia de S.H.I.E.L.D durante diez largos años, pasando a ser un simple agente externo cuando comenzaron a colaborar con Los Vengadores. Pero eso era algo que su compañero no tenía que saber y que prefería mantenerlo para si mismo todo el tiempo.
Fueron tiempos pasados.
―Ya viene.
Con dos palabras, el hombre salió de sus pensamientos y recuerdos. Tomó el M16 y dio un paso al lateral, colocándose a la izquierda de la verja mientras su compañero lo hizo a la derecha. Aquel autobús llevaba mas protección que el coche del alcalde Osborn.
―Es desorbitado, ¿no crees?
―Alguien podría atacarlo o rescatarlo―respondió el segundo guardia. Ambos miraron como el autobús carcelario finalmente se detenía delante de ellos, pasando todos los pases de seguridad―. Aunque es un chico por lo que me contaron. Él no podría hacer mucho por su cuenta, supongo.
El vehículo se detuvo. Detrás de él, el convoy de coches oficiales del FBI y la CIA se detuvieron con un constante sonido de frenada que llegó ante ambos guardias. Pronto, el sonido de puertas abriéndose fue lo que sustituyó al sonido de las llantas quemando el asfalto.
―¡Mantengan los ojos abiertos!―frente al grupo de agentes, un hombre corpulento tomó el mando y caminó hacia los dos guardias que lo miraron con cierto asombro por el despliegue―. Espero esté todo listo para su inclusión en el pabellón B.
El primero de los guardias aclaró su garganta mientras el segundo fue hacia la caseta a tomar los papeles.
―Si, señor.
―Bien. ¡Escuchen! Espero que mantengan la atención sobre este tipo―el hombre señaló, mirando hacia el segundo guardia. Sacó de su bolsillo una tarjeta y la pasó sobre el lector mientras hablaba―. Los poseídos por simbiontes suelen actuar como dementes. Cletus Kasady fue un ejemplo de ello y se escapó de este lugar hará cosa de un mes. No pienso permitir que otro tipo con simbionte ande pululando por el mundo. ¿Entienden?
―A-ah. Si señor, entendemos.
―Hablaré con el alcaide―guardó el pase dentro del bolsillo al mismo tiempo que las puertas del bus se abrían. Con expectación, ambos guardias miraron hacia la misma, esperando ver como era el hijo del Rey del Crimen. ¿Sería gigante? ¿Lleno de músculos?
Con pasos lentos, Naruto Uzumaki salió del furgón policial y miró hacia los gruesos muros de La Balsa. Como todo criminal, oyó sobre aquella prisión de máxima seguridad creada solamente para supervillanos y personas realmente peligrosas, ya fuera para la ciudad o el mundo entero. Y no necesariamente debían tener un poder para acceder a las mismas. Él no tenía un poder que los collares anti-mutante podían inhibir dentro de su cuerpo. Para todos, sin Venom, era solamente una persona más como cualquier otra, salvo por el hecho de que era el hijo del Kingpin. Eso, a ojos de muchos, lo hacía sumamente peligroso.
―¿Él es...? ¿Enserio? Me esperé algo más...más...
―¿Musculoso? ¿Grande?―Naruto echó la cabeza hacia atrás, mostrando completamente el cuello a una de las agentes del FBI. La mujer, con manos ágiles, colocó el collar alrededor de su cuello y tras un pequeño click, una luz verde indicó a todos que estaba conectado―. Lamento decepcionaros, chicos. Tengo un cuerpo normal. Soy una persona normal. Mi padre es musculo sobre músculo para tener algo semejante.
Dio una sonrisa divertida a ambos guardias mientras las cadenas eran colocadas sobre sus muñecas y tobillos nuevamente tras salir del furgón policial. Con sus ojos azules, el chico miró La Balsa con cierto interés en toda su estructura. Al menos quinientos millones de dólares fueron invertidos, entre la compra del terrero, salarios de los constructores y la compra y preparación de todo el equipo que terminaría usando aquella prisión.
Siendo el hijo de Kingpin, Naruto estudió a fondo cada prisión de Nueva York con el fin de encontrar un escape si era retenido en ella. ¿Pero escapar de La Balsa? Sus ojos y mente comprendieron enseguida que era una tarea complicada, una misión imposible si no se contaba con la ayuda externa necesaria. Y tendría que ser al menos una mente realmente brillante o un villano realmente poderoso para permitirle escapar de aquel lugar mientras él jugaba al solitario en aquella fría celda.
―A todo esto―el Uzumaki señaló el collar nuevo que corría alrededor de su cuello―. ¿Y esto? No tengo poderes con los que escapar de tu preciada prisión.
―Es por precau...
―No es necesario darle una charla sobre lo que lleva, guardia―el jefe del grupo de agentes encaró a Naruto. Ambos estaban cerca el uno del otro, con sus rostros demasiado cerca.
―¿Vas a besarme? Puedes hacerlo, hombre.
Un crujido se oyó, acompañado de una tos y de algo líquido cayendo al suelo. Arrodillado, Naruto escupió una flema sanguinolenta mientras, frente a él, el líder de los agentes mostró el puño manchado con la sangre del preso.
―Esto no es un juego, chico―el hombre dijo, permitiendo que Naruto se pusiera de pie con la ayuda de la misma mujer que colocó sobre su cuello aquel collar―. Dentro de este lugar, hay enemigos de tu padre que serán tus enemigos por extensión. Será una suerte que sigas vivo después de tu primera semana.
Naruto alzó el brazo derecho y con el dorso de la mano limpió la sangre de su labio destrozado. Debió señalar que nunca tuvo una recepción tan cálida como la que el agente le había proporcionado y que probablemente no sería superada por sus compañeros de prisión.
―Me has roto el labio―la queja llegó a los oídos del corpulento hombre. Este frunció el ceño y giró sobre sus talones para encarar a ambos guardias, dejando al chico con sus propias lamentaciones.
―Abran la puerta. Escoltaré al niño yo mismo hacia el despacho del alcaide―miró sobre su hombro―. No hagas nada extraño, chico. O ese golpe no será absolutamente nada con lo que te haré si intentes jugármela.
Naruto sonrió con cierta picardía y caminó detrás del hombre una vez las puertas fueron abiertas. Aquel hombre lo amenazó sabiendo que no podría moverse completamente debido a sus restricciones y pronto él lo vencería sin mucho esfuerzo. Aun así, él no estaba en aquel lugar solo porque fue apresado por Spiderman y la policía de Watanabe y...Stacy. Recordaba perfectamente el rostro de George Stacy cuando lo vio allí tirado, con las redes del hombre araña impidiendo sus movimientos y sin poder escapar del lugar.
El hombre torció en aquel momento su rostro, solo por un segundo que Naruto capturó en su mente, antes de volver a ser el serio capitán de policía que siempre había sido mientras lo escoltaron fuera de la Torre Fisk. Pero para sí mismo, fue algo que le dolió ligeramente. Siempre esperó que solo Watanabe estuviera peleando con los hombres de su padre y que Stacy no estuviera involucrado.
Ante los recuerdos, el joven respiró hondo y reanudó el camino detrás de su escolta de casi dos metros. Caminando, Naruto dio un buen estudio del interior de La Balsa, escaneando todo lo que estaba dentro de aquellos gruesos muros. No tardó en ver a todos los guardias en las torres, mirándolo disimuladamente y listos para dispararle si se le ocurría hacer cualquier movimiento.
No era tan idiota como para hacerlo.
―Chico―Naruto detuvo sus pasos antes de chocar con su escolta, quien le habló con una voz algo gruesa―. Quiero darte un pequeño aviso. Un enemigo de tu padre está dentro del Pabellón B, donde has sido asignado. Te diría que no hicieras alguna locura, pero creo que no oirás las palabras de un hombre mayor como yo...
―Las escucharé perfectamente, no soy tanmaleducado―condescendiente, Naruto mostró su sonrisa a los ojos del agente―;pero tengo ganas de ver quien este "enemigo" de mi padre. Estoypletórico por conocerlo.
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