C8. Tortura
Akatsuki
Había pasado un día completo encerrado en aquella habitación, encadenado al techo dejando caer su cuerpo. Sus pies no llegaban al suelo, quizás, solo podía llegar si se ponía de puntillas, y por eso mismo, al tener el cuerpo colgado mediante sus brazos, éstos soportaban todo su peso. Incluso ya ni los sentía. La sangre que caía de sus heridas, ya había secado. Aun así, seguía sintiendo el escozor de cada corte. Y no, Kurama no lo curaba, ya que Madara había colocado en él grilletes que anulaban su chakra. El ahora pelinegro sentía que desfallecía. Ni siquiera podía hablar con su bijuu, y la soledad inundaba aún más su corazón.
Echó la cabeza hacia atrás, notando que se mareaba, cuando escuchó unos pasos. Sabía que era el único en aquellas celdas, pero no sabía que meterían a más gente con él. Más concretamente, a la Jinchuriki del Nibi. La habían traído inconsciente, con varias heridas graves en su cuerpo.
—Ya tienes compañía, Menma—habló Hidan, el encargado de traer a la Jinchuriki—. Aunque te durará poco, tenlo por seguro.
El pelinegro gruñó molesto y el religioso rió a carcajadas.
—Nunca me gustaste, mocoso. Ojalá Pain-sama me deje torturarte.
—Púdrete en el infierno...—soltó, ganándose un puñetazo en el estómago.
La molestia de Hidan hizo reír al Uzumaki. Esa era una de sus aficiones en Akatsuki: molestar al jashinista. El peliblanco dejó el cuenco de comida en el suelo y sonrió. Si el pelinegro así lo quería, entonces él estaba en su derecho de molestarse y no darle su porción de comida diaria.
—Ahí tienes la comida, apáñatelas para cogerla.
Finalmente, se marchó dejándolos solos. Naruto tosió después de aguantar el dolor y escupió la sangre que se había acumulado en su boca, con asco. Observó a la rubia, llamada Yugito Nii por lo que sabía antes de que lo metieran allí. Luego miró el cuenco de comida, que se encontraba bastante lejos de su posición. Gruñó maldiciendo a Hidan, y gritó de rabia. ¿Cómo había dejado que lo descubrieran? ¿Y por qué habían metido a Itachi en todo aquello?
Intentó soltarse de nuevo, como todas las veces anteriores. En sus muñecas ya podía verse la carne desgarrada, consecuencia de sus bruscos movimientos. Había dejado de sentir sus manos horas antes, al quedarse sin sangre.
.o.O.o.
Mientras tanto, en las afueras de la guarida, Madara aparecía acompañado de Sasuke, que aún seguía en shock por lo sucedido. El mayor lo guió hasta la antigua habitación del Uzumaki, que no había tenido oportunidad de quitar sus cosas.
—En media hora, vendré a buscarte. Estate preparado. Mientras tanto, mete todas las cosas que encuentres en una caja y quémala. Ya no servirán para nada.
Después de eso, lo dejó solo. Sasuke comenzó a revisar la habitación. Bastante desordenada para su gusto, lo que le recordó a Naruto. En verdad, él no había cambiado mucho. Seguía siendo igual de descuidado y torpe. Fue sacando todo lo que encontraba, dejándolo en una caja que había encontrado en el pequeño armario. Ropa, máscaras, pergaminos de fuinjutsu, sellos explosivos, armas... y en la mesa, otros pergaminos y un kunai de tres puntas dorado, quizás lo único interesante. Cerró la caja cuando la puerta se abrió dejando ver al enmascarado.
—Vamos.
Sasuke lo siguió sin decir nada, caminando por los túneles de la guarida. Le recordaba a los túneles de la guarida de Orochimaru. Liosos y laberínticos. No le gustaba. Aun así, lo acompañó hasta una puerta. Al abrirla, pudo observar un largo pasillo. Entonces, un grito los alarmó.
—¡Aaaah! ¡Maldito Hidan, 'ttebayo!—se escuhó—. ¡Como lo pille le meteré su guadaña por el culo!
Sasuke alzó una ceja, pero no sabía por qué el Uzumaki parecía tan enérgico cuando su hermano le había dicho que estaba en peligro. El enmascarado lo guió, dándose cuenta de que se trataba de una cárcel. Al final del pasillo, se oían las maldiciones del Uzumaki.
Madara paró a Sasuke y siguió andando hasta la celda. Los murmullos cesaron y Madara abrió la celda.
—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tanto jaleo?
—¡Hidan! ¡Eso es lo que pasa! Ni siquiera me ha dado de comer, ¿y queréis que sobreviva hasta que me matéis, 'ttebayo? Lo único que os pido sino me vais a matar ya, es que me déis de comer, ¿es eso tan difícil?
—¡Cállate ya! Me pones de los nervios—comentó.
El enmascarado entró para bajarlo al suelo. El ojiazul sintió el mayor dolor del mundo cuando sus brazos bajaron. La sangre volvió a pasar por sus brazos, notando el cosquilleo. El enmascarado observó a la Jinchuriki del Nibi, aún inconsciente.
—¿No han traído aún al Sanbi y al Yonbi?
—No. Y de verdad espero que no los encontréis nunca.
Un golpe se escuchó desde fuera, sorprendiendo a Sasuke. No sabía qué estaba pasando y sintió curiosidad. Sin embargo, no pudo dar un paso antes de que Madara saliera empujando al pelinegro. Así, Sasuke vio cómo estaba su ex-compañero. Completamente lleno de cortes sangrantes, varios golpes dejándolo con un ojo caído, los brazos completamente inertes, su ropa destrozada... pero aun así, el rubio no dejaba de reír.
O así era hasta que lo vio. El Uzumaki frunció el ceño al tenerlo delante y luego miró al enmascarado.
—¿Qué hace él aquí?—preguntó molesto.
—Se ha unido a nosotros. Ahora ocupa la que era tu habitación.
—Espero que no hayas tocado nada. No quiero que pongas tus sucias manos en mis cosas.
—Va a ser que tus cosas ya están en otro mundo, Menma—habló Madara, haciendo rabiar al ojiazul.
—¿¡Qué!? ¿Incluso el kunai de mi padre?
—Incluso eso. Ya no te servirá para nada, así que no te quejes.
Naruto cerró los ojos enfadado, pero no dijo nada. Siguió caminando, no sin antes lanzar un escupitajo a su ex compañero. Sasuke se sorprendió ante esto, pero no lo demostró. Ahora estaba confuso. Había cambiado su actitud bastante, pero su forma de ser seguía siendo la misma.
—¡Malditos seáis los Uchiha! ¡Ojalá caigáis al infierno!—comenzó a gritar como un desquiciado—. ¡Todos obsesionados con la venganza! ¡Estúpida venganza! ¿Por qué mierda tenemos que pagar los Jinchurikis por vuestros estúpidos ataques de venganza?
—¡Cállate! y tú, Sasuke, sígueme.
El Uchiha menor comenzó a caminar hasta ellos y Madara lo llevó hasta una sala llena de herramientas de tortura. Encadenó al Uzumaki y le tendió una katana a Sasuke.
—Tortúralo—le mandó y Sasuke abrió los ojos de par en par, mirando el arma—. Si no lo haces, morirás.
Sasuke lo pensó unos segundos y cogió el arma, observando a Naruto. Caminó hasta él y vio cómo el ojiazul lo miraba con odio. Pero luego volvió a reír al ver la cara de desconcierto del Uchiha.
—Lo que me faltaba, 'ttebayo... ¿En serio vas a poner a un novato a torturarme? ¿Pretendes que me mate antes de tiempo? Mira que al final tu plan se irá a la basura—dijo con sorna.
Sasuke se sintió tan molesto que hundió la katana en su antebrazo. Naruto gritó con fuerza, maldiciendo a Sasuke con todas las palabras malsonantes que se sabía. Madara los miró de reojo y suspiró.
—No lo mates—ordenó.
Sasuke lo miró de reojo, viéndolo marcharse. Intuía que el enmascarado lo estaría vigilando, así que decidió no decir nada imprudente. Después de que Madara desapareciera, devolvió su mirada a su ex compañero. El rubio parecía que desfallecía por momentos, aunque la sonrisa no desaparecía de su rostro. Lo que le sorprendió fue ver las lágrimas caer de sus ojos cerrados.
—Mátame—susurró dejando ver sus verdaderos sentimientos.
—¿Por qué debería hacerlo?
—Quiero... quiero acabar con todo esto de una vez, 'ttebayo... No puedo más...
Sasuke respiró asombrado por sus palabras, pero seguidamente se molestó con él por decir tanta tontería.
—No lo haré—dijo el Uchiha sorprendiendo a Naruto.
—¿Qué...? ¿P-Por qué no? ¿Es que ya se te quitaron las ganas de matarme?—exclamó furioso.
—Naruto... En ningún momento, mi propósito era matarte. Estaba cegado por el odio, y me dejé llevar. Cuando quedaste inconsciente, pensé que era lo mejor. Si no me seguías, tú no estarías en peligro. Itachi es muy fuerte y no quería que te hiciera daño, dobe. Porque... te considero mi mejor amigo. Sé que he actuado mal... y... l-lo siento.
Naruto sentía que sus ojos se iban a salir de la sorpresa. ¿Ese era Sasuke? ¿Su compañero Sasuke? ¿Había dejado su orgullo a un lado? No podía creerlo. Echó su cabeza hacia atrás, esperando parar sus lágrimas, pero era imposible.
—Maldito teme... ¿Por qué me dices esto ahora?
—Porque voy a sacarte de aquí—confesó.
*****
CREO que esta historia va a tener pocos capítulos, pero no estoy segura. Sinceramente, estoy un poco perdida en la historia, aunque las ideas no dejan de llegar a mi mente. Eso de tener tanta imaginación tiene sus inconvenientes, desde luego. Me llegan tantas ideas chulas a la mente que no sé cuál seguir. Así que de esas ideas dependerá si llega a ser una historia corta o no.
Eso es todo. Aquí se despide Luthien, ciao!
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