Viejo samurái.
Todo estaba yendo según lo planeado. Uzumakis contra seres sobrenaturales intentando tomar la cabeza del Undécimo Rey y destronarlo por aquel que ellos creían que era el verdadero rey, aquel que los había llevado a la gloria durante su reinado, aquel que enfrentó al ejército de Shiva con su espada, dispuesto a terminar con sus enemigos a costa de su vida. Uzumaki Naruto era y sería hasta su muerte, el Décimo Rey de los Uzumaki, portador de Masamune y el Asesino de Dioses que les había dado fe a enfrentar las justicias divinas, no arraigando sus vidas al servicio de un dios por nada del mundo mismo. Ellos eran libres de decidir, de guiarse a sí mismos y poder tomar sus propias decisiones sin que los dioses pudieran objetar. Naruto sería su eterno rey por el resto de sus vidas e, incluso, en la misma muerte.
El viejo Uzumaki Ashina lo tenía presente. Había servido a reyes y reinas a lo largo de sus años de servicio y vida, jamás viendo a alguien como Uzumaki Naruto. Ni siquiera su madre había sido igual. Él había estado dispuesto a enfrentar a su propia abuela solamente por ellos, sin ningún respaldo y lidiar con el Shintō solo con su espada como hizo con los gana (las huestes de Shiva) matando al hijo del dios supremo del hinduismo. Luchó mano a mano con Shiva e Indra, los dos hermanos, llegando a mantenerse vivo para lidiar con Brahma usando su propia fuerza de voluntad. Aunque finalmente, el dios lo había asesinado para ser resucitado tiempo después.
Ningún otro rey había llegado hasta esos extremos por ellos, dispuesto a morir por las manos de sus enemigos, aunque jamás fuera a volver a la vida. ¿Sería por las enseñanzas de su madre? ¿Por los de Mito, la Sacerdotisa de Amaterasu y hermana mayor de Naruto? ¿O sería por la misma Amaterasu, quien le otorgó a su querido nieto la pesada carga de la Marca del Sol? Ashina no podía saberlo y las preguntas solo se acumularían en su mente. Y eso lo podría distraer. Volver a colocar a Uzumaki Naruto en el trono era su misión y sería algo que él haría incluso dando su vida para ello. No cedería ni por la vejez ni por el cansancio ni por los dioses que tenía que enfrentar, junto a los seres más nauseabundos del mismo Yomi. Menma había liberado a bestias del averno sobre la ciudad y ahora ellos tenían que luchar incluso más duro que antes.
Solo necesito un descanso. Ya estoy viejo.
Uzumaki Ashina no se había retirado. Después del exilio de su nieto postizo, él siguió sirviendo bajo el mando de Menma con el único objetivo de tomar la cabeza de todos los traidores, fueran humanos o deidades viejas y gordas. No le importaba si moría a manos de Amaterasu o Susano. Estaba dispuesto a colocar a su rey y limpiar su honor así tuviera que entregar su propia alma.
Desde luego, es algo que haré.
El viejo samurái acarició el mango de su espada sintiendo el cuero cediendo bajo la presión de sus dedos. Movió los ojos mientras sus oídos estaban siendo llenados con los sonidos de batallas por todo el centro de la ciudad. Pronto se regarían por toda la ciudadela, creando muerte y destrucción. El viejo mantuvo la atención en la figura que estaba justo delante de él, mirándole con burla a pesar de la sangre que escurría por su sien derecha.
―Viejo Ashina.
Apretó los labios con fuerza. Entrecerró los ojos y miró con agujas al Undécimo Rey de los Uzumaki, cubierto con harapos y con el cabello cayendo sobre su frente. Menma deslizó los labios mostrando los dientes al viejo consejero de los Uzumaki.
―Menma―escupió con bilis, tensando los músculos bajo su piel. Estaba dispuesto a perder su vida. Era viejo y vivió durante cientos de años al servicio de los reyes, los señores feudales y los caudillos al servicio de los dioses. Deslizó los dedos por el mango de la katana, sintiendo como rozaba su piel levemente―. Ahora no esto a tu servicio.
―Si, eso lo veo―Uzumaki declaró con burla. No estaba dolido. Había esperado tener un traidor dentro de su círculo íntimo, sin embargo, jamás esperó que fuera aquel viejo que lo cuido cuando era pequeño, estando bajo la mirada de su hermano mayor. Gruñó ligeramente y dio un paso hacia delante. No iba a matar al único hombre que lo trató como era y por quien era―. Apártate, viejo. No quiero matarte...
―¿Seguro?―Ashina disparó su energía. Viento se arremolinó bajo sus pies agitando el polvo―. No voy a dejarte pasar de aquí, Menma. ¡Es hora de que mueras!
Menma dejó escapar un leve gruñido. No estaba dispuesto a pelear con un hombre viejo que no podría lidiar con él. Repelió aquella fuerza del viejo desplazando el peso de su cuerpo a la pierna derecha, rozando el mango de su espada con la mano derecha.
Ambos iban a pelear. Uzumaki Menma relajó su cuerpo y dejó que la respiración se acompasara dentro de sus pulmones. Inspiró. Espiró. Al contrario que su hermano, quien siguió los pasos de la familia para obtener la Danza del Dios del Fuego, él decidió crear su propia respiración, crecer lejos de las leyendas y mitos de su familia. No quería estar bajo la sombra del Décimo Rey de Uzumaki, bajo la sombra de su hermano mayor...
Y la sombra de Uzumaki Naruto siempre fue demasiado grande y oscura, llegando a ocultar la suya por demasiado, no dejándole ver nada que estuviera delante de sus ojos. Para poder hacerse un hueco, se vio obligado a orquestar todo aquello bajo las órdenes de su maestro Indra. No podía defraudarlo...no podía matar a su figura de abuelo adoptivo. Ya se odiaba demasiado así mismo por lo acontecido con la esposa e hijos de su hermano...
―¡Basta! No voy a matarte―aseguró con voz dura, como el hierro mismo, afilando la mirada endurecida. Dejó escapar un resoplido sordo e impregnó su cuerpo con toda la energía que tenía―. No quiero matarte, viejo―gruñó entre dientes, apretando las mandíbulas con fuerza.
Estaba llegando al desborde. Si Ashina no se movía de delante suya, entonces tendría que cruzar espadas con aquel viejo hasta que alguno de los dos muriera. Y él no iba a morir.
―No, Menma. Hoy es el final de tu reinado del terror...
Rush
Apretó los dientes con fuerza, rechinándolos. Observó aquella hoja brillante bajo el abrasador sol que estaba en su cénit, haciendo brillar el metal con fuerza. No iba a poder esquivar aquel enfrentamiento. Tendría que cruzar espadas con aquel anciano que tan bien lo había tratado.
―Si eso es lo que quieres...
Rash
Desplazó el peso de su cuerpo hacia sus piernas. Separó las extremidades inferiores levemente, colocando los pies coordinados con sus hombros. Respiró levemente y con la otra mano cogió el mango de la katana, desplazando la derecha hacia arriba, rozando levemente la guardia de su arma y la izquierda bajando casi hasta el borde de la misma. Sus ojos nunca abandonaron la arrugada figura de su mentor.
No quiero matarte, viejo estúpido.
Uzumaki Ashina abrió los ojos con fuerza. Durante unos segundos, Menma sintió como su cuerpo quedaba completamente quieto, sin poder moverse. No podía levantar ni siquiera un dedo. Había quedado completamente estático, como su una enorme presencia lo hubiera golpeado y le obligara a quedarse quieto.
Swing
Clank
Pudo mover los brazos, guiando la espada para bloquear la hoja de su enemigo a centímetros de su clavícula. No entendía como aquel viejo hombre lo pudo detener el tiempo suficiente para casi matarlo con aquel simple movimiento.
¡No! ¿C-cómo...?
El sudor escurrió por su sien. Tragó saliva con fuerza. Parpadeó y dio un paso hacia atrás, apretando los dientes. Las venas del cuello se marcaron con fuerza, verdes azuladas, hinchadas. Estaba lleno de ira, una ira hirviente que estallaba como un volcán en su interior. ¡Odiaba ser alguien impotente!
Menma intentó relajar su tenso cuerpo. No podía. Sentía los ojos de Ashina sobre él, penetrantes, como si estuviera intentando atravesarlo de lado a lado como si fueran dos espadas. Suspiró por lo bajo, relajando lo más posible su cuerpo.
Zoom
Menma abrió los ojos y movió la espada levantándola, sintiendo como sus brazos pesaban como una tonelada. Bloqueó la espada de su enemigo soltando chispas, siendo empujado hacia atrás por la fuerza del golpe. ¿Cómo era posible que un anciano tuviera tanto poder físico? Solamente pudo volverse defensivo, recibiendo los envites de su enemigo, desplazándose hacia atrás mientras veía como el viejo consejero intentaba golpearlo.
¡¿Cómo es posible que sea tan fuerte?!
Bajó el torso y dejó pasar la espada del viejo samurái, sintiendo como el viento agitaba su cabello. Saltó hacia atrás y movió la mano izquierda guiando su espada, desviando la puñalada que Ashina envió hacia su corazón. El viejo anciano llevaba la razón. Iba con la clara intención de matarlo atravesándolo de un lado a otro.
Pisó con fuerza y derrapó moviendo el torso lanzando un corte de ciento ochenta grados contra el anciano; pero falló completamente, observando como el Uzumaki mayor desapareció delante de sus ojos.
Pam
Gah
Sintió la bilis llegar a su boca, escupiendo sangre. El puño de Ashina se había enterrado en su vientre, descargando un poderoso golpe que no había esperado. Al menos no de alguien con la edad de aquel hombre. ¿Realmente era un hombre mayor? Uzumaki solía llegar a los mil años de media, unos cientos años más arriba o abajo, pero sin duda su cuerpo terminaba resentido por el desgaste. No entendía como aquel hombre tenía tanta fuerza física. ¿Escondía un poder mayor detrás de aquel físico con aspecto arrugado y anciano?
Menma giró y bloqueó el segundo puñetazo del anciano con su propio puño, sintiendo como su extremidad temblaba ante el choque, generando un viento ligero.
Slash
Abrió los ojos cuando sintió el acero mordiendo su piel, rasgando la tela de su yukata. Apretó los dientes dando pasos hacia atrás, tambaleándose, sintiendo como sus ojos parecían desvanecerse. Lentamente estaba sintiendo como era absorbido por la inconsciencia. ¡Pero no podía simplemente desvanecerse! Intentó mantenerse despierto. Notaba como su brazo derecho comenzaba a dormirse y la sangre escurría por su pectoral derecho. Su espada escurrió entre sus dedos, cayendo al suelo.
―No voy a dejarte ir, Menma―sentenció el viejo consejero. Ashina se mantenía de pie, observando al cansado y herido Undécimo Rey de los Uzumaki con cansancio. Había llegado hasta ese punto. No iba a poder seguir dejando que Menma siguiera caminando por el mundo de los vivos y creara más caos para su verdadero rey―. Es tu hora.
Ashina respiró hondo, tragando todo el aire posible, inflando sus pulmones al completo. Apretó con fuerza el mango de su katana y flexionó sus piernas dispuesto a lanzarse contra Menma y atravesar su corazón de lado a lado. Debía asegurar que aquel chico muriera con su último movimiento. Se aseguraría de que no volviera a vivir. Solo él era capaz de terminar lo que una vez empezó. Por sus errores, Menma fue quien se volvió contra su hermano.
―¡No voy a permitirlo!―escupió el Undécimo Rey, dando un paso hacia delante. Sentía el sabor de la sangre en su boca y sus ojos apenas podían mantenerse libres de la niebla que se estaba formando sobre sus pupilas. Parpadeó varias veces, pero siguió viendo borroso. Su cuerpo estaba siendo resentido por el golpe de Sun Wu Kong y su pelea contra el afamado General del Vuelo, aquel general chino que podría haber destruido el mundo si lo hubiera querido―. Yo voy a...
Grank
Abrió los ojos completamente. El cansancio se esfumó de su cuerpo y parecía haber recuperado las fuerzas perdidas.
―¡Viejo!
Una mano estaba sobresaliendo del pecho del viejo consejero del rey, completamente llena de sangre oscura. Los dedos se movieron. Ashina gimió soltando su espada, dejando escapar el quejido lastimero. Un rostro duro, frío, asomó detrás del viejo consejero.
―Entonces Menma―lentamente, aquel hombre se mostró con su cabello plateado, su túnica ornamentada de color oscuro y su sonrisa petulante y oscura―; ¿no puedes matar a un simple anciano? Esto lamentando la decisión de aceptarte en esta sociedad.
De entre los seres que había ahora mismo en el estadio, aquel hombre de piel pálida y cabello plateado era el segundo al que Uzumaki Menma realmente temía.
Rizevim Livan Lucifer retiró el brazo del inerte cuerpo del anciano Uzumaki, tirándolo hacia un lado...aun respirando. El hijo del Lucifer original tomó un pañuelo de su bolsillo, limpiando la mano con un movimiento seco, observando con asco el cuerpo de aquel humano asqueroso.
―Rizevim...
―Je. ¿Aun me tienes miedo? Eso es bueno. Realmente no eres como tu hermano, ni siquiera como este viejo samurái que ahora está muerto. ¿Era alguien importante para ti?―burlesco, el demonio supremo lanzo la pregunta hacia aquel humano que se había arrastrado hacia ellos, buscando algo que llevarse a la boca.
―Era...mi figura de abuelo.
PD: En el próximo capítulo...solo coged palomitas y bebida...aviso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top