Roces

Dios. Aquel ser supremo dentro de la fe cristiana, el que era conocido como Elohim, el padre de todos los ángeles del cielo, el líder de las fuerzas del bien dentro del cristianismo, quien enfrentó a Lucifer en la Guerra Santa. La iglesia había magnificado a su creado, a su padre. El papa lo veía como alguien a alabar, a quien admirar. ¿Pero realmente los hombres podrían hablar por el mismo Elohim? Si una persona no puede hablar por otra, ¿un simple humano, sin gota de sangre de los dioses, podía habar por Elohim, el padre del cristianismo?

Por más buenos que se hubieran dado a conocer los cristianos, muchos habían dejado un reguero de sangre hasta el día de hoy. Los templarios. Los inquisidores. Cualquier seguidor de Elohim se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón, por la fe extrema que tenían en su padre y, creyendo que le harían feliz, había matado en su nombre, bañando el suelo de sangre inocente, incluyendo la de niños que fueron tratados de herejes, paganos solamente por seguir a otro dios más significativo para ellos.

Naruto conocía las historias de muchos panteones. Lidió con egipcios, hindúes, nórdicos, griegos e incluso romanos. Podía comprender el deseo de sangre por el lado de todos ellos, quienes, en algún punto, habían tenido un dios de la guerra o lo seguían teniendo, como era en la mayor parte de los panteones. Los griegos tenían a Ares. Los romanos, a Marte. Týr era la representación para los nórdicos. Kartikeia, hijo de Shiva, era el dios de la guerra hindú, comandante de las huestes de su padre, a quien conocía demasiado bien. Y por último, Montu había sido un dios solar de la guerra para los egipcios. Todos ellos tenían un dios para lo bélico. Pero ¿los cristianos? Ellos tenían a Elohim, seguido de sus arcángeles y huestes de ángeles que luchaban contra Lucifer y sus hijos.

No había representación de la guerra en la fe cristiana. No había un dios al que rezar para un baño de sangre, para ofrecerle las ofrendas de la victoria y de las muertes en el campo de batalla, otro aspecto superado por el resto de los panteones. Los cristianos mataron sin lucha. Derramaron sangre, quemaron inocentes sin prueba alguna, sin una guerra. Mientras que los nórdicos habían luchado al lado de sus dioses, contra quien fuera, los cristianos apresaban, quemaban y torturaban a los que ellos consideraban como unos paganos, unos herejes. ¿Dónde estaba Elohim en todo ello? ¿Realmente un dios como el cristiano desearía la sangre? ¿Desearía que mataran en su nombre?

Naruto dudaba de ello.

Era conocido que había dos testamentos de dios, indicando en uno de ellos un lado oscuro, más malévolo del mismo Elohim, lo que podría justificar dichas acciones por sus seguidores y podría ser aceptado por todos. Aun así, Naruto no conocía un panteón más...sangriento que el cristiano. Habían matado sin razón, solamente siendo humanos, sin preguntar dando por hecho que a su dios le gustaría eso, que los admiraría y se ganarían el cielo.

En el otro testamento, Elohim fue colocado como un ser puro, que todo lo hacía por el bien de los humanos, de los ángeles y del mundo entero. Y ese era el testamento que seguían los humanos ahora, lo que denigraba sus acciones.

Naruto detestaba a los cristianos. Muchos habían asesinado a compañeros suyos sin razón, dejando familias destrozadas, hijos sin padres. Detestaba a los guerreros de dios, aquellos que fueron denominados como templarios, la élite dentro de los caballeros del señor, de los exorcistas.

El cazador conocía un poco de la jerarquía dentro de los cristianos. Primero estaban los arcángeles, aquellos con doce alas, siendo liderados por Michael, el portador de las doce alas doradas. Después, se iría bajando en número de pares de las hasta el ángel de un par, mostrando plumas blancas como la nieve. Cualquier ángel, siempre sería doblemente fuerte a un simple exorcista, que serían los soldados rasos dentro del cristianismo. Pero dentro de los humanos, los templarios serían aquellos soldados catalogados como la élite, los más poderosos y piadosos, conocidos por su fe en el papa y en dios, desestimando cualquier otra acción que no fuera la muerte de los herejes.

Algo que Naruto encontraba molesto. Eran personas necias, sin cerebro y demasiado molestos para él. Había exterminado a unos cuantos, durante la guerra de panteones, tiempo atrás. Intentaron afianzar sus posiciones en Japón y Amaterasu se negó. Fue honrado con enfrentarlos, doblegarlos con su espada.

Esos sí que eran buenos tiempos, se dijo el rubio, recordando cuando los egipcios e hindúes declararon la guerra a los sintoístas. Fue unos días después de que él y un pelotón de sus mejores guerreros, expulsaron a los templarios de las islas, regando el suelo con su sangre.

También peleó con un ángel. Había sido ligeramente arrogante y, durante unos segundos, juró ver sus alas titilar. No le dio demasiado tiempo para que cayera. Simplemente lo atravesó de lado a lado por la garganta, ahogándolo en su sangre y arrebatándole la vida con un simple movimiento. No se arrepintió. Si decidía a quien odiar, estaba más que claro que lo haría por los cristianos.

Son demasiado exigentes y molestos.

Naruto murmuró algunos insultos en su mente, cruzado de brazos. Estaba apoyado en la pared dentro del club de lo oculto, con su uniforme escolar. Aun así, había llevado su Nichirin por si acaso.

Rias le había mencionado sobre una reunión con dos seguidores de la iglesia, quienes aparecerían después de clases, y lo había invitado a participar. Realmente se sorprendió porque lo invitara y aceptó. Aunque Mitsuri había tenido otros deberes que atender.

―¿Y Kanroji-san?―Yūto lanzó la pregunta, mirando al rubio de reojo. Ambos, Kiba Yūto y Uzumaki Naruto, habían estado ocupando su tiempo en entrenamientos conjuntos. Naruto aceptó el pedido de Yūto, sabiendo algo de su pasado y sobre el Proyecto Excalibur. De hecho, él había exterminado a todo miembro del proyecto...salvo a Galilei. El anciano bastardo había logrado escaparse, escurriéndose entre sus dedos. Era molesto perseguirlo en aquel entonces y lo dejó de lado. Tenía que lidiar con sus propios cazadores.

―Cosas urgentes de los cazadores―Naruto murmuró por lo bajo, moviendo los ojos hacia la puerta cuando sus oídos oyeron aquel crujido indicando que alguien entraba.

Crow

A los segundos, las puertas se abrieron, revelando dos figuras envueltas en una capa blanca, cubriendo todo salvo sus pies. Naruto movió los ojos, olisqueando aquel aroma sacro que escapaba de los maletines, de los mismos enviados de la iglesia.

Por su forma. Sus movimientos. Ambas son dos chicas, adolescentes, exorcistas experimentadas, dedujo el rubio, sin moverse. Era bueno usando sus ojos para sacar información, con solo el lenguaje corporal de una persona, su figura y movimientos. Entrenar con la espada, verse obligado a forzar la vista, le había ayudado a adquirir esa habilidad, además de sus años usando la espada, lo que era un plus.

―Las enviadas de la iglesia, supongo―Rias murmuró. La Gremory estaba sentada en su escritorio, con las manos haciendo de apoyo a su mentón, observando a las dos chicas.

Ambas exorcistas retiraron las capuchas. La ligeramente baja, era de cabello castaño en dos coletas, con un rostro más agradable que la otra chica, ligeramente más alta, con el cabello azul oscuro y un mechón verde.

―Eso es así, Gremory―mordaz, la de cabello azul respondió. Naruto observó el mohín en el rostro de su amiga, y no pudo evitar apretar los labios, casi queriendo reír―. Xenovia Quarta, exorcista de la iglesia.

―¡Shidō Irina!―la segunda se presentó, más alegre que la primera. Naruto se sintió realmente incómodo.

Xenovia miró a su amiga, ligeramente con dureza. Irina no habló más, pero miró a Issei directamente. El portador de la Boosted Gear estaba sorprendido por algo e Irina estaba molesta ligeramente.

―Issei...lamento tanto que seas un demonio―ella habló, mientras el castaño tragaba. Naruto suspiró. ¿Realmente? Las neuronas de los exorcistas estaban fuera, destrozadas, quemadas. Issei era un diablo, no un demonio. Si realmente lo fuera, significaría que Muzan habría estado presente directamente en Kuoh, lo que habría sido un dolor de cabeza.

Los problemas estaban acumulándose, y todo porque había vuelto a meterse dentro de lo sobrenatural, lo que era una molestia.

Tal vez debía dejar pasar los pendientes hanafuda y el ofrecimiento de Urokodaki.

―Vayamos al punto―Rias detuvo los pensamientos internos del Uzumaki. El chico levantó la vista. Todo el séquito de Gremory estaba presente, y podía sentir el malestar de Yūto, quien observaba los maletines de las dos muchachas―. ¿Qué es lo que podemos hacer por dos enviados de la iglesia?

Naruto captó la molestia en Xenovia. Parecía irradiar ira, un sentimiento de odio hacia los diablos. No le gustaba estar allí. ¿Sería por su fe extrema a Elohim? El Uzumaki encontró aquello demasiado divertido.

Si ellas supieran que Dios ha muerto...¿su fe seguiría en pie?

―Bien. Es justo lo que esperaba―Xenovia declaró, feliz por salir de aquel lugar. No le gustaban los demonios. No los soportaba. ¡Todos deberían morir por su espada! Pero ya estaban lidiando con problemas internos y no podían permitirse con los diablos―. Queremos que no interfiráis en nuestro enfrentamiento con el cadre Kokabiel, aquel que robó las Excalibur de la iglesia, o nos veremos a ver que los demonios son aliados de los caídos en esto.

Naruto parpadeó, sintiendo la intención asesina escapando de Rias. Notaba su malestar, su molestia por que la compararan como una aliada de Kokabiel y que la acusaran de robo. Pero estaba sorprendido por la negligencia de la iglesia. Habían enviado a dos exorcistas para ocuparse de un líder de Grigori, alguien que había manchado el suelo con millares de muertes.

O son idiotas o tienen un topo.

―¿Nos acusáis de conspirar con los caídos para tomar las Excalibur?―Rias exigió una respuesta, bajando las manos. Sus ojos se habían endurecido, mirando directamente a los ojos café de la adolescente, esperando a que hablara.

Xenovia no reculó ante los duros ojos de la Gremory.

―Eso es solamente si nos negáis a movernos por Kuoh.

―¿Por qué realmente debería permitiros eso, después de la ofensa de tu lado?―Rias declaró, relajando su postura en el asiento, mirando a la exorcista directamente.

―No querréis forzar esa mano, Rias Gremory, hermana del Lucifer―la peliazul masculló, apretando el asa de su maletín, dispuesta a moverse contra la pelirroja.

Realmente lo estaba.

―Uhm―Naruto aclaró su garganta, deteniendo el claro enfrentamiento que se iba a llevar en la sala. Sabía que Rias permitiría a Xenovia e Irina, quien no había hablado mucho, a moverse por Kuoh libremente. Le importaba poco lo que hicieran los caídos y los ángeles, pero odiaba cuando la comparaban con los primeros sin justificación―. ¿Podríais relajaros? Realmente no deseo detener un enfrentamiento entre iglesia e Inframundo, pero lo haré si veo que las cosas empeoran.

Xenovia frunció el ceño, molesta porque un demonio la hablara de ese modo. Por su cabeza pasó la idea de mostrar su Excalibur y cortarlo en dos.

―Lo lamento, Naruto―Rias murmuró, respirando hondo. Se pellizco el puente de la nariz y miró a ambas exorcistas, ahora más relajada―. Bien, se os permitirá moveros por Kuoh y tanto los Gremory como los Sitri no intervendremos en vuestros asuntos con los caídos.

―Gracias por haber ido al grano, Gremory―Xenovia gruñó, girando sobre sus talones y caminando hacia la puerta.

¿Eso era todo? Naruto se encontró aburrido. Había esperado algún tipo de enfrentamiento, no lo iba a negar, y había soñado con participar en ese combate. Su cuerpo lo pedía. Desde que volvió a empuñar una espada, su cuerpo volvió a recordad viejas sensaciones que lo empujaban a más, mucho más.

―¡Espera, Xenovia!―Irina detuvo a su amiga, moviendo sus ojos hacia Asia Argento, haciéndola hipar al sentir los ojos de la peliazul. Naruto frunció entonces el ceño―. Ella es la hereje, la bruja que curó un demonio.

―¿Uhm? ¿Es así?―ambas exorcistas estaban mirando a la rubia, intensamente. Sobre todo Xenovia, quien había endurecido su rostro más aun.

―H-hai...

Asia susurró, intimidada ante las intensas miradas de las dos chicas, queriendo salir del lugar.

―¿Crees en Dios?―Irina preguntó de pronto, realmente interesada.

―No digas tonterías, Irina. Ningún demonio puede creer en dios o rezarle. ¡Es antinatural!―espetó Xenovia, pero manteniendo los ojos sobre Argento, esperando que diera una respuesta de su compañera y mejor amiga. Estaba intrigada.

―S-si. A veces, mucho, pienso en dios y varias veces le rezo, a pesar del dolor de cabeza―la rubia declaró, inocentemente.

Naruto apretó los labios. Sintió el cambio en el ambiente, la fría mirada de Xenovia Quarta. No le había gustado la respuesta, al parecer.

―Oh, ¿es así? Entonces, deberemos purificar tu alma...¡hereje!

Rash

―¡¿?!

Asia tragó, viendo la hoja de Excalibur Destruction dirigida hacia ella, dispuesta a cortarla en dos. Cerró los ojos, realmente esperando su muerte.

Pam

―¿Podrías detenerte?

Todos en la sala miraron a la figura de Naruto, siendo de una estatura de no más de un metro sesenta. El chico se había movido de su lugar, atrapando la muñeca de Xenovia en su movimiento hacia Asia.

Xenovia lo miró, al igual que Irina, con incredulidad.

―¿C-cómo...?

―No quiero derramamiento de sangre innecesario, exorcista―Naruto declaró, soltando la muñeca de Xenovia. El cazador estaba entre ambas chicas, agarrando su propia espada con la mano, aun sin desenfundar. Miraba con ojos fríos a la peliazul―. O verdaderamente me molestaré con la iglesia.

Xenovia apretó los dientes.

―¡Cierra la boca, demonio! No sé porque la iglesia nos impide mataros, cuando contamos con Excalibur en nuestras manos―Xenovia mostró la suya, a la vez que Irina liberaba la propia―. Pero no permitiré que un demonio me toque. ¡No vuelvas a...!

―¿A qué?―fría, la voz de Uzumaki Naruto detuvo cualquier palabra de Xenovia Quarta. La enviada de la iglesia comenzó a sentir frío, a temblar. Sus piernas no parecían poder sostenerla y juró verse morir al menos ciento veinte veces en un segundo―. No vuelvas a levantarme el tono, mujer del señor, porque no me detendrán cuando arranque tu cabeza de tu cuerpo. Eres una invitada en Kuoh, compórtate como tal, o me veré obligado a simplemente borrarte del mapa, pequeño insecto.

Naruto movió la cabeza. Todos sintieron la presión.

Uzumaki Naruto no estaba contento.   


*Dato. Tyr es el dios de la guerra nórdico, al parecer, pero también lo es Odín. Ese grandote si que es dios de casi todo jajaj. 

Ya ha habido el primer encuentro entre la iglesia y Naruto-sama....y no le caen bien. ¿Motivo? Durante la conferencia de paz, revelaré lo que los templarios y ángeles le hicieron a Naruto. Espero hayáis disfrutado del capítulo, un saludo!

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