Llamas en extinción
Las bodas debían de ser momentos felices, llenos de personas contentas con la unión entre marido y mujer. Amigos. Familia. Por cada lado de los causantes de aquel momento mágico, debían estar felices, disfrutando con una charla amena, conociéndose, bailando tras el baile de apertura orquestado por la pareja del momento. Todo debía ser de color de rosa, fácil, sencillo...feliz.
Pero aquella boda, era lo opuesto. No había felicidad. No había amistad. Todo era tensión. Oscuridad. La felicidad había sido vetada de aquel evento tan cruel e impuesto, dejando a la novia completamente sin nada, descubriendo que estaba siendo ligada a un hombre que no amaría por nada del mundo, por más que él lo intentara. Raiser no era un hombre para amar. Era uno para odiar y ella lo hacía fervorosamente desde lo mas hondo de su alma, desde lo arraigado de su corazón. Rias Gremory deseaba anular como fuera aquel compromiso, deshacerse de Raiser por la eternidad y no volverlo a ver jamás, olvidando aquel suceso.
Nada en el Inframundo era sencillo.
Estaba allí, tras perder la oportunidad de librarse de su prometido, sintiendo el brazo de su futuro esposo aprisionándola, pegándola a su cuerpo desde la cintura, observando con creciente incredulidad a su querido y amado [Peón], quien mantenía un jadeo constante, fulminando a los invitados con sus ojos avellana, esperando algún movimiento del lado de los diablos presentes.
Aunque la presencia de Hyōdō Issei realmente fue confusa, extraña y poco esperada...nadie esperaba a la persona a su lado, vistiendo su gakuran negro con el haori sobre la chaqueta, meciéndose con el aire fresco de la noche que entraba por la puerta destrozada, agitando su vestimenta, su cabello dorado. Orbes azules examinaban a cada presente. Los dedos de su mano izquierda, masajeaban el cuero que formaba la empuñadura, sintiéndolo suave, nueva.
Uzumaki Naruto se mantenía impasible, con su metro sesenta y dos, completamente erguido, calmado. Estaba estirado, sintiendo cada mirada sobre él y la sangre que estaba a sus pies.
Había rebanado el cuello de uno de aquellos guardias. Algo poco...ético, contando que no eran invitados demasiado deseados, por lo que podía percibir y estaba siendo evaluado.
Estaba en la boca del lobo. Un contingente de demonios delante. Y estaba parcialmente solo. Issei no era muy bueno combatiendo o manchándose las manos con la sangre de inocentes, cuando gente como Raiser debía ser borrada del mundo.
Tal vez era bonito ver que había aun buenas personas ajenas a la muerte. Pero cuando habías vivido una guerra, una masacre, toda tu mente cambiaba. Y eso había pasado con él, Uzumaki Naruto, Décimo Rey de los Uzumaki.
Rash
Naruto movió los ojos, observando a un segundo guardia sobre él. Sentía el frío de aquel mandoble en su cuello. Había tensado los músculos. Estaba a punto de atacarlo. Tomaría su cabeza. Solo un segundo le tomaría...
Plap plap plap
Todos los ojos se movieron hacia una figura que resaltaba por su vestimenta. Una túnica oscura, larga, con hombreras que obligaban al cabello rojo del hombre a moverse, solo un poco.
Issei ensanchó los ojos, sorprendido. Naruto supo entonces que el portador de la Booster Gear había percibido su poder, el aura que estaba exudando. Solamente por él.
Sirzechs Lucifer.
Naruto había oído del Maō cuando estuvo con los Cazadores de Demonios. Incluso su hermano le comentó sobre el nuevo Lucifer, aquel que había terminado con la guerra civil del diablo, mostrándose como un Super Diablo, con un poder más allá de lo imaginado por los anteriores habitantes del Inframundo, igualando al hijo del verdadero Lucifer, aquel que cayó ante Elohim.
Realmente es poderoso. Tal vez deba liberarlo...
Frunció el ceño cuando el Maō se detuvo a unos pasos. Diez metros los estaban separando y el guardia detrás de él no parecía querer separar la hoja de su cuello.
Naruto sopesaba sus posibilidades para deshacerse de aquel diablo y defenderse del poder de la destrucción del Lucifer. Solo contaría con una fracción de segundo y aun no contaba ni con un cuarto de su verdadero poder. Hacía unos días que había vuelto a entrenar, siguiendo las directrices de su maestro cuando aun estaba al mando del clan. Su padrino realmente lo había educado demasiado bien. Tanto a él como a su mejor amigo.
Respiró hondo. Relajó cada músculo de su cuerpo. Separó las piernas. Flexionó las rodillas. Sintió el mango de la Nichirin en su mano, suave, dispuesta a moverse.
Un cazador debe de dar hasta el último aliento, la última gota de sangre. Si obtengo la cabeza del Lucifer, realmente sería un gran paso para los cazadores.
―Veo por tu postura niño, que eres un diestro espadachín. Fujikawa fue un alumno del legendario Sōji Okita. No cualquiera habría podido tomarlo por un minuto completo y tú lo mataste en cuanto, ¿un segundo? Solo vi un movimiento de tu lado, chocando con la katana de tu adversario y al segundo su cabeza rodó por el suelo.
Sirzechs mantenía un rostro amigable, con una pequeña sonrisa en los labios, observando a Naruto con sus ojos, examinándolo, intentando tomarla la medida. El Uzumaki notaba el sutil escrutinio del rey demonio sobre su persona, pero no hizo ningún gesto. No estaba molesto porque vieran su habilidad. Solo había venido por Rias. Lo demás, solamente era daño colateral.
―¿Podrías darme tu nombre?―Sirzechs preguntó amigablemente, no molestándose ante los fríos ojos del cazador.
Uzumaki relajó el rostro. Intentó mantenerlo impasible, neutro ante los ojos del Maō, levantando la cabeza y viendo los ojos del super demonio con los suyos propios.
Está dispuesto a una lucha directa si es necesario, revelo Naruto, sabiendo que la presencia del Maō era un factor que había tenido en cuenta, pero que había deseado no tener nada con aquel que había frenado a Rizevim en la guerra, aunque no lo había matado.
―Es descortés preguntar un nombre, sin dar el suyo―Naruto declaro, sin achantarse ante las miradas oscuras de los presentes en la sala. Sentía los ojos de los diablos, ofendidos por como había tratado a su señor.
Sirzechs alzó el brazo, deteniendo cualquier replica de sus hermanos. Quería, como rey demonio, que no hubiera mucho más derramamiento de sangre. Perdieron muchos hermanos en la guerra santa y, posteriormente, en la civil.
―Aunque sé que sabes mi nombre, no tengo objeción en dártelo. Sirzechs Lucifer, para servirte, humano―se presentó, dando un leve movimiento de cabeza.
Naruto se dio cuenta de lo imposible que sería sacar de quicio al Lucifer, a menos que fuera atacando a su familia, a su hermana. Sería un movimiento suicida y que él no tendría en cuenta. No estaba para matarla a ella, si no para sacarla del lugar.
―Uzumaki Naruto―devolvió el gesto del cazador, sin apartar la mano de la empuñadura de la katana. Cualquiera en la sala, a parte del guardia, podría querer tomar su cabeza, sabiendo que era humano. No desprendía ningún olor distinto, aunque su aura era claramente superior a la de un ordinario humano.
Por ello, mantener la guardia en alto era lo mejor.
―¿A qué debo tú intromisión y la del Sekeryūtei en la boda de mi hermana pequeña?―el Lucifer dejó caer la pregunta, aunque Naruto sintió los ojos del Maō ligeramente brillosos, como si estuviera siendo un niño realizando una travesura y sus padres no lo estaban pillando.
Pam
Antes si quiera que Issei o Naruto pudieran responder, un golpe había detenido la conversación de los tres. Raiser estaba apretando fuertemente la mandíbula. Naruto juró oír como crujía por la fuerza del rubio. Se notaba su furia, como parecía querer descontrolarse. Naruto lo veía en sus ojos, lo notaba en su lenguaje corporal.
―Lucifer-sama―fuertemente, el hijo mediano de los Phoenix habló, separándose de Rias y caminando hacia Sirzechs con pasos erráticos, probablemente debidos a la ira que estaba conteniendo―. No debería buscar una explicación a su presencia. El pequeño reencarnado de su hermana, se sintió humillado ante mi fuerza superior, mientras que el...humano solamente parece querer mostrarse superior a seres sobrenaturales.
Su voz se oyó por la sala. Orgullosa. Burlesca. Con rabia contenida. Naruto sacó muchas emociones de aquel tono y sonrió internamente. Odiaba a Raiser Phoenix y ahora no se tentaría la mano.
―Raiser-kun. Es de mala educación tratar así a dos personas, aunque una de ellas es del séquito de mi hermana y el otro ha matado a uno de los guardias―expresó Sirzechs, en ningún momento mostrándose molesto ni apartando los ojos de los intrusos―. Primero, veamos que es lo que quieren, ¿sí?
―Eso es fácil―Issei habló, dando un paso y haciéndose notar ante los demonios―. ¡Queremos a Buchō de vuelta!
―Mocoso insolente―Raiser gruñó―. Gané el Rating Game. Rias Gremory me pertenece ahora. Y nada ni nadie podrá poner una objeción. Los ancianos lo han dispuesto y el consejo está de acuerdo.
―Bueno, es algo superficial lo que has dicho―una nueva voz declaró, poderosa, cavernosa...antigua.
Cada diablo en la sala, incluyendo al Maō Lucifer, observaron a la figura con sorpresa, no creyendo que Él estuviera entre ellos, acudiendo a la boda que el consejo planificó, ni que estuviera dispuesto a deshacerla.
Cabello negro y ojos suaves y violetas. Todo el mundo conocía aquellos ojos suaves, aquella aura fuerte y que dejaba presencia por donde pasaba aquel diablo. No era poderoso como Sirzechs; pero obtenía otra clase de poder más...político.
―Z-Zekram-sama.
El miembro del consejo que había acudido a la boda (uno de los dos, de hecho), cayó de culo al ver a Zekram Bael en la boda, vestido de gala, mirando a cada diablo en la sala y concentrándose finalmente en el único humano allí.
―Oh, Naruto. Es bueno verte bien―el señor de Bael declaró, extendiendo el brazo hacia el Uzumaki. Siguiendo la etiqueta, Naruto aceptó la mano del diablo más poderoso dentro del Inframundo a modo político. Mientras Sirzechs era conocido por su poder bruto de combate, Zekram era líder de los Bael, aquellos que eran reyes tras Lucifer y quienes tenían el poder político del Inframundo en sus manos―. Lamento de lo de tu...situación. Ahora, ¿por dónde íbamos?―Zekram se volvió hacia Raiser, pasando brevemente los ojos sobre Rias―. Si es cierto todo lo que mis informantes han obtenido, pequeño bribón, la presencia de un miembro del Cuerpo de Exterminio de Demonios, es completamente justificable.
―¿Qué?
―Cuando visitamos el mundo humano―ante la confusión de Raiser, Zekram comenzó a hablar nuevamente―; los diablos tendemos a dejarnos llevar. ¿Cuánta sangre corre por tus manos, Phoenix? Tus actos han movido demasiado papeleo últimamente, del que esto completamente al tanto.
El viejo Bael sonrió descaradamente al ver el sudor escurriendo por el rostro del pequeño diablo, como parecía haberse dado cuenta de que había sido pillado completamente, que no tenía una escapatoria real de sus actos. Solo le quedaba defenderse fútilmente de las acusaciones...antes de morir.
Muchos pensarían que Zekram Bael odiaba a los humanos, que no quería mestizos en el Inframundo. Y ciertamente era así. Zekram quería un Inframundo lleno de diablos de sangre pura, que respetaran las leyes; una ley que Raiser rompió. Al menos, una de ellas.
Zekram sabía de la importancia de los séquitos tras la guerra civil. Estaban en números rojos en cuanto a diablos de sangre pura, y conocía todo lo que pasaba. Por ello aceptó los planes de Ajuka y Sirzechs, obligando y dando su punto a los ancianos del consejo. Lo que importaba era mantener el Inframundo, no destruirlo.
Y Raiser parecía querer destruirlo, algo que Zekram no toleraría.
―¿A qué se refiere?―intentando verse calmado, Raiser respiró hondo e intentó mandar el nerviosismo a lo más hondo de su propio ser.
―Cuando un diablo mata o tortura un alma humana, debe seguir unos pasos. Pasos que se borraron cuando se creó la ley sobrenatural de mantener ajenos a todo ser humano de nuestro mundo, a menos que él estuviera consciente de ellos―Zekram declaró, examinando el rostro del diablo―. Ley que has roto.
―¡Rias también lo hizo al reencarnar a un humano sin consentimiento de su lado!―Raiser rugió, señalando a la adolescente con el vestido blando. La Gremory abrió los ojos, sintiendo la mirada de Zekram sobre ella.
―Oh, ella. Su caso es especial, pequeño insecto―gruñó el propio Bael, mirando furiosamente al rubio―. Y espero que no hagas un berrinche, porque tengo una propuesta para ti.
Raiser, resignado, asintió ante las palabras del Bael, sintiendo ahora los ojos sobre él.
―Dígame, Lord Bael.
Zekram sonrió.
―Lucha contra el cazador aquí presente. Si le ganas, todos los cargos en tu contra serán removidos, así como la vergüenza que recae sobre tu familia ahora. Si no...bueno, no veras más la luz del día―Zekram informó, siendo más una orden que una oferta. Todos lo oyeron así.
―Bien. No tengo otra opción.
Rash
Naruto removió el haori, haciendo que los pendientes hanafuda se movieran y pasó la vestimenta a su compañero. Issei la obtuvo, parpadeando y algo confundido, no comprendiendo como alguien los había ayudado.
―Ah, sí. También, tu compromiso queda cancelado―el Bael declaró, girando sobre sus talones. La tela de la capa rozó el suelo mientras el diablo se marchaba, dejando a los invitados a la boda cuchicheando, susurrando y no entendiendo como alguien como Zekram Bael, conocía a un simple humano.
―Bueno―dudoso, Sirzechs comenzó a hablar. El Maō estaba visiblemente sorprendido por lo acontecido, y no sabía como actuar. Aclaró su garganta, mirando primeramente al Phoenix y luego al Uzumaki―. Esto se hará en una dimensión de bolsillo. Seguidme.
Campo de la dimensión de bolsillo
Naruto clavó la Nichirin en el suelo, observando como su katana se mecía, vibrando. Tomó las mangas de la parte superior de su gakuran y comenzó a arremangarlas, mostrando sus antebrazos llenos de cicatrices. Habían sido visiblemente hechas por cadenas de púas, formando líneas con pequeños puntos que indicaban los lugares donde dichas púas habían ingresado en la piel.
Detuvo sus movimientos cuando la tela de las mangas llegó a los codos. Movió la mano derecha, tomando el mango de su espada. Sentía los ojos de Raiser sobre él, así como el de cada espectador en las gradas. No le importó demasiado.
―¡Pueden comenzar!―la suave voz de Grayfia resonó sobre ellos, haciendo vibrar el escudo que impedía que los ataques llegaran a los espectadores.
Naruto se desplazó, intentando ir hacia Raiser.
Floosh
Saltó hacia atrás, encontrándose con un muro llameante sobre él, impidiéndole moverse en línea recta, por lo que tendría que sortearlo, algo que Raiser esperó. Pero el Phoenix si podía moverse entre el fuego.
Pam
Tomó la cabeza de Naruto y giró, estrellando al rubio contra el suelo, sonriendo al ver a su rival derribado en unos segundos. Los aplausos no se hicieron esperar, a pesar de la tensión del encuentro.
―¡¿Eso es todo, ningen?! ¡Será demasiado fácil obtener tu cabeza, así como mi libertad!―Raiser declaró, apretando su agarra sobre el rostro del Uzumaki, comenzando a prender su brazo en llamas.
Pom
Raiser miró una mano aferrándose a su muñeca, a su brazo en llamas. ¿Cómo era posible? ¡Un humano estaba atravesando sus llamas!
―Realmente demasiado fácil―asintió Naruto, haciendo una llave sobre el brazo de Raiser, derribando al noble diablo contra el suelo, sin miedo a su fuego―. Pero más que para ti, para mí realmente.
Raiser intentó levantarse.
Pam
Un pie sobre su nuca lo detuvo. Pudo mover los ojos brevemente hacia arriba, encontrándose con los orbes cerúleos de Uzumaki Naruto sobre él, escrutándolo.
―¡¿Qué miras, bastardo ningen?!
―No necesito mi espada para matarte―expresó el rubio, retirando el pie de la cabeza del demonio, sin miedo―. Y eso significa que no eres más que un insecto para mí. No, ni siquiera un insecto. Simplemente eres una gravilla en mi camino.
―¡¿Cómo osas...?¡ ¡Gah!
El brazo de Naruto agarró el cuello del Phoenix, deteniendo las palabras hilarantes de su enemigo.
Pam
Azotó al rubio Phoenix contra el suelo, colocando la rodilla derecha sobre su pecho.
―¿P-por qué quema?―susurró el diablo.
Naruto no contestó enseguida. Detuvo el brazo izquierdo de Raiser con su mano, mirando con ambos orbes azules a su enemigo.
―¡Quema!
―Por supuesto―el rubio de ojos zafiro declaró lentamente, apretando su mano sobre el cuello del Phoenix―. El agua bendita anularía tus poderes y produciría quemaduras en un diablo.
―¡¿Cómo osas...?!
Clank
Naruto, no perdiendo el tiempo, tomó su espada de un tirón, revelando la hoja de la Nihirin ante al desesperado Raiser.
―Ellos esperaban un combate épico. Pero solamente eres una rata que no merece mi tiempo, Raiser. Zekram fue amable al darme tu vida, pero no pienso mostrar mis habilidades o lucirme cuando ni siquiera lo mereces...ni ellos lo hacen―declaró el Uzumaki, dando un gesto hacia los espectadores, susurrando en el oído del Phoenix―. Por ello, no veras más la luz del día. Has perdido.
―Tch. No pienso ir a la cárcel.
―¿Cárcel? Nunca dije que ibas a salir vivo de aquí.
―¿Q-qué? ¡Pero yo...!
Rash
Pic
Naruto sintió las gotas de sangre sobre su rostro, salpicando su ropa. No le molestó. Estaba acostumbrado. La sangre era parte de su trabajo. No podía echarse hacia atrás.
Levantó la mirada, observando a los espectadores, concentrándose en un sector.
Los Phoenix realmente no estarían contentos.
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