4. Pendientes hanafuda
La semana había pesado sin demasiados incidentes importantes en la jornada escolar, que ni siquiera era importante pensar en lo que había pasado, aunque recordaba ligeramente como Gremory lo había regañado por meter en problemas a uno de los miembros de su club, el Club de la Investigación de lo Oculto, si el Uzumaki no recordaba mal. ¿Realmente esa chica lo iba a meter en medio de los problemas de su compañero? No dijo nada en aquel momento y solo inclinó la cabeza, dando por zanjada aquella conversación. Su interés en los problemas de un adolescente que se dejaba llevar por las hormonas en vez de por su cabeza, no podía realmente interesarle menos. Había superado los exámenes parciales que los maestros le habían puesto a lo largo de la semana y cada tarea la había entregado a tiempo, teniendo después de semanas, al fin un fin de semana libre. Dos días completamente para él. Podría dormir. Comer ramen. O leer un poco.
Desde un tiempo, Naruto descubrió que bailar bajo la nieve también era algo que le gustaba. Una tradición que su familia había mantenido viva con su madre, él ahora necesitaba hacerla. Se veía relajado, alejado de todo lo oscuro del mundo cuando comenzaba a danzar, orando a los dioses que velaban por ellos. Le encantaba sentir la nieve golpeando su torso desnudo, poder sentir el piso frío y cubierto de nieve. Eran sensaciones que necesitaba una vez al año, cuando el festival de fuego debía hacerse. Pero aun le faltaban unos meses para eso. Medio año probablemente. Solo hacía cuatro meses que había hecho el anterior, justamente casi al entrar en la academia Kuoh.
Pero sentía la sensación de querer volver a hacerlo, danzar bajo las nubes oscuras con el frío viento helado de invierno golpeando su piel. Era extraño, pero lo amaba. Nunca sintió frío. Su piel parecía cálida por más frío que hiciera. Podría estar desnudo en una Tundra cubierta de nieve y hielo, y sería feliz, por más frío que hiciera. No era algo normal ni que gente normal pudiera comprender; pero él no era completamente normal. Su pasado lo indicaba, con el peso de las acciones que había cometido años atrás y que lo alejaron de su mundo.
Respiró hondo, llenando sus pulmones de aire mientras sentía el agua helada cayendo sobre su cuerpo, mojando su torso desnudo y empapando su pantalón corto, su bañador. Uzumaki Naruto había tomado el sábado de aquel fin de semana libre para centrar su mente, alejar los fantasmas de su pasado a un recóndito rincón y guardarlos bajo llave para que no volvieran a escapar de la caja de pandora, su caja de pandora. El pasado debía de quedar completamente enterrado y sin posibilidad de molestarlo, no cuando podía hacer una vida medianamente normal sin la necesidad imperante de meterse en los problemas ajenos a su vida misma o que estuvieran ligados a lo sobrenatural. Su tiempo había pasado.
Tomó la pose de loto, con las piernas cruzadas, dejando la espalda completamente recta, tensa, con el peso de la cascada golpeando su piel, obligándolo a cerrar los ojos e intentar dejar su mente completamente en blanco, sin pensamientos que lo perturbaran. Naruto exhaló una enorme bocanada de aire, dejando ver un inmenso vaho que se perdió entre la espuma causada por la inmensa cascada.
Le traía recuerdos de su entrenamiento con un hombre demasiado orgulloso para llorar abiertamente, un buen hombre que le enseñó uno de los caminos de la espada, aunque su propia familia tuvo uno y jamás lo había usado, por más que supiera cada paso de la danza. Podría recrear los movimientos perfectamente. Los tenía no solo grabados en su mente, si no en su cuerpo también.
Des entrelazó las piernas y saltó al lago, hundiéndose completamente en la helada agua y braceó, buscando el extremo de la tierra donde había dejado su ropa de recambio. Naruto tragó todo el oxígeno posible, teniendo una inmensa capacidad pulmonar fuera de lo normal, todo gracias a sus maestros.
Salió empapado, con el cabello cubriendo levemente su rostro, goteando por su piel mientras caminaba, tomando la toalla. La pasó por su rostro, obligando a la vez a su cabello a peinarse, quedando un mechón yendo a cada lado, como si fuera una explosión, lo que el zorruno rubio encontraba realmente molesto y a la vez útil. Si se levantaba, no le hacía falta un peine. Su cabello era indomable y sería imposible de mandarlo hacia abajo por peluqueros inútiles, a menos que el mismo cabello lo quisiera. Cualquiera pensaría que el pelo del muchacho estaba vivo; pero era lo que el mismo Naruto creía. Si no, ¿cómo era posible de su pelo volviera a la misma posición?
Dejó esos pensamientos para otro momento, secando el resto de su torso con la misma toalla, suspirando con calma. Había sido un buen rato a solas, tal vez demasiado y no había avisado en la residencia, por lo que todo se podría complicar para él. Naruto suspiró, gruñendo internamente si llegaba demasiado tarde y terminó de vestirse, decidido a descender la montaña en la noche, por más frío que hiciera. Él no lo estaba sintiendo, si era sincero con quien le preguntaba.
Olfateó el aire, frunciendo el ceño al notar en el ambiente el olor a sangre. Hacía demasiado que no notaba un olor singular como aquel, a parte de la misma sangre. Era el olor de un demonio, y no precisamente de los amigables.
Uzumaki Naruto tomó el bokken que había mantenido consigo, siendo una espada de madera que solía usar para entrenar con su familia. Se notaba desgastado, con la hoja algo rota y astillada. Hizo un mohín al ver las infinitas grietas en el bokken representando cada enfrentamiento que tuvo con su hermana.
Pero nuevamente no era el momento de dejarse hundir en el pasado, aquel inmenso agujero que era completamente oscuro para él y que le llevaría días encontrar la salida. Aferró la mano sobre el mango de este bokken y comenzó a caminar hacia la ciudad, oyendo y prestando atención a su alrededor.
Movió la cabeza cuando una rama crujió a su izquierda, no encontrando nada extraño más allá de la inmensa oscuridad. Estaba rodeado de oscuridad y árboles.
Naruto detuvo sus pies, sintiendo algo que golpeaba su cabeza. Llevó la mano a la misma y sintió algo cálido, húmedo. No era sangre. Era saliva, inmensa saliva.
―¡Ningen!
El Uzumaki saltó hacia atrás, evadiendo a un cuadrúpedo monstruo de piel grisácea, ojos rojos y cabello oscuro, alargado, mostrando dientes afilados y sobresalientes manchados de sangre y carne, lo que el chico encontró realmente repulsivo. Naruto deslizó las piernas, agarrando fuertemente el bokken.
―Un demonio―declaró, entre dientes, mirando al monstruo que lo observaba, relamiéndose con una inmensa lengua, babeando. Si no lo hubiera reconocido, casi era parecido a un camaleón enorme o un jabalín el doble de tamaño normal.
―¡Ningen!
El demonio se lanzó contra el rubio. Naruto respiró con calma, centrándose completamente, hinchando su pecho con aire y saltó, golpeando la cabeza del monstruo con la hoja del bokken, mandando al ser contra un árbol. Movió la cabeza, viendo como este volvía a ponerse en pie sin miedo ni daño presente. Un bokken no lo mataría.
Respiración del agua. Saltó hacia arriba, evadiendo el movimiento del demonio, aferrando con fuerza el bokken con sus dos manos, respirando con calma, haciendo uso de la Respiración de Concentración, mandando oxígeno por cada parte de su cuerpo. ¡Primera Postura: Tajo de la Superficie!
Envolviendo la hoja del mismo bokken con algo semejante al agua, movió la espada de madera a tiempo que el demonio iba a por él desde abajo, cortando de este modo la cabeza del demonio con un solo movimiento.
Cayó sobre sus piernas, oyendo justo detrás de sí mismo como el ser caía, estrellándose contra el suelo y levantando polvo. Naruto soltó el aire contenido, calmando su mente. Sabía que, sin una nichirin, el demonio se regeneraría completamente y volvería a la carga.
―¡Muere, ningen!
Naruto movió la cabeza, encontrando que su tiempo de reacción era bajo para esquivar algo estando agazapado. Habría intentado saltar, pero igualmente llegaría tarde.
Movió el bokken, recibiendo un golpe directo del brazo del demonio, siendo empujado contra un árbol y escupiendo sangre. El demonio presionó con su brazo izquierdo al Uzumaki, impidiendo que el muchacho pudiera deshacerse de las garras del monstruo, mientras este mismo recogía su cabeza.
―Ja, usar un palo. Los Cazadores de Demonios habéis caído tanto en el olvido, ¿qué usáis palos ahora? No entiendo como unos simples humanos pudieron vencerlo a él―declaró el demonio, relamiéndose al mirar al muchacho―. Podré disfrutar de tu carne...
―¡Respiración del Sol!―gruesa, vieja, cansada, una voz atrajo la atención no solo de Naruto, si no del demonio también―. ¡Primera Forma: Amanecer!
Naranja como el mismo sol, un tajo poderoso rasgó la piel del demonio, cortándolo en dos y dejando libre al Uzumaki, quien tosió levemente contra su mano, encontrando algo de sangre en la misma. El chico parpadeó, no creyendo lo que había oído. ¿Respiración del Sol? Naruto levantó la vista, viendo a un anciano envainando su katana nichirin en su vaina. Su cabello era completamente blanco, atado en una inmensa coleta con una marca sobre el lado izquierdo de su cabeza, en forma de llama roja como la misma sangre.
¿Un cazador...usando la primera respiración?
Incrédulo, el Uzumaki se puso de pie, aun sin poder decir nada, estudiando el rostro del hombre. Piel vieja, arrugada y con marcas de guerra. Era un anciano que podía deshacerse de demonios. Nunca vio nada igual. ¿Cuántos años tendría aquel hombre? Sus ojos eran blancos, sin luz alguna. Había matado a un demonio, estando ciego.
Un leve sonido, le hizo mirar hacia los pendientes, ensanchando los ojos cuando observó los pendientes de cartas hanafuda con el sol grabado. Solo una familia, un hombre los había llevado. Sumando todo lo que había visto, todos esos indicios, la identidad de aquel hombre le estaba demasiado clara, pero debería estar muertos, enterrado o incinerados.
―No puede ser...
―Ay, ay, ay mis huesos―murmuró el viejo cazador, palmeando su propia zona lumbar, mientras el rostro de Naruto tomaba una cara de póker al ver el actuar de aquel hombre. ¿Realmente era quien pensaba?―. Llevo mil años sin patear traseros de demonios.
No, no puede ser él, ¿verdad? ¿Es por su vejez?
Naruto se debatía por la identidad de aquel hombre, quien seguía hablando solo, mirando hacia la nada, lo que el muchacho realmente encontró ridículo. Tomó su bokken, levemente manchado con sangre y la limpió con algo de hierba, guardando aquel palo en su mochila de nuevo, pensando en llevar algo mejor la próxima vez. Había estado algo dormido al moverse, por lo que debería volver al entrenamiento activo si no quería verse asesinado.
―¡Eh! ¡Gaki!―rápidamente, el anciano agarró del hombro al Uzumaki, quien se sorprendió, quedando completamente parado en el lugar sin reaccionar―. Eso de allí fue una respiración, ¿no? ¿Cazador de Demonios?
―Lo fui una vez―el rubio admitió, recordando a sus hermanos de respiración, como una vez los consideró, antes de todo aquello. Apretó los ojos fuertemente y calmó su respiración, mirando al anciano―. ¿Quién eres tú? No eres un cazador de esta era, anciano.
―¡Yijajaja!―el hombre rio, elevando la risa por encima de los propios árboles, alejando a los pájaros y cualquier animal cercano quienes, junto a Naruto, miraron al hombre de pendientes hanafuda de una manera extraña, debido a su actuar―. ¡Eso es cierto, gaki! ¡Soy el grandioso Tsugikuni Yorīchi!
Nunca quiso creerlo, realmente que no quería. ¿El usuario de la Respiración del Sol, un viejo lunático? Naruto palmeó su rostro, bajando la cabeza y negando con la cabeza un poco, intentando que aquello fuera un mero sueño y que pudiera despertar. Miró hacia el cielo, encontrando la luna ya presente. Su día libre se la pasó en la cascada y ahora hablando con aquel anciano.
Bufó algo molesto, mirando directamente la sonrisa calmada del hombre, de uno de los más poderoso usuarios de la Respiración del Sol, aquel que se decía que presionó a Kibutsuji Muzan durante el pasado para obligarlo a quedar encerrado.
Si no lo reconocía directamente, no es porque no fuera real. Ese hombre tenía un aura mucho más poderosa que la de todos los Pilares juntos, algo abrumador. Pero para Naruto, había algo que no encajaba. ¿Cómo era posible que siguiera vivo? ¡Tendría más de mil años! El joven volvió al presente, decidido a preguntar al propio Yorīchi sobre ello.
―Hace una bella noche, ¿verdad?―la voz del anciano cazador lo detuvo, mirándole e intentando comprender sus palabras. Yorīchi sonrió mirando la luna y las estrellas―. Todos tenemos un pasado con el que lidiar, así como algo que no queremos que sea descubierto. Pero no por eso debemos dejarnos hundir en la oscuridad, joven Uzumaki Naruto. Podríamos arrepentirnos de lo que podría pasar o de lo que podemos perdernos por estar ligados a nuestro pasado más que al presente―lentamente, la voz del anciano espadachín se fuer amortiguando, hasta que el silencio llegó al bosque. Naruto miró hacia el hombre, hilando las palabras del espadachín, no encontrando ningún sentido a las mismas. ¿Cómo era posible que supiera su nombre? Era imposible―. El pasado no es algo que podamos borrar; pero nos ayuda a fomentar la creación de un futuro mucho más brillante.
Un solo parpadeo y Tsugikuni Yorīchi habíadesaparecido por completo, como si fuera polvo llevado por el viento que lodispersó por el mundo. Lo único que quedo, fueron sus pendientes de cartashanafuda.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top