8.-
Toda la semana. Absolutamente todos los días, Hayes me había llevado al instituto. Creo que ya se me conoce por ''La chica de Hayes'' lo que es bastante ridículo porque yo no soy propiedad de nadie.
Loev, Austin, Sonny y Nick les parece de lo más gracioso y se meten conmigo por mis bufidos cada vez que escucho eso.
Ahora mismo estamos sentados los cinco en una mesa de la cafetería tomando el almuerzo, los chicos discuten sobre una chorrada a la que dejé de prestarle atención hace quince minutos y Loev y yo preparamos un trabajo de literatura que vamos a tener que hacer juntas, y es el 30% de la nota final.
-Que te digo que si conseguimos un propulsor pequeño y le atamos un bote de cristal, podemos bajar un cacho de nube. -dice Nick seguro. Austin asiente y Sonny niega con la cabeza cansando. Con los días me he dado cuenta de que es el más sensato.
-Pero eso es imposible. Naroa, hazle entrar en razón. -me pide.
Me giro y miro a Nick, que me mira coqueto, como siempre.
-Aunque el cohete llegase a tocar las nubes, ¿qué impediría que ese cacho de nube no saliese del bote? -pregunté sonriendo. Sonny levantó la palma de su mano y le choqué.
En ese momento una chica se sentó a mi lado. Tenía el pelo castaño, largo y liso. Los ojos verdosos y algo achinados. Llevaba una bandeja con comida, me fijé en que llevaba dos donuts e hice una mueca internamente. Sonreía, pero no le llegaba a los ojos. Más bien parecía que le hubiesen puesto don pinzas invisibles en cada mejilla, sujetando las comisuras.
Los chicos la miraron extrañados, Loev incluída. Yo más bien la miraba curiosa.
-¡Hola! Soy Dora. -saludó, quizás demasiado enérgica. No pude evitar pensar en Dora la Esploradora, y vosotras tampoco, no mintáis.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Sonny. Esta chica tenía pinta de ser de último curso, igual que Sonny. Se diferencian bastante bien: maquilladas, llevan bolso en vez de mochila, el pelo perfectamente peinado y cierto aire de ''Joderos pequeños cabrones, el año que viene no estaré aquí y vosotros sí''.
Tiene pinta de Reina del baile.
-He venido a conocer a nuestra nueva compañera. ¿Naroa, no? -asentí, mirándola desconfiada. Nadie se sabe mi nombre sólo por oírlo una vez.- Me gusta conocer a las personas de intercambio, siempre te aportan algo nuevo de cultura, ¿no creéis?
Todos la miramos como si fuese un perro verde, y ya que nadie decía nada, decidí hablar:
-¿Y ya has conocido a Mario? -pregunté ladeando la cabeza.
-¿Mario? -preguntó ella confusa.
-Sí, otro estudiante de intercambio, de Italia. -expliqué y se removió algo nerviosa en su sitio.
Primera señal.
-Ah, sí, me han hablado de él, pero todavía no le he encontrado. Eres la primera a la que veo. -hizo un extraño gesto con las manos y asentí.
No existe ese tal Mario. Segunda señal.
-¿Y bien, chicos, qué os contáis? -preguntó y empezó a comer su diminuto sandwich. O sea, ¿qué es eso? ¿La mitad? ¿Quién se llena con eso?
-Nada. -respondió cortante Loev. Tercera señal, a Loev no le cae bien, y a ella en general le cae bien todo el mundo, por lo que he comprobado en esta semana.
-Venga ya, ¿no habéis hecho nada interesante este verano? -insistió.
Si le contase a esta princesita lo que hice en el verano a lo mejor le daba una embolia aquí mismo. Vale, puede que exagere un poco, pero se asustaría.
Ninguno de nosotros contestó. Creo que no están demasiado cómodos con su presencia. En un abrir y cerrar de ojos se había acabado el sandwich y me miró fijamente.
¿A que adivino lo que viene ahora?
Paseó su mirada por la cafetería, mientras preguntaba:
-¿Queréis los donuts? No puedo más. -soltó un suspiro y se abrazó el abdomen. Esa chica se traga un hueso de una aceituna y se le nota, madre mía.
Adiviné, llamadme Pitonisa Diop a partir de ahora.
Y ahí estaba la trampa. Miré a Loev y le hice una seña con los ojos de que cogiese un donut. Lo pilló al vuelo y prácticamente engulló esa masa asquerosa.
Miré a los chicos, pero estos no lo pillaron. Hombres.
-¿No lo quieres, Naroa? -me preguntó Dora la Exploradora con la misma sonrisa que Chucky. Eso es una mezcla bastante extraña, si te paras a pensarlo.
-No, gracias, ya he comido suficiente. -dije aburrida mirando a los chicos.
-¿En serio? Vamos, seguro que tienes sitio para esto.
Esta tía es gilipollas. ¿Se cree que no me doy cuenta de que quiere saber si soy la mejor amiga de Hayes? Y todo porque publicó ese tweet diciéndolo.
-Me he comido una hamburguesa, dos porciones de pizza y una manzana. Estoy genial. Creo que te hace más falta a ti que sólo has comido un amago de bocadillo. -sonreí falsamente. Ya me cuesta sonreír en general como para tener que fingir con una tía que ni conozco.- Y si no lo quieres, lo tiras. Tú lo has comprado.
Me giré dándole la espalda y miré a Loev, que sonreía divertida y satisfecha. Escuché como bufaba y se iba, dejando la bandeja con el donut.
-¿Quién es Dora? -pregunté a Loev mientras sacudía mi pelo. Acabábamos de tener la clase de gimnasia a última hora, como siempre. Hoy habíamos tardado un poco menos por lo que aún quedaban algunos rezagados por el instituto, entre ellos estaba Dora, a lo lejos.
-Es una de las populares. Lleva obsesionada con Hayes desde que su hermano se hizo famoso, y luego él. -explicó con una mueca.
La escaneé con la mirada. De lejos parece una chica normal, viste un poco pijo para mi gusto y yo le quitaría el pintalabios y la sombra de ojos, porque viene a un instituto, no a un pase de modelos.
Pff, me da pereza sólo el pensar que cada mañana se tiene que maquillar. Y yo que aprovecho hasta el último minuto para dormir...
-Una vía a la fama, ¿no? -me aventuré, y Lisa asintió.- ¿Y se piensa que si se hace mi amiga se acercará a Hayes?
-Probablemente. Que no te engañe su fachada, es fría y calculadora. -dijo observándola también. Se metió en un coche con un chico y desaparecieron por la carretera.
Loev se fue al minuto con Sonny en su coche, y yo busqué el de Hayes. Cuando lo localicé caminé en su dirección y me metí en la camioneta.
-Hola feo. -besé su mejilla.- ¿Podemos pasar por mi casa? Quiero dejar las cosas y cambiarme. -dije agitando mi jersey. Por la mañana hacía mal día, así que me abrigué, pero ahora hace un día estupendo y estoy a dos grados de que me dé un golpe de calor.
-Claro, así les preguntas a Marie y Carl si te puedes quedar a dormir. -sonrió mientras arrancaba el coche.
-¿Qué has hecho esta mañana? -pregunté apoyando la mejilla en el cristal de la ventanilla. Que agradable es hacer eso cuando tienes calor.
-Lo de siempre. -se encogió de hombros.
Lo de siempre significa volver a dormir, ayudar a su madre con algo, hablar con alguno de sus amigos por FaceTime, recoger a Sky, que sale antes que yo, y venir a por mí.
-No sé como eres capaz de seguir una rutina. -me reí.
-Tú también lo haces: levantarte, ir al instituto, volver, hacer deberes, cenar y dormir.
-Pero a mí no me queda más narices. Tú deberías aprovechar cada mañana para hacer algo nuevo. -me senté sobre mi piernas.- Tienes la oportunidad de ir a donde tú quieras, cada día a un sitio diferente. ¡Eres libre! -dije eufórica.
Hayes me miró de reojo y sonrió abiertamente.
-Me encanta cuando sacas tu lado soñador.
-¿Te has parado a pensarlo? Tienes un mundo lleno de posibilidades. Puedes coger el coche y largarte a buscar sitios nuevos, en cambio prefieres una rutina, donde no te tienes que arriesgar. ¡Vive, Hayes Grier!
-Ya vivo, y viajo mucho. -refunfuñó como un niño pequeño enfadado. Porque va conduciendo, si no se hubiese cruzado de brazos.
-No me refiero a eso, claro que conoces ciudades muy chulas, pero no las conoces a fondo hasta que encuentras un sitio por el que puedas recordarlas. Y no me refiero a un monumento o algo por el estilo. Todas las ciudades tienen tesoros escondidos, pequeños detalles que las definen. Muchas veces pasan desapercibidos, pero los habitantes los conocen, sólo es cuestión de buscarlos.
Hayes frenó, y me dí cuenta de que ya habíamos llegado a nuestra primera parada.
-Me lo pensaré. -sonrió Hayes.
Llamé al timbre y Marie nos abrió.
-Hola chicos. -saludó. Besó mi mejilla y la de Hayes con afecto.- ¿Qué vais a hacer al final?
-Se quedará a dormir en mi casa. -dijo Hayes subiendo detrás de mí la escalera. Marie le cogió de la sudadera y tiró de ella, haciendo que mi amigo casi caiga.
-¿Cómo que se queda a dormir? Benjamin...
El ojiazul la miró mal, pero luego cambió su mirada por una de cachorrito.
-Soy inmune a esa mirada. Tu hermano me la hacía para pedirme Skittles de pequeño y he quedado inmunizada.
-Pero siempre le comprabas los Skittles.
-Porque hace esa mirada mejor que tú. -se encogió de hombros riendo. Hayes recuperó la mirada y la intensificó con un puchero.- Agg, está bien. -se rindió al final y el ojiazul y yo chocamos los cinco.
Acabamos de subir las escaleras y caminamos a mi habitación. Cogí una mochila y metí lo necesario. Me cambié en el baño y salí.
-Lista. -dije acabando de ponerme la chaqueta.
-Ya era hora. -se quejó saliendo de mi habitación. Le di una patada en el culo e hizo una mueca de dolor mientras yo reía.
Bajamos a la cocina para despedirnos de Carl y Marie, y estaban discutiendo, qué raro.
-Pero es que me pone esa cara de Bambi degollado y no puedo, Carl. -escuché que decía la chica y me reí.
-Tranquila, con Sky ya tendrás práctica y te podrás resistir. -le guiñé un ojo.- Mañana comemos en su casa, acordaros. -les avisé y asintieron.
Nos despedimos con la mano y salimos de la casa.
-¿Lista para la súper noche?
-¿Qué tiene de súper? -alcé una ceja y me reí de él.
-Comida, pelis, juegos, pizza. -se frotó las manos.
-La pizza es comida, Grier. -dije seria, y luego los dos rompimos a reír.
Vale, esta noche promete.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top