Capítulo 2: el príncipe de Calormen



Telmar, reino de Sahjar.



Faltaban dos días para que el príncipe llegara a Sahjar y ya los preparativos estaban casi listos. Primus se encargaba de la seguridad y Gálatas se encargaba personalmente de los preparativos restantes.

Con un sequito de sirvientes y encargados siguiéndola por la planta baja del castillo, daba órdenes de las tareas faltantes y estos se encargaban de cumplirlas.

- Imagino que ya tendrán lista su habitación – dijo la reina a la jefa de las sirvientas.

- Sí, majestad – respondió esta – también me encargue de que dejaran una cantidad considerable de libros apilados junto a su cama – ante esta confesión Gal giró hacia ella confusa – escuche que le gusta leer toda la noche – respondió inmediatamente la joven.

- En ese caso deberían poner también un barril de cerveza – comento Gálatas reanudando el andar – yo escuche que le gusta beber toda la noche. Pero está bien, hiciste bien en dejarle los libros – y con un último asentimiento de cabeza la joven se retiró.

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El pequeño salón donde la princesa era instruida quedaba justo en el mismo pasillo por donde la reina pasaba. A la princesa le encantaba leer libros, sobre todo los de historia, le encantaba aprender de la historia de Narnia en su época dorada y sobre todo de los famosos y míticos "reyes de antaño".

No olvida que su propia madre y padre aseguran haberlos conocido en persona. Esas historias le fascinaban cuando era niña pero ahora, con un razonamiento maduro, se ha dado cuenta de que eran solo historias de sus padres para divertirla, porque de haberlos conocido, sus padres deberían tener más de tres mil años, y ningún humano o bestia ha sido capaz de vivir tanto tiempo.

A menos que hablemos del mítico león Aslan.

Con los años ha habido mucha polémica en cuanto a este ser, si es real o no. En lo personal Acacia le gustaba creer que hay un ser más grande que ellos mirándolos, con un plan para cada uno de ellos. Ahora, que este "ser" sea Aslan u otro no lo sabía, solo sabía que cuando pedía algo con todas sus fuerzas, su petición rara vez no se cumplía.

Ahora mismo se encontraba con su libro favorito, que narraba una de las tantas leyendas Narnianas que a ella tanto le fascinaban: "el caballo y el muchacho"* cuenta la historia de un niño huérfano que vivía al sur de la ciudad de Calormen y trabajaba para un malvado pescador. Pero un día, se encontró con un caballo Narniano parlante y juntos decidieron ir a Narnia, para finalmente ser libres.

En el camino se encontraron con una joven noble de Calormen, la cual iba huyendo de un matrimonio forzado, junto a su yegua parlante, de Narnia también. En el proceso de sus aventuras, a través de una serie de "lecciones" y encuentros, su compañero descubre que es el príncipe perdido del reino de Archenland, un reino que está al sur de Narnia y es heredero a su trono. Una vez que el muchacho y la jovencita se hicieron adultos, se casaron y trajeron al mundo al rey "Ram el grande, el más famoso de todos los reyes de Archenland"

- Princesa Acacia – el tono autoritario que uso so nodriza para llamar su atención hizo que ella inmediatamente alzara la vista – la lección de historia termino hace quince minutos – dijo la nodriza y Acacia enseguida cerró el libro.

En ese momento se escuchó ajetreo en el patio, seguido del grito del guardia que custodiaba la puerta: "¡abran la puerta!" a lo que el guardia encargado procedió a hacer lo dicho y una vez que la gran reja de madera fue abierta una chica a caballo se hizo paso por el lugar.

Al verla bien Acacia pudo reconocerla: cabello rubio fuerte, ojos marrones claros, labios finos rosados, con facciones dulces pero asentadas con la llegada de la madurez, no era muy alta pero lo que le faltaba de altura lo tenía en belleza y carácter.

Era sin duda su tía Una, su mejor amiga y ejemplo a seguir (después de su madre claro). A veces le costaba creer que su tía fuese solo seis años mayor que ella, y sin embargo, ella es la más alta de las dos.

Al verla bajar de su caballo, Acacia salió de la habitación, aprovechando que su nodriza estaba distraída y corrió al patio del castillo. Al hacer contacto visual con la otra ambas se abrazaron.

Una siempre ha sido un gran ejemplo para Acacia, al ser la mujer más joven en el parlamento de Telmar y la arquera más precisa entre las filas del ejército. Y aun así, siempre ha estado buscando por algo más.

Por supuesto, al tratarse de un puesto como soldado, sus padres estuvieron en total desacuerdo al principio, y de hecho aún lo están pero, digamos que Primus tomo "el control" de la situación haciéndose totalmente responsable de lo que haga y le pase a su hermana dentro y fuera del ejército y el parlamento.

Una siempre ha sido descrita como una joven responsable y propia. Muy inteligente, de gran belleza y carácter. Una jovencita que busca una gran aventura pero también un gran romance. De gran sensibilidad pero con paciencia limitada. La última vez que la perdió, le dio un puñetazo al joven lord Reinhart que no dejaba de acosarla.

Primus tuvo que responder y dar serias explicaciones junto con la advertencia de que si esto volvía a ocurrir, Una sería rebajada de puesto en el parlamento, por lo que ella misma decidió que sería buena idea no volver a menos que fuera una reunión importante.

- Me alegro tanto de que estés aquí – dijo Cacia abrazando a su tía.

- Yo también – respondió Una terminando con el abrazo.

Entonces apareció Primus en el patio y Una también corrió a abrazar a su hermano mayor.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto él.

- ¿No te agrada que esté aquí? – pregunto la joven.

- No, claro que me agrada, solo que no esperaba verte aquí. Creí que estarías con papá – respondió Primus.

- Él quería llevarme – dijo Una algo desanimada – quería presentarme con uno de sus amigos en Archenland. Últimamente se le ha metido a la cabeza que debo casarme.

- Pero – dijo Primus sabiendo que vendría un gran "pero".

- Pero... yo no quería casarme con un total desconocido así que, me escape y vine aquí a pedirle refugio al rey.

- ¿Y si padre o uno de nuestros hermanos llega aquí buscándote? – preguntó el rubio de brazos cruzados.

- Les dices que no me has visto – dijo Una encogiéndose de hombros.

- Sí claro Una y ellos van a creerme – dijo Primus sarcástico.

- Tú eres el rey, puedes echarlos de aquí – dijo la joven cuando un tercero les interrumpió.

- "Rey consorte"– corrigió Gálatas apareciendo en el patio. Una y ella se abrazaron mientras el rey miraba a su esposa incrédulo.

- ¿Rey consorte? – pregunto el rubio.

- Yo soy quién heredo la ciudad ¿recuerdas? – dijo Gal a modo de broma.

- Si lo recuerda, solo quiere sentirse importante – dijo Una siguiendo el juego.

- Adentro, antes de que me arrepienta – dijo Primus poniendo su gran mano en la copa de la cabeza de su hermanita y guiándola adentro.

- ¿Doblegaste la guardia? – pregunto Gálatas al ver arriba y encontrar a dos guardias más en cada torre.

- También enviare guardias al muelle para cuando llegue el príncipe, lo escoltaran hasta aquí – dijo Primus.

- Excelente – dijo Gal mirándolo.

- Nada mal para un "rey consorte", ¿verdad? – pregunto en broma y cuando Gálatas sonrió aprovecho para robarle un beso.



·*[&]*·



Finchley, Nueva Inglaterra.



Lucy podía recordar muchos momentos en los que había estado aburrida, pero ninguno como el rato que pasó en la dichosa fiesta de cumpleaños de Clarisse Montgomery, la mejor amiga de Susan.

Cada vez que su hermana hablaba de sus fiestas siempre las hacía sonar alegres y divertidas, quizás para ella lo eran, pero Lucy por otra parte, sintió que sería aburrido desde el momento en que llego al lugar y saludo a los anfitriones.

- Hola – saludo Susan cariñosamente a la anfitriona y sus padres – lamentamos la tardanza, estábamos terminando de arreglarnos.

- No se preocupen, no pasa nada – respondió la amiga de Susan y cumpleañera.

- Oh, ella es mi hermana Lucy – dijo Susan poniendo a su hermana frente a ella. Lucy saludo cordialmente y le respondieron igual.

- Bueno, ¿Por qué no van y se unen a la fiesta? Nuestro hijo Haymitch ha estado esperando un buen rato para bailar – dijo la señora Montgomery.

- Entonces mejor nos apresuramos – dijo Susan y tomando a Lucy de los hombros se unieron a la fiesta.

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Susan y Lucy se sentaron en una mesa junto a otras amigas de la mayor. La conversación permaneció monótona, entre las últimas tendencias de moda y los chismes en torno a la princesa Isabel II. Susan siempre buscaba una manera de agregar a su hermana en la conversación y está opinaba de lo poco que sabía, pero al rato volvían a cambiar de tema y Lucy quedaba excluida otra vez, aunque no era como si le importara realmente la conversación.

Empezaba a aburrirse, cuando de pronto una sombra la abarco y todas las muchachas en la mesa de repente se callaron. Al notar ambas cosas la pelirroja giró a un lado y se encontró de frente a un joven alto, de cabello rojizo, no muy guapo pero eso era lo de menos. Se presentó como Haymitch Montgomery, por su nombre adivino que se trataba del hermano de la anfitriona, el chico que "había estado esperando un buen rato para bailar".

- ¿Gustas bailar? – pregunto extendiéndole una mano y haciendo una pequeña reverencia.

- Sí – respondió Lucy tomando su mano, quizás bailar la despertaría un poco.

Así que, ambos fueron a la pista junto con otras parejas más. Los músicos empezaron a tocar una vieja canción de salón y todas las parejas incluyéndolos a ellos empezaron a bailar al compás. Era una extraña melodía porque no era un vals pero tampoco era muy movida. Estaba claro que Lucy jamás había bailado algo así, así que solo dejo que Haymitch la guiara y ella seguía sus movimientos.

Desde donde estaba podía ver a Susan quién le sonreía y a veces le levantaba ambos pulgares, estaba claro que su hermana estaba feliz por ella, y Lucy, a pesar de que no entendía bien los pasos, le parecía entretenida la danza. De repente Lucy empezó a mirar a su alrededor y río un poco.

- ¿Te divierto? – pregunto Haymitch con algo de disgusto.

- No, es que por un segundo, imagine a los hombres con vestido y a las mujeres con pantalones – dijo y volvió a reír.

- Sería mejor que mantuvieras tus pensamientos para ti misma – dijo el joven Haymitch sin ningún interés en lo que Lucy dijo, a lo que está acallo la risa y se decepciono un poco.

El baile siguió y todas las parejas formaron dos círculos en el centro de la pista, en uno las parejas caminaban juntas hacia la izquierda y en el otro caminaban al mismo compás pero a la derecha. Lucy se distrajo mirando hacia arriba, viendo una parvada de pájaros formando una V y accidentalmente golpeo el hombro de otra mujer.

- Lo lamento mucho, creo que la señorita está un poco distraída – se disculpó Haymitch con la pareja y sacando a Lucy de la pista le preguntó:

- ¿Qué te sucede?

- Solo me preguntaba que se siente volar – respondió Lucy simplemente.

- Entonces Haymitch hizo un sonido reprobatorio y dijo simplemente – sin duda no eres lo que esperaba. Lo siento – y dicho esto pasó por su lado y se fue.

Fue entonces cuando Lucy regreso a la mesa con su hermana, por suerte las amigas de esta estaban revueltas por la fiesta y Susan se encontraba sola.

- Hola – saludo la pelinegra amable y feliz – y, ¿cómo te fue?

- Fue... interesante – respondió Lucy honestamente.

- Ya lo creo. Bailaste con Haymitch Montgomery, muchas aquí quieren hacerlo – respondió Susan con una sonrisa.

- ¿En serio? – pregunto Lucy en verdad asombrada por ello.

- Sí pero, ¿qué pasó? ¿quiere que bailen otra canción?

- No lo sé, no fue... específico – dijo Lucy no queriendo abochornar las ilusiones de su hermana – pero, creo que puedo quedarme aquí a esperar, si alguien más quiere bailar.

- No, no es necesario. Ven conmigo y mis amigas y seguiremos hablando – propuso Susan sonriente.

- No, no quiero estorbar – la verdad ninguna de las dos opciones que tenía en ese momento eran muy llamativas para Lucy.

- Lucy, ¿qué te dije? Tú no estorbas. Ven, vamos por algo de comer – dijo Susan tomando del brazo a Lucy y guiándola a la mesa de los aperitivos.



·*[&]*·



Telmar, ciudad de Sahjar.



El tiempo ya había pasado en la ciudad de los reyes y finalmente sería la llegada del príncipe Rabadash a Sahjar. El príncipe de Calormen hizo su gran entrada al bajar de su navío junto a varios de sus hombres. Saludo afable a la multitud y en cuanto le entregaron su caballo monto directo al castillo de Sahjar seguido por su caravana y la escolta que envió Primus.

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Estaban todos parados en la entrada del gran castillo. Gálatas y Primus en el centro, Acacia al lado de su madre y Una al lado de su hermano mayor. Escucharon al pueblo vitorear desde lejos, por lo que supieron que el príncipe estaba cerca, y efectivamente luego de minutos, vieron al príncipe Rabadash acercarse en su caballo hasta la entrada.

Sin duda la princesa era la que estaba más ansiosa de conocerle, pues había escuchado varias historias acerca de sus conquistas y batallas en el norte y quería preguntarle por si misma acerca de todas ellas.

Gálatas por su lado, rezaba a cualquiera que la estuviese escuchando que la visita terminara pronto, pues aun recordaba a Rabadash como un mal sueño que volvía a ella para hacerse realidad una vez más:

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Veinte años atrás, cuando Caspian tenía poco tiempo de haber sido coronado rey de Telmar y de Narnia, se convocó a una reunión del consejo completo a la cual asistieron lores, visires y por supuesto el rey y la familia de este, es decir: Gálatas.

El motivo de tan importante reunión, fue una visita inesperada proveniente de Tashbaan, la capital de Calormen, la cual era el mismísimo príncipe Rabadash, heredero de Calormen y conquistador de Samoan y Egida*. El motivo por el cual Rabadash estuvo en Telmar aquella vez, era meramente para ofrecer sus respetos en nombre de él, de su padre y de su pueblo al nuevo rey de Narnia.

Sin embargo, conforme pasaban los días Rabadash se comportaba extraño en presencia de Gálatas, como si tuviera segundas intenciones hacia esta. Incluso le llegó a regalar un hermoso collar de rubíes, el cual ella regalo a una familia pobre.

El último día en que Rabadash estuvo bajo el manto de Telmar, le confesó a Gálatas la fascinación que sentía por su belleza, su agudeza y su forma de pensar y actuar, una mujer tan inteligente y tan correcta, que incluso, se atrevió a pedir su mano en ese momento, por supuesto Gálatas respondió que no, pero Rabadash se marchó ese día con la promesa de que volvería por ella y la tendría, de una manera u otra.

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Gálatas siempre estuvo alerta desde entonces, ante cualquier noticia del príncipe. Pero con el pasar del tiempo y los viajes de su hermano "El navegante" por toda Narnia, ella lo olvidó y por mucho tiempo supuso que el príncipe había hecho lo mismo, pero ahora lo tenía aquí, en frente, a punto de entrar a su hogar con su familia y por primera vez se preguntó, si sería buena idea dejar a este hombre entrar a su hogar.

Rabadash se mostró amable con todos, incluso con su esposo, lo cual le sorprendió más no lo mostró. Su hija fue quien se mostró más abierta, esto a Gal si no le sorprendió, pues sabía de la fascinación de Cacia por los "aventureros", de hecho, su propio tío Caspian estaba en su lista de "héroes".

Pero el momento termino cuando Rabadash posó la mirada en ella. Ver esos ojos de nuevo. Esos orbes que solo representaban posesividad, lujuría y oscuridad. En verdad esperaba jamás volver a encontrarse con esos orbes, pero aquí estaban nuevamente, y estaba segura de que está vez, firmarían su sentencia.

- Majestad – dijo Rabadash mientras besaba la mano de Gálatas – que placer volver a verla.

- ¿Volver a verla? – pregunto Primus, lo que causo en Gálatas un ligero ataque de nervios – mi esposa no mencionó que se hubiesen conocido antes.

- Y no la culpo – dijo Rabadash – fui grosero en ese entonces, y, aunque ya hayan pasado veinte años quiero disculparme, prometo ser más respetuoso esta vez.

Las palabras del príncipe provocaron que Primus mirara desconcertado a Gálatas, en busca de alguna explicación, pero esta solo respondió:

- Gracias por su disculpa su alteza, a pesar del tiempo que ha pasado lo aprecio mucho.

- Claro – interrumpió Una el incómodo momento – hermano, ¿no crees que ya es hora de pasar adentro?

- Sí - respondió Primus aún algo aludido - Adelante su alteza, está en su casa – y dicho esto, los cinco entraron al castillo dejando a la multitud dispersarse a sus espaldas. Si Gálatas tenía algo en claro, es que serían dos semanas largas e interesantes.


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* Las ciudades de "Samoan" y "Egida" no existen en los libros, fueron inventadas por mí.

* La historia que Cacia leía es "El caballo y el muchacho"  el quinto libro publicado por C.S Lewis y el segundo en el orden cronológico de la saga.


Si planeaban leer el libro, disculpen el spoileazo xD


con ustedes: Becca

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