3.

Lucy y yo corrimos hasta la cabaña del señor Tumnus y al ingresar este estaba completamente destruido.

—Ay no...—Tragué saliva.

—Esto es horrible...¿Quien lo haría?—Exclama Lucy mirando todo a su al rededor.

—¿Que dice el papel, Pet?—Pregunté acercandome a él al ver que tomaba una nota que estaba pegada en el muro.

—El Fauno Tumnus está bajo arresto por alta traición contra su Majestad Imperial Jadis Reina de Narnia por asilar y cofraternizar con el enemigo, firma Maugrim, capitán de la Policía secreta.—Lee Peter confundido y le entrega el papel a Susan—Larga vida a la reina..

Mi mirada fué directo a Edmund quien apartó la vista y lo noté nervioso. Rápidamente me acerco a donde él estaba y lo tomé del brazo.
Ambos nos miramos a los ojos y lo veo tragar saliva lo que me hace fruncir el ceño.

Nuestro contacto visual no se rompió por unos minutos. Tuve un pequeño presentimiento que me decía Edmund sabía algo pero rápidamente lo descarté. No podría ser por varias razones.

Quizás solo está preocupado por el Fauno.—Pensé

—Muy bien, creo que es hora de irnos.—Dice muy seria Susan.

—Pero, ¿Y el señor Tumnus?

—Si lo arrestaron por ser amigo de un humano no creo que podamos hacer mucho Lucy.—Le responde su hermana.

—Ustedes no lo entienden, ¿O si? Fue arrestado por mi. El me protegió y la reina lo descubrió.

Siento a Edmund tensarse y yo suelto lentamente su brazo.

—Debemos decirle a la policía.—Exclama Pet. Yo ruedo los ojos.

—Ellos son la policía Pet. Debemos buscar la forma de salvarlos, tranquila Lucy.—Me acerqué a ella.

—____ tiene razón, encontraremos la forma de salvarlo.

—¿Por qué?—Habla Edmund y yo lo miré con dureza.—Digo es un criminal.

—No lo es, idiota.—Gruñí.

Un "Psss" Nos sobresaltó a todos y miramos en la dirección del sonido.

Un pájaro se había posado en uno de los árboles.

—Ese pájaro..¿Nos hizo "pss" A nosotros?

—Creo que debemos seguirlo.—Susurré y fui la primera en abandonar velozmente la cabaña.

Pero el ave sale volando.

Los hermanos Pevensie se acercan hasta donde yo estaba y cuando el sonido de unas ramas se escucharon Peter me puso detrás de él al igual que a sus hermanas.

Escuchamos pisadas y todos nos tensamos. Lucy se aferró a mi abrigo y al brazo de Peter pero cuando creí que alguna bestia nos atacaría, un castor apareció.

Sonreí confundida y nos miramos entre nosotros para luego mirar al castor.

—Es un..¿Castor?—Dice con una sonrisa Lucy.—¿Verdad?

El castor poco a poco se acerca a nosotros mientras olfatea en nuestra dirección.

—Tsss, ven.—Peter poco a poco se acerca extendiendo su mano en su dirección a la vez que chasquea su lengua.— Ven amigo.

Cuando la mano de Peter esta cerca del castor el animal lo mira y luego mira el rostro del pelirrubio.

—No te la hoy a oler si eso es lo que quieres.—Exclama y yo no puedo evitar estallar en risa. Sabía que aquí los animales hablaban pero también me tomó por sorpresa, era muy raro.

—Oh, lo lamento.—Dice apenado Peter alejándose mientras poco a poco dejo de reír pero mantengo mi sonrisa.

—¿Lucy Pevensie?—Pregunta el Castor y la mencionada cambia su expresión, quedando sorprendida.

—S-si.—Responde ella acercándose lentamente al castor.

El animal saca y le extiende un pañuelo blanco en dirección a la niña entrgandoselo.

Lucy lo toma y luego de analizarlo mira al castor.

—Es el que le regalé al señor Tumnus.

—Se lo llevaron después de darmelo.—Respondió apenado.

—¿Pero donde está?

El castor mira a los lados y luego nos hace un ademan.

—Siganme.

Peter, Lucy y yo comenzamos a caminar pero Susan toma del hombro a Peter deteniendo nuestras caminatas.

—¿Que crees que haces?

—Tiene razón ¿Y si nos está engañando?—comenta Edmund.

—Dice que conoce al Fauno.—Exclamó Peter encogiendose de hombros.

—¿Todo en orden?—La voz del Castor interrumpe la charla de los hermanos.

—Solo..hablabamos.—Dice Peter.

—Deberían esperar a estar seguros.—Advierte el animal.

—Los árboles oyen.—Murmuré y comencé a caminar dejando a los Pevensie detrás con sus peleas.

El castor nos llevó hasta su presa en donde nos recibió su esposa. Al principio lo regañó pero al darse cuenta que veníamos nosotros la sonrisa de la señora castor se hizo presente.

—No creí vivir para este momento. —Mira a los hermanos Pevensie y cuando me mira a mi chilla en emoción.—No puede ser...¡Castor! No me diste ni diez minutos para arreglarme.

—No hubieras Estado lista ni aunque te diera un mes.

Susan, Lucy, Peter y yo reímos.

—Vengan. Entren.—La señora castor nos invita a pasar y asi lo hacemos.

Todo era bastante hogareño y, a diferencia del exterior, estaba calido.
Nos sentamos en la pequeña mesa y Susan me sirvió té.

—¿Hay alguna forma de ayudar al Fauno?

—Debe estar en el castillo de la bruja y ya saben lo que dicen. Solo algunos han cruzado sus puertas y vuelto a salir.

—¿Algo de comer?—Interrumpe la señora castor dejando una bandeja de truchas.—Pero hay esperanza querida.—Dice posando su patita en el brazo de Lucy.— ¿Hay esperanza verdad?—Ahora le pregunta a su esposo quien bebía de su vaso. Ante la pregunta escupe un poco del contenido y asiente.

—Oh. Claro.—Dice con una sonrisa.—¡Hay algo más que esperanza!—El castor mira a los lados e inclina su cabeza en nuestra dirección. —Aslan está en camino.

Aquellas palabras hacen que me ahogue con el té y la taza cayera de mis manos.

—¡____!—Exclama Peter mientras me deja palmadas en la espalda.

—E-estoy bien—Murmuré y mi mano tembló mientras me levantaba estando dispuesta a limpiar mi desastre pero la señora castor se acerca rápidamente.

—Tranquila, querida. Siéntate, yo limpiaré esto.

Mi corazón late con rapidez mientras vuelvo a sentarme en otro lugar

—¿Quien es Aslan?—Pregunta Edmund acercándose a nosotros.

El castor ríe divertido pero los Pevensie lo observan confundidos.

—Que quien es Aslan. Ay que simpático niño—El castor carcajea bajo la mirada de los hermanos.

Por mi parte mi corazón aún bombeada con fuerza perdiendome un momento de todo lo que pasaba.

La señora castor le da un golpecito a su esposo llamando su atención y cortando su risa

—¿Que?—Nos mira.— ¿En serio no lo conocen?

Iba a decir que sí pero realmente no lo conocía, solo sabía su nombre.

—Lo lamento, no. Bueno no hemos Estado mucho tiempo aquí.—Responde Pet por todos.

Lucy mira en mi dirección y yo le hago una señal para que no diga nada.

—Bueno no es nada más ni nada menos que el rey de todo el bosque.—Exclama con obviedad y mi rostro empalidece. Nadie dice nada y el castor sigue hablando.—¿El gran jefe? ¡El verdadero rey de Narnia!

—Estuvo ausente muchos años...—Dice su esposa.

—¡Pero ha vuelto! Y los esta esperando en la mesa de piedra.

—¿Como que nos está esperando?—Pregunta Peter.

—No puede ser...—Dice Lucy levantándose mientras mira en mi dirección.— ____....

Ahora todas las miradas van hacia mi.
Tragué saliva mirando a los Pevensie y luego miro a los castores.

—¿Estas bien?—Ahora Susan me mira colocando su mano sobre la mia.—¿Que ocurre, ______?

—¡Su padre es Aslan!—Chilla Lucy dejando a todos boquiabiertos mirando en mi dirección.—¡_____ es una princesa!

—Yo...¿Co-coml dices? ¿Un-Una princesa? No se pasen...—Exclamé sin creer lo que sucedía.

—No puede ser.—Dice el señor castor.—Eres...¡La heredera legítima de Narnia! Cómo no me di cuenta antes ¡Las profecías! ¡Estan pasando todas juntas!

—Jamás crei vivir para éste momento—La señora castor se acerca y toma mi mano.—Es un gran honor estar en su presencia.—La roedora deja un beso en mi mano.

Yo aún seguia en shock.

—¿Que profecía?—Pregunta Edmund sin quitar su vista de mi. Me miraba asombrado pero lo camuflaba con un ceño fruncido.

—El regreso de Aslan, el regreso de su heredera, Tumnus arrestado, lo de la policia..¡Todo está pasando por ustedes!—Explica el castor a los Pevensie con una sonrisa.

—Aguarde, ¿Nos culpan por esto?—Pregunta Susan.

—¡No!—Niega con una sonrisa la esposa del castor.—¡Todo lo contrario!

—Cuando el hijo de Adán en carne y hueso en el trono de cair paravel esté sentado los malos tiempos se habrán ido.—Recita la profecía el castor.

—Oiga señor pero eso no rima.—Exclama de inmediato Susan y yo ruedo los ojos saliendo del shock.

—¡Ya se que no rima! Pero eso no es lo más importante. Si no que, en conjunto a la otra hacen que una antigua leyenda cobre sentido.

—La antigua leyenda dice que dos hijas de eva y dos hijos de Adán serán guiados por la esperanza y mientras esa luz del reino brille la victoria está asegurada contra la bruja blanca y así restauraran la paz en narnia.—Relata la señora castor.

—Y teniendo en cuenta que son cuatro, ¡____ debe ser la luz y esperanza que se menciona ¡Pero claro!—Se emociona su esposo.

—¿Y creen que seamos nosotros?—Pregunta dudoso Peter.

—Pues más vale que lo sean porque Aslan está preparando sus tropas.

—¿Nuestras tropas?—Preguntamos con sorpresa Lucy y yo.

—Mamá nos alejó de una guerra y ahora estamos en otra.—Exclama molesta Susan en dirección a Peter.

Él la mira un instante y luego mira al castor.

—No. Comenten un terrible error. No somos héroes, señor.

—Somos de Finchi.—Completa Susan.—Gracias por su hospitalidad pero debemos irnos.

—Pero esperen.—Niega el castor rápidamente.—No se vayan.—Suplica.

—Tiene razón.—Respalda Lucy mirando a sus hermanos. Tenemos que salvar al señor Tumnus.

—¡Esta fuera de nuestro control!—Gruñe Pet.—Lo siento pero los cinco debemos volver.—Me mira esta vez a mi. Para luego mirar detrás.—Ed.

Al escuchar el nombre del pelinegro rápidamente lo busqué por toda la cabaña con la mirada. ¿En qué momento desapareció?

—Lo mataré.—Bufa Peter apretando sus puños.

—Tal vez no sea necesario.—La voz seria del castor tensa mi cuerpo.— ¿Edmund ya había visitado Narnia anteriormente?

No puede ser. ¿Edmund que hiciste?

Rápidamente me levanto y corro fuera de la cabaña. Los hermanos y los castores me siguieron detrás.

No, no, no. Edmund.

Llegamos a una colina en donde terminaba nuestro camino pero desde allí se podía ver el gran castillo de hielo de aquella bruja.

—¡EDMUND!—Gritó Lucy en su dirección pero de inmediato el castor la calló.

—¡Shh, te escucharán!—Dice el castor y cuando Peter se dispuso a ir tras su hermano el roedor lo toma del saco.— ¡No! ¡Estas haciendo lo que ella quiere! ¡Si van los matara a los cinco!

—¡Pero es nuestro hermano!—Dice histérica lucy.

—Es la carnada.—Me adelanto a decir mirando en dirección a Edmund quien estaba frente a las puertas de ese castillo.

—¡Exacto! Ella los quiere.

—¿¡Por que!?—Pregunta Peter sin comprender.

—Para evitar que la profecía se cumpla, ¿No es cierto, Sr. castor?—Respondí seria mirando en su dirección.

—Así es, princesa.—Responde apenado el roedor.

Nos quedamos todos en silencio observando como Edmund atravesaba aquellas puertas y así perderse en el interior. Sentí un vacío inexplicable en mi corazón y mis lágrimas amenazaron por escapar de mis ojos.

Quería ir por él sin importarme enfrentarme a la bruja pero eso sería una batalla pérdida, incluso antes de que pudiera llegar ya estaría muerta.

Los hermanos Susan y Peter estaban peleando a mis espaldas. Rodé los ojos, estaba cansada.

—¡No peleen! Eso no salvará a Edmund.—Exclamó Lucy colocándose en medio de ellos.

La niña pequeña era mucho más coherente y madura que sus hermanos.

—Lo que se pudo hacer o no quedó en el pasado, debemos encontrar la forma de salvar a Edmund.—Dije fríamente.

—Tienen razón. Ahora, solo Aslan puede salvarlo.—Menciona el castor mirando a los hermanos para finalmente mirarme a mi.

—Entonces hay que ir con él.—Suspira Peter y mira por última vez en dirección al castillo.

Los tres hermanos, el castor y yo emprendimos camino a la presa donde nos esperaba la esposa del castor.

Estaba nerviosa, algo me decía que debíamos salir de este lugar.

—Oigan..¿No creen que deberíamos irnos?—Exclamé y todos me miraron.—Algo me dice que corremos un gran peligro aquí, si la bruja blanca tiene a Edmund y ella nos quiere a los cinco intentará sacarle información.

—Edmund no haría eso, ____.—Dice Peter molesto mientras caminabamos por las Nieves.

—¿Por qué te enojas?—Lo miré con molestia.—¿Tu crees que la bruja quien por cierto nos quiere muertos lo engañó para tomar el té?—le gruñí.—¡Peter debemos...!

Pero unos aullidos me interrumpen. Oh no.

—¡Corran—Grita el castor y todos nos apresurados en llegar a la presa.

La señora castor tomó varias cosas que ella creia necesarias mientras Susan la ayudaba.

Poco a poco los sentíamos más cerca hasta que intentaron romper la presa.

Ya estaban aquí.

—¿Cómo escaparemos?—Pregunté nerviosa y tomé la mano de Lucy.

Poco después de decir eso el castor reveló un pasadizo secreto y de inmediato ingresamos.

Peter tenía la antorcha que iluminaba nuestro camino y no solté a Lucy en ningún momento hasta que se tropieza.

—¡Lu!—Susurré preocupada ayudando a que se ponga de pié.

—Están en el tunel—Murmura ella.

—Vamos, rápido.—Dice el castor.

Corrimos en cuclillas lo más rápido que podíamos hasta que llegamos al final del túnel y por un hoyo arriba pudimos salir al exterior.

Peter fue el último en salir y ambos ayudamos al castor a colocar trabas en la salida para ganar tiempo.

Cuando escuché un quejido miré a Lucy que nuevamente cayó pero esta vez habia algo más que llamó mi atención. Varios animales estaban petrificados.

—¿Que es lo que pasó aquí?—Pregunta Peter.

Yo miré horrorizada a mi al rededor. Un gran enojo se apoderó de mí, esa bruja no sólo iba a pagar por estos y por todos los animales a quien ella mató si no que si se atrevía a tocar un solo cabello de Edmund no descansar la hasta matarla con mis propias manos.

—Esto es lo que pasa cuando haces enojar a la reina.—Una voz nos hace sobresaltar.

Era un zorro.

—¡Si das un paso más, Traidor, te haré trizas con mis dientes!—Gruñe muy molesto el castor y su esposa intenta detenerlo.

—Tranquilo.—Salta desde donde estaba y se acerca lentamente a nosotros.—Soy uno de los buenos.

—Pues estas tan feo que pareces uno de los malos—Vuelve a gruñir el castor.

Si no fuera una situación delicada eso me hubiera dado mucha risa.

—Desafortunado parecido de familia—Suspira el zorro y niega con la cabeza—Despues hablamos de especies ahora tienen que escapar.

—¿Que tienes en mente?—Me apresuré a preguntar y el zorro me sonrió.

Terminamos por ocultarnos arriba en los árboles y el zorro se ofreció como distracción mientras con su cola limpiaba nuestras huellas.

Un golpe nos hizo mirar en dirección al hoyo que habíamos cubierto. Un segundo golpe y los lobos pudieron atravesarlo.

—Saludos, señores.—Exclama gentilmente con una sonrisa el zorro y el lobo quien parecía ser el alfa gruñó.—¿Se les perdió algo?

—No juegues conmigo, se donde está tu lealtad.—Gruñé el lobo alfa mientras los otros ayudaban a rodear al zorro.—Buscamos humanos.

—¿Humanos? ¿Aqui en Narnia?—Ríe el Zorro—¿No creen que esa información es  muy valiosa? —Se burla.

Pero esa burla le cuesta una gran mordida en su lomo. Lucy iba a soltar un grito ante el susto pero Peter logró tapar su boca.

Yo miré horrorizada la escena y quise con todas mis fuerzas ir a ayudarlo pero sabia que eso sería mucho peor, había que seguir el plan.

—Tu recompensa es tu vida.—Carcajea el lobo alfa acercándose al zorro quien era sostenido por otro lobo— No es mucho es algo pero es algo.—Rie.—¿Donde están los fugitivos?

Hubo un gran silencio por unos segundos que parecieron eternos y cuando creí que el zorro iba a delatarnos el dice:

—Al norte, fueron al norte.

—Comiencen a olfatear.—Ordena.

Y con eso arrojaron al zorro a un lado para irse. Cuando estuvimos seguro que de que ya no estaban bajamos del árbol y corrimos hasta el zorro.

—Hagamos una fogata. Pasaremos la noche aquí y al alba emprenderemos viaje.—Dije acariciando la cabeza del zorro quien cerró los ojos ante mi tacto.

Como si mi tacto hubiera calmado gran parte de su dolor por un instante.

Hicimos la fogata y la señora castor comenzó a curar las heridas mientras el zorro se quejaba.

—¿Te hicieron mucho daño?—Preguntó con inocencia la pequeña Lucy.

—Bueno, me encantaria decir que ladran más de lo que muerden...—Seguido de aquellas palabras gime de dolor.

—Ya, no te muevas.—Lo regaña la señora castor.—Eres peor que lo esposo cuando se baña.

—El peor día del año.—Menciona el castor y yo no puedo evitar reír con gracia.

El castor era tan ocurrente con las palabras.

—Gracias por su gentileza.—Exclama el zorro levantándose con mucho esfuerzo y me mira.—Pero no hay tiempo para curar mis heridas.

—¿Ya te vas?—Pregunta sorprendida Lucy.

—Ha sido un completo Honor y un placer mi reina.—Se reverencia ante Lucy—Pero el tiempo es corto y Aslan en persona me envió a reunir más tropas.— ahora el zorro lanzó miradas en mi dirección.

Los castores exclaman con sorpresa y una gran sonrisa.

—¿Aslan? ¿y como es él?—Pregunta ansiosa la esposa del castor.

—Como todo lo que hemos oído.—Murmura el zorro risueño y vuelve a mirarme.—De hecho...—Se acerca lentamente en mi direccion—Tu presencia se siente como la de él y tus ojos, tu mirada, es como la de él.

—Mi padre sabrá de tu valentía, nos salvaste y serás recompensado.—Exclamé con una sonrisa mientras me atrevo a tocar su cabeza.

El zorro cierra los ojos con una sonrisa y luego da unos pasos hacia atrás para reverenciarse ante mi.

—Mi recompensa es haberla conocido y saber que todos están bien. Estarán felices de luchar a su lado contra la bruja.

—No vamos a luchar contra la bruja.—Interviene Susan.

—Pero si el Rey Peter—Lo mira.—con la luz de Narnia que debes ser tú. Así dice la profecía.

—Son necesarios en esta guerra, la esperanza de toda Narnia.—Añade el castor apenado.

—Solo quiero que regrese mi hermano.—Dice Peter en respuesta.

Yo suspiro lentamente. Un rato más tarde el zorro se fué y decidimos descansar un rato antes de emprender el largo viaje hasta donde estaba la base de mi padre.

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