Creer
– En ese momento, los Pevensie junto a Trumpkim estaban siendo guiados por Peter para llegar al bosque tembloroso, donde se encontraban los hermanos junto a los demás Narnianos.
– No recuerdo este camino – dijo Susan.
– Es por que no retienen mapas en su cabeza – dijo Peter – eso es lo malo de las chicas.
– Por que nosotras ya tenemos algo en la cabeza – le respondió Susan.
– Desearía que escucharan a Q.A. Alguna vez – dijo Lucy.
– ¿Q.A? - pregunto Peter.
– Querido amiguito – respondieron las dos hermanas al mismo tiempo.
– ¿Hablan de mi? - pregunto Trumpkim.
– Edmund solo le sonrió y siguieron caminando.
– No me perdí – dijo Peter cuando llegaron a un camino tapado por rocas.
– No, solo tomaste el camino equivocado – dijo Trumpkim acercándose a el.
– Dejaste a Caspian y a su hermana en el bosque Tembloroso – dijo Peter – y el camino mas rápido para llegar es cruzar el rió del torrente.
– Pero si no me equivoco – dijo Trumpkim – al bosque no se va por aquí.
– Entonces eso lo explica todo – dijo Peter – te equivocas Q.A.
– Susan rodo los ojos y Lucy suspiro cansadas del comportamiento de su hermano.
– Cuando llegaron al rió Tembloroso, se dieron cuenta de que no había manera de cruzar.
– Es que con el tiempo el agua erosiona y la tierra... - explicaba Susan.
– Cierra la boca – la interrumpió Peter.
– ¿Hay modo de bajar? - pregunto Edmund.
– Si – dijo Trumpkim – tirándose.
– Aun sé donde estoy – dijo el rubio.
– Hay un vado cerca de Beruna – dijo Trumpkim – si no les importa nadar.
– Es mejor que caminar – dijo Susan empezando a seguir a Trumpkim junto con los demás.
– ¿Aslan?, ¡Aslan! - todos voltearon a ver a Lucy – no lo ven, esta justo...
– No terminó su frase puesto que al volver a mirar allí el gran león que minutos antes había visto, ya no estaba.
– ¿Lo sigues viendo ahora? - pregunto el enano.
– Yo lo vi – dijo Lucy – no estoy loca, quería que lo siguiéramos.
– Te aseguro que este bosque esta lleno de leones – dijo Peter – y osos también.
– Creo que sé reconocer a Aslan perfectamente – dijo Lucy molesta.
– Oigan – dijo Trumpkim – no voy a saltar por un precipicio detrás de alguien que no existe.
– La última vez que no le creí a Lucy, quede como un tonto – dijo Edmund, haciendo que su hermana mayor sonriera.
– ¿Por qué yo no lo vi? - pregunto Peter.
– Tal vez no querías – respondió la pequeña Pevensie.
– Lo siento Lucy – dijo el rubio y empezó a caminar seguido de Susan, y Trumpkim.
– Lucy miro hacia atrás pensando algo decepcionada de que sus hermanos no quieran creerle por segunda vez. Luego volteo hacia atrás, y vio a Edmund, el cual la esperaba para seguir a los demás.
– De regreso con los príncipes de Telmar: Ya era de noche, y el príncipe Caspian y la princesa Gálatas se encontraban en el bosque rodeados de Narnianos, la mayoría furiosos con ellos.
– Lo que ese cuerno demuestra, es que es otra cosa que nos han robado – dijo Nikabrik.
– Nosotros no les hemos robado nada – dijo Caspian por ambos, mientras su hermana seguía abrazada a su brazo.
– Mentiroso, ¿quieres que te digamos todo lo que nos han quitado? - grito Asterious, un gran minotauro, y todos empezaron a gritar todo lo que los Telmarinos les quitaron.
– ¿Van a culparnos por los crímenes de nuestro pueblo? - pregunto Gálatas.
– Culparlos y castigarlos también – dijo Nikabrik.
– ¡Ja!, es irónico viniendo de ti enano – dijo Reepicheep – ¿o es que ya olvidaste que fue tu pueblo el que lucho al lado de la bruja Blanca?.
– Y volvería a hacerlo – respondió Nikabrik – ¡si eso nos ayuda a deshacernos de estos bárbaros!.
– Manos mal que no está en tus manos hacer que vuelva – se apresuró a decir Buscatrufas - ¿o estás diciendo que les pidamos a ambos enfrentarse a Aslan?.
– Los gritos volvieron otra vez.
– Algunos ya lo han olvidado, pero yo lo recuerdo bien, que Narnia nunca estuvo en paz, salvo cuando reinaron los hijos de Adán y las hijas de Eva – siguió el tejón.
– ¡Son Telmarinos! - grito Nikabrik - ¿¡por que los querríamos como Rey y Reina!?.
– ¡Porque los podemos ayudar! – alzo su voz Gálatas llamando la atención de todos, y luego miro a su hermano para que el siguiera.
– Mas allá de estas tierras, somos un príncipe y una princesa – dijo Caspian esta vez – el trono Telmarino me pertenece a mi por derecho, si me ayudan a recuperarlo, la paz permanecerá entre nosotros.
– Es cierto, por fin ha llegado el dia – hablo un gran centauro de piel morena – yo observo los cielos, pues ese es mi deber, al igual que es deber del tejón el recordar. Tarba el Señor de la victoria y Alambil la Señora de la paz, vuelven a estar juntos en el cielo, y aquí y ahora en la tierra, se han vuelto a alzar un hijo de adán y una hija de Eva, para devolvernos la libertad – el centauro, Vendaval, se acercó al príncipe y la princesa mientras los analizaba con detenimiento.
– La verdad es... - dijo Gálatas tomando valor, y separándose del brazo de su hermano – que hace dos días, nosotros no creíamos si quiera que existieran animales que hablaran, ni enanos... ni centauros – decía la princesa mientras miraba a cada uno – pero aun así aquí están, y son tantos como los Telmarinos jamas lo hubiésemos imaginado – concluyo la princesa con su parte.
– Así es – prosiguió Caspian – no sabemos si este cuerno es mágico o no, pero nos ha reunido a todos, y juntos, podemos recuperar lo que es nuestro – dijo Caspian, al tiempo que alzaba el cuerno de Susan.
– Si ustedes nos guían, mis hijos y yo, les ofrecemos nuestras espadas – desenvaino su espada y los otros centauros hicieron lo mismo.
– Y nosotros, les ofrecemos nuestras vidas – dijo Reepicheep inclinándose hacia Caspian y Gálatas.
– Las tropas de Miraz están a punto de alcanzarnos, altezas – informó Buscatrufas.
– Caspian miro a su hermana y ella hizo lo mismo pensando bien la situación antes de hablar.
– Si vamos a combatir, tenemos que reunir soldados y armas, no tardarán mucho en llegar – dijo Caspian.
– Al dia siguiente con los 4 hermanos: Estaban escondidos tras unos troncos en Beruna, mirando lo que hacían unos Telmarinos, lo cual era un gran puente para cruzar el rió, pero ocultaron sus cabezas tras los troncos al ver que llegaban Miraz en sus hombres montados en sus caballos.
– Tal vez no debimos venir por aquí después de todo – susurró Susan.
– Después de eso, todos volvieron al bosque, al acantilado donde Lucy dijo haber visto al gran león.
– ¿Y donde creíste haberlo visto? - pregunto Peter.
– Desearía que dejaran de fingir ser adultos todo el tiempo – dijo Lucy ya enfadada – no creí haberlo visto, lo vi.
– Yo soy adulto y no finjo – dijo Trumpkim a lo que Edmund sonrió.
– Yo lo vi a... AAAHHH! - gritó la pequeña pelirroja al caerse el pedazo de tierra sobre el que estaba.
– ¡LUCY! - grito Susan y los cuatro se acercaron corriendo, para ver que la pequeña se encontraba bien.
– Aquí – dijo sonriendo.
– Había caído en un camino que llevaba abajo por el que podían ir perfectamente.
– Iban cruzando un pequeño río, al cual Lucy casi cae de no ser por Trumpkim que la sostuvo rápido. Lucy le dio una sonrisa como agradecimiento, y el asintió.
– Ya de noche, estaban todos tirados en la hierba junto al fuego. Lucy y Susan estaban una junto a la otra, al lado de Lucy estaba Trumpkim, y al lado de este estaban Peter junto a Edmund.
– ¿Lucy, estás despierta? - pregunto Susan.
– mhmm – respondió la pelirroja.
– ¿Por que crees que yo no vi a Aslan?.
– Tu si me crees verdad? - le pregunto Lucy.
– Bueno... nos hizo cruzar el río – respondió su hermana.
– No sé, tal vez no querías – le respondió Lucy.
– Tu sabías que volveríamos a Narnia, ¿cierto? - le pregunto Susan.
– Eso esperaba – respondió Lucy.
– Yo ya estaba resignada a vivir en Inglaterra.
– Pero estás feliz de venir, ¿no? - preguntó con temor la pequeña.
– Mientras dure – respondió su hermana mayor.
– Después de eso las dos se quedaron dormidas.
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