Capítulo O2.
Lo pensó durante menos de tres minutos. Bueno, no es como si tuviese mucho tiempo.
Miró al hombre desangrarse en el asiento, apretó sus manos sudadas al volante y aceleró.
Más allá de quién era ese hombre, no lo iba a dejar morir. Después vería cómo escapar de ellos. Además, tal vez no conociera a esos hombres, pero algo en su interior le decía que solamente con la policía no estaría a salvo de ellos si los entregaba.
No iba a ser tan fácil escapar.
Acomodó el GPS y siguió la ruta lo más rápido que pudo, con los nervios a flor de piel. Por centímetros no impactó contra un puente, de no ser porque venía bastante atento.
Las casas empezaron a desaparecer a sus costados, y los árboles y campos comenzaron a rodearlo hasta que no se veía ni una sola construcción. El GPS sonó, indicándole que estaba llegando al lugar.
Giró hacia la derecha con un fuerte derrape y se encontró con un portón gigante, el cual se abrió cuando las personas detrás de la cámara divisaron el auto del Señor Jeon JungKook.
Jimin observó, anonadado, la enorme mansión antigua con enormes ventanales y puertas de madera oscura, un jardín enorme, perfectamente mantenido y una gigantesca piscina.
En ese momento, los hermanos y unos cinco hombres más, salieron por la enorme puerta principal con sus armas. Jimin pegó un frenazo y, prácticamente, se tiró del auto. Los hermanos lo apuntaron al verlo bajar del lado del conductor.
—¡Ay, dios! ¡Dejen de apuntarme y saquen a su hermano de una puta vez del auto! —gritó, desesperado. Los hermanos se miraron confundidos y se quedaron en su lugar, apretando sus armas.
Jimin, sin importarle nada a esas alturas, corrió hacia la otra puerta y abrió.
—¡Se está desangrando, inútiles!
Jihyunk bajó el arma enseguida y corrió hacia su hermano, tomándolo en brazos con cuidado. Jimin pudo ver por primera vez un sentimiento en el rostro de esos dos hombres.
—¡Llamen al doctor Álvarez ya!
—¡Sí, señor! —gritó uno de los hombres, corriendo detrás de Jihyunk con el teléfono.
Junhyun se acercó con rapidez a Jimin. Jimin cerró los ojos con fuerza. Dios, ahora sí que estaba muerto. Junhyun colocó la pistola contra su cabeza y lo miró fijamente por varios segundos. Jimin tragó con fuerza, por lo menos moriría sabiendo que hizo lo correcto... o al menos eso creía.
Para su sorpresa, Junhyun bajó el arma y lo empujó con brusquedad hacia la casa.
—Entra y has silencio.
Dentro de la casa, Jihyunk y dos hombres más, intentaban inútilmente parar el sangrado de un pálido y desmayado Jungkook, había perdido demasiada sangre en el camino y aún seguía perdiendo sobre la mesa de la sala.
Junhyun lo obligó a sentarse contra la pared con la manos atadas. De mientras, Jimin observaba la desesperación de los hombres por salvar a su hermano.
—¿¡Donde está el puto médico?! —gruñó Junhyun.
—Dice que no está en el país, va a tardar al menos nueve horas en llegar —dijo el hombre con expresión angustiada.
—¡¡No tenemos nueve horas!! —Junhyun reventó el teléfono contra el suelo y jaló su cabello, desesperado. Su hermano estaba muriendo y el maldito médico no estaba.
No podían llamar a un hospital, ni a un doctor desconocido. Llamarían la atención y, al final, sabrían perfectamente quiénes eran: los narcotraficantes más buscados por la DEA, el FBI, la INTERPOL y todas las policías locales e internacionales que se les pudiera ocurrir.
—Está mal lo que están haciendo —habló Jimin bajito, creyendo que nadie lo había escuchado.
—¡¿Qué dijiste, azafato!? —Junhyun lo miró amenazante y agitó los brazos.
¿Acaso nunca soltaba esa maldita arma?
—Q-Que está mal lo que están haciendo. Si siguen presionado su caja torácica, se quedará sin aire o pueden romperle alguna costilla.
—¿Y tú cómo mierda sabes eso?
—Sé de primeros auxilios, p-puedo intentar ayudarlo si me lo permiten.
Jihyunk y Junhyun se miraron con duda. Jihyunk se apartó y le hizo una seña.
—Vamos, muévete.
Junhyun le desató las manos, Jimin se paró y rápidamente se acercó a Jungkook.
—Si haces algo dudoso, te vuelo la cabeza, ¿entendiste? —Junhyun se le colocó al frente, Jimin asintió y miró la herida.
—Se ve mal.
—Más te vale que lo cures, bonito, o no vas a durar mucho aquí.
Jimin lo miró durante unos segundos y, un poco nervioso, decidió ignorarlo. Se lavó las manos en la canilla junto a la mesa donde estaba Jungkook acomodado, y limpió alrededor de la herida para tener una mejor vista.
Al instante, se dio cuenta del problema.
—Aún tiene la bala dentro, por eso no deja de sangrar. Necesito una pinza o algo por el estilo.
—¿Esta te sirve? —preguntó Jihyunk, alcanzándole una de un pequeño botiquín blanco.
—Creo que sí, espero que todo esto esté desinfectado o la infección será peor.
—¿Cómo evitamos eso? —preguntó Junhyun, preocupado.
—Voy a necesitar antibióticos, gasas, vendas y más alcohol.
—¡Jameson! —Junhyun llamó—. Ve a buscar esto al hospital, ya sabes a quién pedirle. Te lo paso por mensaje, tráelo lo más rápido posible.
—Sí, señor.
Jimin siguió concentrado en lo suyo. Limpió la pinza con un poco de alcohol y tocó el abdomen del hombre. Al parecer, la herida no era tan profunda y eso le facilitaría la extracción de la bala.
Jimin respiró hondo, estiró la herida con su mano izquierda y con la otra metió la pinza en busca de la bala, movió la pinza unos centímetros hacia la derecha. Nada. Un poco hacia la izquierda y... Bingo.
Con una precisión y delicadeza impresionante, sacó la bala que tanto daño le había hecho al moreno. Jihyunk le alcanzó un frasco donde dejarla y una toalla mojada.
Jimin limpió con cuidado alrededor y miró al hermano a su lado.
—Voy a necesitar ponerle unos puntos.
—Eso tenemos. —Jihyunk desapareció por las escaleras, segundos después bajó con una aguja e hilo.
Jimin quiso reír, pero no creía que fuese una buena idea.
—No puedo con ese hilo, debe ser uno especial para la piel, no de coser tela. También necesitaré morfina, o le va a doler hasta el alma cuando se despierte.
—Llamaré a Jameson. —Junhyun le llamó y los tres esperaron impacientes su llegada.
Jimin miró a Jungkook y tocó su frente; estaba hirviendo. Si no le bajaban la fiebre, podría morir.
—¡Traigan toallas con agua fría! ¡hay que bajarle la fiebre ahora! —gritó el castaño. Los hombres miraron a los hermanos Jeon, algunos esperaron su confirmación, otros, al ver el estado en el que estaba su jefe, no dudaron en hacerle caso al chico que lo estaba intentando salvar.
Mojó las toallas traídas por los hombres en el agua fría, las dobló en tres y se las colocó con cuidado en la frente para intentar bajarle la temperatura corporal.
La puerta golpeó contra la pared, Jameson entró corriendo y dejó todo sobre la mesa junto a la cabeza de Jungkook. Jimin se secó el sudor de la frente, manoteó la aguja y el hilo y, con habilidad, comenzó a coser la herida, limpió hasta que quedó intacta y colocó las gasas sobre ella.
—Deben ayudarme a levantarlo para ponerle la venda.
Jihyunk y Junhyun lo sostuvieron de cada lado y lo levantaron levemente mientras Jimin le pasaba la venda por su espalda y la ataba en su abdomen.
—Hice todo lo que pude, ahora debe poner de su parte. Apenas despierte debe comenzar a tomar el antibiótico y analgésicos —dijo Jimin, colocando con mucho cuidado una nueva toalla helada en su frente.
—¿Lo dejamos aquí o...?
—Yo lo llevaría a un cuarto. Cuando despierte, va a tener mucho dolor. —Jimin miró a Jihyunk—. Me sorprende que con todos esos disparos que hubo, solo tenga un balazo y yo esté vivo.
—Luego hablaremos de eso, ahora vamos a llevarlo a su cuarto. —Junhyun levantó a su hermano en brazos con mucha fuerza y apuntó a Jimin—. Tú vienes con nosotros.
Jimin los siguió. Junhyun dejó a JungKook en una cama y Jihyunk lo tapó.
—Te quedarás con él a cuidarlo.
—Pero...
—¡Cállate! —gruñó, amenazante—. Y más te vale que lo vigiles bien —dijo antes de salir del cuarto.
Jihyunk lo miró sin decir nada, un poco confundido, lo observó fijamente durante unos minutos antes de retirarse con muchos pensamientos rondando su mente.
¿Quién mierda era ese chico? ¿por qué sabía primeros auxilios?, y lo más importante: ¿por qué mierda no se fue cuando su hermano cayó inconsciente?
Jungkook despertó con un grito en la boca, había soñado que les disparaban a sus hermanos.
Sus ojos se cerraron levemente cuando la luz de la lámpara lo molestó. Apenas se movió, largó un quejido de dolor. Sintió algo resbalar por el costado de su cabeza, era mojado y muy frío.
—Esos malditos hijos de pe...
—¿Te ayudo?
Jungkook buscó esa voz que ya se le hacía levemente conocida. Se encontró con el precioso rostro del chico, mirándolo fijamente desde el sillón junto a su cama.
—Sí..., gracias.
Jimin no contestó y lo ayudó a acomodarse, Jungkook lo observó fijamente. Se veía demacrado, tenía unas ojeras enormes combinadas con los moretones que le había dejado su hermano, la ropa cubierta de sangre al igual que sus manos, y su cabello estaba desordenado hacia todos lados, aun así, seguía siendo una belleza.
—¿Qué pasó después de que me desmayé? —preguntó la voz grave y ronca de Jungkook.
Jimin apartó la mirada.
—Yo... Yo solo seguí el GPS y te traje hasta aquí —dijo como si fuese lo más casual del mundo.
—¿No huiste? —preguntó, sorprendido.
—No, yo...
La puerta se abrió, y Junhyun y Jihyunk entraron por ella. A Jungkook no se le pasó la mirada de Junhyun a Jimin y cómo este miró hacia otro lado, asustado.
—¡Qué bueno que estás vivo, hermano! —Jihyunk le sonrió—. Tú sí que tienes siete vidas.
—Pensamos que esta vez ibas a morir desangrado —rió Junhyun.
—¿De vuelta Álvarez hizo su magia? —Sonrió burlón Jungkook.
—En realidad, Álvarez no pudo venir —comentó Jihyunk, y Junhyun borró la sonrisa.
—Ah, ¿no? —Jungkook los miró muy confundido—. ¿Me llevaron al hospital?
—Si lo hubiéramos hecho, no estaríamos aquí —dijo Jihyunk, corriéndose a un lado para dejar ver al castaño casi dormido contra la pared—. Él hizo todo.
Jungkook lo miró sin poder creerlo. Ese pequeño desconocido no sólo había decidido traerlo antes que huir, sino que también lo había salvado de la muerte.
—Entonces, si él me salvó, ¿qué mierda está haciendo ahí, todo sucio y con sueño? ¿por lo menos le dieron algo de comer? —gruñó Jungkook. Sus hermanos se miraron un poco avergonzados.
—Es que queríamos que te cuide y...
—¡Y una mierda! —Golpeó la cama—. Tráiganle algo de comer, ya.
Jimin lo miró sorprendido, Jungkook suspiró.
—Por favor, perdona a estos idiotas. —Se apretó la frente—. Lamento todo esto.
—E-Está bien, no tengo tanta hambre —dijo Jimin sin mirarlo, de repente pareció recordar algo, se paró y tomó una cajita—. Debes tomar esto, te dolerá menos y evitará una infección en la herida.
Jimin le pasó una pastilla y un vaso de agua que tenía en la mesita de noche. Jungkook la tomó sin dejar de mirarlo, Jimin bajó la mirada sonrojado por los intensos ojos verdes del moreno.
Junhyun entró a la habitación y miró a Jimin.
—Te preparamos una habitación para que puedas ducharte y comer, sígueme.
Jimin se apartó del lugar junto a la cama, y se paró para irse cuando una mano tomó suavemente la suya, sus ojos se encontraron con los de Jungkook.
—Gracias por salvarme la vida. —Acarició sus nudillos con una sonrisa de oreja a oreja. Jimin sintió que moría y lo único que le salió fue devolverle el gesto con una hermosa sonrisa y un asentimiento de cabeza.
Ambos se soltaron las manos con una suave caricia inconsciente, y se quedaron mirándose el uno al otro hasta que Jimin salió de la habitación. Jungkook se mordió el labio inferior y se recostó en la cama con un suspiro. Ese chico era precioso.
Ellos se habían olvidado de todo, incluso del enorme tipo que los miraba furioso desde la puerta de la habitación. Junhyun había presenciado todo y ese intercambio no le había gustado para nada.
Jimin siguió al tatuado en silencio, aun sintiendo la calidez en la palma de su mano y sus nudillos. Sonrió levemente, cada vez estaba más convencido de que había hecho lo correcto al salvarlo.
Junhyun abrió la puerta y le hizo una seña para que entre, Jimin le hizo caso sin decir una palabra.
—Te dejamos ropa limpia en la cama, puedes bañarte mientras preparan la comida.
—Gracias. —Sonrió de lado, estaba agotado.
Junhyun no contestó y, con un portazo, salió de la habitación.
Jimin se acercó a la cama donde había un short y una camiseta. Decidió bañarse, no podía explicar el placer que sintió cuando el agua cayó sobre su cuerpo, aliviando sus heridas y quitando todo rastro de la sangre suya y de Jungkook.
Una vez listo, se secó y salió para mirarse al espejo. Hizo una mueca. Los moretones y su labio partido se veían horribles. Esperaba no ser golpeado por el tatuado de nuevo.
Jimin salió del baño y se sentó en la cama. Alguien tocó la puerta del cuarto. Jimin, con un poco de miedo, abrió y pudo respirar al ver al pelirrojo teñido entrar con una bandeja humeante en sus manos.
—Siento la tardanza, normalmente tenemos a alguien, pero, como recién nos estamos instalando aquí, estamos bastante complicados con la cocina —se explicó Jihyunk, dejándola en la mesita de luz.
—No hay problema. —Asintió con la cabeza y bajó la mirada, incómodo.
Jihyunk se acercó a la puerta sin saber qué decir, se apoyó en el marco y miró al castaño, quien estaba intentando desaparecer en la cama.
—Park.
—¿Sí? —Levantó la mirada.
—Gracias por salvar a mi hermano —dijo el pelirrojo con sinceridad. Sus hermanos eran todo para él y ese chico había salvado a Jungkook. Debía recompensarlo y si eso era traerle la comida todos los días, se la traería todos los malditos días de su vida como agradecimiento.
—Lo habría hecho por cualquiera. —Sonrió el castaño.
Jihyunk asintió hacia él.
—Descansa.
Apenas Jihyunk cerró la puerta, Jimin devoró la comida y, apenas tuvo la panza llena, cayó dormido como un oso en la cama, sin importarle poco dónde estaba, ni qué podría pasar con él.
Jimin despertó a eso de las ocho de la mañana, acostumbrado a tener que volar temprano; su cuerpo parecía tener un reloj. Sin más, tomó el pomo de la puerta y, al ver que cedió, la abrió y, con algo de miedo, bajó las escaleras.
Ni se lo pensó, sabría que no podía escapar por la cantidad de hombres armados, cámaras y rejas que había en el lugar, así que se rindió a quedarse por allí mientras pudiera y ver si podía conseguir algún teléfono o alguna manera de contactarse con su hermana.
Jimin llegó a lo que parecía ser una cocina, miró algo dudoso la heladera, no sabía si era lo correcto o en cambio los matones le meterían un balazo en el culo por su osadía, principalmente el tatuado, el cual no le tenía mucho aprecio.
—Puedes agarrar lo que quieras. Eso sí, si vas a cocinar, te pediré, por favor, si me puedes hacer algo porque tengo un hambre que me muero.
Jimin saltó en su lugar y miró hacia atrás por donde Jungkook venía bajando las escaleras con dificultad.
—Te ayudo. —El castaño lo tomó del brazo y, con Jungkook aferrado a su mano, bajaron las escaleras—. ¡No puedes bajar las escaleras tú solo! ¡estás loco!
Cuando se dio cuenta del error que cometió, sus ojos se abrieron asustados.
—L-Lo lamento, yo no debería haber gritado.
—No, está bien. Tienes razón, la próxima llamaré a alguien —dijo Jungkook, relajado y divertido por la actitud del castaño.
Jimin suspiró tranquilo, casi metía la pata. Si el tatuado hubiera estado allí, no hubiese corrido con la misma suerte, seguramente estaría varios metros bajo tierra en ese momento.
Mientras Jungkook disfrutaba de la vista del castaño en unos cortos shorts, Jimin se puso manos a la obra con un poco de incomodidad que el moreno se encargó de disipar con chistes y risas relajadas. Hizo unas tostadas, café para él y jugo para Jungkook.
En cuanto Jimin puso el vaso de jugo frente a él, el moreno frunció el ceño y lo miró.
—No puedes tomar café mientras estás tomando antibióticos, te va a hacer mal —aclaró, un poco incómodo por la mirada del de ojos verdes.
—Okay, entiendo. Te haré caso solo porque me salvaste. —Jungkook tomó el vaso y lo miró acomodar unas riquísimas tostadas frente a él—. ¿Dónde aprendiste a hacer primeros auxilios?
—Como ustedes ya veo que averiguaron, soy asistente de vuelo, y para serlo te exigen hacer el curso de primeros auxilios por si le ocurre algo a un pasajero.
—¿Incluso un balazo? —Alzó una ceja, intrigado.
—No, eso... eso lo aprendí en otro lado —respondió un poco incómodo. Jungkook entendió que era un tema complicado, así que lo dejó estar y tomó una tostada.
—Está buenísima —dijo con la boca llena.
A Jimin se le escapó una risita, Jungkook no pudo evitar imitarlo.
—Gracias, hace tiempo que no hacía y...
—¿Qué es ese olor? — Jihyunk se asomó con el rostro de recién levantado, y movió la nariz como si fuese un perro.
—Tostadas —dijo Jungkook, llevándose otra a la boca—, ¿quieres?
—¿Qué clase de pregunta es esa?
Jihyunk se acomodó junto a su hermano. Jimin, sin decir nada, dejó un par de tostadas en el plato del pelirrojo.
—Gracias.
Jimin asintió y se quedó allí parado, sin saber qué hacer.
—Siéntate, muñeco. Come algo que debes estar hambriento. —Sonrió Jungkook, Jimin le hizo caso y se sentó frente a ambos con su taza de café entre sus manos.
—Están muy buenas, Park, no sabía que sabías cocinar así, si no, te habríamos contratado de cocinero —bromeó el pelirrojo.
Jimin rio levemente.
—Son solo tostadas, nada del otro mundo —dijo con humildad.
—A él se le queman —dijo Jungkook, ganándose una palmada que hizo sonreír a Jimin.
Un fuerte portazo los hizo callar a todos.
—¡Ah, bueno! ¡lo que faltaba!
Jimin apretó los dedos en su taza y bajó la mirada, Junhyun se le acercó rápidamente, pero antes de poder hacerle algo, Jungkook se interpuso entre ambos con el rostro serio.
—¿Algún problema, hermano?
—¡Muchos! ¡y todos se relacionan con el tipo este que tienes sentado en la mesa cuando nos robó todo el dinero! —gruñó el tatuado.
—Ya aclaramos que él no fué.
—¿Y solo por eso necesitas traerlo aquí como si fuese tu parejita? —Lo miró de reojo—. No tenemos ni idea de quién es este tipo.
—Este tipo me salvó la vida, así que deberías ser más agradecido y cerrar un poco la boca —gruñó Jungkook, alzando un poco la voz.
Junhyun lo miró por última vez y, dando fuertes pisotones, desapareció por la puerta principal de la casa.
Jungkook suspiró y miró a Jimin juguetear con la taza en sus manos.
—No está acostumbrado a tener gente en casa, ya se va a acostumbrar —le dijo Jungkook, intentando tranquilizarlo. Cuando vio que el muchacho ni se movió, tomó su barbilla y le hizo mirarlo a los ojos. Su mirada se desvió a su labio partido, el cual tenía un leve rastro de sangre.
Jungkook acarició con su pulgar el labio inferior y la mejilla amoratada mientras lo observaba fijamente. Jihyunk observaba todo, entendiendo perfectamente la loca y repentina molestia de su hermano tatuado. Esos dos estaban demasiado amigables uno con el otro para haberse conocido hace dos días, especialmente su hermano.
—Ya estarás mejor, deberías ponerte un poco de hielo, ¿te duele?
—Muy poco. —La mirada de Jimin se encontró con la intensa mirada de Jihyunk, se apartó de Jungkook con incomodidad y se volteó para evitar que observen su rostro.
Jungkook notó la actitud de Jimin, así que observó a su hermano. Jihyunk levantó una ceja y, sin decir nada, salió de la cocina.
Jimin suspiró, la tensión de la habitación se podía cortar con un cuchillo.
—¿Q-Qué va a pasar conmigo ahora? —preguntó el castaño con la voz atragantada.
—No podemos liberarte, me imagino que eso lo tienes claro —dijo Jungkook como si estuviese hablando de que iba a almorzar.
Jimin se volteó, enojado.
—¡¿Qué?!
Jungkook levantó la mirada, implacable. Esa faceta de Jimin no la conocía y Jimin no conocía la de Jungkook.
—Lo que escuchaste; no vamos a soltarte, sabes demasiado —dijo con tranquilidad.
—P-Pero yo quiero volver a mi casa. Les prometo que no diré nada sobre ustedes, ni lo que hacen aquí...
—No.
—Pero...
—No.
—¡No quiero estar aquí con ustedes!
En menos de un segundo, Jungkook se paró y arrinconó a Jimin contra la mesada con su cuerpo, sus manos se colocaron a los costados de su cintura para evitar que escape. Jimin se agarró a la mesada y miró sus ojos verdes, entre asustado y decidido. No iba a dejar intimidarse por él.
Jungkook lo presionó aún más y miró fijamente sus finos rasgos, levantó una mano y apartó los cabellos de su oreja con mucha suavidad.
Jimin se vio tentado a cerrar sus ojos cuando Jungkook se inclinó hacia su costado, su cálido aliento golpeó su oído y una risita malvada resonó en el pecho pegado al suyo.
—Agradece que estás vivo y a salvo. Con todo lo que sabes, ya deberías estar muerto. Por lo único que te dejo con vida es porque salvaste la mía, así que no tientes a tu suerte, muñeco, porque no te conviene —dijo con una suave voz melosa que, detrás de ese tono de deseo, escondía una amenaza que Jimin había reconocido perfectamente.
Y con una suave caricia de su nariz contra su mejilla, se alejó. Jungkook abrió los ojos, encontrándose con los ojos muy abiertos de Jimin, quien estaba perplejo por las palabras del hombre.
—No vuelvas a tocarme. —El castaño frunció el ceño y subió rápidamente las escaleras sin mirar atrás. Jungkook se quedó mirando por donde desapareció y negó con la cabeza.
—Ay, belleza, espero que no me traigas problemas o tendré que tomar medidas drásticas contigo que no quiero tomar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top