Zweiundzwanzig: Términos futbolísticos.
Capítulo dedicado a MiaStar572. Muchísimas gracias por todo el amor que me das tanto por Wattpad como por Instagram, gracias por mostrar tanta ilusión por cada actualización y darle la oportunidad a mis historias💜
━━━━━━━━※━━━━━━━━
Zweiundzwanzig: Términos futbolísticos
1 de mayo, 2020.
No sabía que en Alemania también se celebraba el 1 de mayo como día del trabajador, lo que suponía que era fiesta nacional, al igual que en España.
Siempre me decía a mí misma que los choques culturales entre países europeos eran enormes, tampoco se me podía desacreditar.
Los nórdicos venían de un pasado vikingo, algunas zonas de Europa (incluyendo el norte de España) habían nacido de la cultura celta, otros teníamos influencias arábicas y podría mencionar el peso en los países eslavos, en los íberos y seguramente siempre me olvidaría de un sinfín de culturas.
Pero eso ahora mismo me daba igual.
Es que me da igual todo.
Me siento mal, no sólo por haberle perdido, también porque me siento inútil de enfocar parte de mis días a llorarle a una persona que ahora mismo es la fuente de mi dolor.
Imagino que yo soy lo mismo para él.
Y saber que mis inseguridades y su falta de compromiso en ciertos aspectos nos ha llevado a esto, me lastima.
No necesitábamos un tiempo y mucho menos una ruptura, nos necesitamos mutuamente y no es orgullo, es miedo al rechazo, vergüenza a hacer el ridículo lo que me impide volver a su lado.
Miro la hora y es ya casi medianoche, no he bajado a cenar. No quiero dar explicaciones ni a mi padre ni a Carol.
No quiero preocupar a nadie, no en esta situación y la excusa de decir que estoy con la regla me ha venido de lujo, porque tampoco es mentira.
Sé que Jhon lo sabe, ni es ciego ni estúpido. Supongo que está priorizando otros asuntos y lo veo lógico.
¡Qué irónico! Justo cuando empezaba a aceptar que era el suegro de Friedrich, le trastocábamos todos los planes.
Alguien llama a la puerta y no entra hasta que no le doy permiso para que lo haga.
—Hola, hermanita.
—Te has acostumbrado a llamarme así, eh... —Me siento en la cama y me incorporo cuando lo veo caminar hacia delante con un plato de comida en las manos—. ¿Por qué me estás cuidando tanto?
—Eres como una mascota, si no se te da de comer, te mueres de hambre —Se encoge de hombros y cuando deja el plato en el escritorio le tiro la almohada a la cabeza—. ¿Desde cuándo alguien se cuestiona el por qué se le da cariño?
—Porque eres tú preocupándote por mí —Pone los ojos en blanco y me sonrojo rápidamente—. Perdón..., estoy siendo muy injusta contigo y tú sólo me estás tratando bien y yo me siento una persona horrible, una hermana nefasta y una idiota sin compasión y por favor, haz que me calle ahora mismo porque estoy entrando en bucle y me voy a poner a llorar como me sigas dejando hablar.
Jhon ya me habría pedido que sintetice la oración, cortando de lleno la vergüenza que siento por no saber no callarme ni debajo del agua.
Friedrich no, Friedrich por su parte sería de los que me animan a que hable, me ayudaría a abreviar y, sobre todo, a que no me pusiera tan nerviosa cuando quiero expresarme.
Thomas es más pícaro, por así decirlo, él deja que hable, que haga el ridículo. Desconozco si es porque no sabe que en estos casos necesito ayuda o porque le da igual si cometo torpezas lingüísticas.
—Te he entendido —Corta mi discurso, imagino que un poco ofendido sí que se siente debido a mis palabras—. Y te cuido porque me preocupas, Nela.
—¿Y tu amigo no? —Sueno como una niñata y me doy rabia a mí misma.
—Por supuesto que sí, ¿debo elegir por quién preocuparme más o por quién preocuparme menos? —Alza una ceja y automáticamente intento hacer lo mismo sin conseguirlo.
—No..., es sólo que igual él te necesita...
—Al igual que tú me necesitas, joder, Nela, que es tu novio.
—Exnovio.
—La palabra novio sigue vigente si añades ex o no —Me pide que me mueva hacia el lado y haciendo el tonto hace la típica broma de llenar la cuchara de comida y pedirme que abra la boca para alimentarme—. La cuestión es que sabes cómo es Friedrich, ¿cómo no va a saber que tú me necesitas?
—Porque también le necesito a él y no está aquí.
—Sois los dos unos tercos de mierda —Vuelve a poner más comida y yo como buena vaga que soy acepto que me dé de comer—. Sólo quiero que seas razonable, hermanita, ¿qué estás intentando decir?
—No lo sé —Siento que mis mejillas se sonrojan del todo al mentir—. En realidad, sí lo sé —confieso—, pero me siento horrible por haberlo pensado por un solo momento y de verdad que es muy injusto porque sé que Narciso nunca sería tan cabrón, bueno la verdad es que sí, porque es un caradura sinvergüenza, pero no conmigo, conmigo es diferente, pero también es cierto que, si no estuviéramos hablando de que se trata de mí, sería una actitud muy propia de él... ¿Puedes callarme de una maldita vez, Thomas? ¡Estoy haciendo el ridículo y dejándoos a todos a la altura del betún!
—Aún no me he enterado ni de lo qué querías decir.
—¡Es culpa tuya por no ayudarme a encauzar la conversación!
—A mí no me des más responsabilidades y menos cuando se trata de la forma de expresarte, que bastante tengo con ser tartamudo y haber aprendido a controlarlo.
I-mi-ni-mi-diis-mis-rispinsibilididis-mimimi.
—Lo que quiero decir es que..., por un momento he pensado que Narciso puede sentirse ofendido porque estés pasando tiempo conmigo y ayudándome y no con él.
No sé si estoy sonrojada o no, pero desde luego que muy avergonzada, sí.
—Nela, ese cabrón está tan enamorado de ti que si yo le llamara ahora mismo para pedirle que viniera a darte un beso en la frente porque sino no puedes dormir, dejaría todo su ego por hacerlo.
—Y luego me ignoraría durante veinte años más.
—Por vuestra salud mental y mi paz interior espero que no seáis tan hijos de puta de esperar tanto.
—Dime que él no está solo, por favor.
—Y no lo está, joder, Nela, que a veces me paso días a su lado y estoy con él animándole y aguantando su actitud de mierda. ¿Cómo va a enfadarse porque haga lo mismo contigo?
—Tienes razón.
—Además, si se enfadara por algo así, yo mismo evitaría que volvieras con él, no mereces que se enfaden por darte apoyo.
—Afortunadamente nuestro chico es más decente.
—Es el mejor —Siempre me gusta escuchar a Thomas hablar de sus amigos o de la gente a la que apreciaba porque se le veía el brillo en los ojos que denotaba el orgullo que sentía por las personas que estaban a su lado—. Pero es cabezota, tozudo y de ideas demasiado fijas, si él piensa que no es bueno para ti, hay que ayudarle a que se dé cuenta de que está equivocado.
Muy Friedrich.
—Y aun así nunca admitirá en voz alta que está siendo un poco gilipollas.
—Bueno, lo queremos así. —Pasa su brazo por mis hombros y me mece como si fuera un bebe—. Te prometo que saldremos de esta, te prometo que serás feliz, Nela, que seremos felices, te prometo que, aunque sea lo último que haga en mi vida tendremos un final feliz como familia, papá, mi madre, tú y yo, y te prometo que podrás volver a dormir por las noches porque la muerte de tu madre no será en vano, te prometo que si hace falta yo mismo traeré a Friedrich de vuelta, sólo debemos tener un poco de esperanza y estar preparados.
—Somos chavales de no más de veinte años, yo este año cumplo los dieciocho, Thomas, ¿cómo vamos a enfrentarnos a una organización criminal de ese calibre?
—Le has reventado la mano a Sanders y contamos con un equipo digno de pertenecer al FBI, a ver qué te crees que son los guardaespaldas o la gente que colabora con papá...
Prefiero no hablar de ello porque tampoco sé quién está a nuestro lado y quiénes no. A ver, que una idea me hago, pero es que estoy demasiado perdida y toda mi vida ahora mismo está fuera de control.
—Pues en términos futbolísticos, me atrevería a decir que nos están ganando por goleada.
—¿Y tú desde cuándo sabes de fútbol?
—Desde que me lie con un casi hooligan y mi hermano y sus amigos también se pueden llamar así.
—Bueno, pues que sepas que esto se remonta, hermanita, esto va a ser más bonito que un gol marcado en el descuento.
No podía quitarle la ilusión con la que me hablaba. Thomas funciona por arrebatos, por esperanza y con las ganas de luchar. Si le quitas la emoción, le quitas todo, le quitas su esencia y lo pierdes.
━━━━━━✧❂✧━━━━━━
5 de mayo, 2020.
Se me hacía hasta habitual verlo en mi casa porque pasaba más tiempo en el sofá de mi hogar que en su propia casa (o en su defecto, la de Enia). Lo que no me esperaba es encontrármelo a la salida de la psicóloga porque él había aceptado seguir costeándose las citas psiquiátricas. O más bien, Thomas había hablado con Donny y le daba un pago extra en el trabajo como favor personal, supongo.
Odetta evitaba darnos citas el mismo día para no perder la objetividad de tener dos pacientes que se habían convertido en pareja. Quizás llegaría un momento en el que su ética profesional le impediría seguir atendiéndonos a los dos y tendría que buscar otra compañera que se adecuase igual de bien a sus métodos.
Y odiaba que eso pudiera ocurrir porque tanto a Friedrich como a mí nos venía muy bien tenerla como terapeuta.
No obstante, podíamos coincidir si él tenía psiquiatra y yo psicóloga, como ahora.
Cuando ve que voy a pasar hacia los baños, se aparta, como si le asqueara mi presencia y quisiera evitar por completo el simple hecho de rozarme.
Esto ya es pasarse y la tristeza se transforma en una rabia desmesurada que me hace girar hacia él y ordenarle de forma tajante:
—Sígueme, Vögel. Ahora.
No le doy opción a que se niegue, agarro la manga de su camisa y tiro un poco de él para que sepa que no le estoy dando opción.
O me sigue o el mensaje es claro: si decide ser rebelde, entonces no va a sacar nada positivo de ello.
—¿Y bien? —Cierra la puerta de los servicios y se queda ahí apoyado, no va a dejar que nadie entre—. ¿Qué necesitas, Nela? —Aunque se cruza de brazos y su mirada es completamente condescendiente, el tono que emplea es casi esperanzador, como si hubiera estado esperando a tenerme así de cerca desde hace dos semanas.
—¿Sabes, Narciso? —Se me hace raro llamarle así, pero no me siento legitimada para usar su nombre—. Estoy muy cansada de esta situación, de no poder ni mirarnos a la cara, de que me ignores como si fuera un puñetero fantasma, de que me hagas la ley del hielo y de que estar en una misma habitación contigo me produzca sensación de asfixia. ¡Joder! Es que antes era feliz teniéndote a mi lado y ahora sólo tengo ganas de salir corriendo cuando te veo cerca porque siento que me quedo sin oxígeno.
—Nela —Odio cuando me mira como si tuviera que aleccionarme, como si su altura tan imponente no fuera suficiente para hacerme sentir chiquitita sin darse cuenta. Odio lo mucho que echo de menos sus comentarios obcecados hasta sus palabras de ánimo—. Tú me bloqueaste en WhatsApp, entendí el puto mensaje. ¿Qué más quieres que haga?
Cierto.
Tiene razón.
Había priorizado mi salud mental porque necesitaba escribirle sin darle opción a que él pudiera leerlo. Y cuando una persona hace eso, también está mandando una especie de mensaje que el receptor puede interpretar de diferentes formas.
Yo hubiera pensado lo mismo que él.
No obstante, no me parece una excusa para que actúe como si yo fuera una jodida cucaracha cada vez que paso por su lado. Es cruel, incómodo y duele.
—¿Qué que quiero que hagas? —Empiezo a caminar de lado a lado. A diferencia de Friedrich, yo necesito estar en movimiento para estructurar un poco mejor mi mensaje—. Que no me trates como si tuviera la peste, joder. Sigo siendo yo: Nela, antes me llamabas preciosa o pesadita, por si no te acuerdas de mí. ¿Puedes tan solo tratarme como a una persona normal, como a una más?
—No.
—No te comportes como un imbécil, no otra vez.
—Es que no puedo hacerlo porque para mí no eres una más. —Sé que entiende a lo que me refiero, siempre lo hace, incluso cuando finge que no y me saca de mis casillas. El problema es que nunca quiere asumir su parte de responsabilidad.
—Pues parece mentira.
—Nela... —Está agotado de este tira y afloja y entiendo cómo se siente porque sumándole a la presión del pecho con la que convivo, me siento igual de cansada—. Tenemos cosas más importantes, de verdad, déjalo porque...
—Escúchame, Narciso y escúchame bien —Le señalo con el dedo y recorto un poco de distancias—. Estamos hasta arriba de problemas y aun así mi prioridad sigues siendo tú, llámalo «dependencia», «adolescencia» o «amor», me da igual el nombre que le pongas; pero es una mierda saber que nuestras vidas penden de un hilo, que ya no nos tenemos mutuamente para apoyarnos como para que ahora me trates como la última mierda.
—Estoy haciendo esto por nosotros —Sus ojos muestran desesperación, una súplica silenciosa porque comprenda sus palabras y esa determinación en su azulada mirada me hace retroceder automáticamente un par de pasos—. ¿Crees que para mí es fácil renunciar a ti?
Sí. Soy una persona bastante prescindible.
—¿Renunciar? —repito tras él.
Renunciar.
¿Dónde quedaba ese supuesto tiempo que tanto dijo que íbamos a darnos?
No estaba equivocada cuando asumí que estábamos rompiendo porque él acababa de esclarecer que lo nuestro no era posible y no era una prioridad solucionarlo.
—En noviembre cumplo 18 años —Es algo que llevo rumiando desde que la situación se hizo superior a mí—. Voy a irme cuando tenga la mayoría de edad.
Se lo había planteado a Jhon, pero no podíamos hablar del tema porque se negaba en rotundo a escucharme. Imagino que, si no es consciente de que esa opción puede suceder, entonces no sería real.
Tampoco es que fuera una decisión inamovible y que fuera a llevar a rajatabla, quedan demasiados meses para que en una tarta de cumpleaños me pongan el número 18, sin embargo, ahora mismo es lo que necesito. Pensar que puedo alejarme de todo es un buen aliciente para seguir levantándome de la cama cada día.
—¿Adónde?
No soy capaz de decírselo mirándole a los ojos.
No puedo y no quiero.
—A España —confieso rápido y sin vocalizar apenas—. Vine aquí con un billete de ida y tú eso lo sabías, bueno no, porque al principio actuabas de forma muy rara y a mí me dabas miedo, no porque tú me asustes, que podrías hacerlo, pero porque eres demasiado alto y grande y tienes una actitud que aterra a cualquiera y...
—Nela —Me corta y miro al frente, estoy agradecida de que sepa cómo frenarme cuando entro en bucle—. ¿Por qué?
—Vine... vine aquí con un billete de ida y...
—Eso ya lo has dicho. —Suena nervioso.
—Pues... supongo que pronto tocará usar un billete de vuelta.
Sus manos tiemblan, las pone detrás de su espalda. No quiere que vea ningún ápice en su cuerpo que muestre que no tiene el control total de sí mismo.
—Preciosa, los problemas no desaparecen por cambiar de país, joder. ¿Qué estás diciendo?
—Si alguien quiere matarme, lo hará en Berlín o en Alicante, pero de ti no tengo nada en España, ¿no lo entiendes?
—¡No!
—Narciso, de ti no tengo recuerdos en mi ciudad, no tengo calles ni monumentos que me recuerden a ti o que me transporten a alguna vivencia de los dos. Aquí podría reconocer hasta por el olor, lugares que me lleven a ti.
No puede evitarlo y me agarra del brazo, con cuidado. Conmigo siempre tiene esa sensibilidad que le falta con todos los demás.
Necesita tocarme y ha pasado demasiado tiempo en el que no ha podido hacerlo.
—El día que te alejes de mí que sea porque ya no me quieres a tu lado, no para olvidarme.
Suelto una risa irónica.
Quizás en otro momento me hubiera enternecido o visto lo visto, incluso me hubiera puesto a llorar.
Ahora no.
No es que sus palabras no me afecten, claro que lo hacen.
Pero estoy demasiado enfadada como para valorar lo positivo de su declaración.
—Estás siendo irracional —Juraría que mi labio inferior tiembla tanto de las ganas de seguir estando cerca de él, como de llorar, como de la rabia contenida que llevo en mi interior—. Necesitas verme, pero no que esté contigo. Quieres mi cercanía, pero no me quieres en tu vida. Decídete, Vögel, porque yo tengo claro que estoy dispuesta a volver a intentarlo contigo si también pones de tu parte; si no, por mucho que me llegue a arrepentir en un futuro, te lo digo claro y conciso: apártate de mi camino.
No me deja seguir hablando.
No le interesa el discurso dañino que tengo para decirlo.
Ahora mismo estoy en blanco, sintiendo sus labios pegados a los míos y correspondiendo a sus exigencias.
Volver a besar a Friedrich se siente como estar de nuevo en casa, sentir la desesperación con la que me besa me hace volver a sentirme viva y, sentir su cuerpo apretándose contra el mío me hace revivir nuestros mejores momentos.
—Dame más tiempo, joder. —Me agarra la cara con sus manos, volviendo a recobrar la confianza que tiene en mí y las exigencias tan características de él.
—Y tú dame respuestas, cabezón, dame malditas respuestas porque estoy cansada de darte todo de mí y solo recibir migajas. Estoy cansada de escucharte decir que confíe mientras espero sentadita, sin moverme y sin hacer ruido a que tengas narices de ser honesto. ¿No te he demostrado una y otra vez que estoy aquí?
—Preciosa... —Usa ese tono tan dominante que callaría a cualquiera.
—No, me niego —Sus manos viajan a mis caderas. Necesita mantener el control, aunque sea en lo físico—. No me vengas con discursos de que tienes miedo a que salga corriendo, porque te he visto matar mientras me mirabas a los ojos, he visto cómo te debatías entre pegarme un tiro o pegártelo a ti mismo y he visto tus mayores infiernos en vida y sigo a tu lado, como si fuera una Kamikaze, no me vendas el discurso de que, si hablas, huiré, porque te he demostrado que me haces correr cuando no eres sincero. Creo que no estoy siendo exigente, ¿acaso lo soy?
Evalúa las opciones y supongo que su racionalidad le hace darse cuenta de que tengo razón y que son momentos como este en los que debe ceder un poco.
—Encontré la mano de Sanders en el mismo sitio donde casi te pierdo a ti —Aguanto la arcada al imaginar la escena. Aprovecha para rozar con sus dedos mi mejilla y yo me estremezco al sentirle más como Friedrich y menos como Narciso—. Demasiada sangre, miraba hacia todos los lados buscando alguna pista y de repente noté algo punzante en mi espalda. Todo se volvió negro, imagino que me pegarían algún golpe desde atrás.
—¿Fuiste a buscarle?
Asiente.
—Me llevaron a verle y lo que más lamento es no haber tenido una pistola en mis manos para pegarle un tiro y acabar con todo. Me da igual qué consecuencias se hubieran dado, me da igual el resto del mundo, sólo quería matarlo.
—¿Por qué? —Noto mis ojos húmedos y sonrío con timidez cuando limpia un par de lágrimas con su dedo pulgar.
—Porque me dijo que parte de la sangre que había allí era también tuya.
—¿Qué hiciste?
—Enseñarle su mano, me la había llevado de recuerdo. No hizo ni una mueca, nada que mostrara animadversión por su reciente pérdida. Tampoco lo hice yo cuando de un golpe, uno de los suyos, me obligó a arrodillarme. —Está rabioso y sé por qué. Para Friedrich eso es una humillación, él nunca se agacharía por nada ni por nadie.
—Tú...
Se quita la camiseta y respiro con algo de dificultad al ver la larga cicatriz abierta que lleva desde la clavícula a la cadera, en diagonal y con forma serpenteada, como si quisiera mostrar una S, quizás de Sanders o tal vez para hacerle más daño.
—¿Te duele?
—Ahora más —reconoce—. La adrenalina es una gran aliada, cuando se esfuma, todo se pierde. Ni siquiera sabía que estaba sangrando hasta que me evaluaron.
—Fuiste al hospital.
—Al día siguiente, después de estar unas horas contigo cuando estabas dormida.
—¿Por qué?
No entiende mi pregunta, quizás es que me ha faltado claridad. Aun así, sigue hablando:
—Tenía la cara llena de hematomas, lo que tu viste, no se acerca a cómo se me quedó la cara, Nela.
—¿Con quién te peleaste?, ¿qué hiciste?, ¿qué pasó?
Calma, Nela, calma...
—Eso no importa —Vuelve a vestirse y apoya una de las manos en la pared y la otra en mi cintura—. Me preguntó cómo de importante eras para mí y le dije que un seis.
—¿Un seis?
—Sería absurdo decirle que no me importabas, no es imbécil, preciosa.
—¿Y se lo creyó?
—Le tranquilizó que no fuera más ni menos.
—No lo entiendo...
—Si hubiera dado un número inferior sería evidente que estaba mintiendo, si hubiera dado un número mayor podríamos catalogarlo como una imprudencia. La conclusión sería la misma: eres más que un polvo para mí. El seis a escala de 0 a 10 es el número perfecto, porque implica una verdad que la otra persona quiere oír: no le tomas como un imbécil porque ha visto que hay interés mínimo, pero tampoco le das motivos para que piense que la tercera persona es un estorbo.
—El maravilloso mundo de las matemáticas, ¿no?
—Se me dan bien. —Sonríe con sinceridad por primera vez en mucho tiempo.
—¿Y por qué te marcó?
—Porque soy útil, porque sé cosas de Jhon y sé cosas de Sanders, si estoy en un bando, soy una amenaza para el otro.
—¿No sería más fácil matarte?
—Por alguna razón piensa que puede manipularme para llevarme a su terreno y dejarme de herencia su imperio. Al fin y al cabo, no ve como digno a Thomas y en mí ve a alguien valioso y que puede hacerlo.
—Algo tuvo que ver en ti...
—Que ya lo hice una vez, te recuerdo que vengo del barrio más peligroso de Europa, me he criado rodeado de droga, prostitución y violencia, las personas que venimos de barrios marginales, no tenemos oportunidades en la vida, no se nos ofrece porque ni la sociedad nos quiere cerca ni nosotros conocemos algo más allá a eso.
—Pero tú ya no eres así...
—No, no lo soy, ni contigo ni sin ti tocaría a una mujer sin su consentimiento y mucho menos prostituiría a una menor, joder.
—¿Pero?
—Quien sabe si no hubiera encontrado a Jutta, lo que hubiera sido de mí. No me lo quiero ni imaginar porque me mataría pensar que podría haber acabado como muchos de los de su grupo.
—Ellos están ahí porque lo eligen.
—Sí, por supuesto que sí, algunos están simplemente enfermos y otros acaban así porque desde pequeños se nos enseña que la violencia resuelve todo, que para salir de la miseria tienes que hacer miserable a los demás. Y entonces te corrompes y te conviertes en un monstruo. ¿Y sabes qué ocurre con los monstruos? Que todo monstruo tiene alguien que le quiera y que le valida sus acciones de alguna forma.
Todo monstruo tiene alguien que le quiera y que le valida sus acciones de alguna forma.
—¡Pero a ti no te dejan opción!, tú habías salido de ahí y... y... ahora le perteneces, tienes esa marca... ¡Ni siquiera eres libre de ti mismo porque eres de él!
—Te pertenezco a ti, Nela y por eso mismo no puedo permitir que nadie lo sepa.
—¿Perdona?
—Que te pertenezco significa exactamente eso: soy tuyo, para bien y para mal y ahora mismo estamos más mal que bien.
—¿Y qué significa eso?, ¿qué implica?
—Que me mata estar haciéndote tanto daño, que me destroza no poder ni estar a tu lado, pero también necesito estar cerca de ti, necesito saber cómo estás.
—Me estás pidiendo que nos quedemos tal cual, ¿qué clase de sacrificio quieres que hagamos?
—No puedo fingir que te quiero a ratos y que el resto del tiempo eres indiferente para mí. ¿No lo entiendes? Si estoy a tu lado, soy incapaz de tener las manos quietas, si estás sufriendo, quiero sostenerte; si te tengo lejos, te sueles quedar con las manos quietas y evitas ponerte en peligro.
—Sigues viniendo a mi casa.
—Desparecer de un día para otro levanta sospechas y de esa forma me aseguro poder verte.
—¿Acaso pretendes que me quede de brazos cruzados mientras veo la vida pasar y me debato entre estar contigo, pero sin ti?
—Bueno —Se encoge de hombros—. Tú ya estás conociendo a otro chico. Me lo merezco, pero no puedo soportarlo, nunca he sido celoso porque siempre he tenido la suficiente seguridad en mí mismo, pero joder, preciosa, quiero matar a ese cabrón.
Tú quieres matar a todo el mundo, que eso de ser pacífico no se adecúa a tu personalidad.
Supongo que es el momento idóneo para mostrarle un poco de verdad.
—Sí, sigo conociéndote, pero no me dejas, no me lo permites y a veces, una se cansa de dar carta blanca sin esperar nada a cambio.
Frunce el ceño, analiza mis palabras y comprendiendo qué es lo que acabo de decir.
Lo que parecía que iba a ser una pequeña pelea de celos que le haría más fácil su plan o lo que tuviera en mente, se le ha caído por completo.
Por un lado, no puede evitar sonreír, su parte más narcisista adora saber que sigue siendo la única persona en la que estoy interesada.
Por otro lado, lo que podría servirle de coartada para justificar que él y yo, no tenemos nada más que un seis, se le ha ido a tomar por culo.
—Necesito que confíes en mí.
—¿Tú qué harías si estuvieras en mi situación, Friedrich? —Sus ojos vuelven a tener un brillo especial y creo que es porque he vuelto a decir su nombre.
—Salir corriendo, yo no podría soportar tanto silencio por tu parte, necesito que seas comunicativa, que seas tal como eres.
Deja un beso en mi mejilla y creo que se arrepiente de haberlo confesado porque me agarra de las caderas temeroso de que siga su consejo.
Cierro los ojos y me clamo al compás de su respiración.
Cuando vuelvo a abrirlos, se acerca a mi oído, decidido y al mismo tiempo algo asustado.
Su grave voz acompasada de su suave acento que tanto me gusta, me fascina y me provoca una explosión de emociones por todo el cuerpo.
—Ich glaube an dich... Und du glaubst an mich?
«Creo en ti, ¿tú crees en mí?»
No quiere oír la respuesta y se lo agradezco porque en silencio y sin apartar la mirada de la suya, me digo a mí misma:
„Ich weiß es nicht, aber ich will ihn auf jeden Fall sehen".
«No lo sé, pero quiero hacerlo».
Aprieta la quijada.
El silencio le ha dado una respuesta, una confusa y, copiando su estrategia, me pongo de puntillas (logrando que él se agache por inercia) y en español, susurro:
—Lo estoy intentando incluso cuando me lo estás poniendo muy difícil.
¡Hola! ¿Qué tal?
¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!
➡️Deja un comentario si NUNCA te he dedicado un capítulo.
¿Cuál es el emoji que más usáis?👀
¡Hubo beso de medio-reconciliación! (O no, ¿qué pensáis?).
¿Qué creéis que pasará después de esta conversación?
Bueno, creo que no hace falta narrar que Sanders se amputó la mano de lo herida que se le había quedado, pero por si acaso os lo aclaro y así no quedan dudas de lo que ocurrió tras el tiro que Nela le pegó accidentalmente.
Thomas en modo hermano es super lindoooooo💞
Aviso para que lloréis conmigo un poco: si los cálculos no me fallan, hemos pasado ya la mitad de la novela, lo que quiere decir que no queda tanto para que se acabe esta historia.
Aún quedan bastantes capítulos, sólo os informo JAJAJAJ.
¿Qué escena de esta historia os gustaría ver en fanart? ¡Me encantaría saberlo!
¡Os quiero mucho!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top