Vierundzwanzig: Somos, aunque no estemos.

Capítulo dedicado a the_moon_boy. Muchísimas gracias por leer, ojalá te guste y disfrutes de este capítulo como de los demas💙.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Vierundzwanzig: Somos, aunque no estemos.

Sonja es todo lo contrario a Friedrich y lo descubro cuando no para de hablar ni un minuto porque le molestan los silencios por miedo a que se vuelvan incómodos, se preocupa porque la otra persona se sienta a gusto y atendida, como si fuera la anfitriona de todos.

También es de las que interrumpe sin darse cuenta y al comprobar que lo ha hecho, es capaz de retroceder y volver a interesarse. No se lo tomo en cuenta, es como si su voz fuera muchísimo más veloz que su cerebro.

Es bastante más maníaca que cualquier persona que haya conocido y podría atribuírselo a que es igual de observadora que Friedrich, pero estaría mintiendo.

Narciso analiza, memoriza, traza en su cabeza algún tipo de plan o determina cómo actuar y lo lleva a cabo.

Sonja no, Sonja necesita tener todo vigilado porque necesita ese tipo de estímulos para mantenerse tranquila o al menos aparentarlo.

Se lleva varias veces los dedos a la nariz como si estuviera echando en falta algo y no tardo en darme cuenta de qué se trata, no es muy complicado de deducir y aun menos cuando he lidiado con ella en uno de los estados más crueles en el que un ser humano puede llegar a encontrarse: bajo los efectos de las drogas y sin tener control de sí misma.

Mi móvil vibra y la pantalla se ilumina el nombre de Friedrich, trago saliva.

Quizás no ha sido tan buena idea provocarle, jugar con su escasa-por-no-decir-inexistente paciencia y poner en peligro lo que sea que él está protegiendo.

Es evidente que iba a venir o que en el momento en el que viera esa maldita foto se pondría en contacto conmigo y la culpabilidad me golpea con fuerza cuando me doy cuenta de que es como si estuviera jugando a dos bandas.

—¿No vas a responder? —Sonja me anima a que le conteste sin ser consciente de lo que puede conllevar afrontar la situación.

Asiento.

Porque para mí es más fácil obedecer que dar explicaciones, porque sigo sintiendo que lo que tenga que decir no le importa a nadie porque no tengo nada que aportar.

—Dime-e. —Titubeo un poco y bajo el volumen mientras que me tapo la boca con las manos.

—Ya has conseguido mi atención y ya me tienes esperando en la puerta del bar, ¿qué hacemos ahora, preciosa?

Noto un escalofrío subiendo desde la espina dorsal hasta la cabeza, está muy enfadado y al mismo tiempo curioso.

—¿Qué te está diciendo? —Señalo con la cabeza la entrada y cuando capta lo que quiero decir hace una especie de mueca—. Calma, joder. —Lo dice más para ella misma que para mí.

Le agarro del brazo cuando noto sus intenciones de salir corriendo y niego, ella respira de forma acelerada y por un momento temo que le vaya a dar un ataque de pánico.

Esta situación la hemos propiciado nosotras y tenemos que hacernos cargo las dos, de lo contrario estaríamos siendo muy crueles con Narciso y no creo que después de todo, él merezca semejante acto de cobardía.

—¿Entras? —Me gustaría hablarle como si fuera una orden, con la seguridad que él tiene y sin titubear nunca, pero no puedo porque entonces no sería yo. Yo soy de las que ofrecen, no de las que exigen, de las que piden «por favor» y dan las «gracias» innecesariamente, no de las que omiten esas palabras.

—¿Dónde estáis?

—Sentadas... —Oigo como gruñe y sin darme cuenta sé que estoy a punto de desvariar y a pocos minutos de perder a Sonja en un intento de escaqueo de la realidad—. Estamos en las mesas del medio, la que está más pegada a las máquinas recreativas —Mi corazón se agita cuando le veo entrar por la puerta acompañado de Hermann y ambos miran hacia todos los rincones en nuestra búsqueda—. Sí, mira al frente, Narciso.

—Es Friedrich. —Creo escuchar que dice y mi corazón se agita porque se ha dado cuenta de que ya no hago uso del privilegio que me concedió—. Levanta la mano, no te veo.

—No voy a hacer eso..., simplemente sigue recto..., no por ahí no —Indico cuando lo veo ir hacia la derecha—. ¿Ves la barra donde sirven las jarras de cerveza?

—Sí.

—Pues ve hacia allí y en el camino a mano izquierda nos encontráis.

Cuelga.

Nunca me ha molestado que lo haga sin despedirse o sin decir una última palabra. Siempre ha sido ahorrador en cuanto a gastar saliva se refiere y si no ve conveniente decir algo, no lo dirá, no porque no quiera o no le apetezca, sino porque lo ve innecesario.

—Buenas tardes —Hermann evalúa la situación y tras agacharse para darme un corto abrazo y sacudirme el pelo, me susurra al oído—: si tu intención es matarlo, vas por buen camino; si lo que quieres es cabrearlo para follártelo duro, sigue así y si lo que quieres es calmar las cosas: no se te está dando muy bien, españolita.

No me lo tomo a malas, sé que Hermann no tiene esa intención, pero me afecta muchísimo eso último.

Es un consejo que me está dando y asiento en su dirección porque no puedo hacer nada más.

—¿Por qué siempre te sonrojas con tanta facilidad? —interviene Sonja sin dejar de observarme, ni siquiera le devuelve el saludo al opositor de bombero y es incapaz de mirar a su hermano.

—¿Hoy no me pegas un puñetazo o me escupes? —No me da tiempo a responder.

Ahora que Friedrich había tenido tiempo de analizar la situación, de recuperarse tras sentirse humillado y de decidir cómo actuar, ha optado por devolver el golpe.

No me gusta, pero me parece lícito.

—Fritz —Está nerviosa y se nota por el timbre de su voz—, no montes un numerito y siéntate. —Presiona con el dedo índice la mesa y se atreve a enfrentar su mirada.

Hay que tener mucho valor para sostener la mirada de Friedrich Vögel, pero aún más para darle órdenes.

O simplemente ser su hermana mayor.

—No necesito montar un numerito para llamar tu atención, a diferencia de ti que ya es la segunda vez que haces esta mierda.

Se sienta como puede y estira las piernas intentando no molestar a los camareros o a las personas que pasan por esa zona.

Hermann decide llamar a uno y pide una nueva ronda de la que me inclino por no formar parte.

—Fritz, el otro día me porté mal, pero no estaba bien.

—Me pegaste un puñetazo.

—Pudiste habérmelo devuelto —Se encoge ella de hombros mientras da un sorbo a lo que le queda de cerveza mientras que Hermann y yo nos sorprendemos—. ¿Qué? En nuestra familia siempre hemos resuelto así las diferencias y tú no te hagas el santo que cuando yo te daba, me la devolvías.

Lo normalizado que tienen la violencia y los golpes para resolver sus problemas me asusta hasta el punto de que no sean conscientes de que eso no les hace ningún bien.

—No me siento cómodo aquí —Se cruza de brazos y echa la espalda hacia atrás, no le apetece estar tomando algo con nosotras—. No te quiero cerca de Nela, eres mala influencia para ella, al igual que yo; también me lo echaste en cara, ¿no sigues tu propio consejo?

—Deja el puto paternalismo de lado, Fritz, no me vengas con tonterías de que ella es una santa porque que sea buena no la convierte en perfecta, ¿estamos?

—En eso Sonja tiene razón. —Se me escapa decir y siento la mirada de los dos Vögel en mí—. Perdón...

—¿Se puede saber a qué viene el circo que habéis montado las dos? —Se adelanta a decir Narciso.

—Que eres imposible, que parece que la estás pagando con tu exnovia cuando la chiquilla lo único que quiere es estar a tu lado y me tienes un poquito harta con tu actitud de chico herido sin darte cuenta de que estás rodeado de gente que también lo ha pasado mal.

—Te adoptaron y pasaste por una adolescencia idílica, no me hables de heridas si tú no enterraste a tu hermana.

Y ahí toca una fibra sensible que hace que la furia de Sonja estalle y que sino fuera porque Hermann se adelanta y le tapa la boca con su mano, todo el bar se habría dado cuenta de la discusión que está a punto de suceder.

—Si hablas bajito te devuelvo la posibilidad de hablar. —Negocia el tatuado.

Sonja asiente sin mirar hacia otro lado que no sea Friedrich y cuando Hermann la libera, sentencia:

—A mí me tocó enterrarte en vida, llorarle a una tumba vacía pensando que ahí estaba mi abuelo, enterarme de que mi hermana había muerto y que nadie me lo había comunicado y defenderte de abusos que tú jamás serás consciente y acabar sufriéndolos yo o Jutta.

—¿De qué estás hablando? —Narciso aprieta los puños hasta que sus nudillos se vuelven blancos y por inercia le agarro de la mano, consiguiendo que en un solo segundo se relaje.

—No es importante, Fritz, porque no me arrepiento de lo que hice, sólo quiero que comprendas que los dos somos víctimas de unos padres de mierda.

—Ellos no son mis padres.

—Lo fueron —rebate Sonja—. Niégalo cuanto quieras, pero no puedes cambiar la realidad, no puedes negar de dónde venimos ni olvidar cómo nos criamos

—Puedo y es lo que hago, Sonja, no necesito tu mierda de moralismo barato y muchísimo menos que me digas cómo debo llevar mis traumas.

—Te niegas a aceptar la realidad, siempre has sido un niño con la imaginación demasiado desarrollada, pero tienes ya veinte años, ¡madura!

—No puedes decirle a alguien cómo llevar su dolor, Sonja —interrumpo sin poder evitarlo—. Igual que él no puede pedirte que lo veas con sus mismos ojos.

—Negar su infancia no es superar el trauma, Nela, ¿por qué soy la única razonable?

—Quizás Friedrich no está preparado para... —Trata de hablar Hermann.

—Esté preparado o no, es cosa suya y puede estar preparado y seguir sin considerarlos sus padres, porque ser padre es más que llevar unos simples genes en común. —Si tengo que ponerme delante de cien personas para defender a Narciso, lo haría.

Supongo que es parte del estar enamorada: no soportas ver la tristeza en sus ojos y cómo se está controlando para que su labio inferior no empiece a temblar.

—No le ayudáis dándole la razón —Niega y se vuelve a poner seria—. ¿Cómo murió Jutta? Llevo demasiado tiempo con esa duda en la puta cabeza y me la vas a responder ahora mismo.

Por alguna razón pensaba que Friedrich se rompería en ese momento, que toda su máscara caería de golpe y que el dolor daría opción a confesarse, pero estoy equivocada.

Es un actor y sabe a la perfección cómo interpretar el guion que se ha estudiado durante tantísimo tiempo.

—Un borracho la atropelló cuando cruzábamos por una zona de Kurfürstendamm —Es como si estuviera reviviendo la pérdida de Jutta cuando la quemaron, pero llevándolo al terreno de la mentira—. Yo estaba delante.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que Sonja consigue aclararse la garganta y limpiarse un par de lágrimas.

—Mientes —La cólera se ha apoderado de ella y temo que le lance la jarra de cristal a la cabeza—. Mientes tan bien que, si no fuera porque tu amigo y tu exnovia te han delatado con la mirada, me lo habría creído.

Narciso balbucea alguna cosa que no consigo comprender y mi corazón se acelera mientras que su tranquilidad sigue intacta.

—No me creas si no quieres, Soni, pero es la realidad: la atropellaron, no sé qué esperas que te diga, si quieres una mentira, dame un poco de tiempo para que me la prepare. No sé qué habrás visto en mi novia o en mi amigo, pero déjame hacer una puntualización: a Nela la conoces de hace un rato y con Hermann has follado un par de veces, pero no son nadie en tu vida, son parte de la mía y no voy a permitir que les cuestiones. Si tienes algo que decir, que sea a mí, no a ellos.

Me llevo las manos a la boca para ocultar la sonrisa que acaba de nacer en mis labios al oír la palabra novia.

—Eso, tú restriégame lo bien acompañado que estás —Niega con la cabeza y siento su dolor porque comprendo lo mal que se siente ahora mismo—. ¿Sabes qué es lo peor? Que me hace feliz saber que no estás solo, que tienes a gente y que te quieren.

—La gente de la que me rodeo es lo único que tengo, ¿pero tú? Tú estás construyendo un imperio bajo tus pies, Sonja, conoces a todo el mundo y vives en Ámsterdam acompañada de la familia que te adoptó, ¿cómo no voy a sentirme orgulloso de todo lo que estás logrando? Dijiste que conseguirías triunfar en la moda y te estoy viendo hacerlo, eres increíble Sonja, sólo hace falta que te lo creas y que dejes las putas drogas.

—¡No puedo! —exclama ella—. Estás orgulloso de una mentira, lo único real de lo que proyecto es la moda. ¿Sabes quién es mi mayor confidente? ¡Mi camello! El tipo al que le compro la coca. ¿Sabes lo triste que es eso?

Parece mentira que hace un par de minutos estuvieran a punto de pegarse y ahora estén así, echándose en cara quién está más orgulloso de los triunfos ajenos.

—¿Por qué? —Suelta mi mano y con algo de recelo la estira hacia ella—. ¿Por qué acudes a ellas?

—Porque me mantienen con vida, porque necesito evadirme del dolor y sólo consigo ese efecto así...

—Es placebo, Soni, sabes que es un efecto placebo.

—Me da igual, a mí me sirve. No es que quiera consumir, es que lo necesito. Necesito la marihuana, la coca y la heroína casi tanto como respirar.

—¿Por qué? —Repite Narciso sin entender qué es lo que le lleva a la adicción.

—Por la misma razón que tú necesitas la nicotina, supongo.

—Estamos hablando de drogas mayores, Sonja, no evadas mi pregunta.

—Porque no quiero vivir y al mismo tiempo quiero demostrarme a mí misma que la vida vale la pena y sólo lo consigo cuando estoy diseñando o bajo los efectos de la droga.

—¡Oye! Pues me parece súper bonito que os sintáis orgullosos el uno del otro —determina Hermann bloqueando el móvil y sin darse cuenta de que la conversación ha avanzado—. Por cierto, rubia, ¿qué haces mañana? —Pasa su brazo por los hombros de ella.

—Hermann... —gruñe Narciso—. Te recuerdo que no te gusta.

—No me gusta que se meta cosas, sin ofender, pero es que tu hermana... amorcito, por respeto a ella no voy a decirlo.

—Adelante —pide Sonja—. Será divertido ver la cara de Fritz cuando digas lo que quieres decir.

—Más le vale controlarse porque no voy a tener reparo en soltarle un guantazo.

—Si follar ya me ha follado, tus advertencias llegan con dos orgasmos de retraso, Fritz.

Se retan y se apoyan, es la relación de hermanos más rara que he visto nunca y tengo claro que aún tienen mucho por decirse y que va a ser complicado que no acaben a golpes porque al final del día es lo único que conocen para resolver sus problemas, pero es bonito verlos más relajados.

Niega y se levanta, mientras me mira:

—¿Vienes?

—Sí.

—Te llevo a casa, voy a avisar a tu padre y a Hans.

—¡Dile adiós a mi otro amorcito! —Hermann está demasiado feliz ahora mismo, sobre todo porque quizás va a conseguir dar varios orgasmos y recibirlos de vuelta.

—Mejor porque tú y yo tenemos que hablar.

Y ahí lo entiende todo: tenemos que tomar una decisión de una vez, o estamos juntos o estamos separados, pero a medias no.

Nos despedimos y los dejamos solos mientras que Narciso me pide que camine delante de él y guarda un poco la distancia entre ambos.

—Estoy cansada de este juego —Alcanzo a decir cuando desbloquea su coche y me siento en la parte trasera—. ¿Soy tu novia o tu exnovia?

Enciende el motor y me ignora mientras llama a Jhon y le hace saber que vamos de camino.

No insisto, con él estoy a punto de desistir.

—Sé mi pareja en la boda de Caroline y Jhon —Es su forma de pedirlo, aunque suene a una orden—. Dame ese día para nosotros, preciosa, sólo Friedrich y Nela, sólo tú y yo.

—¿Y después?

Tengo miedo a que vuelva a encerrarse en sí mismo y no me responda.

—Después prometo dejarte ir, no puedo seguir yendo y viniendo cada dos por tres.

—Pero yo quiero estar contigo, ¿acaso tú no?

—Si pudiera pedir un deseo créeme que sería estar a tu lado.

—¡Pues no lo entiendo! —Apoyo la frente en el asiento delantero—. Quieres estar conmigo y yo quiero estar contigo; entiendo que no podemos mostrarnos públicamente porque te controlan, pero ¡míranos!, ¡me estás llevando a casa!

—Nada fuera de la rutina —Se desenreda los rizos salvajes y me doy cuenta de que necesita cortarse el pelo—. Gracias por lo del psiquiatra.

—¿Te ha vuelto a recetar las pastillas para dormir?

—Sí —reconoce—. Gracias por seguir preocupándote por mí.

—¿No haces tú lo mismo?

—Siempre —Cierra la ventanilla y cuando el semáforo se pone en rojo, se gira a mirarme—. ¿Y bien?, ¿serás mi pareja en la boda?

Podría decirle que ya tengo un acompañante, que no me interesan sus migajas y que no soporto la idea de tener una fecha de despedida.

Pero no puedo hacerlo, no cuando necesito darnos eso también a lo nuestro.

—Nunca tuvimos fecha de cuando empezamos, en cambio nos estamos dando una de ruptura.

—Somos el antirromanticismo. —Concuerda con esa sonrisa tan inocente que le marca los hoyuelos y que a mí me derrite por completo.

—Somos, aunque no estemos. —declaro.

Y esa frase nos hace asentir como dos idiotas enamorados que quieren serlo todo, pero que no pueden estar.

¡Hola! ¿Qué os ha parecido?

¡No os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado!

¡Levante la mano quién tiene ganas del próximo capítulo! (Si me seguís en instagram: eridemartin, sabréis que informé que el próximo será narrado por Friedrich jeje)🙋🏼‍♀️

¿Tenéis hermanos?, ¿qué tipo de relación es?

¡Por cierto! No sé si leéis otras historias mías pero Liberté ya está completa y me haría mucha ilusión que la leyeráis (hay alguna que otra aparición de personajes de Narciso por allí👀) y estoy segura de que vais a querer mucho a Gian y acabaréis teniéndole muchísimo cariño a Siv.

¡Os leo!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top