Sechs: La resistencia ibérica.
Capítulo dedicado a Lady__Lacrontte, muchas gracias por leer y mostrar tu apoyo a esta historia. Me hace muy feliz cuando apareces por comentarios💞.
PD. Sé que hoy no es jueves, pero es 23/03 y eso significa que es mi cumpleaños así que estaré fuera estos días y no quería dejaros sin capítulo semanal así que aprovecho y os traigo hoy el capítulo.
(De todas formas suelo avisar en instagram, twitter y por aquí de estos cambios así que si aún no me sigues... ¡Soy eridemartin en todas mis redes sociales!)
Sechs: La resistencia ibérica.
Los tres nos quedamos en silencio.
Que Thomas sabía disparar no era ningún secreto y hacerse los tontos no nos llevaría a ningún lado.
Desconocía por completo el grado de implicación que tenían Jhon y Caroline respecto a que Thomas supiera, no sólo disparar como un verdadero gánster de película estadounidense con sólo 20 años, sino que fuera capaz de usar esa habilidad.
Era obvio que a Jhon no le había sorprendido que su hijo pronunciara esas palabras, ni siquiera le habían añadido cierta ansiedad o preocupación de no conseguirlo.
Nuestro padre no sería la persona que impidiera que Thomas disparara contra el hombre que había roto tantas familias y que les había arrebatado la felicidad a muchísimas personas, pero se aseguraría de que la ley estaba en el lado que le convenía antes de que fuera su hijo quien apretase el gatillo.
—¿Por qué Hugo tiene la cara destrozada? —Thomas se ponía siempre en lo peor y de ahí nacía toda su esperanza. Su modus operandi era algo digno de analizar y pensaba honestamente que su cerebro debía ser donado a la ciencia en algún momento. No se podía ser tan pesimista y optimista al mismo tiempo, era un maldito laberinto—. ¿Se lo ha hecho su padre o...?
—No, se metió en una pelea callejera, según dice —Jhon se apoya en la pared más cercana a la puerta y se cruza de brazos—. Si es cierto o no, es irrelevante.
—¿Y le han dejado irse de casa? —Seguía sin estar convencida de las intenciones de Hugo y me sabía mal juzgarlo de ese modo, pero no sabía cómo encajar con tanta facilidad que sus ideales por una vez fueran por delante—. No digo que él sea malo... ni mucho menos... o sea, que para mí deja mucho que desear, pero...
—Nela, estructura lo que vas a decir —enuncia mi padre—. Primero piensa y luego habla.
Contengo las ganas de hacer burla porque al fin y al cabo esa jerarquía de respeto seguía existiendo y sólo me olvidaba de ese detalle cuando discutía con él.
—Que sigue sin parecerme muy normal que Hugo acepte dejar las comodidades de lado, su vida de rico y todo, así como así...
—Joder, hermanita, que tiene a su puto padre trabajando para Sanders, cómo actuarías tú.
Sopeso las opciones y me quedo en silencio bajo la atenta mirada de ambos. Eran completamente diferentes. Jhon tenía un tipo de cuerpo más fornido y grande, el cabello claro y la piel perfecta para que al veranear en zona costera pareciera una gambita andante. Thomas, en cambio, tenía músculo porque se ejercitaba, pero tenía un tipo de cuerpo más fino y delgado y aunque sus ojos eran azules como los de su madre, sus rasgos asiáticos eran inconfundibles.
Aun así, juraría que tenían un parecido común. Los gestos faciales que hacían como arrugar la nariz cuando algo no les gustaba, mirar por encima del hombro a cualquiera que no fuera Caroline Koch o tener la capacidad de alzar una ceja mientras la otra se quedaba quietecita era la misma.
—¿Y bien? —Se interesa nuestro padre—, tú qué harías en esa situación.
Muerdo mi labio inferior y noto cómo el nerviosismo empieza a cubrirme por completo cuando intento sin éxito dejar de mover la pierna.
Estaban esperando una respuesta.
Mejor dicho: Jhon estaba esperando una contestación.
—¿Es una pregunta trampa?
—No.
Thomas sonríe de forma ladeada y se cubre la boca para bostezar. Estaba realmente cansado.
—Curiosamente tengo demasiada fe en ti y quiero creer que nunca te involucrarías con una menor y menos aún que la... pues eso..., Jhon.
—Violar, Nela, violar —Thomas apoya los codos en el escritorio.
—Es una palabra muy fuerte, Thomas..., pero sí, a eso me refería.
—Deja de temer a las palabras, Nela, no van a perder fuerza por mucho que las uses, al contrario: van a visibilizar realidades y hacer que las personas se enfrenten a eso que llaman excepciones.
—¿Excepciones?
—La gente piensa que si una mujer es violada es por cómo iba vestida o el lugar dónde estaba, en caso de que se fijen en el agresor lo tacharán como un loco o enfermo mental. Son personas sanas con el único pretexto de que creen que pueden hacerlo porque sí.
Jhon se queda mirándonos a ambos y nos deja seguir debatiendo.
—Pero hay algunos que no están bien de la cabeza, Thomas... —respondo.
—Ya, algunos no significa todos.
—¿Y qué quieres decirme con esto?
—Que dejes de asustarte por escuchar una palabra y te fijes más en el significado. No soy lingüista, más bien me dedico a estudiar economía política, pero sé que somos las personas las que hacemos el idioma y no el idioma el que nos hace a nosotros, empecemos a tomarnos en serio las palabras y quizás el resto del mundo deje de mirar hacia otro lado.
No era muy difícil derrotarme en un debate porque tenía la tendencia a escuchar y no hablar y a sentirme pequeña cuando me rebatían con confianza y seguridad.
Pero es que ahora mismo, no sabía ni qué decir.
Tenía que asimilar lo que Thomas había dicho.
—Bien —Jhon trata de disimular su sonrisa y mira la hora en su móvil—. Necesito que guardéis este secreto como oro en paño.
Ambos asentimos.
—Papá —Thomas se remueve nervioso antes de hablar—. Mañana es el cumpleaños de Erlin y sus padres quieren celebrarlo el viernes 28...
—Lo sé, Erik es un buen amigo mío.
—Me gustaría ir y sé que Erlin quiere que Nela vaya.
Trago saliva.
Por supuesto que quería ir.
—Va a ser en la casa de los Baltßun —Jhon abre un cajón y saca un par de invitaciones—. No estoy a favor de esto —Nos las entrega—. Están cifradas y han pagado un montón de dinero para que sólo se puedan desbloquear con una aplicación del móvil y un documento de identidad.
—Voy a ir, papá. Es mi novia y es su cumpleaños.
—Lo sé, pero sigue sin gustarme. No estoy prohibiendo nada, estoy dando mi opinión.
28 de febrero, 2020.
Ayer me atreví a subir una historia con Erlin —después de poner mi Instagram privado— y la felicité con entusiasmo.
El miedo a que alguien pudiera espiarme o controlar lo que hacía o dejaba de hacer me ponía ciertamente paranoica. Incluso fui revisando uno por uno la gente a la que seguía y me seguía por ese mismo temor.
Incluso caí en su petición y le canté cumpleaños feliz en español entre risas y algunas frases alemanas diciéndole que apreciara ese esfuerzo porque me estaba dando mucha vergüenza.
Y ahora estaba dentro de su casa plantada en medio del salón mientras sonaba Katy Perry y las luces de discoteca hacían que me costara enfocar.
Mi atuendo no pegaba mucho con la estética con la que esperaba encontrarme.
Me había puesto una falda de tubo que tapara bien mis cicatrices y una camiseta de lana negra que se ajustaba bien a mi figura, incluso juraría que mis tetas parecían más grandes cuando la realidad es que no eran mi punto fuerte.
No es que me sorprendiera el cómo había decorado su casa, era prácticamente muy Erlin.
Schmetterling Baltßun era una diva de algodón de azúcar, lo que se traducía en ropa pomposa, llamativa y una fiesta a lo grande.
Los padres de ella estaban con algunos adultos que tampoco estaban muy felices de celebrar cuando no había pasado ni un mes desde el atentado, pero vigilaban desde la lejanía, pasando a ver cómo iba la fiesta en la segunda planta de la casa de los Baltßun. Además, por petición de la cumpleañera los llamados "mayores" estaban en el piso de abajo.
Si ibas, por ejemplo, al balcón, desaparecías de la atenta mirada de los más mayores más curiosos.
Algo que, sin duda, mi hermanastro y mi amiga estaban aprovechando.
No me había molestado, al contrario, pero mi compañía que venía siendo Hermann me había pedido casi rogando que le dejara ir a buscar una mami con la que ligar y me había prometido que Friedrich estaba casi llegando.
Y pues tampoco iba a decirle que no.
Y menos cuando me había dicho que su madre le había puesto hora para volver a casa porque no quería que anduviera solo de noche.
Un tío de casi 1.90 y con tatuajes hasta en los nudillos y el cuello siendo protegido por su madre.
Me parecía un concepto maravilloso y tierno, no iba a mentir.
—¡Eh! —Recordaba a Niklas porque era un tipo atractivo, amable y me había liado con él mientras miraba a Narciso en una fiesta—. ¿Cómo vas?
Siempre había sido agradable y dulce, no tenía ningún inconveniente con él.
—Caminando —Río y me siento un poco como mi tío Donnny cuando hace sus chistes de mecánico carentes de gracia alguna—. ¿Cómo va todo?
Doy un sorbo a mi cerveza y le escucho con atención.
Me comenta varias cosas banales a las que presto importancia porque es evidente que se ha acercado por educación cuando me ha visto sola.
Aunque, he de reconocer que, si dentro de media hora me preguntaban sobre lo que habíamos hablado, no me acordaría.
Mi móvil vibra y aguanto las ganas de mirarlo mientras Niklas me habla a cierta distancia. Era una de las cualidades que más me gustaban de los alemanes, respetaban mucho el espacio personal. A diferencia de los españoles que éramos —y me incluía sin lugar a dudas porque yo también pecaba de ello— extremadamente tocones y no conocíamos límites, al contrario, nos auto-invitábamos a invadir el lugar que le correspondía al otro.
—Mira el móvil si quieres —Se ríe mientras da un sorbo a su bebida e imito su gesto—. Te veo luchando por no ser maleducada, agradezco el detalle.
—Perdón...
Me sonrojo un poco y me disculpo mientras lo desbloqueo. Seguro que estoy siendo un poco patética al sonreír a una pantalla y ver que es un mensaje de Friedrich-con-emoticono-de-jirafa-por-su-altura-porque-original-y-yo-en-la-misma-frase-no-quedamos-bien.
—¿El novio?
—Sí, algo así —Le sonrío con simpatía y miro al frente porque así reza el mensaje que he recibido—. Eso creo.
Friedrich Vögel siempre estaba guapísimo y estaba dispuesta a empezar una disputa verbal con quien se atreviera a cuestionarme.
No era una opinión, era una realidad.
Y, aunque las cosas no fueran del todo bien entre él y yo, seguía sintiéndome en casa a su lado.
Lleva un jersey entre verde y azul más parecido al color del mar que al azul fuerte de sus ojos y con formas geométricas con algo de relieve.
Sonríe y juraría que está alzando una ceja.
Asiento con la cabeza y deja un momento a Hugo para acercarse. Lleva el pelo deshecho y alborotado y hoy no se había afeitado por lo que se veía una incipiente barba naciendo por su rostro.
Lo prefería libre de vello porque me gustaba mucho cómo se marcaban sus facciones, pero es que me parecía que estaba espectacular siempre.
Niklas nota su presencia o tal vez es que me ve con cara de necesidad porque se da la vuelta y le saluda con un gesto de cabeza.
Friedrich extiende su mano.
—Waagner —Espera que él le devuelva el saludo—, ¿todo bien. preciosa?
Friedrich Vögel no era de los que se sentía celoso y mucho menos amenazado porque tenía el ego alto y la seguridad en sí mismo lo suficientemente alta como para ser capaz de fingir.
Pero le gustaba marcar los puntos sobre las íes y no dejar cabos sueltos excepto-si-era-un-condón-porque-bueno-seguía-siendo-un-hombre-con-instintos-básicos-limitados.
—Narciso —responde algo tímido y cuando baja la mano se rehace la coleta—. Estaba haciendo compañía a tu... chica, si no le importa que la llame así.
—Muy amable por tu parte. —Arrastra un poco las palabras y me doy cuenta de que está demasiado alegre para ser él.
No temía la reacción de Friedrich porque sabía que no se sentía amenazado por nadie y, cuando lo hacía, no dejaba que lo vieras.
No mostraba sus debilidades.
Ni conmigo ni con nadie porque según él, yo era su debilidad. Al menos la que había mostrado.
Se enamoró de vos, me lo dijo ayer. Las palabras de Martina sonaban una y otra vez en mi cabeza porque necesitaba recordármelo continuamente cuando se mostraba distante. No diría frío, porque él no era una persona que se asemejara a un glacial ni mucho menos, pero le gustaba marcar cierto distanciamiento.
No me pidas que te diga que te quiero ni me hagas tener que escucharlo.
Se coloca detrás de mí, dándome protagonismo frente a la persona con la que mantenía una conversación y rodea con su brazo mi cintura, acercándome a él y dejando un beso en mi cabeza.
Era un gesto habitual en Friedrich.
Solía ponerse detrás de mí y adoraba abrazarme, pero seguía siendo un guiño que me ponía la piel de gallina.
—Te veo feliz, Nela —Indica Niklas y ambos volvemos a prestarle atención—. No es que hayamos sido nunca muy cercanos, pero me alegro por ti...
—¿Por qué sigues aquí? —Interrumpe de muy malas formas Narciso.
—Si no te has dado cuenta estaba con ella antes de que tú llegaras.
—Friedrich —Le doy un toque de atención—, no te comportes como un gilipollas.
Sacude la cabeza y se lleva la mano a la boca para cubrir un bostezo.
—Perdona... Estoy agotado.
—Voy a ir a hablar con Gretchen y Ludwig —Interviene por última vez Niklas—, si veis a Avery o a Dani decidles que estamos por aquí.
—Claro —Sonrío antes de darme la vuelta y rodear con mis brazos el cuello de Friedrich—. ¿Por qué te comportas como un idiota?
—Porque lo soy —reconoce mientras sujeta con firmeza mis caderas—. Ni siquiera sé por qué he marcado así el territorio, ya me estoy viendo venir la bronca de Enia porque según ella me habré comportado como un machista...
—¿Estás borracho?
—No, pero he bebido —reconoce—. ¿Algo más?
—Sí, no me gusta que te comportes así —Sus palabras me sorprenden y me deja algo confundida—, y es la segunda vez que te pasa.
—Primera —corrige.
—Segunda —Vuelvo a decir—. Te recuerdo que con Massimo también actuaste como un capullo.
—Dejémoslo en primera injustificada, aunque podría darte una buena razón.
—¿Cuál?
Me pego más a él y suspiro con cierto anhelo cuando varias parejas deciden ponerse a bailar.
Yo quería eso.
—Hugo ronca como un cerdo, no he dormido una mierda y el cabrón no paraba de llenarme el vaso de cerveza.
Suelto una carcajada y trato de movernos hacia la pista de baile improvisada.
No lo consigo.
Friedrich era muy alto y fuerte, lo único que descuidaba un poco era su resistencia física a causa del tabaco y, aun así, tenía mucho más aguante que la gran mayoría de fumadores.
Y yo era pequeñita y lo único grande que tenía era el trasero.
—¿Vas a pedirme bailar o tengo que seguir intentando la técnica de te-empujo-disimuladamente-hacia-donde-todo-el-mundo-baila-hasta-que-no-tengas-escapatoria?
—Ni de coña, ni una ni la otra —habla con determinación sujetando mis caderas con firmeza—. Baila para mí, preciosa, deja que te vea moverte con ropa como cuando te mueves encima o debajo de mí.
Me sonrojo y agacho la cabeza ante su petición. Se ríe y creo que estoy perdidamente enamorada de su risa.
Saco fuerzas y acabo diciendo:
—Mientras no suene alguna de Britney Spears te toca quedarte con las ganas.
Le gusta mi respuesta y aunque su aliento es una mezcla a pasta de dientes y cerveza, me sigue pareciendo irresistible.
—Vuelve a provocarme y me pongo ahora mismo de DJ y nos pasamos toda la noche escuchando a la princesa del pop.
—¿Estás dispuesto a abandonar el mundo del rock?
—¿Por verte bailar? —Muestra su sonrisa más pícara e inocente y presiono el dedo índice en uno de sus hoyuelos—. Por verte bailar me saco hasta la nacionalidad puertorriqueña y aprendo a bailar reggaeton.
Decido dejarlo pasar porque lo veía muy capaz de hacer cualquiera de las dos cosas.
—¿Cómo es Hugo de inquilino?
Alza una ceja haciéndome entender que me permitía el cambio de tema.
—Mejor de lo que esperaba, quitando sus ronquidos —reconoce—. Se nota que se ha criado en una casa con sirvientes y ayudantes que lo hicieran todo por él, pero no es un inútil y sabe cómo barrer y cocinarse lo básico.
—Entonces no es mejor compañía que yo para dormir... —Sé que estoy sonriendo y no puedo evitarlo ni tampoco tengo esa intención—, porque si lo fuera, podría intentar focalizar mis celos hacia él.
—¿Mood de borracha?
Niego con diversión y dejo que pase un mechón de pelo detrás de mi oreja.
—Ese te lo has adueñado tú... —Me tomo la cerveza que quedaba en dos tragos y aprovecha para pasar su lengua por mi labio inferior—. Entonces qué, ¿con quién duermes mejor?
—No lo sé —confiesa mostrándome su faceta más comunicativa—, no he dormido con él, no me permitiría dormir con alguien que no seas tú y menos si ronca con tantas ansias, ya te tengo bautizada como mi estufa personal.
—¡Qué honor!
—Sabes lo que eso significa, ¿no?
—¿A qué te refieres? —Deja que lo mueva un poquito más al centro.
Agacha la cabeza y lleva sus labios hacia mi oreja:
—Que está durmiendo en nuestro sofá.
—¿Nuestro? ¡Fue un regalo colectivo por tu cumpleaños!
—Pero lo hemos bautizado juntos.
Me guiña un ojo, a mí realmente me gustaba ese gesto tan tonto porque me recordaba a la primera vez que lo vi.
Analizo sus palabras...
Dios santo.
—Dime que no lo sabe, dime que no sabe que tú y yo... pues... hemos hecho eso ahí...
—¿El qué exactamente? —Finge no comprender a qué me refiero—, no te entiendo, Nela.
—Follar —Alzo un poco la voz y apoyo la frente en su pecho con cierta vergüenza—. Me haces perder la cabeza, Friedrich.
—No pienso disculparme por eso.
Tampoco es que te disculpes de normal.
—¿Cómo estás, pesadita? —Coge un canapé que sirven y me indica con la mirada que tome otro yo. Él no iba a ser caballeroso o algo así, pero se aseguraría de que no me faltara de nada—. ¿Estás durmiendo mejor?
—No mucho —No iba a mentirle, no llegaríamos a buen puerto porque él sabía cuándo no le estaba diciendo la verdad—. Creo que lo mejor será pedirle algunas pastillas a la psicóloga...
—Para eso tendrían que derivarte a psiquiatría, ella no puede recetarte nada, es psicóloga.
Nota mental: pedir que me deriven a un psiquiatra.
Empieza a sonar la versión de la banda sonora del retelling del Rey León y me empiezo a mover con cuidado de que Narciso no se dé cuenta de que es algo así como una especie de baile.
—Muy Erlin esto de poner canciones Disney y de musicales en su cumpleaños.
No tenía ni idea de la versión en inglés, así que hago acopio de mi memoria y decido cantarla en español mientras que él me escucha desentonar casi a grito pelado en castellano.
—El clásico romance lleno de desastres por aaaaaaaaamor —Los hoyuelos en las esquinas de su boca se marcan más que nunca y es entonces cuando me doy cuenta de que no somos los únicos bailando, si es que podemos decir que es lo que estamos haciendo—. Es la noche del amor, el cielo trae paz...
—Die Harmonie voll tiefer Friedlichkeit mit allem was wir sind... —Completa él y me relamo los labios al escuchar su voz cantando algo de Disney.
—Oh..., te la sabes...
Alza una ceja sin dejar de sonreír ante mi sorpresa.
—Te contaré un secreto, preciosa: yo también he sido un crío, aunque creo que el Rey León lo vi por primera vez con 15 años.
—No me lo puedo creer... ¡¿Tan tarde?!
—No todos los niños tienen la oportunidad de verlo cuando corresponde.
No lo decía con maldad y por eso no me había ofendido su comentario.
Pero me entristecía pensar en la clase de infancia que había tenido y eso que sólo me había comentado trazos de su niñez, pinceladas que poco se acercaban a conocer su vida como un crío.
—Pero ¿por qué con 15?
—¿De verdad quieres saberlo?
—¡Sí!
Me hace dar una vuelta y aunque no es un gran bailarín ni yo una experta, sé cómo se mueve y sé que es consciente de cómo hacer que su cuerpo parezca elegante.
—Fue por culpa de una chica.
—No me digas que estaba obsesionada con Disney.
Al pronunciar eso último me doy cuenta de que no me importa lo que él hubiera tenido en el pasado, a mí lo que me influía era su presente y su futuro.
—Nah, me escapé del internado para cuidar con ella a su hermano pequeño y empezamos a ver películas infantiles.
—Déjame adivinar... —Pruebo y doy un chillido llamando la atención de algunos cuando me impulsa hacia arriba para dejarme un pequeño beso en los labios y volver a bajarme—. ¿Querías meterla por primera vez?
—Qué obscena eres —Se burla mientras me alisa la falda y aprovecha ese momento para tocarme un poco el culo—. Si yo le he prometido a Dios que voy a ser virgen hasta el matrimonio.
—Ah, claro, de ahí tu obsesión con casarte conmigo...
—Por supuesto, follar contigo tiene que ser una delicia.
Me pongo roja cuando me guiña el ojo en señal de coqueteo.
—Como si no lo supieras ya... —Pongo los ojos en blanco.
—Es que se me olvida y prefiero descubrirlo todos los días.
—Qué comunicativo estás —Dejo que me dé una vuelta como si se hubiera tomado en serio esto de bailar—. ¿Le echamos la culpa al alcohol?
—Correcto —Me acerca a él y acaricia mi nuca con sus largos dedos—. Y a Hugo, por supuesto.
—Ah sí, ¿por qué decías que no paraba de llenarte el vaso de cerveza?
—Porque me estaba contando sus penas... y trajo dos litronas de cerveza —Frunce el ceño y por un momento parece serio—. Ya le he avisado que no quiero alcohol en mi casa excepto si hay alguna fiesta.
—No me parece justo —Me enfurruño un poco—, no me gusta que no parezcas borracho excepto por cómo pronuncias algunas palabras.
Suelta una carcajada e ignora que algunas personas se queden mirando hacia él, como si estuvieran descubriendo la faceta más risueña del diablo, de Friedrich Vögel.
—Estoy comunicativo —Se encoge de hombros y empieza a cantar la melodía de una canción que estaba sonando y que no había escuchado nunca—. Es Namika y la canción es Lieblingsmensch, si no me equivoco es la cantante favorita de Hermann.
«Persona favorita».
Niego con diversión y disfrutamos durante un rato hasta que la seriedad vuelve a su cara. Giro la cabeza y no me da tiempo a analizar lo que ocurre cuando tira de mi brazo en dirección a Hugo Müller.
—¿Qué pasa?
Ignora mi pregunta y me lleva con él.
—Vamos, vamos a que nos dé el aire —No me habla a mí, es su amigo el que recibe una respuesta—. Hugo, no seas gilipollas, no montes un numerito ahora.
—Follé ayer con ella —Tiene los puños apretados y la cara desencajada, busco con la mirada el porqué de su rabia: Dani estaba bailando muy pegada al chico que solía traer en algunas fiestas—. Y ahora decide traerse a ese... impresentable, aquí no es bienvenido, por qué esta niña siempre tiene que estar jodiéndola.
—Tú tampoco eres bienvenido —Me pongo delante de él, intentando tapar con mi cuerpo la visión de la pareja que acababa de aparecer—. Y estás aquí porque eres uno de los mejores amigos de Thomas quien por si no lo recuerdas es el novio de la cumpleañera, así que haz el favor y no la líes.
—Preciosa, déjame esto a mí.
—No voy a dejar que hable así de Dani.
Friedrich suspira y se pasa la mano por el pelo.
Era ese tipo de persona que llamaba la atención, pero que no buscaba ser el centro de ella. Le daba igual si le miraban o si las personas se quedaban embobadas con su presencia. Lo que el resto del mundo pensara, le entraba por un oído y le salía por el otro. Pero no quería dramas.
No más de los que ya teníamos.
—Nela, te necesito —Me alza el mentón con la mano y se inclina hasta juntar su cara con la mía—, busca a Hermann y salid los dos fuera, quiero estar a tu lado y quiero estar contigo, pero Hugo me necesita ahora mismo.
—Lo entiendo, pero...
—Ni yo quiero que se pegue de hostias ni tú quieres que le arruine el cumpleaños a Erlin, ¿cierto?
—Sí...
—Pues ve a por Hermann y coméntale la situación, os esperamos fuera —Deja un beso en mi frente que me arranca varios suspiros—. Qué guapa eres.
—Eso lo dices porque quieres meterme mano...
—Siempre quiero meterte mano —Se encoge de hombros—. Calla y ve que, como sigas así te llevo a los baños y esta vez tendremos público.
Muerde mi labio inferior antes de presionar sus labios en mi mejilla y separarse de mala gana de mí.
—Vale.
Cuando encuentro a Hermann no se me hace muy difícil convencerle para que salga. Había hecho dos vueltecitas para fichar posibles ligues, lo que en España llamábamos hacer la putivuelta y parecía desganado al no encontrar nadie que le gustara demasiado.
Sus estándares iban más allá que chavalas de 18 años. A Hermann Rabensteiner le gustaban mayores, como a Becky G y aquí sólo estábamos o los que cumpliríamos en 2020 la mayoría de edad, los que rondaban los 20 o algunos padres en otra parte de la casa.
—¿Has encontrado alguna MILF [1] para hoy? —pregunto mientras acepto su abrazo—, porque si vas al piso donde están los padres igual encuentras alguna.
—Pero ¡qué graciosa eres, españolita! —Suelta con sarcasmo.
—Y a ti qué mal se te da la ironía. —Me defiendo.
—Bueno, no puedo ser el mejor en todo —Toquetea el piercing de su ceja y luego su nariz—. ¿Crees que me quedaría bien un septum? ¡Yo quiero hacerme un septum!
—Hazte un septum.
—No puedo —Hace un mohín con los labios—, tengo que quitarme también el de la ceja... —Se lamenta—, es peligroso y está prohibido para los bomberos.
Es verdad, le quedaba nada para graduarse en su especialidad.
—Vaya, es algo a lo que tienes que renunciar.
—Un capricho menos en la vida. —Concluye.
—Por cierto, ¿vamos fuera ya? Friedrich y Hugo nos esperan.
—¿Yo por qué me busco amigos con problemas? Si yo lo de chico malo lo tengo sólo en el físico y lo uso como recurso para ligar.
—¿No te gusta meterte en problemas, Hermann? —bromeo con él.
—Me encanta —Se encoge de hombros—, pero no me gusta que sean mis amigos los que están en ellos.
—¿Y bien? —Señalo hacia fuera.
—Se supone que estoy esperando a que un tío me conteste, pero la verdad es que paso..., ¿conoces la técnica del ghosting? Porque creo que nos la vamos a hacer mutuamente.
¿Qué diantres era ghosting?
—¿Vas a comprar droga? —Frunzo el ceño.
—¿Qué? —Suelta una carcajada—, españolita, estoy hablando de sexo. A mí el agujero me da igual, me gustan las mamis y los papis.
—¿Entonces no consumes droga?
—He fumado marihuana en alguna ocasión, ¿tú no?
—No he probado ni el tabaco.
—Muy bien, estás en plena juventud y tienes que hacer cosas que te beneficien no que te perjudiquen, follar está bien, fumar no —Apremia—, espero que continúes así, Nela, no te pongas curiosa con esa mierda —Trata de aleccionarme—. Peeeero, algún día te daré un buen brownie verde..., será nuestro secreto.
—¿Vamos a compartir un secreto, Hermann?
—¿Quieres que mantenga los huevos bajo la polla y tú quieres mantener tus tetas?
—Sí, claro, ¿por qué?
—Entonces será nuestro secreto, no queremos que tu padre o Friedrich se enteren.
Me paralizo al pensar qué reacción sería peor si me vieran emporrada o colocada: ¿la de Jhon Schrödez o la de Friedrich Vögel?
—No, no queremos...
—Esa es mi españolita —Pasa su brazo por mis hombros y me conduce hacia fuera—. Tú eres amiga de la chica Fanta [2], ¿no?
—¿La chica Fanta?
—Claro, la portuguesa.
—Le pones apodos muy raros... y sí, soy su amiga, ¿por?
—Es que tengo una duda ¿por qué la pelirroja número 2 se trae siempre a ese capullo?
A Hermann le daba igual lo que Dani hiciera, no se metía ni siquiera si uno de ellos era uno de sus mejores amigos y estuviera en algún lío tormentoso.
Era de los que observaban y callaban aceptando que algo no era de su incumbencia. No era de los que se inmiscuían en relaciones ajenas y en parte, mi llamado moralismo quería discutirle por eso.
Pero, tenía una gran vena cotilla que le hacían querer saciarse de información y conocer todo lo que pasaba a su alrededor.
—Pues... —Estoy dispuesta a responderle que yo tampoco lo sabía, que mi intuición me decía que estaba tan enganchada a Hugo que buscaba suplir esa falta con otra persona o tal vez es que estaba unida tanto a Tristão como a su exnovio, pero no tengo opción a hacerlo porque Daniella se acerca algo alterada hacia nosotros—. Puedes preguntarle a ella...
Se pone delante de nosotros y mira varias veces al fondo y luego revisa la puerta corredera que da a la terraza.
—¡Contigo quería yo hablar, Garfield [3]!
—¿Estás en algún foro en Internet donde te enseñen a llamar a los pelirrojos o algo? —Realmente tenía esa duda.
—Hay mamis con fetiches y a cierta edad tienden a teñirse de pelirrojo —Se justifica—. Yo sólo cumplo los deseos de mis amantes.
—Siento venir tan abruptamente... —Se peina el flequillo con las manos—, pero chicos, os necesito...
—¿Estás bien? —Le pregunto.
—Hermann, por favor, ve y dile a tu amigo que no la líe, que lo deje estar, por favor... —pide en lo que parece un ruego.
Aunque el cielo estaba despejado seguía siendo febrero, lo que significaba que hacía mucho frío y que seguíamos en temporal de nieve.
Algo que a los alemanes ya parecía no afectarles y seguían la fiesta en la terraza; donde podían fumar tranquilamente y no les molestarían si algún adulto decidía subir a vigilar.
—Te gusta mucho aprovecharte de este mensajero, Spitfire [4].
¿Cuántas maneras de referirse a su color de pelo había empleado en menos de diez minutos? Dios santo...
—Ahora en serio —Interrumpo algo curiosa—, ¿cuántos apodos te sabes para hacer referencia a una mujer pelirroja?
—Más de veinte —Da un trago a su bebida y sonríe mostrando la dentadura—. Sed malas, amigas mías. Sólo se vive una vez y a mí me gusta la adrenalina que da el drama.
—Tú ve a dar el mensaje, por favor...
—A sus órdenes, pelirroja número 2 —Hace una señal con la mano—. Su mensaje será enviado con éxito por la compañía Rabensteiner, si le ha gustado el servicio, deje una buena reseña o invite al mensajero a una cerveza. Gracias.
—Qué teatrero es... —digo en voz alta mientras le vemos alejarse.
Saluda a un par de personas que encuentra por el camino y vemos cómo se encamina hacia la puerta de la terraza.
Friedrich era inteligente y le gustaba tener el control de todo y de todos, de los que entraban y los que salían.
Y yo estaba incluida en esa ecuación.
Por eso había decidido colocarse de forma estratégica en la que pudiera verme y volver a entrar, en cualquier caso.
—¿La primera es Erlin? —Dani pregunta volviendo a peinarse el flequillo—. Ha dicho que soy la pelirroja número 2.
—Eso creo...
—¿Cómo estás, Nela? Hacía tiempo que no te veía.
—Bueno, he estado mejor —admito—, estoy bastante cansada..., ¿tú cómo te encuentras?
Narciso no era el único que no dormía bien. Aquí todos los que sabíamos un mínimo de información teníamos la mente distraída, torpe, ansiosa y hastiada.
—En la mierda, nena, en la putísima mierda.
Dani era muy dulce, a su manera, pero dulce, al fin y al cabo. Bueno, tal vez no mucho, pero era adorable y en mi opinión tenía muy buen corazón.
—Dani...
—¿Mmm? —Sigue mirando a todos lados y queriendo llevar el control absoluto de todo.
—¿Por qué has traído a Tristán?
Creo recordar que se llamaba así, sin embargo, su estruendosa risa me confirma que estoy equivocada.
—Tristão, corazón, se llama Tristão.
—Lo he españolizado.
Trato de justificarme un poquito avergonzada.
Si en mi top3 de cosas que más odiaba estaba el que me miraran a la hora de comer, en el top5 podía situar fácilmente el no saber pronunciar el nombre de una persona. ¿Por qué? No lo sé, pero me cabreaba conmigo misma.
—Es complicado... —Intenta justificarse—. Ayer volví a follar con Hugo...
Algo he oído sobre eso, sí.
—¿En casa de Narciso?
—No, en el coche de Hugo, parece que es nuestro sitio favorito para quemar calorías —Bufa y se arregla el flequillo, era la tercera vez que me percataba de que lo estaba haciendo—. Lo encontré en el bar solo, embobado y con muchas ojeras... Él se cuida demasiado como para tener ojeras..., Hugo valora demasiado su aspecto físico como para estar así. ¿Tú sabes qué le pasa?
Niego porque si hablaba igual se daba cuenta de que estaba ocultando algo.
—¿Te acercaste? —Decido preguntarle a sabiendas de que obviamente lo había hecho.
—Sí..., joder, Nela es que él me importa y me preocupo por cómo está y más si sabiendo cómo es lo encuentro así.
—¿Estabas con Tristão o algo? —Ni siquiera sé si soy capaz de pronunciar correctamente su nombre.
—Había quedado con él, pero volvió a dejarme plantada —Se encoge de hombros como si le diera igual ese dato—. Estoy acostumbrada a quedar con él y que no aparezca...
—¿Y dónde entra Hugo en esta cita a tres?
—Me ofrecí a llevarlo en mi moto, pero se puso a nevar y además sólo tenía un casco, así que lo acompañé hasta su coche y... bueno, agradecí el gesto de que se ofreciera a llevarme a casa.
—Una cosa llevó a la otra, imagino...
—Si es que me gusta demasiado tenerlo dentro cuando sólo me dice guarradas o alguna palabra bonita —Gira la cara con cierta vergüenza—. Hugo no es muy hábil hablando y suele cagarla cada vez que lo hace, pero no cuando nos acostamos.
—¿Te sientes mal cuándo lo haces con él?
—Sí —Acepta—. No he traído a Tristão para molestar a Hugo ni porque esté jugando, a mí... joder, Nela, te mentí, claro que estoy enamorada de Hugo, pero Tristão me gusta mucho y sé que es lo que necesito ahora mismo...
—¿Te hace sentir bien?
—No —Le brillan los ojos y le cuesta hablar—. Tristão tiene un gran complejo de inferioridad respecto al mundo y sé que no lo hace a propósito, pero me empuja a que me infravalore, pero cuando estoy con él puedo ser yo misma, no necesito conocer cómo sujetar un tenedor, no es una primera necesidad que sepa sobre vinos, no tengo que preocuparme de que la élite se ría porque mi padre es cartero o mi madre limpiadora y desde luego no tengo que soportar a los ricos riéndose en mi cara porque estoy orgullosa de las profesiones de mis padres y de ellos... Tristão valora muchísimo que las personas ganen su dinero y se partan el lomo trabajando... y valora mi esfuerzo de estar estudiando y trabajando al mismo tiempo, no se queja de que no tenga tiempo para quedar...
—Pero te deja plantada cuando tienes tiempo libre.
—Ya... —Se muerde una uña y suelta un bufido—. Tristão me mantiene con los pies en la tierra y es justo lo que creo que necesito, aunque su manera sea cruel y algo excesiva, no deja de tener razón.
—Dani...
—Valoro muchísimo lo que hizo Hugo hace menos de un mes, me salvó la vida y puso en juego la suya, Nela, pero no puedo olvidarme de la Daniella de 16 años a la que hundió. Hugo nunca ha tenido los cojones bien puestos y sé que me ha defendido cuando él lo ha considerado necesario o que incluso se ha enfrentado a sus padres..., pero ese coraje nunca lo tuvo cuando se metían conmigo y de poco me sirve que intentara sabotear el juicio si ya has visto que delante de sus amigos sigue haciéndose el machito que se sigue follando a su exnovia y se comporta como un verdadero gilipollas.
—Ven —Abro los brazos y no duda en abrazarme y sorber por la nariz—. Tranquila, Dani, estoy aquí, ¿sí?
—No he traído a Tristão por joder, te lo prometo, no le haría eso a Erlin y menos en su cumpleaños.
—Te creo, Dani, te creo.
Necesitaba que alguien por una vez no juzgara sus actos, sus palabras o sus decisiones. Daniella Jawer-Pereira estaba cansada de los te lo dije y de que la sacaran a flote cuando hacía algo mal, lo que ella necesitaba es que alguien se sentara a su lado cuando las cosas se ponían feas y que le recordaran que no estaba sola mientras se recuperaba de los golpes.
Dani no quería más lecciones en su vida, sino que alguien se quedara a su lado, tanto a las buenas como a las malas.
—Ni siquiera sabía que Hugo estaría aquí, joder, Erlin no lo soporta.
—Es que ahora Hugo y Friedrich... o sea, Narciso, son compañeros de piso.
—Lo sé —Se separa y quita una lágrima con el meñique intentando no estropear su maquillaje—. A saber qué capricho de niño rico se le ha metido en la cabeza ahora...
No podía decírselo y no iba a decírselo, pero no era un capricho.
Hugo había descubierto que su padre era blanqueador y probablemente consumidor de una mafia de trata de blancas.
—¿Puedo hacer algo por ti?
Mira hacia Tristão quien tiene un cigarro en la oreja y va dirección a la terraza, donde estaban los otros.
—Por favor... —Sujeta mis manos con nerviosismo—. No dejes que salga, voy a hablar con Hugo y pedirle que si de verdad quiere una tregua entre los dos que no joda el cumpleaños de Erlin por muchas provocaciones que Tristão le haga.
—¿No le has dicho nada a él?
—¿Crees que me hará caso?, porque sólo será un motivo más para joderle el cumpleaños a lo que él llama "una niña rica más".
Suena totalmente desesperada y no puedo evitar compadecerme de ella. Echo una fugaz mirada hacia atrás y veo que Friedrich no me quita ojo de encima incluso cuando su postura corporal está cubriendo a su amigo y parece que mantiene una conversación distendida mientras fuma tranquilamente.
—Vale.
Acabo aceptando.
Ni Dani merecía sentirse culpable de que dos machitos se comportaran como idiotas ni Erlin que le arruinaran su cumpleaños número 18.
Y estaba segura de que Thomas tampoco lo permitiría.
—Vuelvo enseguida, te lo prometo. Si se hace el capullo, recuérdale que tu padre es abogado sin decir tu apellido, te respetará sólo por tu clase social y dejará de creerse con la verdad absoluta...
Habla rápido y se escaquea entre la gente para llegar con velocidad fuera y empezar a hablarle a Hugo sin montar un pollo por si Erlin aparece y pueda sentirse mal.
Veo cómo Tristão, también conocido como el impresentable por Hugo o como el capullo por Hermann, se acerca a mí.
Camina con un aire chulesco y aunque parece seguro de sí mismo evita fijarse en las personas que asemejan tener un poder adquisitivo mayor.
No se siente cómodo entre el alto standing y desde luego quiere mostrar su disconformidad con la sociedad en la que está sumergido en este momento.
—¿Adónde ha ido? —Señala hacia fuera y me fijo en que Narciso tiene la mandíbula apretada, pero que cumple perfectamente su rol de guardaespaldas ocultando el cuerpo de Hugo—. ¿Hola? —Pasa la mano por delante de mí y parpadeo un par de veces antes de conseguir volver a tener voz.
—A tomar el aire, está agobiada.
—Pues que no tarde mucho, hemos venido a saludar y ya nos vamos.
—Es el cumpleaños de una amiga, no creo que Dani quiera irse pronto.
Niega, como si le diera igual lo que la pelirroja quisiera. Él decidía qué era lo mejor para ella y ahí nadie podía opinar.
—¿Cómo te llamas?
—Nela —extiendo la mano y él la acepta—. Tú eres Tristão —Hace una mueca al escuchar mi pronunciación—, no sé cómo decir tu nombre...
—Ni te rayes, tía —Habla con despreocupación y mirando con aburrimiento a todo el mundo—. Tú eres la española. Dani me habló de ti: la resistencia ibérica.
Entendía la debilidad de Daniella por Tristão, tenía encanto y era detallista, se acordaba de lo que ella le contaba.
Parecía escuchar a la portuguesa, aunque desdeñara y restara importancia a lo que ella sentía y quería.
—Al menos tú sí sabes cómo llamarme.
—Nela es un nombre común en Portugal —confiesa—, ¿tienes familia allí?
Me cruzo de brazos. No estaba incómoda, pero no podía negar que me sentía algo en alerta.
—Nop, es el diminutivo que usamos en mi región.
No iba a explicarle ni la distribución del territorio en España ni cual era mi nombre completo, ni a él le interesaba ni a mí me apetecía pasar mucho tiempo a solas con él.
—Tiene más sentido —Se relame los labios y sonríe como si estuviera dispuesto a pelear—. ¿Quieres bailar?
Giro la cabeza y comprendo el porqué de su actitud.
Era todo provocación y la carcajada que nace de su garganta cuando ambos notamos la tensión en Friedrich es palpable.
—Los rumores dicen que es un pequeño dictador, ¿también lo es contigo? —Señala directamente a Narciso—, ya veo que tiene debilidades, ¿quieres que las pongamos a prueba?
No baja la mano, más bien abre la palma y me la ofrece, invitándome a moverme con él mientras que su otra mano me agarra por la cintura intentando pegarse a mi cuerpo.
Me remuevo nerviosa intentando apartarme.
¿Por qué estaba tocándome sin mi permiso?
—¿Qué estás haciendo?
—Dinamitar una bomba —Me sujeta con algo más de fuerza y se ríe, como si el hecho de tener el poder sobre otra persona le atrajera—. ¿Te molesta que te toquen sin tu consentimiento?
Me quedo bloqueada por el miedo, me gustaría hablar y decirle que sí, que no quiero que me toque sin mi permiso, pero soy incapaz de pronunciar ni una sola palabra.
—Todas las tías en busca de dinero sois iguales, en cuanto un pobre es el que os toca, ahí empezáis a dudar.
Mi cuerpo tiembla y no por frío.
¿Acaso yo como mujer no tenía opinión sobre lo que quería o no hacer?
MILF: Acrónimo en inglés que viene a significar "madre deseable" o por así decirlo y perdón por ser tan basta "madre follable".
Chica Fanta: apodo que viene del refresco de Fanta de naranja y que por su color anaranjado se usa a veces para un pelirrojo.
Garfield: Es una caricatura que hace referencia a un gato de color naranja y de ahí el origen de este apodo.
Spitfire: Apodo que hace referencia al temperamento ardiente que se supone que deben tener los pelirrojos.
¡Hola!, ¿qué tal?
¿Qué os ha parecido?
➪Quiero dejar constancia que todo se ve desde el punto de vista de Nela, que hay que comprender que el complejo de inferioridad existe y que puede llevar a la obsesión de encasillar a todos en el mismo lugar, que se pasa muy mal viviendo en una situación precaria y no es tan fácil salir de ahí.
Pero también quiero decir que, por favor, si alguna vez os tocan sin vuestro consentimiento, por muy mínimo que sea ese contacto y no os sentís cómodas ni lo suficientemente fuertes para hablar (porque sí, tristemente algunas mujeres sienten pánico de hablar): buscad ayuda con la mirada o hacedlo saber de alguna forma.
Muchos hombres no saben que lo que puede ser para ellos una broma, para nosotras no lo es, que es intimidante y que sufrimos muchísimo con estas "bromas" que más bien tienen 0 de gracia.
Dicho esto:
Friedrich siendo el tipo de borracho comunicativo y relajado es un sí JAAJAJAJAJAJAJ. Pero bebed con moderación socorro.
➪¿Cómo creéis que va a acabar todo?, ¿cómo creéis que se sentirá Dani respecto a ello?, ¿creéis que Tristão siente algo realmente por Dani y es su modo de castigarla?
Pues eso, que os quiero mucho, que gracias por todo el apoyo y que sois un gran regalo de cumpleaños para mí.
Danke, dass du an mich glaubst❤️.
(Gracias por creer en mí)
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