Neunundzwanzig: Prohibido retractarse.

Capítulo dedicado a EunKyung01. ¡Muchísimas gracias por el apoyo y por darle amor a esta historia! Espero que te guste mucho y que lo disfrutes♥.

━━━━━━━━※━━━━━━━━

Neunundzwanzig: Prohibido retractarse.

Friedrich no destaca por ser un gran anfitrión, no es que sea malo, no es contradictorio. Él es de los que abre la puerta de su —minúscula, pero acogedora— casa a la gente que le importa. No todo el mundo es bienvenido a un espacio tan privado, tan personal, tan seguro para él.

Recuerdo en una de esas reuniones improvisadas en las que Hugo dormía en el sofá que aún consigue que me sonroje al mirarlo y sus amigos decidieron que era buena idea animarle invitando a un par de colegas, con unas cuantas cervezas por cabeza y un rato agradable.

Yo solía pasar tiempo con él, con Erlin o Enia.

Hubo un día que estuve a punto de probar a escondidas la marihuana de Hermann, en parte estaba cansada de la relación que Friedrich y yo teníamos porque no me daba explicaciones y se pasaba el día mareándome. Como si me quisiera un rato y luego no.

Así que, dispuesta a probar nuevas experiencias en un entorno en el que me sentía segura, llevé el filtro a los labios y... apareció Thomas.

Y no, no se convirtió en cómplice. Al contrario, él y su lealtad hacia mi novio era superior hacia cualquier otra persona y decidió que era una gran idea delatarnos, como un chivato. (Aún me pregunto si Erlin está enterada de esta unión entre nuestros chicos porque quizás es un buen momento para actuar como ellos).

No se me quedó un mal recuerdo, de hecho, antes de la ruptura, fue el último momento íntimo que tuvimos.

¡Y vaya momento! Narciso siempre me ha parecido atractivo, incluso cuando me asustaba su altura y su postura dictatorial. Siempre me ha gustado cuando ha actuado de forma dulce conmigo o me ha mostrado al romántico que lleva dentro de él, por mucho que lo niegue.

Pero... ¡dios santo! Aún me sonrojo al recordar la última vez que estuve en su casa... y lo que hicimos.

Cuando Friedrich sacaba su furia y la transformaba en un ataque de su boca contra mi piel, de sus manos en mis muslos y su cuerpo exigiendo y demandando el mío a su gusto, me convertía un poco más adicta a él.

No es algo que pueda controlar, aunque tampoco querría hacerlo, excepto cuando me daba tanto placer con gente cerca que nos oía.

Y nos habían oído.

Narciso se había asegurado de que me escucharan y mucho porque era su forma de reclamarme como suya sin utilizar palabras, más bien conseguía que yo las dijera sin darme cuenta y eso le encendía.

Un círculo vicioso que me tiene maravillada.

—¿En qué piensas? —pregunta mientras guarda un par de cervezas en el congelador y deja otras cuantas en el frigorífico.

—Nada importante... —Me apresuro a responder—. ¿A qué hora llegan?

—Hugo y Hermann supongo que están por llegar..., Thomas y Erlin recogen a Enia.

—¿Y Sonja?

Ambos tragamos saliva. El recorrido en coche había sido ameno, no le había permitido pensar más de la cuenta, no cuando estábamos a poco tiempo de enfrentarnos a lo que realmente ocurriría.

—La traen Izima y Dominik —Cierra la nevera y se apoya en la pared mientras se enciende un cigarro—. ¿Vas a decirme ahora qué es lo que estabas pensando?

Me pongo detrás de la isla de la cocina mientras observo con detenimiento cómo se marca la nuez de su garganta cuando da una calada y en lo bonita que se ve su boca cuando expulsa el humo del veneno que está consumiendo.

Frunce el ceño y me hace un gesto para que camine hacia él. Niego y cierro las piernas rápidamente.

—Tú estás pensando en algo... y quiero que me lo digas, ahora.

Un escalofrío me recorre por la piel al escuchar su demandante voz mezclada por el efecto del tabaco.

—No —Niego mientras pongo más espacio entre los dos. No me vuelvas a pedir que te lo diga porque cedo y conociéndonos vamos a recrearlo y no hay tiempo para ello—. ¿A qué hora llegan?

Tarda menos de diez segundos en comprenderlo y sonríe mientras se acerca a mí como el depredador que es, como el hombre que acaba de fijarse un nuevo objetivo y que no descansará hasta llevarlo a cabo.

Me muevo hacia el lado contrario.

—¿Estás huyendo de mí? —Alza una ceja y creo que sonrío de forma coqueta a pesar de sentir que las mejillas me están ardiendo.

—No tenemos tiempo para que me atrapes, Friedrich...

—Depende. —No evalúa las opciones, ahora mismo tiene un propósito por cumplir y soy yo.

—Friedrich...

—Acércate —Apoya los codos en la mesa, sonríe con engreimiento y sus ojos azules me observan, demandantes—. Ahora.

—¿Y si no lo hago?

—Entonces iré yo.

—¿Cuáles son los beneficios de cada opción?

—Acércate y lo descubrirás.

—¿No crees que es injusto que me ocultes información?

—Estoy jugando mis cartas, preciosa, no me retes. —Se mueve hacia un lado, tratando de pillarme desprevenida. Lo consigue, pero logro escapar, intercambiando posiciones—. ¿A qué estás jugando?

No puedo dejar de sonreír. Me encanta verlo tan serio y risueño al mismo tiempo; tan relajado y atento a mi lado y, tan deseoso de mí como frustrado por no conseguir lo que anhela.

—¿No me dices los beneficios? —Me siento poderosa, calmada y a gusto a su lado.

Jamás me hubiera atrevido a coquetear tan abiertamente y a sentirme una fuente de deseo, pero con Friedrich es diferente.

La forma con la que sus ojos me miran, las ganas con las que sus manos me tocan y la ilusión con la que me besa cada vez que me ve, me motiva a ello.

No es que me fuerce, es que me sale natural. Sin miedos ni ataduras, con ganas de experimentar y siempre sintiéndome protegida.

Y ahora es lo que quiero hacer, porque me gusta retarle y me gusta sorprenderle de vez en cuando.

Quiero esto y quiero llevarlo al límite como él siempre me lleva a mí en el buen sentido de la palabra: logrando que le grite que quiero más.

Aunque ahora tengo una disyuntiva y es que para Narciso es una línea roja que le niegue el tocarme, es capaz de castigarse a sí mismo, negándose la necesidad que tiene de estar en contacto con mi piel, no obstante, que sea yo la que se lo obstaculice... no es un límite que esté dispuesto a tolerar.

—Te vas a quedar sin ellos como no estés a mi lado en cinco segundos.

—No me estás convenciendo...

—Nela, ¿qué pretendes? —Se muerde el labio inferior y miro hacia abajo. Joder, ¿cómo es posible que me siga impresionando su cuerpo y su erección? —. ¿Te gusta lo que ves, preciosa? —Baja la mano izquierda hacia el pantalón de chándal y empieza a tocarse por encima.

Cabrón... —Me quedo casi sin aire al ver que está dispuesto a darse placer—. Odio que te pongas pantalones de deporte... se te marca todo y... —Sonríe porque sabe que me tiene donde quiere y cuando me mira con sus rizos salvajes y su mirada de pícaro sé que está masturbándose por dentro del pantalón—. ¡Para! Dios, joder, Friedrich..., ¡ay!

Noto un pinchazo y aprieto las piernas.

Esto es tan injusto...

Y yo puedo poner la balanza a mi favor.

—¿Quieres que pare?

—¿Y si mejor te ayudo?

—Interesante propuesta —Acelera el ritmo y deseo ser yo la que lo haga por él—. Acércate y discutimos los términos y condiciones.

—Quizás... —Vamos, Nela, díselo, estás deseándolo—. Quizás puedo ser yo tu inspiración...

Preciosa, tú siempre eres mi inspiración, ya sea porque te tengo delante o porque pienso en ti.

—¿Y cómo me imaginas? —Empiezo a sentir calor—. Cuando yo no estoy, ¿cómo me imaginas?

—No creo que estés lista para saber en qué posiciones y cómo quiero follarte. No eres consciente de lo mucho que me contengo cuando estoy contigo.

—¿Ah sí? —Paso por mi cabeza la camiseta y me quedo en sujetador frente a él mientras me arrimo a la isla—. ¿Por qué te controlas?

—Porque no quiero asustarte —Da un paso hacia delante—, no quiero que te sientas como un objeto, no cuando estás conmigo, no cuando me permites poseer tu cuerpo.

—¿Y qué me dirías si no tuvieras miedo?

¿Está muy mal si reconozco que me está gustando demasiado?

—Que eres mía —Deja de masturbarse y me evalúa. Asiento, no sé por qué, pero lo hago—. Que no soporto la idea de que estés con otro que no sea yo y que quiero que me pertenezcas como yo te pertenezco a ti.

Me acerco porque ahora mismo soy fuego, soy pasión, soy ilusión y él es todo lo que necesito.

—¿Me perteneces? —Susurro mientras me agarra de las caderas y me sienta en uno de los taburetes, dejándome sin escapatoria.

Me besa. Me besa con esa rudeza que tanto me pone y me excita mientras se coloca entre mis piernas y su erección se clava en el punto perfecto.

No es delicado, no pretende serlo.

Su intención es bien distinta porque busca avasallar mi boca mientras me demuestra lo que sus palabras ya me han dicho, que me pertenece.

—¿Acaso lo dudas? —Echa mi cabello hacia un lado y levanta mi barbilla—. Ahora te falta asumir que tú me perteneces a mí.

—¿Asumir?

—Creo que no eres consciente de que tú eres para mí como yo lo soy para ti.

—¿Y si no estoy de acuerdo?

—Haberte buscado a otro que no tenga traumas y miedos infantiles. —Suelto una carcajada que le contagia y vuelve a besarme.

Por un momento nos olvidamos de todos, de por qué estamos aquí, la razón por la que hemos ido a hacer la compra y los miedos se disipan.

Solo somos Friedrich y yo y me encanta.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━

—Te lo dije, preciosa, te dije que te acercaras.

—¿Me acabas de dejar sin un orgasmo? —Estoy muy frustrada ahora mismo y me alegra seguir sintiendo su erección. Dura, preparada.

—Sí.

—¿Por qué nos torturas? —Hago un mohín con los labios y aprovecha para morderme el inferior—. Eres cruel...

—Nela, cállate, sólo me estás dando ganas de follarte —Ignora cuando llaman al timbre—. Y ahora mismo no podemos y es culpa tuya.

—¿No tenías ganas de... hacerlo antes?

—No preguntes tonterías, pesadita, yo siempre tengo ganas de ti.

—¡¿Y por qué nos torturas?! —Alzo un poco la voz. No soy yo, es la falta de un orgasmo quien habla por mí—. Estábamos a punto...

—No te acercaste.

—No me puedo creer que estés usando una excusa tan de mierda, Vögel —Me recoloco el pecho bajo su mirada y sonrío mientras le saco el dedo de en medio—. Orgulloso.

—¿Y qué más?

Frunzo el ceño y digo lo primero que se me pasa por la cabeza:

—Mío —Da un pequeño salto, sorprendido y creo que conforme con la respuesta—. Perdón, yo..., no quería decir eso.

—Prohibido retractarse, Nela.

—Prohibido dejar a tu novia sin orgasmo —Me abraza por la cintura al escuchar la palabra novia y me da una sonora nalgada—. ¡Eh!

—Repítelo.

—Qué mandón eres y cómo te gusta recrearte...

—¿No me consientes? —Sus dedos pellizcan mi labio inferior y miro hacia la puerta cuando vuelven a llamar—. Dime, Nela, ¿qué somos?

Y por alguna razón que desconozco le sigo el juego, ignorando lo tóxico que puede ser porque antes que nada soy mía, pero después también quiero ser un poquito de él.

—Tú eres mío y yo soy tuya... pero antes somos nuestros propios dueños.

—Jamás se me ocurriría quitarte la voluntad, preciosa, porque entonces no te estaría sabiendo querer, sólo te querría y yo lo que quiero es hacerte feliz.

—Te quiero —reconozco en voz alta, hace una mueca al escucharlo. Se me había olvidado de que le cuesta digerir palabras tan profundas como el que alguien le confiese que siente algo por él—. Pero eres un mentiroso —Trato de aligerar el ambiente, no me molesta no darle opción a que me diga que él también a mí. Ya lo ha hecho más de una vez.

—No es nada nuevo.

—Sigo frustrada contigo.

—Ansiosa —Me pellizca la nariz.

Insiisi.

—¡Eres un cabrón! —Llaman a la puerta una tercera vez—. ¿Y ahora qué hago yo? ¡Tengo las bragas empapadas!

—Tienes ropa en mi habitación —Se encoge de hombros—, ve a cambiarte y sal.

Me cruzo de brazos mientras camino detrás de él y nos disponemos a ir cada uno hacia un sitio. En mi caso, hacia su habitación. En el suyo, a recibir a los primeros invitados.

—Lo que voy a hacer es acabar sin ti.

No consigo dar dos pasos y ya lo tengo abrazándome por detrás. Escuchamos la voz de Hugo tratando de forzar la puerta y Friedrich grita algo para que se calmen.

Preciosa, no se te ocurra tocarte.

—¿Por qué? —Trato de girarme y me resigno muy cómodamente cuando noto su creciente erección en la parte baja de la espalda. Me acomodo como puedo y frena mis movimientos con una de sus manos—. ¿Por qué no dejas que me... corra?

Siento su risa pegada a mi nuca y su lengua me recorre desde la clavícula hasta la mejilla, deteniéndose con eficacia por el cuello y transportándome a miles de sensaciones que me van a convertir en gelatina.

—Ya me has negado lo que es para mí en la cocina —Su mano se coloca en mi centro de forma superficial. Giro la cabeza y le robo un pequeño beso cuando se agacha para estar a mi altura—, no te voy a permitir que me quites la oportunidad de ver la cara tan bonita que tienes mientras te retuerces de placer.

No es un simple comentario, Narciso no es de los que habla en vano. Es una advertencia y estoy muy tentada en querer descubrir las consecuencias.

¡Hola! ¿Qué tal?

¡No te olvides de votar y comentar si te ha gustado!

Pido perdón porque sé que es un poco corto, pero es que es un capítulo puente para cerrar muchas cosas (¿PODEMOS HABLAR DE QUE NELA POR FIN LE DIJO "TE QUIERO"????) y dar pie a lo que se viene.

¡Poneos el cinutrón de seguridad que se nos vienen curvas y diversión! (O no, quién sabe. O quizás es todo muy chill). ¿Estaís dispuestas a descubrirlo? jeje.

Por cierto, perdón porque os acabo de subir el texto tal cual, no lo he corregido porque no he podido. Estoy malita mientras escribo esto (te odio, rinitis alérgica)

Ojalá tener una pronta recuperación:(, ¿por vuestros países hace calor o frío? Aquí está llegando el frío y SOY TEAM TEMPLADO / TEAM VERANO. Ya lo he dicho JAJJAJ.

¡Os quiero!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top